Por fin, el primer encuentro
Dos amigos, que aún no se han visto en persona, tienen su primer e intenso encuentro. Si te gusta, me lo dices en biofalang@yahoo.es
Al llegar a la estación de tren, aun tenía sus dudas, sabía que le costaría trabajo subir a ese vagón que lo llevaría a un encuentro con esa persona a la que hacía tiempo deseaba ver; le había mentido a su esposa sobre los motivos del viaje, pero no pudo evitarlo, él, Fernando la quería y jamás intentaría romper su vínculo, pero necesitaba ese viaje, necesitaba estar con esa persona.
Llegó la hora de abordar el tren, e incluso en el momento de subir el primer escalón dudó, pero se acordó de los momentos que pasaría en Madrid y sus dudas se despejaron, emprendiendo un viaje esperado desde hacía muchos meses.
Tras 5 interminables horas, el tren llegaba a su destino, recogió su bolso y bajó al andén, y allí estaba, las fotos no engañaban; sin decir nada se fundieron en un largo abrazo, tras el cual se miraron y se "presentaron":
Hola Javier.
Hola Fernando.
A los dos se les veía nerviosos pero ilusionados, era mucho tiempo esperando el momento del encuentro, y por fin había llegado. Tomaron unas cervezas y algo de picar mientras hablaban y hablaban sobre ellos, en ese momento, esa noche, nada más importaba.
Al cabo de un par de horas, y algunas cervezas, decidieron ir al apartamento que un amigo le había prestado a Fernando (¡si ese amigo supiera el sexo del acompañante!); conducía Javier su coche, el edificio estaba a las afueras de Madrid y tardarían un poco en llegar; un poco después la mano derecha de Javier dejó el volante y se posó en la pierna de Fernando, acariciándola, y éste una vez recuperado de la sensación primera cogió la mano de Javier diciéndole:
-Creo que esta noche lo vamos a pasar muy bien.
Sonrieron los dos.
Fue cerrarse la puerta del ascensor, y, como era un piso alto, tardaba un poco, Javier aprovechó para acercar sus labios a los de Fernando; sólo les dio tiempo de juntar sus labios, llegó el ascensor.
Una vez que a sus espaldas se hubo cerrado la puerta del piso, Fernando dejó la bolsa en el suelo y se acercó a Javier, se acercaron ambos hasta juntar sus bocas, fue entonces cuando sus lenguas se encontraron y sus manos acariciaban sus cuerpos aun vestidos. Era mucha la pasión que se desataba en ese momento.
Poco a poco fueron desnudándose uno al otro, sin dejar de acariciar sus cuerpos, cuando ya sólo estaban cubiertos por los respectivos slips, rojos los de Fernando y celestes los de Javier, se dirigieron al dormitorio y, allí, al lado de la cama las únicas prendas que les quedaban cayeron al suelo, completamente desnudos y con sus penes erectos se echaron en la cama y continuaron sus caricias, sus besos,...sus miembros se frotaban, sus jadeos subían de volumen, acariciaban sus espaldas, sus culos eran sobados como nunca lo habían hecho. No pudieron aguantar más, prácticamente al unísono los jadeos de ambos apagaron el rumor de la calle, el orgasmo les llegó, como amantes perfectamente sincronizados, al mismo tiempo, sus espermas se mezclaron sobre su piel, sudorosos seguían abrazados mientras sus pollas volvían al estado de flaccidez.
¡Cuantas veces he soñado con esto!, dijo Fernando.
Pues acabamos de empezar, cariño. Dijo Javier sonriendo.
Rieron los dos, sabían que esa noche iba a ser su primera vez para muchas cosas, y que lo iban a pasar muy, pero que muy bien. Se sentaron ante el televisor, de hecho habían traído alguna que otra peli porno bajada de Internet pues sabían que el fin de semana sería largo, y no todo iba a ser ¿o si? Sentados juntos en el sofá, acariciándose, veían cómo los personajes de la película disfrutaban de sus musculados cuerpos, ellos no eran así, lo sabían, pero sabían disfrutar de sus cuerpos tanto o más que los tios buenos de las películas, los dos estaban más que convencidos de que para disfrutar del sexo no era necesario pasar horas y horas en el gimnasio, que bastaba sólo con cariño y un poco de imaginación. Tampoco es que prestaran mucha atención a la pantalla, la verdad, era mucho lo que tenían que contarse, era mucho lo que tenían que hablar, aunque por mail ya habían conseguido conocerse bastante, y quizás pensaron que este fin de semana era para conocerse de otra manera, de conocerse físicamente pues llevaban mucho tiempo esperándolo.
Al cabo de un rato en el televisor apareció una pareja, dos muchachos jóvenes en unos vestuarios, se dirigían hacia la ducha y una vez debajo de ella, desnudos, empezaron a amarse
¿Sabes una cosa Fernando?
No, dime
Me están dando envidia esos dos.
Y a mi.
Fue decir eso y ambos se levantaron, sin decir nada se dirigieron hacia el cuarto de baño, abrieron el grifo de la ducha y, desnudos se abrazaron bajo el agua templada que salía del grifo, volvieron a acariciarse.
Nos hacía falta una ducha, jeje.
Si
En esto, Javier cogió el bote de gel, y se repartieron una cantidad para cada uno, empezaron a limpiarse mutuamente, bueno, más que limpiarse acariciarse con gel. Acariciaban y limpiaban sus cuerpos, sus penes erectos, sus testículos, Javier fue el primero en acercar sus manos a las nalgas de su amante, separarlas e introducir una de sus manos entre ellas para acariciar el ojete de Fernando, éste suspiró e imitó a Javier limpiando y acariciando aquella hendidura tan deseada.
Se separaron un poco y decidieron que seguirían mejor en la cama, mientras Fernando miraba golosamente el miembro erecto de Javier, limpio y suave; secaron sus cuerpos y de dirigieron al dormitorio, Javier hizo que Fernando se tumbara boca arriba, y él se acercó suavemente, acarició su pecho, besó sus pezones duros, y continuó bajando por el cuerpo de Fernando acariciando todo él con su lengua. Finalmente se detuvo en la polla dura, limpia, suave y empezó a besarla, Fernando empezaba ya a gemir manifestando el placer que estaba sintiendo, Javier se la introdujo en la boca y en ese momento fue cuando Fernando lo instó a que le ofreciera a él su miembro, se situaron en posición de 69, una de sus fantasías preferidas se estaba cumpliendo: ambos tenían el miembro de su amante en la boca, ambos chupaban el pene duro del otro.
Sus bocas estaban ocupadas, y sus gemidos no se oían, pero los sentían, ellos dos si los sentían, los invadía el placer, ambos querían que el otro disfrutara como nunca lo había hecho y así estaba siendo; mientras sus bocas estaban ocupadas chupando, sus manos acariciaban el trasero del otro, sus culos recibían sus caricias, sus ojetes eran atención preferente de sus dedos. En un momento determinado, Javier se separó de Fernando y se levantó, éste quedó extrañado y sorprendido mirando a su amante.
No te preocupes, Fernan, enseguida seguimos.
Ah
En eso se acercó Javier y puso en la mano de Fernando una pequeña cantidad de lubricante, y en una de sus manos otra.
Asi será mejor, Fernan.
Si.
Nuevamente se pusieron en posición, sus penes no habían perdido la entereza que mantenían antes y volvieron a ser lamidos, chupados con pasión; fue Javier el primero en usar el lubricante en el ojete de Fernando, éste suspiró cuando uno de los dedos de Javier se introdujo en él, a lo que respondió haciendo la misma operación en el ano de Javier, ahora sus bocas y también sus dedos se daban placer. Sus bocas masturbando al otro, sus dedos jugando dentro del amante, siguieron hasta que los gemidos de ambos subieron de tono, se iban a correr, los dos lo sabían y siguieron, querían sentir el semen del otro en sus bocas, querían que el otro se corriera en su boca al tiempo que sus dedos penetraban su culo. Y así ocurrió, unos segundos después sus pollas descargaban en la boca del otro su líquido cálido y algo salado. En ese momento fue cuando Fernando lo tuvo claro, muy claro: esa noche su culo iba a dejar de ser virgen, quería que su amante lo penetrara cuando se hubieran recuperado, aunque aún no se lo dijo a Javier. Recuperaron la posición "normal" y se besaron, compartiendo el resto de su semen, ambos sabían que no podía ser muy higiénico eso pero les gustó.
Volvieron sonriendo al sofá.
Seguían muy juntos el sofá, sus manos acariciándose, sus cuerpos juntos, mientras miraban otra película gay y hablaban de todo un poco, aunque los dos sabían perfectamente que no era hablar lo que más les apetecía, pero también tenían claro que ya no eran unos quinceañeros y sus miembros tardaban en recuperarse así que mientras se conformaban con las caricias y los besos, y así siguieron durante al menos una hora. De repente, Fernando se quedó callado, pensativo, estaba pensando en cómo decírselo a Javier, no sabía como iba a reaccionar éste pero estaba convencido de que la idea le gustaría, finalmente se decidió unos minutos después, y es que imaginaba, no sabía por qué, que Javier pensaba lo mismo.
Javier, quiero que me lo hagas, quiero que lo hagamos del todo, creo que hemos hecho el amor, ahora quiero ir más lejos, no sabía como decírtelo pero ya no puedo más: quiero que me penetres, quiero que me hagas tuyo, quiero que entres en mi, quiero que tu pene abra mi ojete y entre por él.
Claro que si, cariño, intentaré darte todo el placer que pueda, quiero separar tus nalgas, abrir tu ano y entrar en ti. Quiero que nos amemos.
Dicho esto, se levantaron y se dirigieron a la cama de nuevo, allí volvieron a besarse, a abrazarse. Acercó Fernando la boca a la oreja de Javier, - Javi, fóllame por favor.
Fernando prefería ver a su penetrador, iba a ser su primera vez, iba a ser desvirgado su culo y quería disfrutar de la visión de su amante, de su cara mientras entraba dentro de él. Se tumbó en la cama boca arriba, su pene enhiesto, mientras Javier cogía el lubricante de la mesita; Fernando fijó la vista en el miembro duro de Javier, y ya se lo imaginaba dentro suyo rió y se excitó aún más. Javier se arrodilló delante de él, Fernando le ayudó separando sus piernas y separando también sus nalgas para que Javier pudiera lubricar bien tanto su polla como el ojete de Fernando, Con uno de sus dedos, Javier untó el secreto agujero de Fernando, introduciendo un dedo para que quedara bien lubricado también por dentro, en cuanto hubo terminado su duro pene apuntaba hacia aquel virgen agujerito.
¿y si te duele, Fernan?
Seguro que el placer será mayor, hazlo, hazme tuyo, penétrame, fóllame Javier.
Y lo hizo, poco a poco el miembro de Javier se fue introduciendo en Fernando, éste gemía a la vez de placer y de dolor, aunque el dolor no era fuerte pues Javier era muy tierno, lo hacía despacito, quería que su amante disfrutara tanto como él.
Si, Javi, que bien lo haces, sigue, sigue, entra del todo en mi.
Pocos segundos después, el bello púbico de Javier tocaba la piel de Fernando, estaba totalmente dentro de él, y comenzó los rítmicos movimientos que le darían a Fernando todo el placer, éste gemía locamente de placer, por fin estaba siendo follado por otro hombre, los dos empezaban a sudar por el ejercicio y la excitación, Fernando se sentía increíblemente bien, su polla parecía que iba a reventar del placer que sentía, y sabía que faltaba muy poco para que eyaculara todo su semen; los gemidos de Javier también aumentaron de intensidad.
Si, Javier, fóllame, córrete dentro de mi, aaahhhhhh.
Si, aaaaaahhhhhhhhh.
Fue al unísono cuando el semen de Fernando inundó su abdomen, y cuando notó el cálido semen de Javier en sus entrañas, no hizo falta ninguna clase de masturbación ni nada por el estilo, Fernando se había corrido sin necesidad de tocar siquiera su polla, tal fue el placer que sintió la primera vez que un hombre le hizo el amor.
Se abrazaron, se besaron.
Gracias, Javier, ha sido maravilloso.
Gracias a ti Fernando.