Por culpa de mi marido me tomo mi cuñado
Un cuñado se aprovecha de la ocasión y yo me dejé llevar...
POR CULPA DE MI MARIDO
Soy Diana, casada desde hace 5 años. Cuando me case, mi cuñado Alberto tenía 14 años, gordito, simpático y muy servicial desde que inicie el noviazgo con el ahora mi esposo.
Las cosas dentro del matrimonio marcharon muy bien al principio, hacíamos el amor diariamente pero para el tiempo del relato mi marido cayó en un bache, molesto por problemas de trabajo empezó a desatenderme. Le pedía que me llevara al banco, comercio, súper, pero siempre le pedía a mi cuñado que me llevara, le reclame varias veces pero esto no cambiaba la situación.
Mi cuñado siempre ha sido aventado y continuamente su mirada estaba pendiente de mi, vivo en el mismo terreno de mis suegros y mi cuñado aparecía en mi casa repentinamente y siempre me piropeaba: "que rica esta cuñada", cometí el error de seguirle la corriente y le respondía: ¿rica para que?
Varias veces entró mientras me bañaba y llegó a introducirse en el baño hasta verme desnuda, cuando le reclamaba el se disculpaba y me volvía a decir que estaba rica como para verme así desnuda e imaginar lo demás.
Un día al salir del baño envuelta en la toalla, el estaba acostado en mi cama y se le notaba el bulto de su verga, lo vi, se me acercó y me dijo: siempre pienso en usted cuñadita, mire como me tiene, otro error fue extender mi mano y tomar su verga sobre la ropa atendiendo su pedido, el me abrazó después de soltarme la toalla y tocar libremente mis nalgas y también me besó, al que respondí brevemente porque me daba miedo su proximidad y ciertas ganas por sentir adentro ese pedazo de carne.
La indiferencia de mi marido siguió, mientras mi cuñado continuaba su asedio, pidiéndome coger con el, lo hacia en forma directa. Le decía que no, ese no que quiere decir que si o casi sí.
Después de varios días me fui haciendo la idea de estar con el, me hacia falta más sexo y el indiferente de mi marido no actuaba.
El martes de la siguiente semana nuevamente se presentó la necesidad de mandados, nuevamente mi marido me puso en manos de mi cuñado, después de las compras, el simplemente guió el auto hacia un motel en las afueras de la ciudad, simplemente acepte la situación que ya deseaba intensamente. Al entrar tomé directamente la iniciativa, le dije que íbamos a hacerlo pero debía entender que sería solo por esta vez, que se diera todo el gusto que quería y que yo también lo disfrutaría pero nunca más lo haría.
Nos desvestimos, le pedí acostarse boca arriba y mientras lo besaba, mi mano le masajeaba muy despacio su verga parada a mil, pasaba el pulgar sobre el glande para distribuir las gotas de grasa que emitía para que deslizara suavemente, miraba la cabeza brillante con gran deseo, sabia que la iba a tener hasta el fondo, que me colmaría completamente. Baje y empecé a besarla, sus huevos, el tronco, para terminar saboreándola, apretando la cabeza con mis labios y mi lengua, la metía hasta el fondo y la sacaba despacio para sentirla. El quería que le diera un mete saca rápido pero no le permití, después de algunos bombeos paraba y la miraba de cerca tratando de imaginarla deslizándose en mi interior.
Cambiamos, el empezó a darme una mamada de coño, lo hacia despacio torturándome me volvía a ver cuando se detenía y le rogaba que le diera rápido, quería correrme en su boca pero el me disfrutaba torturándome.
Al fin se me vino encima y mientras me mamaba los pechos sentí la verga en la entrada y sin guiarla, la misma encontró la ruta, me la metió despacio, era la gloria tantas veces imaginada, deseada, cuando la metió al fondo me volvió a ver serio y me dijo: gracias cuñadita por darme esto, su cuerpo, su pepa tan rica, tan rica que no entiendo al tonto de mi hermano. Estuvo largamente en el mete saca despacio, paraba a verme y besarme las mejías y decirme al oído que tenia una cosita tan rica, que si le gustaba su verga, le respondí que me encantaba sentirla hasta el fondo. Como un toro bravo no aguantó mas y toda su parsimonia inicial se convirtió en una batalla campal metió y metió a fondo su verga hasta que empezó a gemir y bufar, yo respondí con un sonoro orgasmo al sentir los chorros de semen en mi interior.
Al final fueron tres polvos los que me hizo y yo tuve innumerables orgasmos, dos horas y media de puro placer.
No me arrepiento de lo que hice. Afortunadamente mi marido mejoró la situación y volvimos a la normalidad.
Este relato me lo contó mi amiga Diana.
Juan