Por favor señora. Capitulo 12

Después del desafortunado evento de la noche anterior, los amantes resuelven un acuerdo.

CAPÍTULO 12 “HAGAMOS UN TRATO”

“Vamos hagamos un trato, un pacto secreto de nosotros dos, quiero que cuentes conmigo, contar yo contigo de aquí hasta el final”

Amanda Miguel

-¡Hey! Tierra llamando a Miguel…

La voz de Patricia le sonaba muy lejana, pues estaba demasiado concentrado en buscar a Regina por toda la habitación.

-Ah…

-¿Qué te pasa?

-¿A mí? Nada…

-Estás rarísimo.

-No, lo que pasa es que tengo la alcoba hecha un desastre, que pena contigo…

Patricia miró a su alrededor y lo único que vio en desorden fue la cama revuelta.

-Te encanta exagerar. –dijo a toda respuesta mientras se dirigía al closet.

-Toma la que gustes.

-Claro.

Patricia hizo lo propio mientras Miguel Ángel se acercaba un poco a la puerta del baño y notó que estaba sin seguro, aprovechando que su amiga le daba la espalda, entreabrió un poco la puerta sólo para darse cuenta de que el cuarto de baño estaba vacío.

-¿Está todo bien? –oyó decir a Sebastián, quien asomaba la cabeza.

-Sí cariño, me he decidido por un poncho finalmente. –respondió Patricia con la prenda ya puesta.

-Sí que te ves preciosa…-dijo Sebastián entrando a la habitación y abrazando a su novia.

Miguel Ángel carraspeó.

-Que mal pensado eres…-le dijo Patricia con una sonrisa.

-No es eso, solamente que me molesta que coman pan delante de los pobres.

Los tres comenzaron a reír, saliendo uno a uno de la habitación.

-Creo que deberías salir de tu duelo. –dijo Sebastián acomodándose en el sofá donde horas antes su progenitora y uno de sus mejores amigos habían intimado.

-¿Mi duelo? ¿Pues quién se murió?

-Ya sabes a que se refiere…-contestó Patricia.

-Ah…eso. Bueno, estoy abierto a todo, precisamente la otra noche me ocupé de eso.

Los verdes ojos de Patricia se clavaron en Miguel Ángel.

-¿Así? ¿De qué manera?

-Bueno ¿Recuerdas la caja que estaba en el armario de mi estudio?

-Ohh…claro.

-Pues, me deshice de ella.

Patricia abrió los ojos sorprendida.

-¿Lo dices en serio?

-Sí.

-Eso quiere decir que…

Sebastián los miró alternadamente.

-Que lo he superado.

-Y eso se debe a… ¿Alguien?

-No, es una decisión personal. Ya pasó casi un año y hasta ahora vine a entender muchas cosas.

-Bueno, supongo que cada quien sobrelleva las cosas como mejor puede y me parece que tú lo has hecho muy bien. –dijo Sebastián.

Miguel Ángel sonrió medianamente.

-Entonces ya estás listo para una nueva relación…-le volvió a decir, Sebastián con una sonrisa.

-Jajaja bueno, espero encontrar a la persona idónea.

-Deberías poner más atención a tu alrededor…

-¿Cómo dices?

Sebastián se mordió el labio inferior cuando se dio cuenta de la mirada matadora que su novia le estaba dedicando.

-Siempre hay alguien y lo más probable es que no te hayas dado cuenta.

-Mmm pues…-esas palabras hicieron sentir muy incómodo a Miguel Ángel.

-Pues, que deberías no se…invitar a Alina a cenar.

Patricia miró a su amado con la cara desencajada, mientras que Miguel Ángel hizo lo posible por no atragantarse.

-¿Qué? ¿No has notado que esa chiquilla está que se muere por ti?

-Sebas ya cállate…-le recriminó Patricia.

Miguel Ángel sonrió nervioso.


Regina salió del baño de la habitación de Génesis, sobre la cama vio unas prendas que parecían ser nuevas, mientras que su sobrina estaba sentada frente al tocador, alaciando su larga cabellera ondulada.

-¿Y esto? –le preguntó señalando la ropa que estaba sobre la cama.

-Es para ti. La compré en la boutique del hotel. –le respondió Génesis sin dejar lo que estaba haciendo.

-No tenías que hacerlo…

-No ibas a ponerte ese vestido y andar por ahí sin bragas ni sostén.

-Muchas gracias de verdad, no tengo como agradecer lo que hiciste por mí.

Génesis giró la cabeza para mirarla.

-No tienes nada que agradecer, somos familia.

Regina le sonrió.

-Aun así estoy muy apenada, te interrumpí para que fueras a buscarme.

-Ni te fijes.

-Pero dime ¿Claudio estaba aquí cuando te llamé? –le preguntó mientras se vestía rápidamente.

-¿Claudio? ¡No, para nada!

-Oh…entonces es de los que no amanecen junto a ti.

Génesis estalló en sonoras carcajadas.

-¿Qué es lo que te divierte?

La morena trataba de recuperar el aliento.

-Claudio no pasó la noche conmigo, por lo tanto no tendría por qué amanecer aquí.

-¿En serio? Creí que él y tú…

-No.

-¿Y eso? Ahh…tienes miedo de que los empleados le digan a tu marido.

-No, si hubiera querido acostarme con él, obviamente no lo habría traído aquí.

Regina la miró confundida.

-¿Entonces no quisiste?

Genesis se dio la vuelta y la miró fijamente.

-No pude hacerlo.

-¿Cómo?

-Después de la velada resolvimos ir a otro sitio, estando en el auto nos besamos y cuando intentó meterme mano sentí como si me quemara…y no pude. No pude hacerlo.

-No pudiste engañar a Emilio.

-¡No! Esto no es por Emilio, más bien por mí. No logré sentir nada, en absoluto.

-Y eso que el tal Claudio no está de mal ver…

-Pues si me llamó la atención, no creas que no. Pero vi algo que no me gustó y que le quitó el feeling a todo.

-¿Qué fue eso?

-Está casado.

Regina se llevó una mano a la boca.

-¡¿Qué?! ¿Cómo sabes?

-1. Lo vi quitándose el anillo, 2. Unas mujeres en el restaurante al verlo conmigo le preguntaron “por su esposa”.

-No tenía idea de que estaba casado…

-Ni yo, la verdad no tiene pinta de casado, para nada.

-¿Entonces el impedimento fue ese?

-Pues en teoría. Creí que podía superarlo pero no sentí nada al estar cerca de él, apenas lo conocía, jamás he estado con alguien tan rápido.

Regina se quedó pensando un buen rato.

-Dime Génesis ¿Con cuántos hombres has estado?

-Con dos.

-¿Oh?

-Sí, cuando me casé con tu sobrino ya no era virgen, naturalmente.

-Ay estas nuevas generaciones…-respondió Regina sonriendo.

-¿Y tú? ¿Con cuántos?

-Pues…antes de ayer sólo había estado con mi esposo.

Génesis abrió los ojos de manera descomunal.

-¿Me estás jodiendo?

-Nop…

La morena soltó un grito casi ensordecedor que hizo que su tía riera nerviosamente.

-¡Por Dios Regina Marroquín! Tienes la pinta de una calentona y me dices que me igualas en esas cosas…

-Muchacha irrespetuosa.

-Ósea que antes de tu marido nada y hasta ahora sólo con este chico… ¿Qué tal estuvo?

Regina soltó un suspiro.

-Fue como si hubiera estado muerta y el me devolviera la vida.

-Te hizo disfrutar.

-Cómo no tienes idea…y por eso me siento culpable. –le respondió rompiendo en llanto.

-Oh nooo, no nena no… ¿Culpable por qué? ¿Por haberlo disfrutado? –le preguntó su sobrina abrazándola.

Regina asintió.

-¡No! Eres un ser humano y como todos necesitas sentirte querida, deseada, atendida, no hay nada de malo en eso…

-Mi hijo llegó, mi único hijo, quien me tiene en un pedestal ¿Qué habría pasado si nos hubiera encontrado así?

Génesis guardó silencio unos minutos.

-Sebastián tendrá que respetar tus decisiones, así como tú respetaste las suyas.

-Es diferente, Génesis.

-No, es lo mismo. Él quiere estar con Patricia e hizo de todo para que tú lo respetaras, deberá ser respetuoso con tu decisión de estar con Miguel Ángel.

-Es que Miguel Ángel y yo no estamos juntos…

-¿Cómo? ¿Es sólo una aventura?

-No lo sé, anoche sólo nos dejamos llevar, yo sé que no estoy enamorada de él ni él de mí, pero es inevitable no querer derrochar pasión cuando estamos juntos…además de que me entiende.

-Una extraña complicidad…

-Sin duda…

-Quizá necesiten platicarlo, llegar a un acuerdo.

-Tienes razón…debería llamarlo, me fui de su casa así sin más, tengo que decirle que todo está bien.

Génesis alcanzó su móvil y se lo dio a su tía, quien marcó a  Miguel Ángel.

-¿Bueno? –la voz de Miguel le devolvió un poco la calma.

-Soy Regina…sólo responde Sí, si mi hijo todavía sigue contigo.

-¡Mujer hasta que apareces! No…acaban de irse hace unos momentos ¿Dónde estás?

-Ufff es una historia muy larga de contar, sólo puedo decirte que estoy bien, perdóname por dejarte colgado, pero no tuve manera de avisarte…

-No te preocupes, lo importante es que estás bien, eso me tranquiliza como no tienes idea.

-También me tranquiliza escucharte, pero me gustaría poder verte.

-Regina, no sé si sea prudente, después de lo que pasó.

-Necesitamos hablar de eso, tú lo sabes…

-Lo sé, nos lo debemos pero ¿Tan pronto?

-De todas formas tienes que devolverme mi bolso y mi ropa interior…

-Por Dios…es verdad. Bueno dime entonces donde te veo…

Regina cayó en cuenta de que ya no podría ser en la casa de Miguel Ángel.

-Déjame pensarlo un poco y te envío un mensaje en breve ¿Esta bien?

-De acuerdo…

-Hasta entonces…

-Hasta entonces.

Regina terminó la llamada y soltó un prolongado suspiro.

-¿Problemas en el paraíso? –le preguntó Génesis.

-Pues tenemos que vernos pero no tengo idea de donde, tiene que ser en un lugar dónde no nos interrumpan.

-Mmmm ¿Y si se van al depa que tengo en Toluca?

-¿En serio? No…imagínate si tu marido se entera no, no…

-Ay por Dios, ni quien se acuerde de ese departamento, yo pago el mantenimiento porque Emilio quería deshacerse de él.

-¿Estás segura?

-¡Sí! Vayan para allá, nadie sabrá donde están aparte de mí y cualquier cosa le dices a Sebas que estás conmigo y así. Despreocúpate.

Regina pensó que era una buena idea y envió un mensaje a Miguel Ángel donde acordaban verse en el centro de Toluca.


El ocaso se hacía presente en la fría pero hermosa ciudad de Toluca, Estado de México, Regina se tomaba un cappuccino en los portales que tanto identifican el centro histórico de la ciudad, esperaba impacientemente a que Miguel Ángel llegara, no sabía en que terminaría la reunión, ni de que hablarían pero necesitaba verlo una vez más y convencerse de que lo sucedido la noche anterior no había sido un sueño.

-Una flor, para otra flor…-oyó decir a Miguel Ángel, quien se inclinó por encima de su hombro poniendo frente a ella una enorme y hermosa rosa roja.

-Oh Dios…-dijo la dama a toda respuesta, totalmente maravillada por el detalle.

Tomó la rosa con una de sus manos, mientras alzaba la mirada para encontrarse con la de Miguel Ángel que parecía reír, él se inclinó un poco más y le dio un beso en los labios. En ese instante no les importó que la gente los viera, no se preocuparon por guardar las apariencias, eran sólo una pareja normal, demostrándose mutuamente su amor.

-Creí que no llegarías nunca…-le dijo finalmente, tratando de recuperar la compostura.

-No deberías pensar eso, no te iba a dejar plantada, de ninguna manera. –le respondió el caballero mientras checaba la carta del menú.

-Lo sé, disculpa, son los nervios que aún no me abandonan.

-Tranquila…no tienes nada que temer si estás conmigo, sé que lo de hoy fue un evento desagradable y créeme, no volverá a suceder.

La mirada azul de Regina ensombreció con aquella sentencia. El camarero llegó y tomó la orden de la pareja y después se retiró.

-Creo que tenemos que establecer un tipo de acuerdo.

-¿Acuerdo de qué? –respondió Miguel.

-Ambos queremos tener este romance…

-¿Eso es para ti?

-Pues tú dime qué es…

Miguel Ángel se quedó pensando unos minutos.

-Siento que no es una relación como tal pero después de lo de anoche dejó de ser una amistad.

-No te amo, si eso te hace sentir tranquilo.

-No, no se trata de eso Regina.

El camarero llegó con la orden y puso ante Regina una generosa rebanada de pastel de chocolate.

-¿En serio vas a comerte todo eso?

-Tiene casi un siglo que no sé qué es un pastel de chocolate, ya ni siquiera recuerdo a que sabe.

Miguel Ángel soltó una carcajada.

-Pues aunque te burles…

-Por eso me gustas, por auténtica.

Regina puso los ojos en blanco.

-¿No me crees?

-Mmmm –ella no podía responder, estaba disfrutando de un pedacito de cielo con sabor a chocolate.

-¿Esta rico?

-Como ni te imaginas…-dijo entre dientes.

Miguel Ángel la observo detenidamente, tenía el cabello suelto, poco peinado y no llevaba una sola gota de maquillaje, sus labios rojos ya no existían, solo su natural tonalidad rosada, sus manos finas sostenían el tenedor para picar imprudentes trozos de pastel, sus ojos se cerraban al degustar el delicioso sabor del manjar, esa mujer era la sensualidad hecha persona.

-¿Qué tanto me ves?

-Lo increíblemente cautivadora que eres…

-¿Qué harás conmigo entonces?

-No puedo devolverte a tu estante…

-¿Entonces?

-No lo sé, Regina. Soy tan nuevo como tú, en estas cosas.

Ella lo miró entornando los ojos, masticando con los labios manchados de betún de chocolate.

-¿Nunca habías tenido un romance o una aventura?

-No.

-Wow…

-¿Te sorprende?

-Un poco.

-Bueno, no todos somos iguales.

-Yo tampoco he tenido un romance, ni aventura, ni nada parecido.

Miguel Ángel parpadeó un poco sorprendido.

-Vaya…

-No todos somos iguales…-respondió ella dándole un sorbo a su capuchino.

Él tomó su mano y la acarició levemente, ella no pudo evitar temblar un poco.

-No temas, cómo dijiste anoche, somos adultos y sabremos llevar esto de una manera sensata. Este será nuestro trato, seguiremos siento amigos, en las buenas, las malas, las peores y las mejores, dejaremos fluir esto y ver hasta donde llega.

Ella sonrió a modo de respuesta.

Miguel Ángel se levantó de la silla, para sentarse junto a Regina, cuando la tuvo entre sus brazos le dio un beso en la mejilla, ella no emitió ningún comentario, pero sintió ese beso hasta el último poro de su piel. Él percibió un pequeño escalofrío proveniente del cuerpo de la dama y se atrevió a robarle un beso, lento, suave, tierno, apasionado…

-Tenemos que ir a un lugar seguro…-le dijo a Regina tras ese beso.

-¿Para qué?

-Para hacerte el amor como un loco…