Por espiar en los vestuarios-relato breve
Un joven es atrapado cuando intenta hacer fotos a chicas desnudas en los vestuarios. Y recibirá su merecido castigo.
Marcos estaba tremendamente acojonado. Se hallaba desnudo y atado en el banco de los vestuarios de las chicas tras haber sido descubierta por estas. Su pequeña e insignificante polla estaba encogida por el miedo mientras que sus huevos quedaban colgando alegremente. Su idea era la de sacarles fotos en pelotas y chantajearlas para tener sexo con ellas.
Para ello se había escondido en una de las grandes taquillas. En un principio logró su objetivo pero el verlas desnudas hizo que hiciera un movimiento que golpeó levemente la puerta, suficiente para captar a estas y que lo encontrasen. Poco pudo hacer ante tantas mujeres él solo. Mirase donde mirase, veía a las chicas vestidas o en sujetador.
—Mira el cerdo, que cosa tan mierdosa tiene—dijo la capitana Alejandra.
—Si, ¿con eso nos ibas a hacer gozar?—preguntó una cercana a ella.
Todas le iban insultado, escupiendo en el pecho o pellizcando sus muslos. Alejandra tuvo una brillante idea y mando a todo el equipo callar. Se sentó en el banco, cerca de sus muslos y llevó su mano a los huevos de este. Los acarició un poco por encima antes de empezar a apretarlos con furia mientras su gesto facial dejaba ver lo enojada que estaba.
—Uahhhhhhhh—intentó zafarse pero era inútil, su cuerpo se sacudía.
—¡Cállate cerdo!—una de las más jóvenes y mazizas se desprendió de sus bragas y las metió en la boca de este para cerrársela.
—Si, mucho mejor—dijo la capitana.
Después de unos segundos de insufrible dolor, le dio unos buenos azotes. Con la mano libre se masturbaba debido a la excitación del momento.
—Buff, que gusto, probad chicas—aquella frase hizo que este tuviera un escalofrío.
Una a una fueron azotando, golpeando o apretando sus huevos mientras él derramaba lágrimas y quería gritar de dolor. Alejandra se besuqueaba con una compañera, la recién entrada al equipo sacaba fotos para evitar el chantaje una vez borrada las fotos que él había hecho.
—Uff, que calor—dijo Alejandra—será mejor darse un remojón.
Sin fuerzas para nada, desataron a Marco que fue arrastrado como si una pluma hasta las duchas. No sin antes desnudarse enteras. Aquella visión de las chicas desnudas hubiera hecho que tuviera una erección de no ser por el castigo a sus pelotas. Ni siquiera el balanceo de las tetas, ver tantos coños depilados o algo peludos pero con forma de corazón hizo que su amigo se pusiera en pie.
—Bien, a ver como esta el agua...—la capitana puso la mano bajo el grifo y aguardo unos instantes—si, esto ya esta—les guiño el ojo al resto.
Le abrieron las piernas y los brazos, bien sujeto, fue introducido por las chicas que lo colocaron bajo el agua. Él lo único que deseaba era frío para sus pelotas pero pudo sentir calor emanar del grifo y como salía vapor.
—No, no...¡Nooooooooooo!—quiso decir, pero su boca estaba tapada por las bragas.
El dolor del calor hirviendo sobre sus pobres pelotas es indescriptible. Tuvieron que usar mucha más fuerza para intentar que no se escabullese. El dolor del joven fue en aumento, queriendo terminar con aquella horrible tortura.
Se desmayó al cabo de unos quince segundos. Sus testículos estaban rojos como tomates. Alejandra decidió darle un baño de agua fría para calmar un poco el dolor. Eso alivió un poco aunque el joven estaba sin sentido.
Despertó al cabo de un buen rato, el dolor persistía. Al hacerlo, vio que estaba sin fuerzas, rodeado por las chicas, mirándolas a la cara que se reían de él.
—Espero que hayas aprendido bien la lección—dijo Alejandra pisando los huevos—ups, ¿acaso he pisado en mal lugar?—los retorció ante este que sentía quebrarse por dentro.
Marco fue agarrado de nuevo y puesto de pie, con las piernas abiertas. La capitana tomó impulso.
—Hoy en el entrenamiento he metido un buen gol, pero los balones estaban un poco desinflados, vamos a probar con los tuyos—Marco horrorizado pidió clemenecia.
Pero Alejandra tomando algo de carrerilla levantó la pierna golpeando justo en el centro con una fuerza devastadora que dejó sin sentido al joven después de sentir un dolor agudo y profundo en sus huevos.
Una de las porterías del campo de fútbol de entrenamiento era bastante pequeña y mucho más bajita de las normales ya que se usaba para un parte del ejercicio. Lo dejaron colgando boca abajo de los huevos atados al larguero.
—La próxima vez te lo pensarás dos veces—dijo Alejandra antes de irse con las ropas de este—por cierto, ahora viene el equipo masculino—comentó entre risas.
Las escuchó largarse mientras su cabeza tocaba el suelo. Sentía mareos, nauseas y vómitos. El dolor de huevos no cesaba y aun estando libre de pies y manos, no tenía fuerzas para nada.
Escuchó ruidos más tardes y comentarios. Era el equipo masculino que al encontrar al joven de aquella manera le bajaron.
—Gracias—dijo en el césped.
—Oh no, gracias a ti—dijo el que parecía el capitán.
Marcos no entendió esas palabras hasta que unos cuantos le tocaron el culo. Varios de ellos lo pusieron a cuatro patas mientras lo sujetaban.
—La capitana nos ha permitido esto—comentó.
Entonces, el chico vio a este desprenderse de sus pantalones de fútbol dejando su enorme y largo pene al descubierto. Sus huevos colgaban debajo y cuando se puso de rodillas frente a su culo, supo que la pesadilla no había terminado.
Pocos segundos después, el equipo vitoreó como si hubieran metido un gol. Aunque en cierto modo, no andaban muy mal encaminados.
FIN
Espero que les haya gustado este breve pero intenso relato. Y cualquier cosa, no duden en comentarme. Un saludo.