¿Por qué a mí? Capítulo 16

En la academia, tras habernos probado los trajes y estar bromeando, nos mirábamos todos al espejo y de verdad nos veíamos muy bien; aunque siendo honesto, no me gustaban los trajes, los habían modificado en su totalidad, ni modo, eso pasa por no estar para opinar, a aguantarse.

Hola amigos lectores; lamento mucho el retraso, pero me he dado cuenta que esta segunda parte de la historia no está teniendo los resultados que deseaba;

por ello he decidido apresurar el final y tal vez dejar de publicar en esta página, pues creo que no encajo mucho aquí; gracias a los seguidores que han sido

fieles y me han esperado durante estos años; les estoy y estaré eternamente agradecido; entiendo que no siempre se tiene exito y triunfos, altas y bajas

siempre existirán y en esta ocasión es una de muchas bajas; ni modo, así es la cuestión.

Capítulo 16 "Llévame".

A veces, a veces quisiera, sólo por un instante, querer pensar, bueno, más bien creer que todo esto que me ha estado sucediendo es simplemente un sueño; sí, eso, un mal sueño, dónde enfermeras, químicas laboratoristas, infectólogos, doctores, trabajadores sociales e inclusive familia quieran saber con cuántas personas intimé, con cuántas personas me revolqué, para saber más o menos quién fue la persona que me infecto con este maldito virus; sí, conté mi historia, por el mismo rumbo, en diferentes versiones, pero siempre, siempre usando el nombre de "Fernando" para cubrir al verdadero hombre que me infectó y que me destruyó la vida; claro, él en estos momentos se está debatiendo entre la vida y la muerte, teniendo una agonía dolorosa, incomoda y en soledad; sí, yo por compasión hacía él, lo cubrí en cada entrevista que me hacían, en cada momento que me cuestionaban ¿sospechas quién pudo haber sido la persona que te transmitió el virus?; su identidad la mantuve y la mantendré siempre así, en silencio, pues sé que él ya no hará más daño.

Cuando despierto, me doy cuenta que todo eso lo viví en carne propia y que es una experiencia vergonzosa, terrible, horrible y dolorosa; ojalá aquellos que descubran tener VIH resistan, sepan que es un inicio complicado, sin fin de preguntas incomodas y tal vez no crean tu historia, pero sí, sí pasa, hay personas, existen rencorosos con la vida que te infectan a propósito, cómo a mí, cómo a ti, cómo aquel, cómo ellos; sólo quiero que sepas que solo no estás, que hay muchos sufriendo en silencio; cómo yo, que deseamos explotar, morir, dejarnos llevar, dejarnos acabar por el virus o por alguna otra enfermedad oportunista; aunque todo se torne gris, debemos recordar que el gris también es un color y hay de distintas tonalidades y aunque estemos en silencio sufriendo, hay que tratar de ser fuertes... Aunque no crean la historia, únicamente nosotros sabremos que fue así y lanzaremos la pregunta al aire, ¿por qué a mí?

En fin, circunstancias de la vida, el destino lo quiso así, allá arriba lo quiso así; aunque no sé sí decir, ¿gracias Dios por esta prueba eterna de vida?; ¿castigo o bendición?, ¿por qué yo y no él?, a veces quisiera tener enfrente a ese supuesto ser qué según creo al mundo y cuestionarle muchas cosas, entre ellas, ¿por qué a la gente joven la condenas a sufrir o a morir según sea el caso?, ¿será por querer mantener el perfecto balance de tu creación?, pues mira que sí es así lo estás haciendo mal, ya que gente joven, inocente y buena muere, mientras a los malditos les sigues prestando vida; ¿o sea, qué onda eh?, como sea, aunque pida morir, ser llevado al más allá, creo que caso no se me hará por algún motivo o razón, tal vez tenga pendiente algo en mi vida, adjuntando la cobardía de no irme a aventar del puente peatonal en estos momentos; por qué si no fuera así, en este instante me suicidaría, sin embargo no recurro a eso, ya que estoy con mi grupo de baile, probándonos vestuario, teniendo a lado mío al que pienso yo es el amor de mi vida y a quien creo yo es mi nueva enemiga; en lo que ocurre esto no deseo morir, no ahora; en lo que pasa esto, en Puebla sucedían cosas que me harían cambiar de enfoque.

En el hospital, tras ser intervenida hace 4 días; Jackie mostraba un mejor semblante; sus padres y Flavio no dejaban que estuviese sola ni un minuto, la tenían bien resguardada y el equipo de médicos con las mejores atenciones; ella se sentía bien, animada; cada que veía a Flavio él le llevaba una rosa y le daba los buenos días; o sea un novio que te vea y esté contigo en la salud y en la enfermedad, ¡wow! Es algo que me gustaría experimentar con Renzo, pero todo a su tiempo.

Bueno Jackie, mostraba signos estables, indicando que el tratamiento y las cirugías habían funcionado mejor de lo que esperaban; sus padres se turnaban en cuidarla por tarde y noche; a veces Flavio se quedaba desde la tarde hasta en la mañana siguiente; aunque para la hermosa Jacqueline, le resultaba incomodo que su novio se la viviera en el hospital perdiéndose de eventos culturales y de salir a distraerse un poco, aunque para él era un gusto estar al pendiente de su novia; como él más hombres así por favor.

Esa mañana su papá se había quedado en vela en el sofá cama de su habitación, despertaba y se incorporaba del mismo, al verla sonreír le decía. – Buenos días mi niña hermosa, te adoro mi linda princesa, me alegra verte despertar.

– Le daba una tierna caricia en la mejilla y ella suspiraba diciendo. – Papá, buenos días, yo también te adoro, me alegra verte y escuchar tu voz, te quiero, gracias por tanta dedicación, ustedes son los mejores padres, eso no se les olvide.

– Ella se trataba de enderezar y su papá la intentaba ayudar, pero Jackie se rehusaba a que le brindarán apoyo diciendo. – Deja que lo haga papi, yo tengo que sacar fuerzas para poder vencer esto, si siguen así ustedes en lugar de beneficiarme, me perjudican, los adoro mucho, pero yo puedo.

– Lamentablemente ella al incorporarse de la cama, se mareo y era sostenida con preocupación por su papá exclamando. – ¡Mi niña! – La sujetaba bien, para cuestionarle. – ¿Qué deseas hija?

– Jackie sonreía, sujetaba a su papá del cuello y le miraba con ternura, respondiendo. – Quiero lavarme los dientes, lavarme el rostro, sentirme limpia antes de que mamá y Flavio lleguen.

– Su papá la ayudaba a sentarse diciendo. – Sí, sí, espera, le diré a una enfermera que sea ella quien te ayude a asearte, yo por respeto a ti hija pues prefiero no hacerlo.

– Jackie le abrazaba con cariño, con fuerza, con dulzura, con afecto, para hablarle. – Claro que sí papi, anda, que ya casi es hora de que lleguen.

– Así sentada Jackie suspiraba, derramaba unas lágrimas y veía a Don Augusto darle la espalda para salir de la habitación a buscar a la enfermera.

Ella en su mente decía. – Se está acercando el momento de dejarlos, los quiero dejar bien, quiero irme sabiendo que ellos estarán bien, espero que con mi partida no sufran más de la cuenta.

– Ella comenzaba a sentirse mareada, pero resistía como lo valiente que es y lo fuerte que siempre ha sido; tan sólo unos momentos después, llegaba Don Augusto con dos enfermeras, quienes saludaban amablemente a la pálida y decaída Jacqueline, que tratando de ser fuerte les respondía el saludo y sonreía.

El papá las dejaba a ellas auxiliarla, en lo que él salía a buscar algo de desayunar; momentos después, al regresar; La señora Crisanta; madre de Jacqueline; se encontraba con Flavio, que bajaba del autobús; ella al verlo le sonreía diciendo. – Buenos días mijo, ¿cómo estás?

– Flavio tras un bostezo apenado, respondió. – Buenos días señora, pues bien, con sueño, pero estoy bien gracias, no he podido dormir bien estás últimas noches, sólo unas tres horas a lo mucho.

– Crisanta, abrazaba a Flavio y le miraba, mostrando un gesto de amabilidad le habló. – Sé que te preocupa mucho mi hija, sé que la quieres mucho, entiendo esa preocupación, igual yo como madre no he podido dormir bien, pero seamos positivos, ésta mejorando Jackie, espero pronto verla fuera de ese hospital y estar alegres en casa, disfrutando de sus ocurrencias, de sus ideas creativas para ustedes y su grupo de baile.

– Flavio miraba a la señora, se daba cuenta que el mirar y sonrisa de ella, eran los mismos que los de Jackie.

Él con ojos llorosos, hacía un puchero para decirle. – Eso espero señora, eso espero, no me quiero imaginar, ni deseo pensar en que ella se ausente de nuestras vidas, eso no quiero, sé que es fuerte ella, ese carácter lo sacó de su señor esposo, pero la parte noble y dulce de usted, así como yo no quiero imaginarme su ausencia, ustedes que la han visto crecer y triunfar, les partiría el corazón su partida.

– Flavio se desquebrajaba, doña Crisanta abrazaba a él, para decirle. – Sí, nos partiría el corazón, pero sabremos que ella estará bien y en paz, no estará sufriendo ni mucho menos conectada a diversos aparatos, así que por un lado, ella estará mejor sí llegase a morir; sin embargo sé que mi hija es fuerte como mi esposo, y no se dejará tan fácil, ella dará todo por salir bien y ganar, por qué al igual que tú, mi hija te ama muchísimo, me lo ha dicho y desea permanecer contigo siempre, por eso te digo que eres un gran muchacho, te lo repito, eres un gran muchacho, noble, guapo, caballeroso y atento, así que eres digno de mi hija así como también de llamarme suegra.

– Tras el abrazo, ella le limpiaba tiernamente las lágrimas a él, buscaba en su bolso toallitas desechables y le limpiaba la nariz.

Flavio se sentía en confianza; ¿cómo no?, es un tipazo, es digno de quedarse con mi mejor amiga, será mi cuñado adorado, mi favorito, él se ha ganado todo lo bueno del mundo, por eso sé y espero que Jackie la libre y la libre bien.

Flavio, sonreía para decirle. – Muchas gracias suegra, gracias, la adoro.

– Ella le brindaba una sonrisa sincera; justo ahí, don Augusto se encontraba con su esposa y su yerno, quienes le saludaban para luego cuestionar alarmados sobre el porqué de su estancia fuera del hospital.

Él les aclaraba las cosas de forma tranquila. – Jackie está con las enfermeras, decidió asearse, así que le di su espacio, ya estaba por regresar pues calculé la hora y leí los mensajes que me enviaste amor, disculpa no estar antes adentro.

– Flavio se mostraba impaciente diciendo. – Pues entremos, seguro ya debe estar sola.

– Don Augusto le miraba y le colocaba la mano en el hombro diciendo. – Calmado chavo, ella despertó bien, animada, sonriente, entusiasmada y con ganas de estar bonita para ti, se mareo sí, pero es normal cuando alguien como ella después de mucho rato en cama se levanta de pronto; respira y tranquilo.

– Flavio ansioso, decía. – Es que no he podido dormir bien, desde...

– Doña Crisanta cuestionaba. – ¿Desde qué?

– Don Augusto le miraba serio diciendo. – Habla chavo, dilo.

– Flavio apenado de su morral que llevaba, sacaba unos sobres y les decía. – Jacqueline me pidió hojas blancas, lapiceros, colores, plumones, para escribirles unas cartas a ustedes y también para Keila, Bimba, Job, Starenka y para Renzo.

– Sus padres se miraban angustiados, quedándose atónitos.

Flavio ya muy intranquilo, guardaba los sobres e ingresaba al interior del hospital presuroso y con susto; llegando al pasillo del área donde Jackie se encontraba, él miraba salir a un grupo de doctores y enfermeras de la habitación; sus ojos otra vez se inundaban y no aceptaba lo que sucedía; al verlos caminar doblar al otro extremo del pasillo, caminaba a paso lento imaginando lo peor, justo frente a la puerta, el giraba la perilla y entraba; sentada, sonriente, un poco animada, Jacqueline se enderezaba de la cama y Flavio emanando lágrimas la abrazaba con amor, le daba un beso en la frente y la volvía a abrazar, ella no entendía el motivo de ese abrazo.

Intrigada cuestionó. – Amor, ¿qué sucede?

– Flavio tomaba con cuidado el rostro de ella y lento recorría su cuello, sus hombros y brazos, para acabar tomándole las manos, besarlas y responder. – Sucede que te amo mucho, me alegra verte, me encanta verte, me entusiasma mucho saber que vas progresando, eres el amor de mi vida y no pienso dejarte ir.

– Jacqueline sonrojada, sonreía diciendo. – Eres un loco amor, no digas más que me pones roja.

– Flavio tomaba las manos de ella, las besaba, se las llevaba a su rostro hablando. – Me encanta ver ese color rosa que tus mejillas toman cuando te apenas, adoro tus labios al besar los míos, amo cada palabra que sale de esa linda boca y te quiero siempre tener a mi lado; ¡te amo!

– Jacqueline colorada le sonreía derramando una pequeña lágrima de su lado izquierdo, Flavio la limpiaba y se volvía a acercar a ella para besarla con ternura.

Ambos se abrazaban y en ese instante llegaban los papás de ella, algo incomodados se separaban y avergonzaban un poco, los padres simplemente reían de felicidad por ver a su hija más entusiasmada que en días pasados y ya sin tener drenaje.

La señora Crisanta hablaba contenta. – Buenos días hermosa princesa, me encanta verte bien, me pone feliz verte de pie, eres, eres preciosa, estoy feliz por ello; gracias a Dios por que estas bien mi niña.

– Flavio se apartaba un poco y le daba el paso a su suegra para que le brindará un gran abrazo a su pequeña.

Jackie correspondía y hablaba con paz. – Igual mami buenos días, te adoro, no sabes el gusto que me da verte, te quiero mucho, gracias, han sido los mejores papás, los amo y amaré siempre, de verdad, muchas gracias a ustedes, lo amo.

– Don Augusto contenía sus lágrimas y se acercaba para abrazar a su hija con mucho cariño para decirle. – Te amo mucho, hija mía, te amo, ustedes mis hijos son un gran tesoro que pudimos tener, tus hermanos y tú son mi adoración y los amo.

– Jackie sonreía a gusto; tal parece que las plegarias de muchos de los que queremos a Jacqueline han funcionado y nuestra hermosa e inteligente amiga, estará pronto con nosotros de regreso a bailar.

Bueno yo espero que regrese ya rápido, me molesta mucho Sofía, es tan, tan creída y eso que apenas tengo de tratarla unas horas de este ensayo, pero es fastidiosa, bueno igual yo suelo serlo, pero es que no manchen, o sea ella esta que se muere de celos por mi Renzo y eso está mal, además de fastidiosa hipócrita, si entre él y yo no puede haber algo, entre ellos menos por haberse criado como hermanos; ¡ay!, disculpen, este es momento de ellos y no mío disculpen.

A la habitación una enfermera que ayudó a Jacqueline a asearse, solicitaba entrar, al darle entrada, ella apenada buscaba a los padres de Jackie. – Buenos días señores, disculpen, el Doctor quiere hablar con ustedes, se encuentra en el consultorio, le es urgente.

– El doctor que solicitaba la reunión era uno de los especialistas encargados del caso de ella.

Don Augusto serio preguntaba. – ¿Se puede saber de qué?

– La enfermera respondía apenada. – Lo siento, desconozco de que quiera hablar.

– Doña Crisanta amable decía. – Gracias, en seguida vamos a hablar con el doctor, que amable.

– La enfermera se despedía sonriente. – Hasta luego, buen día, Jackie que te sigas recuperando, nos vemos al rato, con su permiso.

– Jacqueline le sonreía en lo que se recostaba y decía. – Hasta luego, eres bien linda conmigo, un abrazo, hasta al rato, mil gracias.

– Flavio se sonreía de ver a su novia bastante animada, contenta y con entusiasmo; su energía estaba regresando y eso era buena señal; la enfermera se iba y los señores se miraban con seriedad y preocupación.

Jackie suspiraba, no le daba mucha importancia y tomaba de la mano a Flavio, la apretaba fuerte y le decía. – Te amo mucho mi precioso.

– Flavio le daba un beso tierno en la mano y la miraba con mucho afecto.

Los papás, se levantaban del sofá cama que estaba en la habitación y el papá se acercaba, le daba un beso a Jackie diciendo. – Te amo hija, te dejamos bien resguardada.

– Su mamá se acercaba, le tomaba la mano derecha apretándola fuerte dijo. – Eres mi niña, mi princesa, espero que ya pronto te den de alta para regresar a tu castillo.

– Ambos señores estaban con angustia por lo que les fueran a decir.

Flavio al notar cierta tensión, les decía. – Tranquilos suegros, me quedo al lado de la princesa como un fiel caballero defendiéndola, la resguardaré siempre que sea necesario.

– Jackie sonreía y le apretaba aún más la mano, miraba a sus padres para hablarles. – Vayan con el doctor, mi noble caballero estará conmigo, me protegerá, anden, pensemos que son buenas noticias, los amo, lo saben, los amo, los amo, los amo, estoy bien, vayan.

– Les mostraba una sonrisa energética, que les daba paz y confort a sus papás, quienes se salían mirando a su hija que les brindaba la nobleza de ese dulce mirar.

Flavio al ver cerrar la puerta, bostezaba diciendo. – Me estaba aguantando las ganas de bostezar, tengo mucho sueñito amor, no he podido dormir bien.

– Jackie apretaba el botón de la cama para que se enderezará en lo que le decía. – Pues amor, deberías de dormir un ratito, el suero me lo cambiaron después de haberme duchado, el drenaje me lo quitaron, así que no hay porqué estar tan al pendiente de mí, las heridas no me molestan mucho, duerme, anda, descansa, estoy bien, me siento bien, duerme un poco, si llego a necesitar algo te despierto.

– Flavio no muy seguro, decía. – Pero amor, me preocupa descuidarte, estoy aquí para cuidarte no para dormir y...

– Ella interrumpía diciendo. – Y debes descansar un poco para que puedas cuidarme, si no cómo estarás alerta de defenderme, anda duerme, en lo que descansas, terminó de escribirle la carta a Job lo extraño mucho.

– Flavio jalaba la mesa, la acomodaba y colocaba el morral sobre ella, él sacaba su teléfono diciendo. – Sí quieres le marco, para que hablen.

– Jackie exclamaba. – ¡No, no, no!

– Flavio guardaba su celular y ella le decía pensativa. – Ahorita debe estar con Bimba ocupados con esos trámites de hospital, me dijo que Job está mal, muy enfermo y que necesita todo el apoyo posible de nosotros.

– Flavio se levantaba del asiento y se cambiaba al sofá, diciendo. – Sí, me platicaste en la madrugada de ayer, pero lo que no me dijiste es de qué está enfermo Job.

– Jackie suspiraba contestando. – Únicamente puedo decir que necesita apoyo nuestro, tal vez yo me salvé de esto, pero él quién sabe, ambos tenemos nuestra salud en juego, por eso te pido por favor que si me vas a cuidar a mí, también cuides al flaco de Job, lo adoro mucho y no me gustaría que sufriera, así que cuando regresemos, lo primero que quiero es verlo y que vea que tiene nuestro apoyo total en todo y contra todo pronóstico que le den.

– Flavio recostado, se quedaba serio y hablaba. – Creo saber que tiene Job, pero, ¿estás segura de que es eso?

– Tal parece Bimba chismosa le dijo a Jackie sobre mi estado de salud; o sea cómo pretende decirle cuando Jacqueline esta también mal, en serio, no debió decirle, eso me correspondía a mí y nadie más; aunque viendo de otra forma, creo que sí hizo bien en decirle, también sí Keila sabe, pues mejor, espero tener en cuenta su amistad y no me den la espalda.

Jacqueline volteaba a ver a Flavio y le dijo seria. – Pues en eso están, por confirmar su estado de salud, por eso espero no lo menosprecies, sí piensas que es lo que yo sé que es, por favor no le hagas menos, por favor a él no, él fue, es y será una gran persona, gran ser humano y gran muchacho, no merece que le traten mal, él no lo merece.

– Flavio no podía creerlo y se ponía a mirar el techo diciendo. – Es que es increíble que esa maldita enfermedad no tenga cura, tú vas progresando, pero él, no quiero pensarlo, debe estar sufriendo; por mí no hay cuidado, yo sé bien sobre esa enfermedad y apoyaré siempre a él, Job es un gran tipo, me cae bien, creo es el primer amigo gay que tengo que es súper buena onda y gran ser humano; lo que no me explico es, por qué les pasa eso a las buenas personas, ¿qué no deberían de pasarle las cosas a los malos?; está vida es incomprensible.

– Jackie tomaba la carta que iba dirigida hacía mí, la abría con cuidado en lo que decía. – Tampoco yo me explico por qué pasan estas cosas, por qué él, por qué yo, por qué nosotros, son cosas que jamás sabremos las respuestas.

– Flavio bostezaba de nuevo y cerraba poco a poco los ojos; Jackie le decía en lo que extendía en la mesa la carta. – Duerme amor, sí necesito algo, te despierto, pero duerme.

– Flavio le hizo caso de inmediato, pues se quedó dormido; Jackie releía la carta y atrás de la misma comenzaba a escribir más; ella estaba preocupada por mí y mi estado de salud, pero más el emocional; Flavio también se preocupaba, aunque yo no era tanto la prioridad de él, si no ella.

Mientras en el consultorio del doctor; los padres entraban con cierta angustia y el doctor al verlos, cerraba la puerta diciéndoles amable. – Buenos días o tardes, ¡ya son casi no, ya son las doce del mediodía!, por favor siéntense.

– Ambos señores daban buenos días/tardes y tomaban asiento.

El doctor les comenzaba a explicar que Jacqueline estaba respondiendo bien al tratamiento, sin embargo, aunque el drenaje y demás aparatos que le ayudaban a mantenerse estable no los requería, era una buena señal pero también una mala, ya qué podría ser que este en la cúspide y exista una posible recaída bastante grave de salud que repercuta tanto que llegase a deteriorar más su sistema inmune y la tuvieran que mantener aislada por su bien; sin embargo, no querían alarmarlos, si no mantenerlos conscientes de que pueden pasar muchas cosas tanto buenas como malas; no obstante sus padres se mantenían con la esperanza de que ella estará bien y todo esto que le ocurre es para su mejoría total; también el galeno les comentaba que la última cirugía donde tuvieron que abrirla y exponer la mayoría de sus órganos, extirparon tumores y quistes que se habían formado; eso ayudaría a que Jackie se mantenga con un pronóstico más inclinado a su favor; en sí el doctor no les daba ni buenas ni malas noticias, simplemente les había dicho la verdad; aun así, cómo dije, sus papás se mantienen positivos y nosotros aquí también, deseando que ella pronto se recupere para que pueda continuar con su vida; tras esa charla, el doctor se despedía de los señores y ellos regresaban a la habitación; ahí veían que Flavio dormía y Jackie terminaba de doblar la carta y sellarla de nuevo.

Hablando quedito les decía. – Él estaba muy cansado, déjenlo dormir.

– Don Augusto estaba un poco molesto por la forma en la que Flavio estaba en la mañana y ahorita cómo lo encontraba; pero es de entender, el pobre apenas y dormir puede, o sea, él también necesita reponer energía.

El señor estaba por despertarlo, pero su esposa le decía. – Augusto, deja que él descanse, además Jackie esta estable, así que no hay por qué levantarlo, deja al yerno descansar.

– Él simplemente se quedaba con las ganas de hacerle una maldad a Flavio y Jackie guardaba discretamente las cartas en el morral del novio.

La señora entraba de manera sigilosa, Augusto estaba igual por ingresar, cuando un encargado de seguridad en el pasillo buscaba la habitación de Jacqueline; el señor al escuchar el nombre de su hija, retrocedía y les hacía señas a ellas de que regresaba; cerraba la puerta y madre e hija quedaban platicando.

Ella le decía con tristeza. – Hija, te veo bien, te veo fuerte, pero mi corazón de madre me dice que no lo estás, deja de fingir y dime hija mía en verdad cómo te sientes.

– Jacqueline se cercioraba de que Flavio siguiera durmiendo y al comprobarlo, regresaba su mirada con ojos llorosos y suspiraba diciendo. – ¡Ay mami!, es imposible engañarte a ti, tal vez a ellos sí, pero a ti no, siempre sabes de una forma u otra la verdad, mis hermanos no podían mentirte mucho menos yo; la verdad mami, me siento cansada, quisiera dormir, pero siento que si lo hago no volveré a despertar y no me quiero ir sin decirte a papá y a ti lo mucho que los quiero, que los querré y que agradezco a Dios por haberme enviado con ustedes, por haberme amado, por estar al pendiente de mí y por todo lo bueno y malo que vivimos juntos; no me quiero despedir pues sé que me iré físicamente pero que en los recuerdos y sus pensamientos siempre estaré presente, sé que es difícil esto, para ustedes, sin embargo de verdad ya estoy cansada, he dado mucho aunque ya estoy agotada, en serio mamá te quiero mucho, los amo, ustedes son fuertes pero les dolerá verme partir y también mi Flavio que ha sido un amor conmigo, no merece estar encadenado a mí, no tiene derecho de estar con una mujer que no podrá hacerlo feliz a futuro con hijos; físicamente seré mujer pero no podré realizarme como tal al no tener el modo de serlo; por favor mamá, si llego a faltar, cuida de Flavio y asegúrate de que sea feliz con alguien que sea igual de bondadoso y fiel como lo ha sido conmigo.

– La madre de ella exponía lágrimas de dolor, tristeza e impotencia de saber que su hija, a pesar de que le hace frente al cáncer las fuerzas, energía y vida se le están yendo de poco en poco.

Sin más que decir, simplemente la señora abrazaba con cautela a su hija y decía. – Sí hija, estaré al pendiente de él, no te preocupes, nosotros vamos a estar bien, aquí lo que importa es que tú, mi niña, mi hija hermosa este bien y descanse, somos testigos de esta lucha que has dado y que demostraste ser valiente aunque por dentro te estabas desbaratando, mi princesa, te amo, te amo mucho, Dios gracias por prestarme a uno de tus ángeles, sí tu voluntad es llevártela, adelante, gracias por haberme realizado como madre de esta linda y hermosa criatura, la amé mucho, así como tus hermanos y padre; Flavio tendrá que ser fuerte, Dios mándale fortaleza, pues de todos quién más va a sufrir va a ser él.

– Jackie disfrutaba el regazo de su mamá, cerraba los ojos y recordaba las miles de veces que ella estuvo en brazos de ella, de su papá, de sus hermanos, los momentos tristes y felices, las sonrisas con amigos y sin fin de cosas que le estaban trayendo motivos para suspirar; ¡ay no!, ¿por qué Dios?, ¿por qué permites que gente buena sufra y se vaya?, ¿de qué sirve que la gente mala esté aquí?, ven, por eso cuestiono mucho la existencia de ese ser, pues no me cabe en la cabeza o no entiendo esto.

Don Augusto regresaba con una caja mediana que le había sido entregada en la entrada del hospital; y por eso el personal estaba en busca de la habitación de Jacqueline, ya que, requerían entregar el paquete a algún familiar.

Él entraba sorpresivamente y eso asustaba a Flavio que despertaba, ellas se separaban y él pregunta con curiosidad. – ¿Sucede algo o de qué me perdí?

– Flavio apenado se tallaba los ojos y miraba su reloj; se sorprendía de que sí había dormido un poco, aunque seguía con sueño.

Discretamente madre e hija se limpiaban la cara y Doña Crisanta se dirigía con su esposo diciendo; en lo que se limpiaba la nariz. – No pasa nada, nada sucede, mira cariño, despertaste al pobre Flavio, vuélvete a dormir hijo, descansa.

– Flavio se apenaba, pero Augusto le miraba y colocaba la caja en el sofá diciendo. – No, no, que bueno que se despertó, pues debe explicar por qué este paquete llegó por envió de él aquí al hospital.

– En la habitación se mostraban intrigados y Flavio exclamaba. – ¡No, que bruto soy!, ¡perdón!

– Tomando el paquete se levantaba de allí, se dirigía a Jacqueline diciéndole. – Creí que llegaría mañana, pero ya ni sé en qué día vivo, disculpe por causar molestia, esto lo mandé a comprar para ti, ojalá te guste.

– Jacqueline siendo ayudada por su madre, comenzaban a abrir el paquete, cuestionando qué era.

Flavio sólo les decía que era sorpresa; y sí, lo fue, una grata, muy agradable sorpresa, ya que al abrir la caja, en su interior estaba una cabeza de maniquí y una costosa peluca de cabello natural al tono del cabello que Jacqueline poseía; eso emocionó mucho a ella y a sus padres; Augusto le daba una palmada a su yerno y Crisanta entusiasmada ayudaba a Jackie a quitarse la pañoleta de flores de Jazmín que le cubría la cabeza para así auxiliarla a colocársela y de inmediato quiso verse en un espejo.

Al mirar su reflejo Jacqueline lloraba diciendo. – Gracias mi amor, gracias, verme así me hace levantar el ánimo, muchísimas gracias mi amor, mi gran amor, te amo mucho.

– Flavio se alegraba y sonreía diciendo. – Que bueno que te haya gustado, también debes darle las gracias a Job quién me dijo el tono de cabello que tenías; es cabello natural, peluca oncológica que compré vía internet especialmente para ti mi princesa, te amo.

– Él le daba un abrazo y ella al oído le susurraba. – Este regalo me demuestra que siempre tu amor será único, debes ser fuerte pase lo que pase.

– Ella lo soltaba y Flavio quedaba con cierta duda ante lo que ella le dijo, pero no quiso preguntar sobre a qué se refería.

La felicidad de Jackie era evidente, aunque su madre estaba afligida disimulando una alegría, el señor Augusto comenzaba a darse cuenta de que Flavio era en verdad el hombre ideal para su princesa; tras ese lapso de algarabía, la señora Crisanta tenía hambre, así que le decía a su esposo. – Cariño tengo un poco de hambre, siendo sincera no desayuné bien por venir aquí, ¿tú no tienes apetito?

– Jacqueline bostezaba diciendo. – Mamá debes comer algo, anda ve ahorita a cafetería, que papá te acompañe, yo me quedo con Flavio ¿o también tienes hambre amor?

– Flavio sonreía, tomaba la mano de ella y habló. – Pues tengo poca hambre, aunque me puedo esperar a que te traigan de comer y sí es algo que no te gusta, por ti me lo como.

– Sonriendo Jackie dijo. – Bien amor, esa idea me gusta.

– Don Augusto se mostró intranquilo y expresó. – Mejor esperemos un rato, sí se le ofrece algo a nuestra princesa, ¿quién la ayudará?

– Doña Crisanta conservando la farsa, decía. – Flavio se queda con ella, además no vamos a ir fuera, será aquí en la cafetería del hospital o enfrente, Augusto, nuestra hija estará bien.

– Jacqueline cambiaba la expresión de sus ojos al ver a su mamá hablándoles. – Sí papá tranquilo, estaré bien, voy a estarlo bien, ya te dije que si siguen cuidándome mucho no podré salir adelante, además ya no te tienes que preocupar tanto, las cosas van a ir bien, sólo no te preocupes y estate tranquilo papá, también tu mamá, los amo mucho, recuérdenlo y estaré agradecida por su amor, de verdad, vayan sin preocupaciones ni culpas.

– Ambos padres no querían irse, pero ninguno de ellos había desayunado bien y a la hora que eran, el hambre estaba manifestándose.

Crisanta antes de irse decía. – Te amo hija, gracias Flavio por cuidar de ella, regresamos en unos momentos mi hermosa niña, te amaré siempre.

– Se entristecía y Augusto mirando a ambos les dijo. – Disfruten este momento, cuando regresemos estaremos siempre aquí con ustedes eehh.

– Flavio se sonrojaba al igual que Jacqueline; los señores se iban, con cierta inquietud, pero su mente les hacía creer que estarían las cosas bien.

A solas Flavio arrimaba el sofá cerca de la cama de Jacqueline y ella al mirarlo esforzándose por moverlo, ella le hablaba con preocupación. – Flavio haces mucho por mí, debes dejar de hacerlo, entiende que en algún momento me iré y será lo más duro que vas a vivir pero...

– Pero nada, tú vas a estar bien, lo estás demostrando, así que no digas más, una vez recuperada, vamos a regresar a la ciudad, te seguirás poniendo fuerte y luego de tu graduación, bueno de nuestra graduación, quiero casarme contigo. – Decía Flavio empujando el sillón, queriendo aceptar la situación.

– ¿Casarnos, pero, pero, en serio? – Cuestionaba Jackie para luego decir desanimada. – No quiero que te cases conmigo por compasión, debes pensar bien las cosas, al casarnos tendrás que aceptar que yo como mujer jamás podré realizarte como padre ni yo como madre, también adaptarte a mis cambios de humor, que ya de por sí eran drásticos ahora con esto más, por favor piensa bien.

– Flavio se sentaba, tomaba de la mano y dijo. – No será por compasión, será por amor, porqué eso tengo hacía ti, amor, ¿sabes?, aun no puedo descifrar el código que guarda mi corazón y la clave está dentro de ti pues tu amor es y será mi redención.

– Intercambiando posición de las manos, Jackie le decía. – Te amo, te amo mucho, lo debes saber siempre, pero me preocupa que las cosas no sean como pensamos y te deje solo, eso me tiene con pendiente.

– Flavio bajaba la mirada diciendo. – Espera, espera, ambos necesitamos de nuestro querer, nos mostramos fuertes sí, tú más, tú quieres demostrarme que eres fuerte, lo estás haciendo.

– Alzando la mirada continuaba parlando. – Mi princesa no debes preocuparte por mí, no me harás falta, siempre te llevo en mi mente y corazón, confía en mí, más de lo que ya y deja que te lleve hasta donde sea necesario para que recuperes la felicidad arrebatada por esta maldita enfermedad.

– Jackie apretaba la mano de Flavio hablando. – Sí, aunque he tratado de ser fuerte, siento que ya no puedo serlo más, aunque confió en ti y sé que no me dejarás caer, no te quiero dejar.

– Flavio se sintió triste al escucharla así; una parte de él entendía que el intensivo tratamiento, las cirugías y estar hospitalizada, estaba acabando con las fuerzas de ella, la otra parte, no quería ni deseaba perder el amor de ella y su gran cariño; valoraba aún más lo que la vida le puso en su camino y que la misma se lo estaba quitando poco a poco.

Él observándola a detalle, sabía que era el amor ideal, pero que la llama y esencia se estaban agotando, moviendo la cabeza en negación, expresó. – No me vas a dejar, estarás conmigo ya lo verás, te voy a tener como reina, me esforzaré por comprarte pelucas de muchos colores, para que te veas hermosa, también te despertaré con ricos desayunos y siempre, siempre te llevaré a donde pidas.

– Jacqueline le sonreía, se acomodaba en la cama para decir. – Conste corazón, estaré contigo y de ser así... Llévame al fondo del mar, llévame al quiebre de un manantial, llévame a donde te guíe el viento, pues te seguiré sin miedo andar, con tu amor podré llegar.

– Flavio llevaba su mano a la mejilla de ella, la acariciaba suave, luego se le acercaba para darle un tierno y cálido beso; fijamente apreciaban ambos sus ojos y le dijo. – Te llevaré amor a donde quieras, por eso se fuerte, confió en que no te dejarás caer, con nuestro amor podrás llegar muy lejos, estaré ahí para verlo mi amor.

– Besaba su frente, luego sus labios y tras un suspiro, Jackie cerraba sus ojos; Flavio se volvía a sentar en el sillón, bostezaba, recostaba su cabeza y tomaba la mano de Jacqueline para apretarla fuerte.

Los dos comenzaban a soñarse mientras poco a poco comenzaban a encuerarse; sus almas quedaban expuestas, su sinceridad y amor siempre sería eterno, siempre sería por siempre, un amor único, de los muy pocos vistos en persona, ambos se mostraban tal cual, como un tesoro escondido que le llegó el momento de revelar; aunque ya habían tenido relaciones, no era necesario que hicieran el amor, por qué el amor ya los había hecho, los juntó y los unirá eternamente; los dos se entregaban entre sueños, suspiros y deseos, se acariciaban como nunca y se abrazaban para siempre.

Sus manos se separaban poco a poco y con una sonrisa Jacqueline le decía. – Gracias por todo mi amor, llévame a donde quieras, pero debes ser feliz tú, ten en cuenta que ya me hiciste muy feliz, ahora es tu turno de serlo, y recuerda con tu amor podré volar.

– Flavio abría los ojos momentáneamente, sentía la tibieza de la mano de Jacqueline y su rostro dormido mostraba una profunda calma, paz y tranquilidad; nunca antes había visto la serenidad tan bien representada como lo estaba ella ahí acostada; él se incorporaba y justo ahí llegaba una enfermera con una compañera de cocina para entregarle la merienda, sólo que, esta vez Jacqueline no comería.

En la academia, tras habernos probado los trajes y estar bromeando, nos mirábamos todos al espejo y de verdad nos veíamos muy bien; aunque siendo honesto, no me gustaban los trajes, los habían modificado en su totalidad, ni modo, eso pasa por no estar para opinar, a aguantarse.

Ya nos comenzábamos a quitar los trajes, que necesitaban unos ajustes ligeros, pero hasta ahí; Renzo no paraba de mirarme y sonreír, guiñarme el ojo y aventarme besos, Sofía estaba que ardía de molestia ante lo que su hermanastro hacía.

Bimba se interponía entre ella y ese mirar tan destructivo cuando en eso Keila con su celular, exclamaba. – ¡No mames, no puede ser!

– Starenka sorprendida dijo. – Shh... Keila, esas expresiones.

– Tiraba su celular que caía sobre su mochila y en shock no paraba de gritar. – ¡No puede ser, no puede ser, no puede ser, no, no, no, no, no! ¡Es que no mames, no puede ser!

– Nos preocupábamos y la mirábamos atentos.

Áyax paraba la música, se quitaba sus audífonos y la modista y sus ayudantas quedaban estáticas ante esas expresiones.

Keila miraba a todos; su mirada era perdida, como susto, no sé, algo rara; se llenaron de lágrimas de tristeza y dolor para decirnos. – Flavio acaba de notificar en Facebook que Jacqueline falleció.

– Keila se soltaba en llanto y yo sentía un terrible escalofrío en mi ser; no sé, no puedo explicar la sensación que esa noticia me causó, pero supongo ustedes en algún momento han de haber recibido una noticia así de impactante y entonces comprenderán lo que es sentir eso en el cuerpo cuando te enteras que un ser querido ha dejado de existir.

Quéridos Lectores:

Este capítulo va dedicado a una gran amiga, compañera, hija, novia y bailarina; una gran persona; dónde quiera que ella esté, le hubiese encantado saber que fue parte de esta serie y traté de darle su espacio y contar su linda historia de amor con su novio; en memoria a ella y con todo respeto, ¡muchas gracias! y aplausos hasta el cielo.

El cáncer es un enemigo silencioso, muy desgraciado, maldito, es terrible; admirable a aquellas personas que luchan contra ese mal y más admirable es el saber que con todo ese gran esfuerzo, han podido vencerlo; son personas que merecen todo el amor y lo bueno que puede existir tras triunfar ante la guerra.