Por culpa de la oveja negra (12)

Al llegar a casa la realidad se me presentó de golpe en la cara, tuve que armarme de valor y coger el toro por los cuernos. Había conocido a una persona que quizá me podría ayudar en el futuro y me despedí del colegio, fue una despedida memorable pero cuando volví a casa me di cuenta de que mi herm

Cuando subí al autobús vi a mi padre en el andén y me di cuenta de que desde ese momento estaba sólo, caía toda la responsabilidad sobre mis hombros, no podía fallar y tenía que mantenerme fuerte, sabía o temía que vendrían nuevas situaciones difíciles y con mi poca experiencia no tenía a nadie en quien apoyarme ni confiar, se me hizo un nudo en la garganta, me temblaron las rodillas pero me repuse, respiré hondo y pasé hacia el fondo del bus.

Estaba casi lleno, yo habría preferido sentarme en la última fila y llorar, estaba aterrado y temía llegar a casa pero no pude hacerlo, me tuve que sentar al lado de una señora mayor algo gruesa, iba muy bien vestida para lo adecuado al viajar en transporte público y olía muy bien, no me fijé en su cara cuando se apartó para que pasara al lado de la ventanilla, me hizo sitio y me encogí en mi asiento apoyando la cara en el cristal.

El vehículo arrancó a su hora exacta, mi padre me miraba triste desde abajo y cuando levantó la mano para despedirme dos lagrimones me corrieron por las mejillas, puse la mano en el cristal como si pudiera tocarlo, sabía que tardaría en verlo y no lo culpaba.

Estuve mirando por la ventanilla hasta que salimos de la ciudad, en la carretera los campos de viñas parecían un campo de golf por la velocidad cuando la señora se volvió hacia mí y me dijo con una voz muy cálida.

  • ¿Ya pasó?, me alegro, no te quise decir nada cuando llorabas, eso no es malo, me gusta que los hombres lloren, eso es de muy hombres no lo dudes y tú pareces serlo, imagino que ahora te sentirás fatal pero ya verás como todo se arregla.
  • Gracias señora, ha acertado, me siento hundido y no sé cómo me voy a arreglar yo sólo.
  • ¿Tú sólo?, no te preocupes,  sabrás hacerlo bien, cuando lleguen los problemas irás resolviéndolos, unas veces acertarás y otras errarás pero deberás seguir el camino que hayas elegido, si estás sólo harás lo que creas mejor para ti.
  • Lo malo es que no estoy sólo, está mi madre y mi hermana y tengo que llevar la casa adelante.
  • En ese caso, toma las riendas desde el primer momento, no esperes a que lleguen, anticípate y resuelve, algunas veces te dolerá pero debes ser el líder desde el comienzo, hazme caso, tengo experiencia en eso, mírame a mí, vengo de una familia humilde pero ahora tengo una empresa grande con mucha gente a la que doy trabajo y la verdad soy feliz, aunque también tengo problemas todos los días pero sigo firme al timón.
  • Gracias señora, me ha levantado el ánimo pero cuando llegue a casa y vea el panorama…
  • Ya te digo, no te agobies desde el principio…

La sonrisa que me dedicó era maternal, una sonrisa que nunca me dio mi madre, su zapatilla era lo único que recordaba, bueno ahora ya no, recordaba cosas mucho más graves que una paliza, sabía cosas de ella que me deprimían.  Volví a mirar por el cristal y en un momento me dormí, soñé que llegaba a casa y todas eran alegrías, mi padre, mi madre y mi hermana sentados ante una mesa de Navidad conmigo, todo risas y amor.

Un bache en la carretera me despertó y me di cuenta de que todo era un sueño, intenté buscar bellos recuerdos, enseguida apareció Adela, sólo habíamos pasado unas horas junto pero las más íntimas y agradables fueron cuando me vino a buscar y me llevó de la mano a su cuarto.

Me gustó que antes de subir a su cama se quitara el pijama, vi su cuerpo menudo, delgado y casi escuálido a la luz tenue de la lamparilla, las sombras no resaltaban curvas sensuales de tetas y caderas pero emanaba una dulzura especial.  De rodillas sobre la cama me desnudó y cuando estuve igual que ella me dio la mano invitándome a subir.

Me cogió la cara con las dos manos y me besó, fue un beso largo y cálido, impropio de aquella personita tan frágil, la polla se puso como una barra de hierro pero ella no la tocó, se abrazó a mí rodeándome con sus brazos y piernas, la polla quedó entre los dos pero su motivo era mi boca.

Estábamos tan pegados que sentía su cuerpo pegado como una segunda piel, noté sus pezones clavándose en mi pecho y los huesos de las caderas hundirse en las mías, cuando terminó el beso todavía me dio varios cortos hasta caer a mi lado, quedamos mirando al techo disfrutando del momento, el sexo había pasado a un segundo plano, la chica se sentía querida, valorada y admirada, se tocaba los pezones rozándolos sabiendo que me gustaban y los acariciaba cómo lo hice yo un rato antes.

Me cogió la mano y la llevó a uno de ellos dejando su mano sobre la mía, demostrándome que me quería allí, me giré hacia ella quedando frente a frente, el capullo le rozaba entre los muslos y para acercarse más a mí separó las piernas dejando que pasara entre ellas, luego cuando estuvo pegada a mí las juntó atrapando mi verga.

Noté el calor de su sexo, tenía los labios muy pegados pero húmedos y calientes, apenas movió la cadera y mi polla resbaló para atrás, noté cómo me humedecía a mí también, nos abrazamos un rato, sentía clavados sus pezones en mi pecho y las palpitaciones de su corazón.

  • Abel, me encantaría que me hicieras tuya.
  • Y a mí también pero no debo, entiéndeme, quiero que sigas siendo tú, no quiero condicionarte, no cambiar tu vida.
  • Ya la has cambiado, me has hecho mujer de golpe, me siento fuerte, no tengo miedo de enfrentarme con mis compañeros y sobre todo te he conocido a ti, eres la mejor persona que conozco con diferencia y no es por lo que hicimos, es por este momento y por todos.
  • Me alegra oírte decir eso, a mí también me ha gustado conocerte de verdad, creí que eras desgraciada y me alegra ver que no, que eres además de una chica muy inteligente una mujer sensata y muy ardiente, me siento muy feliz a tu lado.

Me volvió a besar y rodó sobre mi sin liberar mi polla entre sus piernas, quedó con las cabeza entre mi cuello y mi pecho y empezó a reptar sobre mí, sentí su cuerpo que no pesaba en absoluto moverse y al momento la noté temblar, su mano cogió la mía entrelazando fuerte los dedos y me susurró…

  • ¡Me corro, Abel, me corro, aah!
  • Eres un cielo Adela.

Fue un orgasmo tranquilo, sólo lo noté en su vientre y en sus manos que estrujaban las mías,  luego siguió moviéndose un momento y rodó suavemente para que subiera sobre su cuerpo, lo hice, separó la piernas y caí entre ellas, la polla se encajó entre sus labios y me moví lentamente de arriba abajo.  Nos cogimos de las manos y las estiramos en cruz, estuve así apoyado sobre su cuerpo hasta que le dije.

  • Me corro Adela, no puedo frenar.
  • No lo hagas, córrete sobre mí, en mis labios, quiero tu leche en mi coño, si no adentro que sea afuera, mójame toda.
  • Gracias, lo estoy deseando.

Seguí moviéndome en su entrepierna y cuando empecé a expulsar semen entre sus labios, ella juntó las piernas y la empapé de leche hasta el ombligo.

Todavía seguimos un rato, calmados, tiernos y felices, nos cruzamos y nos comimos los sexos mutuamente, apenas nos movimos pero cuando nos corrimos lo hicimos a la vez, nos abrazamos a nuestras piernas y disfrutamos del placer juntos.

La mano de la señora en mi brazo me despejó, ya estábamos entrando en el pueblo y me dijo con una sonrisa…

  • Siento interrumpir tus recuerdos, se notaba que eran felices por la cara que hacías pero recuerda, esas vivencias sólo son tuyas y deben acompañarte siempre.
  • Gracias señora, tiene razón, eran recuerdos muy dulces.
  • Eres un chico muy sensible, se nota, me gustaría que no nos despidiéramos para siempre, toma mi tarjeta y si puedo ayudarte en algo lo haré, tengo un negocio de alimentación, un súper mercado en el próximo pueblo, si me necesitas, cuenta conmigo.
  • Muchas gracias señora, no digo que no lo haré, necesito un trabajo y seguir estudiando, no quiero ser un don nadie.
  • Eso me gusta, precisamente el marido de mi hija tiene una academia para mayores, déjame pensarlo, es posible que podamos arreglar algo, llámame.

Desde la acera miré y la señora me saludó a través del cristal, siguió moviendo la mano hasta que arrancó el autobús, suspiré hondo y me preparé para empezar mi nueva vida.

Al entrar en mi casa Hortensia vino a mi encuentro, tenía mal aspecto, estaba despeinada y olía mal, cuando quiso abrazarme la separé.

  • ¡Quieta ahí!, ¿te has visto cómo estás?, me das pena, apenas me vuelvo y mira que aspecto tienes, te has descuidado, tienes la casa abandonada, así no es cómo te quiero ver, ya te lo dije, ¡ve a ducharte!
  • ¡Oh, lo siento Abel!, ha sido porque he llorado mucho pensando en ti.
  • No quiero hablar contigo hasta que estés presentable, luego lo haremos largo y tendido.

Mi madre desapareció hacia la ducha, yo fui a mi cuarto y me puse ropa ligera, me había duchado en casa de mi padre, olía a sexo de Adela y me sabía mal deshacerme de su aroma pero tuve que hacerlo, ahora era momento de empezar en mi casa.

Cuando apareció mi madre con el pelo liado con una toalla y el cuerpo enfundado en otra, se había pintado los labios y sonreía, su sonrisa cambió cuando a un metro de mi le dije…

  • ¡Así me gusta, ahora ya puedes comerme la polla Hortensia!
  • Pero… Abel, hijo…
  • Nada de hijo, soy Abel, el hombre de la casa y si entiendes lo que te conviene ya sabes lo que tienes que hacer.

Hortensia abrió la toalla del cuerpo quedando desnuda frente a mí, la dejó en el suelo y se arrodilló sobre ella, me quité el pantalón del pijama y me senté en la mesa del comedor con las piernas colgando, la polla saltó frente a ella que se aprestó a metérsela en la boca.  Con la premura me rozó el capullo con los dientes y me hizo daño, le cogí la toalla del pelo y deshice el nudo, la melena mojada se repartió por los hombros, se la recogí en un puñado detrás de la cabeza y tiré hacia mí, la polla se hundió en su garganta y mirándola con fiereza le dije…

  • Hortensia, escucha lo que te voy a decir porque no pienso repetirlo más, he estado con mi padre y me ha contado cosas que…
  • Dios mío, ¿qué te ha dicho ese desgraciado?
  • ¿Desgraciado dices?  ¡Abre la boca y traga!, me ha contado lo que eras y lo que todavía eres, me duele recordarlo pero cada vez lo tengo más grabado en la cabeza…
  • No por dios, eso no es cierto, yo… bueno, un poco sí pero fue un mal pensamiento, creí que tu padre accedería… -hablaba con la boca llena-
  • No digas nada, no quiero oír de ti semejante atrocidad, bastante con que lo sepa y no consentiré que ni siquiera pienses en algo así mientras estés en esta casa.
  • Pero eso fue hace mucho tiempo.
  • Eso crees tú pero por tu ocurrencia impropia mi padre se volvió un alcohólico casi loco y para postre, ¿sabes una cosa?  Cuando lo metimos en la bañera y follamos, lo humillaste, te corriste sobre él, te burlaste, te measte y lo que no sabes es que él estaba despierto, lo vio todo, vio cómo te corrías conmigo, cómo follabas, cómo le perdías el respeto y ya no toleraría mirarte más a la cara.
  • ¡Oh nooo, perdóname Abel, lo que le propuse a tu padre alguna vez y lo que pasó la última noche que estuvo con nosotros no me lo perdonaré nunca, dime lo que quieres que haga y lo haré!  Fue sin intención, me sentía defraudada de él.
  • De momento cómeme la polla y hazte a la idea de que aquí mando yo, por lo tanto, harás lo que yo te diga, estoy cansado de que me hayas castigado toda mi vida sin compasión con la zapatilla, ahora vas a probar mi método.
  • Sí Abel, lo que tu digas.

Hortensia se aplicó y no paró hasta que me sacó toda la leche que tenía, le hundí la polla hasta que me tocó con la nariz y no la solté del pelo cuando me corrí en su garganta, cuando la dejé lloraba, el rojo de los labios había desaparecido y la sombra de ojos se desprendía por las mejillas.

  • Bien Hortensia te has portado bien, como premio vamos a la cama y trae la crema hidratante, te va a hacer falta.
  • Sí Abel, como digas, -parecía acatar mis órdenes gustosamente-.

Al entrar en la habitación le di una palmada en el culo más que fuerte y subió a la cama frotándose la nalga dolorida, luego se tumbó en la cama con las piernas abiertas para recibirme, tenía la polla dura, porque para ser justos mi madre estaba muy buena.  No me coloqué sobre ella, la cogí de los tobillos y los levanté, le quité la crema de la mano y apreté el tubo dentro de su culo, me dejé caer y sin dilatar entré hasta la mitad.

Me miró incrédula y sorprendida, trató de ahogar el grito pero no lo logró porque con la siguiente clavada ya tuvo dos motivos para gritar, entonces lo hizo.

  • ¡Salvaje, me has roto el culo!, ¡oh perdón mi Cielo! pero no te muevas por favor.
  • Ni lo sueñes, voy a follarte el culo y lo que quiera cuando quiera.
  • Uf, por favor, ten piedad, me partes en dos, la tienes muy grande y gorda.
  • Acostúmbrate y aprende a gozarla, desde ahora es la única que vas a tener adentro, disfrútala.
  • Sí, me gusta mucho, me duele pero me gusta cómo lo haces, soy toda tuya, métela cuanto quieras, amor.

Los huevos chasquearon en sus nalgas y volvió a gritar pero esta vez de placer, ella misma se cogió de los muslos y le solté los tobillos, me dediqué a los pezones hasta ponérselos rojos, cuando le metí dos dedos en el coño y le retorcí el clítoris se corrió, parecía una fuente que salía hacia arriba, se mojó las tetas con el líquido y chupó sus pezones.

Estuve dentro de ella hasta que la llené de leche tapándole el agujero al salir, cuando me aparté lo solté y de pronto vomitó leche como un volcán, luego quedamos tendidos y se acurrucó a mi lado.

  • Me ha gustado mucho Abel, eres y te siento mi hombre, te he extrañado horrores, no sabía adónde ibas y si verdaderamente te ibas a encontrar con tu padre.
  • Sí, fue tal como te dije, no me gusta mentir ni repetir lo que digo y fue una suerte encontrarlo.
  • ¿Y… cómo está? ¿Tiene trabajo, ha engordado, lo viste bien?
  • Sí, está muy bien, trabaja en dos sitios para mandarnos dinero cuando pueda, -no le quise decir lo de su compañera y familia-.
  • Me alegro mucho, espero que algún día me perdone, por el dinero, de momento tenemos un poco, nos dejó una pequeña cantidad cuando se fue, es un buen hombre.
  • Sí, demasiado bueno, ¿y Feli, dónde está mi hermana?
  • Está en clase y muy preocupada porque no sabe adónde fuiste.
  • Tengo ganas de verla, también tengo planes para ella, va a tener que ayudar y traer dinero a casa.
  • Y yo también lo haré.
  • No, ni lo sueñes, tú tienes una obligación mayor, tienes que administrar la casa y mantener el orden y la limpieza, confío en ti y te daré un voto de confianza pero, te estaré vigilando.
  • ¿Y el colegio?  No debes perder el curso, tienes que seguir estudiando.
  • Ya lo sé, iré mañana al colegio y hablaré con la directora para solucionar eso.

Me fui a mi cuarto y cuando vino mi hermana nos abrazamos, era un placer abrazarse a ella, notar su abrazo, sus pechos mullidos contra mí y sus besos en las mejillas que se acercaban lo que podían a los labios me pusieron burro otra vez, la cogí de las nalgas y la levanté en alto, ella pataleaba buscándome la boca pero cuando oímos acercarse a mi madre tuvimos que dejarlo para otro momento.

Por la noche temí que mi madre quisiera que fuera a su cama, sabía que mi hermana era capaz de presentarse en mi habitación y decidí anticiparme, apenas cenamos, nos acostamos, me colé en su habitación y me metí en su cama, en efecto mi impaciente hermana estaba esperándome desnuda.

El tacto de sus tetas duras y suaves me hizo sentir en casa, me comí sus pezones mientras ella me pasaba los dedos por mi pelo y me acariciaba con ternura, subí sobre ella metiéndole la polla sin más.  Con las piernas me rodeó la cintura sin dejarme salir, follamos desesperadamente como queriendo recuperar el tiempo perdido, se corrió dos veces y yo una, pero me quedé satisfecho.

  • Feli, me alegro de verte, tenía ganas de ti, pero tenemos que hablar seriamente, el papá no va a volver, he hablado con él y decidí encargarme de la familia.
  • Mmm, que alegría, así me follará el hombre de la casa, jajaja.
  • No te rías, es muy serio, tú también tendrás que colaborar, debes buscar un trabajo, yo también y mamá estará cuidando de la casa y se olvidará de Paz y sus orgías.
  • Tienes razón, no es buena influencia pero Marta sigue esperando que la folles.
  • ¡Sí ya es una mujer completa!
  • Claro pero quiere que seas tú el primer hombre, está esperando que la estrenes, tiene varios pretendientes pero no quiere tener novio hasta que tú la folles bien con esa tranca que tienes.
  • Jajaja, pues luego no le gustará ninguno.
  • Jajaja, de eso nada, yo te quiero para mí, no para ella.
  • Bueno, ya hablaremos, tengo una pregunta que hacerte pero ya habrá tiempo, vuelvo a mi habitación no sea que mamá nos oiga.
  • ¡Qué va, duerme como un lirón!

A los pocos minutos de meterme en mi cama la puerta se abrió y oí la voz de mi madre que susurraba.

  • Abel, cariño, ¿duermes?  Te espero en mi cama.
  • Ahora no, hasta mañana Hortensia.
  • Por favor…
  • Nada, mañana veremos…

Por la mañana aparecí en mi clase, las caras de mis compañeras se iluminaron, me hicieron un hueco entre ellas y tanto una como la otra pusieron la mano en mi muslo, no llegaron a tocar más porque entró la profesora Silvia, también se sorprendió y me sonrió mordiéndose el labio, preguntó cómo estaba y le dije que quería hablar con la directora, me dijo que esperara al final de las clases y me puso al corriente de las asignaturas.

Cuando entré en el despacho de doña Encarnita me recibió con los brazos abiertos, el abrazo fue efusivo, más que familiar y con toda confianza me hizo sentar a su lado, se interesó cuando le conté la historia por encima, le resumí que tenía que dejar las clases y reanudar los estudios de otra manera, le insinué la idea de acudir a la academia de la señora del otro pueblo a la vez de pedirle trabajo, no le pareció mal del todo, conocía la academia y a los profesores y tenía buenas referencias, se ofreció a dar buenos informes de mi.

  • Si quieres puedo dar buenas referencias, de lo estudioso que eres, de tus aficiones, bueno de lo de las ovejas no, claro.
  • ¡Pero si no hice nada!...
  • Jajaja, ya lo sé, era broma.  Mmm que cansada estoy… me duele el cuello una barbaridad, ¿sabes dar masajes?  No me vendría mal uno en el cuello.

Lo dijo de una manera que lo insinuaba todo y cuando me levanté de la silla se relajó en su sillón de ejecutivo, soltó dos botones de la camisa y movió el cuello en todas direcciones para relajarse.  Me puse detrás de ella y las manos en las sienes haciéndola suspirar, las manos fueron bajando al cuello y por la espalda frotaron los músculos que notaba tensos, no tenía ni idea de que hacer pero tocaba todo lo que sentía duro.

Notaba como la directora se escurría en el asiento y mis manos pasaron por los hombros y de los hombros, siguieron por las clavículas y fueron bajando, noté cómo se le aceleraba la respiración al llegar al comienzo del pecho y más cuando entraron en el canalillo y cada una separó una teta hacia un lado.

Se fue abriendo la camisa dejando que mis manos tuvieran vía libre, al separar las tetas llegué a separar los tirantes del sujetador que cayeron flácidos, en mis manos quedaros las dos tetas maduras pero firmes todavía, cuando tenía cogidas las dos tetas con las manos y los pezones atrapados con los dedos la puerta del despacho se abrió de repente, una cabeza femenina apareció de pronto y saludó…

  • Uf, ya estoy aquí Encarnita.
  • Pasa guapa, llegas a tiempo.

Era la profesora de música, había hablado con Silvia y le había dicho que yo estaba hablando con la directora y le aconsejaba acudir al despacho.  Encarnita no dijo más, acabó de abrir la camisa y le mostró mis manos llenas de tetas, la profesora sonrió y se lamió el labio, la directora, levantó el culo del asiento y se bajó la falda, con las piernas abiertas ladeó las bragas y miró a la profesora, ésta se acercó soltando el cinturón de su pantalón y lo dejó caer al suelo, también se quitó la blusa y se dejó la ropa interior.

No me había fijado hasta ahora pero tenía un cuerpo espectacular y, con la cara de vicio que ponía, la polla creció al máximo.  Mis dedos retorcían los pezones de la directora que suspiraba separando las piernas, la maestra se arrodilló frente a ella y acercó la cara entre sus muslos.

Noté en los pezones el efecto de la lengua en el coño de la directora, me cogió las manos y las acompañó un rato moviéndolas como a ella le gustaban las caricias de teta, ya tenía los pezones completamente puntiagudos cuando levantó la cara y me miró, sonrió y con la mirada me señaló a la maestra de música, tiró de mis manos y las dirigió a la chica arrodillada.

La seguí dócilmente y rodeé a la profesora y me puse detrás, Encarnita estiró sus bragas y las rompió dejando su coño completamente en la boca de la profesora, después le cogió la cabeza con las dos manos y la fue guiando por toda su entrepierna, con los ojos me dio el ok y la obedecí.

A partir de ahí ya tomé el timón y le bajé las bragas a la maestra, ésta coleó un poco pero le di dos palmadas en las nalgas, se quedó inmóvil al momento y separó las rodillas, no hablamos nada, sólo se oía la lengua de la maestra chupando el clítoris de la directora y luego un grito ahogado al notar mi polla entrar en sus carnes.

La mujer afirmaba satisfecha al notar en su coño la agitada lengua de la chica y me animó a seguir, no hizo falta pues salí y volví a entrar hasta el fondo, Encarnita apretó la cabeza contra ella y apenas se oyó su quejido, miré la polla, estaba seca y volví a clavarla, a la tercera metida ya salía húmeda y a la quinta estaba mojada del todo.

Le solté el cierre del sujetador y las tetas colgaron pesadamente, tenía un par precioso y muy bien formado que oscilaba debajo de ella, me agaché hasta alcanzarlos y los amasé, ella quedó quieta esperando y la directora dejó que pudiera hablar.

  • ¡Qué barbaridad, que polla!, no creí lo que dijo Silvia, ¡es tremenda pero que rica está!
  • Pues no has probado lo mejor, ¡explícaselo Abel!

Escupí en el culo de la chica y al sacarla del coño blanca de flujo la apunté al culo, la chica al notarme se movió bruscamente pero Encarnita lo esperaba y la sujetó, me agarré a su cintura y empujé, ella no colaboró y el esfínter no cedió, mi capullo se aplastó deformado, volví a escupir y nada, la polla chata se escurría al coño y se mojaba pero no lo conseguía, la directora abrió un cajón del escritorio y me dio un bote de crema.

El frescor de la crema en su culo la hizo estremecer, sabía que no había escapatoria y se relajó rendida, la polla entró esta vez casi sin resistencia y se hundió hasta el fondo a la primera, la chica dejó caer la cabeza al suelo y yo me dejé caer sobre ella, se corrió entre sollozos, la directora se masajeaba el clítoris, también se meó sobre la espalda de la maestra y yo la llené de leche.

La directora bajó la mano mojada de sus jugos y se la dio a chupar a la maestra, ésta la miró agradecida.

  • ¡Qué maravilla Encarnita!, creí morir pero ahora estoy encantada, que corrida, me gustaría repetir.
  • Con mucho gusto, ¿Abel te animas?
  • Por supuesto pero esta vez te voy a follar a ti.
  • ¿A mí?, yo prefiero que me coma el coño otra vez.
  • Ni hablar, esta vez te voy a follar el coño y tú le vas a comer el suyo a la profesora, se lo ha ganado.

No se lo tuve que repetir a la maestra, se tumbó sobre la mesa y Enriqueta se amorró entre sus piernas, el culo manaba leche todavía y le hice lamer lo que iba saliendo, luego me puse detrás de ella y le pasé la polla como un pincel desde el coño al culo, sin decidirme todavía, estaba tan mojado de saliva y flujos que me atrapó al pasar y me hundí en él, el calor que tenía y los pliegues de la vagina me convencieron para quedarme y no salí hasta que se corrió.

Las dos gemían a coro, las tetas de la directora también campaneaban y las ordeñé a dos manos, ya me iba a correr cuando me acordé de que posiblemente sería mi última visita a la escuela, saqué la polla y la hundí en el culo de la directora, ésta chilló por la sorpresa pero separó las nalgas con sus manos y aguantó las embestidas hasta notar que me quedaba quieto y le llenaba el culo de semen caliente.

Se sentó pesadamente en el sillón, por las piernas le caía leche y espuma blanca, la profesora de música con las piernas colgando dejaba ver el coño abierto y mojado hasta el monte de Venus, las tetas descansaban a cada lado con los pezones erguidos todavía.

  • ¡Qué follada Abel!, que instrumento tienes, ya quisiera yo que me dieras un concierto con él todo los días, mmm, te vamos a extrañar mucho, eres un sol.

Cuando salí del despacho de la directora me crucé con Silvia, me guiñó un ojo y me lanzó un beso al aire, con el pasillo vacío hice mención de echarle mano entre las piernas y ella instintivamente se cubrió, los dos nos echamos a reír a carcajadas mientras nos alejábamos.

Ya en la calle, con el informe favorable bastante exagerado de la directora me fui a casa, por el camino encontré a mi amigo Fidel.

  • ¡Hola Abel, que caro te haces de ver!
  • Uf, ya lo creo, no sabes la vida tan ajetreada que llevo, ¿cómo te va, sigues con la “Negra”?
  • No te lo creerás pero ahora cuando subo a la colina me oye y viene ella a mi encuentro, se frota en la pierna y con el hocico me huele en la bragueta, jajaja.
  • Ya la tienes amaestrada, el día que cojas a una mujer…
  • ¿Para qué?, con ella no tengo problemas.
  • Tienes razón Fidel, sigue así.

Cuando entré en casa estaba desfallecido, la “entrevista” con la directora y compañía me había agotado, al entrar no se oía ningún ruido, fui directo a la cocina y me preparé un bocadillo con una baguette, busqué los fiambres que había y la llené, iba a coger una cerveza, me sentí mayor, el hombre de la casa pero no encontré, desde que mi padre venía cargado las tiramos entre mi hermana y yo.

Con una cola me arreglé y con la panza llena me sentí otro, fui directo a la ducha pero lo pensé mejor y entré en la habitación de mis padres, en la bañera adonde bañamos a mi padre me sumergí totalmente, en el silencio y la paz, recapacité, tenía un difícil futuro y me propuse ser firme y decidido, no podía hacer concesiones y me lo juré a mí mismo, con el calor del agua la polla se sentía cómoda y nadaba entre dos aguas como un submarino, no quise castigarla más aunque me vino la imagen de Adela en la ducha.

Liado con una toalla fui a mi habitación, estaba a oscuras y me acerqué a la cama, me apetecía echarme un rato hasta que vinieran las mujeres.  Al abrir la cama noté un bulto caliente y suave, me extrañé y encendí la lamparilla de noche, allí estaban sonriéndome divertidas mi hermana y Marta, estaban sobre la cama, desnudas como vinieron al mundo y pegadas una a la otra pero, lo que me llamó la atención fue que la mano izquierda de mi hermana se hundía en la entrepierna de Marta y la derecha de ésta en la de Feli.

  • ¿Qué hacéis en mi cuarto?
  • Esperarte, ¿qué va a ser?
  • ¿Y qué queréis haciendo… eso?
  • Jajaja, eso es para estar listas para el combate, Marta viene dispuesta a que la folles como se merece.
  • ¡Si ya no es virgen, que se busque novio!
  • ¡Ah no Abel!, el honor es tuyo, no me entrará ninguna polla si no es la tuya, lo estoy deseando desde el primer día.
  • Lo siento pero no es buena idea, llevo un día muy ajetreado y…
  • Abel, si no te conociéramos…  ¿Vas a despreciar esto?

Las dos a la vez abrieron las piernas al máximo formando una W y me mostraron los coños brillando de jugos, la polla me traicionó asomando por el pliegue de la toalla, mi hermana la cazó al aire, tiró de ella y me arrastró hasta que caí entre ambas.  Marta se apartó justo para que cupiera entre ellas y me besó en la boca apoyando las tetas sobre mi pecho, mi hermana no se entretuvo y se tragó la polla que en pocos minutos estaba como antes de las batallas escolares.

Entre las dos me lamieron, chuparon y magrearon todo los rincones y tuve que ponerme serio y cortarles.

  • Ya vale, Feli, parece mentira, no tienes consideración, te digo que estoy agotado y vas directa al lío y tu Marta, me halagas queriendo que te estrene pero… otro día estaré en mejores condiciones.
  • Jajaja, nada de eso hermanito, hemos estado toda la tarde esperándote, retrasando los orgasmos para que fueras tú el que nos lo provocaras y ahora no vamos a desistir, si no nos follas más, nos follas menos pero de aquí no nos vamos sin un buen polvo.
  • Eso, así se habla Felisa.
  • Nosé como lo tengo que decir, estoy cansado, agotado y la polla no…
  • ¿No qué?, mírala, me mira con su ojito pidiendo lengua, jajaja.
  • Está bien pero lo haremos a mi manera, poneos en cuatro cara a la pared y con la cabeza en la sábana, os voy a follar a la ruleta y no quiero quejas ni pegas, ¿está claro?
  • Clarísimo, sólo te pido que me folles el coño, el culo ya lo probaste el otro día.
  • Ya veremos Marta, de momento chúpenme la polla entre las dos y mientras dejadme las tetas cerca.

Se arrodillaron a mi lado dejando los culos, coños y tetas a mi alcance y se repartieron como buenas amigas mi tronco vertical, metí todos los dedos por todos los agujeros dilatando y preparando el terreno y cuando tuve la polla a punto le di una palmada sonora en el culo a cada una.

Se levantaron prestamente y se pusieron en la postura que les había ordenado, era una hermosura admirar aquellos culos, las cuatro columnas de los muslos y los cuatro gajos de los coños, el de Marta todavía enrojecido por los cuidados en el hospital.

No tenía preferencias y les di varias palmadas en las nalgas, la primera que se quejó fue la que recibió la primera embestida, se balanceó hacia adelante peligrosamente y tuve que inclinarme sobre su espalda y cogerme a las tetas que colgaban, no podía ser otra que Felisa, sus tetas eran inconfundibles pero no me quedé en ella, cuando recuperé la vertical salté al otro culo, al llevar la polla humedecida de mi hermana preferí meterla en el culo primero, Marta se lamentó, estaba mentalizada para recibirme y levantó el culo para que al siguiente empujón eligiera la otra entrada.

Le separé los labios y pude ver los restos del himen, escupí en ellos, me habían destrozado el capullo en varias ocasiones y lo pagaron caro, cuando la metí de golpe pasé de largo y me hundí en ella, era la primera polla que la penetraba y el quejido fue angustioso, mi hermana la cogía de la mano para confortarla y ella se mordía el labio de dolor, estaba estrechísima, parecía que la metía en un tubo pero cuando se relajó y empezó a destilar jugos, el dolor se transformó en placer.

  • ¡Mmm, por fin lo conseguí!,  tengo la mejor polla en mi coño después de mucho rogar, no pares Abel, sigue follándome aunque me queje, no pares hasta hacerme correr.
  • Vas a tener el mejor orgasmo de tu vida, Feli, ¡échame una mano!
  • Enseguida hermano.

Feli se deslizó entre las piernas de Marta, ésta las separó como si la estuviera cacheando contra la pared y su amiga metió la cabeza hasta que su lengua llegó al clítoris brillante, lo noté enseguida pues Marta movió las caderas de un lado al otro y mi polla la recorrió sin dejar ni un rincón seco.

El orgasmo de Marta, su primer orgasmo, producido por una polla en su coño, fue brutal, se le aflojaron las piernas y Feli sufrió las consecuencias, un río cayó como una cascada sobre la cara de mi hermana a la vez que yo bombeaba y no pregunté más, me corrí al momento, la llené de leche sin más, sin pensar en las consecuencias, ahora era yo el que mandaba y le dejaba la solución a ella, mi hermana todavía quedó esperando con la boca abierta cuando la verga lacia se salió, pude ver los dos agujeros abiertos y la boca de mi hermana como una O mayúscula recibiendo semen.

Ya era tarde, Marta se vistió y se marchó, iba escocida pero contenta, nos quedamos un rato mi hermana y yo en la cama, me sorprendió al oír decir esto.

  • Eres un buen follador, el mejor, no has salido al papá.
  • ¿Por qué dices eso Feli?
  • No por nada, no tiene importancia…
  • Un momento, espera, ahora que recuerdo… -recordé la despedida de mi padre-
  • ¿Qué pasa que te pones tan serio?
  • Te quiero preguntar una cosa y quiero que me digas la verdad, ¿qué hay de cierto en la historia que me contaste sobre papá?
  • ¿Qué historia?  Ah sí, nada, lo que te dije.
  • No sé porqué me estás ocultando algo y yo sé lo que es, me lo contó el papá el otro día, -lancé una mentira-

La cara de mi hermana se transformó, se quedó lívida, me volví hacia ella y le cogí de la barbilla obligándola a mirarme.

  • Quiero que me cuentes tu versión, papá me ha contado una muy diferente a la tuya, radicalmente diferente, así que te escucho…
  • Verás… me da mucha vergüenza sólo recordarlo… yo era muy joven, ya sabes lo que pasa con las hormonas.
  • ¡Sigue!
  • Tenía curiosidad, espiaba a los papás, un día los pillé follando, la mamá gritaba que quería más, que quería otra polla más, yo no entendía nada, ¡si ya tiene una adentro! pensé,pero ella gritaba y exigía otra polla más.
  • ¡Qué más!
  • El papá salió muy enfadado de la habitación y me pilló espiando, me cogió del brazo y me llevó a la cama, me dijo que no dijera nada de lo que había escuchado, lo vi tan apenado que le pedí que me enseñara su polla, quería ver por qué le pedía otra, él no quiso, se resistió pero yo gané, me quité el pijama y le enseñé las tetas incipientes, el se quedó helado y yo seguí, me gustaba el juego y le hurgué en la bragueta, la polla todavía la tenía mojada del flujo de mamá y se me resbalaba, la tuve que coger varias veces con las dos manos, se puso enorme entre las mías pero nada parecido a ti.
  • Joder Feli…
  • Luego me quité el pantaloncito y me senté en sus rodillas, acerqué el coño a su polla y me estuve frotando, el capullo lo tenía morado, yo estaba muy caliente, me frotaba el clítoris contra él y me corrí, él no me tocaba, miraba para otro lado resistiéndose, yo tuve que hacerlo todo, le cogí la polla y la puse en la entrada de mi coño, me moví lo suficiente para que me entrara el capullo ardiente, lo conseguí y de pronto él me dio un empujón y me tiró al suelo, estando en el suelo su polla empezó a escupir leche y me regó toda, salió llorando y al rato volvió, me hizo jurar que no contaría eso nunca y me dio la otra historia por si se descubría, culpándose él.
  • ¡Qué tipo, mi padre!
  • Lo siento, fue una chiquillada.
  • ¿Una chiquillada y te follaste a papá?  Vaya familia que tengo, eres la única persona que confiaba y resulta que eres  igual que mamá, lo siento Feli, me has decepcionado, ya nada será lo mismo, si eres tan mujer para unas cosas vas a serlo para otras, ya está bien de vivir a expensas de la familia, búscate un trabajo y colabora, a mamá ya le dije lo que tenía que hacer, yo trabajaré igual o más pero no quiero gente ociosa, no tengo más que decir.
  • Pero Abel, con los ratos que hemos pasado juntos, ¿qué va a ser de nosotros?
  • Eso lo decidiré yo, te follaré cuando me apetezca y como quiera y tú limítate a cumplir con todo, ¿entiendes?
  • Si claro pero no te enfades, me das miedo.
  • Pues eso no es nada, no me conoces aún.

Mi hermana recogió su camisón que estaba en el suelo y salió disparada, me quedé en medio de mi cama y yo mismo me sorprendí, me temblaron las piernas al recordar mi reacción pero me repuse pronto, me propuse dejar de ser un niño y pasar a mayor aunque me costase perder la adolescencia por el camino.

Estuve pensando en lo que me contó Feli y en lo que sabía de mi madre, no sabía cómo manejar esto, además las quería a las dos, no quería perderlas y seguiría follando con las dos pero no sabía cómo compaginarlas en la misma casa, tendría que pensar algo radical…

Continuará.

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Gracias.