¿Por qué me provoca si es hetero?

- ¿Puedo hacerte una pregunta sobre los gays? ¿A ti qué te mola? - Soy pasivo, dije sin dudar. ¿Tú alguna vez te has planteado hacer algo con un tío? - No, que va. Me gustan las tías.

Adrián y yo habíamos ido al mismo colegio. Deportista, guaperas, nunca mostró interés en mí.

Este año mis compañeros organizaron una cena de antiguos alumnos a la que iba a venir él. Sin saber por qué, empezó a dar likes a mis fotos. Un día me preguntó que qué tal me iba y me preguntó si iría a la cena.

Sabía que yo era gay, y aún así empezó a mandarme fotos con comentarios de coña. Fotos de él. Por lo que le empecé a ver la cara bastante a menudo, hasta el punto de que empezamos a hablar del día a día.

Un día hablando de deporte, me manda una foto desde el gimnasio, y le respondo que me mande una de los resultados del día. Ahí empezó lo bueno , al acabar de sudar me envió una foto sin camiseta en el espejo del gym en la que se le marcaban todos sus abdominales.

No me corté un pelo y le alagué lo bueno que estaba. Me gustaba este juego. Y en realidad siempre me han puesto los heteros a los que les mola gustar a otros tíos.

-       Para rallar quesito estás, Adri.

-       Jaja gracias. Mi trabajillo me cuesta.

-       Pues empieza a mandarme foto diaria.

-       Sin problema, suelo hacerlo para controlar mi progresión.

-       Y luego cuando te vea en la cena de alumnos me lo enseñas en persona.

-       Anda calla. Ya te gustaría.

A la mañana siguiente me escribe para saber qué hago, y no puedo creer lo que me empieza a gustar que me hable tan a menudo.

-       ¿Qué tal nene, como amaneciste?

"Con un calentón pensando en ti", casi le suelto

-       Hoy he hecho piernas, te paso foto

Y no me puedo creer la foto que me manda. En la que salen sus muslos flexionando pero se marca perfectamente en sus shorts del gym un gran paquete. ¡Qué cabrón! Se le notaba la forma de la polla y la línea del pene.

-       Parece que buen trabajo Adri. Y buen trozo de carne por cierto

-       Jajaja, como te fijas en eso. Si tú supieras lo que tengo aquí abajo.

-       Creo recordar haberte visto meando alguna vez.

-       ¡Pero qué dices maricón! Jajaja. Qué hacías mirándome el paquete.

-       Pues la verdad es que me imaginaba cómo sería comértela.

-       Jajaja, anda deja de decir chorradas. Además una polla sin erección puede engañar. Y te garantizo que la mía mejora dura.

-       Eso está por ver. Ya te acompañaré al baño en la cena.

Al día siguiente me vuelve a escribir.

-       Oye, me he comprado unos bóxer rojos para Navidad.

-       A ver, manda foto.

No tardó ni 5 minutos en llegar. Una foto en un espejo alto, con los vaqueros semibajados, levantando la camiseta por encima de sus abdominales, y unos ajustados boxers rojos marcando un enorme paquete bajo ellos.

-       Te quedan de vicio Adrián, te hacen buen paquete.

-       Espero que triunfen, y que alguna guarrilla me la chupe después de la cena.

-       Bueno, intentaremos buscarla.

Tras varias conversaciones de whatsapp nos apetecía vernos antes de la cena y poder entretenernos en esos días tan aburridos de principios de diciembre. Adrián me invitó a su casa a jugar a la Play con él y charlar sobre los futuros reencuentros con los compañeros.

Me recibió con un fuerte abrazo diciéndome que olía muy bien.

-       Gracias. Pero no puedo decir lo mismo de ti.

-       Jajaja, se echó a reir, ya tío es que hoy aún no me he duchado.

Pude ver que venía con un pantalón flojo de pijama, muy de andar por casa, y que al andar se le balanceaba toda la polla al no llevar nada por debajo. Me llevó hasta la cocina y se paró frente a la nevera ofreciendo algo de beber.

En cuanto se quedó parado, el bulto se le marcaba aún más que caminando y me quedé embobado mirando hacia él.

-       Una cerveza no estaría mal, dije levantando la vista de su paquete hacia su cara.

-       Genial, es justo lo que me apetece a mí, me responde mientras abre la nevera con una mano rascándose el paquete con la otra.

Creo que se había dado cuenta de hacia dónde le miraba, pero parecía no importarse lo más mínimo.

-       Vamos al sofá.

En cuanto se sienta se acomoda la entrepierna, ¿qué me estaba pasando? Estaba obsesionado. Era la duda de saber si tenía en realidad algún tipo de curiosidad por mí, o simplemente le caía bien. De saber si le molaba sentirse gustado o solo quería conocerme más.

Decidí preguntarle.

-       Oye Adri, ¿puedo hacerte una pregunta?

-       Claro, dispara.

-       Cómo hemos empezado a llevarnos tanto ahora después de tanto tiempo sin saber el uno del otro.

-       Pues porque empezamos a hablar por la cena de reencuentro.

-       No, en serio. ¿Por qué me has empezado a escribir y a interesarte por mí?

-       Ah, pues porque me caes guay y, en realidad, la mayoría de los amigos con los que quedaba se han ido mudando a otras ciudades. Al final aquí tampoco queda tanta gente interesante de nuestra edad.

-       Vale, tiene sentido. Era solo curiosidad, que a mí también me caes muy bien últimamente y te estoy empezando a encontrar el gustillo.

-       Jajajaja ¿cómo que gustillo? Anda ven aquí y dame un abrazo, que yo también te he empezado a coger cariño.

Me levanté de mi sofá y me tiré sobre él dándole el abrazo. Fue largo. De estos que sientes que ambas partes lo necesitaban.

-       Oye, pero no tengo ningún tipo de interés en ti además de ser colega eh. Que me parece genial que seas gay pero, sin intenciones.

-       Jajaja, anda calla, que a mí no me gustas nada más que físicamente. –E intentando sacar la conversación de esa seriedad, dije en tono de broma: Vamos, que te comería la polla, pero sin sentimientos.

-       Jajajajaja- se echó a reir mientras rompía el abrazo con un empujón amistoso. -Bueno, me alaga eso. Nunca está de más gustar.

Cambiando un poco de tema, pero no mucho, solté:

- ¿Me vas a enseñar cómo te quedan los calzones esos rojos para la cena? Qué mejor consejero que yo.

-       Eso es verdad, dijo, levantándose y rebuscando entre las bolsas de las tiendas donde había comprado. Aquí están.

-       Pruébatelos.

-       ¿Ahora mismo?

-       No me dirás ahora que te da vergüenza…

-       Si no es eso, si a mí me da igual, es más por ti. Bueno y porque no llevo gayumbos puestos.

-       Jaja ya, ya. De eso me he dado cuenta.

-       Anda pillín. Espera que me cambio en la habitación.

Desapareció 30 segundos y volvió con ellos puestos. La camiseta tapaba el bóxer, pero remangándosela para arriba preguntó:

-       A ver pillín, ¿qué te parecen?

Estaba sentado en el sofá con mi cabeza a la altura de su paquete. Él empezó a dar una vuelta sobre si mismo para enseñarme la vista 360.

-       Qué buen culo te hacen. El paquete ya sabía que lo llenarías.

-       Jaja gracias, ¿te parece que me aprieta mucho la cincha?

Apollé una de mis manos en su nalga y con la otra agarré el elástico para ver cómo de ajustado estaba.

-       A ver, está apretado pero lo justo. No tienes nada de grasa que sobresalga por arriba así que te van perfectos. Incluso te hacen un hueco en la bajada de los oblícuos. Mira, gira.

Se giró un poco dejando que mis dedos dentro del elástico ahora coincidiesen con el hueco del oblícuo, y pasando mi mano de uno a otro sentí el bello público.

-       Es verdad, me gusta ese efecto que me hacen. Gracias.

-       Puedo…

Quería preguntárselo sí o sí.

-       ¿Puedo comprobar el paquete?

-       Bueno, pero sin mariconadas.

Apoyé mi mano sobre su enorme bulto y lo apreté. No me daba la mano para agarrar semejante tranca con los huevos. Estaba blanda pero no tanto, diría casi morcillona.

-       Bueno ya – dijo apartándose repentinamente.

-       Lo dicho, te hacen super buen paquete. Anda cámbiate, que me vas a poner malo.

-       Jajaja exagerado.

Y sin pensarlo ni un segundo, se bajó el bóxer ahí mismo, a un metro escaso de mí, descubriendo el capullo de su polla, que se zarandeaba de un lado a otro, la camiseta tapaba el resto del miembro, pero se podía apreciar que estaba morcillona. Se subió rápidamente el pijama, el momento duró 10 segundos, pero se grabaron en mi mente como un poseso. Él ni siquiera comprobó si le miraba o no. Parecía darle igual.

Se sentó en el sofá. Y empezamos a jugar a la maquinita.

Tras más de una hora de juego me suelta:

- ¿Puedo hacerte una pregunta sobre los gays?

Sudé y respondí como él – Claro, dispara.

-       ¿Cómo va el tema de los roles? ¿Teneis todos uno, los cambiais, como se eligen?

-       ¿En serio me estás haciendo esta pregunta? Pues eso se nota en función de lo que te apetezca y puede cambiar en función de con quién estés. Aunque sí que hay gente que tiene un rol fijo.

-       ¿Te puedo hacer otra pregunta?

-       Dale

-       ¿Y a ti que te mola?

En ese momento tuve la duda de qué responder. Si le decía la verdad quedaría como muy rollito de colegas machitos diciendo que soy activo y perdería cualquier posible oportunidad. Por otro lado no sería mentira decir que con él me apetecería ser pasivo. Así que respondí:

-       A mí me gusta más que me follen.

Apartó su cabeza de la tele y la giró hacia mí abruptamente mirándome.

-       Vaya, vaya. Pues bien. Así que eres pasivo. Pues guay.

Tras esa tontería de palabras nos echamos los dos a reir.

-       Oye Adrián, ¿y los heteros os planteais alguna vez probar algo con un tío?

-       Pues yo creo que planteárselo sí, pero llegar a hacer algo no.

-       ¿Y tú te lo has planteado?

-       Me lo he planteado pero he resuelto que no. Aunque es curioso hablar de sexo contigo, eres la primera persona gay con la que hablo, pura curiosidad, sé que no me gustan nada los tíos. Lo sé porque sé cómo me ponen las tías y porque cuando he visto alguna escena gay me da bajón.

-       Guau. ¿Y cómo te sentirías si un gay te hace algo?

-       Pues… supongo que no sentiría nada. Ningún tipo de excitación.

-       ¿Pero te daría asco?

-       Asco no, supongo que cualquier tocamiento sexual da gustillo. Simplemente no me excitaría.

-       ¿Y por qué no probamos?

-       Jajajajajaja ¿Qué? Se te ha ido la pinza. Que te he dicho que somos colegas.

-       Ya, pero si no puede ocurrir nada malo, por qué no explorar nuestros cuerpos y nuestros límites?

Creo que le hice pensar al decir esto.

-       ¿Qué propones? Me suelta

-       Simplemente ponernos de pie y quitarnos la ropa.

Adrián se levanta y nos ponemos uno frente al otro.

Me quito la camiseta.

Se quita la camiseta.

No puedo creer el precioso torso que se le marcaba. Sus pectorales hacían brillar mis ojos.

Me bajo el pantalón.

Me mira con una mueca de, “sabes que yo no llevo nada más, así que sigue”.

Me río y me bajo el slip. Mientras intento tapar mi erección.

Se baja el pantalón.

Descubre una perfecta polla enorme en estado de flacidez.

Me acerco a él y poso mi mano sobre su pecho.

Cierra los ojos.

Miro hacia abajo.

Acerco mi pene duro a su polla y se rozan. Siente un escalofrío.

Me agacho para verla de cerca. Él sigue con los ojos cerrados.

La observo de cerca. Es larga y gorda, sigue sin erección.

Saco mi lengua.

Le lamo el prepucio. ¡Me sapara al momento!

-       Oye creo que eso ya es demasiado – me interrumpe tapándose el rabo tímidamente.

-       Perdona, me dejé llevar por la situación.

-       No pasa nada. Yo accedí al juego. Es simplemente que eso ya sobrepasa mis barreras. Pero me mola si lo has disfrutado.

-       La verdad es que tienes una polla para comértela Adrián. Lo grande que es, ahí tan cerca.

-       Pues no está ni dura… Oye veo que te depilas.

-       Eh… dije mirándome hacia abajo. Pues sí. Todo.

-       ¿Todo, todo?

-       Jajaja sí, el culo también. Toca. – le dije cogiendo su mano y llevándola hacia mi agujero

-       Ostia, pues sí que se nota como el de una tía.

-       Mira, humedece y toca –le dije llevándome su mano a mi boca y chupándola.

-       ¿Qué haces guarro?

-       Tu calla, pásala por aquí.

Moví sus dedos por mi agujero y con la humedad se me dilató el esfínter y vi como su rostro le cambiaba al notar la suavidad de ver cómo se iba abriendo.

-       Bueno ya. Que esto sí que es muy gay. Basta ya de exploración.

-       Jajajaja, pues saca la mano de ahí abajo primero. Que parece que te gusta, campeón. Dije entre risas mientras se sonrojaba.

-       Me voy a pegar una ducha y me visto ya.

Se escapó a la habitación, puso música a todo volumen, y se metió en el baño dentro de su habitación.

Aproveché para explorar su casa. Y llegué a su habitación, había dejado la puerta del baño abierta. Estaba empañado y él silbaba la canción que sonada. Podía ver su cuerpo.

Me encantaba el poco corte que le daba hacer estas cosas en mi presencia.

Al salir de la ducha yo esperaba sentado en su cama mirando hacia los posters de las paredes.

-       Anda estás aquí. Dijo mientras se sacaba la toalla.

Se vistió delante de mí y bajamos a la calle.

_____

Quedamos al cabo de dos días para ver una peli por la tarde, en su casa, estaríamos solos.

Me recibió con un abrazo, llevaba el pantalón de chándal que tanto e marcaba, me dio un abrazo en el que pude sentir su bulto y me dirigió al sofá.

Nos sentamos y puso la peli, que se nos empezó a hacer demasiado larga, apoyé mi cabeza sobre su hombro, y cuando ya tenía más sueño la apoyé sobre sus piernas.

Él no se inmutó. Lo malo para mí es que pasé de tener sueño a empezar a pensar en lo cerca que tenía su polla flácida, que la estaba aplastando literalmente con mi oreja.

De vez en cuando me recolocaba la cabeza hasta que conseguí poner mi mejilla sobre su paquete. Era increíble ese chándal, parecía que no llevaba nada, al no llevar ropa interior se le notaba toda. Gorda y blanda.

Poco a poco empecé a mover mis labios por la zona, su paquete surgía como una pequeña montaña delante de mi boca. Seguí haciendo ligeros movimientos y creo que le estaba empezando a crecer. Normal. Que alguien te esté sobando tan delicadamente tiene su morbo. Pero tenía miedo a que se sintiese incómodo.

No se inmutó. Seguía como si no se diese cuenta de nada. Salvo que ahora delante de mí tenía un paquetón morcillón girada hacia un lado. Posé mi mano sobre su pierna cerca de donde estaba su polla, y la pude sentir latir. Acaricié su pierna sobre su chándal y pude sentir en el lateral de mi mano su polla erecta.

Tragué saliva, moví mi mano y la apoyé sobre su polla esperando que me apartase. No lo hizo. Parecía que la cosa no iba con él, ensimismado en la película. Así que empecé a apretársela. Y al momento se le puso dura en tensión. Ninguno decía ni una palabra.

Tiré entonces del pantalón hacia abajo y la dejé al descubierto, a 1 cm de mi boca. Apoyé mi mano sobre ella y la besé, muy suavemente, y ante su pasividad la empecé a lamer muy despacito por el lateral. Él temblaba.

Me envalentoné y la metí en mi boca, pero no me moví, me quedé quieto con su polla dura dentro de mi boca. Su corazón y el mía latían fuerte. Ambos estábamos nerviosos.

Al cabo de un par de minutos quietos la saqué de mi boca, la cubrí de nuevo con el pantalón y acabamos la peli. Ninguno de los dos comentó la jugada. Hablamos como si nada de las escenas que más nos habían gustado y me fui a casa.

Había sido una de las situaciones más incómodo-eróticas de mi vida.

Tras esa experiencia Adrián empezó a sentirse más incómodo conmigo y, a pesar de mis insistencias en quedar, parecía haber perdido el interés.

Al cabo de unas semanas empezó a salir con una de mis mejores amigas, la chica más guapa de mi universidad, por lo que le podía ver a menudo, pero nunca más accedio a algun contacto conmigo. Odio a los heterosexuales. Odio que me pongan tanto.