Por la Infidelidad de Juanita
Este es un relato hetero-infidelidad, no consentido y GAY.
Hola chicos. Les dejo aqui una nueva historia, la verdad es que no sabía muy bien en que categoria ponerla. Pero empieza por una heteroinfidelidad , después como algo no consentido, para pasar a ser un relato gay. Espero que les guste mucho. Porfavor dejenme sus comentarios, sean buenos o malos todos son constructivos. Si desean hacerlo en forma mas privada pueden hacerlo a la siguiente direccion: braguitas9431@hotmail.
Le quiero mandar un saludo a todos los lectores que me mandan correos y otros que siempre me dan consejos. Gracias.
-Joder, Ignacio. Te tengo que contar un chisme-.
-Chisme, no seas marica. Eso cuéntaselo a tu hermana-
-No, idiota. Si es un chisme y es sobre Juanita; además tu sabes que soy hijo único igual que tu. Entonces vendrías a ser como mi hermana.
- ¿Que?, mira sin mariconadas y ¿de Juanita?. Mira Pedro somos amigos, pero Juanita es mi novia y a ella la respetas.
Pedro empezaba a usar ese tono "amariconado" que tanto le molestaba a Ignacio. Muchos amigos en común decían que era "putito", inclusive su padre, Don Justo que algún tiempo estuvo siempre molestándolo con su amigo el "putito". Después extrañamente dejo de hacerle algún comentario sobre eso, es mas hasta le dejo de decir "putito". La verdad es que sus padres le tenían un enorme cariño a Pedro y a su familia, ya que habían crecido con Ignacio, además siempre que ellos necesitaban salir; la familia de Pedro siempre lo acogía. Pedro era como "putito" de closet, porque rara vez se le notaba que fuera gay, en algunas circunstancias se le salía lo amariconado, ah y que le gustasen mucho las cremas faciales y el cuidado de la piel también lo delataba. Pero aun así mantenía un perfil bajo.
Pero a Ignacio no le molestaba que fuera "putito", lo que le molestaba es que se comportara como vieja chismosa.
-Muy bien, que conste que yo te lo iba a decir. Si luego te duele la cabeza o llegas a sentir un cuernote no me preguntes el ¿porqué?-.
Ignacio, se levantó de la roca donde estaba sentado admirando la posa. No era un muchacho agresivo, a el no le gustaba meterse con nadie. Tenía pinta de soldado o de policía por su altura y porte; pero era muy tranquilo su rostro varonil, su pelo rubio lo hacía parecer un angelito y más con sus ojos enormes que denotaban una mirada penetrante y dulce. El se dedicaba al campo, los caballos y el ganado en la hacienda de su padre. Su padre siempre quiso que estudiara una carrera relacionada al campo o a los animales pero a pesar que lo deseaba, lo único que lo mantenía atado al pueblo era Juanita.
Tenía días que no veía a "su novia", habían tenido una fuerte contradicción y ella se había enojado mucho. Juanita no era lo que se diga una chica recatadita todo lo contrario, era como una amazona. Era preciosa y de cuerpo armonioso morena clara, de estatura media. Sus pechos eran hermosos, tenía unos senos grandes que siempre resaltaban con cualquier cosa que se pusiera y unas hermosas nalgas, era toda una perita dulce. Generalmente se vestía con vestidos y shorts muy ceñidos a su cuerpo muy cortitos, dejando ver sus hermosas piernas.
Cada vez que Ignacio estaba a solas con su novia se le ponía bien dura. Pero la verdad es que la amaba demasiado, no quería faltarle al respeto. Además faltaban pocos días para que cumplieran los dos años de novios y el por fin le iba a pedir matrimonio. Tenía una gran sorpresa para pedirle su mano. Había hecho una reservación en el pequeño restaurante del pueblo. Ya no soportaba estar lejos de su amada, pero lo más importante era que quería hacerle el amor y formar una vida con ella.
Ignacio fue a dejar a su novia en casa, después de haber ido por un helado y al cine. El ya se iba a retirar «para no caer en tentación» pero ella lo hizo pasar. Estaban en la sala sentados, estaban solos, ella sabía que su padre llegaría dentro de tres horas hasta que cerrara el negocio por lo que decidió que ese día se entregaría a su novio.
-Mi amor, te amo muchísimo- le decía mimosa mientras lo abrazaba y tocaba por todo el cuerpo.
-Yo también te amo mucho- él, la estrecho mas fuerte mientras la besaba apasionadamente y la acariciaba. Nunca tocaba sus senos y apenas sus nalgas, no quería ofenderla de ninguna forma pero ese día, ella estaba más insistente con las caricias. Así que se sentó a horcajadas en el, empezó a besarlo y a moverse encima de su ya endurecido pene.
-Mi amor, hazme tuya. Sé que te excitas siempre que estamos juntos, no me lo puedes negar.- le suplicaba a Ignacio.
-No, mi amor, estamos en tu casa. No quiero faltarte ni a ti ni a tu padre- el fuego recorría su cuerpo, era muy agradable la sensación del cuerpo de Juanita rozándose con el suyo. En un momento perdió la cabeza y metió sus manos bajo el vestido de Juanita y le apretó las nalgas haciendo que se pegaran más a su miembro. Pero solo fue unos minutos y se separo bruscamente de ella, separándola y despidiéndose. Juanita tenía una cara muy enojada por lo que prefirió ya no decir nada y salió de la casa de su novia.
Ese lunes, después de una semana de lo de su chica. Ignacio quiso darse un chapuzón en la posa de la hacienda, la cual estaba a unos minutos de la casa de Pedro. Paso a buscarlo a su casa, pero no lo encontró por lo que dejo un mensaje con Doña Chuyita y se fue a nadar. Ese lugar lo tranquilizaba mucho, era muy pequeño pero hermoso, el agua era de un peculiar azul clarito y los arboles que tapaban la posa, la hacían fresquita. Recordaba que cuando era chico, sus padres lo traían a nadar y a jugar; pero desde que se distanciaron hace ya 5 años Ignacio venía solo.
A lo lejos llegó Pedro, se sintió muy feliz, quería contarle a su amigo la gran sorpresa que le tenía preparada a Juanita. Pedro era amigo de su infancia, crecieron juntos, desde los 3 años cuando su mamá y papá salían de viaje a la capital. Ignacio se quedaba en casa de Jacinto, el padre de Pedro y doña Chuyita su madre. Don Jacinto era el capataz de la hacienda y vivían en una chosita cerca de la casa principal. No era muy grande pero tenía 2 habitaciones y 3 estancias. El cuarto siempre lo compartía con Pedro y las estancias eran la cocina, la sala y el recibidor o "cuarto de juegos". Pedro y él se hicieron muy amigos desde entonces, Ignacio siempre lo vio como un amigo fiel, sospechaba que era un poco extraño en ciertas actitudes pero Ignacio jamás le pregunto sobre que si era o no era "putito". Independientemente de cualquier cosa, Pedro siempre estaba ahí cuando Ignacio tenía un problema, además era un muy buen amigo y mientras Pedro no intentara pasarse o creerse cuentos con el no había problema.
Pero en cuanto empezó a hablar de Juanita, "su Juanita" sentía que la sangre le empezaba a hervir, cerraba sus puños fuertemente. Le chocaban los hombres que hablaban o se referían mal de una mujer. Se levanto de las piedras « Si luego te duele la cabeza o llegas a sentir un cuernote no me preguntes ¿porque?». Levantó lentamente una de sus manos apretando fuertemente el puño en dirección a Pedro. Fue un impulso, es como si en ese momento hubiera desaparecido toda su memoria. Golpeo fuertemente a Pedro en la mejilla. Pedro cayó con el labio roto.
-Muy bien, querías hablar ¿no?-
-Pues habla Pedrito
Juanita era una hermosa chica, ella sabía cuan hermosa era y lo que provocaba en los hombres, mas de una vez estuvo a punto de caer en las manos de un amigo suyo o en las manos del viejo Pepe quién era el que le cobraba a su papá la renta del local donde tenían el negocio de la panadería. El viejo Pepe no era un hombre tan viejo, ciertamente tenía unos 43 años pero a comparación de sus 19 si que era más grande que ella. El hombre medía más o menos lo mismo que su novio Ignacio eran muy altos. Y tenía un cuerpo muy trabajado sin llegar a ser un adonis era de muy buen ver, era moreno casi con bronceado, no sabía si ese color era del tiempo o era porque el señor se quemaba con el sol. Tenía una cara muy varonil con rasgos bastantes "algo sofisticados" sus labios delgados, nariz larga y afilada y unos hermosos ojos azul celeste. Ella sabía que ese viejo era el mujeriego del pueblo. En el tiempo que en el que el viejo le rentaba el local, en ningún momento nunca le había dicho o demostrado ningún comentario o actitud sexual.
Cuando cumplió los 18, el hombre empezó a cortejarla, lo hacía siempre que la veía. Nunca pasándose ya que ella tenía novio y lo quería mucho, pero la gente del pueblo siempre al ver estas escenas del viejo y ella; inventaban chismes desagradables por lo que más de una vez se tuvo que pelear con algunas chismosas. Ella siempre ponía al tanto a su novio, para que no fuera a pensar cosas que no eran. Pero siempre sintiendo una fuerte chispita cada vez que el viejo Pepe se le acercaba. Una semana después de haber peleado con su novio, su padre olvido hacer la compra del día anterior y le faltaba harina. Su padre decidió ir por unos costales al pueblo vecino.
-Mijita, regreso en 2 horas. El viejo Pepe va a venir pero hasta en la tarde a cobrar. Mientras quédese vendiendo el pan que horneamos y colóquelo en las bandejas. Deje unas tortas fermentando, no mas falto hacer la crema pastelera para rellanar los bigotes. La haces tú.
-Si papá, usted no se preocupe yo término lo demás. Tómese el tiempo que necesite. Y váyase con cuidado,
Había pasado una media hora desde que el padre de Juanita había salido, ella estaba terminando de cocer la crema pastelera cuando escucho la campanita de la puerta del negocio.
-Ya voy, permítame un minuto.-
La panadería era algo pequeña pero bien distribuida, tenía tres estancias. La primera que era la que quedaba al frente donde tenía tres mostradores con rejillas para colocar el pan y una barra donde ella empaquetaba y cobraba el pan. La estancia que seguía hacia adentro era una pequeña cocina, una mesa para fermentar y colocar el pan y un horno para cocerlo. En la última estancia quedaba el almacén donde ponían toda la mercancía y un refrigerador. Tenía una puerta trasera en caso de que necesitasen solo acceder al almacén y por precaución.
Juanita terminó de espesar y cocer la crema. La puso en un recipiente que estaba a lado suyo y la tapo con un plástico film para evitar que se le hiciera costra dejándola enfriar en la mesa.
-Como has cambiado chamaca-
Juanita salto del susto, ya que no pensó que la persona entrara a la cocina.
-Buenos días, don Pepe. Ya le voy a cobrar el pan.
-No venía a eso hermosa. Quería ver... otras cosas.
La cara del hombre se transformo rápidamente, a una cara lujuriosa. Un extraño calorcillo empezó a recorrer el cuerpo de Juanita dejándola un poco impactada por la escena. Ella se había volteado a ver al hombre, pero el poco a poco se acercaba a la cocinita donde estaba Juanita. Ella no podía moverse, el hombre se acerco hasta donde estaba ella y la volteo quedando él en su espalda. Restregándose al cuerpo de Juanita, le empezó a susurrar al oído.
-Te has vuelto una mujer preciosa. No sabes cómo me gustaría besarte y tocarte-.
-No señor, yo tengo novio. Además usted podría ser mi padre-
-jajajaja, ese muchacho...te apuesto la renta de hoy a que ni si quiera te ha besado como se debe.
-Señor por favor déjeme, no me toque.
El viejo Pepe la rodeo con un brazo de su estrecha cintura apretándola mas a su cuerpo, mientras con la otra mano le acariciaba la pierna y el muslo.
A Juanita se le escapo un leve gemido al sentir el cuerpo del hombre muy pegado al suyo. Quizás era tres veces más grande que el de su novio y se sentía muy fuerte, el hombre le respiraba en su oído y en su nuca provocándole fuertes impactos pero cuando sintió su mano en sus muslos.... Sintió arder y trato de separarse pero él la tenía bien sujetada.
Juanita era una chica muy caliente para su edad, solía masturbarse desde los 16, en algunas ocasiones trato de tener un contacto más intimo con su novio pero este siempre se negaba y si estaban muy avanzados la frenaba totalmente. Él le decía que la amaba pero que no estaba preparado para el siguiente paso por lo que ella tenía que satisfacerse al llegar a su casa.
Inesperadamente el viejo Pepe la volteo bruscamente y la beso. El beso no era suave, lo que el hombre quería es que ella sintiera su lengua y como penetraba esa boquita que tenía. Cuando el sintió que ella estaba cediendo ante el beso, el decidió suavizarlo un poco para pasar a ser más pasional mientras al mismo tiempo le acariciaba el cuerpo.
Juanita estaba ya totalmente entregada al viejo Pepe, su calentura aumentaba y los besos y caricias del hombre le gustaban mucho. De repente él se separo algo brusco y la volteo, quedando nuevamente de espaldas. Ella sentía que él hacia algo atrás pero no sabía muy bien que.
-Don Pepe, esto está mal. Yo tengo novio, por favor déjeme-. No muy convencida decía.
-Necesito que sientas algo primero-
El hombre le subió el vestido a Juanita hasta la cintura dejándole solamente con el pequeño bikini rosa.
El introdujo su miembro duro y caliente dentro de su bikini metiéndosele entre las nalgas.
-ahhhhh-ambos gimieron. Juanita disfrutaba muchísimo sentir el duro y largo miembro del hombre dentro de sus nalgas. «Había sentido que su novio escondía algo muy grande entre sus piernas y alguna vez trato de tocárselo o sacárselo para ver bien como era, pero Ignacio siempre le decía que no era correcto».
El aprovecho el desconcierto de la muchacha y una mano se fue a uno de sus grandes pechos, lo estrujaba suavemente y atrapaba entre sus dedos el pezón y con la otra mano empezó a masturbarla. Metía suavemente uno de sus dedos gordos acariciando ligeramente en círculos el botoncito de la muchacha; luego bajaba su dedo como si fuese a penetrarla para volver a subir y dar ese angustioso masaje. La excitación y el placer que se colaba entre las piernas de Juanita terminó en un grito de placer muy fuerte.
-ahhhhhhhhhhh, maldito viejo-.
-¿A qué te gusto, puta?
-Si cabrón, así más, más-
-¿Que más quieres?, que te la pase más rápido- le decía pasando más rápido el miembro y metiéndosela profundamente en las nalgas casi rozando su hoyito recién masturbado.
-Si, que rico, me vengo.... Me vengo señor.....ahhhhhhh-
-Yo también- el viejo le inundo los calzones de semen caliente y se la saco de las nalgas.
Pedro siempre fue un niño especial. Desde pequeño sentía cosas cuando su amigo Ignacio lo rozaba o simplemente jugaban juntos. Aprovechaba cualquier momento para jugar con él y sentir el contacto de su cuerpo contra el suyo cuando jugaban a las luchitas.
Aprovechaba los momentos en que los padres de Ignacio lo dejaban en su casa para poder dormir con él, jugar, comer, cantar, pelear lo que fuese.
Pero el se repetía que eso no estaba bien, su papa quería a su mama por lo que suponía que el también tendría que buscar a una niña.
Ya para los 13, cuando estaba en el colegio. Entró un nuevo chico, Mario, que venía de la capital. Era un chico hermoso, tenía facciones algo infantiles y muy femeninas. Le atrajo enormemente sus ojos verdes y su mirada picara. Los demás niños desde que lo vieron empezaron a molestarlo por sus facciones y por su forma demasiado amanerada de ser. Parecía una niña en todas sus acciones hasta para hablar tenía la voz tan suave, ciertamente siempre lo molestaban, pero al parecer a él no le importaba mucho hasta parecía que de cierta manera le gustaba que lo trataran como mujer. Pedro no estaba dispuesto a pasar por algo así, pero las ganas que tenía de experimentar con aquel chico eran inmensas, cada día le atraía más la atención.
Además siempre sentía su mirada posarse en él; Pedro a su vez lo espiaba pero más discreto. Así que un día en el receso, lo observaba de lejos y cuando vio que se levanto de las escaleras donde siempre platicaba con sus amiguitas. Decidió seguirlo y al parecer iba al baño, cuando el chico entro a orinar, él se quedo esperando y vigilando el lugar cerciorándose que nadie estuviese dentro merodeando el baño de niños. Cuando salió, lo tomo del brazo y lo volvió a meter al baño y le dio un beso tosco y forzado, el chico tenía cara de susto así que poco a poco fue suavizando su cara de nervios y volvió a besarlo. Al principio Mario, estaba bastante tenso pero poco a poco empezó a ceder ante el beso de Pedro. Disfrutaba esa sensación, disfrutaba mucho. Si definitivamente era gay.
Después de salir de los baños tras el primer beso, ambos chicos empezaron a platicar más y a conocerse pero todo fuera de la escuela. Muchas veces se veían en el granero de la hacienda del padre de Ignacio y muy pocas en la casa de su chico cuando nadie estaba. Experimentaron de todo, la primera paja, la primera mamada y estaban a punto de cumplir algo que ambos deseaban, pero aun no realizaban por el miedo que este les generaba: la penetración.
Ambos chicos estaban desnudos y muy excitados. Sus miembros ya eran maduros para su edad y ese día llevaron lo que ellos pensaban que iban a necesitar. Una crema y suficiente papel higiénico para lo que viniese. El primero fue Mario, el novio de Pedro, empezó primero introduciendo un dedito.
-Espérate no seas bruto, despacito cariño-
-Ya, discúlpame "reina"- a su chico le encantaba que le hablara como si fuera una "mujer".
-Otra vez, inténtalo pero con mas amor a tu mujercita-
Así que Pedro otra vez a la carga despacito primero, después fue introduciendo dos deditos. Entraban y salían, entraban y salían. Siempre con el menor cuidado posible, sin que lastimara el culito de su novia.
-Venga papito, ya métemela. Pero despacito y con mucho amor. Se volteo para que Pedro lo besase.
Pedro se abrazo a la cintura de su novia, con un respetable espacio para metérsela poco a poco. Al principio, el capullo ya bien lubricado no entraba pero poco a poco fue entrando hasta la mitad.
-ahhhhhh, espera deja me acostumbro ya no me la metas-. La sensación para Pedro era alucinante, el culito le apretaba ricamente el duro pene. Lo único que quería era seguir con aquello, sin el permiso de su chico se la metió hasta el fondo ambos estallaron en un gemido. Y Pedro empezó a embestirlo al principio lento pero después fue aumentando el ritmo de la cogida. Solo se escuchaba los gemidos de ambos. No pensaban en su alrededor. El placer que sentía Pedro era inmenso, no se comparaba con nada, si muriera, sería totalmente feliz y culeando a su novio-a, en ese momento se le vino una imagen a su mente «Ignacio», se imagino a el mismo agachado y siendo enculado por Ignacio.
Bestialmente empezó a culear a su novia y termino en una corrida inmensa y gruñendo.
-mrmrmrm..mrmrmrm,...-ambos quedaron perplejos al escuchar el carraspear de una garganta. Al mismo tiempo voltearon sus rostros hacia donde estaba la entrada y se escuchaba el sonido.
El padre de Ignacio, don Justo estaba parado en la puerta del granero observando toda la escena. Tenía su fuerte miembro fuera de su pantalón y en una mano tenía una fusta.
-Mmm... Veamos que tenemos aquí. Dos putitos que me la van a mamar bien rico-
-Vengan los dos aquí inmediatamente y me la maman-.Eso definitivamente era una orden que los chicos tenían que cumplir con Don Justo. Su cara tenía una mirada de lujuria impresionante y al mismo su tono de autoridad no permitía replica. Pero por algún motivo Pedro no quería obedecerle, el lo que quería era irse de allí.
Su novio, mas maricon corrió a los pies de Don Justo y se dedico a mamarle la verga al señor.
Pedro al ver a su pareja sucumbir tan fácilmente, se sintió apenado, avergonzado y enojado, por lo que le valió lo que dijo don Justo y salió corriendo agarrando su ropa y poniendosela ya afuera del granero.
-Ignacio alguien los vio en el Pueblo vecino, ambos se iban besando y acariciando mientras entraban en un motel- le decía Pedro, sobándose la mejilla por el golpe.
-No, eso no es posible, ella y yo nos vamos a casar- los ojos de Ignacio se tornaron cristalinos tenía muchos deseos de llorar. Pero antes tenía que comprobar si aquello era verdad, tenía que hablar con Juanita. No escucho los gritos de su amigo y se fue com rayo.
Se dirigió al centro donde quedaba la panadería del padre de Juanita. Estaba cerrada, se le hacía bastante raro. Su padre salía algunos días a realizar la compra pero siempre dejaba a Juanita encargada además todavía era muy temprano.
Entró por la puerta de atrás, por donde luego descargaban la mercancía, creyó que estaría cerrada pero decidió ver si tenía posibilidades de abrirla. Empezó a escuchar unos ruidos extraños. Se fue acercando sigilosamente y tratando de no hacer ruido con la mercancía que había en el almacén cuando vio entreabierta la puerta que comunicaba con la cocinita. Los sonidos se hacían más fuertes. Eran gemidos.
-ahhhhhhhhhhh, maldito viejo-.
-¿A qué te gusto puta?
-Si cabrón, así mas, mas-
-Que más quieres?, que te la pase mas rápido- le decía pasando mas rápido el miembro y metiéndosela mas en las nalgas.
-Si, que rico, me vengo.... Me vengo
-¿El puto de tu novio ni te toca o sí?
-No, el no....... Ahhhhhhhh- el orgasmo era tan fuerte que no se había percatado que la puerta de la cocina la que está del lado del almacén estaba totalmente abierta e Ignacio la miraba a ella y al viejo.
Ignacio estaba totalmente perplejo unas lagrimas querían salirse, se le había roto el corazón. Su amigo tenía razón, Juanita resultó ser una puta. No valía la pena luchar por ella ni por ninguna explicación. Se dio la vuelta y se fue. A lo lejos escuchaba que Juanita le gritaba llorando pero el ya no escuchaba.
-Ignacio... espeeeera, déjame explicarte... Mi amor....- corría fuerte para alcanzar a Ignacio.
La gente que estaba en la calle los miraba, preparándose para el chisme de la semana.
-¿Que quieres?, jamás pensé que tu... Me fueras a hacer esto. No quiero saber más de ti en mi vida. ¿Sabes que iba a hacer?, ¿Sabes porque no me acosté contigo? Te iba a pedir matrimonio dentro de 3 días, el día que cumplíamos 2 años de novios. Yo no necesitaba ninguna entrega tuya para saber que te amaba. Quería que llegaras conmigo al matrimonio pura con la promesa de la virginidad.-
Ignacio no aguanto más y soltó unas lagrimas pero sin embargo no eran de tristeza eran rabia y decepción.
-Mi amor, yo no quería. El casi casi me obligo. Yo te amo- le decía ella de rodillas suplicando su perdón.
-¿Queee?, mira puta... Yo escuche tus ruegos para que ese cabron te la metiera y escuche que le decías que eras su puta. Pues eso has de ser, quien sabe cuánto tiempo he estado de tonto y ciego contigo. No vales la pena.
Juanita trato de ponerse de ponerse en pie y cachetear a su novio. Antes nunca le ha había engañado pero simplemente ya no podía decir nada, había caído en las redes de la pasión y lo peor de todo es que había perdido al hombre que mas la amaba en el pueblo. Y ahora se daba cuenta cuanto realmente lo quería y lo único que podía hacer es llorar por todo lo que había perdido.
Vámonos de putas Pedro, necesito sacarme esto que traigo conmigo. Le decía a Pedro por teléfono.
Ambos amigos fueron al bar de pueblo estaba todo relativamente cerca, pero aun así, Ignacio llevo su carro y paso por Pedro. Estuvieron tomando mucho, Ignacio solo cantaba y bebía tequila. Pedro lo acompaño con algunas copas pero por lo visto y así como iba Ignacio, él sería quién lo llevaría a su casa.
-Pedro... Pedrrritooo.... eres mi mejor amigooo....te queiroo muchjjio... Hiphip...siii,, spdis eres maricon a mi no me importa.. De veras cabrón... No me gustas ehh, eso si no. Aunque quién sabe, igual si te dejaba mamarme la verga... Ajajjajaa. Ignacio empezaba a decir muchas incoherencias que ya no le hacían tanta gracia a Pedro y menos con tanta gente a su lado.
-Pedrooo, disculpameee amigo... Yop yo hip... No quise golpearte... Estabba muy enojadossh... -
-Tranquilo no pasa nada, lo bueno es que pudiste comprobar a la verdadera Juanita-
-Essa puta... Me las va a pagar.... La cabronasa.... ella y el malditooo viejoo...hipp... No me van a ver la cara de estupidddo-
-Cállate Ignacio, será mejor que ya nos vayamos. Ven te ayudo- ambos salieron del local como pudieron. Pedro tenía entre sus brazos a Ignacio y lo recostó en la parte trasera del carro de Ignacio, condujo hasta la hacienda y lo llevo hasta su habitación.
Una vez ahí, Pedro no se resistió y empezó a quitarle la ropa a Ignacio, le bajo los bóxers y le empezó a mamar la verga. Verlo ahí, acostado con su maravilloso cuerpo. Hace rato en la posa se veía tan furioso tan diferente y verlo acostado, frágil y triste. Quiso compensarlo «o compensarse a si mismo» y mamarle la preciosa verga dormida. Poco a poco la verga empezó a crecer hasta que alcanzo la total erección.
-¿Que haces puto?- decía Ignacio levantando su cabeza y observando a su amigo mamarsela estaba algo borracho pero no tanto para no darse cuenta de las cosas; ciertamente la tristeza que sentía era muy fuerte y sentir la boca de su amigo lo estaba llevando a un lugar desconocido. Nunca dejo que pasara nada serio con Juanita por respeto «maldita, me la hubiera cogido por todos sus agujeros» pero ahora ya nada importaba.
Su amigo lo estaba llevando al paraíso, no sabía que tanto hacía, solo sentía un enorme placer con la cálida y profunda boca de su amigo. El orgasmo estaba muy cerca, la corriente de placer que sentía lo recorría desde las puntas de los pies hasta el ultimo pelo en la cabeza. No sabía si lo que hacía estaba bien o mal, no sabía si era el fin de algo y el principio de otro.
Lo único que si tenía bien presente es que jamás había sentido tanto placer en su vida.