Por favor, fóllate a mi madre 2
Sigo haciéndole un favor a mi amigo con su madre, pero al final entiendo que no es a mi a quien quiere en su cama, por lo que al final, consigo que sus deseos más oscuros se cumplan.
Me desperté con la mano de Sofía agarrada a mi pene, subiendo y bajando lentamente mientras miraba fijamente sus movimientos. Estaba sentada en el borde de la cama, desnuda. Estiré mi mano para acariciar su espalda y ella se sobresaltó.
- Buenos días – Me acomodé listo para empezar la mañana con Sofía encima de mí
- Buenos días – Sofía se levantó y se puso una camiseta – Si te vas a duchar hazlo rápido que vamos a desayunar.
No sabía si era un juego, así que mientras ella rebuscaba en su cómoda me agaché tras ella y empecé a besar su culo. Ella seguía buscando algo, así que saqué mi lengua y pasé por sus nalgas.
- Te he dicho que no, pórtate bien.
Me sorprendió el tono en el que me lo había dicho, pero más me sorprendió cuando me cogió de la mano y como a un niño pequeño me llevó hasta la ducha. Sin cerrar la cortina, abrió el agua para medir la temperatura con su mano. Me entregó la alcachofa de la ducha y salió, diciéndome que me duchase bien y que ella me traería la ropa.
Todo aquello me había puesto a mil, realmente no sabía qué estaba pasando, pero esa mujer me ponía muy cachondo. Me di una ducha fría, no sabía lo que me iba a deparar el día y no quería malgastar fuerzas. Al salir, todo el cuarto estaba recogido y sobre su cama perfectamente hecha estaba mi ropa. Me vestí y cuando iba a bajar al comedor pude oír la conversación madre-hijo.
- No te preocupes mi niño, está bien que traigas amigos, Julio es muy agradable.
- ¿No te ha molestado ni nada, mère? He escuchado el agua de tu cuarto antes de bajar.
- Sí, se ha levantado mientras preparaba el desayuno y me ha preguntado si podía usar la ducha, le he dicho que usase la de mi cuarto para no despertarte.
Finalmente bajé las escaleras, ahora sabiendo que fuese lo que fuese no estaban compinchados, di los buenos días a Luis y me senté de nuevo junto a ella. Sofía dijo que iba a salir a hacer un poco de deporte y mi amigo me propuso ir con él a arreglar una vieja moto que guardaba detrás de la casa. Me escaqueé como pude diciendo que no sabía de motos y que llevaba tiempo sin hacer ejercicio y prefería ir con Sofía, ella insistió un poco en que fuese con su hijo, pero finalmente cedieron.
Después del desayuno subí a cambiarme y ponerme un pantalón de chándal corto, estaba realmente nervioso. Luis picó a mi puerta y le invité a pasar mientras me ataba las bambas. Iba a decirme algo, pero al ver la puerta abierta Sofía se asomó y me dijo que nos fuésemos ya para no pillar todo el calor. Estaba espectacular con una coleta y sujetador deportivo. Cuando se dio la vuelta pude ver su culo apretado en unos leggins, no sólo yo disfrutaba las vistas, Luis también se quedó mirando fijamente a su madre. Fui tras ella como un perrito faldero.
En la puerta ella me dijo que iría delante ya que se sabía el camino, yo solo podía pensar en lo mal que lo iba a pasar por culpa de esos leggins. Tras unos 10 minutos corriendo paramos y menos mal, porque Sofía llevaba un buen ritmo. Se puso a estirar y yo no pude aguantar más. Tras 10 minutos de tortura viendo su culo, pasé a amasarlo mientras ella se agachaba para estirar.
- No seas malo, venga, pórtate bien mi niño – Su tono era el mismo que por la mañana, como riñiendo a un niño, pero ella no hacía nada, así que pasé a frotar mi pene en su culo. – Venga, pórtate bien y esta tarde te doy lo que te prometí ayer, si no, castigado. – Se giró con cara de “enfado”, así que decidí parar y estirar yo también. Continuamos corriendo otros 10 minutos y llegamos a un pequeño lago.
La madre de mi amigo se sentó sobre una piedra y cerró los ojos, yo que no me podía estar quieto di una vuelta por los arboles de alrededor y no había nada… ni nadie, la verdad era que no nos habíamos cruzado con nadie más corriendo por el camino.
Me desnudé por completo y dejé mis cosas cerca de Sofía, quien seguía con los ojos cerrados. Me metí lentamente en el agua helada y después de un minuto no podía aguantar, así que salí para secarme y la zona donde mejor daba el sol era al lado de Sofía, así que allí fui, no sin antes tocar un poco mi herramienta para no causar mala impresión. Entre mis pensamientos, la entrada en calor y la vista de Sofía, mi pene creció bastante, no llegando a una erección completa, aun así me puse de pie al su lado, tapándole el sol a propósito y haciéndome el distraído.
- ¿Qué haces? – Apenas tres segundos después de haberme puesto allí, Sofía me hablaba con el mismo tono de las veces anteriores
- Secarme, si quieres ayudarme…
Y sin pensárselo dos veces, agarró mi pene y cuando endureció, tiró de la piel hacia abajo, manteniendo la presión.
- Te he dicho que te portases hoy bien, y te has portado mal, así que este es tu castigo.
Clavó sus ojos en los míos y sin parar la presión movió de un lado a otro mi pene, se chupó la palma de su otra mano y empezó a golpear mi miembro contra ella. No tardé en correrme, derramando mi semen sobre la piedra en la que ella estaba sentada.
- Si te vuelves a portar mal, te pierdes tu premio hoy. Vístete y nos vamos.
Le hice caso, me vestí y volvimos sin comentar nada más. Al llegar a la casa Luis no estaba y Sofía subió a su cuarto. Bebí agua y subí a su cuarto yo también, encontrándomela desnuda frente al espejo, su cara volvía a ser la de “enfado” con un niño. Me disculpé con ella, diciéndole que sólo quería hablar, sin moverse ni taparse me dijo que adelante.
- ¿Tú también habías escuchado los rumores sobre mí?
- Sí.
- ¿Y qué se dice?
- Se dicen muchas cosas, he visto que algunas son ciertas… Y otras no las creo. – Sonrió y se encaminó a la ducha, la seguí.
- ¿Sabes de donde vino el rumor?
- Pues sí, conozco de primera mano el “rumor original” – Entró en la ducha, de nuevo sin cerrar la cortina
- ¿Y quién es?
- Hoy no te has portado bien, así que no creo que tenga que decírtelo… - Anda, entra y enjabóname la espalda. Me quité los zapatos, pero no me dio tiempo a más. – ¡Rápido!
- Vale, me portaré bien… Otra cosa… Yo me he enterado de que estás con alguien que tampoco es muy bueno.
Enjabonaba su espalda mientras me empapaba toda la ropa, esta vez no me “portaba mal” para no enfadarla.
- No estoy con nadie, solo es alguien que me folla bien. – Acerqué mi cuerpo a ella, quedando pegados el uno al otro, pasé mis manos para enjabonar su abdomen.
- ¿Tan bueno es? – Le susurré al oído
- No tanto como tú, mi niño.
- ¿Entonces lo vas a dejar?
- ¿Tú vas a estar siempre que necesite apagar un fuego?
- Siempre que necesites una polla joven, la tendrás.
Sofía se quitó el jabón y salió, dejándome muy caliente de nuevo, me quité la ropa y mientras me duchaba de nuevo con agua fría para bajar el calentón, ella cogió todas las prendas mojadas y se las llevó. Al salir, había otra muda limpia sobre su cama. Luis todavía no estaba, así que pusimos la mesa sin hablar más del tema. Cuando llegó, comimos sin más, no hubo ningún tonteo en la mesa.
Pasamos los tres la tarde en el sofá viendo la tele, con Sofía en medio, pero de nuevo no hice nada más. En un momento ella se levantó a hacer palomitas y Luis aprovechó para decirme lo que quería decir por la mañana.
- Oye, ¿has podido hacer algo con el tema?
- Tú tranquilo, dejará a ese tío, hablando se entiende la gente – Luis se quedó pensativo
- ¿Así que solo has hablado con ella?
- Me pediste por favor que me follase a tu madre – Luis se quedó en silencio, sin saber qué decir – Si quieres la próxima vez te dejo ver
- ¿Qué dices? Yo… - Su manera de dudar me hizo sospechar de que Luis quería follarse a su madre, pero yo no iba a perder mis privilegios por el momento
- ¿Oye, tu madre como te suele llamar?
- Pues… mi niño.
- ¿Y tú a ella?
- Mère.
- ¿En francés?
- Sí, mi abuelo lo era, ¿por?
- Nada, curiosidad.
Empecé a sospechar que no solo el hijo deseaba a la madre y me propuse descubrirlo. La tarde pasó con normalidad mientras no paraba de darle vueltas a todo en mi cabeza.
Sofía hizo la cena antes de lo normal y yo sabía la razón. Le dije a Luis que después de cenar se fuese a acostar y que no hiciese ruido, que yo dejaría la puerta de su madre entreabierta. Ni tan siquiera me respondió, pero al acabar de cenar así lo hizo, diciendo que quería madrugar al día siguiente.
En cuanto subió las escaleras me levanté y Sofía me miró con cara de viciosa, pero cogí los platos para llevarlos a la cocina.
- ¿Qué haces?
- Ser un niño bueno y recoger la mesa. – Pareció ser la respuesta correcta por la sonrisa que puso
- Muy bien mi niño bueno, te espero arriba que me voy a preparar.
Acabé de recoger la mesa y antes de entrar a la habitación mandé un mensaje a Luis “La puerta está entreabierta”. Cuando entré Sofía me esperaba de nuevo sentada en un lateral de la cama, totalmente desnuda. Me acerqué a ella y la besé. Ella se puso a cuatro patas sobre la cama y separando sus nalgas me enseñó su ano listo para ser empalado.
- Lo he preparado para ti, mi niño.
Pasé mi dedo por su agujero, notando una ligera humedad.
- ¿Quieres que juguemos a un juego? – Busqué con un vistazo rápido sus bragas usadas, encontrándolas en el suelo y cogiéndolas. - ¿Quieres pillarme oliendo tus bragas mientras tú estabas en la ducha?
Sofía tardó unos segundos en entender el juego, pero se puso en cuanto lo adivinó, se levantó de una salto un con un pequeño beso en la boca se fue al baño. Miré a la puerta para ver que seguía entreabierta y me tumbé sobre la cama masturbándome mientras olía la ropa interior de Sofía.
Salió del baño y representando nuestros papeles nos hicimos los sorprendidos.
- Te voy a tener que castigar, niño malo.
Olvidando con gran rapidez los papeles, sacó aceite corporal del cajón y lo dejó sobre la mesita de noche, se tumbó entre mis piernas y cogió mi polla con una mano, mordiéndose el labio inferior. Dejó caer su saliva sobre mi pene y la restregó por todo lo largo con su mano. Sonrió y me miró a los ojos antes de tragársela entera, sonando una pequeña arcada cuando mi glande golpeó su garganta. Me agarré con ambas manos a su cabeza, pero más importante aún es que pude ver como la puerta de la habitación se abría un poco más.
Sofía continuó la mamada, cada vez que se metía mi pene en su boca, sus labios recorrían menos longitud, hasta que finalmente pasó a hacer succión sobre mi capullo.
Me puse de pie sobre la cama, sabiendo que si no no podría aguantar más. La invité a subir con una mano y ella la cogió, pero pasó su lengua desde mi abdomen a su boca al ritmo al que se levantaba, culminando con un beso en el que su lengua parecía ansiosa.
La puse contra la pared y le di un par de azotes a los que respondió moviendo su gran trasero. Me arrodillé en la cama y separando bien sus nalgas escupí a su ano. Pasé mi lengua de su coño completamente mojado a su culo y volví a escupirle. Apreté con más fuerzas sus nalgas e introduje mi lengua en su culo, moviéndola mientras ella gemía. Paré y volví a hacer el recorrido de su coño a su ano mientras ella no paraba de gemir y de llamarme mi niño.
Me levanté y nos volvimos a comer la boca mientras ella seguía de espaldas. Nos bajamos de la cama y Sofía me entregó el bote de aceite. Cogió la almohada y la colocó bajo su abdomen, dejando su culo a mi disposición.
Me embadurné bien la polla e introduje un dedo por su culo sin gran resistencia, por lo que probé con dos. Costaba un poco, pero cedía rápido.
Coloqué mi polla en la entrada de su culo y agarrándome a sus caderas la introduje lentamente, ella suspiró al tenerla toda entera, por lo que empecé a follarla despacio.
Cuando noté que ya se había acostumbrado, cambié el ritmo de mis embestidas, acelerando las penetraciones. Los choques de nuestros cuerpos se oían por toda la habitación y Sofía empezó a gemir, un concierto que aceleró mis ganas de correrme y se lo hice saber a la madre de mi amigo.
- ¡No! Aguanta un poco
Ante sus palabras hice un esfuerzo sobrehumano para retrasar todo lo posible la eyaculación. Cuando creía que no iba a poder más, Sofía gritó “¡Me corro!”.
- ¡Sí! Córrete, córrete mère!
Empecé a llenar su culo con mi leche y Sofía me respondió un grito impresionante.
- ¡Dios! Joder mi niño, te quiero joder.
Retiré mi polla y de su culo empezó a resbalar mi semen. Me tumbé en la cama junto a ella y se acercó a mí, quedando dormida con la cabeza en mi pecho. Me desperté dos horas después y estábamos cubiertos con una manta. Sofía no había sido porque estaba en la misma posición que cuando acabamos, así que empecé a tramar mi plan.
Nos despertamos el domingo y lo preparamos todo para marcharnos, Sofía parecía un poco avergonzada por algo y también pensativa, pero por lo demás todo ocurrió como si hubiese sido un fin de semana normal. Antes de subir al coche intercambié mi teléfono con Sofía. Llegamos eso de la una del mediodía y me invitaron a ir con ellos a comer, pero lo rechacé como parte de mi plan.
Subí a mi casa y comí rápido. Busqué por la casa y encontré dos esposas y un antifaz. Mandé dos mensajes. Uno a la madre diciendo que quería ir a visitarla a las cuatro y otro al hijo para que saliese de su casa a las tres y media y volviese a las 5 y media, pero que no dijese nada a su madre de cuando volvería. Ambos me respondieron afirmativamente.
Puntual como un reloj, a las cuatro estaba picando a la puerta de Sofía con el corazón a mil. Cuando me abrió la puerta nos faltó tiempo para meternos dentro y devorar nuestras bocas. Nuestras manos recorrían con ansia cada centímetro del cuerpo del otro y sin saber bien como, ambos acabamos desnudos en el pasillo con Sofía apoyada en la pared y cogida con sus piernas en mi cadera. Me pidió que la follase ya, pero la paré.
- Te he traído una sorpresa, espérame en la cama.
La madre de mi amigo asintió y movió sus caderas exageradamente mientras se perdía en una de las habitaciones al final del pasillo. Volví sobre mis pasos, recogiendo mi ropa y la pequeña bolsa que traía, que también había caído durante el torbellino que había pasado por allí.
Cogí mi móvil y mandé otro mensaje a Luis “A las 5:30 y sin hacer ruido”.
En la habitación Sofía me esperaba con las piernas abiertas y acariciando su tesoro. Me acerqué con mi polla erecta señalándola y ella ronroneó. Cuando saqué las primeras esposas de la bolsa, se rió y mientras ataba una de sus manos al cabezal de la cama, empezó a chuparme la cara y a masturbarme con su mano libre. Rodeé la cama y la até al otro extremo. Le expliqué que si pulsaba un botón se abrirían y cuando me giré a por la bolsa, escuché el click de las esposas, seguido de un “Ups” y una sonrisa.
- Hoy soy yo el que te pude castigar, así que pórtate bien.
Volví a atar las esposas que había liberado mientras me miraba fijamente y le acomodé la almohada y los cojines. Finalmente saqué el antifaz y le tapé los ojos. Ella se abrió de piernas completamente.
Con una rodilla sobre la cama, agarré uno de sus pechos e introduje dos dedos en su coño chorreante. Empezó a gemir desatada y a mover su cadera adelante y atrás mientras la follaba con mis dedos. Cuando estaba a punto de correrse, paré.
- Esto por quitarte las esposas.
- Que malo es mi niño
Me subí a la cama y empecé a pasar mi polla por su boca, retirándola cuando iba a atraparla. Me agarré a su cabeza y entonces si empecé a follarme su garganta, escuchaba sus arcadas y notaba sus pies moverse cuando mi mástil entraba entero. Ella acompañaba cada embestida con un movimiento de su lengua.
Paré unos segundos para dejarle respirar. Me senté junto a ella y mientras acariciaba lentamente su coño, empecé a lamer y mordisquear su oreja mientras le susurraba al oído.
- Lo mejor del antifaz es que puedes imaginarte que te folla cualquiera. – Ella no respondió, así que presioné un poco más. – ¿En quien vas a pensar tú?
Abrió la boca para responder pero la callé con los mismos dedos que se habían empapado de su jugo.
- Luego me lo dices, ahora te follaré yo.
De rodillas sobre la cama me puse ante ella y tirando de sus caderas la penetré como un cuchillo caliente en la mantequilla. Gimió y con sus piernas rodeó mi cuerpo, apretando sus talones en mi culo. Apreté sus pezones con mis dedos y empecé a follármela despacio.
- Dame mi niño, vamos. – Dijo Sofía mientras hacía fuerza con sus pies para que aumentase el ritmo.
Le hice caso y comencé unas embestidas cada vez más rápidas mientras sus gemidos pasaron a ser gritos muy agudos. Sabiendo que en ese ritmo no aguantaría mucho tiempo, volví a las penetraciones lentas, pero para no escuchar sus quejas, besé a Sofía mientras la bombeaba. Cuando me recuperé un poco, volví a los movimientos rápidos y pude ver como la madre de mi amigo apretaba los dientes y dejaba caer su cabeza hacia atrás, pensé que podía liberar mi carga y agarrándome bien fuerte al cabecero de la cama, di tres embestidas fuertes y me corrí dentro de ella. Esperaba que su orgasmo acompañase al mío, pero en vez de eso recibí un grito:
- ¡NO! Joder estoy que ya
Retiré mi polla, me puse de pie y se la acerqué a la boca
- Vamos, porfa… - Le acaricié el pelo y ella atrapó mi pene semierecto entre sus labios. Apoyé mis manos a la altura de sus rodillas en una especie de pino puente y aguantando mi peso con solo una mano, dirigí la otra a su coño, hundiendo dos dedos con facilidad por el mejunje que hacía mi semen y sus fluidos.
En aquel momento me sentí un acróbata del circo del sol, masturbando a Sofía mientras mi pene poco a poco revivía en su boca. En mi nueva postura, conseguí deslizar mi menique a su ano, que entró con poca dificultad, recibí un pequeño mordisco en el tronco y entendí que iba por buen camino.
Sin esperármelo, Sofía se levantó de un salto, haciendo chocar nuestros cuerpos y tirándome sobre ella.
- ¡Siiiiiiii! ¡Qué bueno mi niño que sabe lo que le gusta a mami!
De nuevo me puse de pie en la cama e introduje mis dos dedos y mi pene en su boca. Obediente, ella los limpió bien con su lengua y acabó la mamada succionando mi glande y dándole lengüetazos que me llevaron a la gloria. Me corrí en su boca y me senté frente a ella, que como si supiese que la miraba, sonrió dejando caer un poco de mi semen por su barbilla para luego recogerlo con su lengua y hacer burbujitas.
Miré el reloj sobre la mesita, las 5:20. Me acerqué a ella y volví a lamerle la oreja para luego recordarle en un susurro que cuando volviese, quería el nombre de en quien pensaba.
Salí de la habitación, me vestí y me hidraté. De repente, el movimiento de la puerta me asustó. Luis llegaba cinco minutos antes y con el sigilo de un ninja. Me acerqué a la puerta indicándole que siguiese en silencio.
- ¿Qué pasa?
- Te he dejado un regalo en el cuarto de tu madre.
Dicho esto, me fui al sofá para acabar de ponerme las bambas. Luis, extrañado, no sabía qué hacer, hasta que se adentró en el pasillo y se paró ante la habitación de su madre. Estaba a punto de calzarme la segunda zapatilla cuando lo vi entrar y me pudo la curiosidad. Me volví a descalzar para no hacer ruido y abrí y cerré la puerta principal sin hacer mucho ruido para que si Luis lo escuchaba, pensase que estaba fuera.
Desde la puerta de la habitación pude ver como Luis estaba junto a una de las manos de su madre, dubitativo, pero ella debió darse cuenta de que allí había alguien porque con un dedo hizo el gesto a Luis de que se acercase.
En ese momento mi amigo ya no se lo pensó y se sentó sobre el abdomen de su madre. Sin importarle que su boca estuviese llena de mi semen, empezó a besarla con desesperación. La situación me puso muy caliente de nuevo, pero quería ver el desenlace de todo aquello. Luis se levantó de la cama, de nuevo dubitativo, como si tuviese un ángel sobre un hombro y un demonio sobre el otro… pero claramente ganaba el demonio.
Con un tirón bajó sus pantalones y sus calzoncillos, saltando una polla enorme que hizo que me avergonzase de mi tamaño. Si la ensartaba con aquello de golpe, seguro que se daría cuenta del intercambio, pero mi amigo debió pensar lo mismo y se arrodilló ante su coño para devorarlo, de nuevo sin hacer ascos a que yo hubiese descargado mi veneno en su madre.
No sé si por la inseguridad que me había asaltado al ver tal herramienta o por la pericia de Luis, pero me daba la sensación de que los gemidos de Sofía eran más placenteros con su hijo que conmigo. Cuando mi amigo se paró, sufrí por su madre. Realmente no sabía si aquello le iba a caber sin hacerle daño.
Luis puso su polla en la entrada del coño de su madre, supongo que haciendo las mismas mediciones que yo. Pero creo que ambos nos olvidamos de Sofía quién protestó al notar que no era penetrada.
- ¡Joder, métela ya!
Luis se paralizo, supongo que se puso nervioso al escuchar a su madre y creo que en ese momento se arrepintió. Pero esos segundos de cobardía de mi amigo dieron paso a lo que bien podría ser una intervención divina, porque sin esperarlo ninguno de los dos, Sofía entonó las palabras decisivas:
- Joder. Vale, te lo diré, pero luego me empotras como a una puta… En quien pensaba al follar es… mi hijo Luis.
Al escuchar eso, mi amigo metió todo su mástil en su madre, que emitió un gran grito, pero eso no lo detuvo de empezar unas embestidas salvajes que solo hicieron aumentar los gemidos de Sofía. No pude evitar empezar a tocarme sobre el pantalón cuando Sofía emitió otro gritó que de nuevo cambió el juego:
- ¡Si mi niño, sí!
Luis, ya totalmente dominado por el demonio de su hombro, quitó el antifaz de su madre sin parar aquellas penetraciones. Era la hora de la verdad. Ahora que la madre sabía quién la estaba montando era hora de saber si realmente quería que lo de su hijo fuese más que una fantasía.
- ¡Joder Luis! ¿Qué coño haces? – Pero su hijo no respondió, seguía ensimismado en taladrar su coño – No, no, no, no podemos…
Yo sabía que si ella quería parar aquello sólo debía pulsar el botón que la liberase, pero no lo hizo, dejando a su hijo seguir, mientras entre gemidos a veces se le escapaba un “no está bien”. Cuando los falsos lamentos de su madre se extinguieron completamente entre gemidos, Luis se tumbó para que su madre lo cabalgase y sin el momento de duda que pensaba que se iba a tomar la madre, se despojó de las cadenas y colocándose la enorme polla de su hijo entre sus labios, se dejó caer, quedando ensartada y emitiendo otro enorme grito.
Sofía repitió el proceso unas veces más hasta que se apoyó sobre sus manos y se fundió en un beso con su hijo, quien empezó a follarla mientras ella movía sus caderas en círculos.
Yo ya no podía más y con la mano por encima del pantalón di las últimas sacudidas a una paja que me humedeció los calzoncillos. Quería más y por supuesto quería unirme, pero yo ya sobraba en aquella casa. Cuando me iba a ir Sofía me vio, pero no dijo nada, sólo una mirada cómplice de agradecimiento. Con una sonrisa se levantó y dándome la espalda se sentó sobre la cara de su hijo para hacer un 69, así que me fui de su casa sabiendo que había unido una familia.
Al cerrar la puerta me acordé que no le había acabado de preguntar a Sofía por el rumor que corría sobre mí, pero ya era demasiado tarde, así que me propuse descubrirlo por mi cuenta.