Por pensar con el culo
Fede y su culo conoceran una gran lección.
Nota de la autora:
Primero que nada, quiero aclararles que este relato va dedicado a un muy buen y nuevo amigo lector que conocí en esta página. Esta categoría no es en la cual usualmente escribo pero por ser para una persona especial, lo he hecho; para ti Federico. Te agradezco mucho que te gusten mis relatos por eso quiero que disfrutes tu y los demás lectores esto que he escrito para ti. Te mando un beso y un gran abrazo Fede. Espero disfruten este relato.
Quedaría muy agradecida con sus comentarios y opiniones les dejo mi correo electrónico por si quieren comentar o compartir algo conmigo. braguitas9431@hotmail.com
Por pensar con el culo
Mi nombre es Federico, aunque mis amigos me llaman Fede. Sexualmente, me defino como una persona bisexual, aunque de un tiempo a esta parte mi perfil gay tiene un 85% de ocupación, contra mi costado hetero que sólo ocupa un 15%. !Bueno, quiero decir que me la estoy pasando mejor con la gente de mi mismo sexo! Soy un hombre atractivo, de ojos claros, mi tez es blanca, alto y delgado, pero lo que resalta más de mi cuerpo es mi culo.
Y, ahora, les presentaré a mi culo...
CULO
Muchos años de mi vida fue neutro, estático, no quería intromisiones ni nada por el estilo, pero en cuanto sintió una verga se puso como loco. Muchas veces llegué a pensar que quizás algunas neuronas de mi cabeza se fueron a mi culo porque, a veces, realizaba cosas que si las hubiera pensado quizás nunca las hubiera hecho. Les digo que parecía que tenia vida propia y todo él estaba conectado a mí.
No es que sea el mejor culo del mundo o el más bueno, pero es lindo, duro, blanquito, terso y bien paradito. Cuando camino por la calle, más de uno o una se han parado a observar mi culito. En algunas ocasiones he recibido manoseadas sin mi permiso.
Vamos, que mi culo tiene su propia personalidad. Se balancea con su propio estilo para los ojos de unos y otras.
Ahora sí, regresando al hecho, llevaba ya varias semanas, de una forma discreta, tratando de conocer hombres que tuvieran los mismos gustos que yo. La verdad es que me daba mucha vergüenza y desconfianza hacerlo en mi universidad o en la calle, así que utilicé la herramienta más útil del mundo.
«!Sí, internet!» Buscando, encontré una página gay donde varios hombres subían sus perfiles y, a través del chat del sitio, conocías a tus "amigos".
Encontré a dos hombres que, a mis ojos (al otro lado de la pantalla), demostraban ser sensibles, calientes y con ganas de conocer a alguien para tener experiencias fascinantes.
-Justo lo que yo necesitaba -me decía mi culo estúpidamente.
Y no lo digo porque pensase que yo o mi culo fuésemos estúpidos, sino por lo que les relataré más adelante.
En mi cabeza (pero más en mi culo) pensaba en un hombre guapo, limpio, gracioso y que me hiciera el amor apasionadamente siempre que deseara y que cumpliera mis fantasías. Iluso de mí y de... ya saben quién.
Conocí primero a Mario, un hombre sencillo, muy caliente, con un gran corazón, quién trabaja para la policía de la marina y su escuadrón ayuda a comunidades en desastres naturales. Me pareció bastante interesante y me atrajo mucho la idea de ser salvado por Mario y de sentirme arropado en sus brazos.
Me situé en una isla al sur del país, en la península, donde los huracanes son bastante comunes y los militares navales tienen que ayudar a las personas a desalojar sus viviendas. Me encontraba atrapado en mi chocita a la orilla del mar cuando un hombre guapo vestido de un uniforme azul marino, abrió la puerta de un golpe y me cargó en brazos sin mi permiso.
Yo refunfuñaba, ya que no quería salir de ahí.
-Suéltame, ésta es mi casa y si se la lleva el huracán, quiero irme yo también.
-Basta, deja de patalearme. Quiero y necesito ayudarte -me contestó algo irritado y con una mirada de perrito suplicante.
Yo, por supuesto, quedé embobado con sus ojos y su cuerpo.
-Esto es ¡Amor a primera vista! -me decía mi culo.
-Sí, sí. Es lo que siempre hemos soñado, sexo, sexo y amor -insistía mi culo.
-Llévame a donde tú quieras, siempre y cuando sea en tus brazos. -Ya me veía en los brazos de mi marino.
Por otro lado, conocí a Óscar, quien me dijo que trabajaba en una empresa y se dedicaba a desarrollar software en una compañía muy importante. Por la forma en que manteníamos la plática, me daba a entender que era muy caliente (yo, pensaba con mi culito), pero que también disfrutaba mucho el romanticismo. Se expresaba educadamente, pero siempre mostrando el interés del sexo (insistía mi culo).
Por un momento, me imagine volando en un avión en primera clase con Óscar a mi lado vistiendo un traje de color negro, unos zapatos a juego y un delicioso olor a hombre perfumado.
-Fede, me calientas mucho y deseo hacerte el amor -me decia acariciando mi mejilla y mirándome dulcemente, una vez que la azafata nos dejara a solas.
-Óscar, tómame, me excita cuando me hablas con deseo, amor y locura. -A este punto, yo era esclavo del futuro placer que ... ya saben quién... iba a sentir.
Me tomó suavemente la cabeza para acercarme a él y besarme apasionadamente, mientras me acariciaba el pecho. Lo besé en su cuello, succionándolo, y él tomaba mi cabeza hacia abajo. No me hice esperar, deseaba con todas mis ganas sentir su poderoso miembro en mi boca y saciarme las entrañas con su deliciosa leche.
MARIO
Después de conocernos a través de internet y tener pláticas por dos semanas, quedamos en salir al otro día por la mañana. Nos encontraríamos en una cafetería e iríamos a su depa.
Llegamos a su departamento, el cual estaba ubicado en una colonia muy tranquila y adecuada para gente de clase media. La verdad es que la primera impresión que tuve de Mario fue muy satisfactoria: alto, grandote, bastante fino, lo deduje por sus manos grandes y delgadas. Sus dedos atrajeron poderosamente mi atención.
-Mamita, la que nos vamos a comer -me decía mi culo. Ya saben lo que dicen, manos grandes... lo demás en misma proporción.... Ya queríamos investigar si era cierto.
Ya en su departamento, me invitó un café. Pasamos a su sala y nos sentamos ambos en un mismo sofá de tres plazas. Él se sentó en un extremo y yo en otro, pero viéndonos a la cara y estando uno frente del otro. Empezamos a platicar de cosas triviales, mientras que Mario se me fue acercando, durante la conversación, cada vez un poco más.
-Que si el dinero es bueno... -Más cerca.
-Que si nuestro pais tuviera... -Más cerca.
-Que si ya puso la marrana... -A este punto, no sabía ni qué pelos estaba hablando… Me intrigaba más su posición en el sofá, la cual, por cierto, ya estaba a dos centímetros de rozar nuestras manos.
Así, hasta que él tomó primero la mía y la colocó entre las suyas, atrayendome. Me la acariciaba en silencio hasta que la apoyó sobre su muslo, despacito la fue empujando hacia arriba para permitirme sentir su bulto.
-Está bien grandote, hazlo tuyo, hazlo tuyo -insistía mi culo...
-Hazlo tuyo para, después, hacerlo mío y tragármelo todo -mi culo y sus pensamientos me tenían a cien.
Me tomó de la cara y me besó, al mismo tiempo hizo que le acariciase su verga por sobre el pantalón y yo me animé a más y le bajé el cierre para sacarla. Ahora se la podía acariciar bien. Me obligó, empujando mi cabeza hacia abajo, a que se la chupara; lo hice y me resultó muy placentero porque era un tipo muy limpio y tenía una hermosa y saludable verga. Cuando estaba en lo mejor de la mamada, Mario me hizo levantar y, bajando mis pantalones, me pidió que me pusiera boca abajo con el torso sobre la mesa, me abrió bien las piernas y me la metió.
-Arggggggggggggg -solté un gruñido intenso que, por lo visto, prendió más al hijo de puta. Se me bajó el calentón que traíamos mi culo y yo. Ambos sufríamos de una manera impresionante. Semejante animalón nos profanó.
Fue muy brusco en lo que hizo, no me dilató, ni me puso crema, ni nada. Yo aguanté como pude, porque sí, un poco (pero sólo un poco), me gusta sufrir el dolor de la penetración.
Lo sé, lo sé, ya les digo, mi culo me dominaba.
Me cogió como una bestia, me daba con un fuerte mete y saca que dejó mi cola muy maltrecha y dolorida. Por suerte, terminó rápido, no me dio tiempo ni siquiera a calentarme. Al retirarme del departamento, me di cuenta que ese dolor no se me iría así nomás.
«¿Por qué siempre se pasa del dolor al placer? Yo no llegué a sentir ese placer». Pensaba descolocadamente, no sabía si llorar o reírme de mi burrada por haber caído en los brazos de mi ya no adorado, hijo de puta de Mario. Mi culo ni pensaba ni nada, el muy puto estaba bien tranquilito.
-Ahora sí, putito, lo que querías, cabrón, nos destrozaron a ambos -maldecía a mi culo por caliente.
Nos despedimos fríamente y sin sentido. Me fui caminando despacito, no me podía mover demasiado ni, menos, sentarme. Me dolía el culo de una manera impresionante.
Llegué a casa y me di un baño de inmersión, Puse cuatro en la bañera paquetes de sal gruesa que había comprado. Me merí al agua y esperé a que se me calmara la parte afectada, lo cual funcionó como en un 40%, por así decirlo, porque es imposible describirlo.
ÓSCAR
A la noche y en el estado en el que estaba, me fui a ver a Óscar.
Sí, gente, cometí, cometimos, la grandísima estupidez de ver a los dos hombres ese mismo día. Jamás pensé con la cabeza, pensaba con mi culo.
Lo único que me consolaba es que, quizas, con Óscar sería más tranquilo y, quién sabe, tal vez sería reconfortante.
Llegué a Flores, una colonia algo diferente, él me citó en su casa para conocernos más (sí, ya saben, mi culo tomó esa decisión).
Llevé dos botellas de vino tinto, para entonarnos bien.
Pasé a su casa, era algo pequeña y algo sucia, con un pronunciado olor a humedad.
Al ver a Óscar me decepcioné un poco ya que él era
medio petiso y gordito, bastante sucio.
«Seguramente es lindo, tranquilo... Las primeras impresiones no siempre son las correctas», pensaba ingenuamente.
Terminamos de cenar y luego, luego me llevó de la mano hasta su habitación. Nada de nada, no platicamos, no hubo coqueteo, parecíamos dos amigos que se acaban de conocer y ya.
Cuando abrió la puerta y prendió la luz, quedé impactado.
-Ahí no me acuesto ni de casualidad -le dije observando el mugroso y apestoso colchón.
Le pedí permiso para pasar al baño y, mientras estaba ahí, pensaba que decirle.
-Ay no, qué asco, maldita sea, pinche culo caliente -me repetía estas frases mientras pensaba qué hacer. Este cochino me iba a coger en un basurero y, aparte, tenía el culo abierto como un pozo, sin contar que lo tenía adolorido, me dolia nada más de pensar en coger.
Así que se me ocurrió decirle la verdad.
«Sí, seguramente eso funcionara», volviendo a la idea de que seguramente es lindo. «Tranquilo…, las primeras impresiones no siempre son las correctas».
Obviamente, hasta este punto de la historia, por supuesto que nada es lo que parece, mi culito todavía seguía soñando, pero yo... ya quería irme.
Fulano (ni me acordé del nombre), hoy me cogió un tipo muy grandote y me hizo bastante daño en el culo, si querés te lo muestro, no voy a poder hacer nada con vos, tenés que disculparme.
¿Disculparte…?
¿Disculparte? -se veía bastante enojado y yo ya me estaba cagando de miedo por sus futuras e inesperadas reacciones.
-¿Disculparte? Las pelotas, algo vamos a hacer, puto de mierda -se puso a mil, rojo de furia.
- ¿Te fuiste a coger con otro?
¿Por qué no me lo dijiste de entrada? ¿Querés ver cómo te cago a trompadas cuando estoy enojado?
Me pegué el peor susto de mi vida, porque después siguió vociferando, insultando y amenazando...
-¿Sabes qué puedo hacer?, llamo a los muchachos de al lado y te juro que si viniste con el culo roto, te vas a ir peor de acá cuando te agarren las bestias éstas.
Recordé a las bestias... Al lado de su casa había como un bar, lleno de tipos de muy mal aspecto, por decirlo finamente. Justamente, ellos fueron los que me dijeron que el timbre no le andaba y que le golpeara la ventana de la habitación, era una casa con patio adelante, bastante precaria.
- No -le dije suplicante y con algunas lagrimitas en mis ojos. Pensaba en esos animales y se me hacia el corazón chiquito.
-Mírame el culo para que veas que no miento. -Ay culito, pobre mi culito....
Me hizo dar vuelta, agachar, abrir bien los cantos y me pegó una patada que me clavó de cabeza en el piso. Creo que se asustó por el golpe que me pegué, pero cuando se dio cuenta que no me había pasado nada, me hizo sentar en una silla en la cocina y se me puso al lado, parado, con la verga en la mano y me dijo que se la chupara.
Abrí la boca y la quise agarrar con la mano y me dijo que no se la tocara,
-No me la agarres, puta. Así te la vas a tragar.
- Las manos a la espalda –me gritó agresivamente.
Me agarraba de las orejas y me metía la verga hasta el fondo, me dijo que aflojara la garganta que entraría toda en mi boca.
No me va a entrar, me provocás arcadas, me hacés descomponer.
Aflojá la garganta y vas a ver cómo pasa de largo. -Le hice caso y me la metió hasta el fondo, tenía los pelos de su panza entrando en la nariz y rozando mis labios.
Se la mantuve hasta que tuve necesidad de respirar, ahí me la saqué de adentro.
- Ahora aprendiste a tragarla entera, así que te voy a bombear hasta que acabe. -y Así lo hizo y me llenó la boca de leche.
Me levanté de la silla en donde estaba para escupir el semen que tenía en mi boca, el tipo me agarró fuerte del brazo.
-Ni se te ocurra escupir mi leche, te la tragás y ya mismo. –No, pues por las buenas, así sí.
Después, me hizo abrir la boca, sacar la lengua y me revisó si ya había tragado todo o escondía algo para escupir fuera de su casa.
Ese día mi culo y yo aprendimos mucho y, recuerden, las primeras impresiones no siempre son las correctas.