¿Por qué a mí? Capítulo 11

SEGUNDA TEMPORADA:Recuerdan que intenté suicidarme; en el área de urgencias del hospital Santuario de la Salud; una ambulancia llegaba, de forma presurosa bajaban una camilla y...

Hola, tras un año de receso en la página, regreso con la segunda temporada de esta historia y habrá sorpresas y continuaremos sabiendo más sobre Job, Jacqueline, Keila, Bimba, Flavio, Renzo y de más personajes; espero les guste, voten, califiquen y comenten, eso me ayudará a saber en que fallo y donde debo hacer corrección, HISTORIA DE POCAS ESCENAS SEXUALES.

"Historia de una Noche"

Hola, ¿recuerdan que en un principio intente suicidarme?, pues de nuevo estoy en eso, sólo que de noche, esperando a que llegará ese momento, estaba empapado, con la cara batida por el maquillaje, mis lágrimas no se notaban, se confundían con las gotas de la tempestad; mi vida fue arruinada, cruelmente, porqué fui el más imbécil de todos; la vida se ensaña conmigo, pero, ¿por qué a mí? ; es karma seguramente, castigo divino por ser homosexual; saben, hoy desperté creyendo escuchar una historia, ahora el mundo parece estar estático en silencio, mientras todo parece un caos, una guerra, una revolución, todas las personas tenemos miles de impulsos gastados en sueños mal rentados, vendidos, tratados, frustrados, buscamos solución; aunque nos digan sigue, vive, persigue que no existe una inspiración, que el presente es lo que nos mantiene la ilusión; no crean eso, nadie debe decir eso si no vive una historia así, una historia como la de esta noche.

La lluvia comenzaba a desistir, mi corazón estaba muy acelerado; demasiado; más que en la presentación de baile, me sentía frío, aturdido, confundido; miraba al cielo, un relámpago iluminaba y de momento, bajaba la vista y me sorprendía que una ambulancia a toda velocidad pasaba, justo tras de ella dos coches, de los cuales reconocía uno, el de los padres de Jacqueline; ahí, mi yo reaccionó y exclamé. – ¡Jacqueline!

– A mí memoria vinieron los recuerdos de que ella se había sentido mal por su embarazo, que no se estaba cuidando y que no tenía un control como debía, así que me preocupe; de inmediato bajé las escaleras casi corriendo y regresé de nuevo a dónde había sido la presentación.

Observaba que la gente estaba saliendo, con algunas caras de asombro, miedo, preocupación, enojo y alegría; escurriendo de lo muy mojado que estaba, me colaba al área dónde estaban nuestras cosas; ahí veía a mí madre y hermana que preocupadas estaban con Renzo, tratando de localizarme.

Me acerqué con cierto temor y cuestioné. – ¿Qué sucede?

– Ellas me miraban y Renzo volteaba a verme asombrado diciendo. – ¡Job!, ¡¿Qué te paso, dónde estabas?!

– Quedé como al principio y siendo sincero, me confundían tantas preguntas.

Irritado, respondía. – Tuve que salir, estaba buscándolas a ustedes para que me dieran el papel que te pedí que buscarás, el del pago, y bueno me mojé un poco, pero, ¿qué sucedió?

– Mi mamá seria hablaba. – Lo del pago no te preocupes, ya mostré que habías liquidado la cuenta, tranquilo.

– Janet me tocaba la espalda exclamando. – ¡Estás demasiado empapado, te puedes enfermar!

– Yo seguía sin entender las caras que tenían y al no haber una respuesta clara.

Avanzaba hacia donde había dejado mis cosas y Renzo me sujeto el brazo diciendo serio. – No puedes pasar para allá, tus cosas están aquí junto con la de tus amigos, ve a cambiarte pronto y ahorita te explico.

– La seriedad de Renzo me convenció de que era algo grave, así que de prisa me quité el traje mojado, medio lo exprimí en los baños de hombres y lo metía en la bolsa y gancho donde no lo entregaron; despintándome la cara, tonaba la hinchazón en mis ojos; había llorado demasiado, pero sentí que era poco, que faltaba aún más para sacar; me lavé bien, me sequé con toallas de papel y salí para encontrarme con Renzo y con ellas.

Él de manera dulce me abrazaba y apretaba fuerte, diciéndome. – Te diré algo que sé bien que te preocupará, sucedió algo muy trágico.

– Sin importar que ahí estuvieran presentes mi hermana y mamá, le correspondí al abrazo hablando. – Ya dime qué, me aturde esta situación.

– Renzo comenzó a explicarme las cosas; sus palabras de momento se me comenzaron a disminuir y mis ojos de nuevo se comenzaron a inundar, derramé lágrimas sobre su espalda y me separé de él; tiré mis cosas y seguía estúpido; creo era un lapso de shock; de ahí, a partir de ahí, comenzó esta historia de una noche, de una larga, larga noche.

En área de urgencias del hospital Santuario de la Salud; una ambulancia llegaba, de forma presurosa bajaban una camilla como una joven que venía sangrando, con signos vitales débiles y agonizando; junto a ella bajaba su amiga muy preocupada; ella quedaba en sala de espera, con las manos y ropa manchadas de sangre, sus padres, su novio y demás amigos ingresaban con caras de miedo y angustia.

Sí, quién estaba siendo hospitalizada de manera urgente era Jacqueline, misma que había sido encontrada en los baños del auditorio; media hora después y sin tener noticias, al nosocomio llegábamos Renzo y yo; al verme, Bimba y Keila se acercaban a mí y me abrazaban poniéndose a llorar.

Los tres nos acercamos a Flavio, quién estaba destrozado, él nos miraba y entre lamentos nos preguntaba. – ¿Por qué ella, qué, por qué pasa esto?

– No teníamos palabras para él, yo menos; pues al igual que Flavio, me preguntaba lo mismo, ¿por qué a mí?, ¿por qué a ella?, ¿por qué suceden estás cosas?

Renzo amable, se acercaba para ofrecernos papel y limpiarnos las lágrimas; Keila nos miraba atónita diciendo. – Fue impresionante encontrarla ahí, tirada en ese gran charco de sangre, es que fue, fue, fue horrendo.

– Comenzando a narrar, ella nos decía que la maestra Starenka nos estaba buscando por qué quería al grupo para el anuncio de quienes pasaban a la siguiente etapa del intercolegial; Bimba me buscaba a mí luego de saber por mi hermana y mamá la noticia de mí salud y Keila a Jackie; pero al no haber indicios de ninguno de los dos, Starenka llamó con emoción a los que estuviesen y ahí fue cuando nombraron a nuestro grupo a la siguiente ronda; contentos festejaron y se abrazaron, pero Flavio se mostró serio y preocupado al no ver a Jacqueline; Keila al percatarse de eso, le decía que buscaría en los baños que a lo mejor estaba atorada porqué el traje costaba mucho en desmontarse; él confiado dejó que fuera ella a buscarla, en lo que se quedaba a hacer bulla por el festejo.

Keila pasaba a los baños y como están en diseño de "L"; ella caminaba diciendo. – Keila, amiga, ¿estás en el fondo?, amiga ven, es que debemos festejar, pasamos a la...

– Al llegar al fondo a la izquierda de los baños, se llevaba admirada sus manos a la cara y sus ojos sobresaltados gritaba. – ¡No puede ser, no puede ser!, ¡Ayuda, ayuda!

– Corría a las afueras del baño y gritaba alarmada auxilio, para después regresar a donde se encontraba Jackie tirada en un charco de sangre seminconsciente, que le decía a leve voz. – Ayúdame, mi bebé, me... me... me... me duele.

– Keila se hincaba, se quitaba el saco y lo hacía bola para tratar de parar la hemorragia; allí ingresaban unas chicas y señoras y al ver la escena de inmediato comunicaban a seguridad y solicitaban una ambulancia; las cosas fueron tan rápido que parecía irreal.

Flavio llegó sólo para ver como la levantaban en una camilla y la canalizaban y oxigenaban para llevársela; los padres de Jackie estaban en shock y Flavio gritaba a los paramédicos. – ¡Ella está embarazada, no sabemos qué tiempo tiene, pero sálvenla a ella, por favor!

– Él a prisa se iba a su coche, tras de él Keila y Bimba; que estaba tanto angustiada por el hecho y de saber que tengo VIH.

Continuados por sus padres, que atolondrados por saber la noticia les preocupaba aún más lo que estaba suscitándose; en tanto Janet y mi mamá estaban en espera de verme para hablar, pero al no saber nada, se quedaban en el pasillo; Renzo junto con sus amigos David y Ricardo habían salido a buscarme al estacionamiento y de regreso les costaba entrar, pues sucedía el alboroto ya narrado; así que ellos tuvieron que ingresar por la entrada principal y pues al ver que ya estaba casi vacío el lugar, sus amigos mejor se despedían de Renzo y le deseaban suerte en la búsqueda, mi búsqueda; fue cuando él se encontró con mi familia, bueno parte de ella y se saludaban, cuando mi hermana estaba por preguntarle de mí y mi estado de salud, yo aparecía y ahí es donde se retoman los hechos.

Tres largas horas de angustia después; el médico de guardia, salía a dar informes; todos estábamos esparcidos en distintos puntos de sala de espera; ahí el doctor preguntaba quiénes eran familiares de Jacqueline; ahí se acercaron sus padres y Flavio; en lo que nosotros estábamos con la angustia de lo que fuese a pasar.

Tras una breve explicación, los señores se abrazaron llorando y Flavio se regresaba con nosotros muy deshecho y entre llanto decía. – Jacqueline, está muy grave, dijo que es algo muy delicado y crítico.

– Él se sentaba y nosotros tratábamos de consolarlo, en lo que hablaba triste. – El doctor dijo que tenía un embarazo ectópico de alrededor nueve semanas lo que ocasionó la ruptura de la trompa de Falopio, pero al hacerle la cirugía descubrieron que su útero tenía una masa extraña de unos 23 centímetros de diámetro que se adhirió a las paredes de su matriz; el examen rápido de patología indico que era un tumor maligno y que debían extirparlo ya, pero... pero al tratar de hacerlo, descubrieron que había más pequeños en otros órganos y para poder tenerla estable, tuvieron que hacerle una histerectomía y sigue en cirugía, pues están tratando de saber sí hay más tumores en ella.

– Al escuchar eso, nos viene a la cabeza sin fin de posibilidades muy trágicas y terribles.

Todos nos sentíamos mal por ella, porque Jacqueline es una chica joven, hermosa, muy linda, amable, tierna, dulce y buena amiga, ella no merecía que le pasará esto, ella es demasiado buena, muy noble, ¿por qué ella?; entre que consolábamos a Flavio, los padres de ella se nos acercaron y nos agradecían que estuviésemos ahí, pero que no era necesario seguir, ya que la operación era larga y que debíamos descansar.

Starenka les hizo segunda a los señores y nos incitaba a retirarnos; no sin antes pedir de favor que nos mantuvieran al tanto sobre el estado de salud de ella; todos nos retiramos, a excepción de Flavio que se quedaba ahí con un vaso de café y mirada perdida; la señora amable nos decía que estaría al pendiente de él y que no nos preocupáramos; entonces, cada quién con su shock, nos fuimos a nuestras respectivas casas.

Renzo, caballerosamente me acompañaba a la mía y pues en el trayecto, íbamos pensativos, así sin decir más, sólo sintiendo el aire fresco, una ligera brisa que el viento quitaba de las hojas de los árboles y las paseaba por la ciudad para acariciar nuestras caras; a una calle de llegar a mi casa, él me tomaba la mano y me decía. – Lamento mucho lo que está sucediendo, no quiero que estés triste.

– Me jaló hacía él y me abrazó fuerte, yo hice lo mismo y me sentí tan protegido, tan en confianza que le di un beso y lo miré diciendo. – Estando contigo, me hace sentir tan bien y seguro, eres muy especial para mí.

– Nos dimos otro beso y en eso mi celular comenzaba a sonar; pensando que era algo sobre Jackie, contesté sin ver quién era.

La voz muy molesta era de mi hermana que decía. – ¡¿Ya vienes?! Mi papá esta pregunta y pregunta por ti, vino a la casa, de una vez te aviso que esta borracho así que date prisa.

– Al saber eso, le dije con cara de asombro. – ¡¿En serio?! Hace mucho que no pasaba eso, pero sí, voy para allá.

– Ella afirmó muy cortante. – Sí, apresúrate.

– Renzo preocupado, cuestionó. – ¿Pasa algo?

– Le miré, hice un gesto de querer llorar y respondí. – Sí, es algo que ya no había pasado y ahora se está repitiendo, pero descuida, estará bien.

– Él me abrazó de nuevo diciendo. – No me gusta para nada verte así triste, más ya no.

– Le abracé más fuerte y suspiré diciendo. – Espero seas mi refugio, mi protección, que seas quien borré de mi cara estás lágrimas que están por caer.

– Renzo me abrazo fuerte y con su mano acariciaba mi cabeza diciendo. – Lo seré pequeño, lo seré, estaré contigo pasé lo que pasé, me gustas, siempre ha sido así y ahorita que te tengo, es como que deseo cuidar aún más de ti.

– Nos dimos un último beso y me dejó caminar a solas la calle que me faltaba en lo que él tomaba un taxi a casa.

La verdad estoy muy entusiasmado con Renzo, siento que él es muy inteligente y sabrá manejar las cosas cuando llegue el momento de decirle que tengo VIH ; él es alguien que me está animando con sus acciones de ahorita y eso hace que mis deseos de suicidarme se estén minimizándose.

Pero bueno, yo iba suspirando y sonriente hasta que se borró mi gesto con lo que sucedería a continuación; al llegar casi a casa, a unos pasos de allí, se escuchaban los gritos e insultos que mi hermosa familia se brindaban como años atrás; pareciera que estaba retrocediendo el tiempo a cuando éramos una familia disfuncional.

Les comenté que soy hijo de padres separados y que pues su divorcio fue lo mejor que pudo ocurrir, muchos insultos, humillaciones y demás nos perjudicaban mucho; y cada que él llegaba así me invadía un temor terrible; no tenía la menor idea del motivo por el cual él estaba en ese estado; supuse que su "novia" lo había mandado a volar y que se venía a refugiar un rato con mi mamá y yo, y aprovechando que mis hermanos andan por aquí pues que mejor pretexto; exhalé y armándome de valor entré; saludando primero a mis perros y luego cerrando la puerta para evitar que se salieran, pasaba como si nada la sala y el comedor; estaba bien nervioso y tenso, pues no sé qué onda pasaba.

Estaba por cruzar el pasillo para pasar a mi cuarto, cuando su voz aguardentosa me gritara. – ¡Haber Job, ven para acá, que quiero hablar urgente de algo delicado!

– Yo hacía mis ojos de huevo cocido y murmuraba. – Assssh.

– Daba media vuelta y de la cocina salían mis hermanos con mi mamá que me miraban preocupados.

Mi papá me tronaba los dedos y ordenaba. – ¡Siéntate ya y ustedes también!

– Suspiraba tratando de calmarme; esto parecía a una de esas tantas escenas que mis hermanos y yo vivíamos cuando eran matrimonio; ¿acaso retrocedí en el tiempo?, pues sí es así, ojalá pudiese evitar conocer a Fermín y no involucrarme con él.

Con angustia me sentaba en mi lugar, así como los demás y tras un silencio tenso; él me decía serio. – Job mírame a los ojos, ¡hey!, te hablo, ¡mírame a los ojos cabrón!

– Yo con cara de cansancio le volteaba a ver contestando. – ¡¿Qué quieres?!

– Él me tronaba los dedos para luego golpear la mesa diciendo. – Se dice mande, te recuerdo que soy tu padre chamaco pendejo, así que me debes respetar.

– Mis hermanos y mi mamá estaban sentados estáticos sin decir nada.

Eso me molestaba más, ya qué era cómo para que dijeran algo o no sé, digo él se fue de la casa, no tenía ya que ponerse así, pero en fin.

Volteaba a verle y haciendo una mueca, dije. – Sí, disculpa, digo mande usted.

– Él tomaba un sorbo a su cerveza y preguntaba. – ¿Cómo has estado?

– Serio contesté. – Pues bien, ahorita cansado por la presentación de baile.

– Él tomando otro trago, se limpiaba para decir. – No pude ir, pero sé que les fue bien.

– Un gran silencio y luego él cuestionó. – ¿Ya te hiciste esos estudios que te piden para el trabajo que solicitaste?

– Desvié mi mirada, nervioso mi mente me traicionaba y mis ojos casi se me salían, me puse tenso y mi papá molestó hablaba. – ¡Contesta!, ¿sí o no?

– Volteaba la mirada y me daba cuenta de que mi mamá en sus ojos comenzaban a emanar lagrimas.

Ahí memorizaba la tremenda estupidez que había ocasionado; pues recordaba que le dije de favor que buscará el papel del pago de liquidación y conociendo a mi señora madre seguramente los había encontrado aquellos análisis confirmatorios.

Comenzando a transpirar, hablé nervioso. – Sí, ya, pero aún no me los entregan.

– Mi papá se reía y decía. – Job, Job, de verdad me crees un pendejo, crees tú que me vas a ver la cara de pendejo, estás mal chamaco pendejo, muy mal.

– Me sentía como ratón acorralado, mi corazón lo sentía en la garganta.

Fue ahí que mi mamá aguantando las ganas de llorar, me preguntaba. – ¿De verdad hijo aún no te los entregan?

– La miraba, me mordía los labios y mentía diciendo exaltado. – ¡No, de verdad!, aun no me los han dado, pero ya me los hice de verdad.

– En eso, sentí un golpe muy fuerte en la espalda por parte de mi padre, que furioso gritaba. – Di la verdad pendejo, ¡Dila!

– Me volteaba a él muy enojado, queriendo regresarle el golpe, pero me contenía para decir. – ¡Pues esa es la verdad, no me los han dado!

– Janet seria hablaba. – No Job, no es verdad, tus análisis te los entregaron ya y sabemos lo que tienes.

– Ahí sentí un frío recorrer mi espalda, me quede inmóvil y únicamente volteaba mi cara de lado a lado para ver que hacer.

Joel mi hermano me miraba con enojo; pero quien estaba más lleno de ira era mi papá que azotando sus puños sobre la mesa gritaba. – ¡Te dije hijo de tu puta madre, te lo dije!, ¡hijos putos no quiero, te pasé eso de las mamadas esas que haces de bailar y la verga, pero que seas marica y todavía sidoso no!

– Lanzaba un puño a la mesa y gritaba. – ¡En mi familia no hay putos, nunca ha habido putos!, ¡La culpa de todo esto que seas así es de esa chingada madre que tienes que siempre te ha mimado por todo, maricón de mierda!

– Sin quedarme callado, grite. – ¡¿Familia?! Hace tiempo que no somos familia, es más nunca lo fuimos, por eso se separaron y fue lo mejor que pudo suceder.

– Me comencé a alterar mucho más; mi padre me miraba con odio, algo que no imaginé que fuera hacer, y sorpresivamente me lanzó una bofetada.

Mi hermana llorando le pedía a mi papá que se calmará, pero él más se enojaba; mi mamá estaba alterada sin decir nada y mi hermano se quedaba ahí serio ante la situación. Yo me quedé pegado a mi asiento, tras recibir el golpe, no me respondían las piernas y de pronto, ¡zaz! Ahora un botellazo recibía en mi brazo que me lo adormecía, luego un puñetazo que me tiraba al suelo con todo y silla, seguido de una patada; mi madre y hermana gritaban de miedo, pero no hacían por interponerse entre mi papá y yo.

Mi hermano se levantó y prefirió ver de otro ángulo como mi papá me tomaba del cabello y me arrastraba hasta el patio diciendo. – ¡Te voy a matar, te voy a matar, te voy a matar, hijo de tu mal parida madre!

– Llorando tratando de zafarme, hacía lo que podía por parar eso; fue algo muy cruel y doloroso.

Joel al fin reaccionó y detuvo a mi papá que me volviese a golpear; yo asustado en el suelo, no sabía qué hacer y mi padre estaba que babeaba de rabia.

Aurelia; mi madre; decía asustada. – ¡Por favor Luis Manuel, esas no son formas de hablar, cálmate!

– Mi padre con su puño cerrado golpeaba la pared hablando enfadado. – ¡No puede ser, no! ¡Es que no se puede hablar tan fácil de tener un hijo puto y sidoso!

– Me levantaba poco a poco y adolorido les hablaba. – No tengo SIDA , tengo VIH , que es muy diferente, así que no me estés diciendo así.

– Mi padre gritaba diciendo. – ¡Pinche enfermo, no quiero que estés en mi casa, no quiero!, ¡Lárgate!

– Yo enojado, le decía. – Pues no me voy a ir, pues tú aquí ya no tienes voz de mando, en todo caso quién debe correrme es mi mamá y si de verdad quieren que lo haga será con los pies por delante.

– Aurelia, me veía y decía. – Las cosas pueden resolverse de otra forma, pero hay que calmarnos por favor, ¡Luís Manuel es tu hijo!

– Luís Manuel ensordecido por su rabia trató de volverme a golpear pero Joel se interponía y le decía. – Ya papá, ya, bájale estas bien pedo, ya, mañana con calma hablamos, pero ya.

– Resentido con mi hermano, le dije. – Según tú me quieres, pero dejaste que tu padre me golpeará, vaya hermano, ¡vaya hermanos que tengo!, ¡vaya familia!

– Joel apenado agachaba la cabeza pero no dejaba de interponerse entre Luís y yo.

Tanto mi papá como yo nos mirábamos, uno con recelo y otro con culpa; esta escena estaba demasiado tensa, creo que la noticia no se debió de dar de esta forma.

Yo estaba por regresarme adentro de casa cuando Luís Manuel me escupía para decir. – Pinche puto, para mí ya estás muerto, marica.

– Aurelia afligida decía. – Somos una familia, debemos estar unidos, más ahora que debemos apoyar a Job con su enfermedad, debemos ser una familia.

– Molesto, volteaba a ver a mi mamá y le hablaba. – ¡Ay por favor, no seas hipócrita mamá!, nunca fuimos una familia de verdad, ¡nunca!, desde que tengo uso de razón siempre él llegaba borracho a insultarnos, humillarnos, a tratarte como quiso, a sobajarnos, hacernos mierda, y tú mamá, tú, ¿qué hiciste en ese tiempo?, sólo ponerte a llorar y en lugar de tomar las riendas, también te ponías a discutir con él sobre cosas del pasado cuando fueron novios, sobre en ese entonces su amante que lo quería cuando deseaba y cuando no aquí lo teníamos en la casa como león enjaulado; pero hasta que por fin tu cerebro funcionó, fue como tomaste la decisión del divorcio; ¡claro!, tras ahogado el niño querías tapar el pozo; ¡qué chingón, no!

– Mi mamá se incomodó y me abofeteó gritando. – ¡Aguante todo eso por su bienestar, no por otra cosa!

– Me dolió tanto que me haya pegado mi mamá, más que lo que me hizo Manuel.

Con la mano sobre la mejilla, le dije enojado. – Desde hace años tuviste oportunidad para que esas situaciones no se repitieran más, pero no, tu pinche orgullo, tu querer aparentar que éramos una familia te importaba más que nada; además, tenías la esperanza de que este señor regresará a ti para amarte y quererte, que poca mujer fuiste en ese tiempo mamá.

– Manuel me gritaba enojado. – ¡A tu madre no le hables así!

– Joel lo sujetaba más fuerte y les miraba con rencor; a mi madre la dejaba enmudecida.

Y Janet me gritaba. – ¡A mi mamá no le hablas así, estúpido!

– Yo le volteaba a ver y decía. – ¡Tú cállate!, que siempre, siempre has querido más al borracho de tu padre y siempre terminas siendo tú la que lo terminaba convenciendo de que se calmará y se quedará en casa cuando desde hace mucho debía de irse con su amante; así que no vengan con gritos y demás para calmarnos, que de estos numeritos ya estábamos acostumbrados tanto nosotros como los vecinos de la cuadra.

– Ellos se quedaban pasmados, enmudecidos; pues en parte de lo que les había dicho era verdad; pero ahí no acababa la cosa.

Ingresaba a la casa y a prisa llorando iba a mi cuarto, hacía una pequeña maleta para irme; a dónde, no sé; pero quería irme; escuchaba que mi papá echando pestes se salía de la casa y quedábamos nosotros.

Tocando la puerta, entraba mi mamá que llorando me abrazaba diciendo. – ¡Perdón, perdón Job! Es mi culpa, es mi culpa, todo por no haber sabido guiarte, por no haber sabido ser una madre, por no llevarte por el camino que de verdad debías seguir.

– Entraban mis hermanos con cara de angustia y yo me separaba de mi mamá, suspiraba y limpiándome las lágrimas hablaba. – Aquí no hay culpas ni reproches, al decir eso de no saber guiarme, haces referencia a que no me supiste hacer hombre; estás mal mamá, perdóname que te lo diga pero estás mal, eres una ignorante, lo que si debes admitir es que por haber seguido al lado de tu marido en esa época atrás, las cosas ahora serían distintas y yo no hubiese estado buscado amor y refugio en alguien que no.

– Mi mamá molesta parló. – Distintas sí lo hubieran sido, porqué tal vez no hubieses andado quien sabe con quién, cómo tú dices, buscando refugio; ahora sé que las veces que decías que ensayarías horas extras estabas mintiendo para que seguramente te fueras de cabrón a revolcar quién sabe con cuantos.

– Esas palabras terminaron de romper mi corazón, mi alma, mi ser, me sentí una basura, una porquería.

Sostuve mis lágrimas y con voz entre cortada le decía. – Gracias mamá por indirectamente tratarme de un promiscuo, gracias, y sí, sí fíjate, me acostaba con hombres, por gusto, por placer, por llenar el vacío, por olvidarme la mierda de familia en la que crecí y me críe; no sabes lo rico y excitante que era estar con varios hombres, pero al menos yo si admito mis grandes errores, pero tú, ¿tú qué admites?

– Mi mamá sollozando dijo. – Que descarado, yo sí admito mis culpas y errores como madre hacía ustedes, eso sí lo tengo en cuenta.

– Levantaba la ceja y serio dije. – Demasiado tarde admitiste eso; pero bueno espero tengas muy en cuenta tus palabras y las sostengas el día en que yo a ti te niegue como madre.

– Agarré mi mochila, empuje a mis hermanos y atravesando el pasillo, la voz de mi madre arrepentida gritaba. – ¡Job vuelve, vuelve Job, no, no por favor, vuelve!

– Aventé las llaves a la basura del comedor y caminando a la puerta, toqué la chapa y comencé a llorar con mucho sentimiento, jalé el moco y me traté de hacer el fuerte para abrir y salirme de ahí azotando lo más fuerte la puerta.

Eran las 2:19 de la madrugada, no tenía idea alguna a donde ir, me sentía demasiado vacío, muy triste, desprestigiado o no sé, era como que echarle alcohol a la herida ya tenida; con miedo de que me fueran a asaltar o algo, se me vino a la mente el hospital, así que caminé para allá, en mi andar, veía las luces de unos cuantos coches, unas personas medias malhechoras y con fuerza apretaba mi mochila y apresuraba el paso; al llegar, me asomaba en sala de espera y veía a Flavio que estaba sentado cabeceándose, así que le timbre a su celular y el reaccionó, vio la pantalla y de inmediato colgué antes de que respondiera.

Él al verme, salió y dormitado cuestionó. – ¿Y ahora tú, qué haces aquí?

– Miré fijo a él, solté mis cosas al piso húmedo y sosteniendo el llanto le dije. – En este momento quisiera ver a Jacqueline y abrazarla fuertemente, porque ella sabría cómo aconsejarme.

– Flavio movió su cabeza un poco y se me acercó con un abrazo y me dijo. – Ven, vamos por un café de la tienda de autoservicio y en mi carro me platicas qué pasa.

– Él levantó mis cosas, me tomó del hombro y juntos caminamos por el café; para que luego, él fumando un cigarro y yo con mi americano, nos fuimos a donde estaba su coche estacionado, ahí comenzamos a charlar.

Él me decía que estaba contento con la noticia del bebé, que deseaba ser un buen papá y un ejemplo a seguir para su hijo; pues Flavio perdió a su papá cuando él tenía 4 años y pocos recuerdos tiene de él; sus abuelos paternos fueron quienes le guiaron y ayudaron a su mamá a salir adelante; sus tres hermanos y él, aprendieron a vivir sin papá y para él, su ilusión era ser un gran padre y poderle dar mucho amor a su pequeño, para que no se sintiera desvalido.

Al contrario de él, yo hubiese deseado no tener padre; pues desde que tengo uso de razón él siempre ha humillado e insultado a mi mamá; él ha tenido amantes, hemos sabido de ellas, pero a mi mamá le importaba más ser la señora quien se quedara con las dos casas y demás pertenencias que separarse de él y prefirió por orgullo aguantar los malos tratos, insultos y sobajes que él nos hacía siempre en sus estados de ebriedad; además las cosas siempre fueron muy turbias, nunca hemos podido entablar una comunicación buena y clara con mi papá; Joel y Janet son los que más o menos lidian con él, pero yo no, yo he sido como el excluido por él, siento que no me quiere, porqué soy menos rudo, más delicado y con preferencias a cosas que a mi señor padre nunca le han parecido; de hecho mi abuelo paterno (que en paz descanse), siempre me decía niña, que debía comportarme como machito, que necesitaba ser criado por él para saber ser un hombre de verdad; ese señor siempre me dio miedo y cuando falleció me sentí aliviado, pues nunca me agradó; sí, se lee feo, pero era un familiar que no me agradaba para nada, que me daba temor, hasta asco; en su velorio ni le lloré ni le rece, dejé que mis sentimientos hacía él se fueran con él en su féretro y dejarle ir; las cosas tomaron un camino diferente cuando mi madre por fin se dignó y armó de huevos para mandar a la goma a mi padre, se divorciaron entre pleitos y gritos, luego entendieron que era lo mejor que debían hacer y tras separarse oficialmente, la alegría, la paz y serenidad nos invadió en casa y así habíamos estado hasta esta noche; !vaya historia!

Tras mucho platicar, Flavio me decía que me quedará a dormir dentro de su coche y me decía. – Tranquilo wey, las cosas se calmaran, tranquilo, yo regresaré a sala de espera con los papás de Jackie; duerme, mañana te llevo a mi casa para desayunar, te duches y trates de hablar bien en casa, tu mamá se preocupa es eso, por eso debes estar tranquilo y no andar alterado y pues ya mañana hablan con calma, así que ánimo cabrón, que necesito que estés con ánimo para motivarme, yo estoy demasiado tenso por lo que ocurrió.

– Flavio apretaba el volante y le dije. – Bien, me calmaré, pero tú igual debes hacerlo, Jacqueline necesitará de un fuerte pilar para poder resistir, sí tú decaes, ella igual, recuerda que aunque ella se mantiene fuerte, contigo no se dejará caer, así que con todo ese amor, juntos podrán llegar lejos y salir adelante, ánimo amigo, y aquí estaré para los dos, siempre.

– Flavio me daba una palmada en el hombro diciendo. – Eres bien chido wey, me agradas mucho, eres un chavo sensacional que aunque se esté en problemas, siempre tratas de hacernos sentir muy bien; quiero que sepas que conmigo siempre contarás para lo que sea necesario, ya te considero una súper extraordinaria persona, eres chido bro.

– Flavio me daba palabras de apoyo aun cuando él se estaba derrumbando.

Y yo, yo le mentí del porqué me había salido de casa, para no preocuparlo más. Así que él tomó su chamarra del interior del auto y me dejó ahí acomodado para más o menos dormir; mi teléfono no paraba de sonar, una y otra vez, pero sinceramente no quería responder, así que lo puse en modo avión y traté de dormir un poco.

Espero sus opiniones vía mail o comentarios; les envío un coordial saludo y deseo que estén bien.