Por culpa de mi ex
Pili, la novia de mi amigo, se muestra muy compresiva y me ayuda a olvidar a mi ex.
Es sábado por la noche y por primera vez en muchos meses, vuelvo temprano a casa y además sólo. Mientras estaba tomando unas copas con mis amigos, ha venido a saludarme mi “ex”.
No pongo ex_novia pues nunca lo fue. Hace aproximadamente un año me declare con el corazón en la mano y la cosa no fue bien. Poco tiempo después, ella se fue de la ciudad y ahora ha vuelto con su novio.
Desde entonces he tenido tiempo para aprender algunas cosas que me facilitan la vida. Sin tener la belleza de un modelo, me lo paso muy bien y tengo bastante éxito con las mujeres. Todo ello lo baso en que pongo un amor enorme en las cosas que hago, actúo con una gran discreción y comparto la complicidad de mi pareja.
Sin embargo, hoy mi autodominio se ha visto comprometido cuando mi ex, supongo que, sin proponérselo, me ha hecho recordar mis antiguos sentimientos hacia ella. Su actitud demasiado amigable y dulzona me han provocado dolor. En fin, he decidido volver a casa a poner en orden mis ideas y lamer mis heridas en soledad.
Pili la pareja de uno de mis amigos, que por cierto esta impresionante, me pide que la lleve a casa, ya que él no ha podido salir y ella ya s está aburriendo por estar sola.
En el trayecto se interesa por mi estado de ánimo, luego parece quedarse dormida en el asiento. Al llegar a su casa, aparco el coche y trato de despertarla pasando levemente mis dedos por su brazo. Pili, se despereza un poco, y sin apenas abrir los ojos se cuelga de mi cuello y me besa en los labios.
No se cómo reaccionar, me gusta...pero yo debería estar deprimido…además ella es la novia de mi amigo…seguro que lo hace para animarme un poco…
Antes de que pueda reaccionar, Pili me dice susurrando:
—Hoy me siento muy excitada…y como Marcelo no está…déjame que te bese, como si fueses él —
—Cuando me trae a casa, siempre nos quedamos un ratito aquí… —
Me ofrezco muy complacido. Mientras que ella me besa apretando los labios y retorciéndome la lengua como un torbellino de pasión, libero mis manos y coloco una sobre su muslo y otra por detrás de la cabeza.
La situación es extremadamente excitante y siento una gran erección. Tímidamente mi mano va recorriendo el camino desde su muslo hacia su cadera, su cintura y se posa sobre su pecho. Por encima del vestido lo acaricio suavemente, noto como su pezón esta ya duro.
Lo aprieto un poco y luego lo acaricio describiendo círculos alrededor del pezón. Pili de vez en cuando, me besa el cuello, pasa la lengua por la oreja o me da pequeños mordisquitos, para luego lanzarse a otro interminable beso en la boca.
Bajo mi mano recreándome en las curvas de su cuerpo, hasta llegar al muslo ahora desnudo pues la falda se ha arrugado y recogido tapando escasamente las braguitas. El contacto con la piel tibia y suave me enciende todavía más, y acaricio su muslo.
Paso la mano a la entrepierna. Aquí la piel está mucho más caliente. Voy subiendo la mano al mismo tiempo que Pili va separando las piernas para que pueda acceder a sus muslos. Mis dedos llegan a tocar las bragas y salta como un chispazo de mis dedos que me recorre la espalda.
Pili se acomoda, deja de besarme y de su boca sale un gemido,
—Uhmmm…sigue…me gusta…uhmm…uhmmm…sigue—
Por encima de la braguita le estoy frotando dulcemente sobre los labios de su sexo. Bajo el respaldo de su asiento y Pili se acomoda, levanta un poco el culo y se termina de subir la falda, dejándome a mi disposición su chocho que se adivina bien peludo y carnoso.
Le vuelvo a pasar el dedo, ahora con un poco de presión y este se hunde marcando la rajita. Una agradable humedad empieza a mojar las bragas de Pili, mientras que su cabeza se mueve de un lado a otro y va diciendo:
—Así…así…suavecito…poco a poco…así…sigue, que lo haces muy bien…sigue…sigue —
Tengo unas ganas tremendas de sentir su humedad entre mis dedos, y consigo meter uno debajo de las bragas. Al tratar de acariciarla, lo único que consigo es enredarme con sus pelos y darle un pequeño tirón.
—Ay!…con cuidado…espera… - dice ella mientras levanta el culo y con ambas manos se quita las bragas—
Yo estoy como una máquina y enseguida me lanzo de nuevo a mis caricias, que por cierto me gusta tanto hacerlas como a Pili que se las hagan. El dedo medio se ha establecido entre los labios mayores de Pili, y van frotando sobre los pequeños. Al llegar sobre la perlita escondida, lo hacen con lentitud y con una medida presión.
Los fluidos de Pili ya están repartidos por sus muslos y algo en el asiento, así que creo es el momento de meter el dedo. Meto la punta, Pili se estremece.
—Aghh…uhmmm…metelo todo — me pide.
Poco a poco así lo hago hasta que mis nudillos tropiezan con su cuerpo. Lo saco un poco y lo vuelvo a meter varias veces. Pili está gozando de lo lindo y yo tengo la polla completamente hinchada.
En unos segundos, me bajo el pantalón y el calzoncillo dejando al aire mi polla. Me pongo de rodillas delante de Pili, buscando la postura para poderla penetrar. Pili me coge del cuello y tira de mi cabeza hacia ella. Me dice con voz entrecortada:
—Hoy no puede ser..no estoy preparada…lo siento mucho…—
Me siento muy contrariado, pero tratando de entender a Pili, me vuelvo a poner a su lado. Coloco mi mano encima del muslo y poco a poco la desplazo hasta llegar a su sexo. A medida que avanzo, Pili va separando las piernas de nuevo, deseosa que la vuelva a penetrar con mis dedos. Así lo hago y tras unos minutos de caricias y frotamientos, consigo que su cuerpo se arquee de placer y que de su boca salgan elogios y gemidos.
Cuando siento que sus contracciones le recorren el cuerpo, saco lentamente el dedo. Lo huelo con deleite y luego lo chupo con ganas. Pili me contempla con cara de sorpresa y al mismo tiempo de agradecimiento. Para mi desgracia, no repara en mi polla hinchada y dura. Tras unos instantes de relax recoge sus bragas en la mano, me besa ahora con dulzura y me dice en voz baja:
— Buenas noches—
Abre la puerta del coche y se va. Gira la cabeza y me hace un gesto con la mano. Me tira un beso y desaparece tras la puerta de su casa. Si no fuese por el dolor de huevos que tengo, habría sido una buena noche. Irremediablemente tendré que solucionarlo yo solito.
Sin proponérmelo, he encontrado la excusa para dormir esta noche duermo plácidamente ajeno totalmente a mi pasajera depresión.
Ha pasado una semana. Aunque no he podido olvidar el rato que pase con Pili, no he querido comentarlo con nadie, y será un lance secreto entre ella y yo. De nuevo nos reunimos todo el grupo nos vamos a cenar y luego a una zona de copas. Todos conocen la historia con mi ex y tengo que soportar alguna broma, lo procuro llevar lo mejor posible.
Sin pretenderlo Pili y yo hemos permanecido alejados durante toda la noche y ella además parece haber olvidado todo. Disfruta de la compañía de su novio que es lo normal. Después de tomar varias copas y bailar un rato en uno de los pub de moda, decido irme a casa.
Aparco el coche en la calle y me dirijo hacia la verja del jardín. Un coche en la esquina enciende las luces, las apaga y las vuelve a encender. Con las luces encendidas no puedo verlo y con ellas apagadas no lo distingo bien, pues está en una zona oscura. Es evidente que me hace señales y me acerco a él.
Mi sorpresa es mayúscula cuando al acercarme descubro que es Pili la que me espera. Abre la puerta del coche y me invita a entrar.
—Hoy no he podido hablar contigo y querría pedirte que por favor no tengas en cuenta lo que paso el sábado pasado…no se lo que pasó…perdí el control… — me confiesa.
—No te preocupes…lo entiendo…seré como una tumba…nunca nadie sabrá nada…te lo prometo — le digo con sinceridad.
—Uy, menos mal…tenia un nudo…creo que puedo confiar en ti — dice Pili ahora mucho más tranquila.
—Bueno…pues ahora ya me puedo ir más tranquila…no sabes el peso que me quitas de encima — dice con una sonrisa.
Yo hago ademan de abrir la puerta para salir. Pili me retiene por el brazo…
—espera un instante— dice al tiempo que se acerca a mi y me da dos besos en la cara.
Antes de separarnos e inesperadamente me obsequia con un beso en los labios, que se convierte en otro beso lleno de pasión. Parece como si la charla anterior hubiese sido algo irreal y hubiésemos vuelto una semana atrás.
Pili me regala sus mejores besos y una vez superada la sorpresa inicial, también yo me destapo besándola y acariciándola como si fuese completamente mí. Reproducimos casi idénticamente lo del sábado pasado.
Mis caricias sobre sus pechos redondeados, sobre sus piernas y sobre todo sobre su sexo guardado por unas finas braguitas de satén. Cuando ya están humedecidas le ayudo a quitárselas y luego continuo con mis caricias.
Pili se abre de piernas y me ofrece su chocho carnoso y caliente. Siento un deseo imparable de comérmelo. Con ella recostada sobre el asiento inclinado y con los pies apoyados sobre el salpicadero del coche espera impaciente mi siguiente paso.
Me pongo de rodillas delante de ella, tiro de sus caderas hacia mi, haciendo que su sexo quede cerca de mi boca. Con la mano palpo sobre su bajo vientre y mis dedos se entretienen con su abundante felpudo. Luego, mis dedos buscan sus labios y juegan con ellos. Los separo un poco y acerco mi cabeza lentamente con clara intención de comerme este suculento manjar.
Pili levanta un poco las caderas y me lo ofrece gustosa. Pongo la lengua en la parte inferior y la voy deslizando hacia arriba siguiendo la rajita entre sus labios. Después de llegar hasta donde nace su felpudo, vuelvo a empezar desde abajo metiendo un poco la lengua entre los labios.
—Uhmm... que rico...Uhmmm...sigue así — me pide.
Satisfecho por este éxito, me recreo acariciando alternativamente con los dedos y la lengua, todos y cada uno de los rincones de su humedecido chocho. Ya que ninguno tenemos prisa, me entretengo en chupar y lamer una y otra vez. Me propongo darle el máximo gusto posible.
Sus labios mayores ya están totalmente distendidos y abiertos; los menores se separan fácilmente cuando paso la lengua o los dedos por la rajita, mostrando su clítoris descubierto e hinchado. Cada vez que paso por encima de él, Pili gime y se agita en el asiento.
Siento un enorme placer cuando veo que mis caricias cada vez son más precisas y los resultados más espectaculares. Ella con respiración entrecortada gime y suspira, se agita y retuerce en el asiento, esperando el momento ya próximo en que una descarga le recorra el cuerpo, y las contracciones involuntarias de su chocho lo liberen de la tensión acumulada.
Este instante llega finalmente, Pili grita sin pudor, me aprieta la cabeza contra ella y se revuelve como loca en su asiento. Tras unos instantes, me suelta y queda relajada y rota como una muñeca de trapo.
Aprovecho para recuperar el aliento que yo también había perdido con tanto chupetón. Ahora viene lo complicado, ella está como traspuesta y gozando de la placidez de la calma después de la tormenta; en cambio yo estoy empalmado como un burro y con los huevos a punto de explotar.
Me bajo los pantalones y empiezo a masturbarme. Pili entreabre los ojos, me mira y comprende que me debe una compensación. Alarga la mano, me la coge y empieza a menearla. Lo hace con poca precisión, pero lo suficiente para un torrente de leche recorra mi polla, y en varias acometidas vacían por completo el deposito.
La noche termino así, y también nuestra relación secreta, pero fue Pili la que me abrió la puerta de un mundo maravilloso. Fue ella, la que me presento a una amiga del pueblo que vino a pasar las vacaciones a la costa. Me la presentó y deduzco que seguramente me recomendó, por cómo fueron las cosas, pero eso te lo contare en otra ocasión.
Fue el principio del fin de mi depresión por no conseguir a mi ex.
Deverano.