¿Por qué a mí? Capítulo 25

El día del concurso nos fue excelente, una presentación impecable, extraordinaria y con mucha ovación; nos sentíamos felices no sólo porque habíamos logrado pasar a la siguiente ronda, también porqué Áyax y Starenka fueron nuestros invitados.

Capítulo 25/03 "Escapar"

Abro mis alas para volar, para escapar, ¡para ser libre!; ¡ya sé, estoy bien loco!; son las ocho cincuenta y dos de la noche, me encuentro aquí sentado en una banca alejado de la ciudad, miraba cómo las calles se iban iluminando poco a poco; me encuentro bien, en paz, estoy decidido a morir, pero dicha decisión no es por cobardía, es porqué siento que no merezco vivir tantas injusticias de la vida, que la misma se ha ensañado conmigo desde que era adolescente; lo sé, parecieran que estoy sacando mis traumas, pero no, es la verdad, me cansé de sufrir, de ser víctima y aunque he tratado de sobresalir, me impide mucho ser feliz el ser VIH; todo cambio desde que me desmaye en aquellos ensayos hace tiempo; ¡sí, sí, paso mucho tiempo de eso!, les cuento.

Tras haberme desmayado, fui trasladado al hospital pues estaba con temperatura y no reaccionaba, iba delirando; al llegar al nosocomio, fui canalizado y de inmediato me tomaron control para la fiebre; mis amigos preocupados no sabían qué hacer, así que les notificaron a mis papás lo sucedido; ¡Alarmados, muy alarmados!, presenciaron a sala de espera de urgencias, dónde les dijeron que estaba con una muy fuerte infección y debía quedarme internado por lo menos dos días; cómo era de esperarse en mi estado de gravedad, tuvieron que hacerme estudios clínicos ya que habían descubierto en mi expediente que no llevaba tratamiento de VIH desde mucho tiempo, lo que indicaba que era una crisis, mi cuerpo estaba colapsando; me encontraba inconsciente sumando a que me sedaron por mis delirios; un rato después, a mis papás el doctor que estaba a cargo mío en urgencias, notificó que mis células CD4 estaban en 127 y las CD8 en 106; mi cuerpo estaba mal, mi organismo estaba entrando en fase de SIDA; ¡Moriré!; mis compañeros no podían detenerse e idearon un plan para que en caso de que no pudiera participar en el concurso, mi ausencia no fuera notoria ni perjudicara mucho a los demás; ellos seguían ensayando mientras yo continuaba internado. Al día siguiente por la tarde; reaccioné sin fiebre pero débil, ya estaba en una habitación de hospital y ahí estaba mi mamá con rostro preocupado.

Ella me vio y se me acerco murmurando. – Hola, tranquilo, estás en el hospital.

Me incorporé pasando saliva. – ¿Qué me sucedió?

– Shh, shh, te desmayaste, tenías mucha fiebre, ahorita ya estas estable, tranquilo. – Mi madre se me acercó, tomando mis manos. – Voy a informar al doctor que ya despertaste.

Se apartaba y salía, en el pasillo escuchaba voces familiares; ¡eran mis hermanos y papá!; aun no entendía ni comprendía la situación, en un instante creí que estaba ya muerto, pero no, aquí sigo, ¡para mi desgracia!

Luego de unos minutos entraba el médico acompañado de unas enfermeras y mis papás; mis hermanos se asomaban por la puerta; era demasiada gente y me sentía abrumado; una enfermera me tomaba el pulso, la otra la presión y el doctor examinaba mi lengua, ganglios y ojos; luego el doctor solicitó que mis padres se fueran; mi mamá preocupada y mi padre con rostro serio de enojo; a solas con el equipo médico.

El doctor cuestionó. – ¿Cómo te sientes Job?

– Pues débil, cansado, pero bien, creo. – Respondí tímido.

– ¿Sabes lo que te ocurrió?

– Sí, claro, me desmaye.

– ¿Sabes por qué ocurrió?

– Claro que sí. – Ágilmente respondí. – No había desayunado y me desvanecí.

– No, sabes bien la razón del por qué te desmayaste, ¿no?

– Amm... eh, este, eh. – Me puse nervioso sin poder formular una respuesta.

– Bueno, se te hicieron análisis donde determinamos que tus células CD4 y CD8 están muy bajas, lo que indica que tú carga viral es más alta de lo debido, ¿sabes de qué hablo?

– ¡Madres!, no podía ocultar más mis mentiras, era evidente lo que sucedería, por lo que tuve que decir seriamente. – Sí, sé bien de lo que habla, ¿pero qué tiene que ver con que este internado?

– Tiene mucho que ver Job, tu estado de salud en este momento es delicado, tienes que estar en observación y reanudar el tratamiento médico, sabemos que te estas tratando y por algo dejaste de hacerlo; tu expediente médico indicó el accidente que hace tiempo tuviste y que eso generó en ti estrés postraumático, ¿acaso fue eso lo que influyó en que dejarás de medicarte? – El doctor directo y muy serio.

– Me estaba molestando mucho su forma de dirigirse conmigo, por lo que respondí con volumen más alto de voz. – No doctor, el accidente no tuvo nada que ver, desde mucho antes de ello yo deseaba morirme, no sabe las ganas profundas que tengo de morir, ¡esto no es vivir!, tomar una maldita pastilla que hace que el cuerpo, ¡mi cuerpo!, se sienta ansioso, con hormigueo, con confusión, que olvide donde estoy, que me haga sentir que estoy volando, que este hablando y hablando sin si quiera tener sentido de lo que digo; ¿usted cree que eso es vivir bien, doctor?

– ¿Y por qué no informó sobre las secuelas a su médico tratante? – Serio cuestionó.

Me sonreí contestando. – Para qué, para qué me dijera de muy mala gana la doctora esa que debía de acostumbrarme a estar así, dándome a entender que me lo busqué; ¿qué no saben si quiera como tratan a los pacientes?; son tan poco comprensivos y demasiado altaneros, groseros, sin tener tacto en sus palabras, ¡Ya sé que los doctores no deben ser amigos de sus pacientes!, pero al menos la amabilidad debe existir con los pacientes; ¡sí así me trató la doctora esa, cómo tratará a otros! (Hechos suscitados en el Capítulo 19 temporada 2)

El doctor avergonzado, dijo. – ¿Y por qué no hizo un reporte sobre la conducta y forma de ser de la doctora?

Lo miraba con mucha seriedad y a su vez ganas de llorar.

– Bueno doctor, nosotras no somos quienes para notificar, sin embargo la doctora es muy prepotente a veces, fuera de su forma de ser, con los pacientes tiene un trato frío y hasta grosero, hemos visto hasta salir llorando a los pacientes de su consultorio, ¿verdad? – La enfermera que me había tomado el pulso hablaba.

– Pues sí doctor es verdad, la doctora tiene un trato y carácter muy fuerte, nada de ser empática, pero ¿qué podemos hacer?, los pacientes si quieren hablar o reportar, no lo hacen por pena y la necesidad que requieren del medicamento, no justifico la acción del joven, pero si es comprensible que si un médico trata mal a un paciente, actuaría de la misma forma en alejarme un poco, aunque eso empeore la salud. – Dijo la otra enfermera.

Aunque esa razón del trato de la doctora hacía mi persona no era del todo el motivo por el cual dejé el tratamiento; me sirvió mucho como una excusa más para poder salir libre de más regaños y así poder estar en paz y tranquilo recuperándome; el Doctor no le quedó de otra más que externar sus disculpas y notificar la actitud de la doctora y levantar un reporte del cuál debía corroborar y así pasar de manera anónima; ¡Ah, pero ahí no acaba todo!; mis padres me comenzaron a hacer preguntas y a decirme del por qué no había sido sincero en decirles lo que había ocurrido con la doctora y lo que me estaba sucediendo con el medicamento; pero yo les dije; por qué ahora que estoy enfermo de por vida les interesa mucho mi bienestar y como me sienta, si cuando yo me encontraba en perfecto estado de salud, con una vida normal y tranquila, ellos ni si quiera se interesaban en mí o mis inquietudes como adolescente; mi padre se molestó mucho y comenzó diciendo que él no se metía conmigo porque para todo yo era el consentido y favorito de la familia de mi mamá, que me tenían muy protegido y cumpliendo mis caprichos; me reía ante esa excusa de su parte y le respondía que si era así, es porqué con él como padre nunca tuve una comunicación ni me lleve del todo bien, hasta parecíamos desconocidos pero padre e hijo no, la cara era lo único que compartíamos pero no más, siempre él para mí era como un señor que comía, dormía, trabajaba, regresaba, dormía, peleaba de vez en cuando con mis hermanos, con mi mamá, conmigo y de nuevo su rutina, todo como si nada, no era mi papá, hasta cierto punto analizando la situación, él no era más que un ser que compartíamos la casa y la vida diaria, nada más; eso le molesto mucho y como todo irresponsable, decidió irse de la habitación y abandonar el hospital; y es que mi papá nunca le ha gustado aceptar sus errores, ni sus responsabilidades, es cobarde, no admite hasta dónde puede llegar a cometer algo mal, para él todo es perfecto y si algo falla es culpa de todos menos de él; pero, aguanten, ahí no para la cosa; mi mamá comenzó con darse golpes de pecho y culparse de muchas cosas, victimizarse, mis hermanos se compadecían de ella, pero yo no, pues colocando las cartas sobre la mesa, mi madre tiene mucha culpa y eso ocasiono que pues las cosas como familia se fracturaran; conversamos entre nosotros sobre si retomaría el tratamiento y yo me negué, fríamente les decía.

– No, entiendan, no voy a seguir con el medicamento, se siente horrible y no quiero ni pienso volver a pasar por todos esos síntomas que me aterraban si quiera el mantenerme despierto; así que no, no quiero.

– O sea que quieres dejarme sola, me quieres dañar, ¿con eso te vas a vengar por haber sido una mala madre? – Mi mamá con lágrimas.

– Job ¡cabrón, no mames!, ¡ya estas grande!, entiende es por tu bien. – Mi hermano serio.

– Nosotros vamos a estar contigo, no te dejaremos solo ni pasar por ello tú, anda no nos vayas a defraudar, por favor. – Mi hermana mirándome tratando de convencerme.

– ¡Ay por favor!, ¿por qué son así?, ¿por qué la gente es así? – Con cierto tono de burla hablaba.

– O sea, mientras yo estaba bien, saludable, tenía una vida normal, tranquila, me la vivía de fiesta en fiesta con amigos, regresaba a altas horas de la madrugada, bailaba, cantaba, me besaba con uno, con otro sin que ustedes lo supieran, me iba a ver con mi novio a escondidas, viajábamos, pasábamos ratos increíbles, pero ustedes estaban tan enfocados en sus asuntos personales y mi mamá en sentirse detective investigando y siguiendo a mi papá con sus sospechas de que tenía una amante, ni caso me hacía pero ahora que me estoy muriendo, sí mucha preocupación por mí por cómo esté y cómo me sienta; con todo respeto, pero todos ustedes son una bola de hipócritas.

Con decir eso, los dimes y diretes intensificaron nuestros ánimos lo que ocasionó que mi mamá se fuera molesta y sosteniendo las ganas de llorar y mis hermanos mirándome con cierto resentimiento; ¡sí, me dejaron sólo el resto del día!, pero me valía, por quéno dije más que la verdad y si les molesta ni modo, pero así son las cosas, no todo es culpa mía.

Poco rato después, el doctor llegó con una persona de recursos humanos y me plantearon como sería el reporte que levantaría en contra de la doctora y si estaba dispuesto a continuar; ¡Pos claro!, esa mentira me va a servir para poder cubrir mi ausencia y mi verdadera intención; todo sería de manera anónima y claro rendiría mi declaración sobre la actitud de la doctora conmigo; Bimba me serviría de apoyo ya que ella también había salido molesta de aquella consulta de emergencia que tuve; (Capítulo 19 "El último Vals"); tomé mi celular del costado de la cama y le envié mensaje para que pudiese venir ya sea en el transcurso de la tarde antes de las 6 de la tarde o mañana de preferencia antes del medio día para poder realizar el cambio de doctora y demás; ¡sí, me cambiaran la doctora!, pero ¿saben que significa eso?, ¡sí, exacto!, tendré que retomar el tratamiento, y eso porque el doctor que estaba a cargo de mi caso ahorita, informaría que debido a crisis nerviosas que padezco, problemas de sueño graves que me ha generado la toma de ese medicamento (Atripla) me lo cambiaran por otro de menos secuelas; dicho procedimiento tendría que ser aprisa para que así pudiese comenzar a tomar medicamento y combatir el virus; tanto hablar y tanto papeleo que debía de corroborar y leer con detenimiento, me causo sueño.

Bimba me contestaba el mensaje en audio. – Hola Job, ¿cómo estás?, espero que bien, sí amigo, mañana antes de comenzar a ensayar paso al hospital, te saludo y hago lo que me pides, ¡qué bueno que a la doctora esa le darán una regañada, pues lo merece por ser tan déspota y grosera!

Dicho audio al escucharlo el doctor y el de recursos humanos, comprendieron que no era un juego, mucho menos broma, la doctora si era muy pesadita de actitud y demasiado enojona con los pacientes; (bueno al menos conmigo lo fue y desconozco si con otros más).

Mi trayectoria en el hospital fue de soportar los antibióticos, medicamentos y la presentación de un nuevo medicamento que el doctor luego de ejercer presión tuvo autorización para que me cambiaran el esquema antiviral y pues lo tomé, no ocurrió nada y me sentí un poco más tranquilo; (Stribild); tras la declaración de Bimba en recursos humanos, se supo que a la doctora la removieron de dar consultas en CAPASITS y la pasaron a otra área atendiendo y dando consultas los fines de semana en hospital por un año; como castigo recibido por sus malos tratos; ya qué no era el único pues se fue sabiendo que pacientes habían realizado unas observaciones sobre el trato del personal, pero la encargada de trabajo social no lo informaba del todo al director del CAPASITS porqué dicha mujer era muy amiga de la doctora así que no deseaba perjudicarla y eliminaba los comentarios negativos y adjuntaba los positivos; ¡vaya corrupción en el hospital!; esa chica de trabajo social fue despedida por no ser honesta y haber perjudicado a muchos pacientes; viéndolo después de todo, mi mentira había traído cosas buenas y positivas para el CAPASITS, continué tomando las nuevas pastillas y mi mejora era lenta pero estaba progresando; tras tres días internado, me daban de alta y regresaba a casa, yo estaba impaciente, pues quería regresar a ensayar y aunque Poncho no quería que regresará a ensayar puesto que estaba en recuperación, no le quedo de otra más que permitirme regresar ya que por más arreglos que hacían no podían cubrir mi ausencia; así que aunque de nuevo me pelee con mi mamá y hermanos por qué debía quedarme en casa a descansar, continué mi vida de bailarín; todos me dieron la bienvenida y me abrazaban; más mis amigos más cercanos, Flavio, Bimba y Keila; para mis compañeros ese rumor de que yo era portador de VIH había quedado olvidado o tal vez no querían preguntar sí era verdad o no; sólo sabían que tuve una fuerte infección y me desmayé por no desayunar, todo siguió de maravilla y normal.

El día del concurso nos fue excelente, una presentación impecable, extraordinaria y con mucha ovación; nos sentíamos felices no sólo porque habíamos logrado pasar a la siguiente ronda, también porqué Áyax y Starenka fueron nuestros invitados; ambos estaban conmovidos y agradecidos por lo que estábamos haciendo por ellos; las siguientes rondas fueron complicadas, llenas de nerviosismo, tensión, problemas entre nosotros como grupo, pero que al final de cuentas, estábamos dando mucho de nosotros; justo antes de la última ronda en la que se definiría todo; Poncho organizo una presentación de nosotros en la feria de nuestra ciudad.

– Chicos, chicos, quiero decirles algo, presten atención. – Poncho emocionado al término de nuestro ensayo nos llamaba la atención. – Siéntense en el suelo chicos, debo decirles algo.

– ¿Y ahora qué pasa Ponchis? – Katia cuestionaba algo cansada.

– ¿Sucede algo? – Keila cuestionaba mirándonos a mí y Bimba.

– Sí, sí pasa algo, y es que ¡conseguí que se presenten en la feria de la ciudad este jueves, viernes, sábado y el domingo!

Poncho muy entusiasmado nos informaba; sólo que hubo un poco de tensión, cuando continuo diciendo.

– Serán presentaciones del jueves a sábado por la tarde entre siete y ocho de la noche en el teatro del pueblo y el domingo será una presentación de todas las coreografías que han presentado incluyendo la que será parte de la etapa final del concurso, esa será a partir de las 6 de la tarde.

– ¡Ay no puede ser! – Bimba exclamó preocupada.

– ¡No Poncho, nos hubieses preguntado antes si podíamos! – Keila externo algo incomoda.

– ¿Qué, qué es lo que pasa? – Cuestionaba algo confuso Poncho.

– Flavio serio decía. – Sí Poncho, hubieses preguntado si podríamos, yo tendré que trabajar, pero ahora veré que hacer.

– Ay, es que lo que pasa, pues, tendremos trabajo y no nos será posible asistir. – Decía Bimba.

– Sí, pero no es que no vayamos, haremos algo para poder asistir, sólo que sí nos toma de sorpresa. – Keila trataba de tranquilizar la tensión que se había creado.

– ¡Lo siento chicos, debí preguntarles antes! – Poncho avergonzado.

Es que mis amigos no eran los únicos que estaban en conflicto con sus tiempos, si no que los demás también, ya que dejamos de ser chicos estudiantes y bailarines y ahora son todos unos profesionistas que entre el trabajo y los ensayos se han estado partiendo el alma para cumplir con nuestro objetivo de poder ayudar a Starenka y su hermano.

Fue ahí cuando dije. – ¡Oh, chicos!, ahora tenemos otras prioridades y es de entenderse, nuestra vida era estudiar y bailar y ahora la mayoría tenemos otras prioridades y aunque me cueste admitirlo, ya las cosas no son como antes, ensayamos tres días a la semana dos horas y media o tres a lo mucho y nos retiramos a nuestras casas para cumplir al día siguiente con labores personales; ¡ya somos adultos! – Se me estaba quebrando la voz al decir.

– Creo, viendo la situación de la mayoría, estas serán nuestras últimas presentaciones en la feria y nuestro último concurso de baile como grupo, ¡ya somos adultos con responsabilidades!, así que hay que tratar de hacer lo posible por dar un excelente cierre a toda esta vida siendo bailarines.

Poncho me abrazó fuerte diciendo. – Pequeño, tienes razón, se me olvida que ustedes ya no son unos chicos adolescentes, son todos unos adultos jóvenes y pues sí esta serán sus últimas presentaciones, hay que dar una excelente despedida a los escenarios.

Todos nos sonreímos con nostalgia, pues lo que había dicho era puramente la verdad y había que aceptar que nuestro tiempo de bailarines ya había llegado a su etapa final y dar paso a una nueva situación.

Afortunadamente lograron todos estar en las presentaciones en la feria y yo, yo me sentía feliz, pero, ¡no todo puede estar bien!; debido al medicamento con el cual ya llevaba unos cuatro meses; los mismos que llevamos del concurso; comencé a tener erupciones de acné y también de enrojecimiento en la piel, algunos abultamientos en los testículos, hombros, piernas, tobillos; ¡eso me generó ansiedad!; y aunque mi nueva doctora me notificaba que eso era normal porqué el medicamento estaba actuando bien, tenía que haber alguna secuela de las que indicaba el instructivo del retroviral; ¡otra vez deseaba morirme, pero debía luchar contra esos pensamientos!

Nuestra primera presentación usamos el vestuario que teníamos, sólo que se le anexaron unas luces de neón para que se viera más llamativo; "Buttons", "Get Busy" y "I'm still in love with you" fueron con lo que abrimos a nuestras presentaciones del teatro del pueblo; nos aplaudían y emocionados nos pedían que de nuevo bailáramos y tuvimos que concederles la repetición pero esta vez en la explanada principal que se ubica en medio de los juegos mecánicos y puestos de comida; contentos nos tomaban fotos, nos abrazábamos y bueno, estábamos conscientes de que nuestro final como grupo de baile estaba casi cerca; al siguiente día, luciendo pans de diferentes colores fosforescentes con playera y gorra negra iniciábamos con "Get Right" llevando al frente Flavio y a sus costados Noa y yo; con bastones las chicas daban muestra de su agilidad; "Jenny from the block" nos hacía intercalarnos teniendo a Katia, Bimba y Keila al frente; entre piruetas y movimientos Teo entraba justo al cambio de pista con "Play"; ¡sí!, fue un pequeño homenaje que habíamos realizado a Jennifer López en la segunda ronda; había encantado mucho y en la feria mucho más; las felicitaciones a Poncho lo hacían sentirse el mejor coreógrafo y muy importante, ¡y es que era la verdad!

Con la tercera presentación; la cual habían asistido mis hermanos, cuñados y mi mamá; dábamos inicio con "Baby Boy" de Beyonce y Sean Paul; con nuestro vestuario, unos pans plateados en mujeres y dorados en hombres; playeras y gorras blancas con brillos; cadenas y pulseras en las manos nos movíamos respetando el ritmo de hip-hop; Katia, Keila, Bimba y nuestras otras compañeras demostraban como mover caderas y piernas; nosotros las acompañábamos con movimientos suaves para que se lucieran ellas; nuestro grupo se dividía en dos bandos el de ellas contra ellos al sonar "Lose my Breath" de las Destiny's Child; muchos aplausos al sorprenderse que hacíamos los mismos pasos como si fuera efecto espejo con mucha precisión; para cerrar entraba "Work It" de Missy Elliott y en estilo libre, Teo, Katia, Noa y Flavio cerraban en lo que nosotros los rodeábamos al compás del cierre de la canción; aplausos y felicitaciones, nos motivaban a continuar echándole ganas y poder triunfar por Starenka y su hermano.

– Hijo, nunca te había visto bailar así, tienes mucho ritmo, lo haces bien. – Mi mamá se acercaba junto con mis hermanos.

Me volteaba sonriendo. – Gracias, no sólo yo, también mis compañeros.

– Sí, cierto, tus compañeros son excelentes también, ¿cómo pude perderme de tan buenas presentaciones?

Suspiraba y pensé. – "Pues te perdiste de muchas presentaciones por qué siempre aprovechabas el quedarte sola en casa con mi papá para seducirlo y reconquistarlo, humillándote para que tuvieran sexo y ni así lograste retenerlo a tu lado, sólo te sobajaste y denigraste como mujer".

– Descuida, eso ya pasó mamá, pero que bueno que esta vez sí hayan podido venir. – Hablé evitando decir lo que había pensado.

Mi hermana se me acercaba me abrazaba diciendo. – Felicitaciones, ahora entiendo por qué el baile es su pasión, lo hacen excelente.

– Gracias hermanita, de verdad. – Yo ilusionado.

Mi hermano me daba un abrazo fuerte diciendo. – Muy bien hermano, estupendo, ¡qué chingón!

Sonreía por verlos ahí; mi cuñado y mi cuñada se me acercaban para felicitarnos y comentar que fue una buenísima presentación; en eso mis compañeros se acercaban para decirme que fuéramos a los juegos mecánicos.

Katia con una sonrisa enorme me abrazo diciendo. – ¡Estuvo genial!

– La abracé fuerte. – Sí amiga, ustedes estuvieron impresionantes, en serio.

Mi mamá nos miraba con entusiasmo sin decir nada; Bimba amablemente dijo. – ¡Señora, que gusto!

– Hola hermosa, felicitaciones. – Mi madre respondiendo el saludo.

– Señora, hola, buenas noches, ¡qué gusto verla! – Keila saludando amable.

– Hola, hola, felicidades, todos estuvieron increíbles. – Mi mamá dirigiéndose a ellas.

Flavio se me acercó y tomándome del hombro me decía. – Entonces qué Job, ¿sí vas a ir con nosotros a los juegos?

Me sonreí y ahí la expresión de mi mamá cambio. – Claro que sí voy. – Sonriendo mirando atento a Flavio.

Él reaccionó al ver a mi mamá y sonriendo habló. – Señora, disculpe, buenas noches, ¿cómo está?

– Hola joven, bien gracias, buena noche. – En tono golpeado y serio; no entendí la actitud de mi mamá o mejor dicho si entendía pero no quería aceptarlo en ese instante.

– Bueno Job, te esperamos en área de juegos, la vamos a pasar genial. – Flavio me apretaba el hombro.

– Anda Job te vamos a estar esperando. – Katia sonriente me volvía a abrazar y mi mamá se volvía a entusiasmar; con eso comprendí la situación, ¿ustedes no?

Mis compañeros se adelantaban despidiéndose de mi familia y yo me esperaba un rato para preguntarles.

– ¿Y ustedes estarán aquí un rato más o se irán ya a la casa? – Ansioso por irme.

– No sé, mi mamá que quiera o piense. – Mi hermana dudando.

– Pues yo digo que estemos un rato aquí y ya de ahí vemos qué hacer, la noche esta despejada y hay buen ambiente. – Mi hermano entusiasta. – ¿Qué decides mamá?

– Yo creo que sí un rato, me servirá de distracción un poco, hay que aprovechar que estamos aquí. – Mi mamá un poco animada pero no tan convencida.

– ¡Esa es la actitud mamá, así se habla! – Me acerque a abrazarla.

– Job, no es por molestarte, pero esa chiquilla amiga tuya que te abrazó, se ve muy bonita, muy guapa y educada, además de que ella está muy entusiasmada contigo. – Me decía ligeramente al oído en lo que la abrazaba. – Deberías invitarla a salir, a pasarla bien entre ustedes, se ven bien juntos, ¿sabes si es soltera? – Mi mamá siendo poco asertiva.

Me aparté de ella cambiando mi sonrisa a una seriedad con algo de dolor en mí. – ¡Ay mamá!

Me apartaba más, alzando la voz. – Por lo visto nunca vas a aceptarme, ¿verdad?

– ¡Job, no, no, no es eso! – Mi mamá fingiendo asombró.

– Sabes qué mamá, gracias por venir, en serio, pero prefiero que no vuelvas a ver alguna presentación mía, sinceramente estamos mejor así, por tus comentarios y reacciones con mis compañeros te hacen pensar cosas que no.

Mis hermanos nos miraban confusos pues no entendían el motivo, mis cuñados se apenaban un poco; o sea como no reaccionar así si mi mamá quiere que sea heterosexual, ¡está viendo la situación y lo que tengo cómo para que diga eso!

– ¿De qué cosas hablas? – Mi mamá cuestionando cómo si no entendiera.

– ¡De tu actitud, de esas cosas hablo! – Me enojé. – No me puede saludar una chica amablemente porqué lo interpretas como si fuera o fuese haber algo entre nosotros, pero tampoco Flavio me puede saludar y apretar del hombro porqué luego piensas lo que no.

– ¡No cabe duda que estás loco hijo, necesitas descansar! – Mi mamá haciéndose la que no entendía. – Job, hijo, deberías irte mejor a la casa, el cansancio y tu enfermedad te hacen enojar muy rápido y con esa actitud vas a terminar solo.

Escuchar eso de mi mamá me hizo enfurecer y la verdad, me detuve en decirle más cosas y ponerme en un plan grosero. – ¡Ay mamá, la que debería de largarse eres tú! – Exclamé furioso. – ¡Gracias por recordarme lo que tengo y hacerme ver que estoy volviéndome loco!

Mis hermanos y cuñados nos veían en lo que yo enfadado. – Tú más que nadie quisieras que me quedará solo para estar siempre a tu lado, pero eso jamás va a suceder, prefiero morirme antes que tenerte siempre ensombreciéndome y criticarme, ¡nunca vas a aceptar que soy gay, nunca!

Me di la vuelta y caminé furioso hacía los juegos mecánicos, dejando a mi mamá con cara de confusión; pero bien que sabía que sus acciones y palabras eran más que hirientes y evidentes; durante la noche no supe si ellos siempre se quedaron en la feria o mejor se retiraron; yo al irme acercando con mis amigos, cambiaba mi expresión, disfrazaba el amargo momento y trataba de olvidarme un poco de la actitud que mi mamá tiene; ¿acaso debo ser empático con ella y entender que ella tenía otras ilusiones en mí?; o sea que tal vez ella este en un shock de haberse enterado de que además de ser homosexual tengo VIH, ¿será eso?

Como era de esperarse al día siguiente, entre mi madre y yo no nos dirigimos la palabra, así que me alisté mucho antes y me salí de la casa luego de haber comido un poco; caminé al parque; mis hermanos me enviaron mensajes para cuestionar dónde andaba y los ignoré, por qué siento que ellos están en el mismo plan que mi mamá, sin aceptar aún mi orientación sexual y mi condición; iba tan metido en mis pensamientos y en la música que iba escuchando, de pronto sin fijarme bien, golpee por accidente a una persona, di dos pasos y me di la vuelta avergonzado quitándome el auricular derecho diciendo.

– ¡Ay perdón, no te vi, disculpa!

– No, no te preocupes, también no te vi. – Dijo él apenado.

¡Vaya sorpresa al vernos las caras!; ¿se imaginan quién era?, ¿no?, ¡era Marcelo!, mi ex novio.

– ¡¿Job?! – Admirado.

– ¡¿Marcelo?! – Sorprendido.

– ¡Qué gusto! – Él se me acercó y me dio un abrazo muy fuerte, mismo que correspondí.

– Igual qué gusto, tiempo sin vernos. – Me sentí bien de verle.

– Sí verdad. – Él emocionado de abrazarme.

El abrazo duró como un minuto, pero se sintió como si hubiese sido mucho tiempo; apenados nos separamos y nos regalamos una sonrisa de gusto; desde que finalizamos nuestra relación nos perdimos la pista, quizá por qué yo fui muy grosero cuando terminamos o él por qué aún tenía y sentía mucho amor por mí, reencontrarnos fue como que algo curioso pero bonito.

– Y bien, ¿cómo has estado? – Marcelo sonriente.

– Bien gracias, ¿y tú que tal? – Emocionado de verle.

– Pues bien gracias, ya más viejo jajajajajaja, pero aquí ando. – Su mano me tocaba el hombro preguntando. – ¿Cómo estás, cuéntame, a dónde vas?, ¿sigues bailando?

Suspiré, le mire atento contestando. – Me alegra saber que estás bien, no digas que más viejo porqué no es así, siempre has sido guapo y ahorita con unos años más pues muy atractivo de lo que ya. – Me sonroje un poco. – He estado bien; (mentira); voy a la feria de la ciudad, sigo bailando y pues tendremos una presentación al rato y mañana.

– ¡Oye qué bien! – Él emocionado. – Si quieres te puedo llevar hasta allá, sirve que platicamos, claro, sí no hay problema, ¿o sí lo hay? – Marcelo un poco nervioso ante su ofrecimiento.

– ¡Ay no, cómo crees!, te voy a desviar, seguro tienes cosas que hacer y no, no, en serio, además aún hay tiempo para la presentación. – Contestaba algo apenado.

– No Job, sólo fui a pagar unas cosas que me pidieron mis papás y pues no tengo más que hacer, sólo irme a encerrar a la casa a ver televisión con ellos, pero no tengo problema de acompañarte, sí puedes, claro. – Él sin problema alguno y muy animado.

– Bueno, está bien, acompáñame. – Suspiraba y aceptaba su oferta.

La verdad el encontrarme con él me había llenado de felicidad.

– ¡Perfecto! – Me abrazaba de nuevo con mucha felicidad; sentí bonito que me haya abrazado y me reconfortó mucho, la verdad demasiado.

A gusto por vernos, caminamos a dónde estaba estacionada su camioneta, a pesar de no ser novios, quedó un bello recuerdo de lo que hubo entre nosotros y eso no cambio en lo absoluto, ya que él muy amable y atento me abría la puerta y la cerraba; ¡la verdad me emocione mucho!; en el trayecto íbamos charlando de lo que nos había sucedido estos años; claro, yo sin tener que dar detalles a profundidad de los pormenores de mi vida; Marcelo se entristeció al saber que Jacqueline había muerto y se lamentó mucho.

Él suspiraba diciendo. – Una chica muy bonita, joven, talentosa y muy creativa, tenía mucho que vivir.

– Sí, lo era, ahora descansa de ese terrible mal y después de todo ella está en un lugar mejor. – Dije con algo de nostalgia.

Marcelo se estaba estacionando, cuando su mano rosó la mía por accidente, me miró se sonrío y se desabrochó con cuidado su cinturón de seguridad; ese rose de manos activo una sensación que tenía perdida o pensaba que estaba apagada.

Nos miramos, se sonrió y dijo. – Sigues igual de bonito como cuando fuimos novios.

Me sonrojé diciendo. – Tú sigues igual de guapo y atractivo que antes, que siempre.

Nos comenzamos a acercar y nuestra respiración se hizo lenta; ¿creen que hago mal?; o sea digo, terminamos, ya fue lo nuestro, pero con nuestra charla y miradas, nos dimos cuenta o al menos yo me di cuenta que el amor del todo no se había acabado, es más, todo fue por mi culpa, por no querer continuar con nuestra relación más allá y sin importar lo que mi familia dijera y pensara de nosotros; analizando bien si con Marcelo hubiese seguido, él y yo tendríamos una vida maravillosa y con él mi vida sería diferente, ¡sin VIH!

¡Ay caramba!, no me había dado cuenta de que ya es tarde y yo sigo aquí sentado en la banca, tengo mucho que contar, pero creo que lo haré mañana, por lo pronto me iré a casa a descansar y a entrar en calor, porqué ya hace frío; pero saben, eso de estar mirando a la gente pasar, el alumbrado público encenderse poco a poco, me hizo sentir libre, creo ha llegado el momento de hacer lo que mis amigos hicieron al termino del concurso de baile, volar lejos, sí, irme, quiero escapar y despertar sin saber del tiempo, quiero respirar sin nunca regresar y quiero vivir, quiero existir, sentir el silencio, ya no quiero hablar sólo quiero encontrar un día de paz.