Por ir de boquilla
Si te la das de sexualmente abierto con tu novia y vas diciendo que te gustaría probar con otro tío, entonces asegúrate luego de no echarte siempre atrás o la acabaras hartando.
Mi novia y yo somos una pareja un tanto frikis de las que intenta hacer del sexo siempre algo nuevo y divertido, siempre abierto a cosas nuevas. Ambos tenemos veinte y nueve, vivimos juntos en un pequeño pisito y llevamos de relación mas de cinco años. Describiría a mi novia pero dado que es un relato gay supongo que poco importará y que les interesará mas yo. Bueno, soy moreno, ojos marrones claros y muchos dicen que tengo cara de niño. Mido un metro noventa, soy muy peludo (Aunque siempre me rasuro todo el cuerpo) y me gusta el ejercicio, por lo que tengo algo de bíceps, tríceps, hombros y (Sobre todo) pectorales. En cambio de abdominales poco, lo siento.
Uno de los temas que mas han surgido mas en nuestra vida sexual ha sido el de probar con otra persona de nuestro mismo sexo. En parte es por mi culpa al pedirle tantas veces que me contase lo de sus veces con su amiga. Me ponía mucho aquella anécdota de cuando tenía diecinueve y tuvo un rollo lesbico durante un tiempo. Ella, para que probase cosas nuevas, me alentaba todo el tiempo a que probase yo también con otro hombre. En el momento, a mi la idea me gustaba y siempre le decía que lo iba a hacer pero luego ya en frío una vergüenza y una pereza se apoderaba de mí, haciéndome desechar la idea de inmediato. No me veía con un hombre, así de sencillo. Harta de esquivar el asunto cuando lo íbamos a hablar en serio, de que desviase el tema con bromas, ella orquestó toda una venganza (Si es que se le pudiese llamar así) y un domingo en el que no tenía que levantarme temprano, ella se despertó antes. Viniendo después (No se cuanto tiempo después) a despertarme, se metió de nuevo a la cama y comenzó a chupármela como ella sabe que me pierde, despertándome de la forma mas maravillosamente posible.
-Oye Cari, estoy juguetona, voy a esposarte ¿Vale? – Me dijo muy susurrante al oído cuando yo aún estaba desperezándome.
Cogiendo un par de esposas que teníamos para nuestros jueguecitos íntimos, me esposó a los extremos del cabecero que, por cierto, es un cabecero de estos muy altos, así que quedé abierto de brazos a mas no poder. Aparte de las esposas, también me ató sobre estas con unas cuerdas que teníamos para lo mismo. Se había asegurado de forma meticulosa que estuviese bien atado y después bajo a mi cuerpo. Pensé que iba a retomar la mamada pero en cambio continuó hasta mis tobillos en donde terminó de sacarme los calzoncillos, dejándome totalmente en pelotas, crucificado y con un empalme del copón.
-¡Ea! Ya estas listo – El tono con el que dijo esto, con una malvada sonrisa, me hizo despabilar ya del todo.
-¿Cómo? ¿Listo para…? – Le pregunté preocupado.
-¡Isaac, ya puedes venir! – Gritó en alto, pasando completamente de mí. Un tío alto, castaño, con barbita de tres días, ojos azules, delgado, con los abdominales marcados y… ¿Qué mas? Ah si ¡Desnudo!, apareció por la puerta aguantándose la risa nada mas entrar - ¿Te acuerdas de todas las veces que dices que vas a probar con un tío pero siempre te echas para atrás? – Se acercó ella a decirme, aguantándose también la risa – Pues ahora no vas a tener escapatoria. Este es Isaac ¿Te acuerdas? Un amigo gay del que te he hablado mucho. Pues bien, os voy dejando solos que he quedado – Antes de salir, se giró al tal Isaac – En la mesita de noche te he dejado de todo. Si se pone gritón ponle la mordaza y aquí tienes la llave de las esposas – El chico inclinó la cabeza para que ella le colocase un cordón con la llave de las esposas y acto seguido se despidió – Aaadiós.
A lo lejos se escuchó a ella salir por la puerta de casa. Ante el chaval aquel, desnudo como yo y de pié a dos metros de la cama, me senté en la cama, apoyando parte de la espalda en el cabecero y dejándome los brazos un poco mas sueltos. Me era imposible no reírme de la situación pero igualmente me comencé a forzar los brazos para intentar sacarme las esposas y soltarme. Menuda jugada me había hecho mi novia. Poniéndose manos a la obra, el chaval caminó hasta la cama y se subió de rodillas a ella. Con total normalidad, se puso a frotarme el pecho y el vientre, e incluso a rozarme la polla, completamente flácida. Tenía una buena polla, mas grande que la mía o al menos mas larga. Yo mientras, continué con mis intentos de quitarme las esposas a la vez que me retorcía riendo para sacarme al tío de encima. Era una situación bastante absurda, la verdad.
-¡Ey! Isaac era ¿Verdad? No se que te ha dicho mi novia pero pasa de ella tío, que esta la pobre fatal de la cabeza – Dialogué con él que me escuchaba pero hacía como el que pasaba de mí, continuando con sus caricias que cada vez eran mas directas y con el claro objetivo de empalmarme, sobre todo cuando puso su mano en mi polla y la amasó junto a mis huevos – Tío, tío, tío… Venga, suéltame por favor.
Removiéndome todo el paquete, comenzó a su vez a lamerme el vientre, haciéndome un huevo de cosquillas. La situación me estaba resultando extraña y me sentía avergonzado como un niño chico, pero por otro lado me estaba divirtiendo la cosa sin saber como o por qué. El chaval, Isaac, se tuvo que cansar de ver que por mucho que tocaba no me empalmaba, en cierto modo por la guasa que tenía. Se agarró a mi cintura para impedir que me resistiese tanto y se metió mi polla flácida en la boca. Pensando que era imposible que me pusiese ni un poco cachondo con todo aquello, cuando succionó repentinamente mi polla sentí calentarme de forma proporcional a lo caliente que sentí su boca, es decir, mucho. La sangre iba bombeándose a mi polla, de forma lenta pero con fuerza. Poco a poco comencé a empalmarme y la lengua de Isaac comenzaba a jugar por mi tronco ahora que comenzaba a llenar su boca. De mitad de la polla para abajo me pajeaba con la mano, estrujándome los huevos para hacer inclinar mi polla cuando salía de su boca. Sus dedos continuaron bajando por entre mis muslos y para cuando me di cuenta me había metido la punta de un dedo por el culo.
-Tío, no… déjame el culo – Me quejé y el sacó su dedo de inmediato sin dejar de mamar. No le había dicho aquello por que tuviese algo con mi ano, ni de coña, mi novia también me lo hacía de vez en cuando. Era solo que, bastante fuerte era ya que aquel tío me estuviese haciendo una mamada contra mi voluntad, como para soportar que me tocasen la zona mas íntima que tenía entonces, sobre todo cuando con solo estimularme un poco el ano me podía correr al instante como tantas veces me había pasado y por eso era la técnica infalible de mi novia cuando tardaba mucho en venirme – Hagamos una cosa ¿Qué te parece si me sueltas y me la sigues chupando en condiciones – Le mentí, con la clara intención de salir pitando de allí si colaba pero el chaval continuó a su bola, moviendo su cabeza arriba y abajo entre mis piernas, absorbiendo ruidosamente mi polla y cubriéndomela bien de saliva. Era como si supiera a cada momento por donde y como quería que me la chupase. Ni mi novia llegó a ser tan buena cuando llevábamos ya tres años juntos, pero claro, ella no tenía polla y por lo tanto no sabía como suele gustarles a los tíos que nos la chupasen.
Un minuto mas mamándomela de aquella forma tan bestia y me correría en su boca todo lo que debía ser para mi novia. El se dio cuenta al tenerme cogido de los huevos y notar estos como se habían subido a la base la polla. Poniéndose en pié en la cama, su polla se zarandeó con el movimiento. Apoyándose sobre mis hombros, flexionó un poco las rodillas lo suficiente como para dejar su polla frente a mi cara. Lo miré riéndome por que ni de coña pensaba chupársela y me daba igual cortarle el rollo. El tío aquel me hizo un gesto con la cabeza para que lo hiciese, viendo quien cedía en aquella situación. Comenzó a mover su cadera adelante, acercándome su polla más, y yo me fui echando atrás hasta que ya no pude mas. Su polla chocó contra mi cara, llegándome el olor del vello pubico, de la polla y de los huevos de otro hombre. La sentía dura contra la cara, muy caliente y mojada por la punta. Había conseguido que me entrasen ganas de chupársela, de probar a ver, pero lo único que me lo impedía era la estúpida vergüenza que no podía quitarme. Tomándola, Isaac puso su polla contra mi boca, apretándola contra mis labios. La dejé ir entrando poco a poco, cediendo con falsas resignación para no parecer ansioso y mantener el orgullo hetero. En cuando su capullo, envuelto en preseminal, dio entre mis labios, comencé a sentir muy caliente su lengua llenando mi boca y caer en mi lengua. La verdad, no se si le gustaba o no, si lo hacía bien o no, pero yo comencé a mover la cabeza adelante y atrás sistemáticamente, apretándola con mis labios, como veía hacer a las actrices pornos.
-Para o me corro – Me dijo al cabo de un buen rato cuando tenía ya la boca un poco dolorida. Se la dejé de mamar y el se apartó resoplando de gusto.
-Isaac, por favor, ábreme las esposas – Le rogué mirándole fijamente la llavecita que le colgaba en el pecho. Seguía teniendo claro que, si conseguía que me las quitases, me iría de allí pitando aunque en el fondo ya no lo tenía tan claro.
-A mi me han dicho que solo te suelte cuando terminemos, lo siento – Respondió tajante mientras trasteaba con las cosas de la mesita de noche. Al darse la cuenta vi que había cogido un condón, el plug de mi novia y un botecito de lubricante.
-Noooo… Tio, no me jodas – Dije al sumar dos mas dos, sacudiéndome como un condenado de las putas esposas y la puta cuerda de bondage.
-… shhh… - Silbó Isaac mientras se llevaba el plug anal cubierto de lubricante a su ano – Estate tranquilo que el condón es para ti.
-Que no, tío… que palo… suéltame – Seguí negándome aunque al saber que no me iba a penetrar por la fuerza me había tranquilizado bastante.
Al ya dilatar su ano, puso el plug a un lado, sacó el condón y fue a intentar ponérmelo. En mis trece, me seguí resistiendo, negándome a llegar la penetración por que ¡Joder! Que vergüenza tirarme a un tío, pero el demostró mas aguante y esperó a que acabase hecho polvo de tanto resistirme. Él aprovechó entonces y me colocó el condón, y echó sobre este un buen pegote de lubricante que me resbaló hasta los huevos. Hizo una pausa para recolocar la almohada tras de mí y después me dio la espalda. Se sentó sobre mí, de rodilla, dándome la espalda. Fue extraño por que la espalda que veía de aquella forma era la de mi novia y ahora en cambio tenía la ancha y pecosa espalda del chaval aquel. Sin yo poder ver nada, sentí como agarraba mi polla y la mantenía en vertical mientras el se iba sentando sobre ella. Su ano se apretó contra mi capullo. Dejándose caer un poco mas y mi polla fue entrando forzado en su ano, sin parar hasta que la tenía toda entera dentro suya y sus huevos caían gordos entre mis muslos. Varias veces sentí su ano contraerse, apretarme la base de la polla y haciéndome sentir las paredes de sus entrañas resbaladizas por el lubricante. Echándose atrás, sobre mi pecho, llevó los brazos al cabecero de la cama. Era la pose en la que tantas veces me había follado a mi novia, unas de mis favoritas y que mas cachondo me ponía, por lo que supuse que algo debía haberle contado ella. Abriendo las rodillas, subió para ir dejando salir a mi polla hasta poco mas allá de la mitad. Entonces dejó caerse otra vez y volvió a repetir la operación. Era oficial, me estaba follando a un tío (Bueno, el me estaba follando a mí), algo con lo que había fantaseado cientos de veces para poner caliente a mi novia (Y ponerme yo también, la verdad sea dicha). Para mi sorpresa me estaba encantando ¿Cómo no me iba a estar encantado si aquello era bestial? Tanto me estaba gustando el tener a Isaac trotando sobre mí que no me limité a cerrar los ojos y dejarme llevar, si no a disfrutar mirando como su espalda subía y bajaba con la follada, friccionando su cuerpo con el mío, sentir como su cabeza caía atrás sobre mi hombro y ver como mi polla asomaba y se ocultaba de forma salvaje cuando él se había inclinado adelante, apoyado con una mano y masturbándose con la otra. En silencio, a su espalda, sin querer jadear mucho, estallé con un berrido animal del que se tuvo que enterar hasta el vecino de arriba, y al mismo tiempo me estaba corriendo.
-¿Ya te has corrido? – Preguntó, mirándome de lado.
-Si,… es que no… no podía mas – Le expliqué jadeando, siendo consciente de que no me había resistido apenas a su culo. Tras decir aquello, Isaac se fue a quitar de encima pero en seguida lo retuve con las piernas. Por mucho que me debiese haber corrido, el tío había conseguido ponerme tan caliente que mi polla seguía en su culo con la misma firmeza de a lo primero. Por otra parte, ya que me había follado a un tío, quería que durase mas que aquellos pocos minutos que habían pasado.
-¿Quieres seguir? – Preguntó, dando un respingón con el culo para comprobar que mi polla continuaba intacta.
-Si, por favor. Sigue, no pares – Le dije muy caliente al oído y lamiéndole la oreja en cuando acabé de decir. Esto le puso claramente pero que muy cachondo.
-Déjame entonces que te ponga otro condón.
-Suéltame y ya me lo pongo yo – El se levantó y me miró con desconfianza aunque ahora si que iba en serio.
-Te suelto solo una mano ¿Vale? – Me propuso sin que fuese a ceder un poco mas con lo que acepté. Sacándose el cordón con la llave por la cabeza, quitó la cuerda antes y luego comenzó a abrir la esposa sin dejar de mirarnos mutuamente con una sonrisa. Nada mas sentir la muñeca libre intenté quitarle la llave pero el fue mas rápido y la tiró a lo lejos. Nos reímos.
Le hizo un nudo al condón usado, bien llenito de mi lefa, y lo puso en la mesita en de donde agarró otro condón. Ayudándole, el fue desenrollándolo por mi polla estándome muy quietecito ahora. Finalmente volvió a embadurnarme la polla con lubricante y esta vez se puso frente a mí, clavándosela él mismo y retomando el ritmo tal como lo habíamos dejado. Lo sujetaba por la cadera, con la mano libre, sintiendo el balanceo de su cuerpo, todo su peso sobre mi polla. Estábamos cara a cara y no parábamos de reírnos como si mi polla entrando en su culo fuese lo mas gracioso del mundo. Fugazmente, dejábamos de reír para poner una cara de placer que no podíamos reprimir. El nuevo añadido de lubricante hacía que mi polla volviese a atravesarle a tanta velocidad como él podía ir y que no era poca. Su culo chocaba con un incesante “placa placa placa” contra mis piernas y lo hacía de forma distinta al que me parecía que hacía el de una mujar.
Atrayéndolo de un empujón contra mí, resbalé con el cuerpo hacia abajo para estar semi inclinado. Ahora tenía punto de apoyo con las piernas para penetrarlo yo desde abajo, y así lo hice. Isaac quedaba atrapado entre mi cuerpo a ambos lados por mis rodillas flexionadas mientras lo hacía sacudir junto a toda la cama con mis embestidas. Mi cara quedaba contra su pechó, que subía con cada metida mía, sin que me impidiese ver mas abajo el espectáculo que era la paja que se hacía mientras. Sentía los salpicones de su preseminal que salían despedidos contra mi cuerpo y el suyo al ritmo acelerado de su paja. El claro “…ahh…” que había comenzado a jadear se fue repitiendo cada vez mas en alto hasta que se alargó indefinidamente. Su polla se agitó en su mano, bombeando fuertemente, y un gran chorro de lefa salió despedido hacia mi cuello y mi barbilla, salpicándome algo también en los labios. Un nuevo chorreón se repitió en la misma parte y los siguientes ya siguieron cayendo con menos fuerza en mi pecho y vientre. El semen caliente, resbalaba viscoso por mi piel, sobre todo el de mi cuello y barbilla que caía a mi vientre. Agachado en mi oído, Isaac dejaba de jadear violentamente, reponiéndose. Se rió al ver el estropicio y mi cara de circunstancia ya que no sabía como debía reaccionar ante el baño de semen que me había dado. Limpió el semen que había caído en mi boca con el dedo gordo pues veía como tenía los labios cerraros y muy tensos.
-Vamos a parar y te limpió – Dijo Isaac.
-Déjalo – Le respondí rápidamente – Mejor sigamos que creo que ya no me quedaba mucho.
-¿Quieres que me ponga de alguna forma? – Quiso saber, ofreciéndose a facilitarme la corrida.
-Si, ponte a cuatro patas, por favor – Le pedí. Él entonces se levantó y se puso a perrito. Al estar tan pegado al cabecero, con uno de los brazos aún esposado, tuvimos que situarnos mirando a un lado de la cama. Mi polla se metió por su ano como si nunca la hubiese echado en falta, sintiendo el interior de su esfínter ceñirse apretado. Lo comencé a follar con toda las ganas que no hube podido desatar en mi cautiverio, proyectando todo mi cuerpo contra su culo a cada embestida. Isaac daba un pequeño grito con cada impacto, un grito con el que me invitaba a darle mas fuerte. Tanto entusiasmo adelantaron mis ganas de correrme, sintiendo como mis huevos se recogían y ya no golpeaban con la misma fuerza – Me……… voy a correr ya mismo – Le avisé.
-¿Quieres hacerlo en mi boca? – Me propuso mirándome de lado.
-Si, joder, eso estaría de puta madre – Le respondí encantándome la idea de correrme en su boca ya que a mi novia le debía ir suplicando para ello.
Dándose la vuelta, Isaac me arrancó el condón de un tirón y se metió mi polla en la boca. Su lengua se puso a remover por mi capullo y su mano a pajearme sin cesar. El minuto que hubiese tardado en correrme si lo hubiese seguido follando por el culo se volvieron segundos con aquella pedazo mamada. Mis jadeos lo avisaron incluso antes de que lo hiciese mi polla al ponerse mas tiesa. Abriendo la boca, dejó mi polla al borde su labio inferior para que pudiese ver como mi corrida se iba volcando en su boca, por toda su lengua y al fondo, en su garganta. Aun siendo la segunda, me estaba corriendo con una abundancia que incluso me pilló por sorpresa a mí. Cuando ya solo me salía las últimas gotas, las repartí en círculos por sus labios y él me la lamió cuando termine, dejándome el capullo limpito.
Nos dimos un tiempo para descansar, los dos sentados en la cama, antes de ponernos a limpiarnos con un pañuelo. Saliéndose de la cama, Isaac fue a recoger la llave del suelo y me la tiró. Me liberé la otra muñeca, bastante dolorida, y me levanté a por mis calzoncillos. Le dije a Isaac que el fuese el primero en ducharse, mientras yo me fumaba un cigarro. Una extraña sensación de libertad me invadía. Había sido fantástico. Me había gustado tanto como con una tía y tenía miedo de que eso me hiciese perder deseo por mi novia pero fue una paranoia pasajera y cuando volvió hablamos del asunto y lo hicimos, comprobando que me seguía volviendo loco follar con ella tanto como siempre y ahora incluso mas. Le agradecí mucho el empujón que me había dado, aunque se quedó algo fastidiada cuando le pedí que me dejase follar con Isaac de vez en cuando. FIN.