Por la ansiedad de vaciar la vejiga

Deje que me besara el pecho, deje que sus labios recorriera mi cuerpo hacia mis tetillas, pezones que mordió con suavidad y absorbió… ooohhh!!, como si se tratara de un bebe… uuuffff!!.

Por la ansiedad de vaciar la vejiga

Antes de nada, agradecer tantos a aquellos que me leéis como los que me ponéis un comentario, ya sea mediamente al mismo portal de www.todorelatos.com como a mí email, pues por vosotros me dais animo a continuar, siguiendo a plasmar mis confidencias.

Lo que a continuación os voy a relatar, me ocurrió hace hoy día unos años, quizás muchos… diez al menos. Era un día de tantos… un día cualquiera, venía de haber estado haciendo unas gestiones en San José de la Rinconada (Sevilla), ya había finalizado y no eran ni las doce y media del mediodía. No llame a la oficina para hacérselo saber, no pensé que fuera necesario, conduje por la A-8009 hasta acceder a la Súper Norte (SE-20). Iba conduciendo y con tremendas ganas de orinar, viendo lo difícil que iba a hacer a menos que me detuviera. Veía infinidad de placas informativas de trafica en la cual, me hacían saber de tanto pedanías, como accesos podría tomar. Pensé en detenerme a echar una meada en el Parque del Alamillo, pero la dificultad iba a hacer buscar unos aseos. Continúe fui llegando a la glorieta que da acceso tanto al parque del Alamillo, como a las instalaciones de radio televisión española (RTVA), como el acceso al aparcamiento del Estadio Olímpico, entre otras afinidades.

Cosa que finalmente y por las necesidades de ese momento, tome la primera salida de esa glorieta. Acceso que nada más tomarlo, pude ver el bajo a lo lejos un acceso bajo el paso de la línea del tren Sevilla-Huelva, acceso que ya en un árbol había una placa donde me informaba que esa zona se le denominaba la Isla de Tercia. Zona que estaba las instalaciones del Club de Aeromodelismo Radio Control Saeta, eso y una zona dedicada a la agroecología, perteneciente a un proyecto cooperativa de autoempleo.

Continúe por esa carretera que va paralela al canal del Tamarguillo, carretera que se divide en dos, una que continuas paralelo a la línea del tren y la otra que vas, paralelo a la dársena del río Guadalquivir. Pero mis necesidades me obligo a detener mi vehículo mucho antes, detuve el coche bajo uno de los puentes de la línea del tren. De tanto aguantar, me dolía los huevos y sentía que la vejiga me iba a explotar. Pensaba que no podía aguantar más, pensaba que me meaba ahí mismo dentro del coche, tenía un dolor de vejiga increíble de aguantar, sabía perfectamente que eran los nervios el causante, pero no me tranquilizaba, eran mis propios nervios los que generaban esta ansiedad.

No pude más… os lo juro, sin pensármelo dos veces detuve mi coche a un lado, detuve mi coche junto a los pilares de ese puente de la línea de tren. Abrí la puerta y salí como alma lleva el diablo del interior, eché la llave y me dirigí hacia la loma que da al cauce del arroyo. Iba que ni tan siquiera me pare a mirar si habría algún coche deteniendo, no me a detuve a cerciorarme que estaba solo, simplemente subí ese montículo y volví a bajar, accediendo al cauce del arroyo del Tamarguillo.

Las ganas me mataban e incluso pensaba que me salía algunas gotas, llevado por los nervios cogí y tras soltar la hebilla, desabotone el botón de mi pantalón y baje la cremallera, dejándolo caer hasta mis tobillos por su propio peso. Continuando por tirar de mi bóxer hacia abajo y estos, fueron cayendo hasta hacerles compañía a mis pantalones. Tomé mi miembro y comencé a orinar… aaahhh!!, dando muestra de placer por las tremendas ganas que tenía, vacié mi vejiga durante unos minutos… uuuffff!!.

Mientras orinaba, me dio por mirar hacia un lado, viendo una bolsa de color blanca y cuyo interior, deduje que podría tener en su interior unas revistas. Pensando en que nada más acabar… las cogería, pudiendo comprobar de qué clase de revistas se trataban. Pero el sonido proveniente de unas pisadas me alerta que no me encuentro solo, girándome con rapidez sin detenerme a subirme mis prendas, descubriendo a varios metros un hombre mayor. Mayor no sería la descripción exacta sino más bien por su aspecto… anciano. Por su aspecto le eche los setenta y picos de años, cosa que más tarde me confeso que contaba con setenta y tres años, cuerpo delgado y alto… muy alto, rondando el metro noventa. Como he dicho era delgado, cuyas extremidades eran de brazos casi esquelético y pálidos, cuyos dedos eran largos. Con abundantes cabellos de color blanco y gafas. El silencio que había era molesto,

No dije nada… simplemente le miré, cayendo y gracias a su mirada en la falta de prendas inferior, desnudes que sus ojos no perdieron detalle. Dándome la vuelta me incliné para subirme los pantalones y mi bóxer, posición que caí por segunda vez era provocativa, pues pudo ver con claridad mis nalgas. El silencio que impregnaba el ambiente era molesto, silencio de esos que solemos decir… “A pasado un ángel”. Aunque en verdad os digo que me podría haber marchado, pero el motivo por el cual no lo hice, no era otro que recoger del suelo esa bolsa blanca de revistas. Ante este silencio, fue él, el primero en hablar, soltándome…

  • “No te asustes por favor, no deseaba molestarte, pensaba que buscabas compañía al verte subir hasta aquí”.

No dije nada, no deseaba por un momento alargar ese momento tan molesto, pero es verdad, normalmente los que suben hasta esta zona, no es por otro motivo que liarse o enrollarse con otros. Prosiguiendo nuevamente, presentándose a modo de romper el hielo…

  • “Perdona si e he molestado, no era mi intención, mira me llamo Andrés”.

Presentándome yo fríamente…

  • “Yo me llamo José, no se disculpe, la culpa es mía por no darme cuenta antes”.

Como justificarse, me conto lo que hacía por esos parajes, mientras yo simplemente le escuchaba con la intención de que se diera cuenta que no era de mi incumbencia, pero este no dejaba de hablar. Explicándome…

  • “Mira… te puedo titubear”

Ante mi afirmación, mediante un simple movimiento de cabeza. Esté continuo con su explicación…

  • “Pues mira José, me acercado por esta zona por oídas, no soy de aquí de Sevilla sino de Jerez de la Frontera. Me he acercado porque me habían dicho que por aquí, podría encontrar compañía… ya sabes compañía de mí mismo sexo, pues vengo precisamente para eso”.

Simplemente permanecía callado, escuchándolo y la verdad, me sorprendí al saber hasta dónde había llegado la fama de este sitio. Momentos en que pensé en no interrumpirlo, pues ya sus motivos me dieron curiosidad, explicación que se fue convirtiendo en un tema de conversación, pero siendo el único que hablaba. Diciéndome…

  • “Mira soy viudo desde hace algo más de quince años, tengo una empresa que ahora lo lleva mis hijos, hijos que son mayores y están casado con hijos, hijos que esta faceta de mi vida no lo comprendería”.

  • “Pues con setenta y tres años que tengo, no tengo ganas de buscar una mujer, una mujer que me aguante y me de las necesidades que deseo, aparte que mujer querría estar con un vejestorio como yo”.

Callo unos minutos, quitándose las gafas y prosiguió, no dejándome de mirar…

  • “Sabes, yo busco amistad e incluso algo de compañía, busco en un principio chicos entre los treinta y los cuarenta años”.

  • “Busco chicos a ser posible que no sean afeminados, aunque yo soy algo fetichista para algunas cosas, no me gustan los hombres con vello en el cuerpo y menos aún con barba, perilla o bigote”.

Exigencias que por aquel tiempo no cumplía, pues mi cuerpo estaba cubierto de vello y, además tenía perilla. Tiempo además que por aquel entonces, aunque no viene al caso, era ese en que mi mujer no me dejaba de insistir que me lo depilara totalmente, pues venia el buen tiempo y se llevaba de moda. Sacándome este de mis pensamientos con unas preguntas…

  • “¿Qué edad tienes José?”.

Respondiéndole…

  • “Tengo treinta y cinco años”.

Serio, pero al mismo tiempo con una sonrisa dibujada en su boca, no dejándome de mirar con esos ojos que parecía que estaba examinarme, ojos que al mismo tiempo eran de lujuria. Volvía a preguntar…

  • “¿Qué buscas tu aquí José?, tienes alguna preferencia o te da igual”.

Primero callo, minutos después con claros síntomas de nervios me justifico, claro está con la verdad… “He venido a vaciar mi vejiga”, cosa que no es muy creíble al permanecer aun allí. Me mira y titubea algo, acercándose aún más hacía mí, soltándome…

  • “Tienes una muy buena figura, un buen cuerpo, eres atractivo, tienes facciones en tu rostro muy perfiladas, además tienes un culito que a simple vista se te aprecia durito e incluso respingón”.

  • “Sabes una cosa, limándote algunas imperfecciones de tu cuerpo… darías el pego como una chica”.

Aquello me sorprende, pero no le respondo, menos le doy pie a que continúe. Acabando esté por preguntarme…

  • “Lo que te voy a pedir, te podría parecer algo fuerte e incluso fuera de lugar, pero sí me haces el favor de concedérmelo, te prometo que me marcho y no te molesto más”.

Con la curiosidad de saber qué coño me iba a pedir, acabe por decirle…

  • “De que se trata”.

Atreviéndose este con todo descaró, soltándome…

  • “Me gustaría que concediera a este viejo vejestorio el grandísimo favor de dejarte cogerte el culo, y…”.

Cortándolo, no dejándole proseguir. Sorprendido por su petición, le suelto…

“Pero que me dices, no soy de esos que vienen aquí a enrollarse con otros, no soy de los que chupa o se dejan chupar, no soy un maricón”.

Este ofendido por mis palabras, disculpándose por su petición con claros signos de malestar, calla. Minutos después de un galimatías de palabras, explicaciones y conjeturas, vuelve a la carga con su petición…

  • “Mira, sé que es una petición algo sorprendente, e incluso entendería que un chico como tú, hecho y derecho no quisiera concedérmela”.

Acabando por decir…

  • “Desearía que seas tú y no otro, desearía acariciar tus nalgas, ya que me marcharía y la verdad es que no me verías más, pues no creo que tu vengas a Jerez. Por eso te lo vuelvo a pedir, te juro que me marcho y no te molesto más”.

La verdad es que aquello, me pareció muy fuerte e poco creíble incluso para mí mismo, pero después de escucharlo y ver cómo me lo decía, acabe por concedérselo e incluso me costó a mí mismo escucharme. Asentí con un simple vale. Luego este no perdió el tiempo, comenzó a caminar hacia mí, acercándose hasta colocarse detrás de mí, sentí sus grandes manos posarse en mis glúteos, comenzando a magreármelos… uuummm!!. Rodeándome con sus brazos, comenzó a soltar la hebilla, desabotono el botón, bajo mi cremallera y cuando fue a tirar de mis prendas hacia abajo. Deteniéndole le pregunte…

  • “¿Qué haces?”.

Esté respondió…

  • “Pues como te he pedido, acariciar tus nalgas y la verdad es que con tus pantalones puestos, no es acariciar, pues en verdad estoy tocando tu cartera y lo que lleve en el otro bolsillo”.

Lo vi justo, y asintiendo nuevamente, le dejé continuar. Sintiendo como me baja los pantalones y bóxer hasta mis tobillos, sintiendo su respiración entre mis muslos, respiración que me hizo poner mis vellos de punta, y la verdad es que aquello me gusto, no pudiendo evitar excitarme… uuummm!!.

Luego sentí sus manos suaves deslizarse por mis muslos hacia mis nalgas, acariciando ambas con ambas manos, magreando con ternura. Instantes en que este pego su cuerpo al mío, sintiendo ahora su respiración en mi cuello… ooohhh!!, sintiendo escalofríos e incluso estremecimientos… uuummm!!. Son momentos en que me fui dejando hacer, sabiendo aquellos que han estado conmigo la participación total, sabiendo que me dejo llevar y como sumiso que soy, soy más manejable y obediente.

Pues eso, como si supiera que hacer, no dejaba de acariciarme, no deje de sentir sus labios por mi cuello, parte de mi anatomía que me hace perderme… uuuffff!!. Como leyendo perfectamente el significado de mis estremecimiento, no dejo de acariciar y ya no solo mis nalgas, pues cuando sentí sus dedos acariciar mi pecho… ooohhh!!. No dije nada cuando comenzó a desabotonar los botones de mi camisa, tirando de la tela de esta y dejar que se discurriera por mis brazos, cayendo finalmente al suelo… uuummm!!. Viéndome esté, me suelta…

  • “Joder, cuanto pelo tienes”.

Pero eso no le detiene, deje que me besara el pecho, deje que sus labios recorriera mi cuerpo hacia mis tetillas, pezones que mordió con suavidad y absorbió… ooohhh!!, como si se tratara de un bebe… uuuffff!!. Mientras sus manos, recorren orejas, cuello, hombros, espalda, nalgas, muslos y un volverá comenzar… aaahhh!!. Mientras su boca alterna mis tetillas… aaahhh!!, chupando y mordiéndomelas… uuuffff!!, dándome muerdos y lamiendolas… ooohhh!!. Mientras mis pensamientos en esos momentos, no eran otros que desear tener su polla en mis manos o boca… uuummm!!.

Fue un periodo de tiempo en el cual no llegue a darme realmente cuenta que prácticamente estaba desnudo, bueno eso sí mis prendas inferiores estaban en mis tobillos. Pero que me saco de mi trance, cuando me tomo de mis caderas, pegándome contra su pelvis y notar, como algo durísimo y grande se alojaba entre mis glúteos… uuuaaauuuhhh!!. Me asuste… no era para menos, despegándome de él, cayendo llevado por el mismo susto hacia delante, cayendo no siendo otro el motivo que las prendas de mis tobillos. Este no dejo de excusarse sin darse cuenta de mi torpeza, no dejando de decirme…

  • “Perdona, no me he dado cuenta, no creí que al final accedieras y me he dejado llevar, quizás más al ver como de entregado te has mostrado”.

Tras verme caer hacia delante, amortiguando la caída mediante mis rodillas y las palmas de las manos contra el húmedo, quedando en una postura muy poca aconsejable y más en ese momento. Pues este amablemente se acerca a ayudarme, cuya consecuencia es un cumulo de momentos embarazosos… uuummm!!. Momentos como, cuando me toma de mis caderas e intenta levantarme, momentos precisamente que su enorme miembro se introduce entre mis glúteos… ooohhh!!. ¡Sintiendo su glande presionar mi orificio… uuummm!!, no entrando claro está por la falta de dilatación y por el grosor de este… uuuffff!!. Volviendo este nuevamente a disculparse, no dejando claro está que decirme…

  • “Perdona, no me he dado cuenta, lo siento… no sabría decir por qué motivo ha pasado”.

Luego le toco cumplir, acabando por marcharse como me prometió, dejándome allí un poco aturdido por lo que había pasado, no marchándose sin antes darme su tarjeta de visita, por si estaba interesado en conocernos. La verdad es que sinceramente, yo me sentí algo apenado, no me hubiera importado que hubiera seguido… uuummm!!. Bueno sigo, yo me puse la camisa, me subí pantalones y bóxer, camine hacia esa bolsa blanca que divise en su momento, me incline, pudiendo ver que esas revistas, no eran otras que revistas eróticas y pornográficas, donde se apreciaban en la portada chicas desnudas... mmm!!. Tras ojearlas por unos segundos por encima, pensé…

  • “Menuda suerte la mía”.

Luego tras coger la bolsa, camine hacía mi coche con esa bolsa en la mano, tras abrir la puerta… entre, puse mi coche en marcha hacia la explanada, donde detuve mi coche a un lado, donde unas zonas frondosas de matorrales me darían sombra. Detuve el motor de mi coche, vacié el contenido de esa bolsa sobre el asiento del copiloto, donde pude ver la gran variedad de revistas, como "ClimaX, Las cartas privadas de Pen, Amantes, Pen, Edad Legal, Private, etc.". Rápidamente escogí "ClimaX", escogiendo esta por los recuerdos que me dio de mi juventud, recuerdos de cuando era un adolescente y las veía en secreto, dentro del Parque María Luisa.

Comencé a leerla primero por encima, pero fue mi miembro el que debido a la excitación, me hizo ponerme cómodo, no siendo de otra manera que liberarlo de su confinamiento… uuummm!!. Antes de hacerlo, comencé a mirar a mi alrededor, pudiendo ver a lo lejos una infinidad de coche, y por otro lado había solitarios. No me lo pensé dos veces, y solté la hebilla, desabotone el botón y baje la cremallera, tirando un poco de mi pantalón hacia abajo junto a mis calzoncillos, pudiendo salir solo mi erecto miembro. Aquella lectura me hizo ponerme a mil… uuummm!!, eso y la ternura de mi mano a la hora de deslizarse por mi tronco… ooohhh!!.

No sacándome de mi trance ni cuando pasaban cerca de mí algún que otro curioso, pues estos solo pasaban y continuaban caminando, no dándole importancias. Aquella lectura me tenía muy entretenido… uuummm!!, pues mientras con mi mano derecha la deslizaba a lo largo de mi tronco, con la izquierda magreaba mis testículos… ooohhh!!. Y para esos momentos sí que me di cuenta que estaba siendo observado, pero para nada me iba a inquietar pues sabía que no me veían, quedando solo en su cabeza lo que hacía.

Llevado por el placer, me deje llevar… entorne mis parpados y no deje de masturbarme, también es verdad que en eso momentos no percibir persona alguna. Pero me sentí observado, abrí los parpados y pude ver a esa persona a mi izquierda, detenido detrás de mi puerta. Me oculte mi tremenda erección con esa revista ante la imposibilidad de subirme mis prendas, no quería mirarlo por vergüenza, pero por el rabillo del ojo no deje de verlo.

Momentos en que, muerto de vergüenza, deseas que este se marchara y hasta se me paso por la cabeza decirle algo, pero luego piensas y recapacita que el verdadero culpable soy yo. Mi miembro para esos momentos esta flácido debido a mi estado de nervios, me da por girarme y verlo, pudiendo fijar mi vista primero en la mancha de su entrepierna. Mi vista ascendió hasta ver el rostro de ese hombre, hombre que me miraba con lujuria, prueba eran sus ojos desorbitado y la baba que le caían por las comisuras de sus labios. Este mirándome, acabo por golpear con los nudillos de su mano el cristal, haciéndome señas para que lo bajara, cosa que hice y baje el cristal por completo. Le creí nervioso, pero realmente el nervioso era yo, quizás más cuando decidido, me pregunto…

  • “Muy buenas revistas tienes… eeehhh!!”.

No respondí, simplemente me quedé callado mirándole. Pudiendo apreciar su perfil… un hombre mayor rondando los sesenta y muchos, alto quizás cerca del metro setenta y cinco, corpulento con barriga, velludo por los vellos que se apreciaba por su camisa, y casi calvo con esos escasos cabellos de color grisáceos. Ante mi silencio, volvió este a preguntarme…

  • “Me dejas ver tu revista”.

Y sin esperar a que le diera contestación, coge y se inclina hacia delante, introduciendo su brazo por la ventanilla hasta coger la revista de mi entrepierna. Volviéndome a soltar…

  • “Creo que antes estaba mucho más interesante la revista, ¿No te parece?”.

Refiriéndose precisamente al tamaño de mi miembro, pues al retirar este la revista de mi entrepierna, pudo ver con claridad mi flácido miembro. Reaccionando acabe por responderle…

  • “Sí, voy a tener que escoger otra”

No quise mirarle a la cara, cosa que mire hacía su cuerpo, precisamente mirando hacia lo que tenía a mi altura, no siendo exactamente otra cosa que su entrepierna, divisando la mancha húmeda y ese bulto. Voy a tener que dejar aquí mi experiencia, no lo desearía, pero veo que se me va alargar demasiado, quizás cuando pueda subo como finalizo, vale. Espero que os haya gustado tanto como a mí recordarla, espero vuestros comentarios. Mi email… Jhosua1974@Gmail.com