Por fin en casa
Una chica que trabaja en una discoteca se ve en una situación apurada al tener que regresar a casa medio desnuda, atravesando la ciudad. He aquí las aventuras que le toca correr y correrse...
Vivo en el casco antiguo de Barcelona, como el de cualquier gran ciudad últimamente se ha llenado de inmigrantes de todas las razas y religiones, cuando vuelvo tarde las fines de semana la verdad es que da un poco de miedo. Entre la poca iluminación de las callejuelas que forman el barrio y gentes de otras razas que de una manera instintiva hacen recelar suelo ir bastante rápido desde la calle principal donde me suele dejar al taxista hasta mi casa.
En parte debido a esto y en parte a mis padres que suelen protestar de la ropa que llevo porque dicen que es muy atrevida, siempre llevo algún abrigo o chaqueta que me cubra bastante, así cuando salgo de casa mis padres no se fijan tanto y a la vuelta no llamo tanto la atención por la calle. Desde hace unos meses trabajo de go-go en una discoteca para ganar algún dinero, por suerte hay un pequeño vestuario y no tengo que ir por la calle con la ropa de "trabajo". Lisa, mi compañera en la discoteca, es algo mayor que yo y suele llevarme a mi casa en coche cuando acabamos, salvo que le salga algún rollo y claro me deje colgada que es cuando tengo que coger un taxi.
Aquella noche, a Lisa le salió un plan y se fue rápido, yo me entretuve y cuando me di cuenta se había ido cerrando el vestuario y llevándose las llaves, me quedé sin poderme cambiar y con aquella ropa que prácticamente era lencería, me empecé a preocupar pues no sabía cómo volver a casa por todo lo que he contado antes, en eso que Jorge, uno de los porteros me vio y se ofreció ante mi apuro, a llevarme a casa.
Le dije que sí, aunque no me hacía demasiada gracia, era un tío musculoso de gimnasio, en alguna ocasión lo había visto manoseando a chicas que por no tener la edad de entrar en la discoteca se dejaban a cambio de que él las dejara pasar, siempre presumía de haber follado con una o con otra, en fin, un tío que no me gustaba.
Cerraron el local y nos dirigimos los dos al coche, me dejó la cazadora para cubrirme por la calle, me senté y él arrancó el coche, por el camino, distraídamente iba poniendo la mano en mi muslo a cada cambio de marcha, no dije nada pensando que no tenía importancia y al fin y al cabo me estaba llevando a casa. De reojo podía ver como su bulto crecía a medida que circulábamos, no estaba mal dotado; el pantalón, de tipo chándal no retenía en lo más mínimo la erección por lo que pronto fue muy evidente, su mano ya no rozaba mi muslo, más bien se había parado en él, y lo acariciaba rozándome la entrepierna con el dedo pequeño, me empezó a gustar y él se dio cuenta, ya sin ningún reparo empezó a acariciarme por encima del minúsculo tanga que usaba para bailar, era incluso más pequeño que los que suelo usar para vestirme normalmente, casi sin darme cuenta fui abriendo las piernas permitiéndole que jugara con mi coño, sus dedos ya buscaban mi entrada por el lado del tanga, alargué la mano para acariciar su polla, estaba súper tiesa y pugnaba por salir del pantalón.
Detuvo el coche en una calle con poca iluminación, sus intenciones eran claras y por supuesto las mías también, se bajó el pantalón y me puse de rodillas en el asiento para poder chupársela mientras él metía y sacaba sus dedos de mi coñito que ya estaba completamente mojado, mi boca comenzó a succionar su polla, mientras él que ya me había quitado la parte de arriba de un tirón, chupaba mis pechos y metía dos o tres dedos en mí.
Me corrí un par de veces antes de que él, arqueando la espalda y entre espasmos y gritos de placer descargara dentro de mi boca su cargamento de leche, me tenía cogida por la cabeza y me la tragué para no ahogarme, aunque era algo que no me gustaba hacer. Quedé junto a él, cansada del esfuerzo y del placer, mientras él exprimía su pene sacando las ultimas gotas de semen. Me incorporé, subí la cremallera de la cazadora que aún llevaba puesta y le dije que me llevara a casa, que era muy tarde ya. Jorge me miró, todavía tenía su polla entre los dedos, seguía igual de firme, y me dijo:
- Esta todavía quiere guerra.
- Otro día, hoy es muy tarde;repliqué, aunque no era virgen, para mí hacer el amor era algo que no hacía con cualquiera.
- No me vas a dejar así dijo casi gritando
- Me cogió por la fuerza y me sentó mirando para adelante sobre él, notaba su polla en mi culo, empezamos a forcejear, me tenía bien cogida y con los movimientos empezaba a notar ya como la cabeza de su cipote se apuntalaba en mi ano, en mi desespero por liberarme le di un codazo justo en un ojo, me soltó y aproveché para prácticamente saltar del coche y salir corriendo. Llegué a la esquina, miré y seguía dentro del coche, me recompuse como pude y comencé a andar rápido. Estaba asustada, sólo llevaba la cazadora y el tanga que quedaba a la vista, algún coche que pasaba aminoraba la marcha para verme, me tapaba como podía pero la chaqueta no llegaba más debajo de ninguna manera. Todavía faltaba un buen trozo hasta casa.
- A un par de calles llegué a una zona donde había prostitutas, entonces me di cuenta que más o menos iban vestidas como yo, me tranquilicé, allí no llamaba tanto la atención, reduje la marcha para descansar un poco, las tías me miraban pero nadie me dijo nada, algún coche se paraba a mi lado y oía que decían - ¿cuánto?
- Primero no entendí, pero enseguida comprendí que querían saber el precio de mis servicios, sin hacerles caso seguí andando. Se paró un coche deportivo junto a mí, dentro iba un hombre de unos 50 años, me preguntó como los otros, primero ni le miré, pero siguió insistiendo hasta que grité:
- ¡¡¡Déjame en paz!!!
- Pero qué te pasa ;me dijo
- Nada que me dejes.
- ¿Necesitas ayuda?
- Paré en seco al oír aquello, me lo miré y me acerqué a la ventanilla.
- Sí, necesito ayuda.
- ¿Qué te pasa?
- Me podrías llevar a casa y te lo explico
- De acuerdo, sube
- Monté en el coche, era un hombre atractivo, con alguna cana pero bien conservado, delgado y aparentemente buena persona. Le di las gracias y le conté lo que me había pasado hasta aquel momento.
- Esbozó una sonrisa y me dijo que no me preocupara, que él me llevaría a casa. Arrancó el coche y empezó a circular, al poco rato miró su reloj, eran las cinco de la mañana.
- Me va a fastidiar el plan, llevarte a casa
- ¿Por? ;pregunté.
- Soy médico de urgencias y entro de turno a las seis, no me va a dar tiempo a volver a pillar alguna prostituta.
- ¿Te gusta hacerlo con putas?
- No, pero voy muy caliente, y hasta dentro de 24 horas no salgo del hospital.
- Vaya, lo siento, no estas casado?
- No, divorciado
- Mientras conducía miraba mis piernas, no hay duda en lo que estaba pensando, aunque no me apetecía me sentía muy agradecida y como realmente no estaba mal le dije:
- Ya que me llevas, ¿cómo te lo podría agradecer?.
- Tu misma ;dijo mientras se acariciaba el paquete. - - - ¿Te gusto? ;dije mientras bajaba la cremallera de la chaqueta y dejaba mis tetas a la vista. - - - ¡¡¡Muchisimo!!!
- Venga, para, que te voy a hacer un "apaño"dije sonriendo. - - - Ok.
- Se paró enseguida, me dijo que le excitaba hacerlo sentado en el coche y yo fuera con la puerta abierta, me bajé y fui a su lado del vehículo, abrió la puerta y sacó las piernas fuera, su verga empezó a crecer gracias a mis caricias, se la saqué y comencé a pasar mi lengua como si fuera un helado, no era muy larga pero de buen grosor, me costaba metérmela toda en la boca, una de sus manos acariciaba mis tetas mientras que con la otra marcaba el ritmo de la chupada, no pude evitar tocarme y jugar con mi clítoris mientras me comía aquel pedazo de carne, cada vez iba más deprisa y empezaba a dolerme la mandíbula cuando soltó un gran chorro de leche que se coló directo por mi garganta, también me la tragué pues él no me soltaba y seguía empujando mi cabeza hacía abajo, nunca me la tragaba y aquella noche llevaba ya dos raciones.
- No me llegué a correr, cosa que me fastidió un poco, me incorporé y de repente metió sus piernas dentro del coche y arrancó, me dejó allí de pie, mirando cómo se iba, solo acerté a gritarle algún insulto pero me quedé allí pasmada.
- No pude evitar pensar que más valía haber hecho de puta y haberle cobrado, al menos ahora tendría para un taxi, ya no estaba lejos de casa pero quedaba el peor trozo, me tranquilicé pensando que eran casi las seis de la mañana, a aquella hora pocos tíos raros habría por la calle, incluso vi a alguno que se iba a trabajar. Aceleré el paso, ya dentro de las callejuelas del barrio casi corría, faltaba una calle para llegar a casa cuando al girar una esquina prácticamente choqué con un tío. Caí encima de él, nos quedamos los dos sorprendidos, era un magrebí, nos quedamos quietos sin movernos, él estirado en el suelo y sobre él, le dije:
- Lo siento
- No importa cariño ;contestó, mientras sus manos ya me agarraban por las nalgas. - - - Es que iba atolondrada.
- De verdad, no importa, además yo ahora estoy muy cómodo;dijo riendo, sus manos apretaban con fuerza mi culo y enseguida noté algo duro en mi abdomen. - - - Lo siento; volví a decir intentando incorporarme. - - - Siempre vas con el culo al aire?
- Nooo, ha sido una noche complicada; me levanté, aunque él no me soltó una de las manos.
- ¡Has puesto cachondo al morito! Y a los moritos eso no se les hace y luego te vas alegremente; dijo cambiando el tono de voz que ahora se me antojaba amenazante - - - ¡¡¡Dejame o grito!!!.
- Si gritas te corto el cuello, puta; sacó una navaja y poniéndola junto a mi cuello me arrastró hacia un portal. - - - ¿Qué me vas a hacer?;estaba aterrorizada. - - - ¿Tú que crees?.
- Entramos en una portería, cerró la puerta detrás nuestro, me tenía cogida del brazo mientras con la otra mano aguantaba la navaja que notaba fría en mi cuello. - - - Si te portas bien no te pasara nada. - - - Por favor, no me hagas daño. - - - Si haces lo que te diga dentro de un rato llegarás a casa como si nada, de lo contrario acabarás en el hospital, y total te va a pasar lo mismo, así que tu misma. - - Asentí con la cabeza, subimos la escalera y llegamos a la azotea del edificio, salimos al terrado, aún era oscuro. - - - Quétate las chaqueta. - - - Como quieras;dije, y me la quité. - - - También los zapatos, pero el tanga déjatelo.
- Sí ;lo hice y me tranquilicé al ver que se guardaba la navaja. - - - Quiero que me la chupes, ven ponte de rodillas. - - Me puse delante suyo, me arrodillé y esperé a que se la sacara, cuando lo hice casi di un grito de sorpresa, era la polla más grande que había visto en mi vida, era gruesa y larga aún flácida, empezó a moverla y la erección no tardó mucho en hacerme ver lo descomunal del aparato, los árabes tienen fama de tenerla grande pero aquel tío era una pasada, instintivamente se la cogí y comencé a menearla yo, él se dejó hacer, la besé, pasé mi lengua por todo su capullo rosado, seguía creciendo, recorrí toda su longitud con la lengua, me estaba excitando y hacía frío de madrugada, mis pezones estaban ya duros, intenté metérmela en la boca pero quedaba casi toda fuera, comencé a chupar a la vez que me tocaba las tetas, él movía sus caderas como si estuviera follando, de hecho me estaba follando la boca ya que no podía ni chupar con aquel trozo de carne dentro, lo más que podía hacer era mantenerla abierta.
- Una de mis manos ya habáa bajado el tanga hasta las rodillas, mis dedos entraban y salían de mi rajita frenéticamente, estaba muy caliente, levanté la mirada y miré a la cara de Kabir (así se llamaba), sin pensarlo dije en un murmullo: - - - Fóllame. - - - ¡Qué dices, zorra!
- Que me folles; dije un poco más alto. - - - Ponte a cuatro patas como las perras. - - Me puse enseguida, mi coño palpitaba chorreando, esperaba tener dentro aquel descomunal cipote, mi mirada le imploraba que la metiera y él de rodillas detrás mío la pasaba por la entrada de mi rajita y por el orificio de atrás, todo mi cuerpo temblaba esperando la embestida y de repente noté cómo lentamente se abría mi cuerpo al paso de aquel pedazo de carne que entraba, me dolió pero no por eso dejé de empujar mi cuerpo hacía detrás, me estaba empalando yo misma, él muy despacio empujaba y retrocedía para ir acomodándola toda dentro, menos mal que estaba muy mojada y eso facilitó que fuera entrando, cuando noté sus huevos entre mis piernas supe que increíblemente había entrado toda. Entonces comenzó un va y ven lento pero completo, prácticamente la sacaba toda y la volvía a meter, me volvía loca de gusto, sólo tuvo que acelerar levemente para que comenzara una serie de orgasmos consecutivos, notaba como mis fluidos corrían por mis muslos (incluso creo que me oriné del gusto), aquella perforadora entraba y salía sin piedad y me estaba volviendo loca. Empezó a jugar con mi puerta posterior, introdujo sus dedos uno a uno por mi culo, parecía que me iba a partir en dos, noté dos, tres hasta cuatro dentro mío, nunca lo había hecho por detrás y me empezó a doler bastante, le dije que parara pero parecía que le excitara que me doliera con lo que cada vez me lo hacía más fuerte, claro que con lo que estaba gozando, no debieron ser muy convincentes mis súplicas de que parara.
- Para, ¡¡¡me vas a romper!!!;grité con los 4 dedos dentro del culo y su polla bombeando el coño. - - - Eso es lo que quiero, romperte el culo precioso que tienes, putita. - - - Sigue, ¡¡¡sigue follandome!!!;decía yo, mientras me corría una y otra vez. - - - Te gusta ¿eh? Zorra blanca. - - - Siiiii, más... m´ss... no pares... - -
Muévete, que va ha ser la mejor follada de tu vida, zorra. - - Por supuesto yo no paraba de moverme, nunca había experimentado tanto placer, mis rodillas sangraban de rozar contra el suelo, tenía mis nalgas rojas de los cachetazos que me daba y los pezones doloridos de los pellizcos que de vez en cuando me hacía. Tenía un charco de flujo en el suelo, entre mis piernas, Kabir la sacó y comenzó a meterla por mi culito virgen hasta aquel día, con lo dilatado que estaba por sus dedos entró con cierta facilidad, me sorprendí incluso de que no me doliera casi, notaba aquel cañón que entraba dentro mío, notaba cada centímetro. De repente de un solo golpe la acabó de meter, vi las estrellas, abrí la boca todo lo que pude, como si fuera a salir por ella atravesando todo mi cuerpo, no podía ni gritar, los ojos muy abiertos y todo mi cuerpo tenso, desde luego me había metido en el culo toda la polla, sus huevos rebotaban contra mi coño, empezó a moverse con rapidez, y se corrió dentro de mi culo, noté cómo me inundaba de semen caliente, su leche salía a borbotones dentro mío, la podía notar.
- La sacó y dándome la vuelta me hizo que se la limpiara con la lengua, en otras circunstancias no lo hubiera hecho, pero estaba tan alucinada que no me importó los restos de excrementos y de leche que me tragué, sin dar tiempo a nada volvió a moverse con su polla dentro de mi boca y se la chupé y dejé bien limpia hasta que se corrió, tragándome una vez más toda su leche, que para no gustarme aquella noche llevaba tres raciones.
- Quedamos los dos estirados, completamente laxos, él vestido, sólo se había sacado la polla, yo completamente desnuda, empecé a temblar de frío, Kabir se sacó la gabardina que llevaba y me cubrió, me abrazó y estuvimos un rato en silencio. Por fin dijo:
- ¿Me denunciarás?.
- ¿Después de lo que me has hecho gozar?. - - - ¿Te ha gustado?. - - - Mucho, nunca me había corrido tantas veces, creía que era imposible. - - - Siento haberte amenazado con la navaja, no sé qué me pasó. - - - No importa, mientras no la saques nunca más, claro. - - - Nunca más, te lo juro.
- ¿Me acompañas hasta mi portal? tengo que llegar a casa
- Claro, vaya a ser que te pase algo malo;dijo con una sonrisa. - - - Quién sabe, con la noche que llevo.
Reímos los dos, me puse el tanga y la cazadora de Jorge y Kabir me cubrió con su gabardina, bajamos a la calle, ya había gente, eran las siete de la mañana, andando notaba cómo por los muslos bajaba una mezcla de flujos, sangre y semen que salían de mi culo a cada paso, menos mal que ya estaba en casa y podría ducharme. Me despedí de él en el portal, le besé y le dije en qué discoteca trabajaba, me aseguró que iría el fin de semana próximo. - - Cerré el portal detrás mío, mis padres se van a trabajar a las seis y media, en casa sólo estaría mi hermano durmiendo, no había peligro de que me vieran. - - - Por fin en casa -Dije al entrar por la puerta- menuda noche.
- ¿Pero había acabado del todo?
- Si os ha gustado, o no. O si se os ocurre una manera de seguir con la historia, no dudes en hacérmelo saber, un beso y un saludo a todos.
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