Por no dañar a terceros

Fue una despedida sin beso, solo sentir su mano que tomaba la mia.

No sólo se cruzaron las miradas, no sólo hablábamos con el silencio, sino que se conectaron muestras almas. El destino nos jugó una mala pasada, conocernos a destiempo. En otras circunstancias hubiera sido mejor, creo que habríamos concretado algo serio, más profundo. Sé que no era una simple atracción, fue algo más que eso, fue amor sincero y bueno esos de los que sólo hay una vez en la vida; lo que nos damos cuenta tarde porque ya no hay salida, porque no querer dar daños a terceros. Él sólo me miró, tomó mi mano y en tono suave y sincero me pidió un beso; mis manos temblaban en la suya, él las sostenía como algo frágil y tierno, sólo me miraba y espera respuesta, me decía: sólo un beso. Temblando respondí: un beso es algo más que eso, encierra mucho significado o puede ser nada al mismo tiempo. Y así temblorosa, dije no por miedo. Si daba un beso, perdía o ganaba al mismo momento; decidí que no, quizás por cobardía, pensaba en terceros. Qué vendría después, mi mente estaba confusa, temblaba sin remedio. Él sólo me miró y entendió lo que me sucedía, me sostenía la mano, sabía no habría otro momento, era la primera y última vez en nuestras vidas. Por no dañar a terceros. Suavemente acarició mi rostro. Era frío el silencio, como cortar el hielo que penetraba el alma y seguíamos en silencio. Sólo fue una caricia que pudo trasformarse en beso. Hoy sólo en mí. Es mi recuerdo, recuerdo que hiere el alma como aquel momento que sin decirnos adiós nos miramos en silencio, cada cual tomó su rumbo por no dañar a terceros.