Por puta me rompieron el culo
Una Nochevieja le fuí infiel a mi novio. El castigo fué desproporcionado.
POR PUTA ME ROMPIERON EL CULO
Mi nombre es Elisa, tengo cuarenta años y voy a contar lo que me ocurrió una Nochevieja de hace veinte.
Había ido a una fiesta con Alfonso, que era mi primer novio. Llevábamos dos años saliendo y hacía unos meses que había perdido mi virginidad con él. Aquella noche yo me había puesto muy guapa, con un vestido negro sin mangas, guantes largos y medias de seda con ligueros. Nos acompañaban dos amigos suyos, Alberto y Manuel Ángel. Aunque ninguno de los dos es de mi gusto, yo charlaba con ellos, pero su conservación era demasiado chabacana. Intenté que Alfonso me sacara a bailar pero no quiso, dijo que le aburría bailar.
Entonces vi a un chico, Quique, que me gustaba desde antes de conocer a mi novio, era muy guapo y simpático. Se me acercó y me sacó a bailar. Yo estaba como en una nube, había bebido un poco y no estaba acostumbrada, las cosas que me decía Quique al oído me provocaban estremecimientos. Al final me dijo que me fuera con él y yo no me pude resistir. Abandonamos el baile a escondidas y me llevó con su coche a una zona desierta fuera de la ciudad; allí me besó y me acarició apasionadamente. Después me puso su pene en la boca y yo se lo chupé hasta que se vino y me tragué su esperma. Era la primera vez que yo hacía esto, siempre me había dado mucho asco pero estaba tan excitada que no me importó.
Quique me dejó a un par de manzanas de mi casa, tras despedirnos con un ardiente beso. Pero ya muy cerca del portal me esperaban Alfonso y sus amigos; al verlos me asusté, me sentía muy culpable. Alfonso estaba muy enfadado y me dijo que quería hablar conmigo en otro sitio.
Montamos los cuatro en el coche de Alberto y éste condujo hasta que llegamos a un descampado, donde se detuvo. Luego Manuel Ángel y él se bajaron y pasaron al asiento de atrás y entre todos me tumbaron boca bajo y me inmovilizaron. Yo estaba muy asustada y desconcertada, no me resistí pero les suplicaba que no me hicieran daño. Alfonso me subió el vestido hasta la cintura y luego me bajó la braguita, con lo que yo estaba cada vez más asustada. A continuación se colocó encima mío, se sacó el pene completamente erecto y me penetró bruscamente por el ano. Jamás en mi vida había sentido un dolor tan brutal y una sensación tan humillante. Le grité que se detuviera, le supliqué con todas mis fuerzas que me la sacara, pero fue en vano. Sus amigos se reían de mi y le decían "no la hagas caso, se la ve en la cara que la está gustando, sigue dándola sin parar". Alfonso no se apiadó de mí, siguió embistiéndome hasta que al poco rato eyaculó en mi interior.
Después de haberme sometido, salieron los tres del coche. Yo no paraba de sollozar y de temblar, me sentía muy vejada y tenía un dolor muy fuerte en el ano. Es cierto que le había sido infiel a mi novio pero no cabe duda de que el castigo fue excesivo...
Alfonso volvió a entrar al poco rato y me preguntó que si había aprendido la lección. Yo no era capaz de responder y él siguió hablando y me dijo que si quería obtener el perdón total tenía que irme con Alberto y Manuel Ángel y hacer lo que ellos me dijeran. Yo no me podía creer lo que estaba oyendo, pero Alfonso me sujetó por un brazo y me sacó fuera del coche donde esperaban sus dos amigos. Ellos me agarraron entre los dos y me condujeron junto a un muro apartado, fuera de la vista de mi novio.
Manuel Ángel me dijo que por mi culpa estaban muy excitados y que yo tenía que hacer algo para calmarlos. Me obligaron a arrodillarme e, inmediatamente, Alberto me metió el pene en la boca. Estaba muy excitado y empezó a moverse muy rápido mientras Manuel Ángel me sujetaba por la nuca para que no me pudiera retirar. Pronto comenzó a eyacular en mi garganta entre fuertes gemidos, estuve a punto de vomitar. Cuando Alberto hubo acabado, Manuel Ángel me sacó el vestido y me quedé en ropa interior. Luego me metió también su miembro en la boca, que estaba muy duro y era el más grueso que yo había visto jamás. Me obligó a tragarlo entero hasta que me daban arcadas y después empezó a moverlo muy lentamente en mi boca, al mismo tiempo que me decía toda clase de insultos y bajezas. Me tuvo así mucho rato, yo ya no aguantaba más, pero al fin me lo sacó de la boca y me echó el semen en la cara, fué algo muy repugnante.
Después de este día las cosas poco a poco fueron volviendo a ser como antes con Alfonso, o casi , porque el se había vuelto muy celoso y siempre estaba desconfiando de mí. También en varias ocasiones quiso volver a penetrarme por detrás pero yo no se lo permití, me horrorizaba volver a pasar por aquel suplicio degradante.
Por otro lado, Manuel Ángel me empezó a hacer insinuaciones, recordándome lo ocurrido aquel día. Sus insinuaciones me daban mucho asco pero al mismo tiempo notaba una sensación de morbo que me turbaba. Manuel Ángel siempre me había resultado muy desagradable y era obvio que él sentía por mí una gran animadversión, (creo que tenía celos de mí) pero por varias veces me sorprendí a mí misma recordando la felación que me había forzado a realizarle y esa imagen me causaba una gran calentura. Un día ya no me pude resistir más y terminé con él en su coche chupándole el pene. Me volví loca con aquel miembro tan grueso y duro en mi boca. Al cabo de un rato se puso sobre mí, me bajó la mini y la braguita y trató de metérmelo por el ano. Yo le dije que por ahí no pero él siguió insistiendo, hasta que por fin tuvo que desistir porque no le entraba. Entonces me lo volvió a meter en la boca y me obligó a tragarme su semen.
Algunas semanas más tarde recibí una llamada de Quique. Volvimos a vernos varias veces en secreto y al final empezamos a salir juntos. Yo era muy feliz con él pero no me atrevía a hablar con Alfonso. Quique insistía en que tenía que dejarle, lógicamente me quería sólo para él, de modo que un día me armé de valor y le planté a mi novio la cuestión. La reacción fue muy violenta: me dio una bofetada y me dijo que era una fulana y que me iba a acordar. Yo me fuí llorando.
Al día siguiente me llamó. Estuvo muy amable y me pidió disculpas por lo del día anterior. Luego me dijo que quería que nos viéramos porque quería hablar conmigo y yo accedí.
Me llevó en su coche hasta unas naves abandonas en las afueras, yo estaba empezando a sospechar algo y estaba muy angustiada pero él me hablaba con mucha amabilidad intentando tranquilizarme. Cuando llegamos, metió el coche en una de las naves y se bajó. Sus amigos estaban esperándonos. Tras cerrar la puerta de la nave, me amordazaron y me desnudaron y luego me echaron boca abajo en el suelo.
Esta vez me violaron los tres, uno tras otro: fue horrible. Lo más humillante de todo fue recibir la penetración de Manuel Ángel, después de haberme negado a ello algunas semanas antes. Me dolió mucho más que cuando me lo hizo mi novio en Nochevieja y me dejó el ano completamente roto. Pero a pesar de todo me excité y cuando después de él me sodomizaron Alfonso y Alberto, terminé disfrutándolo. Fue una sensación muy extraña de placer, algo enfermizo y difícil de explicar que me hacía sentir muy mal conmigo misma .
Al fin se marcharon, dejándome allí desnuda y sola, con el ano sangrando. Me vestí y penosamente volví a casa.
Si han vivido o conocen alguna historia parecida o simplemente les gustó el relato, pueden escribirme: ecaetanorodrigo@yahoo.es