Por culpa de mi hermana II
Me reitero en lo que dije toda la culpa es de Sara mi hermana. Seguro habrá gente que opine diferente pero yo sigo siendo víctima de las circunstancias, Ramón tal vez ya no tanto.
"Hoy seremos solo tu y yo en casa", las palabras se hacían eco en mi cabeza y retumbaban sin control en mi cerebro. En un milisegundo un cumúlo de posiblidades se abrieron ante mi y todas ellas me daban miedo, me hacían temblar ante la realidad que representaba estar solo con Ramón. Indudablemente esta es otra prueba de la culpabilidad de mi hermana que sin sospechar las consecuencias había determinado dejarnos solos esa noche.
La verdad ni tengo mucho apetito - le dije a Ramón, mientras pensaba que no era un trozo de pizza lo que quería llevarme a la boca.
Bueno, cuñadito, yo voy a ordenar unas pizzas por si acaso
Ok, como quieras. - referí tratando de que todo lo que pasaba en mi interior no se reflejara en mi rostro - Me dare una ducha rápida mientras tanto.
Bueno, pero no te entretengas mucho en el baño jajaja - me dijo sonriendo mientras yo me alejaba.
Solo atine a sonreirle con un poco de vergüenza antes de entrar con prisa al baño y cerrar la puerta. Al instante de encontrarme en el interior del baño apoye mi espalda contra la puerta y me deje caer al suelo. La situación me sobrepasaba, la repentina intimidad que significaba pasar una noche solos en ese departamento era más de lo que a mis 18 años podía manejar. Mis dramáticos pensamientos, propios de mi edad, fueron interrumpidos cuando en mi campo de visión apareció el cesto de la ropa sucia. Mis sentidos se agudizaron y casi con voluntad propia trataron de distinguir si había alguna nueva prenda de Ramón. No me tomo mucho tiempo en descubir, un boxer negro y un jean que se encontraban encima de todo. Mi parte racional sabía que debía ignorar las prendas, que solo tenía que entrar a la ducha y olvidarme de toda tentación. Pero no fue mi parte racional la que gano la batalla, fueron mis hormonas alborotadas por los acontecimientos de la noche anterior, así que tal y como hiciera el día anterior tome el bóxer. Sentir el tacto de la tela entre mis dedos empezó a despertar mi pene dormido, la anticipación de llevarme esa prenda a mi rostro hizo que mi piel se erizara. Sin poder controlarme aspire con fuerza cuando la prenda estuvo cerca de mi nariz, otra vez esa mezcla mágnetica de olores me inundo. Era un aroma a hombre, a sudor; el tipo de olor que sin saber por qué automáticamente te excita y te hace perder la razón. Inmediatamente mi pene clamaba por salir de su prisión así que me quite la ropa y termine desnudo sentado en el retrete mientras con una mano pasaba el bóxer de Ramón por mi rostro y mi pecho. Mi otra mano se concentraba en mi polla tiesa y dura por el cúmulo de sensaciones que me despertaban los olores de mi cuñado, con un meneo rápido castigaba a mi polla mientras contenía los gemidos apretando el bóxer contra mis labios. Sentía en mi mano mi verga caliente y palpitando, la sentía vibrar y moverse con el ritmo que marcaba mi brazo mientras mi exitación luchaba por explotar en la punta de mi pene. Faltaba poco para llegar al orgasmo, las sensaciones que recorrían mi verga me avisaban que una buena cantidad de semen iba a llenar mis manos y posiblemente parte del baño. Ya casi llegaba cuando sentí que tocaban la puerta del baño y esta se abría, entonces recorde que no había puesto el seguro. Al sentirme interrumpido y descubierto mis manos soltaron la prenda de ropa que inerte cayo al piso mientras yo intentaba esconder mi cuerpo detrás de la cortina del baño. Cuando logre mirar a la puerta vi los ojos de Ramón, mi cuñado me miraba de manera incrédula y poco a poco desvió la vista hacia la prenda negra que yacía en el suelo a poca distancia de mi:
Ahh, solo toque para avisarte que llegaron las pizzas - dijo Ramón serio mientras su mirada se dirigía nuevamente hacia mi.
Ooo.. Ok gracias - dije yo pausadamente mientras corría la cortina para refugiarme por completo de sus ojos verdes.
Luego senti como cerraba la puerta del baño y se alejaba. Mi corazón palpitaba a mil, mi erección poco a poco se había desvanecido sin haber tenido la oportunidad de disfrutar el tan asiado momento de clímax y mi cabeza me daba vueltas; me sentí expuesto y avergonzado por lo que acababa de pasar. Rápidamente me duche, sali hacia mi cuarto donde me puse in short blanco y una playera bastante fresca. Pensé en no salir de la habitación, en refugiarme en ese lugar y no enfrentar lo que había sucedido; pero ello solo implicaría alargar lo que era inevitable. Reuniendo un poco de coraje me atreví a salir hacia la cocina. Allí de espalda se encontraba Ramón, en ese momento me fije que llevaba un short negro que marcaba sus muslos y sus grandes nalgas, dejando al descubierto sus fuertes piernas; su musculoso torso se encontraba cubierto por una camiseta abierta a los lados que dejava entrever parte de su abdomen.
Umm - fue el único sonido que pude emitir para llamar su atención.
Alex vamos a cenar - dijo mientras se dirigía a la mesa donde pude ver los contenedores de pizza y un pomo grande de Coca cola
Nos sentamos uno frente a otro casi sin mirarnos y empezamos a cenar. El silencio solo se rompía por los ruidos del ambiente pero ninguna palabra salía de nuestros labios. Me sentía responsable de la incomodidad reinante así que me decidí a decir algo:
Hum, muy buena la pizza ¿verdad? - referí en un hilo de voz.
Si, verdad si - obtuve por única respuesta.
Ramón - dije tratando de llamar su atención
Inmediatamente me arrepentí de lo que había hecho. Su mirada se sobre mi, me clavo su mirada sobre la mía esperando mis próximas palabras. Si el silencio me había incomodado los ojos de Ramón sobre mi hicieron mucho más me provocaron toda una mezcla de sentimientos dificiles de describir.
Lo siento. - solo atine a decir ante su mirada.
Ya..., la verdad no te tenía por maricón Alex - dijo de manera in tanto despectiva despues de unos breves segundos.
Escuchar esas palabras me dejaron helado. Era la primera vez que alguien me llamaba de esa manera y aunque sabía que era una realidad escucharlas de esa forma provocaron en mi una rabia profunda.
Hey, hey me parece que te equivocas. - respondí un tanto alterado mientras me levantaba de la mesa - No se que piensas haber visto pero te estas equi....
Ahh, ahora el niño me va a decir que no se estaba pajeando mientras olía mis calzoncillos sucios como una puta - dijo con una media sonrisa mientras se recostaba al espaldar de la silla con los brazos cruzados.
Escucharlo llamarme de esa forma me encendió, tenía ganas de enfrentarlo y darle una paliza; escuchar mi realidad desde la boca de mi cuñado y de esa forma tan directa era algo para lo que no me había preparado. Solo el saber que en una pelea contra semejante hombre tenía las de perder fue el motivo de que no explotara completamente.
Mira Ramón es verdad que tenía tus calzoncillos, pero es que agarre lo primero que vi para limpiarme después de correrme. - dije sabiendo que solo una mentira me ayudaría a salir de esa situación.
Jajaja - río divertido mi cuñado mientras se ponía de pie - Muy imaginativo cuñadito, pero yo no vi corrida y menos en tu cara.
Tenerlo de pie frente a mi tan imponente mientras me decía esas cosas con un tono entre divertido e inquisitivo me estaba desarmando. Mi mentira no se sostenía frente a sus argumentos y no encontraban forma de zanjar esa conversación. Así que recurrí a la única alternativa de escape que tenía un niñato como yo, evadir toda la conversación y todas las consecuencias que podían traer consigo.
- Ramón, yo no tengo que estar dándote explicaciones. - referí en un tono molesto y altanero - Ya soy bastante mayor para tener que aguantar esto. - dije y rapidamente me encamine a mi habitación.
Pensaba que con eso lograría no hablar más del tema y olvidar todo lo que había pasado pero no iba a ser tan fácil.
Mira mocoso, estás en mi casa y a mi cuidado, yo soy quien decidirá si tienes que dar explicaciones o no - gritó Ramón mientras lo sentía seguirme
¡Vete a la mierda gilipollas! - dije en tono molesto mientras entraba a mi cuarto y me apresuraba a cerrar la puerta.
Pero la puerta no se cerró, la fuerte mano de Ramón me impidió cerrarla y de un empujón me separo de la puerta.
No sabía que también eres un niñato inmaduro que le gusta huir de los problemas - me refirió algo enjado.
Dejame en paz estúpido - le dije mirándolo a los ojos.
Jajaja parece que esa boquita tuya solo sabe insultar - dijo medio divertido
¡Cabrón!, que salgas de mi cuarto tal parece que el maricón eres tú - le grite sosteniéndole la mirada.
En ese momento sus ojos verdes se tornaron de un color oscuro, y su sonrisa desapareció. Se acercó a mi y encorvándose situó su rostro a la altura del mío:
Vamos a ver quien es el maricón aquí. - dijo en un tono amenazante mientras se retiraba y cerraba la puerta de mi cuarto.
¿Que haces? - pregunté confundido y con un tono de enfado en mi voz.
Enseñarte una lección cuñadito - respondió mientras se bajaba el short dejando a la vista un bóxer negro similar al que había ocasionado toda esta situación.
Mis ojos se quedaron paralizados mirando hacia su entrepierna, mi cabeza no era capaz de procesar lo que estaba ocurriendo.
- Veamos quien es el maricón que tiene ganas de oler rabo - escuche decir a Ramón mientras me tomaba del cuello y llevaba mi cabeza a su entrepierna.
Al verme en esa situación trate de alejarme, por mucho que mi subconsciente me dijera que eso era lo que desaba mi enojo me impedía ceder ante las intenciones de mi cuñado.
- Dejame, sueltame - gritaba enojado intentando separar mi rostro de su muslo donde lo había apoyado.
Me dedique a protestar sin parar mientras Ramón me mantenía cautivo y con mi mirada observaba a pocos centimetros de distancia que algo se movía dentro de sus calzoncillos.
Tranquilizate Alex. - grito mientras con una mano levanto mi menton para que lo mirará a los ojos - No dijistes que hace rato estabas limpiando una corrida pues ahora vas a limpiar una de verdad. - dijo como si fuera una amenaza.
Ramón ya te dije que yo no soy mari... - no pude terminar la frase porque esta vez sus manos llevaron mi rostro justo a su paquete.
De pronto el silencio nos envolvió, ahi estaba Ramón con el short por los tobillos mientras yo estaba tirado en el piso y sus manos sostenían mi rostro pegado a su calzoncillo. Solo un trozo de tela me separaba de la polla que por unos breves instantes había visto la noche anterior. De pronto un olor familiar inundo mi nariz, un olor que conocía bien y que era en parte responsable de que estuviera en esa posición. Mi respiración se hizo más agitada, y mi aliento caliente empezó a despertar al monstruo dormido. El contacto de mi respiración sobre la tela del bóxer estaba poniendo morcillón el rabo de mi cuñado. En ese punto mis fuerzas me abandonaron, el último ápice de resistencia que me quedaba se desvaneció. Mis labios empezaron a palpar el terreno y poco a poco empece a besar la polla de mi cuñado. De pronto el silencio se rompió por un gemido de Ramón:
- Ahhh - escuche salir como un suspiro de los labios de Ramón.
Ese simple sonido fue suficiente para que mi lengua saliera de su escondite y empezara a dibujar el contorno de la polla de Ramón por encima de su bóxer. Mi saliba marco todo su calzoncillo y sentí como aquella verga alcanzaba proporciones extraordinarias. Mi ganas de liberar el pene de Ramón iban en ascenso pero no me atrevía a dar el paso que le confirmaría de una vez y por todas que su "cuñadito" era un maricón. Por un instante mi mirada y la suya se encontraron:
- Sabes una cosa. - me dijo - Los maricones hacen más que oler calzoncillos - y soltando mi rostro bajo su boxer y liberó su enorme verga.
Me tomo un instante asimilar la visión de la polla de 20 cm que tenía frente a mí. Era la primera vez que tenía al alcance de mis manos otra verga que no fuera la mía. El pene de Ramón era de inmensas proporciones, con un diámetro considerable que lo hacía ver apetitoso y se marcaban algunas venas que se me antojaron daban ganas de chupar esa polla sin parar. De pronto sus manos volvieron a empujar mi rostro junto a esa polla, esta vez mi lengua salio de forma casi inmediata y sentí el sabor de su tronco en mi boca. Con mi lengua recorrí todo el pene hasta que llegue a la cabeza donde me esperaba una buena cantidad de líquido preseminal, si el olor de Ramón me había encantado el sabor todo su sexo me gusto aún más; nunca pensé que existiera una sabor tan contradictorio entre salado y amargo pero en mis labios se convertía en el más dulce de los elixires. Poco a poco introduje la polla de mi cuñado en mi boca y empece a chupar todo ese pene de forma suave como una piruleta que no quieres que se te acabe.
Ahhhh si, eso es - escuche decir a Ramón con una voz ronca que me erizo - Disfruta el postre cuñadito.
Mmm - era el único sonido que podía emitir con tanta carne llenando mi boca.
Poco a poco el ritmo de la mamada fue en aumento, fui ganando confianza en mi mismo y más se me antojaba chupar y sentir esa verga dentro de mi.
- Asi pinga, dale - gemía Ramón mie tras sus caderas empezaban un lento vaivén contra mi cara
Ruidos incoherentes era lo único que turbaban en silencio, junto con las palabras de Ramón, sonidos provenientes de la friccion de mis labios contra el inmenso pene de Ramón lubricado por mi saliva y sus fluidos preseminales. Concentrado estaba en mi tarea cuando de pronto mi cuñado alejo su oene de mi boca. Confundido alce la vista buscando su mirada y me encontre con sus labios mientras dibujaban una media sonrisa:
¿Listo para aprender como se debe limpiar una buena corrida? - me dijo mie tras se quitaba el short y el calzoncillo que descansaban desde hacía un tiempo en sus tobillos.
Yo... eh... - solo atine a decir antes de que su pene se acercara nuevamente a mis labios.
Shhh, no gastes saliva mejor emplea esos labios en otra cosa maricona - dijo mientras su pene entraba sin contemplación en mi boca. - Prepárate a aguantar como toda una puta cuñadito.
Esas palabras de alerta me asustaron, mis manos se colocaron en sus muslos tratando de evitar que su pene entrará más. Poco a poco Ramón empezó a follarme la boca con fuerza, su pelvis embestía contra mi boca de la manera en que seguro se follaba siempre a mi hermana. Sentí sus huevos en mi barbilla mientras su polla entraba en mi boca provocandome arqueadas.
- Así puta, ahhh, aguanta como un hombre - gritaba Ramón eufórico mientras sus acometidas aumentaban en intensidad - Si así, tragate toda polla.
Mis manos deseperadas golpeaban los muslos de Ramón intentando lograr que se separará y me dejara respirar.
- Ya casi Alex, ya casi - gemía Ramón con una voz ronca que denotaba el grado de exitación que sentía - Si, si ahi pingaaaaa.
Sentí en ese momento que un líquido pasaba directo a mi garganta, mis manos se cerraron sobre sus muslos apretándolos con fuerza como buscando la fuerza para resistir la emvestida final. Cinco trallazos de leche solto la polla de Ramón, los que inundaron toda mi boca hasta que no pude aguantar más y aprovechando que este me había liberado de su agarre me separe de él. El líquido blanquecino mezclado con mi saliva caia al suelo y se resbalaba por la comisura de mis labios, el sabor salado me choqueó y lleve mi mano a mi boca para limpiarme.
- Ahora ya sabemos quien de los dos es el maricón mocoso. - me dijo Ramón con su mano agarrando su polla que todavía se encontraba morcillona. - Pero para que no se te olvide ven y limpia bien mi corrida - me dijo mientras tiraba su calzoncillo a mi regazo.
Sus palabras provocaron en mi una sensación agridulce había disfrutado lo morboso de la situación pero me molestaba la manera en que a todas luces se había vengado de mi comportamiento con él:
Te la limpias tú si quieres tarado - conteste mientras me levantaba indignado.
Uhm, parece que esa boquita no ha aprendido que no debe decir - refirió mientras se acercaba a mi
De repente me sentí pequeño ante aquel hombre alto y musculoso que se movía hacia mi con aquella polla al aire cuyo sabor todavía podía sentir en mis labios.
- Te dije que ibas a limpiar una corrida y lo vas a hacer - dijo mi cuñado con un tono firme. - Tu decides como lo haces con el bóxer o con esa boquita malhablada que tienes.
Aquellas palabras encerraban una amenaza contra la que no quería ni podía enfrentarme otra vez esa noche. Resignado tome el bóxer negro y me pegue a mi cuñado. Mirándolo a los ojos extendí mi mano y empece a limpiar con su calzoncillo todo el resto de semen que quedaba en su entrepierna y en su pene. Mientras limpiaba su pene Ramón agarró mi mano y la empujó para que apretara más su polla, mientras me miraba sonriendo.
Limpia con ganas cuñadito - me aconsejó mientras sentía como su pene volvía a cobrar vida.
Listo - le dije liberandome de su agarre. - Terminé.
Con su polla media tiesa Ramón se separó y tomo su short para ponerselo:
Espera. - lo detuve - Ponte tu bóxer.
Jajaja, no lo necesito. - dijo mientras se terminaba de poner el short - Mejor guardalo para cuando tengas que limpiar más corridas - refirió mientras salía de mi cuarto.
Eh, pero yo... - solo pude balbucear antes de que desapareciera en su habitación.
Rápidamente cerre la puerta de mi cuarto y me tire en la cama. Aún sentía el sabor de Ramón en mi boca pero no me atrevía a salir del cuarto ni siquiera para tomar un poco de agua. No sabía como sentirme con lo que había sucedido, me había gustado oler y sentir a Ramón pero el hecho de que todo hubiese sido una forma de castigarme me descolocaba in poco. Sumido estaba en mis pensamientos cuando me percaté que mi polla estaba dura, el gilipollas de Ramón había descargado pero yo seguía con los cojones llenos de semen. Mi mano se dirigió a mi verga y empece a pajearme desaforadamente mientras recordaban mi encuentro con Ramón. Rápidamente llegue al clímax y una abundante cantidad de leche salio disparada de mi polla ensuciando mis manos y mi abdomen. Justo en ese momento vi en mi mesita de noche unos bóxer negros, bóxer con los cuáles naturalmente limpie toda mi corrida.
Esa noche casi no dormí, las emociones y loa sentimientos habían sido demasiados y habían entorpecido mi sueño. Al despertar por la mañana solo tenía una cosa clara, estaba enojado con el cabrón de mi cuñado que me había castigado como si fuera un niñato.
Me levante malhumorado y me vestí, decidí no ducharme aun cuando necesitaba un regaderazo con urgencia, ya que como era sábado había decidido pasar el día solo en casa de mis padres y podía ducharme allí. Sali del cuarto y sentí voces en el comedor, Sara y Ramón estaban en la mesa tomando el desayuno muy acaramelados, lo que no se por qué me puso de peor humor.
Alex, al fin despiertas. - me dijo Sara con evidente fatidio por haber interrumpido el romántico desayuno.
Buenos días Alex - solo dijo Ramón con un dejo que no reflejaba ninguna emoción.
Hola - conteste a ambos con evidente molestia.
¿Te pasa algo? - preguntó mi hermana.
Nada, me voy pasar el día en la piscina de mis papás - le dije a Sara mientras me dirigía a la salida.
Bueno pásala bien - la escuche decir mientras cerraba la puerta.
Llegué a casa de mis padres y lo primero que hice fue darme una ducha, luego me preparé un sandwich y me dedique todo el día a estar en la alberca. En horas de la tarde mi celular sonó, era mi hermana:
Dime Sara - contesté.
Alex, ¿Estás bien? Me dejastes preocupada por la mañana - dijo Sara
Si tranquila, solo un poco de malhumor mañanero - inventé yo.
Bueno, de todas formas para quedarme tranquila le dije a Ramón que te diera una vuelta - la escuche decirme mientras asimilaba sus palabras - Total voy a salir a una despedida de soltera con unas amigas y así se hacen compañía.
Pero Sara yo quería estar sol... - no pude terminar de hablar.
Te dejo que ya llegaron las chicas - a penas la escuche decir mientras unos gritos de alegría se habrían paso.
Tire el móvil a la silla de la piscina, mientras fastidiado maldecía mi mala suerte.
- Hola cuñadito. - dirigí la vista al otro lado de la piscina para encontrarme a Ramón - Me manda tu hermana.