Por culpa de una bicicleta.
Por culpa de una bicicleta fui infiel a mi marido
Un saludo a los lectores.
Mi nombre es lo de menos, tengo 42 años, casada desde hace doce años, mido metro setenta, delgada, pelo castaño, pecho talla 95 un poquito caídos por la edad y la lactancia de mi hija, y unas nalgas aún duras y firmes debido en gran parte al hecho de acudir al gimnasio, me gusta vestir de forma casual e informal.
Los primeros quince días del mes de agosto tuve que trabajar mientras que mi esposo y mi hija disfrutaban del apartamento en la costa que tienen mis suegros. El tiempo en mi ciudad esos días era algo caluroso y decidí acudir a la oficina en bicicleta así ahorraba en gasolina y hacía algo de ejercicio.
El trayecto no es el mismo en coche que en bici, el primer día pasé por delante de una solitaria lonja, un chico magrebí, muy joven no más de veinte años, estaba sentado en el suelo fumando.
Me observó según me acercaba, en el momento de pasar a su lado me sonrió, lo miré de reojo y le escuché decir: menudo culazo.
No le dí ninguna importancia y seguí mi camino. Durante los siguientes días la escena volvió a repetirse, pasaba del te de su local y me gritaba menudo culazo.
No puedo negar que comenzé a sentirme halagada, que un chico que por edad podría ser mi hijo me piropease hacía crecer mi autoestima.
Un jueves llevaba una camiseta holgada, os prometo que no me la puse con intención de provocar, iba con el tiempo justo, pasé por delante de mi joven admirador y le oí exclamar: que tetazas tan gordas.
Os prometo que no me di cuenta pero al inclinar e sobre el manillar la camiseta se ahuecaba y dejaba a la vista mi sujetador. Por un lado me sentí avergonzada, el chaval se había dado un festín viendo lo que le había enseñado, por otro lado al escuchar sus palabras noté un cosquilleo en mi cuerpo.
Al día siguiente, decidí ser algo más recatada, según me acerqué note su desilusión, justo al pasar le escuché gritar: vaya tanga y que culazo de milf.
Puede que penséis que soy una buscona, giré la esquina y me detuve echando mi mano a la parte trasera del fino pantalón de lino, al inclinarme sobre la bicicleta el pantalón se escurría dejando a la vista mi negro tanga y el inicio de mis nalgas de forma exagerada.
De vuelta a casa estaba muy excitada, en la soledad de mi cama rememoré los hechos, menudo se festín se ha dado el chaval le he enseñado casi todo mi culo, en ese momento recordé que el chico había pronunciado una palabra: milf.
Miré en el buscador y me quedé petrificada, noté como mi coño palpita a y se humedecía debajo de mi tanga y mis pezones se empitonaban y ponían muy duros.
Introduje mis manos por debajo del pijama acariciando mis tetas, chupe mis dedos y jugué con mis oscuros y duridimos pezones tirando de ellos, un gemido de placer invadió mi dormitorio. El calor era insoportable y me saqué la parte superior del pijama para acariciarme mejor, mientras mi mano izquierda se deslizaba hasta mi húmedo sexo.
Lo acaricié por encima de mi prenda íntima, y metiendo mi mano por dentro del tanga introduje dos dedos dentro de mi coño. Al instante acaricié mi hinchado clitorix recorriédolo con mis dedos de forma circular.
Una descarga recorrió mi cuerpo mientras fantaseaba mi mente: le había enseñado a un desconocido mi tanga, me había visto medio culo y el escote. Mis jadeos fueron aumentando, seguro que el chaval se había masturbado pensando en mí cuerpo. En mi mente resonaba la palabra milf, milf, notaba que estaba a punto de llegar al orgasmo, en ese instante el teléfono sonó.
Era mi marido, mi placer desapareció al instante, estuve hablando con mi marido un buen rato mientras una sensación de vergüenza me invadía.
Dormí muy mal e inquieta mientras un cúmulo de sensaciones contradictorias me invadía.
Me desperté muy excitada, la ducha no alivió mi calentura, deseaba masturbarme pero andaba justa de tiempo. Una idea atravesó mi cabeza, es un juego pero ¿ sería capaz?. Abrí mi armario, me vestí con un vestido floreado de falda larga y cogí la bicicleta.
Lo cierto es que era un poco incómodo andar en bici con esa falda larga, según me acercaba a la altura de mi joven admirador recogí el vestido sin ningún decoro dejando a su vista mis muslos. El chico se levantó de un salto acercándose, me asusté y pedaleando más fuerte lo evité mientras le oí gritar: zorra calienta pollas.
Al llegar al trabajo fui directamente al baño, levanté la falda de mi vestido con la mano derecha, el tanga estaba empapada, mis dedos profanaron mi coño llegando al clitorix, un breve roce hizo que me corriese en ese instante, mi mano quedó aprisionada entre los muslos mientras mordía mis labios amortiguado mis gemido.
El juego se fue repitiendo toda la semana, me ponía faldas largas y con descaro me la subía al llegar a la altura de mi joven admirador mientras él me gritaba obscenidades: zorra, puta exhibicionista, te voy a dar polla hasta reventarte.
El viernes fue especial, al llegar a su altura el joven magrebí acariciaba su paquete con descaro sin esperarlo sacó su polla, era enorme y muy gorda, mucho más grande que la de mi esposo. Detuve mi bicicleta a unos diez metros, el joven comenzó a masturbarse delante de mí, no pude evitarlo y me subí la falda del vestido hasta la altura de la cintura mostrando mi tanguita. Noté el aire fresco de la mañana en mi húmedo coño,el joven me miraba sorprendido, le oí gritarme puta zorra, ven milf que te voy a dar polla, miré a los lados y al no ver a nadie me giré mostrándole mis desnudas nalgas mientras le miraba a la cara.
Su rostro era una mueca de lujuria y placer, la mano del magrebí meneaba su enorme y gruesa verga con muchísima rapidez, escuché un grito muy alto: puta milf mientras incontables chorros de leche escupían de su pollón.
Me fui evitando pasar a su lado, llegué tarde al trabajo con la consiguiente bronca de mi jefa, fui directamente al baño a masturbarse. No pude concentrarme en todo el día, volví a masturbarse, tanto en el trabajo como en mi cama matrimonial, viendo en mi mente el tremendo pollón de mi joven admirador.
El sábado era festivo, sin poder contener mi excitación, me puse una minifalda muy corta de vuelo que prácticamente no usaba y una camiseta de tirantes muy ceñida. Me miré delante del espejo mientras recogía la malena en una coleta , la camiseta a duras penas ocultaba mis empitonados pezones, la minifalda a más de medio muslo mostraba mis torneadas piernas mientras notaba la humedad de mi tanga azul de encaje. Parecía una buscona deseosa de polla. Salí de casa sin nada de valor ni que me identificase.
No había nadie en la calle, era temprano, al pedalear mi minifalda se subía escandalosamente mostrando mi prenda más íntima de color azul. Me crucé con un señor mayor paseando a su perro, embobado pero con descaro se quedó mirando mi entrepierna, me avergoncé.
Tras breves minutos que se me hicieron eternos llegué al local y me sentí decepcionada. No sé veía al joven magrebí por ninguna parte, apoyé la bicicleta en la pared asomándome por la cristalera. El joven estaba tumbado en un camastro, solo llevaba puesto un bóxer, nuestras miradas se cruzaron, en su cara ví una sonrisa de triunfo.
El magrebí llevó su mano al bóxer acariciándose por encima del boxer, su erección fue tremenda. Miré a los lados, no se veía a nadie, y levanté mi minifalda mostrando a mi admirador el triangulo de mi diminuto tanga azul de encaje que apenas ocultaba mi empapado coño.
El chico se quitó su prenda íntima quedando completamente desnudo y dejando a mi vista su tremendo pollón completamente depilado, mientras se la meneaba me hizo un gesto para que me girase. Me dí la vuelta, mi admirador deseaba contemplar mis nalgas, en esa posición me incliné para que viese mi culo a su antojo.
La puerta se abrió y agarrándome de las muñecas me introdujo dentro del local cerrando de un sonoro portazo. Me empujó contra la pared y se abalanzó sobre mí, sus manos fueron directamente a mis tetas estrujándolas con mucha fuerza, notaba su tremenda verga manchando mi negra minifalda con su precum.
Nos besamos con lujuria, su lengua profanó mi boca entrelazando nuestras lenguas y mezclándose la saliva. Su mano derecha tiró hacia arriba del borde de mi minifalda, mientras su mano izquierda apretaba y magreaba con fuerza mis nalgas pasando de un cachete al otro. Levanté mi pierna izquierda rodeando la cintura del magrebí, sus apretones en mis nalgas se hicieron más fuertes metiendo el dorso de su mano en mi entrepierna.
El chaval me acariciaba y besaba como un poseso, lamió mis mejillas, mi frente, los lóbulos de mis orejas, mientras por mi parte gemía sin control.
-Como me tienes zorra,...., eres una puta milf que te gusta calentar a los hombres,...., estos días venías a provocarme enseñándome todo para luego marcharte,...., la de pajas que me hecho maldita zorra, me susurraba el joven al oído.
El chico asió mi ceñida camiseta de tirantes tirando con muchísima fuerza hacia arriba obligándome a subir los brazos. Sacó la prenda por encima de mi cabeza, con mucha destreza desabrochó el sujetador y se abalanzó sobre mis tetas. Las chupó, lamió y apretó como un desesperado tomando posesión de ellas, tan pronto chupaba mis sensibles y duros pezones como los mordía sin piedad.
-Siiiii,...., jadeaba entre espasmos de placer,...., más por favor más,..., acertaba a balbucear.
-Puta, más que puta, gritaba el magrebí.
Sus insultos me excitaban cada vez más, el chaval asiendo mis muñecas me lanzó sobre el sucio camastro, de un tirón echó las cortinillas y se abalanzó sobre mí.
Le recibí con las piernas con las piernas abiertas, no hubo ningún preliminar, me arrancó la minifalda y echando a un lado mi tanguita de un solo golpe me penetró hasta lo más profundo de mi útero donde no había llegado nunca mi marido.
Sin ninguna caricia me folló en la posición de misionero empalándome hasta lo más profundo de mis entrañas mientras me humillaba e insultaba tanto a mí como al cornudo de mi esposo.
Durante más de un cuarto de hora me folló, girando e de vez en cuando para nalguear mi culo, tuve un primer orgasmo pequeño mientras mi joven admirador seguía dándome verga a su antojo.
- como se llama tu esposo, dímelo zorra, como se llama puta milf como se llama el cornudo jadeaba mi joven semental
Al pronunciar el nombre de mi amado y cornudo esposo estallé en un largo orgasmo, mi cuerpo se arqueó notando contracciones y descargas en mi vagina. Fue un orgasmo intenso y muy largo, el mejor de toda mi vida, crucé las piernas por encima de la cintura del joven magrebí y apreté con mi vagina su durísima verga. Incontables descargas de semilla caliente inundaron y regaron lo más profundo de mi útero.
Ese fin de semana lo pasé con mi joven magrebí, me folló en todas las posturas inimaginables, se apropió y tomó posesión de mí virginal culo, se corrió en mi boca innumerables veces manchando mis tetas, mi cara, mi espalda, mi pelo con su semilla. Sus eyaculaciones eran tremendas, me hacía comparar el tamaño del pene de mi esposo con su tremenda verga y al llegar al orgasmo me hacía gritar el nombre del cornudo de mi marido.
Os dejo a vuestra caliente imaginación recrear como el joven magrebí me hizo suya ese fin de semana en un viejo local.
Hoy en día cuando el tiempo y las circunstancias lo permiten sigo pasando en bicicleta por delante de mi joven amante.
FIN