Por fin la encontré
En un artículo de revista alguna vez leí que el mejor amante de un hombre es otro hombre, ¿será cierto?
Por fin la encontré
Son ya casi las 10:00 de la noche y como cada viernes llego al motel con Laura. Despacio nos quitamos la ropa en medio de un calor terrible en el cuarto, los besos y las caricias directas casi no me permiten despegarme de ella. Decidido me separo un segundo, enciendo el clima y continuamos en la cama.
Ya desnudos los dos, comienzo a acariciar sus piernas, sus pequeñas y blancas tetas, hasta comenzar a besar su cintura, luego su cadera y por fin los vellitos que coronan su vagina. Es delicioso su aroma y comienzo por acariciar por encima de sus labios y encontrar que ya está húmeda y como no si durante todo el camino acaricié sus piernas descubiertas de su faldita hasta rozar su conchita deliciosa.
Esta vez tuve un deseo diferente tal vez subconsciente de acariciar su ano, pero primero a lo primero y toque con mi dedo medio su cosita mojada y con el anular comencé a rozar su esfinter también, el jugo que escurre por entre sus piernas me permite meter con cierta facilidad ambos dedos, uno en cada orificio, lo que además de excitarla y excitarme me recuerda algo que leí en una revista. Algo acerca de la calidad de amantes que representa un travestido, algo sobre la perfección de amantes que son ya que son deliciosas figuras de mujer con el conocimiento perfecto de la anatomía de un hombre, en fin, la noche terminó como cada viernes y la dejé hasta su casa.
El lunes siguiente la idea del travestido continua en mi mente y decidí darle una visita a David, un amigo del ambiente gay que conoce a todas las travestis de por aquí, platicamos un rato, le comenté sobre mi inquietud y con mirada maliciosa me ofreció presentarme a una chica de estas.
Yo me sentí muy emocionado y excitado a la vez por saber que por fin conocería a alguien así y muchas dudas venían a mi cabeza: que tal si era medio "varonil" o que tal si se notaba mucho que era un macho, pero no. Buen en tal caso, simplemente me retiraría y ya.
Esa noche conocí a Ivette, tal como el me prometió era toda una mujercita, blanca, como de 1.65, unos 50 kgs. 22 años, delicada, de voz suave y de manos femeninas y tersas.
Ella llevaba un pequeño y fino vestido azul que exhibía en su escote un par de tetas perfectamente naturales de talla regular, ni pequeñas ni grandes, una cintura como la de Thalía y un vientre plano como tabla. Llevaba unas zapatillas de tirantillos blancos de piel que mostraban unos pies muy lindos, bien cuidados y deliciosos al tacto, de sus muslos y pantorrillas no tengo que decirles nada, simplemente bellos.
De su cara me impactaron sus labios carnosos y sus ojos color miel grandes y tan femeninos como el resto del conjunto. Mi mayor sorpresa vino al escuchar su voz, tierna, joven y melodiosa como su risa y cachonda como ella. En fin, toda una mujercita tan bella como otras mujeres que he conocido.
Pues bien, la charla inició y los tres compartimos una botella y la música que sonó por unas dos horas hasta que los obligados abrazos y cachondeos llegaron entre ella y yo, fue el momento en que David escogió para ir a dormir, ella le cerro el ojo en señal de agradecimiento y en cuanto él entró en su recámara ella me jaló de la mano hacia otra recámara. Entramos y como bienvenida me abrazó por el cuello, susurró algunas cosas y me besó en la boca con un beso tan suave y tan profundo como nunca había probado uno.
Con ansiedad le desabotoné el frente del vestido y un pequeño sostén brilló en el fondo, me acerque a besar sus pechos, con los labios empujaba su sostén para llegar hasta sus pezones, un par de coronas bellas erectas y carnosas casi tan suaves como sus tetas carnosas y esponjosas.
Nos sentamos a la orilla de la cama y al acariciar sus piernas encontré una piel muy tersa, perfumada sin rastros de depilación alguna, torneadas, duras y tan bellas, wow¡
Ella se levantó y se acercó hasta el equipo de sonido de la recámara, busco un CD y escuchamos a "la verbena popular hiéreme de muerte", poco a poco se dio la vuelta bailando con movimientos sensuales, me miró a los ojos y dejó caer su vestido. Como puedo decirles los que sentí al mirar su cintura y su vientre, una Diosa. Me levanté a encontrarla y de nuevo la besé mientras soltaba totalmente sus sostén, que ricos sus pechos sobre mi cuerpo. Ella se apresuró a quitar mi ropa, recorrió con sus labios mi pecho y mi vientre, hasta dejar su lengua caliente y húmeda por debajo de mi ombligo y apretar sus manos en mis muslos para bajar mi trusa.
Sentí entonces su lengua recorrer mi miembro ya bien levantado para ese momento, la sentí lamer mis bolas de una manera nunca antes experimentada, su calor y su saliva parecían no acabarse alrededor de mi genital. Esperaba con ansiedad sentir el interior de su boca por lo que lo sujeté y se lo ofrecí en sus labios, a lo cual ella contestó con un delicioso beso en la punta de este, para proseguir a meterlo casi hasta el fondo de su cuello, a mi me faltó el aire y jalé mi cabeza hacia atrás y empuje mi cadera hacia delante. Que delicia¡¡
Asi la tuve unos cinco minutos, pero por el temor a explotar muy pronto la separé de mi miembro y la puse de pie para seguirnos besando. Sus besos en mi cuello se volvieron tan intensos que me hicieron recordar el artículo de revista que les he comentado, era verdad, ella sabía tocarme mejor que nadie en el mundo, por primera vez me volví presa en lugar de cazador, el trabajo de seducción se volvía mutuo.
En un segundo ella me tumbó en la cama con mi espalda hacia abajo, me monto de caballito, acomodó mi paquete en la entrada de su esfinter haciendo de lado su tanguita. Nunca pensé que un ano fuera tan placentero como aquello, se sentía suave, pero apretado, apretado pero lubricado, lubricado pero caliente, yo gemí cuando entre en ella motivo suficiente para que ella empezara con movimientos deliciosos a meter y sacar a inclinarse y dejarme morder sus tetas a besarme en el cuello y en la boca y continuar con todo esto, la tire de lado en la cama y continuamos hasta llegar ambos a un orgasmo intenso, brillante y hermoso.
Sudados quedamos encima de la cama, nos agradecimos y festejamos lo iniciado con un beso.
Fue entonces cuando noté el tamaño de su paquete, no era muy grande pero no era tan pequeño como para parecer femenino.
En un segundo de atrevimiento le retiré la tanga y lo comencé a acariciar aun erecto, le pregunté que si le gustaba, me respondió que si con la cabeza. Entonces le pregunté: Oye y a que sabe?? Ella dijo: a nada, quieres probarlo?, me acerque y lo metí en mi boca y probé los residuos que tenia en la punta, viscosos y deliciosos, al meterlo mas en mi boca ella se estremeció y me jaló del cabello mas adentro, como loco empecé a besar y a llenar toda mi boca con su sexo, mientras que con una mano acariciaba sus bolas con la otra acariciaba esos muslos ardientes sobre mi hombro, era fascinante, que erótico y que sensual me resultó aquello, era como poder proyectar como deseaba una mamada pero no en mi sino en alguien mas.
Ella se levantó de la cama, y me jaló de las piernas hasta la orilla, fue hacia su bolso y saco un tubo con lubricante de gel, me levanto las piernas y empezó a lamer mi esfínter de una manera increíble, el calor de su lengua su humedad me hizo experimentar algo que nunca había sentido que por supuesto me puso de a mil. Aplicó gel en la entrada de mi culito con sus dedos, primero uno, luego dos, enseguida ella dijo: es tu turno de gozar¡¡, me acercó su miembro a las caderas, mi cara ardía de calor y deseo y ella empujó muy lento como esperando mi reacción. La miré a los ojos y como si hubiera entendido, lo empezó a empujar muy poco a poco y sentí como un dolor intenso, muy intenso en todo mi cuerpo que me hizo gritar y decirle: me duele¡¡ ella se detuvo un segundo y me dijo muy suave: pronto se te pasará, siente que rico es¡¡
Y en efecto, un par de minutos después solo sentía como ella se deslizaba por dentro mío, solo escuchaba el golpe de sus caderas contra mi cadera. Entonces ella empujó de un modo violento y delicioso mis piernas mas atrás hasta que mis rodillas tocaban mi pecho como buscando mas profundidad y se tendió sobre mi para besarme, para sentirse mas cerca. La sentí muy adentro, la sentí acariciando donde nadie mas había acariciado, la sentí tan mia como yo lo era de ella.
Yo la jalé hacia adentro de la cama en una posición como la del pastor solo que abrazándola con mis piernas para poder así seguir besándonos y acariciándonos, se movía de un modo delicioso con el cual sentía todo mi interior lleno de ella, sentía sus tetas sobre mi pecho y su vientre sudando junto al mio, cuando de pronto empezó a hacerlo mas rápido, con lo cual nos acercamos mas a un orgasmo. Mas, le decía, mas. A lo que ella contestó con un orgasmo tan intenso, tan caliente que se contagió a mi como un bostezo provocando en mi el mío propio llenando de lechita nuestros vientres.
Segundos después yacíamos acostados acariciando yo su cuerpo y ella platicando cualquier cosa como dos amantes de siempre.
No tengo que mencionar que desde entonces nos vemos cada viernes a las 10:00 y que Laura desapareció de mis días para dejar su espacio a Ivette. Al final quedo totalmente de acuerdo con lo que leí en aquella revista: El mejor amante de un hombre, solo puede ser otro hombre, pero si está disfrazado de mujer, es mejor...