Por fin se entregó...
Relato real contado por mi sumisa de su primera experiencia completa al ser ofrecida a otro tío...
No sé si podré expresar con palabras todas las sensaciones y emociones que experimenté el día que me convertí en una completa sumisa para mi AMO.
Era cerca de medianoche. Habíamos quedado por segunda vez cerca del hotel donde se hospedaba. La primera vez fue un intento fallido. Mis nervios y los malos entendidos nos jugaron una mala pasada.
Pero tuve una segunda oportunidad, y esta vez, me propuse dejarme llevar totalmente por él, pasase lo que pasase.
El hecho de ir a su encuentro, conduciendo, solo con un abrigo y unas botas, me excitaba muchísimo. Mi cabeza se llenaba de prejuicios que fui borrando a cada kilómetro que iba avanzando y el vacío que iban dejando, era ocupado por el deseo lujurioso de volverle a ver, de disfrutar de él y de ser completamente suya para lo que él quisiera.
Siguiendo sus órdenes, aparqué dónde me dijo. Inmediatamente recibí su llamada, “bájate del coche” me decía, “ve hacia el muro y quítate el abrigo”. Allí frente a su hotel, a las afueras de la ciudad, en medio de una urbanización a esas horas solitaria, le obedecí. Me vi completamente desnuda, solo con las botas, a la vista de quien me quisiera ver. A pesar del frío de la noche, notaba como me hervía la sangre de la excitación que me producía aquella escena, sabiendo que desde alguna parte, desconocida para mí,él me estaba viendo.
Completamente desnuda me ordenó volver al coche para ocupar el asiento del copiloto. Pasados unos minutos mi Amo se sentó a mi lado, y al instante comencé a comerme su polla que se fue poniendo dura con las entradas y salida de mi boca y el roce de mi lengua.
Concentrada en la mamada que le estaba haciendo, perdí la noción del tiempo. No sé cuánto tardó en bajar mi ventanilla para que yo comenzara a notar la mano de un desconocido que aprovechó mi postura de cuatro patas para levantarme el abrigo y propinarme un buen azote en el culo.
En esa posición, mi coño ya excitado, empezó a notar los dedos del extraño que sin ningún reparo me los iba introduciendo poniéndome cada vez más cachonda mientras yo seguía comiéndole la polla a mi Amo cada vez con más ganas.
Cuando mi Señor lo estimó oportuno, me ordenó ponerme el antifaz y a sentarme. El desconocido seguía tocándome, esta vez las tetas, y todo lo que se le antojaba. En esta situación, mi Amo se bajó del coche y me dejó sola… “ahora vuelvo”, dijo. Comencé a ponerme nerviosa…. Allí en medio de la noche, alguien, a quien ni había visto la cara, me estaba tocando por orden de mi Dueño, y yo temblaba por dentro, no sé si de nervios, excitación o frío, o tal vez una mezcla de los tres.
No tardó mucho en regresar y al hacerlo le dijo al desconocido que se fuera al lugar donde iban a follarme los dos.
Solos en el coche, mi Amo y yo, me dijo que me estaba portando muy bien y que esperaba que siguiera así. Asentí con la cabeza porque era lo que yo más deseaba, obedecerle en todo, por el placer que nos producía a ambos.
Y en ese momento, con el antifaz aún cubriendo mis ojos, noté como mi Amo acercó su boca a la mía. Noté su cálido y deseado aliento en mis labios donde me dejó un beso que me sorprendió, por el hecho de dármelo y por lo que despertó en mí. Desde ese momento, dejé de ser yo para pasar a ser totalmente suya.
Me obligó a quitarme el antifaz y a bajarme del coche. Los dos nos acercamos a un local situado a unos metros de donde nos encontrábamos. En la puerta, mi Amo se colocó detrás de mí me agarró y me dijo “confía en mí”, y así lo hice y seguiré haciendo, confiar en él.
Volví a colocarme el antifaz. Entramos e inmediatamente me obligó a quitarme el abrigo. Allí, desnuda, a ciegas, me encontraba ante mi Amo y un extraño. Y comenzó una escena de las más excitantes, lujuriosa y erótica que yo haya podido experimentar en mi vida.
Mi Amó me follaba por detrás, mientras el otro me tocaba las tetas y me pellizcaba los pezones. La excitación aumentaba en mí… hasta que me hizo perder ya el control de lo que estaba viviendo. Sólo sentía besos, caricias que se mezclaban con azotes. Mi Amo me follaba, el otro me metía su polla en la boca. Llegó un momento en que los dos me pusieron su verga en la cara, no sé si llegué a correrme, pero la excitación en mi cuerpo era máxima.
La lujuria, la pasión y el deseo que yo estaba experimentando eran indescriptibles. Mi concentración en todo lo que estaba percibiendo y sintiendo me ponía más cachonda. Comencé a comerle la polla al invitado con tanto ímpetu que se corrió en mi boca y me bebí toda su leche. Con mi coño totalmente empapado, mi Amo me guio hasta que consiguió clavarme su polla. Encima de él y con su verga dentro de mi coño, y las manos del desconocido recorriendo mi cuerpo, comencé a moverme, sintiendo como la polla de mi Amo se clavaba en lo más profundo de mis ser.
Mis movimientos me llevaron a un éxtasis, que no me dejaba parar, y seguí, seguí,… hasta que volví a correrme…. Si mi Dueño no me hubiese estado sujetando las manos, me habría desplomado sobre él…
Una vez que yo había conseguido el más inmenso de los placeres, mi Amo se levantó, me puso de rodillas, me colocó su polla en la boca para limpiársela y después comenzó a masturbarse mientras yo le lamía los huevos. Se corrió y volví a sentir mi boca llena de leche, esta vez la de mi Señor, que me tragué con mucho gusto.
Extasiada, con los restos de la leche de mi Amo aún en mi boca, me ayudó a levantarme. Yo seguía con el antifaz, y así me colocó el abrigo. Cogió mi mano y nos fuimos. En la puerta descubrió mis ojos. Estaba aturdida. Él me conducía hasta mi coche, mientras me preguntaba como me encontraba. No me salía la voz del cuerpo, “bien” le contesté, “demasiado bien”, pensé yo.
Me dejó en el coche, me dio un beso e inicié el viaje de regreso a mi casa. No sé ni como fui capaz de llegar a mi destino…