¿Por qué a mí? Capítulo 31

Roberto le ofreció café y jugo de naranja, pero Job tomó el jugo y le robaba una manzana roja en lo que pensaba su más grande miedo, en decirle a Roberto que es portador de VIH indetectable; esa duda y ese "problema".

¡Qué emoción más grande!; estoy llegando a mi relato número 190 y es increíble que llegue a este momento; MUCHAS GRACIAS POR EL APOYO durante estos años.

Capítulo 31/03 "Miedo".

Son las 5:10 de la madrugada, Job y el ingeniero Roberto Tello se están besando en su departamento, desde la entrada del mismo los zapatos de ambos, sus pantalones arrumbados en el sillón, sus camisas en el pasillo y ellos dos besándose con tanta pasión, ansiedad, deseo, él recorría con sus manos el cuerpo velludo de Roberto y él se dejaba querer, consentir, Job recibía suaves caricias en su espalda que lo erizaban y eso a Roberto le encantaba, luego él se incorporó y lo comenzó a besar desde el cuello hasta media espalda; Job se encorvaba, se retorcía y suspiraba; se giraba, lo empujaba a acostarse y recorriendo con su lengua esos vellos llegaba a su miembro que estaba tieso como mástil, Job lo introdujo y comenzó a tener sexo oral, suave, con premura.

Roberto sacaba un condón y se lo daba a Job diciendo. – Ponlo bien con la boca, así como la otra vez.

Job se sonrió diciendo. – Es lo que pensaba hacer.

Job hábilmente lo coloco hasta el tronco de una sola chupada; Roberto sólo jadeada de excitación y comenzaba a sudar; él sobre la cama, lo comenzaba a besar desde el cuello hasta la espalda, Job siendo su punto débil se comenzaba a retorcer a erizar de su piel, a acelerar su corazón, a provocarle el deseo de ser tomado por ese hombre atractivo velludo; jugueteando un poco, besándose con dulzura, sintiéndose sus cuerpos desnudos y sudados, comenzaban a tener relaciones; Roberto lo tomaba de la cintura mientras sus pies los doblaba para tener mejor comodidad, luego él se puso encima de Job cuidando de no aplastarlo, jadeaba, pedía más y la mano de Roberto se la metía en la boca de Job y él seguía embistiendo una, otra, otra y otra vez más; Roberto es un hombre que suda bastante y de lo excitado las sabanas de su habitación estaban muy empapadas del mismo; luego se movieron, Roberto acostado y Job sobre de él, se movía suave, sus manos acariciaban el pecho de él, se miraban fijamente a los ojos y luego él se incorporaba para darle un beso, apretarlo con su otra mano y piernas y decirle.

– ¡Me encantas Job, eres maravilloso!

Luego de eso, Roberto acababa y ambos se sujetaban de la cara, se miraron mutuamente y Roberto decía entre jadeos. – Ya, no seas cruel conmigo, acéptame como tu novio, te tendré bien consentido, te amaré mucho y te llenaré de detalles, por lo que más quieras, ¡dime que sí!

– No soy materialista, con tu forma de ser me llenas, me nutres, me cuidas, me ayudas, eres como un Ángel para mí, pero mi prima está de por medio y se podrían dar cuenta de nuestro amorío, ya sabes cómo son en la oficina de castrosos.

– Pero eso a mí no me importa, no me interesaría sí fueras tú quien fuese mi pareja, de verdad te amo mucho, deseo de verdad que seamos algo más que simples amantes, de verdad entiende, ¡vaya! Hasta a tu prima le digo aunque me la tire de enemiga, pero por favor Job, dime que sí. – Roberto abrazándole.

– Sí, te digo que sí. – Pausó

– ¿De verdad? – Él sonriendo.

– Sí, te digo que sí... que sí me voy a bañar pero necesito que tú salgas de mí. – Job se reía y Roberto sólo le miraba un poco afligido.

A través del espejo notaba que Roberto sí se había entristecido un poco, así que lo abrazo por la espalda y le besó el cuello diciendo.

– Te quiero mucho, eres muy guapo, atractivo; cómo dices no tendrás cuerpo de gym; pero tienes muchas cualidades buenas y excelentes, eres detallista, amoroso, atento, tierno, bromista, eres un hombre maravilloso que...

– ¡¿Qué, qué?!

– Que necesita de alguien que le corresponda emocionalmente.

– O sea que yo sólo soy un simple hombre con quien tienes sexo cada que se te antoja.

– ¡¿Perdón?! – Exclamó molesto Job.

– ¡Tú fuiste quien sugirió la idea de que fuéramos amigos sexuales luego de que lo hicimos esa vez en tu camioneta!, ¿se te olvido?

– ¡No!, no se me olvida, simplemente que por esa ocasión me fije más en ti como hombre que como objeto sexual, por eso es que me gustas mucho, te amo, te deseo, haría cualquier cosa por conquistarte.

Roberto mostrándose sincero; Job lo miraba desnudo, le sonreía diciendo. – Mejor quítate el condón y vayamos a bañarnos que ya debe ser tarde.

– Está bien me lo quitaré.

Mientras hacía eso, exclamó. – ¡Wow Job!

Job acomodándose el cabello y el cuello gritaba. – ¡¿Qué sucedió?!

– Pues nada, que rompí mi record contigo, utilizamos seis condones desde que comenzamos.

– Roberto emocionado y Job con el miedo de decirse la verdad sobre su status caminaba a la regadera.

Él le gritaba. – ¡Hey! No piensas venir a ducharte, el agua está bien rica.

– Sí flaco, enseguida voy.

Él caminaba a la regadera y se le acercaba para besarlo en un rincón cuidando de no resbalarse, sus besos era de quererse comer él uno al otro, su pasión se encendía de nuevo y aquellos viriles pedían más, pero necesitaban de descansar luego de tanta pasión desbordada esa noche y madrugada.

Al término de su ducha los amantes se disponían a ponerse su ropa interior cuando de pronto Job miraba su celular y exclamó. – ¡Roberto son las 5:56 de la mañana!

– ¡Qué no mames, ¿en serio?! – Él también miraba y rápidamente se vestían y arreglaban.

Job nervioso decía. – ¡Ay no, este chisme pasará a oídos de mi mamá y me va a regañar y a pedir de regreso a la ciudad!

– Tranquilo, relájate, no te desanimes, las cosas estarán bien.

– ¡No es que no estarán bien!, ¡no conoces bien a mis primas!

– Roberto lo trataba de calmar con su mano en su hombro diciendo. – Conozco a las dos, sé cómo son y más Sandra de Yara no me preocupo, pero de Sandra sí, mira tranquilo, haremos lo siguiente, me cambio de ropa, la que usaré él día de hoy, te paso a dejar a casa de tus primas con la excusa de que te quedaste a ayudarme a capturar unos planos y como tú eres bueno en eso, pues requerí de tus conocimientos.

– Sí es buena idea, pero el problema es que no avise.

– ¿Revisaste tus mensajes antes?

– No, ¿por?

– Tenemos la excusa perfecta, dirás que tu celular o celulares se descargaron al mismo tiempo y yo ahorita mismo le mandaré mensaje a Sandra, conozco a tu prima, ella apaga sus teléfonos y en punto de las 7 los enciende, así que le mandaré el mensaje que te quedaste conmigo y será como si apenas le hubiese llegado, ¿ingenioso, no crees?

– Job se alegraba y le daba un beso diferente a Roberto que le correspondía y abrazaba con ternura.

– Hey, hey, espérate debemos alistarnos, está bien que hayas ingeniado ese plan, pero debemos hacerlo creer.

– Job manchaba su playera de tinta junto con tiza, grafito de los lápices y se despeinaba para aparentar que había dormido en el sillón del departamento de Roberto.

Roberto le ofreció café y jugo de naranja, pero Job tomó el jugo y le robaba una manzana roja en lo que pensaba su más grande miedo, en decirle a Roberto que es portador de VIH indetectable ; esa duda y ese "problema" no lo concentraban y seguía comiendo manzana en lo que Roberto le platicaba que había sido una noche magnifica y que nunca antes había durado tanto con una persona en la cama; él se dirigía a la habitación para recoger los condones y echarlos a la basura; pero al pasar frente de él, lo miraba muy distraído y de broma le enseñaba los condones diciéndole. – Mira mis hijos.

– Roberto se moría de la risa y Job diciendo. – Que asco eres ¡eh!

– Los tiraba a la basura diciendo. – ¡Qué asco, qué asco!, pero que tal cuando te los tragas.

– ¡Cállate que me sonrojas! – Le aventaba el tronco de la manzana y ambos se comenzaron a reír con más ganas.

Minutos después de eso, ya iban rumbo a la casa de los primos de Job y al dejarlo, miraba que él también se estaba por bajar y la reacción de Job fue.

– ¡No, no lo hagas!, ¡Son las 6:21 de la mañana!, ¡Estás loco si te vas a bajar, mis primas se levantan a las 7 entraré yo y asumiré las consecuencias!

– ¡Cuales consecuencias, estás loco!, me bajo contigo y ya veremos qué pasa. – Roberto apoyando a Job.

En lo que daba la hora, ambos comenzaron a sentir frío y hambre, por lo que subieron el clima del coche y decidían aunque sea pasar a una tienda de autoservicio para poder tener algo en el estómago; luego de eso salían comiendo chucherías esperando ansiosos la hora de las 7 am para así poder llegar como si "nada" a la casa.

Roberto le cuestionó. – ¿Tú que esperas de la vida?

– Pues... Pues... De la vida, no sé qué esperar, viví un accidente de trafico donde murieron compañeros de baile, perdí a mi mejor amiga de cáncer, mis mejores amigos están muy lejos de mí, mis padres se divorciaron, a pesar que saben que soy homosexual y dicen que me apoyan pero en el fondo sé que no es así, así que si me preguntas ¿qué espero de la vida?, la respuesta es que ya no sea tan hija de puta conmigo, pues no creo soportar más de lo que ya he soportado.

Job se cristalizaron sus ojos y Roberto al verle así, lo abrazo tan fuerte que sintió un alivio muy reconfortante y satisfactorio.

– Lamento haberte preguntado eso, no fue mi intención, sólo que pues no tenía idea alguna de como platicar contigo para conocerte más.

– No, discúlpame a mí Roberto, creo que debo aprender a no quebrarme cuando me preguntan cosas así sobre lo que espero de esta vida que me tocó vivir.

– La vida no es fácil, de hecho escuché por ahí una frase que decía algo de que si la vida fuera tan fácil y sencilla de vivirla, entonces no tendría caso el tener que vivirla, ¿no crees?

– De acuerdo con quien haya dicho esa frase. – Hablaba Job acomodándose en el asiento. – Siento que la vida se ensaña con las personas que menos culpa tienen, no sé cómo pienses o cómo veas tú la vida, pero yo desde este lado de la "vida", siento que las circunstancias empeoran para forjar el carácter de la persona y hacerla o más perra o con más consciencia de la misma; o sea cómo fortalecer las bases con experiencias y sucesos trágicos o no sé, disculpa comienzo a divagar; lo veo mal, que la vida sea así de canija con uno, que haga cuestionarse uno mismo el ¿por qué a mí?, acaso fue un error el venir a esta vida o qué fue lo que se hizo para que la misma vida se ensañe con uno; ¡ay!, disculpa, me hizo falta dormir. – Se sonrojaba un poco.

Roberto le miraba diciendo. – Tienes razón en una parte, la vida a veces suele ser muy castrosa con quien menos culpa se tiene y pues creo te comprendo en lo que dices; cómo mencionaste tú, desde este lado de la vida yo tengo otro punto de vista que se asemeja al tuyo; yo, porque te tengo confianza te diré esto, que la vida, mi vida, conmigo fue muy cabrona, me costó mucho abrirme paso en la ciudad de México, tener un buen trabajo, hacerme de mi propia fama, de mi trayectoria; pero superé poco a poco lo que la vida me ponía en frente; era como si dijera la vida; "!Hey, calmado!, quieres esto, pero te va a costar sacrificio personal, económico, de salud e incluso hasta social y amoroso"; así que aprendí a dejar de preguntarme ¿Por qué a mí? y comencé a cuestionar ¿Para qué a mí?; con esa interrogante cambiada, fue como que entendí que hay cosas que deben pasar porque el destino así lo quiso, así lo prefirió para que se aprenda una lección de bien y de mal, las causas y las consecuencias; todo eso es para aprender a ser humano, ser empático, comprensible, ser más flexible y no ser un cabrón hijo de puta para seguir jodiendo al prójimo; pues ¡carajo!, si estamos viendo que a alguien le va de la chingada en la vida y todavía aparece un cabrón a querer ser la cereza del pastel y joder más de lo que ya le toco a la persona, esta como que para querer darse un tiro y darse por vencido; por eso mi estimado Job, debes aprender a cambiar esa pregunta que todos nos hacemos en la vida, ¿por qué a mí?, es mejor ¿para qué a mí?, así tendrás unas respuestas más claras a lo que es tu vida.

Job por unos instantes pensaba en platicar un poco sobre su vida con Roberto, sólo que él al comenzar a hablar y dar una pequeña lección de vida por experiencia propia, Job decidió no decirle nada y guardar el secreto por más tiempo, pensando. – "Me hubiese gustado poderte contar lo que me ha pasado en esta vida desde que me diagnosticaron VIH; decirte que siento que la vida me está obligando a desertar y buscar la salida más fácil, pero tu charla me está pareciendo elocuente, me estas ayudando en parte a cambiar mi forma de pensar, eres un gran tipo y siento que me ayudarás mucho si seguimos con esta amistad".

Roberto seguía hablando cuando de momento su mirada se desvió de la atención de Job y exclamó. – ¡Tu prima, ahí está!

– Sí, es ella. – Instantáneamente se ponía nervioso Job.

– Calmado. – La mano de Roberto posaba sobre la pierna de izquierda de Job. – Te dije que te apoyaré con la coartada, sólo sígueme la corriente, ¿va?

Tomaba la mano de él, la apretaba. – Sí, está bien, pero tengo que confesar que me da mucho miedo.

– Lo sé, también a mí me da miedo tu prima por su carácter, pero por ti seré fuerte.

Job al escuchar eso se sonrojo, se sintió seguro y con su mano derecha desactivaba el seguro del coche y hablaba. – Bueno, pues aquí vamos.

Roberto se quitaba el cinturón de seguridad, abría la puerta y se bajaba; caminaba unos pasos atrás de Job y en eso él al querer entrar, su prima Yara; quien había salido a comprar pan para desayunar, se regresaba por la panera y al verlo casi entrar, exclamaba. – ¡Job, buenos días!, ¿dónde estabas?

Nervioso la miraba y soltaba sus llaves al suelo. – Estaba conmigo. – Decía el ingeniero con una cara de pena.

– ¿Pero cómo? – Yara los miraba confundida.

– Sí lo que pasa es que el ingeniero me pidió que le ayudara con unos documentos a archivar y digitalizar, así como unos planos que tenía en su departamento, pero pues nos dio las dos de la madrugada y como el ingeniero no quería que me viniese sólo desde dónde vive hasta aquí, pues él me dio posada en su sillón.

– ¿Y por eso no respondías los celulares?

– ¡Ah perdón!, se me descargaron y el ingeniero no tiene un cargador de la misma entrada que estos teléfonos, de verdad mil disculpas.

– Si Yara, perdón por causar ese inconveniente con ustedes, sé bien que Job está bajo su techo y que debe tenerles respeto, de verdad, no sabes lo apenado que estoy, en serio.

– No se preocupe ingeniero Tello, conmigo no hay problema, lo saben bien, pero con quién sí puede que tengan conflicto es con mi hermana, que por cierto esta despierta desde las cinco de la mañana y ha tratado de hablarte pero sin oportunidad alguna, de hecho dijo que si no llegabas antes de las nueve de la mañana a la casa, ella misma hablaría con tu mamá para que te regañe por no avisar.

Job empalideció y se agachaba nervioso a recoger sus llaves diciendo. – Pues no hace falta que haga eso, ya estoy aquí, mejor pasemos y hablamos con ella.

– Sí me parece buena idea hablar con su hermana.

– Efectivamente Job, ingeniero, es una buena idea que hablen con ella.

Justo cuando Yara estaba por meter la llave para abrir la puerta del portón; esta se abría y Sandra molesta les miraba diciendo. – No hace falta que quieran hablar conmigo, aquí estoy y por supuesto que vamos a hablar, pero no aquí, sino en la oficina; a los dos los quiero a las 10 en punto en mi oficina, desayunados, vestidos y listos para dialogar conmigo; ingeniero que tenga buen día, y tú Job, pasa báñate alístate y desayuna.

Ella les miraba con muchísima molestia y Job apenado sin decir nada, se metía; entre el ingeniero y Sandra las miradas eran de una mujer dominante y un hombre que estaba tratando de mantenerse firme ante su jefa.

Yara se interponía entre los dos diciendo. – Con permiso, buen día ingeniero.

– Igualmente buen día Yara. – Ella se metía por la panera y hacía un poco de tiempo en la cocina.

En tanto Sandra enojada en el portón. – ¡No se te olvide que a las 10 te quiero en mi oficina!

– ¿Me vas a correr? – Cuestionaba el ingeniero.

– Podría ser que sí, sin embargo tenemos un contrato que hay que respetar, tenemos proyectos en puerta y tú eres el único competente con conocimientos de cada trabajo a realizar, así que por el momento no te voy a correr, sólo será una llamada de atención a tu persona.

– ¿Y por qué no la haces de una vez?

– Por qué no es cuando tú quieras ingeniero, es cuando yo lo decida y quiera y si a las diez de la mañana les estoy ordenando, a esa hora deben estar presentes, si no...

– Si no ¿qué?

Entre ellos había una tensión pasada que aún no había sanado del todo bien. – Si no, tanto Job como tú tendrán una amonestación en sus respectivos sueldos, qué es lo que tendrán, una amonestación salarial, pero eso se arreglará en las oficinas, aquí es mi casa y no estamos para hablar de asuntos de trabajo, ¿quedó claro?

– Si Sandra, quedó claro.

– Buenos días ingeniero.

– Buenos días Sandra.

– No se te olvide a las 10 en punto.

– Sí, a las diez, no se me olvidará.

El ingeniero incomodo y molesto ante Sandra, se iba a su coche, lo encendía y se iba apresurado para poder alistarse y llegar puntual a la cita; por otra parte Sandra cerraba la puerta y aprisa se regresaba a la casa; entraba y molesta gritaba. – ¡Job, Job, ven de inmediato!

Yara salía de la cocina diciendo preocupada. – ¿Qué pasa?, ¿para qué lo quieres?

– ¡Eso no es asunto tuyo!, mejor ve a traer el pan que en un rato más desayunaré.

– Yara apenada se iba y Job bajaba las escaleras con su toalla, en bóxer y en chanclas para meterse a bañar; avergonzado – Sí Sandra, ¿qué sucede?

Sandra enojada al verlo le lanzaba una bofetada diciendo. – ¡Esto es para que aprendas a respetar una casa ajena!

Job se tambaleaba y tiraba su toalla; impresionado por el golpe la miraba con miedo.

– ¡Y esta es por ser un hombre irresponsable! – Sandra lo abofeteaba de la otra mejilla y Job se sostenía del barandal muy impactado por la reacción de su prima para con él.

– Quiero que te quede bien claro que en esta casa mientras tú estés viviendo aquí, debes tenerle respeto, ¡mucho respeto!

– Sí, sí, perdón en verdad por lo que hice, no fue mi culpa ni mi intención. – Decía con voz quebrantada.

– De todos los nietos, tú fuiste el más chico, el más mimado, el más malcriado por nuestro abuelo, ¡te hizo falta tener un poco de mano dura de parte de nuestro abuelo para educarte y que no fueras un irresponsable!

Job temblando de miedo, se agachaba a recoger su toalla, sin si quiera mirar a los ojos a Sandra, dijo. – A mí me hicieron falta muchas cosas, entre ellas tener una imagen paterna bien definida, para mí, mi abuelo, nuestro abuelo era lo mejor y sí me malcrió por ser el nieto más chico de todos, pero a él sólo lo disfruté tan sólo seis años, no logré conocerlo del todo bien, tanto de mala gana como de forma estricta, conmigo siempre fue bondadoso y me cumplió mis caprichos hasta donde yo quise porque él estaba siendo consumido poco a poco del cáncer que lo invadió; así que de nueva cuenta pido una disculpa por ser así, por haberme sentido libre, cuando es claro que no es así; de verdad mil disculpas; me voy a bañar con permiso.

Job daba media vuelta, subía las escaleras y dejaba a Sandra con el coraje y deseos de seguirle llamando la atención.

Job en el baño, se encerraba, se tiraba en el suelo a llorar en silencio; luego se miraba al espejo las mejillas rojas y sonándose la nariz, de nuevo comenzó a llorar de tristeza y de sentirse herido; él caminaba, abría las llaves de la ducha y pensaba. – Tengo una extraña sensación, no es por lo que Sandra me dijo e hizo, sino porque buscando adentro de mí creí estar en libertad, pero lo que en sí es libertad estando preso; ahora que me vi frente al espejo, me doy cuenta que llorando los miedos es dejar ir lo malo; si me sentí libre aquí en la ciudad es porque no conocía el límite de mi jaula y ahora que la conozco me da aún más miedo de sentirme solo teniendo al ingeniero a mi lado como amigo; miedo de dejar de sentir sus manos sobre mi piel; ese miedo de no saber que piensan la gente si les llego a hacer falta, tengo ganas de tirarme por la ventana y sólo me pregunto ¿qué hago aquí? Sin nada.

Job se comenzaba a mojar la cabeza y el cuerpo, mientras derramaba en llanto; se dejó llevar por sus pensamientos que eran. – Debo dejar de mostrarme al mundo a cara limpia, que no pasa nada, que soy fuerte, debo dejar de fingir lo que no soy, debo comenzar a sacar mi carácter, no dejarme vencer aunque el miedo me esté invadiendo día a día; no sé si es justo; pero si se dice que el amor puede ser ciego; uno no debe ser ciego para el mundo y no dejarse; es mi vida, debo vivirla sin sentirme preso sintiéndome libre; debo llorar mis miedos frente al espejo y recomenzar; y tú, ¿Qué pensarás?, si te sientes igual que yo o peor; ¿de verdad te sientes libre como yo?, creo que es por qué no conoces el tamaño de tu jaula, tienes miedo, tengo miedo, tenemos miedo, siempre, siempre hemos de tener miedo, tanto miedo.

Espero comentarios y opiniones al respecto; agradezco mucho el llegar a este número de relatos.

Saludos y agradable día.