¿Por qué a mí? Capítulo 28

Entonces le comencé a relatar todo, bueno casi todo lo que sucedió desde mi otro intento de suicidio del puente, como fue que Renzo evitó que lo hiciera, nuestras pequeñas salidas, hasta mi otro intento de suicidio de no tomarme el medicamento como debía ser y así me fui yendo como hilo de media

Hola mis lectores, ¿cómo están?, espero que bien, les envió un fuerte abrazo agradeciendoles sus mensajes y apoyo; ¡mil gracias!; espero qué ustedes se sigan cuidando y la pandemia no les baje el animo; sin más preambulos, les dejó esté nuevo capítulo.

Capítulo 28/03 "Veinte Mariposas" Parte I

Tomó un té, muerdo un pan, me siento con vista al balcón y desde ahí veo la Luna; se cambió la escena, se cambió el guion y el libreto ahora está en un cajón; tengo un nuevo shampoo, estoy en una nueva ciudad todo esto es para una nueva soledad y mi corazón con libertad volará sobre los techos, la vida es un juego de dados, todo es cuestión del destino.

He cumplido 23 años, han pasado varios acontecimientos importantes en mi vida, así que trataré de darles un resumen de ello; pues luego de ese pleito con mi mamá, las cosas quedaron bien marcadas para ambos; ni ella me daba detalles de lo que hacía ni yo sobre lo que hacía con mi vida; solamente le notificaba mis avances médicos pero no más acerca de mi vida; mis hermanos trataron de intervenir en la relación con mi mamá, pero les deje en claro que no debían meterse en lo absoluto entre ella y yo, ya que no están ni estarían presentes siempre cuándo llegará a existir problemas entre nosotros; mi papá, bueno, él es "harina de otro costal", simplemente dijo que mi mamá tenía la culpa en querer siempre proteger hasta del viento a sus hijos y por no saber andar ni estar sola, pues siempre quiere o ha querido tener compañía para no tenerle miedo a la soledad; así que él para lo único que se metía era para cuando tenía problemas de salud y nada más.

Con Marcelo, bueno, su reaparición en mi vida fueron de moverme muchísimas cosas, desde el tapete hasta emocionales y claro sentimientos encontrados; después de esa ocasión que nos vio bailar; él y yo quedamos en salir a tomar un café, por motivos de trabajo y por los ensayos, para esa "cita" pasaron dos semanas y bueno cuando estábamos platicando justamente sobre sí yo era feliz estando anclado a la ciudad y a mi mamá; de momento mi mirada se fue al otro extremo de la cafetería y ahí estaba Renzo con Sofía platicando; mi cara se empalideció y Marcelo cuestionaba.

– ¿Te sientes bien Job?

Yo respondía nervioso. – Sí, digo no, digo sí, sí.

– ¿Qué pasa?, te pusiste bien nervioso y hasta pálido, ¿seguro qué estás bien? – Marcelo me tocaba la mano y exclamó. – ¡Pero estás bien frío!, ¿qué sucede?

Quitaba mi mano y me le acerqué cauteloso y señalando disimuladamente hablaba. – Lo que pasa es que hacía allá, justo del otro extremo de donde nosotros estamos, esta quien fuera mi ex junto con su hermanastra.

Marcelo miraba y se sonreía diciendo. – Con razón ese tipo no dejaba de verme a mí, sí se debió dar cuenta de tu presencia aquí puesto que ha estado haciendo lo posible porque voltees.

– ¡Ay no, qué pena! – Exclamé nervioso.

– ¿Quieres que nos vayamos? – Él amablemente me decía.

Yo estaba por decirle que sí, que nos fuéramos de allí, pero recapacité que no tenía por qué tenerle miedo o darme pena ya que él fue quién me terminó y se alejó y durante este tiempo ni si quiera me pregunto o escribió, sólo se fue y dejó de tener contacto conmigo, así que no tenía por qué irnos de allí.

– No Marcelo, no tenemos que irnos, digo no debo nada ni él a mí, simplemente él fue quien se alejó y no me dijo más, así que no hay problema, quedémonos.

– Bueno está bien, nos quedamos. – Inquieto él cuestionó. – Pero, ¿puedo saber el motivo del por qué terminaron?

Me volví a poner nervioso, le di un sorbo grande a mi café y me volteaba a pedir la carta de postres.

Marcelo al verme nervioso, dijo. – Está bien, de eso no hablaremos.

Yo no sabía cómo decirle a Marcelo que Renzo me dejó por no saber cómo sobrellevar una relación con alguien VIH positivo, así que en el rato que estuvimos allí, platicábamos de sus fallos amorosos, trabajo, de sus padres, familia, yo sobre lo que podría venir en un futuro y sobre el concurso; tras haber comido cuatro rebanas de pastel; dos cada quién.

Marcelo al darle un sorbo a su café, él decía sigiloso. – No vayas a voltear, pero tu ex y su acompañante están por retirarse y creo pasarán por aquí por nuestro lado.

– ¡¿Qué?, no, no me digas, que hago! – Dije en voz baja.

En eso Marcelo astuto dijo. – ¡Ya sé! – Tiraba su celular del otro lado de la mesa. – ¿Me lo podrías pasar de favor?

Me guiñaba el ojo y al entenderle, yo me agachaba y me estiraba con tal de hacer tiempo y de que Renzo y Sofía no me saludaran; al verlos pasar, de inmediato me incorporé y cuando ellos se salieron, tanto Marcelo como yo nos reímos a carcajadas.

Tras haber estado varias horas en la plaza comercial, Marcelo y yo nos disponíamos a salir, ya estando en el estacionamiento, él recordaba que debía pagar el ticket del estacionamiento y se regresaba, yo le decía que lo esperaba afuera del coche, aprovechando que la noche estaba muy estrellada y despejada; tratando de tomarle fotografía al cielo con mi celular, una voz conocida dijo mi nombre.

– Hola Job, ¿cómo estás?

Mi reacción fue de tirar mi celular y esa persona se agachó, lo tomó y con una sonrisa de oreja a oreja me dijo. – Ten, disculpa asustarte.

Al mirarlos, eran Renzo como si nada hubiese pasado antes sonreía al igual que Sofía que me decía. – Hola Job, gusto en saludarte después de mucho tiempo.

No sabía qué hacer, ni cómo reaccionar, sólo sujeté mi celular diciendo. – ¡Ay Hola, muchas gracias!

Nervioso lo guarde y Renzo me preguntaba. – ¿Y bien, cómo has estado?

Sofía se veía diferente, más alegre y no sé, extraña.

– Hola Renzo, pues bien en lo que cabe, gracias por preguntar, ¿y ustedes? – Dije mientras en mis pensamientos deseaba que Marcelo regresará pronto.

– Yo he estado bien, gracias, vine unas semanas a la ciudad y pues no creí encontrarte aquí, ¡vaya coincidencia!

Renzo sonreía como si nunca hubiese pasado nada entre nosotros; ¡rotundo hipócrita!

Sofía me miraba y cuestionó amable. – Supe lo del concurso para ayudar a Áyax y Starenka, ¿cómo van con eso?

– Bien, vamos muy bien curiosamente estamos ya en la recta final y eso nos tiene más presionados que de costumbre, de verdad muchas gracias por preguntar. – Le respondía ansioso por irme ya.

– ¡Qué bueno que les está yendo muy bien, me alegra mucho eso de verdad! – Ella amable, luego cambio su semblante. – ¡Ay Job!, sé que me porte mala onda y hasta como una traicionera, pero los motivos creo yo eran entendibles, no justifican nada en lo absoluto, pero eran entendibles por que pertenecía a la parte demandante, pero de verdad deseo de todo corazón que ganen y puedan contribuir con esa ayuda para la maestra y su hermano, de corazón. – Sofía de verdad se mostraba apenada.

– Gracias y no te preocupes, eso ya está en el pasado, ahora a mirar hacia adelante. – Hablaba caminando hacia atrás.

Renzo al escuchar mis palabras, decía. – Y bueno, hablando de cosas del pasado, ¿tienes tiempo para que hablemos tú y yo ahorita?

No tenía modo de como zafarme de ese embrollo, Sofía hablaba seria. – Renzo te espero en el carro, los dejo para que hablen ustedes, con permiso y un gusto saludarte Job. – Me daba un beso en la mejilla.

– Igual Sofía un gusto que estés bien. – Ella se iba.

Entre Renzo y yo quedaba un silencio de segundos, a lo que dije. – ¿Y bien?

– Je je je je, ¡ay! Es que no sé cómo comenzar. – Él sonrojado.

– Pues comienza por el principio. – Le decía.

– Sí tienes razón, por ahí debo comenzar. – Agachaba su mirada y fue ahí cuando me di cuenta que él estaba cambiado, cabello cortó, se vestía más formal y entendí que Renzo quien fue mi novio por poco tiempo, ya no era el mismo, era otro.

– Antes que todo, debo decirte que fui un estúpido e imbécil cobarde en dejarte de la forma en la que te dejé, debí ser más maduro, más leal y enfrentarte como debió ser desde un comienzo; esa carta que te dejé seguro me dejó en mala imagen contigo y con tus amigos, y sí, lo sé, fui un estúpido miedoso que se alejó sin más, muy inmaduro en sobrellevar y no entender tu situación, de verdad Job, quiero pedirte que me perdones y también espero entiendas mi absurda y tonta situación de haberte dejado así pero es...

– No pasa nada. – Interrumpía. – No pasa nada, mira Renzo las cosas ya pasaron, sucedieron, quedaron en el pasado, el simple hecho de que me pidas perdón o que lamentes lo que aconteció o como fueron las cosas ya quedo atrás, nos guste o no eso ya fue, en mala onda pero ya fue y la herida quedó y ahora son cicatrices, pienso yo que nunca es tarde para disculparse, gracias por ello.

– ¿Quiere decir que me perdonas? – Él cuestionó.

– Sí, claro, no te guardo rencor. – Respondí justo cuando él me estaba dando un fuerte abrazo.

– Gracias, mil gracias, eres un chico de gran corazón en verdad. – Se apartaba de mí. – Espero que podamos salir antes de que me vaya.

Aunque lo perdoné, en mí aún existía cierto rencor por lo que me hizo y por cómo me dejó, así que astutamente dije.

– Sobre eso, no creo poder salir contigo, tengo cosas que hacer, ya sabes ensayos y cosas así, pero descuida, no hay rencores de verdad.

Renzo me miro extrañado; supongo que él creyó que aceptaría salir con él, pero en realidad no, cómo les dije, sí lo perdoné y todo, pero eso de que salgamos y estemos como si nada pues, eso sí que no.

– Hola, buena noche, ¿interrumpo algo? – Marcelo llegaba, mi salvación.

– Hola Marcelo, no, no interrumpes nada, mira él es Renzo, Renzo él es...

– Marcelo, tu ex, sí recuerdo su nombre, un gusto. – Dijo muy serio.

– ¡Ah ya, ahora entiendo!, disculpa de verdad, no pensé que entre ustedes, bueno olvídalo, disculpen, con su permiso, buenas noches. – Renzo se iba, dejándome con Marcelo que se sonreía diciendo.

– Te salve de un encuentro con tu ex pícaro.

Me sonreía diciéndole. – No tonto, no fue así, de hecho charlamos, pero no tiene caso, que te parece si nos vamos mejor.

Marcelo quitaba los seguros del coche y me subía; adentro del coche, Marcelo se mostraba insistente queriendo saber el motivo por el cual habíamos charlado Renzo y yo; entonces fue ahí que le comentaba la forma tan poco formal de terminar nuestra relación; y ahí surgió la pregunta de Marcelo.

– Bueno, pero a todo esto, ¿Puedo saber por qué terminaron?, digo, no sé, te fue infiel, le fuiste infiel, no había mucho amor o no sé, ¿qué fue?

Tragaba saliva, respiraba profundo y miré hacía enfrente del camino y le pregunté. – ¿De verdad quieres saber?

Él intrigado. – Sí, sí quiero, de verdad, ¿Qué fue lo que ocasionó su ruptura?

Manejando lento, le dije a Marcelo. – Mira estaciónate aquí y charlemos, sale.

– Sí, claro, con gusto. – En lo que se estacionaba justo en un terreno baldío, yo estaba que me moría de los nervios ante como fuese a reaccionar o que me fuera a decir.

– Bien, ya estamos aquí. – Apagaba el motor y encendía las luces del interior, entonces me quitaba el cinturón de seguridad, me volteaba muy apenado y lo miré.

Él cambió su semblante similar al mío y quitándose el cinturón de seguridad, decía. – Job, sabes bien que yo jamás, jamás te voy a juzgar, debes tener en cuenta que yo no tengo porqué juzgarte no soy quien para hacerlo, sí me tienes confianza, hazlo.

Me sujeto mis manos y yo dije. – Marcelo, fuiste, eres y serás el chico maravilloso al que agradezco infinitamente a la vida porque te haya puesto en mi camino y vales mucho, y no sabes cuánto me arrepiento de no haberme ido contigo, no sabes cuánto, en serio y por eso, por el tiempo que anduvimos tienes más que mi confianza, tienes mi amistad y no te guardo rencor, tu deberías de guardarme rencor.

– Pero, qué, ¿por qué dices eso? – Él desconcertado. – Tú fuiste, eres y serás el chico de mis sueños, el que me enamoró con su dulzura y con toda esa energía y carisma, así que en vez de guardarte rencor, te guardo un gran y profundo cariño, de verdad.

Agachaba mi cabeza y hablé. – Bueno, después de que tú te fuiste, los problemas en casa se intensificaron, las cosas se volvieron tormentosas, me intente cortar las venas y lograron evitarlo, estuve yendo al psiquiatra y me recomendaba salirme cuando hubiese problemas o buscar compañía, iba bien con mis terapias, pero dejé de ir porque comencé a sentir que el mismo psiquiatra me estaba haciendo culpable de los problemas entre mis papás, por eso opte en comenzar a salir de casa y me iba veces a caminar, para no atormentar a Flavio, Jacqueline, Bimba o Keila, me iba al parque a estar sentado y me regresaba a casa ya cuando las cosas estaban calmadas; entonces una noche navegando por internet encontré un chat gay de la región y una página de anuncios donde chicos de mi edad e incluso hasta menores, buscaban tener encuentros sexuales con otros hombres mayores, casados, viudos o divorciados; relaciones extramaritales...

Mientras le platicaba eso a Marcelo, él me miraba con atención y trataba de entender las cosas y como lo dijo, sin juzgarme; le comencé a platicar con muchísima pena mis encuentros sexuales con otros hombres; recalcando que usábamos protección a toda costa, hasta que llegué a la parte de Fermín; comencé a contarle como se fue dando nuestra "relación" y cómo él me fue "enamorando" y yo de estúpido caí en sus redes; los meses que pasábamos juntos no teníamos relaciones puesto que él quería hacerlo sin protección, entonces hasta lo único que llegábamos a tener eran fajes; el ambiente entre nosotros era serio, demasiado; le recalcaba que mis padres estaban en proceso de divorcio y me sentía mal, triste y desanimado, pero con Fermín las cosas se pintaban de otro color, sentía y creía que él me quería, así que luego de mucho tiempo juntos, accedí a tener relaciones sexuales con él; fue de la manera más romántica posible, chocolates, fresas, besos, pétalos de rosas, flores, la llama de la pasión, del amor y del deseo se encendieron entre nosotros y tuvimos relaciones, para mí fue como volver a hacer el amor con alguien que me estaba amando, pero sin embargo él era alguien que sólo buscaba tener relaciones sexuales por tenerlas; Marcelo me estaba poniendo mucha atención, a veces se incomodaba apretando el volante, pero estaba por llegar al asunto que nos trajo hasta este punto.

Continuaba diciéndole que después de haber tenido relaciones sexuales, él se comenzó a portar de una forma y manera distante, muy serio, seco e incluso hasta poco cariñoso como antes, pero aun así cuando quería o se podía, teníamos relaciones sexuales pero ya no de la forma tan amorosa como la primera vez entre nosotros, sin embargo no nos protegíamos porque yo confiaba en él; luego de eso, él comenzó a tener citas y salidas conmigo poco frecuentes, una vez o dos cada dos semanas o una vez cada tres semanas, con pretexto de su trabajo y cosas así, hasta que él un día desapareció, lo fui a buscar donde vivía y me informaron que se había ido desde la semana pasada y entonces mi mundo se derrumbó, pasaron los meses, el tiempo y supe de él y.

– ¿Y?, ¿Qué fue lo que sucedió Job? – Él me preguntaba interrumpiendo.

– Y él, ese malnacido infeliz. – Sosteniendo las ganas de llorar. – Ese maldito sólo me utilizó Marcelo, me uso.

– ¡¿Qué?! ¡¿En qué sentido?! – Aparte mis manos de las de él respondiendo.

– Marce él sólo me utilizó para seguir infectando a personas con VIH. – Allí me solté a llorar como nunca. – Fermín, ese tipo me confesó que era portador del VIH y que yo ya formaba parte de su lista.

– Mi llanto fue tan distinto a otras veces, porque era un berrido de arrepentimiento, pues sí, sí me hubiese ido con Marcelo, otra cosa hubiese sucedido.

Bueno la reacción de Marcelo fue de abrazarme fuertemente y no soltarme diciendo. – Tranquilo, tranquilo, estoy contigo. – Molesto él golpeaba la guantera diciendo. – ¡Me dan ganas de atropellar a ese tipo y pasarle varias veces el coche al infeliz!

– Siendo abrazado por él hablaba. – No hace falta, ese maldito ya murió, murió cruelmente y como lo merecía, solo.

– ¡¿Cómo, falleció?!

– Si, murió hace tiempo. – Sollozando le contesté.

– Bueno, pero, ¿Renzo qué tiene que ver con todo esto? – Cuestionó

Entonces le comencé a relatar todo, bueno casi todo lo que sucedió desde mi otro intento de suicidio del puente, como fue que Renzo evitó que lo hiciera, nuestras pequeñas salidas, hasta mi otro intento de suicidio de no tomarme el medicamento como debía ser y así me fui yendo como hilo de media relatándole los hechos hasta el punto en cómo fue que Renzo al enterarse de que soy portador de VIH me dejó.

Marcelo encabronado, golpeo el volante diciendo. – ¡Pinche mono pendejo, ignorante y estúpido!, ¡qué bueno que se alejó de ti para siempre!

Nos abrazamos fuerte y a partir de ese instante, Marcelo se volvió mi compañero en las consultas, comenzamos a salir, a llevarnos bien, pero sin darle indicios a nadie ni nada de que fuéramos a regresar; porque mis amigos eso pensaban, que nosotros regresaríamos, pero no, no será ni fue así; por el momento.

Mil gracias por leer, le envió un abrazo grande y espero leerlos aquí abajito, abrazo grande y pues me platican que les trajó Santa o los Reyes Magos. ;-D