¿Por qué a mí? Capítulo 19

Espero que con eso se borré de la mentalidad de muchos en que digan que el VIH es un virus exclusivo de Homosexuales, cuando en realidad no lo es así, pueden tenerlo toda persona que tenga relaciones sexuales sin preservativo, ¡así que aguas chavos y chavas!

Hola!! ¿Cómo están?, espero bien, sé que el encierro es algo complicado y tedioso, pero debemos ser pacientes y tolerantes; un abrazo a distancia.

"El último vals".

Son las 4:11 de la madrugada y no he podido dormir, tengo sensaciones raras, mi mente está muy alterada, mis pensamientos igual, me siento en la cama y me vuelvo a recostar, el techo se mueve, las paredes se ondulan, el piso de mi recamara parece de agua; sí, así me siento, como si mi cama fuera una lancha y el piso un mar salvaje; han pasado 9 días de la muerte de Jackie y tengo ya una semana tomando el tratamiento contra el virus; es una poderosa droga, toxica para el organismo, te ayuda en algo pero te chinga demasiado; no he dormido bien, a lo mucho sólo tres horas, he ido a la escuela con problemas de nervios, delirios de persecución, de ansiedad a que algo me falta, problemas de memoria muy feos y extremos; ya que el jueves en la mañana, de regreso de la universidad a mi casa, me desorienté, me perdí, no me ubicaba, sabía mi dirección, mi mente me la plasmaba, pero no tenía forma de llegar, no llevaba dinero para el taxi y en casa no había nadie, para el colmo ese mismo día olvidé mis llaves por salir a prisa y el dinero, puff... estaba nervioso y mis manos me temblaban mucho, como si tuviera mal del Parkinson, mi reacción fue de ponerme a llorar, sentarme en la banqueta y mirar al cielo iluminado por los intensos rayos de Sol; estaba desesperado, de verdad deseaba con ganas morirme; sí el VIH no me mata, al menos este medicamento me matará lentamente o me mandará directo a un hospital psiquiátrico; no paraba de llorar, hasta que de pronto un momento de lucidez me hizo reaccionar que contaba con mi celular, así, me comunicaba con mi mamá que como siempre su celular nunca, nunca lo traía con volumen alto, así que no me respondió las 14 llamadas que le realice, mi papá lo mismo, así que se me vino a la mente llamarle a Bimba.

Ella estaba aún en la universidad y atendía. – Hola, ¿qué paso Job?

– Asustado, ansioso, lloroso, nervioso, repliqué. – Amiga, por favor ayúdame, ayúdame por favor, es horrible esto.

– Bimba estaba saliendo del instituto y preocupada cuestionaba. – ¡¿Qué sucede, Job, dime?!

– Amiga, me siento mal, no sé qué me ocurre, estoy muy aturdido, este maldito tratamiento me tiene mal. – Hablaba levantándome de la banqueta.

– Control Job, respira, te oyes muy alterado, muy intenso, tranquilo, ¿Dónde estás? – Bimba me decía con calma, en lo que se detenía en el portón de la escuela.

– No sé, mi cerebro me bloquea, este maldito tratamiento me hace mal, quisiera morirme, estoy perdido, no logró ubicarme, no sé dónde estoy. – Lloraba de desesperación, hablando, sintiendo como los mareos se volvían a hacer presentes.

– Bimba comenzaba a caminar a prisa diciendo. – Bien, tranquilo, escucha, camina hacia una esquina, recuerda que ahí suelen estar los nombres de las calles, me dices y yo te alcanzó para acompañarte a tu casa, ¿sí?

– Sí, sí, está bien, lo haré, pero en lugar de ir a casa, prefiero que me acompañes al CAPASITS, estos síntomas del medicamento son muy cabrones, demasiado intensos, no los soporto. – Le decía mientras caminaba a la esquina; estando ahí, le daba el nombre de la calle y amablemente en cuestión de minutos ella llegaba a mi rescate.

Bimba estaba de acuerdo en que fuera de urgencia al lugar ese, pues sí era muy raro que me sucediera esto; aunque no llevaba mi carnet y documentos, de mala gana la enfermera me canalizaba a consulta, luego me pasaba con mi algo pesada doctora que con simplemente verle la cara de fastidio, me daba miedo decirle mis síntomas.

Ella me atendió el primer día de consulta y me hizo sin fin de preguntas muy íntimas delante de mi madre; no tuvo el tacto para interrogarme y creo que ya suficiente trauma tiene mi mamá cómo para saber más sobre mi vida alocada sexual; literalmente la doctora me dijo que era culpa mía que tuviese VIH y que nadie más era responsable más que yo por ser un pendejo; obvio no me dijo pendejo, pero fue como si lo dijese; ella con su carácter tan duro, me explicaba que una vez iniciando el tratamiento tendría secuelas que en días se desaparecerían una vez adaptándose mi organismo al medicamento; me regañó por irresponsable; tal parece no comprendió o mejor dicho no me creyó que el virus me lo transmitieron de manera adrede y como venganza, no porque yo allá querido coger sin condón por gusto, fue "la prueba de amor" hacía aquel hombre que me dijo que me amaba y me haría olvidar años de sufrimiento intrafamiliar; así fue mi primer consulta, muy horrible, el servicio del CAPATIS es malísimo, no tienen educación, tacto, mucho menos empatía, no sé si le den el mismo trato a los demás pacientes, pero vaya moditos que tienen.

Luego de eso, pasé con nutrición dónde me dijeron que estaba demasiado delgado; cosa que siempre he sido de esta estructura corporal, desde que tengo uso de razón y por ser flaquito pues con más razón les gustaba a los hombres maduros, por verme "tierno" ; la nutrióloga me mandó una dieta a la que jamás en lo que me quede de vida la cumpliré, puesto que no soy de esos que anden comiendo frutas y verduras diario, nunca he sido así, nunca lo fui, si estando sano no lo hacía, con este pinche virus menos, o sea no me van a cambiar mi forma de ser por mucho que sea por bien propio y por salud; ven como si les digo que el virus desgracia la vida y no te permite llevar una vida "normal"; en fin, pasé con servicios sociales y me realizaron de nuevo el mismo interrogatorio qué ya con anticipación me habían hecho; fueron las mismas preguntas y las mismas respuestas siempre; de reojo veía la cara de mi mamá de pena, de angustia, de temor, de cierta repulsión al saber que su hijo era un joven muy lujurioso que tuvo muchas aventuras sexuales con hombres tanto casados, viudos, divorciados, separados y/o con vida heterosexual.

La verdad hasta vergüenza me daba yo, en serio, soy un asco, debí morir, aún estoy a tiempo de morir, es cuestión de armarme de valor, soy un vil putote; bueno, tras eso, me dijeron que debía pasar a servicios de odontología y psicología, y para ser sincero, al departamento de psicología no me daba confianza, pues la supuesta psicóloga se ve inexperta, debe tener como 25 años, en serio, no sé cómo puede estar alguien así en ese consultorio; ¡ups!, disculpen, me desvié demasiado, pero es el maldito medicamento que me hace hablar y hablar, sin hilar los hechos; estoy mal, de verdad, este tratamiento es horrible y terrible, no saben cómo maldigo a Dios por permitirme conocer a ese hijo de puta de Fermín; sí, es un hijo de puta, dije que no lo insultaría, sin embargo lo haré, no me callaré, ese hijo de su perra, maldita y mal parida madre me desgració la vida y ahora él pronto morirá y yo por "querer vivir" estoy sufriendo los estragos del maldito tratamiento.

¡De verdad que esta vida es injusta!, ¡Dios es injusto, es un maldito injusto, desde siempre lo ha sido!, ¡qué bueno que sufrió en la cruz, que bueno, me alegra por eso, se lo merecía el infeliz!; ¡ay, perdón!, lo siento, es que sí estoy muy alterado, el no dormir me pone así, demasiado intenso, adjuntando este rencor que le tengo a la vida misma.

Retomando al día jueves, estaba en la espera de la urgente consulta con mi doctora; Bimba estaba leyendo más información sobre el VIH en su celular y yo esperaba "pacientemente" a que me nombraran; aún sin llevar mis documentos recibiría atención médica; había algo de gente y lo que me incomodaba es que los demás pacientes que acuden a este lugar, son demasiado morbosos, te buscan la cara, te quieren hacer charla, saber dónde vives, cosas así, y yo desde mi punto de vista lo tomo a mal, ya que uno nunca sabe la clase de persona que te toparas; la experiencia con Fermín me dejo ciscado; capas y me andan ventilando a los cuatro vientos que soy un joven sidoso, eso contribuiría más a que me suicide.

Los miembros que esperaban me hablaban pero yo totalmente les ignoraba con mi cara súper seria e incómoda por los síntomas del tratamiento; sin embargo en la espera me di cuenta que acuden, no sólo personas homosexuales, sino también heterosexuales, parejas que ambos tienen el virus o que por su trabajo; cómo sexoservidoras; les transmitieron el VIH; así que espero que con eso se borré de la mentalidad de muchos en que digan que el VIH es un virus exclusivo de Homosexuales, cuando en realidad no lo es así, pueden tenerlo toda persona que tenga relaciones sexuales sin preservativo, ¡así que aguas chavos y chavas!

Tras dos horas, por fin, por fin me pasaron, Bimba y yo ingresábamos. – Doctora buena tarde.

– Buena tarde, permiso. – Ambos saludamos, nos sentamos en lo que la médica nos miraba algo rara.

Ella seriamente dijo. – Buena Tarde Job, creí que te había quedado claro que la próxima consulta será en un mes, no una semana después.

– Con pena le respondí. – Sí, bueno, disculpe, es que fíjese que estoy teniendo síntomas raros por el medicamento, me la paso temblando, muy alterado, con sensación nerviosa, de miedo, alterado, confundido.

– Le seguí dando mi lista de síntomas y ella sólo miraba seriamente.

Bimba me apoyaba escuchando atenta; tras darle mi breve comunicado, la doctora, del mismo modo, me habló. – Pues sí, eso es común y normal en personas que se encuentran adaptándose al medicamento, tu organismo reaccionará así por un tiempo, ¿qué querías que pasará?, debes acostumbrarte a estar así, los síntomas pasarán, recuerda que en la primer consulta te expliqué lo que ocurriría y todo el proceso de reacciones alternas del medicamento; debes tomarlo dos horas después de tu último alimento y podrás comer dos horas después de haber consumido la tableta.

– Bimba y yo nos miramos ante esa pregunta que lanzaba la doctora; ¡vaya ética profesional de la señora está!

Suspiré y con voz entrecortada decía. – Pues creí que esto pasaría pronto, tengo una alarma especial en mi celular que me avisa sobre el medicamento, lo ingiero a esa hora y de inmediato me comienzo a sentir muy, muy, pero muy mal, en serio, no sé, es terrible esto, ¿qué puedo hacer?

– Ella nos miraba desde su escritorio, diciendo. – Lo qué puedes hacer ahora es cuidarte, ser más consciente de tus actos y comprender que esto será así de ahora en adelante, podrás vivir bien, pero con ciertas limitantes, así podrás tener una vida normal, sólo no dejes de consumir el medicamento y podrás vivir mejor, muchos más años que una persona con diabetes, hipertensa o con cáncer, así que sólo puedo decirte que te calmes, te aceptes, relájate, aliméntate bien, toma mucha agua y estarás pronto a adaptarte al medicamento; desde ahora tú eres el responsable de todo lo que continúe pasando en tu vida, esto lo tienes por irresponsable.

– Bimba se incomodó e iba a hablar, pero voltee a verla y le hice ojos de expresión de "no vayas a hablar"

Me dirigí con la doctora, hice una sonrisa falsa diciendo. – Sí, entiendo, entiendo bien que yo me busqué esto, yo quise tener esto, sí, se me olvidaba, que tonto soy, disculpe la molestia y el quitarle su tiempo doctora, mil disculpas.

– Ella seria habló. – Muy bien, que bueno que estás asimilando las cosas, entiendes bien y no te preocupes Job el tiempo no me lo quitas, es común que vengan a acudir por información al mostrarse ignorantes ante el tratamiento, espero haya quedado todo claro y entendido, que veo sí entendiste que esto es temporal y debes aceptar que vivirás así por el resto de tu larga vida.

– Me sonrió; algo hipócrita la señora esta.

Exhalé algo molesto y me levanté, Bimba hizo lo mismo y ella preguntó. – ¿Eso será todo doctora?

– Le respondió seriamente. – No, te voy a revisar Job, por rutina, ya sabes.

– Le miré serio tanto a Bimba como a la doctora y dije. – No, no hace falta, sólo vine para que me dejará en claro lo que ya se sabe, qué por mi culpa e irresponsabilidad estoy así, ya lo sé, así que de nuevo disculpas y con su permiso, pero tenemos cosas por hacer, no hace falta que usted me revise.

– La doctora no dijo nada y simplemente se acomodó en su asiento y nos miró cómo si nada.

Bimba y yo algo molestos, nos salimos del consultorio y sin más que hablar del CAPASITS; si fui a buscar ayuda a ese lugar, terminé sintiéndome peor de lo que ya, la actitud de la doctora es pésima y me da curiosidad saber si es así con todos los pacientes o sólo conmigo, de ser así muy mal, que poco ético y profesionalismo; digo sí no te gusta tu trabajo o tratar con personas infectadas, pues busco opciones y punto, dejo que alguien más se ocupe de mis pacientes y se interesé mejor en el bienestar de ellos, no que el tratar así a los pacientes, no beneficia en lo absoluto a su estabilidad emocional y mental, digo ya se está lo suficientemente perjudicado con el virus cómo para tratar a alguien así de mal; en fin, no hay más que hacer, sólo aguantarse y joderse más de lo que ya.

Saliendo, en la espera del autobús para regresar a nuestros deberes, enojada Bimba decía. – Deberíamos de regresar y hacer un reporte en el buzón de quejas sobre la actitud de la doctora, o sea nos dio a entender que es culpa tuya de estar así y que debes adaptarte y aceptar tu vida con este tratamiento qué lejos de ayudarte te está perjudicando, si pudieras verte ahorita, te darías cuenta, se te ve el semblante muy mal, fatal diría yo, amigo hay que hacerlo.

– Moví mi cabeza de un lado a otro, suspiré, miré hacia el cielo y luego bajé la mirada para hablar serio. – No, no, hacer eso no me va a quitar la sensación que tengo por tomar este medicamento, de nada servirá reportar a la doctora, es cómo enfrentarse al sistema de salud completo, no es miedo, simplemente es algo que no deseo porqué sólo me cambiarían de consultorio y la doctora esa continuaría con su mala gana atendiendo a otros pacientes; si no es conmigo es con otros y así, ¿qué más puede pasar?, mejor así déjalo amiga, gracias por la intención, gracias por venir a acompañarme, y pues como dijo ella, a aceptar las cosas y a continuar con este pesar que pues yo mismo me busque.

– Sonreí y derramé unas lágrimas, Bimba me abrazó muy fuerte y yo me contuve, me contuve mucho en llorar; minutos después llegó el camión y lo abordamos para irnos a ensayar, por qué tenemos la presentación el sábado y estamos a unas semanas del concurso a nivel nacional en Ciudad de México.

Al llegar al AMBAD , lo primero que hice fue irme al baño y vomitar; sí, vomitar amargo, espeso, amarillo, ¡qué asco!, pero sí me sentía fatal, me estaba limpiando y de nuevo a vomitar; la cara y boca se me comenzaron a entumir y los mareos eran más sensibles; me tumbe al suelo y recargue mi espalda en la puerta del baño; mi mantra fue, "esto es lo que te mereces, tú te lo buscaste, es tu responsabilidad, es tu culpa, acéptate, adáptate y asimila que esto es culpa tuya y de nadie más.".

Comencé a llorar, me solté, me dejé llevar por esa sensación de culpa y de miedo; de momento una voz me cuestionó. – ¿Te encuentras bien?

– Dos baños alejado, estaba Noa, quién me volvía a preguntar tras no recibir respuesta de mi parte. – ¿Hola, estás bien?

– Suspirando respondí. – Sí, sí, estoy bien, descuida, no hay de qué preocuparse, estoy bien de verdad.

– ¿Eres Job, verdad?, ¿sí te sientes bien, seguro? – Salía del baño y él caminaba a donde estaba yo tumbado.

Yo limpiándome las lágrimas con el poco papel que estaba repliqué. – Sí, descuida estoy bien, en seguida salgo, gracias por la preocupación.

– Noa se lavaba las manos preguntando. – ¿Te cayó mal algo que comiste, verdad?

– Sí, sí fue eso, algo que comí, pero me hizo bien volver el estómago, me beneficio. – Contesté levantándome y jalando la palanca.

– Bueno, en un rato más nos vemos, ojalá si te sientas bien, si no, pues ve a descansar, ya tienes la coreografía memorizada, no tienes porqué acudir a más ensayos, eres bueno, de verdad, muy bueno. – Me decía él secándose las manos y acomodándose el cabello.

– Mirando por la rendijilla hablaba. – Gracias, gracias, que amable, de todas formas tengo que acudir, porqué he tenido un par de errores estos días, me he atrasado o equivocado y debo pulir esos graves desaciertos, sino descontarán puntos por estas fallas, así que en un rato a ensayar.

– Noa se volteaba, recargándose en los lavamanos diciendo. – Nadie lo ha notado, bueno sí, Raíza y Sofía.

– Cambiando su tono de voz, se acercaba a la puerta diciendo. – Aquí entre nos, me caes bien, no te he tratado mucho, pero me agradas Job, así que te diré, Raíza es muy mala leche, muy manipuladora, grosera y pesada, desde que se hizo amiga de Sofía, la ha cambiado para mal, juntas son peor que lo que te sucede ahorita, así te lo digo, de hecho ellas desde el conflicto que hubo en el velorio de tu amiga, no han parado de criticarlos a ustedes por su actitud y los errores que han tenido al bailar, dieron sugerencia a Starenka de que los sacaran de la agrupación, pero a días del concurso no era buena idea, así que tal vez pasando esta presentación, ella les pida que se retiren y se esperen a una nueva oportunidad.

– Impresionado ante lo dicho por él, salía y un poco alterado, exclamé. – ¡Hijas de su pinche madre!

– Él se asombró y hablando me trató de calmar. – ¡No te enojes, te hará más daño!, tranquilo, te lo digo para que estés prevenido y alerta, no para causar conflictos entre ustedes, de verdad esa no es mi intención, cálmate sí Job, en serio me caes bien la actitud que han estado tomando ellas no, por favor cálmate.

– Caminaba al lavamanos y mirando por el espejo le dije. – ¡Tranquilo, gracias!

– Lavándome las manos, enjuagándome la boca, hablaba. – Desde un inicio Sofía no le caí bien, es más no le agrado porqué seguro sabes que yo soy gay y ando con su hermanastro; eso le dan celos; y pues por otras razones más me aborrece, así que buscará la forma de como dejarme de ver en el grupo, y pues Raíza no sé qué onda con ella, es media igualada, pasadita como tú dices y odiosa, su presencia es molesta, así que no me explicó por qué busca perjudicar si no le he hecho algo a ella, tal vez a su amiga sí, pero a ella en lo absoluto, en fin, gracias por lo que me dijiste.

– Me secaba con el papel, sonreí y él igual.

Juntos salíamos del baño y llegando al AMBAD, nos miraban Sofía y Raíza; el simple hecho de ser observado por ellas me causó una sensación bastante incomoda y me hizo sentir peor de lo que ya; aun así con la mala vibra o sensación de ellas, continuamos con los ensayos para la presentación que tendríamos; además de que les comentaba a Keila y Bimba lo que me platicó Noa; ellas se enfurecieron mucho y tenían muchísimas ganas de romperles su mandarina en gajos así como yo.

Tras unas 3 horas de ensayar, Renzo pasaba a verme, sin embargo, estaba de lo más alterado por el medicamento y síntomas de gastritis, pero debía seguirle y no quedar mal.

Él al verme y tomarme de las manos, preguntó preocupado. – ¿Estás bien amor?, estás bien helado de las manos.

– Moví mi cabeza y respondí. – Sí, estoy bien, es cansancio.

– Él no muy seguro, interrogó. – ¿Te sientes mal?, ¿quieres que te vaya a dejar a tu casa?

– Simplemente respondí. – No, no gracias amor, estoy bien, no te preocupes.

– Renzo me miró preocupado y pues me dio más ansiedad de la que ya tenía acompañada de las náuseas y sí, empuje a él y corrí al baño a vomitar.

Él serio me fue a alcanzar al baño, en lo que Sofía nos miraba con recelo y su amiga Rancia jeje le decía algo al oído; yo en el lavamanos vaciaba mi estómago en lo que Renzo ingresaba preguntando. – ¿Qué fue lo que comiste que te hizo daño?

– Me enjuagaba, me secaba y me recargaba mirándome lo pálido que estaba.

Renzo se me acercaba y yo incomodo lo rechacé diciendo. – ¡No, no, no te me acerques, huelo a vómito, mi aliento es fatal!

– Renzo intranquilo dijo. – No importa, te quiero abrazar, te sientes mal lo puedo ver, ¿Qué sucede?

– Él me abrazaba a pesar de que lo rechazaba y ahí me puse a llorar.

No tanto de sentimiento si no de desesperación por sentirme fatal por ese puto medicamento.

Él tierno y amable habló. – Tranquilo, relájate amor, tranquilo, dime por favor qué sucede, yo estoy aquí para ti, para brindarte apoyo, ¿no confías en mí?

– Lo empujaba diciendo. – Es que no sé cómo decirte las cosas, no sé, sólo por favor no me dejes, ¿sí?

– Trataba de acercarse de nuevo a mí y yo me alejaba llorando.

Él cuestionaba. – ¿Qué tienes? ¿Por qué no dejas que te escuche y pueda ayudar? ¿Es algo grave?

– Volteaba a los otros baños para asegurarme de que nadie estuviese y al comprobar que únicamente estábamos nosotros, dije. – ¿Quieres saber qué pasa, de verdad?

– Renzo inquieto afirmaba. – Sí, sí, quiero saber por qué últimamente has estado así de alterado, confía en mí por favor.

– Y bueno, al no saber qué hacer con tanta desesperación habida en mí, le solté todo, ¡Sí como si viniera el vómito pero esta vez verbal!; fui hablando conforme me movía de un lado a otro y evitaba verle.

Renzo su reacción fue de asombró, no sé si era miedo, pero él suspiró y me dijo. – Tranquilo, yo estoy aquí, aquí me tienes.

– Me colocó su mano en mi hombro y después se daba media vuelta para echarse agua en la cara y decirme. – Me voy a ir a casa, asimilaré las cosas y esta situación, pero por favor no quiero que pienses que te voy a rechazar, sencillamente así como tú tomaste la noticia, así estoy yo.

– Era un estado de shock que él tenía ante saber por fin que soy portador del VIH.

Él caminaba hacia atrás de espaldas hablando y mirándome distinto. – Ten en cuenta que podrás vivir bien, el tratamiento te ayudará y estaré contigo, por favor se fuerte, seamos fuertes, vamos a salir de esta y continuaremos adelante.

– Sus palabras tenían un tono distinto, pero sí, las sentía sinceras.

Él se retiraba y me quedaba ahí solito mirando al espejo, llorando, tratando de calmarme y posterior a lavarme la cara para seguir ensayando, esta vez serio, seguro y ya con esa sensación de un peso menos en mí.

Hasta ahí recuerdo ese día tan difícil y creo que mi mente es canija, pues grabó más los sucesos tediosos que lo que aconteció luego, cómo el charlar con Flavio por vídeo llamada y contarme que iría con nosotros al concurso aunque no fuese a bailar, así como el nacimiento de la nostalgia al recordar a Jackie y su muerte, su corazón ya no era impermeable al dolor, ahora estaba vulnerable y su mente lo tenía desordenado, aunque dispuesto a recuperarse conforme pasará el tiempo; pues el tiempo cura todo, bueno es lo que dicen, cura lo que se puede lo que no, pues lo estanca ahí.

Antes de que concluyéramos nuestra charla, con ojos vidriosos suspiraba, remembrando la última vez que bailaron juntos; algo así como el ultimo vals.

Él se limpiaba sus lágrimas diciendo. – Cuando todo esto pase, el silencio hable, sólo mis pupilas sabrán que fue verdad; entre los cristales, pedacitos de esa tarde, donde ella y yo comenzamos a soñar; recuerda que la felicidad es un maquillaje, de sonrisa amable y así será ahora que ella no está.

– Me conmovió sus palabras y su tristeza, quería abrazarlo, sin embargo debíamos darle su espacio.

Esa noche mi mamá me había comprado una rebanada de pastel y en lo que charlaba con Flav me la comía con cierta angustia a que la vomitará o me hiciera daño; luego la llamada que recibí de Renzo preguntando como estaba y me daba ánimos diciendo que estaría conmigo y me apoyaría, que para eso él estaba; me hizo sentir bien, aunque no del todo, pues su voz era como de "sí estoy contigo, pero a la vez me hacía pensar que no sería así".

¡Vaya es mi ansiedad! En fin, desde ahí comenzó el calvario de no dormir del todo bien, ya que mi mente me comenzaba a jugar sucio dándome a pensar que Renzo se alejaría de mí y cosas así; ¡pero no es qué sea así, es el medicamento que me trae súper mal!; ¡Esto es un infierno, un terrible, triste y desesperante infierno!

Muchas gracias por el apoyo a la historia, falta poco para el final de esta temporada; que estén bien.