Por fin mía

Un hombre maduro invita a una joven que ha conocido por el chat para pasar una semana en su lindo Cancún. La chica acepta y cruza el Océano para conocerlo en persona, pasando unos días de ensueño en casa de su generoso anfitrión, quien la colma de atenciones y algo más.

POR FIN MÍA

Alejandro

Después de varios meses de estar en comunicación con esta divina mujer, que me traía de sueño en sueño, por fin la iba a ver, después de tanto tiempo mis sueños se verían coronados con una hermosa presencia, ojalá y la química que se dé entre los dos sea la mejor.

Ella después de mas de doce horas montada en el avión, por fin llegaba, me dijo que nos veríamos en el hotel, había hecho una reservación desde Madrid. Aunque era mi invitado para todo, tal vez, ella quería tener seguridad para cuando nos viéramos por primera vez a los ojos, pues no sabíamos nada uno del otro, el medio del internet es frío y muchas mentiras se pueden descubrir, pero bueno, el momento había llegado.

Después de tomar una reconfortante ducha, me vestí con un pantalón negro, una playera tipo polo beige, de buena marca, me apliqué mi mejor loción, puse música para calmar mi nerviosismo y así, fue como después de un buen rato, me paré frente al espejo, después de ver que lo que éste reflejaba era agradable, me dispuse a ir al encuentro de esta deliciosa mujer.

Aborde mi automóvil, y partí hacia el hotel Meliá Cancún, el hotel más bello arquitectónicamente, ella ya estaría lista.

Mis nervios eran muchos, como si fuera un mozalbete en su primera cita de amor, llegué al hotel, me fui directo al mostrador de la recepción y pregunté por ella. Una señorita con buenos modales, tomo el teléfono y le llamó, después de recibir la respuesta de su interlocutora, colgó el auricular y me dijo que en un momento bajaba mi amiga.

De repente una voz a mi espalda me interpeló.

-Buenos días Alejandro…¿como estás?

El sonido de su voz, era el inconfundible hablar de las españolas.

Lentamente volteé a ver a la que yo estaba seguro era una mujer hermosa y más alta que yo. Por fin mis ojos se posaron en una figura muy esbelta, su cabello castaño claro, caían sobre sus hombros, estaba húmedo, venia vestida con un pantalón azul marino, una blusa de seda color blanco, un cinturón blanco, sus pies estaban enfundados en unos zapatos azules, con un tacón discreto, sus ojos, el color de sus bellos ojos hicieron que todo a mi alrededor brillara mas.

-Hola Sonia! qué placer y que gusto me da verte finalmente!

Me aproximé a ella para saludarla con un par de besos amistosos.

Los dos nos estudiábamos mutuamente, pude ver en sus ojos que lo que ella estaba mirando le agradaba, la tomé del brazo y le dije:

-Qué te parece si nos tomamos algo? el restaurante del hotel es excelente, me imagino que traerás hambre.

Sin decir más, y tomada de mi brazo, nos dirigimos al restaurante, que a esa hora ya estaba lleno de comensales. Pedí a la camarera un lugar para dos frente al mar. Nos asignó una mesa que nos permitía ver el hermoso espectáculo que nos daba el mar Caribe, con sus tonalidades azul turquesa.

Por unos segundos me quedé contemplando a tan maravillosa criatura. Tenía yo enfrente a una mujer de rostro muy bello y unos ojos muy expresivos, sus blancas manos, tenían unos dedos largos. De sus oídos colgaban unas arracadas que dejaron ver un brillo intenso, pues fue tocado por la luz del sol.

-Sonia, solo te puedo decir que la realidad ha superado en mucho a las fantasías que tenia, con respecto a tu persona, eres mucha más hermosa que en las fotografías que me has enviado.

-Gracias…eres muy amable. -me contestó.

-Solo te puedo decir que la espera bien ha valido la pena, ahora solo me queda ser el mejor anfitrión, ya veras que este lugar es mágico, es divino y muy divertido.

Ella volteó a ver el mar y yo tuve la oportunidad de perderme en el escote de su blusa, por supuesto que será divertido, me dije en mis adentros, contemplando el nacimiento de esos senos que se adivinaban exquisitos. Pero de inmediato desvié la mirada, no quería que me pillara contemplando tan divino atributo.

Después de pagar la cuenta, Sonia subió a su habitación para llevarse alguna prenda deportiva por si hacíamos alguna excursión. Cuando regresó, la tomé de la mano y nos dirigimos a mi automóvil.

--Sonia, tenemos una laguna que mide 25 kms. de largo, por 11 de ancho y mira, desde aquí puedes ver la separación que hay entre el mar y la laguna, apenas serán unos escasos 120 mts. La zona hotelera es una isla, que esta unida por tres puentes, los cuales ya verás, solo espera y poco a poco irás descubriendo las maravillas que guarda este paraíso.

Ella se me quedó viendo profundamente, desde atrás de sus rizadas y bellas pestañas, sus ojos trataban de adivinar, qué se yo, pero sin poderme contener, con un impulso que de ninguna manera podía detener, le di un beso suave en los labios, en donde ella cerrando sus divinos ojos respondió de la misma manera, solo apenas rozándonos.

Puse en marcha el auto y nos dirigimos al mirador, después nos dirigimos a mi casa para tomar la barca y dar una vuelta por la laguna.

-La verdad es que esto es precioso…! -exclamó emocionada.

Me acerque a ella, estaba tan solo a medio paso de ella y, al oído le dije una estrofa de un poema romántico que había memorizado para ella. Y después de que terminé los versos busqué con avidez sus labios.

Ella solo cerrando sus ojos me permitió darle un beso, beso profundo, beso que estaba yo anhelando desde que la vi en el hotel. Beso que me transportó al cielo.

Con el sabor de esa boca, me sentí pleno y el recorrido lo hice suspirando, su beso me había provocado ideas y nuevas pretensiones para con esa divina mujer. Pero las cosas había que tomarlas con calma, los dos sabíamos que finalmente terminaríamos en la cama, después de tanta conversación por el chat y todo lo escrito y leído, no había duda.

Yo sentía la mirada de ella, me observaba, tal vez trataba de adivinar que clase de hombre sería, común en todas las personas que se están conociendo finalmente.

-Hemos llegado, la villa Nº, 4 es tu casa, es la que está ahí. Llegamos por la parte de atrás al muelle, antes de subir a la barca Sonia entró en la casa para cambiar su ropa por un atuendo más informal. Al volver me quedé impresionado de verla con aquel escueto pantalón short, que dejaba admirar sus hermosas piernas. Arriba se había puesto una playera que marcaba sus abundantes pechos. La invité a subir a la barca y poniendo en marcha el motor, iniciamos la aventura.

-Cariño, ahí en la hielera he metido cervezas, vino, tinto y blanco, whisky, coñac y tequila, apeteces algo?

Ella abrió la hielera y me sirvió un coñac que yo le había pedido, sirviéndose un poco de tequila.

-Pues vamos a brindar, Alejandro.

Chocando nuestros bazos, le dimos un sorbo a nuestras bebidas.

Estuvimos un buen rato recorriendo los manglares, ella contemplaba todo maravillada, llegamos a sitios rodeados de mucha vegetación Deteniendo la barca, apague el motor, y le dije:

-Mira acá es un lugar donde hay muchas estrellas de mar.

Ella se embrocó en la proa de la barca para ver hacia abajo, mientras yo contemplaba extasiado su preciosa cola desde mi perspectiva de atrás.

-Woww! Que aguas tan tranquilas, deben estar deliciosas para el baño! –exclamó.

-Si cariño, pero no en esta parte, por acá hay cocodrilos y es peligroso. -le advertí.

Puse la barca en marcha, para salir de aquel lugar ya que de seguir allí en plena soledad no podría contener mis deseos de abrazarla y poseerla en la misma barca. Al llegar al sitio indicado como seguro para el baño, ella abrió mucho los ojos, el lugar la atrapó, quedó fascinada, solo se dedicó a mirar, no decía nada, con sus ojos divinos decía todo, no había necesidad de palabras.

Ella sin más trámites se apartó en el otro extremo de la barca, se despojó de su ropa, quedando solo con un diminuto bikini de color negro. La vista que me obsequiaba era una delicia, es verdad que ya conocía su cuerpo por una fotografía, pero lo que estaba sucediendo, era espectacular, de manera tal que cuando el sol se reflejaba en sus bellitos rubios, su piel era de durazno, sabrosa y divina mujer. Mis ojos atrapaban su encanto, mi memoria trataba de guardar esa imagen en un lugar especial.

-No te metes conmigo…? -insinuó dulcemente.

-Mmmm, cariño, yo prefiero verte, la naturaleza me está haciendo un regalo y quiero aprovecharlo al máximo.

Sin decir más se hundió en el agua, su cuerpo pudo sentir la tibieza del agua al abrazarla, mis ojos seguían a esa espectacular mujer, mi suerte ahora si que era mucha, mis ojos se recreaban en un espectáculo divino, sus movimientos bajo el agua eran lentos, sugestivos, yo como gato, solo me lamía los bigotes, pues esperaba que ese manjar estuviera muy pronto en mi mesa. Después de una media hora ella salió del agua, estaba hermosísima, con su cuerpo lleno de gotitas de agua, puse la escalera de la barca para que pudiera subir.

-Woww! Lo que te has perdido Alejandro. Se estaba sensacional! –remarcó ella.

-Sonia yo te dije que este lugar es el paraíso del mundo y aun te falta por descubrir mucho más. Gustas algo de tomar?

-Si, ponme un refresco, por favor.

Ella se quitó el sujetador y se quedó en topless. Yo, sin despegar mi vista de su cuerpo serví los tragos, podía apreciar sus senos perfectamente turgentes, duros, la gravedad aun no hacia estragos en ellos, una corona rosada, que tenían unos pezones deliciosos, su cintura era estrecha, la braguita mojada marcaba la hendidura de su vulva debajo de la tela, su entrepierna me hizo saber que ese lugar era al que yo pertenecía, sus divinas y largas piernas, eran dos columnas, que parecían haber sido labradas por Miguel Angel, sus nalgas me hicieron suspirar, me dieron ganas de tocarla, pero tenia que guardar la calma, aunque mi miembro no pensaba lo mismo, pues me provocó toda esa vista una pequeña erección, pero con fuerza de voluntad controlé. Ella al darse cuenta que me la comía con los ojos me dijo:

-Alejandro…si me sigues mirando así me voy a sonrojar..!

-Mmmmm… Sonia, sabes? para mi tu eres la belleza perfecta, tu eres un sueño y a mi sueño le exigí, que me cumpliera lo que me prometió. Y mira ahora te ha traído hasta acá.

-Creo que será mejor que me vista. -respondió.

Después de sus palabras, decidí que era el momento para abandonar aquel sitio, antes de que los mosquitos se pusieran a brincar. Además que algo dentro de mi me hacia salir de ese lugar lo mas rápido posible, yo sabia que mas tarde o mas temprano ella estaría finalmente entre mis brazos. Su cuerpo dorado y esbelto, la hacía parecer exquisita, derretía hasta las piedras. Uufff...!

Llegamos al muelle, amarré la barca y entramos en la casa para mostrársela por completo, recordándole que desde hoy podía considerarla como suya. A continuación la invité a darse un duchazo.

Finalmente ella salió con su cabello rubio húmedo, destilaba una frescura exquisita y maravillosa, a sus casi treinta años, era toda una belleza, recordé la fotografía que me envío de cuando era mas joven con una blusa blanca totalmente ceñida al cuerpo, me hizo hacer viscos cuando la vi, pues sus senos eran únicos, una cara de picara, una sonrisa prometedora y unos ojos que eran un poema.

-Todo en orden?—pregunte yo

-Si, me he quedado como nueva….

Sin preguntarle, le serví una copa de vino, nos quedamos escuchando la música que salía de los altavoces, solo nos estudiábamos, hay veces que las palabras sobran, ella se sentó con su pierna flexionada, la tenia a escasos centímetros, me daban ganas de abrazarla, de hacerle saber mi admiración a besos y con palabras dulces al oído, pero todo a su tiempo.

-Rocío, eres preciosa, lo sabes?

Me acerque lentamente a ella y le di un beso cerca, muy cerca de la comisura de sus labios. Ella correspondió dulcemente, en silencio. Su cuerpo exhalaba un exquisito olor a gloria. Me hubiera bebido su esencia en ese mismo momento.

Después de un buen rato en donde intercambiamos, muchas preguntas y respuestas, momento en que se aclaraban para los dos muchas cosas, pude adivinar complacencia por parte de ella; y yo, estaba mas que enamorado a primera vista, era todo un espectáculo esta mujer divina, y su tono de españolita era sensacional, tenia una eufonía que acariciaba mis oídos. Y el recuerdo de su cuerpo casi desnudo al estar en el agua me tenía impresionado, pero bueno, tenía que calmar esa sed que me escocía el alma, sed de sus labios, sed de su cuerpo, sed de esa miel que guardaba entre su entrepierna. Finalmente le dije:

La lleve a conocer el centro de la ciudad, fue rápido, pues no es grande, regresamos a la zona hotelera y nos detuvimos a tomar un helado. Finalmente ella parecía cansada del viaje, las emociones, y el nervio de conocernos, la conduje hasta su hotel. Ella me invitó a subir a la habitación.

-Gracias muñequita, pero es mejor que te deje ahora, no te dejé ni desempacar, no has tenido tiempo de respirar siquiera, de manera tal que te dejo sola, tal vez tengas cosas que preguntarle a la almohada, además de que el cambio de horario te afectará, es mejor que descanses y mañana estaré por ti a las 9 de la mañana, te parece?

-Está bien, pues nos separamos aquí por el momento.

No pude resistir la tentación de darle un beso, sin despegar mis ojos de los suyos, me acerqué lentamente, la tomé de la mano, pude verme reflejado en la inmensa profundidad de esos ojos divinos, que me prometían cosas, cosas que mañana sabría que eran. Ya sin poder resistir más la apremiante necesidad de probar esos labios le dije al oído.

-Espero que las horas pasen en un suspiro, aun no me voy y ya te extraño.

Le di un beso en la mejilla, la tomé de la mano para hacerla ir hacia su habitación y, sin poderme resistir, le di una palmada debajo de su espalda, en esas divinas nalgas que habían recorrido un camino muy largo para ser mías. Ella con un guiño volteó a verme, para despedirse.

-Buenas noches!

Jamás me ha gustado perder el tiempo, pensé que tal vez deberíamos de estar juntos toda la noche, pero aun no conocía a esta divina criatura y si es verdad que de alguna manera ya sabia de sus reacciones por los relatos que me envió, pero era mejor así, necesitaba descansar pues al día siguiente pensaba llevarla a...???

La noche transcurrió para mí llena de pensamientos, no podía recusar tantas preguntas que me hacia, eran muchas, pues definitivamente, de la vista nace el amor y esa divina mujer me había flechado mortalmente, de manera tal que la idea que mas rondaba en mis cabeza era ya no dejarla ir nunca y si para esto tenia que casarme, pues, tragaría duro, pero si eso tenia que ser, pues entonces, pues que sea. Primero no quería desaprovechar la oportunidad de probar sus labios, sus ojos, su vientre, sus piernas, su espalda, sus ricos senos coronados por esos pezones que ojalá algún día mi hijo dependa de ellos.

Al día siguiente, a las 9 a.m. estaba yo esperando a mi divina criatura en el lobby, pero no bajaba, así que mejor fui a su habitación, la puerta estaba marcada con el No. 563, toqué suavemente y una voz melodiosa respondió.

-Quién es? ¿Eres tú, Alejandro..?

Ella abrió la puerta y achicando los ojos, me veía desde atrás de sus pestañas, de sus ojos salía una luz muy poderosa, que terminó de atrapar, no solo mi corazón, en ese momento se adueñó de mi alma.

--Buenos días hermosa, un opíparo desayuno nos espera a la orilla de la laguna, el tour será agotador, de manera que hay que cargar baterías.

Acercándome a ella le di un beso muy suave, en los mismos labios. Esperaba que ella al reflejarse en mis ojos, supiera que no había otro lugar mejor, para depositar su alma y su vida.

-Buenos días, amor….!

La tomé de la mano y así salimos al Capitán Scob, un restaurante a la orilla de la laguna, que sirve un desayuno buffet, excelente.

Estuvimos complacidos los dos, bajo una amena conversación, el desayuno fue el preámbulo de un día que se anunciaba magnifico. Podía recrearme contemplando su gracia, sus ojos, sus bien torneadas piernas, su cuerpo, sus........ mmmmm! qué delicia de mujer.

Cuando nos paramos de la mesa, me quedé extasiado, me fascinaba que estuviera más alta que yo, sin poderme contener la atraje hacia mí y le dije al oído un requiebro agradable. Era imposible que no la besara, y sin importarme que los comensales se la comieran con los ojos, que las damas ahí presentes sintieran envidia de tan hermosa y espectacular mujer y que nos observaran, le di un beso intenso, un beso, en donde estaba entregándole mi alma, mi vida misma.

-Ay, cariño…que todos nos miran!

De la mano y reflejando felicidad en mi rostro, salimos de ahí.

El día fue intenso, la llevé a visitar las ruinas de Chichén Itzá, y otros sitios. Finalmente, llegamos a Cancún hacia las 7 p.m.

-Cariño, quieres que vayamos a mi casa, o quieres pasar antes por tu hotel para recoger tus cosas y trasladarte a casa definitivamente?

Ella sin responder y pensando en quién sabe qué cosas, me dio la impresión de no querer elegir, por eso le dije.

-Está bien, déjame ser yo el que elija, vamos al hotel dejas la habitación y ya en casa organizas tus cosas y tomamos un baño reparador. Después podemos pasar un rato agradable, tomar unas copas de vino y continuaremos conversando en la intimidad de esa casa que esta esperando por ti, te parece?

-Bueno…si, tal vez estaremos mas confortables en la casa.

Después de pasar por el hotel y retirar su equipaje, llegamos a casa, nos fuimos directo a la ducha, pero no quería apresurar las cosas, de forma que le dije que fuera ella la que se duchara en el baño de la habitación principal y yo lo hice en otra parte.

Salimos los dos casi al mismo tiempo, ella salía ataviada con una bata de seda de influencia china, se veía divina, yo me puse una playera tipo polo y unas bermudas.

-¿Rico duchazo, vida mía?

-Si…si. Delicioso, de verdad.

Ya tenía yo dos copas de vino en la mano, saqué unas botanas, puse música suave y nos sentamos en el salón.

-Hoy has visto muchas cosas fascinantes, pero aun no has conocido mas que una de las muchas ruinas que existen en el estado, si te quedas conmigo para siempre, pronto conocerás todas y cada una de ellas, te parece?

Me quede estático, mis palabras eran totalmente en serio, si ella aceptara, me haría muy feliz.

-Necesito un tiempito para tomar la decisión.Todavía no estoy ubicada

Ya sin querer posponer más tiempo el deseo de besarla, de hacerla mía, me acerqué a ella, me quedé viendo la suave textura de su piel, su cuello me atraía como un imán poderoso, sus labios, eran una fuente de vida, que estaba seguro que me alimentarían el espíritu y el alma, sin poderme contener más, le acariciaba su cabello y finalmente le di un beso, profundo, intenso, con todo el deseo que me despertaba esa divina mujer.

--Sonia, es ya mucho el tiempo que llevo esperando este momento, he soñado contigo y ahora mismo mi sueño me tiene que cumplir lo que me ha prometido.

-Hummm…eres un fogoso muy impaciente, Alejandro.

La volví a besar, ella se entregaba a cada beso, ella respondía con intensidad absoluta, eso me hizo tener más confianza y mis manos empezaron a recorrer su talle, su espalda, sus piernas, sus senos.

En un movimiento involuntario, su bata dejó expuesta totalmente una pierna, pierna larga y exquisita, sus calzones blancos, cubrían su pubis, en ese momento mi miembro empezó a reaccionar, empezaba a sentir el imperioso deseo de entrar en esa cueva inexplorada, es esa cueva de placer, que tendría una miel que desde ahora en adelante solo debería de ser para mí.

-Sonia, hoy puede ser el inicio del resto de nuestras vidas, una vida juntos, una vida en donde la honestidad y la fidelidad sean nuestra bandera, una vida donde solo podamos cosechar parabienes y la felicidad eterna.

-Intento imaginarlo....si. Pero piensa que es un cambio muy grande para mí.

Volví a mi tarea de besarla, en su cuello blanco y exquisito, en el lóbulo de sus orejas, en la nariz, en sus ojos, mientras tanto mis manos exploraban cada milímetro de su cuerpo, lentamente empecé a subir mi mano por su pierna, hasta que finalmente se posó en su entrepierna.

Ella, respondía a cada uno de mis estímulos y sentía como su cuerpo empezaba a entrar en esa calidez del momento.

-Mmmm... Alejandro! Si no te detienes....

-Cariño, he soñado con este momento desde hace ya mucho tiempo, estoy seguro que desde que nací, no se porqué, pero creo que ya te adoro para toda la vida.

Continuando con el deleite que me proporcionaba ese cuerpo, suspiraba, me estaba transportando a un lugar mágico. Así me sentía, volando y tocando el cielo.

Lentamente le empecé a quitar la bata, el espectáculo de sus senos, fue muy agradable, sus senos coronados por unos pezones, ya inflamados y parados por la excitación, me atraían, unos senos firmes, bien formados, en su lugar, mis labios buscaron afanosamente sus pezones, ella se retorcía de placer, mientras tanto mi mano hurgaba debajo de su prenda intima, la calidez de sus labios vaginales, terminaron por ponerme como burro en primavera, con avidez mi dedo se hundía en el interior de su vagina, la suavidad y calidez de ese lugar me urgía a probarlo.

Me hinqué y tomándola de las piernas, la jalé un poco, quitándole su prenda íntima, y finalmente me hundí entre sus piernas, empecé a besarle sus muslos, sus ingles, sus labios genitales y mi lengua llegó a su interior, la metí lo mas que podía, mi lengua se enrolló en su clítoris y le di una chupada, que la hacia retorcerse de placer, movía mi lengua con deleite, la miel que destilaba me transportaba al recóndito lugar del placer sublime que nos da esta vida al hacer el amor. Después de 20 minutos de acariciarle sus senos, su abdomen, sus nalgas y de darle una mamada estupenda en su coño, ella explotó en mi cara, tuvo un orgasmo abundante.

-aaaaahhhh!....aaaayyyyyy! – Gimió.

Pensé que ojalá este orgasmo abundante solo yo hubiera sido capaz de provocarlo.

-Mi vida gracias por venir, gracia por permitirme conocerte, gracias por hacer que me sienta grande y poderoso, eres una muñeca exquisita y sabrosa.

-Hummm….! Qué ganas me tenías, Alejandro. –dijo suspirando.

Sin poder resistir mas el deseo de poseerla, me di a la tarea de provocar nuevamente en ella el placer de sentirse deseada y excitada, la volteé de espaldas, con mi lengua recorría cada parte de su espalda blanca, mis manos disfrutaban de cada una de sus protuberancias, mi lengua seguía recorriendo un camino mágico y misterioso, le mordí suavemente las nalgas, mis labios seguían su recorrido por sus muslos, por sus pantorrillas, mis dedos hurgaban en el interior de cada una de sus pasiones, volví por el camino andado a besos, la volteé de nuevo sobre su espalda, me detuve nuevamente en ese coño que despedía un aroma que me hacia sentir todopoderoso, le volví a dar otra estupenda mamada, cuando sentí que estaba a punto de explotar nuevamente y como mi meta final, eran sus labios, me prendí de ellos, como si en ese acto me fuera la vida.

Sin poderme contener por mas tiempo, pues mi verga, ya estaba pidiendo lo suyo, me acomodé entre sus piernas, con extrema lentitud empece a penetrarla, quería sentir poco a poco la calidez, la suavidad, el placer que me daría su coño, estaba muy caliente, estaba queriendo tener un poco del poder de Dios, para hacer que ese momento fuera exclusivo e inventar un placer, que fuera solo para ella.

Fue así como de un último empellón le metí toda la verga, hasta el fondo, hasta lo mas hondo de su ser. Empecé el mete y saca, mis ojos tenían una vista sensacional de todo su cuerpo, mis manos se recreaban con sus nalgas, con sus senos, con su abdomen.

El placer crecía a pasos agigantados y después de unos 30 minutos en donde la lentitud imperaba, en donde el placer para ambos nos estaba llevando al clímax del momento en el que una mujer y un hombre sienten la sensación más maravillosa y más placentera que nos da la existencia y, con movimientos cada vez más acelerados, los dos explotábamos al mismo tiempo en un orgasmo candente, orgasmo que me hacia sentir más placer al ver sus ojos, más placer porque su cara me fascinaba.

-Oohhh Sonia! Qué deliciosa estás! Mmmmmmm……..qué coño tienes, vida mía ….aaaahhh…!

Sonia

Estaba ya anocheciendo, Alejandro y yo después de haber experimentado las intensas sensaciones de nuestro primer éxtasis sexual juntos, permanecimos un buen rato abrazados, besuqueándonos tiernamente, disfrutando del afecto residual que nos embargaba. Me tomó entre sus brazos y me llevó hasta la cama de su dormitorio. Se notaba que yo había llegado a encontrarme con mi nuevo amor, con todo rigor, sin renunciar ni descartar nada. Después del buen polvo con que me había obsequiado, mis genitales aún seguían calientes, pero por mera prudencia no hice nada por precipitar las cosas, me mantuve lo más pegada a su cuerpo, desnudos los dos, a la espera de que aparecieran los primeros signos de su recuperación.

Así fue, después de algo mas de media hora él volvió por sus fueros, la fascinación que sentía por mí y el ansia enorme de gozar de mi deseado y joven cuerpo, aceleró su ímpetu de nuevo. Comenzó a acariciarme la espalda con sus grandes manos, bajando hasta los redondos y firmes glúteos, en cuya hendidura se explayaron sus dedos, produciéndome un renovado deleite, anticipo de lo que iba a suceder.

Nuestras bocas se enzarzaron en un beso largo, húmedo y caliente, nos comimos los labios con frenesí intenso, nuestras lenguas jugaron entre si, frotándose con extrema lujuria, mezclando nuestras salivas. Yo estaba recostada a su lado, mientras él me acariciaba los pechos y me chupaba los pezones. Extendí el brazo y alcancé su virilidad tiesa y muy parada, atrapándola con mi mano para mantener el estado de su erección. Deslicé mi cuerpo hacia abajo, quedando mi cara muy cerca de su sexo, me recosté sobre él y comencé a lamerle los huevos con fruición, casi vorazmente; en seguida continué mis lamidas por el tallo de su pene hasta alcanzar el glande rojo e hinchado. Su excitación era notable, pues ya gran cantidad de sangre se había acumulado en su polla, dándole ese calor tan agradable.

A poco, era tal la dureza y la tensión de su verga, que no pude resistir la tentación de prenderlo entre mis labios y tenerlo en el interior de mi boca, jugueteando con él hasta que noté el sabor alcalino de sus primeras emisiones de liquido lubricador. Le di unas chupadas poco comprometedoras, lo saqué ya casi de mi garganta y monté a horcajadas sobre su cuerpo extendido boca arriba, ajustando mi concha a su apéndice genital, que estaba al rojo vivo, esperando hundirse en mi bajo vientre. Yo estaba tan excitada y bien lubricada que suavemente su pene se fue insertando hasta la base, alcanzando el fondo de mi cueva. Lo sentí como nunca, rellenarme impetuosamente, y embestirme rítmicamente de dentro a fuera, sin tregua. Para seguir el movimiento de su pelvis, mi cola se ondeaba arqueando el cuerpo para un mejor acoplamiento y en busca del roce supremo de nuestros sexos, y hacer mas intenso el bregar de la penetración. Después de varios minutos, logré darle a mis devaneos unos trazos circulares, doblando mi torso hacia atrás para disfrutar del contacto de su mástil sobre mi clítoris.

Alejandro se incorporó a duras penas, me recostó delante de él, me levantó una pierna dejando abierto mi coño para penetrarme por mi ángulo trasero, en una posición deliciosa, pegado a mi cuerpo. La tardanza de su orgasmo le dio todavía ocasión de cambiar la posición, tumbarme sobre mi espalda, abrirme las piernas en compás y colocarlas alrededor de su cintura para terminar de punzarme furiosamente, dejando su cuerpo sobre el mío, mientras besaba mi boca y mi cuello desesperadamente. A no tardar, sentí como se estremecía dentro de mí y se vaciaba soltándome dentro convulsos borbotones de semen. A pesar de la distensión de su polla, aun la mantuvo gruesa y peleona dentro de mi vagina, para removerla como un pez en la cesta y proporcionarme un éxtasis de gusto que me llevó a la gloria.

Desde que llegamos a su casa ya habían transcurrido unas tres horas y eran las diez de la noche. Cogiendo y amándonos había pasado el tiempo sin darnos cuenta; era ya la hora de cenar un poco y al ser algo tarde Alejandro me propuso cenar allí en la casa un plato que él mismo improvisaría. Preparó el ambiente bien romántico, pusimos la mesa y cenamos placenteramente, más que satisfechos, por las emociones y el placer vivido poco antes. Después, me invitó a un breve paseo y a tomar una copa antes de irnos a dormir. Estuvimos deambulando por la avenida Kukulkán, nos sentamos en una especie de cafetería, allí estuvimos platicando mientras tomábamos un trago.

Mas tarde, volvimos amartelados abrazados por la cintura, avanzando lentamente entre besos y arrumacos cariñosos. Me llevo de nuevo a la casa, Alejandro estaba como enajenado, le notaba deseos renovados de tenerme, por su actitud cariñosa, sus miradas cargadas de lujuria y deseo. Su actitud cortés y comedida de las primeras horas había cambiado mucho, desde que rompimos el cristal del primer acceso carnal, ahora era otro hombre, que ya no ocultaba tanto el animal lascivo e insaciable que llevaba dentro como todo macho. Me colmaba de besos, caricias….y me dijo que deseaba tenerme entre sus brazos toda esa noche.

Pasar mi primera noche con él era algo que yo también deseaba, ya que me sentía muy a gusto con él y con ganas de satisfacerle, pues en tan poco tiempo había logrado conquistarme. Lo que al principio era más su desbordado enamoramiento, ya empezaba a ser cosa de dos. Él me había planteado quedarme definitivamente en su casa, y hasta casarnos y tener algún hijo. Lo que al principio me pareció un proyecto algo alocado e incierto, tal vez demasiado aventurado para mí. Sin embargo él creía que era realizable. Alejandro era un hombre encantador, simpático, cariñoso y entregado, con buena posición social, y aunque mayor que yo, aun estaba en buenas condiciones y me había demostrado que sabía cómo hacerme feliz en el corto plazo, pero que podría pasar más adelante?.

Apenas llegados a casa, me propuso que nos pusiéramos cómodos para ver un poco la TV. Cómo el ambiente era muy caluroso, el se quedó con el boxer puesto y yo con mis braguitas y el sujetador. A los pocos minutos, Alex estaba trabado a mi, luchando por sacarme las pocas prendas que llevaba. Mis pechos destacaban por su firmeza, con los pezones apuntando al frente…que pronto fueron objeto de sus bocanadas, su voracidad era delirante, me llevó la mano a su boxer apostándola sobre su verga erecta. Al palpar tímidamente encima de la ropa noté el tacto suave y duro del su polla que estaba a reventar. Él agarró el mando a distancia y apagó bruscamente el televisor, luego arqueó su pelvis y la punta de su verga asomaba encima de la cinturilla de su calzón.

-Mira lo que tienes aquí cariño….! -me susurró al oído, mientras liberaba su hombría bajándose el boxer rodillas abajo.

Se elevaba, apuntando a mi cara, con el mástil caliente y enrojecido y pude leer en sus ojos una inmensa súplica. Bajé la cabeza y a las primeras chupadas en su glande, la cabecita de su polla se mostró agradecida, creciendo en grosor y firmeza. Aun le prodigué unas lamidas reposadas e intensas con mi mejor arte, haciendo que el arreciara sus succiones sobre mis pechos.

-Alejandro, cariño….mejor vamos a la cama!

No recuerdo si volamos o nos arrastramos hasta su cama, de tan arrechos que estábamos. Apoyada con mi cola sobre el borde de la cama y las piernas bien abiertas, me sujetó los brazos extendidos incrustando su polla implacable hasta el mismo cérvix.

-Ábrete bien mi amor…..asiiii.. quiero penetrar todito dentro de ti! -me susurraba.

La clavada de su mango entre mis piernas era espectacular, al tiempo que él permanecía con las piernas estiradas apoyándolas en el suelo. Como él estaba recién corrido de hacía poco rato, su bombeo frenético duró y duró hasta hacer que me agitara excitada al límite. Entre la postura tan favorable para el roce clitorial, la furia y la duración de sus embestidas, al final me llevó a un estado de clímax muy intenso, como hacía tiempo que no había disfrutado.

-Oooohhhh! …oooohhh!! Alejandr…mi vida!! –suspiré delirante de gusto.

Él aun se demoró algún minuto derrochando una energía y un ímpetu propios de un jovencito. Así, hasta que estalló dentro de mi coño y vació el resto de su esperma, en medio de agitados rugidos de placer.

Después nos acomodamos sobre la cama y me cubrió de besos y caricias,

-Sonia cielo mío….eres adorable….! -me dijo con sus labios pegados a mis mejillas.

Me confesó entre tiernos besos que mi cuerpo joven y terso le había hecho volver a los años más gloriosos de su potencia sexual, como si fuera un adolescente. Y había que creerle, porque después de un buen descanso, me requirió varias veces durante la noche para follarme como un auténtico semental.

Cerca de la madrugada nos sumimos en un sueño profundo y soporífero, consecuencia del esfuerzo erótico. Al día siguiente, en medio de extrañas ensoñaciones, me desperté ya muy tarde en la mañana, henchida de una sensación de relax y satisfacción por corrientes. Estaba cuerpo con cuerpo con mi nuevo compañero, el que insistía en convertirse en mi amor para siempre.

Nos levantamos, nos dimos una buena ducha y nos dispusimos a desayunar.

Después ocupamos todo el día visitando los centros comerciales y cívicos de más interés en Cancún, estuvimos comiendo en un restaurante italiano de la avenida y luego de una breve sobremesa, nos regresamos a la casa. Intentamos descansar, pero antes de media hora ya nuestra piel desnuda nos abrasaba en ardores muy sensuales, acoplando nuestros cuerpos en uno solo, entregándonos con pasión al dulce goce de nuestra carne. Era tal el deleite, que cada vez nos sentíamos más encelados por nuestro reciente descubrimiento amoroso, hasta el punto de que pasamos casi toda la tarde encamados como dos recién casados.

Así, transcurrió la semana que yo tenía previsto pasar con Alejandro, buena parte del tiempo entre sábanas y el resto entre visitas, excursiones y espectáculos. Al terminar mi estancia, él insistió para que me decidiera ya a quedarme, pero tuve que convencerle de que antes de dar ese paso tan crucial en mi vida, tenía que liquidar todos mis asuntos allá en mi país. Entretanto, también deseaba tomarme un respiro, separarme unos días del encoñamiento que Alejandro tenía conmigo, para digerir tanto cambio y meditar sobre mi futuro con él.

El último día, aunque a regañadientes, me llevó hasta el aeropuerto y me despidió con un abrazo interminable, además de un montón de apretones, besos y cariños.

-No sabes bien como voy a extrañar tu aroma, tus deliciosos sabores….mi reina!

-Vuelve pronto, amor mío!! - fue su despedida.

Me pidió una vez más que cuando llegará a mi casa, siguiera en contacto con él casi a diario, por estar al corriente del resultado de mis reflexiones y trámites necesarios para unir nuestros destinos. Esto fue todo lo que recuerdo de aquellos románticos y esplendorosos días que pasé en mi viaje para reconocer al hombre y a la tierra hospitalaria y linda de México.