Por menos he violado a otros hombres

Así empieza la frase que desató todo este torrente de sexo contenido durante meses

Así empieza la frase que desató todo este torrente de sexo contenido durante meses.

Os pongo en antecedentes, con nombres cambiados para preservar la intimidad de mi follador. Es comercial, 37 años, casado con una niña de 2 años, alto, delgado, no musculoso, pelo corto con canas incipientes, perilla larga (es un hipster de estos que están de moda), pelo en pecho, muy buen sentido del humor, de mente abierta y, al parecer, bisexual de convencimiento.

Siempre nos gastamos bromas de tipo sexuales, sin que nunca haya pasado nada, aunque he de reconocer que es un tío que cuando lo veo me pone cachondo y me encantaría cumplir sus fantasías sexuales, y no negaré que en los últimos tiempos no me estoy cortando un pelo y provoco algunas de las situaciones que se dan. Tiene un tic, o al menos eso pienso yo, que se suele llevar las manos al paquete cuando estamos hablando, como algo instintivo, como si su bulto se moviera al estar delante de mí. El mío, sin lugar a dudas, lo hace, y de qué manera.

Hoy ha venido, como cada mes, a visitarme. Sabiendo que hoy tocaba visita, me pongo pantalón de chándal, sin ropa interior, para provocar en la medida de lo posible. Le abro la puerta de la calle, le hago subir escaleras, y así aprovecho para ver ese culito que se gasta, que debajo de esos pantalones tejanos ajustados es tentador. Al acabar de repasar nuestro mes, hacer el pedido correspondiente, llega la hora de irse y, como costumbre, me he olvidado las llaves colgadas en la puerta de abajo, así que le hago bajar por las escaleras:

  • Perdona, olvidé las llaves colgadas en la otra puerta, tendremos que salir por la zona de abajo.
  • Joder, por menos he violado a otros hombres
  • Vaya, entonces me alegro de haber olvidado las llaves, con un matiz, violación sería si no fuese consentido… - y dejo paso al silencio.

Se paró en seco a medio camino de las escaleras, se giró, mirándome con unos ojos negros oscuros con expresión de lujuria, de vicio, cargado de intenciones, subió el par de escalones que nos separaban y se lanzó a mi boca. Un beso lleno de intenciones, de ganas, de sexo, rascándome con su perilla, rozándome los labios, forzándome a abrir la boca para ser penetrada por una lengua viva, energética, desenfrenada.

  • Joder cabrón, que ganas tenía de follarte - me dice sin separar sus labios de los míos.
  • Pues no sé porqué has esperado tanto.

Subimos las escaleras que nos quedan hasta regresar nuevamente a la planta superior. Empezamos con nuestras manos a recorrer todo nuestro cuerpo, a explorarnos. Nos apretamos, noto su erección apoyándose sobre mi cuerpo, buscando mi propia erección. Nos deshacemos de las ropas con prisas, con desesperación, no queremos perder el tiempo y necesitamos de nuestras pieles rozarse sin intermediarios.

Desnudos nos separamos, nos observamos, con nuestras pollas bien duras, bien tiesas apuntando hacia nuestra fuente de deseo. Con mi mano cojo su polla que acaricio y empiezo a pajear, de sus ojos cerrados y su boca entreabierta surge el primero de muchos gemidos. Prosigo con mi trabajo de pajeo mientras me arrodillo y de una me meto toda su polla en la boca hasta la garganta. Suspira, jadea, me toma de la cabeza para evitar que me arrepienta. Empiezo con mi comida de polla, y juego con la entrada de su ano, lo masajeo, lo estimulo. Me mojo un dedo con mi saliva y su preseminal, y empieza a introducírselo poco a poco en el culo. Me folla la boca con su polla mientras me follo su culo con mi dedo. Gime, goza, se estremece. Siento que se quiere correr, así que paro en seco, saco su polla de mi boca, le quito el dedo del culo, que se lo doy a probar… lo lame con deseo, con vicio.

  • Hora de que me comas la polla - le digo con todo el vicio que me corre por las venas.

Se arrodilla, abre la boca, saca la lengua y me lame el capullo húmedo de ganas de él. Juega un rato con la punta mientras con mi mano le voy acariciando el pelo y lo voy invitando a metérsela en la boca. Empieza con una mamada algo inexperta, pero me eso me pone más loco, saber que me está comiendo la polla un novato es algo que me provoca un deseo desenfrenado. Así que se la clavo hasta el fondo de la garganta, que tiene cerrada y le provoca unas arcadas que consigo acallar sin sacársela. Al final se amolda a mí, y le marco un ritmo lento que va incrementando a medida que su experiencia y su vicio me lo mandan. Cómo me gustaría correrme en su boca, pero aún es pronto, necesito más de él.

Le hago levantarse, y observo sus ojos vidriosos de la follada de boca, pero aún existe esa luz de vicio en su interior. Nos comemos la boca, me encanta sentir el sabor de mi polla mezclado con la saliva de un hombre. Nos seguimos rozando, nuestras pollas duras, nuestros cuerpos calientes piel contra piel, sintiendo el cosquilleo del pelo de su pecho sobre mi piel desnuda.

Me acerco a un cajón, saco una caja de condones y lubricante. Llega la hora de follar como hombres de verdad. ¿será su culo virgen? El dedo entró con cierta facilidad, pero no era como esos esfínteres habituados a albergar pollas. Así que lo miro y siento como su cara cambia por una expresión de miedo y necesidad. Lo volteo, lo apoyo con las manos en la mesa y dejo su culo abierto a mi disposición. Abro las nalgas, me arrodillo y empiezo una comida de culo que agradece con un gemido sordo que surge de su esfínter y sale por su boca. Qué culo, qué olor, qué sabor, qué cerrado pero palpita de necesidad. Introduzco la lengua, se estremece, piel de gallina, grito de placer, gemido de consentimiento. Sigo un poco más jugando, lengua, dedo, succión, más lengua, dos dedos… y así estamos un rato hasta que me pide que se la meta, que lo folle, que no le haga sufrir más. Condón, lubricación y punta en el orificio, que me acoge con ganas y cautela, ese momento de apertura con cierre involuntario al sentir la presión de mi glande en su entrada. Poco a poco, con presión suave, caricias de espalda, cogida de su polla, voy salvando su miedo y va entrando, poco a poco, pero con precisión. De gruñir a gemir, de apretar a destensar, de sufrir a gozar. Toda dentro, sí, culo contra pelvis, huevos contra huevos. Ya la tienes toda dentro, ya te tengo bien ensartado. Voy sacando con lentitud, su instinto de macho hetero hace por sacársela de golpe, pero el vicio que lleva dentro no le deja hacerlo. Antes de sacarla del todo lo vuelvo a insertar, y así empezamos un mete-saca que me está llevando al nirvana. Un culo posiblemente virgen, gozando con mi polla, sintiendo el calor de su interior, la rugosidad de su intestino; no me importa que salga mierda, estamos disfrutando como cerdos y no quiero dejar de estar presente en mi follada. La penetración es cada vez más continua, más rápida, empieza a apretarme con su interior, ya es todo mío, quiere mi leche, quiere que me corra dentro, quiere que no le haga sufrir más y lo haga correrse.

A medida que seguimos acompasados en la penetración noto cómo un escalofrío recorre su cuerpo, aprieta su esfínter con todas sus fuerzas “me corro, me corro”, así que urgo en poner mi mano en su polla, quiero sentir ese estallido de semen, no quiero que se desperdicie en el suelo, así que lo recojo en la mano a medida que estalla, esa corrida en mi mano, caliente, copiosa, viscosa… cómo me enciende. Se estremece, se retuerce, haciendo que mi polla no pueda aguantar más y me corro dentro, estallo, gemimos, gritamos, sudamos, me recuesto sobre su espalda caliente, con la polla aún dentro de su culo, palpitando ambos, y su corrida escurriéndose por mi mano.

Poco a poco nos incorporamos, saco la polla de su interior, condón manchado por fuera y por dentro. Con mi mano aún con restos de su corrida. Lo miro fijamente a los ojos y siento la necesidad de comerle la boca, está relajado, feliz y jadeante. Creo que he abierto una caja de vicio que me va a producir mucho placer.

Sería una pena desperdiciar esas corridas, así que le ofrezco mi mano con su semen y no duda en pasar la lengua, tragar una parte y con restos en su lengua y barba se acerca a mi boca para compartirla. Uhmmmm, tiene buen gusto. ¿Y qué será de la mía? Me saco el condón y deposito su interior en mi boca, sus ojos se iluminan y se lanza a comerme la boca y la corrida, la quiere, la necesita, y espero que sea la primera de las muchas corridas mías que se va a comer.

El tiempo nos apremia y tenemos que dar por finalizada nuestra primera follada, pero sabemos que el próximo mes, además del pedido me va a traer una follada de culo porque quiero sentir a este hombre follándome el culo y haciéndome su presa. Aunque un mes quizá sea mucho esperar…