Por culpa de la oveja negra (6)

No quería estar a expensas de las mujeres y tuve que poner mis normas, mis “argumentos” las convencieron y un problema paterno terminó en una sesión de sexo familiar.

Hortensia se pegó a mí, intuí que quería que la tratara mejor que mi padre, éste se preocupaba poco o nada en satisfacer a mi madre, ya estaba acostumbrada pero al descubrir mis “cualidades” pareció rejuvenecer.

Después de la experiencia que tenía de golpes de zapatilla y castigos de mi madre, no estaba dispuesto a olvidar así como así, por lo que me propuse hacerme de valer.

Comprendía sus motivos, mi padre era el principal pero estaba seguro que ella también tendría su responsabilidad en la mala relación por lo que preferí no inmiscuirme ni tomar partido.

Hortensia hizo lo posible por acercarse a mí, me tenía embriagado con el perfume que acababa de ponerse y con el camisón nuevo que no había visto ni mi padre me presionaba el brazo haciéndome notar su pezón.

Me aparté disimuladamente y ella volvió a acercarse, lo hizo varias veces y al ver que no estaba receptivo se volvió de espaldas simulando estar enfadada pero suspirando me cogió la mano y la pasó por debajo de su brazo hasta dejarla caer sobre su teta derecha, al mismo tiempo procuró que el escote del camisón quedara hueco para que mis dedos rozaran el pezón.

Se hizo la dormida y esperó a que yo reaccionara como quería, todavía se acordaba del comportamiento de mi padre la noche anterior (yo también) y estaba indignada, me giré de lado poniéndome detrás de ella, con su melena en mi cara respiraba en su nuca que se estremecía con la piel de la teta erizada y el pezón tan duro que me separaba los dedos.

Me dormí un rato pues estaba agotado del día anterior y cuando desperté noté que estaba completamente incrustado detrás de ella, quise retirarme hacia atrás pero sentí un dolor en la polla que no esperaba, Hortensia dormía o por lo menos lo parecía, me di cuenta de que mientras dormí, colocó mi polla (seguramente endurecida por ella) entre sus muslos, la tenía mojada de su flujo pero estaba seguro de que por lo menos no me había corrido, posiblemente se la metió un poco en el coño pero nada más.

  • Hortensia, ¡que sea la última vez que dispones de mi cómo si fuera tu juguete!, yo soy yo, Abel, lo sabes bien y mi padre es mi padre, si quieres jugar con él lo haces pero conmigo sólo conseguirás distanciamiento, así que… vete a tu cama y déjame dormir.
  • Perdona Abel, me confundí contigo, no sé cómo pudo ocurrir, tú eres tan dulce conmigo… tu padre me trata muy mal, te mentí con lo que pasó ayer pero te aseguro que hice lo que pude para cambiar, para agradarle, fuimos a cenar, bebí mucho para desinhibirme más, quería estar espectacular para ganármelo queriendo que fuera como tú, por un rato pensé que lo había conseguido pero el llegar a casa…
  • No me digas más, os vi desde mi habitación.
  • Pobre Abel, no quería que vieras esas cosas, bastante es para que lo sufra yo.
  • Vi como hiciste lo posible, comiéndole la polla.
  • Sí, en ese momento me acordaba de ti pero le sonreía a él mirándole a los ojos para que se sintiera halagado, esperaba que se corriera en mis tetas, no me gusta tragarme el semen.
  • Pues conmigo lo hiciste…
  • Pero era diferente, el tuyo parece néctar al lado del de tu padre que sabe a tabaco y a licor pero lo peor vino después…
  • Ya, también lo vi, en principio creí que te metía la polla en el coño, hasta a mí se me puso dura creyéndolo.
  • ¿De verdad Abel, te gustaría meterme la polla?
  • No hablaba de eso ahora Hortensia pero me gustaba ver cómo te tenía clavada.
  • Sí pero por el culo, no es la primera vez que lo hace y no le importa que no esté dilatada ni lubricada, lo hace en seco y a la fuerza.
  • Pobre Hortensia, no tenía ni idea.
  • Y eso no es todo, a veces…
  • No me cuentes más, me pones mal cuerpo.
  • Lo siento no pretendía dar lástima, comprendo tu opinión y lo acepto, ya me voy a mi habitación como me ordenaste pero no te puedo prometer que no me haga una paja recordando lo que me hiciste.
  • Gracias por tu comprensión, hasta mañana Hortensia.

Mi madre se levantó despacio, tenía el camisón subido por más arriba del estómago, cuando lo estiró pude ver la curva que terminaban las tetas, me gustó cómo oscilaban al moverse, me di cuenta de que no llevaba bragas y un brillo entre los muslos demostraba que por lo menos ella se había excitado.

La vi marchar triste cerrando despacio mi puerta con la cabeza agachada, estuve a punto de levantarme, cogerla y follarla contra la pared pero me contuve, no quería que las mujeres me condicionaran por muy buenas que estuvieran.

La noticia cayó como una bomba, a cada uno nos causó un efecto diferente pero cuando Felisa anunció que tenía novio fue una conmoción general, mi madre se enfadó mucho pues notaba que iba perdiendo a su hija, ya no tenía control sobre ella, aunque en realidad ya lo había perdido hacía tiempo, precisamente cuando tuvimos el primer encuentro.

Mi padre creo que ni se enteró o no le importó pues apenas dio un gruñido y volvió a mirar el partido de futbol, yo me alegré, por una parte era normal pues además de que estaba muy buena, ya tenía edad y yo la había animado, lo que no pude prever fue la reacción de su amiga Marta.

  • Enhorabuena hermana, ¡qué callado lo tenías!
  • Gracias, realmente no, acabo de conocer a mi chico, me gustó porque se parecía a ti.
  • ¿En todo?
  • Jajaja, nooo, eso es imposible pero le gusto y es amable conmigo y después de ver a papá con mamá…
  • Sí, es un problema, por separado son buenas personas pero no se entienden.
  • Pues la otra noche parecía que sí se entendían, jajaja.
  • ¿Los viste?  Yo pensé que terminarían bien pero…
  • A mí me pasó igual, cuando mamá le comió la polla parecía que se habían arreglado pero papá se pasó al encularla en seco.
  • Me dolió hasta a mí, jajaja.
  • Jajaja, me acordé cuando me la metiste y pensé que mamá habría dado algo porque se la metieras tú.
  • No digas barbaridades Felisa.
  • Mmm, cómo se nota que no conoces a las mujeres, jajaja.
  • ¿Qué ha dicho Marta de tu novio?
  • Nada.
  • ¿Nada? No me lo creo.
  • Nada de nada, no me habla desde que se enteró.
  • ¿Por qué?, es natural que tengáis novio las dos.
  • ¿Ya no recuerdas del trato que hicimos?
  • Eso son tonterías, ahora puedes follar sin problemas… ¿Ya lo habéis hecho?
  • Mmm, sí, aunque reconozco que no tenía que ver con lo tuyo.
  • No exageres, una polla es una polla en toda tierra de garbanzos.
  • Sí pero la tuya tiene el plus de que sabes moverla.
  • ¿Y qué vas a hacer con Marta?
  • No lo sé, quisiera volver a verla y seguir siendo amigas.
  • Y yo también, es una pena, con lo que os queréis, si puedo hacer algo…

La visita de Paz a mi casa fue inesperada, venía para comentarle a mi madre algo de su trabajo con las toallas de su hija pero pronto sacaron el tema entre las mujeres, yo estaba presente pero discretamente las dejé solas, bueno, solas del todo no, dejé la puerta entornada y puse atención.  Paz enseguida felicitó a mi madre por los cambios que veía, el pelo, el vestido y sobre todo su expresión, en el brillo de los ojos Paz vio que había cambios importantes.

  • Hortensia me tienes en ascuas, cuéntame cómo estás, qué pasó para cambiar tan radical…
  • Nada que tú no sepas, seguí tus consejos, intenté cambiar y demostrarle a mi marido que quería acercarme a él, a sus gustos y se me ocurrió salir a cenar y a bailar luego, la verdad es que lo pasamos muy bien.
  • Me alegro mucho, te lo mereces y parece que te trata mucho mejor… se te nota con la luz que tienes en el rostro.
  • Sí, el trato es espectacular y en la cama… mmm, si quieres que te diga un secreto es la primer vez que he tenido un orgasmo, ¡qué digo uno, varios encadenados, creí que no iba a resistirlo!
  • ¡Qué envidia! y yo sin marido…
  • Ya lo pensé, hará demasiado tiempo que no te hacen vibrar el coño, jajaja.
  • Tienes razón, aunque a veces tengo sueños, me gustaría sentir una lengua joven que me hiciera correr, jajaja.
  • No seas loca, eso también lo sueño yo, un joven con un buen aparato, jajaja y a veces me parece que es verdad.
  • Eso será cuando te haces un dedo, igual que yo.
  • Sí yo te contara…

Me di cuenta de que las dos contaban veladamente sus experiencias y que las dos estaban muy contentas conmigo y con mi verga y me propuse avanzar más con ellas pero a mi manera.

El encontronazo que tuve con Marta me sorprendió, me dio la impresión que no era fortuito y se ofreció a acompañarme porque “iba en la misma dirección” me estuvo preguntando por mi hermana, quería saber de su novio y sobre todo por qué había roto su trato, no me preguntó si yo tenía algo que ver en su virginidad perdida aunque lo estaba esperando de un momento a otro pero en cambio se interesó de cómo podía igualar a mi hermana o sea que quería que la desvirgara o por lo menos que la ayudara.

Para mí era una responsabilidad que no me seducía, a mi hermana pude hacerlo porque la circunstancia fue rodada y entre sí y no, al final pasó pero Marta lo hacía por revancha o por envidia y eso no me gustaba.

En una visita que hice a su casa con motivo de llevarle hilos para la labor de su madre coincidió que ésta acababa de salir de compras, Marta se alegró sobre manera y me invitó a hacerle un rato compañía de en su habitación, me aseguró que su madre no tardaría en volver y accedí.

Marta no perdió el tiempo pronto empezó a hablar de sus ganas de tener novio como Felisa, había visto a un chico que le gustaba pero no quería parecer inocente llegando a la ocasión de la cama siendo virgen y conociéndome prefería que fuera yo el “actor principal” pero no me apetecía hacerle el trabajo sucio al novio y me excusé de todas maneras.

Marta conocía el poder de seducción de sus tetas, yo también me conocía bien y nada más pensar en ella ya me empalmaba y con una excusa tonta me cogió la mano y me dijo que le tocara pues parecía que le crecía una teta más que la otra.  Tuve que hacer comparaciones y después de deliberar le dije que tuviera paciencia y que las tenía preciosas y muy duras.

Al notar mi reacción pasó su mano por mi bragueta y ya no la soltó, en pocos segundos se quitó lo que llevaba encima y se me acercó rozándome con su piel suave y perfumada, le puse la excusa de que tenía mucho riesgo de quedar embarazada y ella me respondió sacando una tira de sobres de condones de colores, sin decir nada mordió un sobre plateado y me enseñó el globito enrollado.

En otras condiciones habría aceptado, pensé en mi hermana, si hubiera tenido uno de aquellos condones me habría corrido dentro de ella pero con Marta…

Como pude me reprimí y le convencí de que debería hacer las paces con mi hermana pues pensé que Felisa me ayudaría y lo haría más “ameno”, sentí dejar a aquella preciosidad de mujer casi desnuda dispuesta a que la follara pero preferí hacerlo bien, tenía otros planes y le expliqué mis condiciones.

  • Marta, eres una chica preciosa y lo sabes, no te costará nada encontrar un chico que te folle cómo quieres, reconozco que es una tentación para cualquier hombre pero yo no soy como todos, no soy ni más ni menos que nadie, como puedes ver me pones cachondo y la polla me delata pero tengo la cabeza que me dice que no eres leal, mi hermana te quiere igual que tú a ella pero en éste momento estás obcecada y en esas condiciones no puedo hacerte mujer.
  • Pero Abel, yo esperaba que tú…
  • No Marta, yo soy yo y no debo hacerlo o por lo menos no, mientras que no cambies, lo primero que debes hacer es reconciliarte con Felisa, habla con ella, sé que os queréis más que hermanas y no os debéis permitir perder algo tan bonito como la amistad por algo tan inútil como la virginidad, yo estaré dispuesto a ayudaros pero con mis condiciones, no quiero que nadie ni siquiera vosotras decidáis por mí.
  • Por favor Abel, no seas tan duro conmigo, sólo quiero ser como Felisa.
  • Sí pero no así, yo no soy un chico pegado a una polla, tengo sentimientos y orgullo, si me escuchas y actúas como una mujer adulta y responsable me lo pensaré pero si no, no cuentes conmigo y no te aconsejo que por despecho caigas en los brazos de un desaprensivo, de eso te arrepentirías siempre.
  • Snif, snif, tienes razón Abel, quiero mucho a tu hermana pero por favor no me desprecies y aré lo que quieras.
  • Eso espero, adiós Marta, espero verte pronto.

Ya era tarde, mi madre habían preparado la mesa con la cena, yo estaba sentado en una silla aparte esperando a que mi padre viniera del bar, mi hermana había hecho las paces con Marta después de que yo intercediera por ella y todo volvió a la normalidad.

Mi madre me miraba y miraba al reloj, ya era muy tarde y nunca se retrasó tanto, estaba nervioso pues sabía que cuando se ponía a beber no paraba pues los amigos se divertían con él pagándole ronda tras ronda de licor.  Ya no pude más y llamé por teléfono al bar, el dueño me dijo que ya venía, que se había “entretenido” un poco pero que no sufriéramos porque lo acompañaban dos amigos.

Nos asustamos pues no era normal que lo acompañaran a casa pero cuando llamaron a la puerta y vimos en qué estado venía nos alarmamos de verdad, los dos amigos procuraron dejarlo sentado en un sillón y marcharse deprisa, pues lo llevaban cogido de los hombros, olía horrible, pronto adivinamos que había devuelto y en el pantalón llevaba una mancha que no dejaba dudas de que se había orinado también.

Mi madre no perdió el tiempo, lloraba despacio pero me mandó que lo cogiera por debajo de los brazos y la ayudara a llevarlo al baño, llenó la bañera con agua caliente y salió del baño, me dejó sólo con él, lo miraba y me daba pena y rabia a la vez, estaba semi inconsciente, posiblemente de coma etílico pero bañado en vómito y orín además del olor a licor y tabaco.  No sabía cómo ayudarlo ni cómo convencerlo de que se quedara en casa y dejara de beber.

Cuando volvió mi madre se había cambiado de ropa, llevaba una bata  larga hasta los pies y una toallas además de champú y gel y el secador del pelo.

  • ¡Abel, ayúdame a meterlo en la bañera pero con cuidado porque esta inconsciente y si se nos cae se hará daño!
  • No te preocupes, me meteré yo antes, lo sentamos en la orilla y lo dejamos caer.

Mi madre lo fue desnudando y yo me quité todo menos los calzoncillos, cuando estuvo desnudo completamente mi madre metió la ropa en una bolsa para lavar y que no oliera en toda la casa.

Por primera vez vi a mi padre desnudo, estaba bastante delgado y escuálido, parecía la escena de la Piedad de Miguel Ángel, mi madre lo sujetaba cómo podía y entre los dos fuimos metiéndolo en la bañera llena de agua, cuando quedó cubierto salí y me sequé las piernas, realmente iba todo mojado, los calzoncillos se me pegaban pero mi polla estaba completamente escondida aunque no tanto como la de mi padre, nunca pensé que aquella polla que vi meterse a la fuerza en el culo de mi madre era la misma que se escondía entre el pelo y los huevos arrugados.

Ella enseguida cogió la esponja y lo fue enjabonando, él apenas si decía alguna palabra sin sentido, ni abría los ojos, mi madre se esforzaba en llegar con las esponja a todos los lados porque él no colaboraba lo más mínimo.

  • ¡Anda ayúdame a lavarlo, incorpóralo para que le lave la cabeza!
  • ¿Así lo hago bien?
  • Sí, creo que sí pero sujétalo bien porque se escurre como una anguila.

Cogí a mi padre por los brazos que se escapaban, él no hacía nada por ayudar y parecía dormido, mi madre se mojaba y la ropa se le pegaba impidiendo moverse.

  • Mamá, te estás poniendo perdida y a mí también, quítate la bata porque se nos va a escurrir y se va a dar un golpe en el canto de la bañera.
  • Tienes razón hijo, sujétalo fuerte mientras.

Me dejó con él medio incorporado con la cara caída en el pecho, al ver a mi madre acercarse se había quitado la bata y aparecía sólo con las bragas, no debía llevar sujetador o no me di cuenta,  los dos estábamos a la par en cuestión de ropa y mi padre seguía K.O. me acerqué a su oído y le pedí que se quedara erguido para ayudarme pero no me hizo caso, al revés se puso a roncar.

  • Mamá te has llenado de espuma, te vas a resbalar…
  • Ay, sí, haz el favor, límpiame con la toalla.

Inclinada sobre mi padre, Hortensia tenía medio cuerpo cubierto de espuma, desde debajo de su pecho le pasé la toalla pequeña y le enjugué las tetas que le goteaban espuma hasta los pezones y de allí al suelo.

  • ¿Así te parece bien o sigo?
  • ¡Adonde veas espuma, tú quítala!

Fui obediente, le pasé y repasé la toalla entre las tetas, las separé una primero y luego la otra, las sequé individualmente, los pezones le salieron duros y me entretuve en ellos, luego pasé la toalla por la espalda, también tenía salpicaduras de jabón y las quité, fui bajando hasta las caderas y vi que estaba tan mojada como yo, procuré bajarle un poco las bragas con cuidado y secarla.

  • No vale la pena, bájalas del todo, porque al momento estaré igual y tú estás lo mismo que yo, anda termina y ayúdame con tu padre.

Le bajé las bragas hasta las rodillas y ella levantó una pierna y las dejó caer al suelo, yo hice lo mismo y me asomé a mi padre para ayudar en lo que pudiera.

  • ¡Sepárale las piernas y enjabonas el pene!
  • ¿Mamá, eso lo tengo que hacer yo?
  • ¡No te dará miedo tocar ese gusano muerto!, el tuyo sí que te lo tocas y bien a gusto, jajaja, déjame a mí.

Le buscó la polla y la cogió del prepucio con dos dedos, apenas si se le veía, y después de descapullarla, le pasó la esponja, mi padre reaccionó un poco pero para ponerse más cómodo y la polla fue saliendo como los caracoles con la lluvia, mi madre aprovechó y lo fue lavando igual por los huevos pero cuando se volvió hacia mí para demostrar cómo lo hizo vio que la mía estaba mucho más gruesa y dura que la de mi padre, miró las dos y las comparó.

Sin soltar la de mi padre volvió la mano enjabonada y cogió la mía, empezó a mover las dos, claramente la mía ganaba por muchos motivos y pronto abandonó la de su marido para dedicarse a la mía, con las manos llenas de espuma aparecía y desaparecía entre sus dedos.

  • Hortensia, el papá se va a constipar.
  • ¿Tú crees?  Mira lo mal que está y cómo se le ha puesto pero la tuya…

Se volvió hacia mi padre y me dejó su culo frente a mi polla dura como una estaca, entre sus piernas asomaban los labios del coño mojados como toda ella y me acerqué y cogiéndola por las caderas pasé a la otra parte procurando que mi polla rozara sus nalgas

  • ¡Dios… qué impresión!
  • Lo siento, ha sido sin querer.
  • No te preocupes, no ha sido culpa tuya.
  • Es que en estas estrecheces…
  • Pasa a la otra parte y le enjuagas la cabeza.

Estaba ocupada frotando los muslos que olían a orín, estaba inclinada para llegar a los dos, las tetas caían a la parte de adentro de la bañera y los pezones se sumergían en la espuma que cubría el agua.

Al volver a pasar mi verga “barrió” literalmente las nalgas de mi madre y cuando estaba entre ellas me dijo…

  • ¡Espera, alcánzame el gel que está allí!
  • ¿Cuál mamá, aquel?
  • No Abel, eso es el champú, me refiero al otro, el frasco más grande.

Con las dudas sobre qué frasco coger mi polla iba y venía por detrás del culo de mi madre, a la segunda pasada se encajó entre las nalgas y se escurrió sobre los labios cerrados de su coño, fueron unos momentos cortos pero intensos, ninguno de los dos dijimos nada y cuando por fin le alargué el frasco que ella quería me incliné sobre ella que recogió el gel sobre su cabeza.

La mía, la de mi polla, estaba entre los labios menores de su coño enjabonado y con la poca presión que hice al acercarme a ella el capullo entró suavemente.

  • ¡Oh Dios, qué delicia!
  • Perdona mamá fue sin querer.
  • No te preocupes hijo, me has alegrado el día.
  • A mí también me ha gustado, tienes un buen culo.
  • Gracias.

Desde aquel momento mis “paseos” por detrás del culo de Hortensia se repitieron y en cada uno de ellos procuraba hacer una pausa en sus labios y meterle la punta de la polla, ella dejaba lo que estaba haciendo y se quedaba inmóvil, fue separando las piernas y las penetraciones fueron haciéndose más y más frecuentes.

Yo disfrutaba al ver a mi madre en tensión esperando que pasara por detrás de ella, cada vez que lo hacía se agachaba más hundiendo las tetas en la espuma y su mano buscaba la polla de mi padre que asomaba como el periscopio de un submarino.

La suavidad del jabón era providencial, apenas tenía que empujar para que el capullo entrara suavemente hasta que el anillo desaparecía en el coño de mi madre, ésta aspiraba aire y no lo soltaba hasta que la sacaba, esperaba que de un momento a otro se la clavara de una vez, estaba preparada y lo deseaba ardientemente.

  • Parece que tu padre no está tan mal, por lo menos no del todo.
  • ¿A ver?

Se hizo a un lado para demostrarme cómo la polla de mi padre había cogido dureza y se mantenía vertical emergiendo del agua, me hizo una demostración de lo que podía hacerme a mí, le bajó el prepucio y le cogió el tronco con las dos manos subiendo y bajando, yo asomado sobre su hombro me pegué a su culo con lo que la polla se hundió un poco más en su coño.

  • ¡Por tu padre no me hagas sufrir, lo que tengas que hacer, hazlo!
  • ¿Lo dices de verdad?
  • Claro que sí.
  • A lo mejor no te gusta…
  • Lo que me hagas me gustará, no te preocupes.
  • Acércame el aceite corporal.
  • ¿Qué vas a hacer?
  • Algo que te gustará, tú lo has dicho.

Mi madre alcanzó el aceite y me lo dio, tuvo que sacar las tetas del agua que chorrearon espuma, se las cogí y con las dos manos las escurrí hasta estrujar los  pezones, noté que se estremecía y le eché aceite por la espalda, al estar mojada el líquido fue bajando rápido entre sus riñones y pronto llegó entre las nalgas, al notar que mojaba el culo se encogió pero le rocié más en la nuca y al llegar al culo lo sobrepasó y llegó a los labios del coño.

La polla resbaló por las nalgas de arriba abajo, rozó el ano y siguió hasta la vagina, allí entró un poco pero siguió el reguero de aceite hasta el clítoris, mi madre se aferraba a la polla de mi padre que no hacía mención de moverse, le giró la cara para que no le echara el aliento de borracho y se inclinó más hasta alcanzar al capullo con sus labios.  Le quitó la espuma que lo cubría y se lo metió en la boca.

Mi polla estaba alineada con la vagina de mi madre, el aceite, el gel, el champú y las ganas me empujaron suavemente y sin darme cuenta se la metí despacio hasta que me perdí en ella, la cabeza de mi madre se paró con la boca llena con la verga de mi padre, cuando se sintió completamente empalada siguió chupándole la verga que se mantenía dura pese a estar inerte.

Estuve unos momentos metiéndole la polla suavemente, entraba y salía a la vez que ella le comía la polla a mi padre que dormitaba con los brazos caídos en el agua, sólo se le veía la cabeza y la polla asomando entre la espuma.

Probé de todas formas, la metí suave y la sacaba despacio o la sacaba despacio y la clavaba de golpe, ella admitía cualquier variación, simplemente adaptaba su cabeza a mis movimientos y se tragaba la verga de mi padre a un ritmo diferente.

Cuando saqué la polla del todo mi madre quedó quieta, no sabía cómo seguir y al notar que el calor de mi capullo se trasladaba a su culo soltó la verga de su marido y me preguntó asustada…

  • ¿Eso es preciso?
  • Sí, Hortensia, me dijiste “lo que quieras y como quieras” y me apetece mucho.
  • ¡Dios, qué cruz!
  • No prejuzgues tan pronto.

Hortensia resignada se dedicó a la polla de mi padre, se había marchitado un poco y se propuso volverla a su estado óptimo.

Para tranquilizarla volví a meterle la polla en el coño hasta el fondo a la vez que le rociaba aceite corporal infantil en la nuca, pasé las manos por sus costados y recogí las tetas que se bañaban en la espuma, noté los pezones duros como piedras pese a estar a remojo, a ella le gustó el detalle y me buscó con el culo.

Me propuse borrar de su memoria el recuerdo de la enculada de su marido, apoyé el glande y esperé, noté cómo al principio se cerraba el esfínter temeroso pero al no intentar forzarla se fue distendiendo, me agaché y le pasé la lengua separando con las manos los dos cachetes del culo.

Le oí una exclamación de placer pese a tener la boca llena de carne dura y seguí lamiéndole el culo con sabor a aceite, lentamente notaba cómo el arrugado agujero se iba relajando y palpitando iba agrandándose, la punta de mi lengua presionaba con cuidado de no alarmarla y el esfínter iba colaborando.

Dentro de la bañera se oían cada vez más fuertes las chupadas que mi madre le dedicaba a la polla que ya estaba en su máxima dureza, mi padre seguía en los brazos de Morfeo indiferente a lo que le ocurría a su verga.

Fue separando la piernas dejándome espacio para que mi cara se incrustara entre sus blancas nalgas, las lamidas ya no se dedicaban solamente al culo ahora la ampliaba al coño en toda su extensión, Hortensia colaboraba colocándose en la mejor posición para que alcanzara los puntos más sensibles.

Mi mano tocó el frasco alargado del champú del pelo y pensé que podría colaborar con mi lengua, lo sujeté con la mano para atemperarlo y cuando estuvo templado lo apoyé entre los labios del coño.

Apenas se movió, antes había lamido y chupado los flujos que le salían a borbotones y el contacto de algo que la llenaba fue bien recibido, la suavidad y la forma del recipiente facilito que se hundiera sin apenas empujarlo, aproveché que mi mano empujaba y un dedo se desplazó al culo y empujó también.

No lo notó apenas, según entraba notaba que no había ningún rechazo y me animó a acompañarlo con otros dedos, con tres dedos en el culo y el champú en el coño me puse de pié y sustituí los dedos por la polla, Hortensia estaba desesperada chupando la polla de mi madre que sobresalía del todo, el agua había bajado de nivel y se veía en toda su longitud y su nariz llegaba hasta la maraña de pelos mojados.

La entrada fue tan suave que mi madre se movió despacio para ir adaptando el tamaño del culo a su nuevo visitante, era más gruesa que la acostumbrada pero lubricada y dilatado el agujero era mucho más sencillo y sobre todo placentero, moví el champú y lo empujé hasta casi perderse en el coño, mi madre hacía esfuerzos por sacarle la leche a mi padre que no ponía nada de su parte.

Hubo un momento de tensión, el glande era demasiado grueso para los cálculos de mi madre y no creía que podría entrar.

  • ¡Por favor Abel, no puedo!, hago todo lo que me pides pero esto no puedo, la tienes enorme y ahora la noto más todavía, me ha gustado que me folles también con el champú, siempre he deseado que me metieran por los dos lados a la vez pero no contaba con tu polla.
  • Creo que no te conoces todavía Hortensia, te admirarás cuando te la meta hasta los huevos, tienes un culo divino y va a dejarme entrar, te prometo que desearás más cuando lo tengas en el fondo de tu culo.
  • ¡Que Dios te oiga Abel!
  • No te preocupes, tú sigue con lo que estabas haciendo, esa polla también se merece la mamada que le haces aunque no la merece su dueño pero tampoco la disfruta.
  • Ten piedad de mí, Abel, no me rompas el culo, bastante he sufrido con la que tengo en la boca ahora.

Ya no le contesté y volví a rociar más aceite en el agujero y en mi capullo, lo vi aplastarse, deformarse y incrustarse lentamente, mi madre apenas respiraba ni movía la cabeza, estaba pendiente de lo que pasaba en su culo y de pronto el anillo del glande pudo pasar.

  • ¡Aaaah, pasó!  Lo más difícil ya está y tengo que reconocer que no me dolió, alguna molestia y nada más, sigue Abel, sigue, no me hagas mucho caso.
  • No te preocupes Hortensia, ya estoy adentro, ahora voy a llenarte de polla.

Cumplí mi palabra, ella movió las caderas buscándome y yo giré para encontrar el camino del recto, tras unas leves molestias noté cómo se abría el pasillo correcto y me hundí en él.

El tronco lubricado se deslizó como un buque en la rampa de botadura y al llegar a pegarme a sus nalgas mis huevos terminaron de empujar el champú dejando el frasco al ras de sus labios.

  • ¡Qué placer Abel!, me siento llena, tengo los tres agujeros ocupados, eres un cielo, me gustaría que me viera una persona ahora.
  • ¿Qué persona Hortensia?
  • ¡Aaaah, mmm, no la conoces!
  • ¿Pero es hombre o mujer?
  • ¡Por favor, mujer, por supuesto!
  • ¿Y dices que te gustaría que te viera?
  • Sí, me gustaría que me viera con las pollas y lo otro llenándome.
  • ¿Qué ella no tiene a nadie que la folle?
  • No, eso quisiera, siempre ha presumido de que tenía a alguien, algún mozalbete pero no lo creo, pienso que lo hacía para darme envidia, como le conté que con  tu padre no me entendía bien…
  • Y esa mujer… es joven o mayor.
  • Bueno, según lo mires, si lo digo yo es joven si lo dijeras tú sería mayor.
  • ¿Y está bien de… cuerpo?
  • ¿Te refieres a tetas y demás?
  • Claro.
  • Imagino que sí, antes iba muy recatada porque es viuda ¿sabes? pero desde hace algún tiempo se arregla más, creo que tiene unas ganas locas de que le metan una buena polla.
  • ¿Crees que la mía le gustaría?
  • ¡Calla hombre, ni pensarlo!
  • ¿Por qué le parecería poca cosa?
  • Nooo, al contrario, estaría encantada con tu polla pero eres muy joven para follar, cuando seas mayor ya tendrás ocasión.
  • Entonces lo que estamos haciendo…
  • No es igual, esto es un juego, un consuelo, una ayuda pero dejémonos de charla y fóllame bien, ya estoy a punto de correrme y no quiero perderme estando rellena por tres a la vez.

Me cogí a la cintura  y me hundí todavía más, mi madre se inclinó más tragándose la polla de mi padre hasta los huevos y pareciéndome poco todavía le cogí las tetas estrujándole los pezones.

Cuando levantó los pies del suelo abriendo las piernas del todo sólo se sujetaba por la cintura en el canto de la bañera, con las manos palmeaba el agua y la boca se movía con la polla dentro, gemía sin apenas oírse y temblaba todo su cuerpo, mi padre desmayado soportaba la mamada indiferente pero su polla hizo lo que debía, empezó a manar leche que mi madre apenas podía tragar, por la nariz y los labios perdía hebras blancas y espesas, el frasco de champú no pudo soportar las contracciones de los músculos vaginales y se abrió desbordándose en el interior de la vagina y mi polla reventó de leche en el culo de Hortensia.

El orgasmo de mi madre fue apoteósico, como ella decía era digno de que Paz la viera gozar, (me prometí no decepcionarla algún día) la corrida fue interminable, mi padre aun inconsciente se vació completamente, debería estar lleno de leche porque mi madre tuvo que sacar la polla de la boca incapaz de tragar tanta y todavía seguía manando semen.

La espuma perfumada que salía a presión del coño de mi madre llegaba al suelo desde su coño pero la leche de su culo se hizo esperar cuando saqué la polla, el agujero que quedó era hondo y al momento vi cómo el nivel blanco de leche emergía hasta salir entre burbujas de aire inyectado a presión.

Tuve que coger a mi madre por la cintura para sacarla de la bañera, no tenía fuerzas con el orgasmo o serie de orgasmos “sufridos”, me vio la polla y se asustó.

  • ¿Eso me ha cabido en el culo?
  • Tú mejor que yo lo sabes.
  • No me podré sentar en días.
  • Pues imagina cómo tienes el coño, por lo menos limpio estará.

Se fijó y el culo del bote asomaba un poco pero por los lados seguía saliendo espuma, al sacarlo con cuidado con un ¡Plop! Y salió la espuma a presión, me miró y nos reímos, es su cara todavía tenía las chorros de semen de mi padre colgando de la nariz y por las mejillas.

  • ¿Lo has pasado bien?
  • Si, cariño, me gusta que me hagas lo que quieras…
  • Así me gusta, sin exigir.
  • Tendremos que ducharnos.
  • Pero el papá ocupa la bañera.
  • De pie sobre él, de todas formas no se entera.
  • Puede que te folle otra vez.
  • Mientras no se despierte…
  • Vamos adentro, ya la tengo dura otra vez.
  • Vamos, pero estoy preocupada por tu padre, está mucho rato inconsciente, llamaremos al médico.
  • Luego.

Continuará.

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Gracias.