Por leer TodoRelatos en la Oficina (2)

Ya me empieza a gustar...

Al día siguiente había mucha gente en la oficina, y fue un día normal de trabajo. En un momento se acercó a mi para darme unas directivas y me mandó mano a la conchita para verificar si había hecho caso a sus indicaciones de no usar bombacha, y efectivamente no la traía.

Al otro día, coincidimos temprano y solos en la oficina, antes que el resto de los empleados llegaran. Me llamó a su oficina y me hizo cerrar la puerta tras de mi. Me hizo levantar la pollera para chequear una vez más no tuviera bombacha puesta, me hizo sentar sobre un escritorio y me abrió las piernas con suavidad, comprobó que estaba sequita y comenzó a masturbarme, hasta ese momento no sabía que era lo que pretendía, supuse que una sesión de sexo como la otra vez, pero no

Cuando mi conchita estaba completamente húmeda y chorreaba sobre la alfombra, me dijo: "muy bien, ya estás lista" y sacó de su mochila un consolador chiquito, lo introdujo en mi conchita y me contó cual era su idea: "debes llevar esto puesto todo el tiempo que estés en la oficina". Me bajó la pollera y me dijo que volviera a mis labores. Cuando estaba por abrir la puerta sentí una vibración, me di vuelta y lo ví con un pequeño control remoto en la mano, me miró, dio 3 descargas más y me dejo ir.

Durante todo el día, cada vez que pasaba por mi escritorio apretaba el botón, a veces sólo una vez, a veces varias seguidas y otras lo mantenía apretado durante rato. No le importaba si estaba hablando por teléfono, tipeando o preparando un café, sentía sus descargas en mi conchita y sentía como la silla se iba humedeciendo. Estuvo todo el día así, incluso cuando participamos de una reunión muy importante, tenía el control en su bolsillo y lo apretaba cada tanto, incluso hacía interferencia con la computadora, pero no le importaba.

Había mucho trabajo, y cuando me quise acordar ya eran las 8 de la noche y no quedaba nadie en la oficina, sólo él y yo. Ví que estaba hablando por teléfono, me quité el corpiño y desabroché un poco mi camisa, subí un poco la pollera dejando la última parte de mis nalgas al aire y completé el conjunto con un portaligas que compré a la hora del almuerzo. Entré en su oficina sin golpear, cerré con llave la puerta tras de mi, me subí a su escritorio, me abrí de piernas y comencé a masturbarme empapando sus papeles. Empezó a tartamudear, pero la persona con la que hablaba no quería cortarle, entonces Yo seguí en lo mío. Le tomé la mano, le chupé los dedos, los unté con mis jugos vaginales e introduje uno de ellos en mi colita, le mostré como meterlo y sacarlo y el siguió haciéndolo solito, pero no podía cortar el teléfono… Entonces le pedí un segundo dedito para mi colita, y lo introdujo con mucho gusto bien hasta el fondo. Que bien que ese movía dentro de mi agujerito trasero.

En un arranque de locura, le saqué el tubo de la mano, corte y arranqué el cable de teléfono, enseguida volvieron a llamar pero no atendimos.

Me sacó el consolador que tuve todo el día en la conchita con la boca y me lo introdujo en la colita, liberando su mano. Me abrió al camisa y se devoró mis tetitas salvajemente, los pezones, las mamas, todo… Me alzó, me puso en la punta del escritorio, se bajó los pantalones muy velozmente y me mostró su pene a full. Me deslicé del escritorio al piso, me puse de rodillas y se la chupé hasta que amenazó con acabarme en la boca, mientras, el me guíaba en mis movimientos gracias al control remoto del consolador que ahora estaba en mi colita.

Me alzó y sin más me penetró hasta el fondo, haciendo que saliera de mi un inconsciente gemido que pudo oirse en toda la oficina, y bombeó sin parar hasta que acabamos en un ruidoso y feroz orgasmo. Salió de mi, me deslizó al piso y me pidió que se la siguiera chupando hasta que se pusiera dura nuevamente

Cuando su miembro estaba mirando el techo nuevamente, me alzó, me puso de espaldas, me sacó el consolador de mi colita y comenzó a lamerme el agujerito, que ya estaba bastante dilatado gracias a la acción de su consolador. Introdujo la puntita sin dolor, pero generándome mucho placer, haciendo que se la pida toda dentro, a lo que se negó. Jugó con la punta de su pene en mi culo un largo rato, hasta que no aguanté más, lo empujé hacia el escritorio de atrás, abrí mis nalgas y empujé su miembro dentro mio hasta sentir sus huevos humedecerse con la humedad de mi conchita. Me moví durante largo rato, lento, rápido, delicado, profundo, frenético, hacia arriba, hacia abajo, me senté encima de él para buscar más profundidad, fue eterno estaba loca de placer, quería estar toda la noche con su pene en mi cola, quería cenar así, quería bañarme así, dormir así, despertarme así… Aproveché al máximo el momento, lo hacía salir por completo y penetrarme de nuevo, hacía que saliera apenas y me empujara con todas sus fuerzas. Nos sentamos en su sillón, me puse en cuatro, me senté encima de él para controlar la situación, experimenté todas las posiciones que se me ocurrieron hasta que mi colita cedió ante el orgasmo y recibió su leche caliente en lo más profundo de mis entrañas.

Amagué con irme al baño pero no me dejó. Es tarde, te llevo a tu casa me dijo… Por suerte, hay más para contar