¿Por qué a mí? Capítulo 2

Las malas noticias siempre son las primeras en llegar, Job se encuentra en una situación complicada debido a sus resultados de laboratorio y lo hará en dudar en si continuar o no.

Hola, gracias por el apoyo brindado al primer capítulo, agradezco mucho, espero tus comentarios, criticas y sugerencias

así como también me contactes en FB; repito que esta historia esta basada en hechos reales y tiene bajo contenido

erótico y sexual, por lo que si buscas algo de esa clasificación, te recomiendo leer mis relatos cortos y únicos.

Capítulo II

Sea lo que sea será.

Son las… Son las ocho de la mañana; ¡vaya!, no dormí, en serio, no dormí mucho, más por estar pensando en mis resultados de laboratorio; veré que desayuno y posteriormente a los ensayos; yendo a la cocina me percataba que mi madre no estaba y mi hermana tampoco; así que por lo consiguiente no había algo de comer; pero no importa, tengo manos; puse un poco de música; me gusta la música electrónica, la de los noventas y la actual; soy fanático popero e idolatro a grandes musas del pop.

Al ritmo de Kylie Minogue, sacaba del refrigerador dos jitomates, tres huevos, cebolla, cilantro y mantequilla; colocaba el sartén especial de teflón de mi mamá, prendía la hornilla de la estufa y dejaba caer un cuadro de mantequilla; en lo que se derretía, presuroso rompía los huevos, los batía con una pizca de sal; picaba en trozos finos la cebolla, el cilantro y por último el jitomate; una vez realizado eso, incorporé poco a poco las cosas en el sartén, procurando no quemarme o salpicarme de grasa; movía los ingredientes para al final, derramar el huevo bien batido; tapaba el sartén y me preparaba mi café.

De momento, me di cuenta de unas gotas de sangre sobre la orilla de la estufa y en la tabla de picar, dudoso me miré mi mano y, ¡oh sorpresa!, me había rebanado mi dedo; la sangre continuaba emanando y allí me percataba que mi coagulación no era tan buena; me lavé, me puse un algodón con alcohol; aunque me ardió hasta la conciencia; por lo menos mi dedo medio de la mano izquierda dejaba de sangrar; le apagaba al sartén; mis huevos a la mexicana olían deliciosos, babeaba por el aroma; me serví en un plato, calenté unas tortillas y a desayunar.

Mientras escuchaba mi música, revisaba los Whats; Bimba estaba molesta y sólo me ponía emoticonos; en los grupos en los que estoy, puras imágenes y babosada y medía escribían; y seguía el chat de Claudio; un amigo que conocí tras haber estado un grupo de citas de mi ciudad en WhatsApp; me pedía consejos de vez en cuando; y también me presumía su vida sexual tan alocada; casi igual como la mía.

Entre él y yo no se dieron las cosas para una relación por dos razones; la primera era que es de familia adinerada; pero con conflictos por herencia y tenía ciertos buitres tras el dinero; eso como que complicaba las cosas, pues fuera a pensar que andaría con él por interés y no porqué en realidad me gustaba; la segunda razón era, que nuestras diferencias de edades, también nos hacían ver la vida y las cosas de formas muy distintas; ambos teníamos ideas contrarias, lo que en una relación sería el TNT para un truene seguro; por tal motivo, terminamos siendo amigos y él me presentaba a su mejor amigo Samuel; un compinche suyo que tuvo en sus andanzas de juventud con hombres de abolengo; los dos son diez años mayores que yo; así que era lógico que entre nosotros no se daría nada, por nuestros piques de pensamiento.

Bueno regresando a Claudio y su chat; él estaba mandándome audios para platicarme su aventura de ayer; pero él como es junior, pues prácticamente duerme hasta que se le hincha la gana; sólo que milagrosamente, cuando le mandé mensaje, me leyó y enseguida me marcó, para decirme. – Hola amigui, ¿qué dice la buena vida?

– Yo le respondía pasándome el bocado. – Pues la buena vida no sé, la mala mucho, pero, ¿y ese milagro que estás despierto a esta hora?

– Él bostezaba alegándome. – Pues debo ir a ver a mi doctor, ya se me acabaron mis antidepresivos y necesito más.

– Le decía con cierta preocupación. – Ya deberías dejar de tomar medicamentos y tratar de salir de ese bache, ya hemos conversado de eso, pero sigues igual.

– Se puso serió Claudio y me dijo. – Sí tienes razón, pero las necesito, imagínate sí no las tomó, estaría como tú, con una vida mediocre amigo.

– Strike uno; yo incomodado, dije. – Tienes razón, no vayas a ser como yo, ¿a qué se debe tu llamada?

– Claudio en tono sarcástico hablaba. – Pues fíjate que tuve un acostón que me dejó seco, el tipo me hizo un oral, que casi me saca el espíritu; lo conocí en la aplicación; cosa que deberías de hacer tú y cambiar esa vida tan aburrida que llevas y según tú eres feliz; bueno el caso es que ese tipo, no recuerdo su nombre, me lo mamo delicioso, tenía unas nalgas redondas, grandes y lampiñas; a punta de salivazos le metí el puño en su culo, nunca había hecho eso; Samuel me dijo que soy un sucio pervertido; pero aquí no acaba amigui; besaba delicioso, se movía muy rico y se dejó coger a pelo; el problema es que, creo me gustó para algo; se vio tan lindo, cuando terminé dentro de él; se acostó en mi pecho y sin importarle mi ronquera, dormimos un poco; claro obviamente le pedí la mitad de la habitación de hotel, pues no soy pendejo para que me utilicen y exploten; ¿qué hago amigo?

– Strike dos; para no ser mala onda, dije. – Bueno, en primera, se citaron para tener sexo, no para conocerse bien, tú tienes esa idea absurda de que a las personas se les conoce mejor en la cama qué en una cita normal; te pregunto y respóndeme en serio, ¿te gustó físicamente o sentimentalmente?

– Claudio hizo una pausa, titubeo un poco y bostezó respondiendo. – Pues eso es lo que no sé, pero es bien lindo, me mandó mensajes de buenas noches, que soñaría conmigo, y hace rato me escribió, qué le gusté mucho, y que hago el amor muy rico; amigo, tal vez dejé la soltería; deberías de bajar la aplicación y usarla, te digo que te hará bien, necesitas sexo en tu vida tan vacía; mira este chico no es muy guapo, es sencillo, pero lindo, además de que tiene un tremendo culazo que enamora; ay amigo, ¿qué hago?

– Strike tres; sus comentarios tan “sugerentes” me estaban molestando y como ya era la tercera, hablé. – Bien Claudio, como dices que mi vida es tan vacía, aburrida y mediocre; ¿por qué pides consejos a mí?, pídeselos a Samuel, él tiene una vida exitosa aparentemente, así que adelante, yo sólo puedo decirte qué; recapacita tus sentimientos, analiza las cosas, no te dejes llevar por tu estado de depresión y por la soledad que tanto te acongoja y en cada tipo con quién te acuestas, te enamoras o comienzas a sentir algo que al final resulta no ser lo que es; sí valoras mis consejos para seguir requiriéndolos, pues entonces ten en cuenta lo que te digo; conoce y trata a las personas en una cita normal y no en un cuarto de motel para coger.

– Claudio seriamente, parló. – Sí tienes razón amigo, bueno, pues a ver qué pasa, en lo mientras te dejo, me alistaré para ir a donde te dije y a ver si en la tarde nos vemos para tomar el café y platicar sobre los estudios que te hicieron ayer, hasta luego amigo.

– Claudio me cortaba la llamada; me percataba que su tono de voz fue distinto luego de haberle dicho eso último, pero es que a veces él se comporta como un inmaduro adolescente y no como un hombre de treinta y cuatro, casi treinta y cinco años.

Continuaba desayunando y justo cuando estaba por darle el último bocado, me llegaba la notificación de correo, anunciándome que mis análisis clínicos ya estaban; que podía recogerlos en cualquier instante; sentí un alivio enorme, ya que me habían dicho que estarían hasta en la tarde; pero de ser lo contrario, quería decir que yo estaba totalmente sano; de ser así, podré bajar la aplicación que Claudio usa y pues, poderme dar un gustito pequeño.

Continué desayunando, tomaba otra taza de café y revisaba el Facebook como siempre; me enteraba de chismes, de parejitas nuevas, de rompimientos, de embarazos y así… Meditaba entre cada cosa que leía, si de verdad mi vida es tan vacía y miserable como Claudio me lo dice; sacudí mi cabeza y me dije. – No seas tonto, no hagas caso a la envidia de Claudio; pues eso es lo que tiene; envidia a qué tienes una vida libre de antidepresivos, temores y miedos, así que tranquilo.

– Me relajé o más bien me traté de relajar y en eso, recibí otra notificación a mí teléfono.

Eran del laboratorio, que me enviaba los resultados restantes; me dio miedo, me helé, me quedé sentado mirando mi teléfono, no sabía qué hacer, estaba atónito; me arme de valor, con las manos temblorosas, frías y nervioso, tomé mi celular y me metí a mi correo.

Abrí el mail y aunque no tengo idea alguna de la interpretación de resultados, comencé a leer con voz entre cortada y vigilando a qué no llegará alguien a casa. – Tiempo de protrombina, resultado 18.8 segundos, valores de referencia 10.0 a 18.0; INR resultado 1.05; tiempo de tromboplastina 30.8 segundos, valores de referencia 0.0 a 40.0

– La verdad estaba confundido y no entendía nada de esos resultados, si estaban bien o no, nervioso, pasaba al siguiente resultado leyéndolo casi con la boca seca. – ACS. Anti hepatitis “C” resultado negativo, valores de referencia negativo; ¡al menos hepatitis no tengo!

– Suspiré y leí el siguiente resultado. – Antígeno Australia de hepatitis “B” resultado positivo , valores de referencia negativo.

– Dejaba caer mi teléfono en la mesa, sudando, me toque el estómago del costado del hígado y dije. – ¡Tengo hepatitis!, bueno eso no es tan malo, se cura con cuidados especiales, es mejor eso a tener lo otro.

– Tenía un total desconocimiento de la enfermedad, puesto que hay varios tipos de hepatitis y no sabía cuál es el más peligroso; agarré mi celular y pasé al siguiente resultado del estudio de determinación de citometría hemática completa.

Leyendo con voz suave. – Eritrocitos resultado 3.94, valores de referencia 4.50 a 5.80; hemoglobina 13.7, valores de referencia 13.5 a 17.5, hematocrito resultado 43.6, valores de referencia 40.5 a 52.5, volumen globular medio resultado 88.3, valores de referencia 83.0 a 100.0, hemoglobina globular medio resultado 28.8, valores de referencia 28.0 a 32.0, concentración media de Hb globular resultado 32.7, valores de referencia 32.0 a 34.5, RDW resultado 14.8, valores de referencia 11.6 a 14.0; plaquetas resultado 138, valores de referencia 150.00 a 400.00; VPM resultado 9.8; leucocitos totales resultado 3.750, valores de referencia 4,500 a 11,000.

– Paré de leer, me sentí confundido entre unos resultados y otros; ni idea de lo que me leía; me salté esos y pasé al más importante; anticuerpos anti HIV 1 + 2; me dije con voz entre cortada antes de mirar el resultado. – Sea lo que sea será y quede lo que quede de mí.

– Bajaba al resultado, que decía. – ACS. ANTI HIV Resultado 54.4 valores de referencia; negativo < a 0.90, indeterminado 0.90 a 0.99, reactivo > a 1.0

– Suspiré, me sentí aliviado diciendo. – Bien, pues VIH no tengo, estoy limpio, sólo tengo hepatitis, sólo eso y ya.

– Me salí de mi correo, sin leer el otro; dejé mi celular en la mesa y tomando mis trastes, me dispuse a lavarlos con una tranquilidad agradable; encendí el calentador, tomé mi toalla, me metí a bañar alegremente, salí cantando, me sequé, me puse crema corporal y me vestí, tome mis cosas para el ensayo y salí de casa.

En el camino, me encontré a mi madre, que me decía algo cansada. – ¡Justo estaba por llegar a la casa para decirte lo qué pasó!

– Intrigado, cuestioné. – ¿Qué pasó?

– Mi mamá con voz suave, contestaba. – Fíjate que el hijo de los vecinos de aquí abajo, de la esquina; viste que hay un moño negro.

– Yo con prisa, decía. – Sí, sí, moño de difunto, ¿qué pasó?

– Mi madre casi discreta, me decía. – Pues resulta, que el hijo de los vecinos se suicidó, por qué según tenía sidral.

– Impactado me expresé. – ¡No manches, estaba bien chavito, creo era tres años menor que yo!

– Mi mamá, angustiada decía. – Sí, pobre, tan joven, lo qué es no saber cuidarse y andar exponiéndose a la calentura, pero ya, rendirá cuentas allá arriba, su alma vagará por lo que hizo.

– Algo en desacuerdo con su comentario, hablé. – Pues sí lo hizo, fue por no saber qué hacer, falta de comunicación familiar y sobretodo, por qué nosotros no sabemos el grado de desesperación que tenía para hacer lo que hizo; ya fue, ya pasó, no vamos a juzgar un acto que muchos decimos que es cobardía, cuando en sí es todo lo contrario por el valor y los huevos que tienen para acabar con su vida.

– Mi madre se persignaba y me decía. – Sí dios lo perdone, pero bueno, que te vaya bien, nos vemos al rato.

– Me despedí de ella, me volví a colocar mis audífonos y continué mi andar, escuchando lo que a mí me gusta.

Casi por llegar a la Academia de Música, Ballet, Arte y Danza; (A.M.B.A.D) ; en mi mente rebobinaba mi encuentro con Pedro; el chico que se suicidó; sí, con él me metí, mucho antes de que se dedicará, bueno nos dedicáramos a meternos con hombres; él y yo nunca tuvimos sexo; puesto que ambos resultamos ser del mismo rol, pasivos; pero eso no nos impidió que nos diéramos un sabroso y delicioso faje; él era más joven que yo; eso pasó cuando creo él tenía como 14-15 años y yo rondaba por los 17-18 años; besaba rico, era muy lindo, tierno; casi similares en nuestros sentimientos, pero no podíamos tener nada, el mismo rol y aparte vivíamos casi cerca, así que una relación no se podía dar.

Él sí, se destrampó en su sexualidad; más que yo; me contaban que se metía con uno, con otro, con otros, con muchos, con suficientes; qué triste que haya muerto tan joven y por una enfermedad que tiene control; ahí, mi corazón se aceleró y me di media vuelta, hice la parada a un taxi y le pedí que me llevará al hospital dónde me hice los estudios gratuitos.

Bimba mi amiga, me había visto y de inmediato me marcaba al celular con tono molesta. – ¡¿A dónde piensas ir?!

– Le respondía con prisa. – Lo siento, voy a ver un asunto que se suscitó, pero pueden ensayar, no creo que ensamblen nuevos pasos ¿o sí?

– Bimba dudando en mi respuesta, decía más calmada. – ¿Sucede algo malo, verdad?, sea lo que sea, dímelo; volviendo con lo de los ensayos, no sé si pongan nuevos pasos, sí lo hacen, te los enseñaré, ojalá no tardes.

– Con un nudo en la garganta, boca seca y apenas gesticulando palabras, le hablé. – Pasé lo que pasé te lo diré por ser mi mejor amiga, te debo colgar.

– Me veía muy mala onda, pero mis dudas me tenían desconcentrado y esa ansiedad me era imposible de controlar; por eso le cortaba la llamada de golpe a mi querida Bimba.

En el trayecto, iba pensando, meditando en todos mis errores del pasado, lo que había desaprovechado y dejado ir; llegando a la puerta del hospital, pagaba, me bajaba y caminaba para entrar al costado de laboratorios; ahí le decía a la señorita que venía por unos resultados; ella me pidió mi credencial y el papel que corroboraba la realización de dichos análisis; me decía que me esperará y en unos instantes me llamarían; suponía que únicamente me entregarían mis estudios y me retiraría, pero no fue así.

Demasiadas voces se oían de momento, en ratos silencios, hasta qué. – ¿Job Cáceres Rivas?

– Un doctor como de unos treinta y ocho, cuarenta años, pronunciaba mi nombre, luego de salir de un consultorio con un expediente en manos.

La verdad el doc no estaba nada feo; moreno, barba de candado con algunas canas, alto, de lentes, pestañas chinas, ceja delgada y tupida, cabello negro ondulado con canas esporádicas; jeje, suelo observar muy bien a las personas; bueno, él me habló otra vez.

Nervioso me levanté diciendo. – Soy yo doctor.

– Él me decía dándome el paso. – Pasé por aquí.

– Entrabamos al consultorio, él se sentaba y seriamente me dijo. – Joven siéntese, pues es un tema delicado.

– No entendía o tal vez fingía no entender; hablé. – Gracias, ¿de qué desea hablar?

– El doctor se acomodaba y extendía su mano diciendo. – Buen día, soy el doctor Javier Herrera Fábregas, especialista infectólogo.

– Estrechaba la mano, respondiendo el saludo. – Buen día, un gusto.

– Tragué saliva y pregunté. – ¿Es por lo de mis estudios, cierto?

– El doctor Javier me dijo serio. – Sí, así es.

– Tronando mis dedos, cuestionaba. – ¿Y qué tengo?

– Fingiendo demencia, pues ya sabía que tenía hepatitis.

El doctor, sacaba los resultados de un sobre y exponiéndolos en la mesa, con un lapicero me explicaba. – Miré hay ciertas anomalías en sus estudios, por tal motivo lo canalizaron los laboratoristas conmigo; aunque yo siempre digo que no lo hagan hasta estar cien por cientos seguros del diagnóstico; bueno, aquí marca que usted padece hepatitis “B”; leyendo su hoja de alta que respondió y firmó ayer, usted es homosexual, no es drogadicto y…

– Algo molesto interrumpía; mostrando mi ignorancia sobre el tema. – ¿Y por ser gay tengo esa enfermedad?, ¡o sea que ahora todos los homosexuales con creadores y portadores de enfermedades!, ¡no pues que chingon!

– El doctor me miró serio diciendo. – No, no es porque sea usted homosexual, déjeme explicarle que la hepatitis B es causada por el VHB; usted puede contraer hepatitis B a través del contacto con sangre o fluidos corporales  ya sea semen, fluidos vaginales y la saliva de una persona que tenga el virus; lo que estaba queriendo o intentar decir, era qué al no ser drogadicto ni practicar hematosis o intercambió de instrumentos punzocortantes; usted pudo contagiarse vía sexual, lo que nos lleva al otro inquietante y alarmante resultado.

– No pues, al escuchar eso, me dio el bajón, me calme, me sentí idiota, tonto, torpe, comencé a sudar, mis manos se helaron más cuando el doctor dijo. – En el análisis de ACS. ANTI HIV, su resultado arrojó 54.4; quiere decir que usted es reactivo a portar el virus de inmunodeficiencia humana.

– ¡Zas!, mi reacción fue. – ¡Eso es imposible!, ¡Tiene casi un año y medio, casi dos de qué sexo no he tenido, vaya ni fajes!

– El doctor trató de calmarme diciendo. – Joven, joven, por favor, conserve la calma, aún no es confirmatorio ese diagnóstico, por eso es necesario que se realice la prueba de laboratorio llamada Western Blot; aquí mismo y en este instante la puede realizar; es una prueba certera y nos dará un diagnóstico más conciso.

– Mi mente estaba en shock, me quede perplejo; tenía VIH y Hepatitis, ¡me voy a morir joven!, ¡todo por mi maldita calentura y grandísima estupidez!; tuve cursos, talleres y hasta video documentales de educación sexual en sexto de primaria, en secundaría y en bachillerato; pero tenía que ser un pendejo total, un imbécil.

¡Tanto que criticaba a los que se contagiaba!, ¡tanto que juzgaba y pronosticaba a otros conocidos que obtendrían esta enfermedad si seguían de culo caliente y mírame a mí!, ¡aquí don pendejo está condenado a morir!; no sabía si llorar o tomar el lapicero del doctor y clavármelo en la yugular; no lo podía creer; ¡madre santa!, ¿qué dirá mi familia cuando se entere?