Por culpa de una almorrana no me la pudo meter...

¡La madre que la parió a almorrana...! Por su culpa, de que me la metiera Luis, me quedé con las ganas...

Por culpa de una almorrana no me pudo follar Luis

Una de mis frustraciones sexuales fue la que tuve con Luis, el tío más guapo y más cachas que he conocido en mi vida. Voy a contar el motivo.

Nos conocimos en uno de los clubs que existen en Chueca; el barrio de gays y lesbianas más famoso del ambiente de Madrid. Era viernes por la noche, y ese día no estaba de buen humor porque el amigo que había quedado, me llamó por teléfono para comunicarme que no podía venir por razones de trabajo. ¡Bueno! esa fue la excusa que me puso.

Estaba tomando una copa en Wagabon. Para mi gusto unos de los mejores locales de la zona, por su decoración estilo pop con tonos rosas, amplios ventanales y ladrillo visto; aparte de una carta muy variada a base de recetas mediterráneas e internacionales (especialmente orientales). De pronto le vi. Alto, como de un metro noventa, muy bien proporcionado, pero lo que más me llamó la atención fueron sus piernas. Piernas que se marcaban en un pantalón ajustado de color gris plateado, y en que se adivinaba entre ellas un "paquete" de ensueño. Moreno, de pelo ondulado y ligeramente plateado en sienes. Guapo, muy guapo. El tío estaba de bueno que "crujía". De unos treinta y cinco años.

Pero si yo le miré con cierto descaro, su mirada hacia mis ojos, fueron de puro desvergüenza, no se cortó ni un pelo. Y sin ambages ni rodeos se vino hacia mi, como el que no quiere la cosa.

Debo reconocer, que, me molestó un tanto su insolencia. A uno (como a queda quisquei) le gusta ligar, pero de una manera sutil, saboreando el preludio de la obra que se avecina como irremediable.

- Hola, ¿Está ocupado este taburete?. –Me dijo en un tono muy amable, y que suavizó un tanto la primera impresión.

-No, no... Está libre, si quieres lo puedes coger.

Supe que la pregunta sobre el taburete era para saber si estaba solo o acompañado, y me agrado esa sutileza. Mis dudas sobre si era un impertinente se habían disipado: primero por sus formas, y segundo, porque visto de cerca, estaba más bueno que "un queso".

- Estás sólo, ¿verdad? Por la hora que es, intuyo que no tienes compañía.

-Intuyes muy bien. –Le dije intentando enviarle un mensaje mental positivo . –Mi novio, me ha dado plantón.

Captó, captó el mensaje. Ya que a continuación me dijo muy convincente:

-Las relaciones fijas es lo que tienen; que te llevas muchas decepciones.

-¿Tú no tienes pareja? –Se me ocurrió decir.

-Pues la verdad que no. Tengo amigos, pocos pero de verdad. Pero con ninguno me une compromisos ineludibles, salvo el de la educación y la formalidad.

-Me parece muy bien tu postura, lo que pasa, que, así nunca te vas a enamorar.

-¿Y para que me quiero enamorar?

-¡Hombre! Le dije un tanto desencantado. –Amar a otra persona y formalizar lazos es muy bonito. ¿No te parece?

-Bueno verás... ¡Ah! Antes me voy a presentar. Me llamo Luis.

-Y yo Roberto. Encantado Luis.

-Igualmente.

-Te quería decir, que, soy bisexual, no gay, y que estoy casado desde hace diez años. Naturalmente con una mujer.

-Quedé algo confundido, pero pronto reaccioné, por lo para mis adentros dije:

-¡Y a mi que coño me importa que esté casado!

La cosa estaba muy clara, Luis buscaba para esa noche un culo que follar, cosa que me satisfizo, por lo que me dispuse a atacar sin rodeos.

-O sea Luis, que lo que buscas es una aventura para esta noche.

-¡Exacto! Eso es lo que busco.

Iba a preguntarle por su vida familiar, por su mujer, si sabía de su bisexualidad o le engañaba. Y volví a pensar para mi:

-Y a mi que coño me importa sus circunstancias personales!

Y ni corto ni perezoso, me la jugué a la carta más alta:

- Pues si te gusto, ya la has encontradola aventura.

-Me encantas Roberto, sobre todo el culito que adivino debes poseer. Y las teticas que se te marcan a través de la camisa...¡hummmmm! están para lamerlas.

Me quedaba una pequeña duda, si Luis fuera pasivo, como yo, pasivo. ¡Pero no! A todas luces era activo. O sea, de los que les gusta meterla hasta el corvejón.

- Tengo ganas de hacer pis, ¿me acompañas? Me dijo a la vez que me guiñaba el ojo derecho.

Me dio un vuelco el corazón, porque ardía en verle al polla. Pero le dije, mientras nos dirigíamos al servicio:

-Oye Luis, aquí no se te ocurra hacer nada, que este local es muy serio, y no permiten intimidades en los servicios.

-Tranquilo Roberto, que soy un señor.

Situados en sendos urinarios contiguos, Luis se sacó la polla de forma que pudiera verla., que era un pedazo de rabo que quitaba la cabeza; estaba medio empalmado. Ni que decir tiene que no quitaba mis ojos de allí

-¿Te gusta lo que ves, Robert?

-Sólo pude decir : ¡Ufffffff!

Volvimos a la barra para ver la forma de quedar.

- ¿Qué te parece Robert, si tomamos unas copas por la zona, y luego vamos a mi casa?

-Me parece de perlas. ¿Pero tu mujer?

-Ha salido con amigas. Ella también es bisex , y tenemos echo un pacto: unos fines de semana ligo yo, y otros ella. Y solemos traerles aquí.

-Pero me da miedo que nos pille.

-Tranquilo Roberto, que cuando llegue se va derecha al dormitorio, éste, es el "picadero" de ambos.

Quedé convencido. Pero a continuación me sobrevino la tragedia. Seguramente debido a las tapas picantes que tomamos por la zona, una de mis almorranas, empezó a crecer y crecer de una forma alarmante. Debo aclarar, casi siempre las tenía secas, y no impedían que mi culo, se tragara buenas pollas. Pero de vez en cuando, sobre todo por las comidas, se me inflamaban, y el dolor era insoportable.

-¡Y ahora que hago yo, Dios mío!

No me queda otra que contarle la verdad. Y la verdad le conté. Me encantó su reacción.

-Por mi no te preocupes, me haces una buena mamada y que me quedo tan feliz. Si lo siento es por ti, que no te la puedo meter en esas condiciones.

-Gracias Luis. Me da rabia no poder sentir ese pedazo de polla en mis entrañas. ¡Pero que se la va a hacer! Otra vez será.

Para acabar este relato, sólo diré, que, Luis se portó como lo que dijo en los urinarios: como un señor. Me trató de una forma tan delicada que me sentí en sus brazos como la más tierna mujercita.

Le mamé la polla todo lo que quiso y más. Se corrió en mi boca dos veces, y nos despedimos como dos personas que han sido felices una noche.

Pero me quedó un pequeño trauma que me duró un tiempo, ya que al preguntarle si habría una segunda vez, me dijo.

¡No Roberto! Nunca repito con nadie.

Comprendí, que es la mejor forma de satisfacer los deseos sexuales; pero maldije mi almorrana de una forma atroz; me había privado de sentir en mi culo, una de las pollas más apetecibles de mi vida.

FIN DEL RELATO