Por putita me follan a su antojo II

El señor Serrano jadeaba extasiado cuando el desconocido sacó su polla de mi culo y me sentó sobre mi jefe. Este separó mis muslos y los labios de mi vulva para que su amigo me la metiera a su antojo, este agarrándosela la apoyó y me la metió.

Estaba allí de pie en la que días antes era tan solo una habitación del hotel donde trabajaba y a la cual entraba solo para limpiarla y arreglarla; en cambio ahora me encontraba en medio de la misma, aun dolorida después de una intensa sesión de sexo que había empezado en el vestuario donde tantas veces me había cambiado, con un desconocido al que había conocido a fondo una noche en el almacén de una discoteca.

Quería estar en esa habitación, en ese preciso momento de la misma manera que quería soñar sin miedos para vivir sin límites lo que el destino me tuviera preparado.

Por eso me dejé llevar cuando ese hombre ahora detrás de mí amasaba mis pechos con fuerza y pellizcaba mis pezones doloridos, los mismos que unas horas antes había lamido. Pero mi placer se centraba al máximo entre mis piernas donde una lengua lamia como podía mi rajita inflamada y volvía a hacerme vibrar de deseo.

Lo realmente alucinante de todo eso es que esa boca pertenecía al que un día antes solo era un señor mayor serio y austero que curiosamente era mi jefe directo en el hotel.

Pensando en todo eso me puse aún más caliente y me abandoné completamente en manos de esos dos hombres que parecían saber que tecla tocar en cada momento.

El desconocido tiró de mí y me sentó en la cama arrodillándose detrás de mí pegando a mi espalda su tremenda erección.

-Mira como me tienes de nuevo putita–dijo con voz ronca-

Se sacó la polla y noté la humedad en mi espalda, bajé la cabeza y vi al señor Serrano lamiendo mi coñito. Separé más las piernas para que su lengua llegara a cada rincón de mi sexo hambriento.

Giré un poco el tronco y agarré con una mano la polla del desconocido, bajé la cabeza para lamerla y este puso la mano en mi nuca instándome a tragarme todo el tronco de carne caliente y palpitante. Apenas podía respirar, pero no me aparté y dejé que el guiara mi cabeza.

-Si putita chupa llevo duro desde que volví para comprobar si todo iba bien y vi cómo te follaba ese culito prieto que tienes.

-Ni te imaginas lo prieta que esta; me ha vuelto loco desde que os vi follando –dijo el señor Serrano poniéndose en pie-

Se colocó entre mis piernas y me empujó tumbándome en la cama. Dobló mis rodillas pegándolas a mis pechos y guiando su polla la colocó en la entrada de mi vagina. Un solo golpe de riñones y volvía a estar completamente ensartada por esa gorda polla.

El desconocido acercó su polla para que siguiera lamiéndosela, pero esta vez no la metió en mi boca se limitó a dejar que paseara mi lengua por el tronco mientras jadeaba por los empellones de la otra polla que taladraba mi coñito.

-¿Te gusta así nena? –preguntaba mi jefe bien adentro de mi cuerpo-

Me penetraba muy lenta pero profundamente y ahora era el quien sobaba mis tetitas

-Si señor Serrano –me excitaba llamarle así mientras le tenía dentro dándome placer-

-Me pones a mil nena –dijo entre suspiros abandonando mi interior-

Empezó a desnudarse mientras yo me entregaba por completo a la polla que tenía en la boca, cuando acabó de desnudarse se tumbó en la cama a mi lado y el desconocido dejó mi boca.

-Ven nena –pidió el señor Serrano-

Mientras el desconocido se desnudaba subí a la cama y me coloqué sobre mi jefe, poniendo una rodilla a cada lado, moví las caderas y él intentó penetrarme pero entonces de rodillas desde atrás me la metió el desconocido.

-Estas chorreando putita, como te ha puesto el coño mi amigo

Dos minutos después salió y esta vez mi jefe si encontró de nuevo el camino y entonces la lengua del desconocido lamió mi ano un par de veces mojándolo antes de llevar su capullo allí y empujar un poco.

-Tranquila nena ahora dolerá menos –dijo el señor Serrano-

Subió las caderas mientras yo escapaba de la polla que taladraba mi culo metiéndome más la suya y me corrí como una loca.

-Si nena córrete así, que placer me das. Aprieta bien mi polla cielo.

Jadeaba aun sintiendo el orgasmo recorrer mi cuerpo cuando el desconocido se hundió profundamente y tras unos segundos empezamos los tres a movernos en sintonía buscando cualquier fricción y roce de nuestros cuerpos.

Me sentía de nuevo al borde del orgasmo entre ese dos hombres que llenaban mi cuerpo sudoroso.

-Si, voy a llenar tu lindo coñito de semen –decía el señor Serrano con la respiración acelerada-

-Si cabrón llena su coño que yo voy a córreme en el fondo de este maravilloso y estrecho culito   –decía al mismo tiempo que su amigo-

Me dio una palmada fuerte en el trasero mientras mi jefe mamaba mis pezones y sus pollas se movían en mi interior entrando y saliendo cada vez más fuerte, cada vez más adentro. No podía más.

-No puedo más voy a correrme, no paréis.

Y no pararon lo primero que noté fue el calor del semen inundar mi vagina, al momento más semen lleno mis intestinos y me corrí salvajemente gritando como una posesa.

Los tres caímos rendidos y sudados en la cama, media hora después me obligué a espabilarme y tras limpiarme un poco en el baño los dejé dormidos en la habitación.

Apenas podía andar pero me sentía feliz y plenamente satisfecha por primera vez en mi vida.

Al día siguiente libraba y no aparecí por el hotel, me dediqué a mimar mi cuerpo.

Pasé el día pensando, para al final tomar la difícil decisión de que puentes debía cruzar y cuales debía quemar.

Decidida miré hacia recepción y dije con una amplia sonrisa:

-Buenos días señor Serrano –disfrutando de su cara de incertidumbre-

Se notaba en su rostro la preocupación por lo que iba a suceder, por cómo iba a reaccionar yo.

-Buenos días Lara –su tono no sonó lo distante que hubiera querido-

Le sonreí al pasar por su lado ya después de cambiarme y con mi aborrecida compañera.

-Buenos días señora Alicia –le dijo a ella en el tono que antes usaba conmigo-

Ella era algo insufrible, era amiga íntima de la mujer del señor Serrano y se creía más que yo. Sonreía al pensar que ahora yo también podía considerarme amiga íntima del señor Serrano ¿no?

-Venga chica vamos a empezar la tarea –como siempre había repartido el trabajo a su antojo-

-¿El amigo del jefe aún está en la misma habitación o es alguien nuevo?-pregunté para asegurarme-

-Es el amigo se quedara al menos quince días, hazla bien –dijo seca como siempre-

Arreglé la habitación reconociendo la ropa de la primera noche en la silla y entonces se me ocurrió algo. Apreté mi braga pasándola por mi rajita y me la quité, después apunté el número de mi móvil en ella y la dejé sobre su ropa.

-Bajó a por más papel aquí no queda –le grité a mi compañera-

En la recepción como era de esperar estaba él.

-Tengo que hablar con usted señorita –dijo afligido-

-Que pasa señor Serrano –pregunte modosita-

-El otro día perdí totalmente el control y es inadmisible, no volverá a pasar. Si puedes…

-¿No volverá a pasar? –Dije con un puchero-

Su cara era un auténtico poema no sabía de qué iba la cosa, puse cara de niña buena, de no haber roto un plato.

-¿Quieres que pase de nuevo nena? –dijo acercándose-

Asentí con la cabeza pero aparté la mirada haciéndome la inocente y entonces volvió a perder el control como esperaba. Sin dejar de mirarme a los ojos para leer mi reacción estiró un brazo y rozó mis tetas sobre el uniforme. Yo me arqueé un poco y él suspirando bajó el brazo, colocó la mano entre mis piernas y subió despacio hasta llegar a mi chochito desnudo.

-Donde están tus braguitas –dijo con voz ronca-

-Se las he dejado en la habitación de su amigo antes de bajar

Sus dedos jugaron con mis rizos apartándolos y con dos de ellos acaricio mi rajita.

-¿Ya estas mojadita, has dejando las braguitas en su habitación porque quieres que él vuelva a follarte?–preguntó excitándose con la pregunta-

-Si

-¿Y de mí que quieres nena?-su respiración se aceleraba por momentos-

-Lo mismo –dije totalmente segura de querer cruzar ese puente-

Jadeó mientras sus dedos abrían mi sexo y me penetraban con dulzura, los separó en mi interior y empezó un mete y saca muy despacio, desesperándome de placer.

-¿Te gusta que te toque el coñito nena?

-Mucho –ahora, era yo la acelerada-

Oímos pasos arriba, él miró el ascensor, la escalera y siguió entrando y saliendo de mi interior llevándome más cerca del precipicio, por el que caí dos minutos después corriéndome en silencio entre sus dedos.

Tras mi orgasmo sacó los dedos y los lamió lentamente excitándome de nuevo. Relamí mis labios mientras el cogía mi mano y la llevaba a su sexo, enseguida lo noté palpitar duro bajo la tela del pantalón.

-Va a bajar la otra dentro de nada nena tenemos que parar –suplicaba mientras yo movía mi mano sobre su pantalón-

-Quiero polla –le dije haciendo pucheros-

-Y voy a darte polla nena, pero más tarde –dijo dándome una palmada en el culo-

Al acabar el trabajo ambas nos cambiamos, al pasar por recepción nos despedimos, pero dejé que ella saliera primero, la vi entrar en el coche de su hija y al despedirse volví a entrar en el hotel.

-¿Hola nena has vuelto a por polla?–dijo con voz ronca-

-Si

Di la vuelta al mostrador y el cogiéndome de la mano abrió una portezuela que daba a un pequeño cubículo bajo la escalera en el que solo había una cómoda tumbona y un banquito.

-Ahora vuelvo

Oí como cerraba la puerta de la recepción, a esa hora no había ningún cliente en las habitaciones y así nadie podría entrar de improviso.

Volvió y entrando en el pequeño habitáculo empezó a desnudarme entre caricias, me tumbó en la cama como si fuera de porcelana, me encantaba la dulzura con la que me trataba recordando cómo días antes me había sodomizado por primera vez en mi vida.

Se tumbó a mi lado y separando mis muslos se colocó entre mis piernas, agarró su dura erección y la paseó por toda mi rajita lubricándola bien antes de penetrarme lentamente haciéndome desear más.

Cuando tenía más de medio miembro en mi interior volvió a salir.

-Toda, quiero más –suplicaba lloriqueando-

-Si princesa es toda para ti –dijo antes de hundirse por completo-

Grité de satisfacción cuando empezó a entrar y salir de mi interior acompasadamente, sin prisas dándome un placer indiscutible a cada acometida.

Me folló largo rato así hasta que me corrí entre jadeos, me dio la vuelta colocándome como una perrita y volvió a metérmela. Así la sentía aún más profundamente mientras él me mordía el hombro aferrado a mis caderas. Volví a correrme en esta postura.

-Nena cada vez que te corres me vuelves loco, por conseguirlo y por los espasmos de tu vagina apretando mi polla.

Nada más correrme la saco rápido al borde de su propio orgasmo y dejé que se sentara, me arrodillé entre sus piernas y agarré su polla, empecé a meneársela lentamente viendo como unas gotitas de semen coronaban el gordo glande, bajé la lengua y lo lamí provocando un profundo gemido en él.

Lamí el glande saboreándolo y me la fui metiendo en la boca, cuando había conseguido tragar la mitad volví atrás lamí el glande y volví a metérmela en la boca. El jadeaba y movía las caderas enloquecido mientras yo me sentía poderosa.

-Que rico la chupas criatura

Animada por su excitación separé más sus muslos agarré sus testículos y los sobé, los estrujé y por último los lamí y succioné sin dejar de masturbarle.

El jadeaba ahora descontroladamente cuando ambos oímos un ruido, la puerta se abrió y apareció su amigo.

-Hola chicos, bajaba a enseñarte esto cuando os he oído –dijo con mis braguitas en la mano-

Pensé que habría entrado cuando me estaba cambiando antes de que mi jefe cerrara.

Seguí lamiendo la polla y los huevos de mi jefe mirando al desconocido, mi jefe no podía contestar extasiado y él tranquilamente se desabrochó el pantalón, y después de quitárselos se arrodilló detrás de mí, tiró de mis caderas y me penetró.

No dejé de lamer polla mientras aceptaba gustosa esa penetración más burda y ruda que la anterior pero igualmente rica.

-No pares nena –decía el señor Serrano completamente entregado a mi mamada-

Dejé de lamer sus testículos y seguí más abajo en busca de su ano, él abrió más las piernas al darse cuenta, rodeé con mi lengua su ano y luego la empujé un poco dentro ensalivándolo antes de llevar allí un dedito y empujarlo mientras me metía de nuevo la polla en la boca.

-Nena que rico, que rico, no pares mi cielo

Empujé el dedo hasta el fondo y el dio un alarido, me quede quieta unos segundos y tras una succión de mis labios empecé a mover el dedo en su culo, entraba y salía al ritmo de los chupeteos.

-Voy a correrme, no puedo más –decía entre jadeos con voz apenas inentendible-

En ese momento sentí el dedo del desconocido hurgando y dilatando mi ano, luego añadió otro y yo hice lo mismo, metía y sacaba dos de mis dedos al compás cuando sentí que sacaba la polla de mi vagina, la apoyaba en mi esfínter y agarrando mis caderas me la metió. Grité de dolor en el mismo momento que el señor Serrano soltaba un fuerte chorro de semen en mi garganta, apreté más adentro mis dedos y un segundo chorro lleno mi boca mientras el desconocido jadeando me follaba el culo con fuerza; dejé resbalar el semen entre mis labios y este cayó a mis pechos.

El señor Serrano jadeaba extasiado cuando el desconocido sacó su polla de mi culo, me sentó sobre mi jefe. Este separó mis muslos y los labios de mi vulva para que su amigo me la metiera a su antojo, este agarrándosela la apoyó y me la metió.

El que hasta ahora solo había pagado mis nominas seguía acariciándome el clítoris y besándome el cuello desde abajo mientras el otro me follaba con rudeza entrando y saliendo mil veces, mirando mis tetas llenas del semen de su amigo botar, con dos dedos repartió ese semen. Sentía tanto placer que no soporté más de dos minutos antes de correrme y oír como con un alarido se corría en mi interior.

Unos minutos después me metí en el baño de empleados y me di una ducha antes de salir.

Cuando pasé por recepción oí ruidos pero tras decir un simple adiós salí de allí.

A partir de ese momento siempre que nos quedamos solos mi jefe y su amigo me follaban a su antojo de uno en uno o los dos juntos.

Cuando a final de mes cobré mi jefe me dijo bajito:

-El resto es un regalo

En la parada del autobús conté el dinero y al ver que había más del doble me sentí una puta, sonreí y guardé bien el dinero.

Esa noche había quedado a media noche en la habitación del desconocido, iban a estar ambos y la noche prometía.

Llegué a lo hora prevista, en la recepción el señor Serrano me quitó las bragas y me regaló el primer orgasmo con su boca y sus dedos como tanto nos gustaba a ambos, luego subimos a la habitación donde me hizo poner de rodillas tras desnudarme.

-Ve al sillón a gatas a chupársela a mi amigo nena

Y lo hice dócilmente, el sillón estaba mirando hacia el balcón, gateé hasta él. Justo cuando levanté el torso al llegar a sus zapatos, vi al descocido apoyado en la barandilla, miré hacia el sillón y otro hombre me sonreía sentado cómodamente.

Miré al señor Serrano que se había sentado en la cama, luego miré al desconocido en el balcón y bajé unos segundos la mirada al suelo; tras una rápida decisión levanté la cabeza y dije:

-¿Que tengo que hacer?