Por la mañana

Encuentro matutino de amor, sexo y deseo. El alba inicia,.. el recuerdo de tu cuerpo, donde todavía los aromas se extienden a mi fantasía.

El alba inicia, la débil luz matutina se cuela entre las ramas del cedro, me hallo recostado en la cama, donde ahora yace el recuerdo de tu cuerpo, donde todavía los aromas se extienden a mi fantasía. Te deseo entonces.

El timbre suena, es raro que alguien llame a la puerta a esta hora, eres tú.

-Justo estabas en mis pensamientos, te digo, mientras te lanzo una mirada subversiva, anticipando lo que vendrá. Te conduzco hacia la casa, mientras platicamos sobre cosas sin mucha importancia.

Subes a mi habitación, ya sabes el camino, te miras en el espejo del primer descanso, aseguras que todo este en su lugar, el maquillaje, tu peinado, las ropas que llevas puestas. Pienso para mí: agradezco la gentileza de venir tan bella hoy, me siento culpable de saber que tendré que descomponerlo. Una vez en la alcoba, mis manos te toman por la cintura, acercan tu cuerpo al mío, me gusta sentir tu piel, oler tu cabello, acariciar suavemente tus mejillas las cuales comienzan a sonrojarse. Una sonrisa sale de tu boca, esa mirada me hipnotiza, no me cansaría nunca de perderme en ella. Te beso apenas rozando tu labios, mordisqueo un poco tu barbilla, recorro el contorno de tu rostro con mi dedos hasta donde nace tu cabello y voy de vuelta. Beso tu cuello hasta al pabellón de tu oreja, mi lengua lame, se introduce, inquieta y atrevida.

Mientras tanto mis manos descubren tu piel, cae la primera prenda. Tus hombros quedan descubiertos, una pequeña blusa cubre el resto. Sabes como me gusta tocarte por encima de la ropa, más aún cuando revelan tu figura. Esos hermosos pechos tuyos se yerguen hacía mi, los toco con la yema de los dedos definiendo su volumen. Te coloco de espalda a mi, beso con ansia tus hombros y la superficie de tu piel descubierta bajo tu cabello. Te abrazo bajo la ropa, te estremeces entonces.

Te susurro al oído: T e d e s e o

Me besas, extendiendo la abertura de tu boca, te entregas a mí en ese beso apasionado. Me descubres el torso al tiempo que tus manos recorren mi pecho, bajas por mi espalda hasta ubicar tu manos sobre mis caderas, las oprimes contra tu sexo, deseas sentir el mío excitado entre tus piernas. Sabes que estoy listo.

Desabrochas el pantalón, bajas la cremallera. Tu mano se introduce entre mis interiores. Hallas lo buscas, un miembro erecto, ansioso; lo descubres a tus ojos retirando su último envoltorio. Quedo desnudo ante ti. Me conduces a la silla, donde me sientas y haces que espere.

Retrocedes un poco, lanzas un beso al aire, me guiñas y con una sonrisa comienzas a desnudarte, lentamente te quitas los zapatos, calcetines, pantalón y blusa. Compruebas rápidamente la reacción entre mis piernas, apruebas retirando la última prenda que te cubre. Las bragas caen lentamente por tus hermosas piernas. Te aproximas, mis manos se adelantan a tu encuentro, mis palmas acarician tu abdomen, luego tu cintura, te tomo por la cadera y acerco tu sexo húmedo a mi rostro. Reconozco los olores de aquel delicioso néctar.

-¿Me deseas adentro? -te pregunto

Asientes con la cabeza, me besas y lentamente te colocas con las piernas abiertas en mi regazo, mi sexo esta en la posición correcta, poco a poco te penetra, se desliza suavemente. Un suspiro escapa de tu boca al comprobar que toda mi extensión se ha perdido en tus carnes. La danza erótica comienza, lentamente, como el barco zarpando de un tranquilo puerto, a medida que te beso y estrujo entre mis manos tus pechos, los jadeos se hacen más intensos. El ritmo va en ascenso, en algún momento de la escalada me miras con atención a los ojos, sé lo que significa. Te abrazo entonces, arremeto con mayor fuerza, tu placer se sonoriza, deseas más. Dadivoso te complazco.

Las sensaciones se intensifican, el mundo se aleja de la realidad, somos ahora uno solo, envueltos en un halo de placer increíble. Me excita mirarte así, nos recorremos mutuamente, las manos de ambos se pierden entre los cuerpos, el deseo de fundirme en ti viene ahora. Nos liberamos juntos en un gran orgasmo, el tiempo se detiene, en el Universo solo existimos tú y yo. Retenemos la respiración y caemos rendidos ante la gloria. Nos besamos tiernamente, en un abrazo relajamos los cuerpos, ha sido maravilloso. Te pido que subas a la cama

Ek|2003