¿Por qué a mí? Capítulo 24

Dos semanas transcurridas, Flavio nos reunía en la academia muy temprano; tenía una idea buenísima para ayudar a la maestra y a su hermano con sus cirugías; aunque eso implicaría mucha dedicación de nuestra parte.

Capítulo 24/03 "Un año y más" Parte II

Con las pruebas existentes, llegó a su fin este eterno juicio; se dictaminó qué la línea de autobuses debía de pagar la indemnización tanto a los familiares del chofer, cómo la de los acompañantes; daños a la imagen de la iglesia y a cada uno de los que estuvimos en el accidente; sin embargo, la abogada no logró librar del todo la culpa a Starenka, ya que ella también debía de pagar por daños y por las muertes de nuestros compañeros pues eran su responsabilidad; Starenka entró en shock y ataque de ansiedad, ¿de dónde iba a sacar tanto dinero?

Ella lloraba diciendo. – ¿Cómo es posible que sea yo la que deba pagarles a ellos?, ¿por qué a mí?

– Áyax serio hablaba. – Hermana calma, tranquila, debe existir una solución.

– La abogada mencionaba. – No hay ni hubo un contrato especifico, ni firma que avale que usted contrató a esa línea; todo fue por palabra, eso benefició que la demanda que se le interpuso perjudicará únicamente a la línea de autobuses y sean ellos quienes paguen indemnización por daños y muertes de los trabajadores, sin embargo su parte responsable es la de los difuntos jóvenes que viajaban con usted, pues la lista presentada como evidencia, lleva su nombre y los nombres de los participantes, lamentó decirlo pero ahí no puedo hacer nada, ayudé en evitar pagar más dinero de lo que debe ser, pero por mí parte no puedo hacer más.

– Los que estábamos presentes comprendimos los hechos; ambas partes fueron culpables, así, sin darle tanto rollo.

Como cereza de este pastel; la madre de Renzo se acercaba junto con su marido y Sofía diciendo. – No ganaron la guerra, podría decirse que fue empate, ahora bien, espero Dios le ayude a pagar las muertes de esos jóvenes inocentes y también esperamos una buena cifra por los daños de mi hija Sofía.

– La mujer me miraba con resentimiento y Sofía estaba con cabeza agachada ante nosotros; Starenka lloraba desconsolada y la Abogada hablaba. – Aun no hay cifra estimada señora, el juez dirá y entonces se les notificará a cada uno de los involucrados, hasta entonces se verá, por el momento esta guerra como usted la llama ha concluido y ambas partes quedaron perjudicadas, pero no al extremo de las intenciones que se manejaban.

– La señora alzó la voz. – ¡Esperemos que el señor interceda en la consciencia del juez y estipule una buena cantidad de dinero por el bien de aquellas familias que perdieron a sus hijos!

– La neta me estaba llenando de piedras la doña, así que hablé. – Señora, señora, la guerra terminó como usted lo dijo, lo único que queda aquí son estragos de la misma, pero es algo que usted no comprenderá ya que usted sólo piensa en dinero, cómo si eso devolviera la vida a los compañeros que murieron, usted señora no comprende la magnitud de las consecuencias de ese accidente más qué los que estuvimos en esa noche.

– Bimba, Keila, Noá, Katia, los presentes en la sala, escuchaban.

– Usted jovencito no debe de hablarme así, usted no es nadie, debería de darle vergüenza ser una aberración humana, sus pecados estuvieron a punto de arrastrar a mi hijo al pecado, pero afortunadamente él recapacitó y se fue del país, usted no es más que una oveja perdida que necesita de Dios nuestro señor. – La mujer se persignaba en lo que hablaba.

Mis compañeros intentaban hablar, pero evité que lo hicieran cuando dije. – Disculpe señora, pero usted es quién no debe de hablarme así, mucho menos de opinar en algo que no presenció, sólo Sofía debe tener palabra, ya que ella vio como sufrimos en esa noche; usted señora sólo es un ejemplo de un ser homofóbico que le hierve la sangre de saber que su hijo es homosexual y que lo esté reprimiendo con todas esas ideas de un fanatismo religioso, pero en ese tema no voy a hacer hincapié, sólo en el hecho de que usted no debe, ni es una persona testigo de aquella noche, usted no es más que una señora metiche que piensa más en el dinero que en saber cómo estamos de salud cada uno de los que estuvimos en el accidente, y eso señora, eso, es una aberración ante cualquier persona religiosa o no, pues la avaricia es un pecado capital que usted tiene muy bien representado, así que no vuelva a opinar e interceder, ¿quedo claro?

– La señora levantó su mano e intento cachetearme diciendo. – ¡Óyeme mocoso!

– Me eché hacia atrás y Sofía intervino armada de valor diciendo. – ¡Por favor basta!

– ¿Pero Sofía qué te ocurre? – Su padre interrogó.

– ¡Sofía! – Exclamó la señora.

Sofía bajando el brazo de su madrastra, decía con mirada inundada de lágrimas. – No entienden que todo esto no nos llevará a ningún lado, todos estos meses con esta estupidez no cambió en nada, nuestros compañeros siguen muertos, los choferes también, los daños son permanentes, esa noche jamás se nos va a olvidar, por eso, por eso.

– Sofía se daba vuelta, tomando las manos de Starenka a quién le dijo. – Por eso yo, yo renuncio a su responsabilidad maestra, usted no debe pagarme nada, fue decisión mía también en involucrar nuestra iglesia y los autobuses que manejan nuestras rutas a los retiros que vamos, usted no tiene la culpa, es responsabilidad nuestra aceptar que fue decisión de cada uno viajar, de mi parte no quiero nada, usted es quién debe de obtener todo el dinero para buscar una solución y pueda volver a caminar.

– Starenka la miraba diciendo. – Muchas gracias hija.

– Ambas lloraban y eso nos dejaba una gran lección de responsabilidad y de empatía.

Es que cómo podían hablar de dinero y culpas, cuando ya pasó eso y aunque se nos diera todo el dinero del mundo, eso no nos ayudaría en lo absoluto a superar esa noche y mucho menos en resucitar a nuestros compañeros; el ejemplo que Sofía nos daba era grande y por eso, cada quien negó la indemnización que Starenka debía de darnos; la abogada nos miraba con gesto de asombro y también entendía el porqué de tal decisión; con ello la abogada se iba en busca del juez para informarle del asunto y aunque debíamos de estar unas horas más en el juzgado, quedaba Starenka libre de pagarnos al llegar todos a un acuerdo; inclusive los familiares de los fallecidos compañeros, comentaban que con dinero no solucionarían la vida de sus hijos, que en todo caso debía ser la familia de los choferes, pero eso ya sería un juicio muy aparte del que se concluyó ese día; debo decir que al ver el rostro de Starenka con alivio y confort, me alegró mucho y esa noche pude dormir muy bien.

Dos semanas transcurridas , Flavio nos reunía en la academia muy temprano; tenía una idea buenísima para ayudar a la maestra y a su hermano con sus cirugías; aunque eso implicaría mucha dedicación de nuestra parte; bueno él hablaba con los padres de Jackie; desde que falleció los padres de mi querida amiga han estado en contacto con Flavio y cuando ocurrió el accidente y lo del juicio también nos apoyaron; más a mí; ellos dijeron que apoyarían con la mitad del dinero requerido y que nosotros tendríamos que poner el resto; por eso Flavio estuvo investigando de como juntar la cantidad y ¡sorpresa!, descubrió un concurso de baile llamado "Libre Urbano"; este evento era nuevo para nosotros, pero no para Katia, Teo y Noá; ellos habían participado y nos comentaban que ese intercolegial de baile era muy diferente al que nosotros estábamos acostumbrados; en primera por qué no admitían mezclas con varias canciones, lo máximo que se podía mezclar eran tres canciones; el género urbano, hip-hop y el Bronx eran los permitidos; nada de vestuarios tan estrafalarios, lo que contaba era la coreografía así como acrobacias; era un concurso de cinco etapas y un premio al primer lugar por doscientos mil pesos, segundo lugar cien mil y el tercero cincuenta; los jueces serían los ganadores del evento de hip-hop internacional; los famosos chicos del "espíritu supremo de baile"; esos muchachos han ganado 3 veces consecutivas el primer lugar y dos veces el segundo, o sea que si son fregones; luego de que ellos nos dieron la explicación del concurso, tuvimos que pensar y acordar bien cuando serían y cómo los ensayos; ya qué no todos estábamos disponibles, pues Bimba y Keila están en capacitación para trabajar y Flavio también; yo estoy disponible ya que aún no se me ha dado por buscar trabajo; me da miedo que me vayan a someter a análisis clínicos y descubran que tengo VIH; así que yo estoy de NINI en casa; luego de mucho bla bla bla, por fin pudimos acoplar nuestros calendarios y ajustar horarios para ensayar; el problema es que debíamos buscar urgentemente una coreógrafa o coreógrafo pues teníamos el tiempo encima; tres semanas para ensayar, el concurso es el segundo fin de semana del mes siguiente, así que a trabajar en ello; entre nuestras propuestas, se me ocurrió mencionar a "Poncho" Hernán; era o es maestro de teatro del que fue mi bachillerato, así que cuando Flavio escuchó que lo nombre, se sonrió diciendo. – Oye, es verdad, ¿crees que acepte?

– Dudando le respondí. – Pues no sé, tendríamos que irle a buscar hoy mismo y platicarle la idea.

– Keila proponía. – También podríamos buscar a Gustavo Zarate; archienemigo de Poncho, digo si no puede él, tal vez él nos ayudaría.

– Bimba algo nerviosa decía. – Pues no hay que perder el tiempo y vayamos a buscarlos, Flavio y tú podrían ir a ver a Poncho y nosotras a Tavo.

– Bien, bien, suena interesante, hagámoslo. – Decía Flavio entusiasmado.

– Nuestros demás compañeros se iban a sus casas a comenzar a ver vídeos de bailes urbanos para irse adaptando a los nuevos bailes que tendríamos que aprendernos; en lo que Flavio, Keila, Bimba y yo íbamos en su coche a buscar a Tavo y Poncho.

Así que pasamos a dejar a las chicas cerca de la academia de baile de Tavo y luego nos fuimos a ver a Poncho; yendo en trayecto, Flavio me miraba de reojo en un semáforo en rojo, preguntando. – ¿Y qué onda, cómo has estado?

– Acomodándome las gafas respondía. – Pues bien, en lo que cabe, ya sabes, estar en casa, hacer quehacer, lavar, limpiar, perder el tiempo, he dormido mejor luego de meses de no dormir como debía, pero en lo que cabe bien.

– Flavio movía la cabeza diciendo. – Eso está bien, pero me refiero a lo otro, ¿Cómo vas?

– Entendiendo, tuve que mentir, diciendo. – ¡Ah, ya, ya!, bien, muy bien, no sabes que tan bien, me siento estupendo, ya casi el año del diagnóstico y voy bien aparentemente.

– Eso es bueno. – Flavio avanzaba y doblaba a la siguiente calle.

– ¡Wow!, ya casi un año, se va bien rápido el tiempo, no sabes lo duro que ha sido este año, ¡que increíble! – Flavio suspiraba y yo le colocaba mi mano sobre su hombro diciendo.

– Así es Flav, ya pasará un año, un difícil año, pero pasará y nosotros aquí sobreviviendo.

– Flavio aunque resistía, él aun extraña y mucho a Jackie; también yo, pero la he sabido tener en recuerdo y dejarla descansar.

El llegar a la escuela, nos vinieron sin fin de recuerdos con Jacqueline; uno de ellos fue cuando estábamos en los ensayos para la obra de teatro "Mamma Mía!"; luego les platicaré de ello; Flavio y Yo nos sonreímos al recordar los duros ensayos; entramos por el área de estacionamiento; el policía de seguridad era el mismo que hace años, así que cuando nos reconoció, nos dejó pasar saludándonos como si hubiese sido ayer que estuvimos de estudiantes en esa escuela; cruzamos áreas verdes y llegamos al auditorio, dónde Poncho se encontraba ensayando con sus alumnos; Flavio y yo decidimos esperarlo a que terminará, así que nos sentamos en las gradas y observamos; Poncho no ha cambiado en nada, sigue igual, se conserva, por algo le apodaban "Dorian Gray" pues se mantenía igual, ¡colágeno puro! Jajajaja.

En la espera, Flavio algo inseguro, me preguntaba. – Oye, ¿puedo preguntar algo?

– Le miré, sonreí y dije. – Ya preguntaste algo.

– Él se reía diciendo. – No, no, o sea, bueno, preguntaré, espero no regarla.

– Le dije sonriendo. – Tú pregunta, yo sabré si respondo o no.

– Bien, entonces, de ser así. – Hizo una pausa y lanzó la pregunta. – ¿Has hablado con Renzo o sabes algo de él?

– Auch, mejor ni hubiera preguntado jaja, bueno lo hizo, así que respondí. – No, no he hablado con él ni chateado, nada, o sea ni en mi cumpleaños me escribió el muy cabrón, me escribió a los dos días que finalizó el juicio y le respondí normal, pero no he tenido curiosidad de saber de él ni de averiguar más; no te mentiré que en un principio si estuve de espía en sus redes sociales y tratando de saber qué hacía y cosas así pero luego de un tiempo entendí que no debía actuar igual de inmaduro que él; de hecho en Diciembre que él vino traté de mantenerme ocupado con mi familia y evitar cualquier lugar en el que pudiera encontrármelo; afortunadamente nunca lo vi, pero sí supe que andaba aquí en la ciudad; como te dije, me obsesioné un poquito y estuve indagando sobre su vida, pero de un tiempo después hacía acá, nada, vaya ni con Sofía platicó, así que ya fue.

– Flavio hacía un gesto algo incómodo diciendo. – Entiendo, entiendo, no sabes nada entonces.

– Ahora fue mi turno de cuestionarle. – ¿Tú si sabes algo, verdad?

– Flavio me miraba diciendo. – Sí, de hecho Keila y Bimba lo saben, pero no queríamos decirte nada, de hecho no queremos que lo sepas, pero creo que ya la cague y debo decirte.

– Me sonreí diciendo. – ¡Sí, la cagaste! – Suspiré y le dije con una palmada en la pierna izquierda. – Dime, digo, si no me entero hoy, me enteraré en unos días o semanas, así que, échalo.

– Flavio decía mirándome. – ¿Seguro?

– Sí hombre, sí, vamos. – Hablé seguro de mí y que no me desbordaría en llanto.

– Bueno, pues aquí voy, resulta que Renzo hace como un mes anunció que su estancia se prolongaría pero ahora estaría en otro punto de Europa, para serte sincero no recuerdo donde, pero el asunto es que él se quedará más tiempo allá, pero antier Keila le comentó a Bimba que el motivo era por una persona y no por razones profesionales.

– Cuando mencionó una persona, sentí frío, pero a su vez entendí que él no era el amor que necesitaba, ni alguien que me pudiera ser fuerte, de hecho no lo era, aunque ustedes en un instante pensaron que sí, pues resulta que no.

Flavio continuaba diciendo. – Esa persona es una chica, una chica con la que últimamente ha subido varias fotos con ella abrazados; Bimba le platicó a Keila al averiguar más sobre esa chica y bueno ellas me dijeron a mí y quedamos en no decirte nada, por tu bien, pero ahora ya lo sabes por qué la cagué horrible, espero ellas no me vayan a matar por decirte.

– Entendí que no era el amor de mi vida y que no habría oportunidad de regresar ¡Es una chica su relación!; muy en mis adentros fue un coraje de esos terribles, pero me contuve y mucho; deseaba destruirle con los ojos, pero supe manejar mi mal humor y canalicé ese mal carácter, suspirando; al ver que Poncho había finalizado su clase; me levanté y dándole la espalda a Flavio le dije serio.

– Pues que bien por él, esperemos que con esa relación haga feliz a su mamá y aprenda a ser valiente y a enfrentar consecuencias, no le deseo mal; (en realidad si le deseaba mal); al contrario, mucha suerte con su relación y que la lleve bien bonito, después de todo él no era para mí; que tenga el éxito seguro y se formé como un gran músico, le deseo lo mejor.

– Flavio se levantaba preguntando. – ¿Seguro?

– Para luego yo decir. – ¡Sí Flavio, sí!, ahora a lo que vinimos.

– Flavio no esperaba mi reacción, seguro esperaba que me derrumbará e hiciera berrinche, pero en este instante no era el ideal ni correcto, estábamos en una misión para auxiliar a Starenka y Áyax, así que mi carácter debía concentrarse más en apoyarlos que pensar en Renzo y su nueva relación.

Poncho secándose el sudor con su toalla, nos miraba, se sonreía y bajaba del escenario diciendo contento. – ¡Hola mis muchachos!, ¿Cómo están?, qué gusto verlos.

– Ambos nos sonreímos; aunque mi sonrisa era algo forzada, pues por dentro estaba que me llevaba el demonio y quería hacer un caos en toda la escuela, pero debía ser prudente.

– Hola Poncho, ¿Cómo estás? – Flavio estrechaba su mano con la de él.

Yo reaccionaba diciendo. – Hola, Poncho, qué gusto en verdad.

– Él se sonrió un poco agitado diciendo. – Pues el gusto y sorpresa son míos, no los había visto desde hace mucho tiempo.

– Cambiaba el tono de voz, un poco serio. – Supe lo que le sucedió a Jacqueline y lo lamenté mucho, me entristecí, aunque no pude estar en su velorio, le envié un hermoso arreglo como lo era ella, hermoso, recuerdo que estuve en un festival de baile en Veracruz con mis chicos y bueno, me lamenté mucho, en verdad lo siento.

– Poncho quería muchísimo a Jacqueline, era su bailarina favorita y procuraba siempre hacerla lucir en presentaciones; así que cuando nos dio el pésame su rostro cambio y de verdad se notaba que lamentaba su pérdida.

Flavio y yo comprendimos y regresando con su actitud alegre, él preguntó. – ¿Puedo saber qué hacen por aquí?

– Tomaba agua y decía después. – Las oficinas están allá; (señalaba hacía atrás); para que vayan a ver a la directora Laura, de mí es raro que vengan ex alumnos a verme.

– Yo miraba a Flavio y él a mí; no sabíamos quién iba a decirle; entre que nos decidíamos él tomaba agua.

– Esta bien, yo hablaré, por qué te quedas mudo Flavio. – Dije algo exaltado.

– ¿Qué es lo que sucede? – Poncho nos miraba algo desconcertado.

– Perdón, es que no encontraba cómo decirle. – Flavio reaccionando.

– Poncho cuestionaba intrigado. – ¿Decirme qué?

– Flavio se destrababa por fin y comentaba. – Vinimos a, pues a, es que queríamos saber si tú podrías ayudarnos con algo, la idea fue de Job que tú nos apoyaras, pero la cosa es así.

– Flavio le comenzaba a desglosar su plan, yo complementaba con unas cosas y Poncho entendía la situación, pero serio, nos dijo.

– Me da gusto que este concurso sea con causa, pero es muy poco tiempo para ensayar y los días que ustedes proponen son relativamente poco tiempo, por mucho compromiso que ustedes pongan dudo de verdad que sean constantes, no lo digo en mal plan, pero siento que ustedes no podrán sacar adelante esta idea, el intento se vale chavos pero no lo veo tan concretado, el bailar hip-hop y urbano no son complicados, pero la exactitud en el hip-hop y Bronx son bastante parejos, sin margen de error, lo siento, lo veo complicado chicos.

– Nos miramos nosotros dos y dije desanimado. – Bueno Poncho, muchas gracias de todas formas, lo intentamos como dices, pero no se concretó, ojalá Tavo acepte y pueda apoyarnos, en verdad gracias.

– Poncho su reacción fue de WTF al escuchar el nombre de Tavo, así que rápido reaccionó. – ¿Dijiste Tavo?, ¿o sea que yo era su primer opción?

– Flavio contestó con sonrisa. – Sí, así es.

– Flavio entendía mi intención; pues cómo sabía que Poncho no toleraba en nada a Tavo, aceptaría si escuchaba que él sería nuestra siguiente opción en caso que él dijese que no; así que como hay competencia entre ellos, el que supiera que Tavo podría ser nuestro coreógrafo, eso le haría cambiar de parecer; ¡ay, hasta yo me enrede en lo que dije!; creo que eso de ya no tomar el medicamento me está afectando cerebralmente; a ver si, sí, ya recapacite y según yo si lo dije bien, pero si no me entienden, amm... entonces si estoy muy mal ya.

Tras platicar un rato con Poncho y negociar bien sobre su apoyo, él nos sugería que mejor viniésemos a practicar aquí en el auditorio; él tenía influencias para que nos dejarán entrar; aquí pues teníamos más espacio y habría mejor coordinación, además de que habría apoyo extra de su grupo de baile para montar los pasos de la coreografía; al celular, en nuestro grupo, Bimba y Keila escribían que Tavo no había aceptado debido a que él tiene tres equipos inscritos en el mismo concurso al que vamos nosotros, por lo que podría ser algo malo para nosotros, sería como sabotaje para no ganar nosotros y cualquiera de sus equipos; nosotros le platicamos eso a Poncho y eso le sirvió para motivarlo a que nos montará la coreografía; así que a él lo agregamos a un grupo de mensajes para que así él diera sus indicaciones; él se mostraba bastante rígido en sus órdenes; lamentaba las pérdidas de nuestros compañeros antes que nada, para luego seguir diciendo lo que debíamos de hacer para poder lograr el primer lugar; se avecinaban días tensos de mucho ensayo y yo mintiendo acerca de mi estado de salud; ¡no me he tomado ninguna pastilla desde hace varios meses!; para ser precisos desde que salí del hospital hasta la fecha; y cómo dicen, uno nunca sabe lo difícil que es elaborar una mentira, pues hay que crear varias más para sostener la primera; hubo llamadas del hospital sí, las estuve desviando para que nadie de mi familia supiera que yo no estaba asistiendo más a las consultas de chequeo; ya saben mi motivo, deseo morir, morir y ya; gran trabajo era el fingir que estaba bien, cuando por dentro era un "no, no lo estás".

Poncho se presentaba oficialmente en persona con mis compañeros de baile; estábamos todos listos, todos menos Sofía a quién no se le invitó debido a que ella viajaría con su familia para conocer a la novia de Renzo; así que ella quedaba exenta de su presencia; regresando a nosotros, Keila y Bimba se enteraban de la regada de flores que hizo Flavio al decirme lo de Renzo; pero no pasa nada, sin llorar, todo cool y yo fresh; no hice berrinche eh, no me deje llevar por los malos sentimientos, al contrario, canalicé las cosas; los días pasaban, los ensayos eran muy intensos, bastante diría yo; notaba que estaba perdiendo peso, así como energía, así que recurría a las barras energéticas y las bebidas con exceso de cafeína; me ponía todo intenso, más de lo que ya; mi mamá se preocupaba y estaba como gallina sobre mí, me preguntaba sin fin de cosas y yo así como de "hasta ahora te viene importando lo que haga o deje de hacer"; mi hermana lo mismo, haciendo preguntas, tratando de saber que haría próximamente y mi hermano pues, él no se metía mucho, sólo me decía que me cuidará; mi papá, bueno él es punto y aparte, con él nunca ha habido muy buena relación, así que él era como un cero para mí a mi izquierda; lo vi un par de veces en la calle con su "novia" pero pues hasta ahí, le ignoré y me ignoró, como desde un principio debía ser.

Pasaban dos semanas y los ensayos estaban intensos, lo que notaba es que el bailar hip-hop estaba haciendo que mis piernas se tonificaran y mis brazos igual, eso me ayudaba a que no se notará tanto mi pérdida de peso; la planeación de nuestra presentación estaba lista, sólo debíamos pulir exactitud y que todos estuviésemos parejos; ¿el vestuario?, súper sencillo, ellas un short de camuflaje militar y una playera negra y blanca pegada, tenis negros y una gorra; nosotros, pantalón camuflaje militar, playera entallada blanca y negra, tenis blancos y gorra; nuestro grupo era un número impar y había más chicos que chicas, así que la idea de Poncho fue ponerme a mí en la primer parte con las mujeres Bailando "Buttons" de las Pussycat Dolls ; ¡Poncho se atrevió a elegirme en llevar el grupo de ellas!; me daba mucha pena, pero tenía que lograrlo; en la segunda parte entraban ellos teniendo a la cabeza a Flavio con "Get Busy" de Sean Paul ; ¡Flavio baila genial!; lo he visto bailar y se mueve bastante bien, debo decir que ha mejorado mucho, luego de ser un tronco, se ha vuelto un trompo bailando y me impresionaba que la fuerza en sus piernas y brazos se acrecentaba para las piruetas y forma de moverse sobre sus manos; ¡Y no, no piensen que me gusta!, ¡no!; para finalizar uniendo ambos grupos, "I'm still in love with you" de Sean Paul; la pista tenía un total de 3 minutos con treinta segundos; le había quedado muy bien a Noá, quién fue el que aprendió en dos días a como mezclar canciones; ¡ya estamos a unos días de que sea el concurso, nervios!

El concurso ya era en unos días y ¿adivinen qué me paso?; ¡pues me puse mal!, comencé con fiebres cada seis horas y era a 38° no aumentaba a más, pero ¡auxilio!, me debilitaba pero tenía que mantenerme firme y a las vivas, porqué sólo hay tres días para la primer etapa y se vienen cosas extremas.

Para bajar las fiebres tuve que ir solo a esos consultorios del Dr. Feliz; allí tuve que esperar a que me atendieran y me moría del cansancio y del malestar en los huesos; ¡me sentía de la chingada!, pero era lo que me estaba buscando por no tomar el medicamento, morirme.

Cuando pasé, me tocó una doctora joven que al verme, me preguntaba. – Buen día, ¿su nombre es?

– Yo con cara de auxilio me desmayó, respondí. – Job Cáceres Rivas.

– ¡Otra vez las encuestas!

– ¿Edad? – Veintidós años. – Respondía con ganas de llorar.

– ¿Cuál es el motivo de su consulta?

– Y me solté, pero no del estómago, sino que me solté en decir mis síntomas sin mencionar que soy VIH.

– Pues he tenido temperaturas de 38° en los últimos dos días, me la he controlado con paracetamol, pero comencé a tener dolor de articulaciones y no sé qué sea, he tenido malestar en la garganta.

La doctora me miró y se levantó de su asiento, se colocó sus guantes esterilizados y me comenzó a examinar el cuello, la mandíbula y luego me dijo. – Abre bien grande la boca y saca la lengua.

Lo hice, me alumbró con su lamparita y con una lengüeta me sumió mi lengua y su expresión fue de. – ¡No pues sí!, tienes una muy fuerte infección, tienes hasta unas posibles úlceras en la garganta, necesitas de antibióticos y no te vendrían mal unos análisis de sangre.

– Me espante feo, o sea sí me quiero morir pero rápido no lento y en completa agonía.

– ¿Análisis de qué tipo? – Pregunté con molestia para hablar.

– Job tienes una infección fuerte, unos análisis descartarían cualquier cosa, preguntaré sin ofender, ¿has tenido relaciones sexuales últimamente?

Mis ojos sobresalieron, me sonrojé y obviamente me puse nervioso. – ¿Ah, eh, este?

La doctora amablemente habló. – Disculpa incomodar, sólo que es parte de la rutina, para ir descartando, no juzgaré en lo absoluto, sólo es por tu salud, pues lo que tienes en tu garganta es poco común y es una señal de una muy fuerte infección, aun así haré una receta y una orden para unos análisis clínicos.

Mi nerviosismo se apoderó de mí, me sentía fatal, la doctora al verme, comentó. – Mira, te doy la receta, compras tus medicamentos, jeringas y si gustas aquí puedo inyectarte de una vez para que vayas combatiendo esa infección, ¿te parece?

Tomé la receta y me levanté, me mareé y ahí fue cuando me preocupe, me dio miedo y entre mí me cuestioné. ¿De verdad quiero morir?

Salí, muy mal, muy agotado, fui a farmacia, cualquier corriente de aire me hacía sentir que me estaba helando; me surtieron los medicamentos y regresé con la doctora para que ella me inyectara; ¡Qué dolor!, ese antibiótico no duele, arde, es terrible, pero valió la pena, pues tan sólo unos minutos después de haber agradecido la atención y de camino a casa, comencé a sudar bastante, mucho, tanto que al llegar a mi casa el apetito se me abrió, quería comer, pero antes, debía quitarme la ropa sudada; bueno, y como era de esperarse mi mamá estaba como águila al pendiente de mí, viéndome muy meticulosamente, me analizaba pero no decía nada, sólo me cuestionaba que si quería comer algo, mi respuesta fue obvia y ella me atendió; algo raro ya que por lo regular la comida se prepara pero cada quién se sirve y se atiende solo, pero esta ocasión no fue así; tras comer, iba a lavar mis platos pero mi mamá me impidió eso, me miró y sólo cuestionó.

– ¿Te sientes mal verdad?

– No, no me siento mal, sólo estoy cansado.

Una respuesta inmediata ante una interrogante; me di la vuelta y la deje, sé que ella se quedó con pendiente y preocupación, pero no me gusta que ahora que estoy "enfermo" me estén tratando como si fuese de papel, ya sé que estoy enfermo, pero con sus tratos me lo recuerdan una y otra vez y eso es tráumante para mí.

Estando en mi recamara, me puse en contacto con Keila y Bimba para decirles que había tenido que ir de urgencia a un consultorio del Dr. Feliz y les comenté como estaba el rollo; ambas saben inyectar así que quedaron en que la siguiente inyección cualquiera de las dos me la aplicarían y bueno, un alivio para mí, pero de verdad me sentía débil y agotado, así que preferí dormir; a la mañana siguiente y luego de haber tenido un sueño bastante extraño, me levanté sintiéndome mejor, no tan exhausto pero bien, revisé mi celular y teníamos cita de ensayo en unas horas, así que me bañé, aliste mi ropa y salí de mi habitación con una jeringa, algodones, alcohol y el medicamento; mi mamá ya estaba despierta y me preguntaba.

– Hola hijo, ¿Cómo amaneciste?

Me sonreí, respondiendo. – Bien, dormí bien, gracias.

Ella se volteo diciendo. – Se te ve mejor expresión, no que ayer parecías un cadáver, en serio que te veías muy jodido hijo, de por sí estás flaco y a cómo te veías peor.

Saben que es lo incómodo y triste de este caso, que tu propia madre te critique y no mida sus palabras, sabiendo que lo que tengo es algo que me va a consumir de poco en poco y que no se puede hacer mucho, aunque se esté uno medicando con los antivirales a la larga estos perjudican tanto al organismo que si bien no mueres por el virus mueres por alguna falla de órganos importantes como el páncreas, hígado o riñones; pero bueno ese no es el asunto, lo que sí es que me lo diga así mi mamá sin medir lo que puede llegar a causar o provocar en mí.

Yo me voltee, la miré serio y dije. – ¿Pues qué quieres?, ¡Sabes que estoy enfermo! ¿No?

– ¡Ay perdón!, vaya despertaste de mal humor, no se te puede decir nada porqué luego, luego, contestas de mala gana y agresivo, que culpa tengo yo de tus frustraciones.

Uchale, eso sí me caló y gacho neta, así que me giré mirándola con rencor y exclamé. – ¡Frustraciones!, ¿Tú cómo madre qué sabes de frustraciones?, ¡dime!

– Ay no, mejor me voy, no sé ni para que hable, estas de insoportable.

Mi madre estaba por retirarse y yo la sujete del brazo y la jale hacía mí diciendo. – ¡Tú sólo hablas por hablar, por qué dios te dio boca, pero no sabes ni si quiera de cómo me siento!

– ¡Suéltame que me lástimas! – Ella mirándome de forma distinta, con temor podría decirse.

Me aparte de ella, conteniendo las ganas de llorar diciendo. – Siempre con tus comentarios negativos, tus críticas, tus palabras, siempre tienen que dañar, no sabes nada de cómo me siento, sí estoy bien, si el medicamento me ayuda o me perjudica, no sabes nada, no estás en mi cuerpo, no vives lo que yo, así que si quieres darme una observación más de mi aspecto y de cómo me veo hazla, ya sólo para eso sirves mamá, pues para otra cosa no, para brindar apoyo y más, ni eso, comienzo a pensar que desde que sabes de mi diagnostico te da una rabia o cierta repulsión de que haya resultado homosexual y de que te hayas tenido que enterar de dos noticias a la vez.

Me di la vuelta conteniendo mi furia y ella cuestionó. – ¿No vas a desayunar?

Sin mirarla contesté. – No, me quitaste las ganas de desayunar aquí, veré que me compraré afuera, adiós.

Me salí, solté de golpe la puerta, me puse mis gafas y mis audífonos y escuchando música me deje llevar por mi enojo, mi coraje, mi resentimiento, mi no sé, mi tristeza, la decepción; en eso recibí un mensaje de Flavio que esperaba verme un poco antes en el ensayo pues quería hablar sobre la música, sin embargo no estaba de ánimos así que le escribí diciendo que mejor eso lo viese con Noá y Katia, que yo llegaría a la hora porque tengo cosas que haces; él me preguntaba que ocurría y simplemente lo dejé en visto, no quería que mis problemas lo invadieran.

Mientras iba buscando que desayunar, me encontré a la doctora que estaba llegando a su consultorio del doctor feliz y ahí me le acerque preguntando.

– Buenos días doctora, ¿puedo hablar con usted de rápido?

Ella sonriendo. – Sí claro, buenos días, sólo deja que abra y entramos, ¿le parece?

Unos segundos transcurrieron y entramos; ella acomodándose me preguntaba. – ¿En qué puedo ayudarle?

Antes de comenzar con mis preguntas, fue cuestionar si habría un costo. – ¿Tendré que pagarle por esto?

Ella se sonrió diciendo. – No, no para nada, pregunté.

Me senté, nervioso y la primera fue. – ¿Usted cree que esto que tengo sea por qué?

– ¿Por? – Me miraba curiosa.

– Por qué yo... yo... yo soy VIH.

La doctora seria hablaba. – Bueno pues sí, lo sospechaba, por eso hice esos cuestionamientos, ahora bien, no tienes por qué preocuparte, ya que si estas tomando tus antivirales no hay problema alguno y con los antibióticos podrás estar sano en cuestión de unos tres o cuatro días; y ya sabiendo lo que sospechaba debo decirte que lo que tienes es mononucleosis infecciosa, desaparecerá con los medicamentos que ayudaran a reforzar tu sistema inmune, no te sientas mal, estarás bien, ánimo, tendrás una calidad de vida superior a los cincuenta años, así que sigue cuidándote y no dejes que corrientes de aire helado te den directo, ¿algo más que quieras preguntar?

Suspiré, fingiendo tranquilidad, sólo dije. – Gracias, no, sólo era eso, gracias en serio.

– De nada, para servirte, ¡ah!, antes de irte por cierto, si deseas que te inyecte podrías venir, son veinticinco pesos por la inyección, así que puedes venir antes de la hora que te toca o un poquito después pero debes dejarte inyectar.

Sonriendo fingidamente, hablé. – Gracias, sí no se preocupe, vendré.

Me salí y obviamente no regresaría a que me inyectará ya que les había dicho a mis amigas que cualquiera de ellas lo hiciera.

Mi frustración de saber de qué por culpa del VIH estaba teniendo otras enfermedades, me hacían molestar y enojar conmigo, con la vida, me ponía en una encrucijada, sí tomaba el medicamento estaría bien pero con esas sensaciones terribles que viví de confusión, ataques de nervios, pérdida de memoria a corto plazo y problemas de sueño, de seguir sin tomarlo, me sentiría bien por un tiempo, sin embargo tendría que cuidarme mucho más de no contraer una gripe o una infección pues sería fatal para mí y me llevaría directo a ser internado o morirme; qué desde un comienzo he deseado tanto el morir pronto, pues no tolero más vivir así gracias a un desgraciado que me perjudico la vida para siempre; mis pensamientos me bloqueaban tanto que ni prestaba atención a la música que estaba escuchando y cuando me di cuenta, estaba en el parque central, respirando un rico aire puro, me senté en una banca y me quedé mirando a la nada, pensando en todo y a la vez siendo un nada.

Las horas pasaban y al ver mi celular, ¡ya era tarde!, tenía media hora de retraso de los ensayos y eso no estaba bien debido a que estamos contratiempo para el concurso que debíamos de ganar a como dé lugar; me levanté de la banca y corrí lo más rápido que pude para llegar, corrí a pesar de que estaba débil por la infección, corrí; una vez llegando, me fatigue mucho, me detuve en la entrada y respiré, traté de normalizarme y de estar calmado, pues no quería verme tan jodido; de la entrada a los ensayos, caminé naturalmente y como si nada, sólo que mi rostro decía lo contrario; al verlos, ellos ya estaban ensayando sin mí y nuestro amable coreógrafo me miraba con enojo; ¡mil disculpas por ello!; acabó la primer ronda de ensayos y al voltear Keila, Bimba y Flavio me vieron, me saludaron, pero me miraban atentos, yo sacaba mi mejor actitud y la mejor actuación que pude ofrecer para no verme tan mal; me cuestionaron porqué había llegado tarde e invente una excusa que no era tan excusa y fue en decir que me había peleado con mi mamá por un mal entendido; se la hayan creído o no, eso fue lo que me salvó de un regaño más.

1... 2... 3... y música; todos tomamos nuestros lugares y comenzamos a entregarnos al ritmo, me sentía con energía, me sentía bien, entusiasmado porqué algo me decía que si íbamos a ganar, le estamos poniendo un buen de ganas y vamos bien; sólo que hubo un problema grande, ¿saben o se imaginan cuál?, ¿no?, ¡ay, pues!, se me había olvidado desayunar y tras tres horas de ensayar sin tomar agua, con las fiebres, la infección y mi malestar que me estaba aquejando, mi cuerpo no resistió y decidió hacer un reinicio; en una de las vueltas, brincos y movimiento de espalda y piernas, sentí que me debilitaba de las extremidades inferiores, se me nublaba la vista, el frío me invadió y como árbol cortado me caí; mi desvanecimiento fue mitigado por Flavio y Noa quienes me alcanzaron a sostener antes de caer totalmente al suelo, siendo ellos quien me amortiguaron; me perdí, no supe de mí, aunque mi inconsciente oía voces al fondo, muy al fondo y las imágenes en mi cerebro se proyectaban indicándome de que ya había transcurrido un año y más de aquel accidente.