Por bocona me dieron con todo (2)

...lo que al menos me tranquilizaba –pensaba yo en ese momento-, era que parecía que mi novio se había olvidado de la segunda parte de nuestra pasada “apuesta”,… pero no era así,...

Por bocona me dieron con todo (2)

Transcurrió casi una semana después desde que mi novio y sus amigos me clavaron a sus anchas por todos mis agujeros y mi ano aún me seguía ardiendo,… y no es para menos: después de años negándome a entregarle mi culo a Renato -y ya vencida de tal manera mi reticencia-, mi novio se dedicó a penetrarme por ahí todas las noches. Ya dilatado así mi agujero posterior, mi enamorado me machacaba por horas, hasta vaciar su verga dentro de mis entrañas. ¿Lo disfrutaba yo?, en parte: comencé a sentir mucho placer con cada embestida de su verga, pero valgan verdades, lo que realmente me hacía mojarme de verdad, era cuando yo cerraba los ojos, sentía su aparato entrando y saliendo de mí, friccionando mi interior (haciéndome sentir a la vez dolor y gozo), y rememoraba mentalmente cada recuerdo de esa noche en que, borracha, como una sucia, me dejé violar por sus cuatro amigotes, mientras Renato, mi enamorado, observaba. Solo recordar mi reflejo en el espejo, desnuda, y con esos 4 encima mío,… hacía que mi rajita se mojase irremediablemente.

Paulatinamente, no solo le entregaba mi culo sin chistar a Renato, sino que comencé a acceder a cualquier petición que me hiciera; de tragarme su semen –cosa que hice por primera vez con él y sus amigos-, pasé a meterme cosas a mis agujeros para su deleite; de ahí pasé a dejar que me filme, siendo enculada por él, y de ahí a ni quejarme yo siquiera, por verme así "colgada" en Internet. Mi enamorado me había bajado la moral, dado que ahora aprovechaba a su gusto mis dos debilidades: una, la de siempre: retarme a hacer algo y que yo no podía –ni aún puedo-, negarme. Y la segunda: que tras esa noche descubrí que el sexo salvaje y sin tabúes me enloquecía, al punto de atreverme a todo; pero de los dos, mi mayor temor era que me dijese de nuevo esa maldita frase: "te reto" (¡por qué soy asiiií!),... realmente no me comprendo. No me comprendo.

Fue así que yo ya me sentía –y me resignaba-, a ser ya completamente esclava de Renato y sus caprichos. Me obligó a no tener contacto con sus amigos y yo le obedecí (a pesar mío: ¡quería ser agarrada como puta de nuevo por todos ellos juntos!),… pensé que mi enamorado simplemente había desistido de dejar que otros me gozasen, y terminaría yo convertida en su putita personal, pero me equivoqué: una noche estábamos de nuevo ocupados en nuestra nueva rutina; en mi depa, yo tirada en la cama, agarrándome las piernas abiertas y recogidas, mientras Renato me hundía por el culo su verga hasta los huevos, mientras yo gemía de gusto y de dolor, casi saltándoseme las lágrimas. Lo que al menos me tranquilizaba –pensaba yo en ese momento-, era que parecía que mi novio se había olvidado de la segunda parte de nuestra pasada "apuesta",… pero no era así:

  • ¡Ahhh!!,… ¡ahhh!!! ,… ¡así me gusta: romperte el culo, putita!!!,… -me decía Renato, mientras me la calvaba por el culo con desespero, buscando llenarme de leche en cualquier instante-, ¡levanta las piernas más, Esther!!!,

  • .¡AAAAHHH!!!,… ¡AAAAAHHH!!!,… ¡SIIIÍÍ!!!,… - gritaba yo, convulsionando de placer, por que en vez de oírlo a él, yo escuchaba en mi mente a su amigo Alex, gritándome: "

¡carajo, Esther!,… ¡ábrete más el culo y agáchate!",... mmmm recordarlo violando mi ano, a la vez que se la chupaba a Pedro, que me decía: " ¡qué buena boca tienes, Esther!",…. Simplemente me enloquecía, al nivel de ocasionarme más de un orgasmo sucesivo.

En fin, ya cuando me encontraba con las piernas medio abiertas y rezumando por mi orificio la lechada de Renato, miraba yo al techo, esperando una de sus recriminaciones, cosa que hacía un tiempo, se había vuelto también parte de nuestra rutina:

  • Te estás volviendo una vaga en la cama,… -me dijo como cualquier cosa Renato, mientras fumaba un cigarrillo.

  • No todas las noches voy a tener ganas de hacerlo,… -le solté con algo de rabia,… pero al rato me arrepentí de mi respuesta y me disculpé (así me tenía él y su verga de dominada)-,… perdóname,

Ni siquiera me respondió; en cierto modo, nuestra relación había pasado del amor al puro y salvaje sexo,… y nada más,… pero mi novio ya sabía como cambiar eso:

  • Lo que falta es hacer cosas distintas –exclamó-, como por ejemplo, que cumplas lo que falta de la apuesta,

  • Lo que pasa es que ya te aburriste de mí y me quieres cambiar por una de mis amigas,… -, le respondí con desazón, pensando en voz alta.

Renato apenas hizo una mueca de disgusto; caminaba por el cuarto, desnudo, sonriente, desafiante: sabía lo que iba a pasar y disfrutaba cada segundo antes. Yo por mi parte, le veía azorada, sabiendo que venía lo inevitable, mientras daba yo aire a mi culo con mi mano, dado que me ardía mucho.

  • Ya sabía yo que no tenías palabra,… -, soltó Renato.

  • Sí tengo palabra,… -respondí agachando la cabeza-,… ¿acaso no lo demostré con tus amigos?,

  • Apenas digo algo y ya te estás echando para atrás,

  • ¡Por favor, amor!,… -repliqué casi sollozando, con lo último de carácter que me quedaba-, …no seas malito,… la otra vez fue fácil,… me vestiste como una zorra,… y les abrí las piernas a tus amigos,… mis amigas no van a querer,

  • Sólo lo dices por que sabes que vas a perder y necesitas una excusa,

  • Por favor, yo,….

  • ¡Te reto!,

Apenas lo dijo, dí un brinco de la cama: quise evitar escucharle, me tapé los oídos con ambas manos, mientras tarareaba a gritos una canción,… mientras mi novio se plantaba delante de mí, repitiéndome esa maldita frase una y otra vez, como un crío. Yo cerraba los ojos desesperada: no quería ver ni oír,… pero en mi cabeza ya estaba presente la imagen de mi novio, repitiendo burlonamente: "¡te reto, te reto, te retooo!". Quería yo arrancarme la cabeza, huir de ahí, qué se yo,… mi orgullo me comenzaba a dominar una vez más,… no sabía qué hacer: apenas abriese los ojos, Renato estaría ahí, frente a mí, machacándome con esa frase sin cesar,… no resistí mucho: de un momento a otro solté un grito casi animal:

  • ..¡AYYYYYY; ACEPTOOOOO!!!!,

Ya estaba hecho y no había forma de poder evitarlo. Mi novio gozaba de su momento de triunfo sobre mí, mientras miraba al techo del cuarto, precisando las condiciones: me la ponía muy difícil,… sólo dos semanas para organizar una fiestita, en la cual Renato me cogería a mí y a cuatro de mis amigas,… todo lo inverso a la vez anterior. Luego Renato escogió a quienes debía yo llevar – con engaños o como sea-,… me turbó cuando escogió de entre mis amigas como quien pide un menú; las elegidas fueron: Ana Paula, mi mejor amiga de la infancia; piel blanca, melena y ojos azabache y una espigada figura de modelo. El que mi novio escogiese a Ana Paula fue lo que más me dolió: sabía yo que mi amiga había visto con mucho interés a Renato cuando lo conoció y aún él no era mi novio. La siguiente elegida fue Marisol, una tímida vecina mía, delgadita, bajita, con cara de niña buena, tetitas diminutas y culito estrecho. Mis celos se encendieron cuando Renato pidió también a Liliana, una joven doctora, compañera mía del tiempo de universidad y que era deseada por mi enamorado y todos sus amigos y no era para menos: labios gruesos y excitantes, ojos color caramelo, piernas bien torneadas, caderas anchas, una cintura de colegiala y unos senos parados y duros como piedra.

La última fué la que podía yo esperar: Cristina, la de las enormes tetas,… la más desenfadada de entre mi círculo de amigas, ¡seguro que si a ella le contaba todo, la muy marrana se anotaría de inmediato!,… aunque a decir verdad, Cristina era una elección que yo también hubiese hecho; su belleza me había ocasionado –desde que la conocí-, que surgiesen en mí deseos lésbicos que jamás había yo imaginado tener; mi amiga era toda carne deseosa: unos senos inmensos que paraban el tráfico, cada vez que se ponía remeras ajustadas, lo cual, unido a su piel canela, sus ojos de devoradora de hombres y un culo de campeonato, la hacían ser el objeto del deseo de todo el vecindario.

La primera semana del plazo establecido no avancé casi nada: lo único que pude es derrumbarme una noche, llorando como una criatura sobre las piernas de Ana Paula, contándole todo de cabo a rabo (menos claro, que había hecho con Renato y sus amigos); tras consolarme, mi amiga me demostró a qué punto su amistad para conmigo era inmensa:

  • (Suspiro) Está bien, Esther: lo haré contigo y tu novio,… ¡mierda, en los líos que te metes por orgullosa!,

Conforme me acercaba a otro fin de semana, estaba yo a punto de explotar: les había dicho a mis amigas que celebraríamos un año más de novios con Renato, con una fiestecita en su depa,… pero nada más; ¡mierda!, ¿cómo le iba a hacer para que el resto accedan???,… desesperada como estaba salí a comprar lo que sea, como una loca: somníferos, hipnógenos, afrodisíacos,… ¡como no sabía yo nada de eso, cuántas veces me habrán estafado!,… ya faltando un día para la fiesta, apelé al consejo de la empleada de mi mamá: había una bebida, de la selva del Perú, que según ella "enciende hasta los muertos"; nunca olvidaré su nombre: Guanarpo Negro. Como yo no sabía del asunto, ella me lo fué a comprar "…no vaya a ser que le den gato por liebre, señorita,…", me dijo. Finalmente la empleada de mi mamá vino trayéndome la bebida esa de su tierra: un botellón de 5 litros, de un aguardiente negro, en el cual al fondo maceraban unas raíces y cortezas. Todo listo: o cumplo mi palabra empeñada, o pierdo para siempre a cuatro buenas amigas: qué sea lo que Dios quiera, pensé.

Sábado en la noche, una vez más. Mi cuerpo estaba de nuevo vibrando a mil por hora, mientras me alistaba para dar inicio a la fiesta. A pedido de Renato, me comencé a calzar el mismo atuendo que usé con los chicos: el vestido negro de una pieza, de mangas largas, con una faldita de vuelos, panties negras con liguero, zapatos de tacón y en esta ocasión, sin bragas. Mientras recogía mi cabellera en una cola francesa, mirándome al espejo, pensaba en yo si Cristina me consideraría atractiva, mientras sentía mi rajita humedecerse, imaginándome a mis amigas desnudas. Cuando el timbre del depa de Renato sonó, mi enamorado se acercó a mí, dándome a guardar algo bajo la cama: ¡se me escarapeló el cuerpo por completo al tenerlo en mi mano!; era un dildo,… un pene rígido, negro, con protuberancias redondas en la base –dizque para dar placer-, con rudas correas de cuero, ¡pero era inmenso: mi mano apenas abarcaba su grosor y de largo tenía, mínimo, unos 18 centímetros!!!,… me puse pálida, con angustia le ví desesperada, pensando en que me mataría, si me intentaba meter eso por la concha o por mi culito. Renato adivinó mi desazón:

  • Lo usarás con tus amiguitas – me dijo sonriendo-, quiero que tú también te las comas,

Aquel comentario me encendió por completo: jamás lo había hecho con una chica,… pero dentro de mí crecía un deseo incontrolable de vivir esa nueva experiencia; como nunca para una simple reunión en casa, me esmeré en maquillarme y perfumarme, antes de salir del cuarto y reunirme con mis amigas. Ana Paula estaba muy seria, algo tensa a decir verdad, pero supo mantener el aplomo; yo por mi parte, preferí evitar mirarla, ya que por dentro me consumían los celos: ¡mi mejor amiga, se había vestido cual puta!; zapatos de tacón aguja, pantyes a media pierna color carne, una apretada minifalda y una blusa también blancas,… y que transparentaban que abajo llevaba apenas un escandaloso hilo dental negro y un notorio sostén rojo (¡ni hacer juego siquiera se le ocurrió!); Marisol vino vestida como era su estilo, muy recatada: pantalón de vestir color café, una blusa beige y botas cortas. Liliana estaba divina luciendo un elegante conjunto de blusa y pantalón color melón, y en cuanto a Cristina,… como siempre "vestida para matar": jeans apretadísimos, casi explotando por el enorme culo que se maneja y un escotado top color vino, abierto también atrás, y que sin sostén abajo, exhibía sus descomunales tetas, así como sus grandes pezones erectos; mientras conversábamos y escogíamos música, yo prefería, tras ver un instante los ojos ansiosos con los que Ana Paula veía a Renato de cuando en cuando, girar y posar mi vista en Cristina, quién jugueteando con su melena ondulada, hasta incluso con el delicioso aroma de su perfume (que se notaba donde ella estuviese), ya me tenía totalmente turbada, haciendo que, consciente o no, yo me frotase las piernas una contra la otra, a cada rato.

Conforme avanzaba la velada, se iba aproximando el momento de "motivar" a mis amigas a algo más: tras dar cuenta entre todas (junto con Renato), de unas 3 jarras de ponche de ron, me metí en la cocina, para preparar un cóctel "más motivador". Parada frente a la mesa de la cocina, yo dudaba sobre qué hacer: no sabía yo si echarle a la bebida todas las pastillas que tenía, una sola o qué hacer; además, temía que Liliana o alguna de las chicas descubriese lo que les daba: en ese momento entró Renato, enviado por mis amigas ya que me demoraba yo con las bebidas. Tras explicarle mis dudas, mi enamorado me soltó una imprecación hiriente:

  • ¡Bah; nunca sabes tú nada!,

La desazón que tenía yo por la forma como me trataba desapareció de pronto, al quedarme yo turbada por lo que comenzó a hacer: ¡como un experto escogió varias pastillas al ojo, para luego molerlas con sus manos, agregándolas a la bebida!,… por un instante comencé a preguntarme si Renato tal vez me había dado algo, cuando me entregué a sus amigos; pero no tuve tiempo para preguntármelo: salí de la cocina rumbo a la sala, siguiéndolo.

Las chicas no se percataron de nada: como si nada dieron cuenta de esa y otras tres jarras de licor preparadas por mi novio; no sé si por efecto del cóctel con droga o qué, pero las chicas comenzaron a reír de toda ocurrencia que pasaba. Yo también bebí algunos vasos de esa bebida, pero tal vez por que sabía yo lo que vendría, solo sentía lo mismo que en la fiestita anterior: todo mi cuerpo vibraba hasta casi no poder controlarme: es más, cada vez que por cualquier motivo, alguna de mis amigas, por efecto de la borrachera, se topaba conmigo, casi me mojaba yo sin remedio; tal era mi ansiedad que el más mínimo roce con la piel de alguna de las chicas, hacía que mi coñito casi me ardiese de la calentura. Hice hasta lo imposible por no ir al baño junto con alguna de ellas: temía que terminase yo haciendo una locura, al tener ante mis ojos sus rajitas húmedas,… mmm,

Una vez terminadas las bebidas que teníamos, ya medio chispeada, les anuncié a mis amigas "que me habían regalado un licor exótico"; tras explicarles las supuestas propiedades de tal bebida, todas soltaron una sonora carcajada: definitivamente ya estaban bien ebrias,… y tal vez algo más:

  • ¡Pues tráelo hija!,… - dijo eufórica Cristina-, ¡vamos a ver si es verdad tanta belleza, JAJAJAJA!!!,

  • Pero,… ¿y si nos hace efecto? –, dijo entonces Ana Paula, algo preocupada.

  • ¡Bah: si es así, el que saldrá perdiendo será Renato, jajajaja!!! – exclamó Cris muy suelta de huesos, mientras que a Ana Paula se le encendía el rostro de felicidad. Quería yo matar a mi amiga,

  • No sé,… no,… -intervino entonces Marisol. Ya estaba ebria-, …yo ya estoy borracha,… creo que me voy a mi casa,

  • Tranquila Mari,… -dijo entonces mi enamorado, para ella y para todas-, quédate un rato más y si les da sueño, se acuestan en mi cama: yo dormiré en el sofá,

Tras la presión de las demás, Marisol accedió a quedarse y no se habló más del asunto; en verdad, todas nos estábamos divirtiendo mucho: riendo con los chistes colorados de Cristina, bebiendo, bailando entre nosotras y con Renato; poco a poco, se fueron notando varios cambios entre las chicas: todas comenzaron a mostrar sus rostros muy encendidos; sudaban a mares y también comenzó a notarse que, atontadas, hacían caso a cualquier cosa que se les sugiriese: como cuando Renato sugirió que Liliana y Ana Paula se sentasen en sus piernas al mismo tiempo, para tomarse una foto. Asimismo, cada vez que las chicas bailaban entre sí –o conmigo-, acercaban sus cuerpos más y más, mostrando en sus contoneos, una lascivia que se acrecentaba a cada segundo: yo sentía cómo mis pezones se me erectaban de solo verlas actuar así, mientras que mi enamorado disfrutaba de verlas, acariciándose por encima del pantalón, su aparato ya duro, esperando pacientemente el momento que tanto deseaba. También las chicas tardaban cada vez más, cuando iban al baño: tal era el ardor de excitación que sentían en todo el cuerpo, que corrían a refrescarse, regresando tambaleantes, y con la ropa empapada.

Marisol fue la primera en "enterrar el pico": sin la costumbre de beber tanto, se derrumbó en el sofá, ebria a más no poder; como ida, la cargamos entre todas, y la acostamos en la cama de Renato. Liliana trataba de mostrar autocontrol, pero se notaba que luchaba contra la situación: estaba completamente atontada, y sudaba tanto que parecía que se abrasaba, dudando de rato en rato si abrirse la blusa o no. Disimulando, nos dijo que iba al dormitorio, "a ver si Marisol estaba bien".

  • Ponte cómoda -, le dijo mi enamorado, no con poca malicia.

Luego de eso, mi enamorado fué tras Ana Paula: una tras otra canción, la sacaba a bailar, pegándosele cada vez más,… rodeándola por la cintura con sus brazos, arrimándole la pieza al culo,… subiéndole la mini cada vez que podía: antes tenía celos, pero de ver a mi mejor amiga alzando el culo, casi ofreciéndole las tetas, riéndose cuando Renato le acariciaba, empezó a encenderme casi hasta sin poder contenerme,… sobre todo cuando, al otro lado de la sala, Cristina se abría de cuando el cuando el top, dándole aire a sus pechos inmensos y suculentos, sonriéndose ante la escena que nos regalaban Renato y Ana Paula,... y viéndome con picardía. Los tres nos pasamos un buen rato más bebiendo; no recuerdo siquiera cómo Renato finalmente nos convenció para ir al dormitorio.

Marisol estaba tirada boca abajo, privada; se revolvía inquieta, berreando quedamente. Liliana estaba tirada a su lado, boca arriba: como si le hubiese hecho caso a mi enamorado, estaba al parecer más cómoda. Sus zapatos estaban tirados en el suelo, mientras que su pantalón estaba desabotonado, así con su cierre medio abierto. Su blusa desabotonada por completo, exponiendo sus preciosos y perfectos pechos blanquísimos, cubiertos aún por un coquetísima sostén blanco de encaje: su piel perlada por el sudor se me hizo inmediatamente apetecible. Cristina dijo que deseaba dormir un rato antes de seguir bebiendo. Renato abrió su armario y sacó entonces una pequeña colchoneta: la puso al lado de la cama, en el suelo; Cristina tomó a Ana Paula y la instó a recostarse con ella en la colchoneta. Iba a comenzar la verdadera fiesta.

  • Desnúdate -, me ordenó mi enamorado y yo, abriéndome el vestido en un instante me quedé solo con medias encima, obedeciéndole como en sueños, sin importarme que mis amigas me viesen desnuda ante ellas, al igual que mi enamorado.

A partir de ahí fui cómplice del pervertido disfrute de Renato con mis amigas. Ya desnudo y con la verga tiesa frente a Cris y Ana Pau, mi novio me ordenó que sostenga a Marisol: no sé si era por la droga o por la excitación, pero yo obedecía a todo lo que me decía. Estaba yo como ida, pero tremendamente excitada; mi raja soltaba sus jugos ya sin ningún control. Lo que hicimos con la tímida Marisol no tiene nombre, lo admito: Renato la tomó por las piernas y la arrastró al borde de la cama, para luego darle vuelta. Mi amiga no reaccionó mientras mi novio le sacaba sus botitas, ni menos cuando le quitó su pantalón, dejando expuestas sus piernas blanquísimas de beba,… pero cuando sintió que sus braguitas de algodón se deslizaban por sus piernas, reaccionó instintivamente: Marisol despertó de pronto y comenzó a chillar desesperada, tratando de impedir que su intimidad fuese expuesta. Loca yo de excitación ante tal escena, y sin pensarlo, le tomé de ambas muñecas, para luego aprisionárselas con mis rodillas, quedando así yo sentada encima suyo, y con todo el panorama de su coñito velludito, color castaño ahora a la vista, y listo para ser penetrado. Marisol lloraba a mares, pataleaba, pero no pudo impedir que mi novio le abriese la blusa y luego le subiese el sostén, haciéndola mostrar sus pechitos diminutos y temblorosos; ¡yo estaba y a mil: iba a haber una violación a escasos centímetros de mí y me excitaba hasta la locura por ver!!!

Renato abrió de piernas a mi indefensa amiga sin dificultad: como Marisol no paraba de llorar y gritar, me senté completamente sobre ella, para callarla. Sin importarme nada le puse toda mi entrepierna en la cara, deseando solamente que mi novio la penetre; temblando como una hoja, mi amiga no pudo evitar ya que Renato la ensarte por completo: Marisol convulsionó toda al sentir la verga de mi enamorado hundírsele hasta el fondo. Taparle con mi cuerpo la boca resultó ser una buena idea, ya que se acallaron sus gritos: tras la primera penetrada, la verga de Renato salió de dentro de mi amiga completamente ensangrentada,… ¡era virgen a su edad!!; pero ni a Renato ni a mí nos dio eso pena: cada uno a su manera, disfrutábamos con desvirgarla.

  • .¡MMMMGHHHMMM!!!,….¡MHHHHHAAA!!!!,… -apenas podía soltar Marisol desde mi entrepierna, mientras mi novio la bombeaba-,… ¡MMMMGNOOO!!!!,… ¡MMMMHGWAAAAA!!!!,

Renato gozaba tomándola de las piernas, clavándosela sin parar; yo comencé a sentir una oleada de calor desde mi raja: Marisol bufeaba, gemía, descargando con fuerza su aliento caliente contra mi concha mojada; eso me encendió como nunca antes lo había sentido. Me descontrolé por completo, cuando mi amiga, tratando de zafarse, comenzó a rozar mi clítoris con su nariz,… mis gemidos afloraron sin control, pero yo quería más: comencé a mover mis caderas de adelante hacia atrás, sobando mi raja mojada contra su rostro; ¡era una delicia!!,….¡ahhhh!!!!,… ¡su rostro mojado por las lágrimas, estaba llevándome a que me corraaaaa!!!!!; comencé a acariciarme las tetas, gozando como una enferma, mientras violábamos a mi vecina: abrí los ojos y vi a Cris y Ana Pau, completamente absortas a lo que yo y mi novio hacíamos, ambas con cara de espanto, y a la vez de deseo casi incontrolable.

No pude esperar a que Renato terminase con ella; tardé muy poco en venirme, inundando con un placer morboso, la carita de niña de mi amiga. El estrechísimo coñito recién desvirgado de Marisol hizo que mi novio no tardase tampoco mucho en correrse; mi amiga convulsionó desesperada, mientras mi novio le llenaba de leche las entrañas. Renato sacó su pene chorreante de dentro de Marisol, mientras que la pobre se daba vuelta, llorando, hecha un ovillo en la cama, chorreando de su concha semen y sangre sin parar. Tanto él como yo estábamos ya imparables: el aroma a coño inundaba el cuarto y yo deseaba más sexo. Ahora era el turno de Liliana.

Liliana, mientras violábamos a Marisol, abrió los ojos de rato en rato, viéndolo todo, pero estaba tan ebria y drogada que siguió ahí acostada. Cuando Renato se le acercó y le comenzó a acariciar sus hermosas tetas, ella comenzó a gemir quedamente de gusto; casi se podía decir que ayudaba a mi novio a desnudarla; Renato y yo tomamos la misma posición sobre el divino cuerpo desnudo de mi amiga, la doctora. Cogiendo Renato sus dos esculturales piernas, y con su verga ya lubricada, no tuvo problemas en penetrar su rajita depilada; ¡sus gemidos contenidos contra mi concha me enloquecían!!!!; sus tetas subían y bajaban con cada embestida, haciéndome desear tener sus pezones parados en mi boca,…mmmmm!!!. Estaba disfrutando de su cuerpo desnudo cuando un latigazo de placer me recorrió por completo: ¡OHHHHHH,… AHHHHH!!!!, ¡DIOS: LILIANA ME COMENZÓ A COMER EL COÑO!!!!; como toda una experta, su lengua recorrió toda mi concha, hasta sorber mi clítoris sin parar. ¡Yo gritaba como loca, comprimiendo mis piernas alrededor de su cara, mientras él la bombeaba con las piernas sobres sus hombros!!!; Liliana me hizo correrme sin parar, hasta que de pronto se detuvo; Renato había descubierto algo: mientras la bombeaba, comenzó a meterle el dedo en el ano. Lilianita, la modosita, la doctora toda seria, resultó ser una experta jodedora. Tras sacarle la verga inundada con los jugos de mi amiga, mi novio la alzó más de piernas, y la comenzó a penetrar por su culo ya recorrido: tras sentir la verga de mi novio enterrada dentro suyo hasta los huevos, Liliana dejó mi coño para aprisionar con sus dientes uno de mis muslos haciéndome gritar,… para luego inundarme la entrepierna con su aliento caliente, jadeando sin parar.

  • ¡AAAAHHHH!!,… ¡aaaaaahhh!!!,… ¡maaaaassss!!! –gemía mientras Renato no paraba de machacarle el culo-,… ¡MMMMAAAASSSSSSS!!!!,

Todo comenzó a darme vueltas, cuando Liliana empezó a chuparme con desespero mis labios vaginales, prendiéndose de mis nalgas con las uñas, llevándome a un orgasmo salvaje!!; tuve que hacerme a un lado, rendida: mi novio continuó penetrándola un buen rato, mientras que mi amiga gritaba escupiendo maldiciones sin parar:

  • ¡MÁS FUERTE; DAME DURO CARAJOOOOO!!!!,…. ¡AHAHAHAAAAH!!!,… ¡RÓMPEME, HIJODE PUTAAAAA!!!!,

Yo estaba recostada junto a Marisol, que no paraba de llorar, hecha aún un ovillo; yo por mi parte, apenas podía controlar los espasmos que aún me había ocasionado la venida con Liliana, que gritaba como una marrana sin cesar; en la colchoneta en el piso, sólo Ana Paula nos miraba fijamente: Cristina esta volteada, dándonos las espaldas, como si durmiese. En los ojos de Ana Pau, pude adivinar que deseaba ser la siguiente. Apenas Renato descargó su lechada en el culo de Liliana, ella se puso de pie como un resorte de la cama; tapándose el culo adolorido, se metió como una tromba en el baño, cerrando la puerta.

El efecto de esa bebida extraña y de las drogas era realmente potente: Renato no daba la muestras de estar rendido; como cualquier cosa, obligó a Marisol a darse vuelta y comenzó a forzarle a chupársela, mientras le hacía gestos a Ana Paula para que se nos uniese. Mi mejor amiga se puso de pie y, temblorosa, vino a nosotros. Sin decir palabra, se acostó junto a mí, temblando. A nuestras espaldas Renato estaba acostado, prendido de ambas manos de la cabeza de la llorosa Marisol, a la cual forzaba a tragarse por completo su verga.

  • Amiguita,… -me dijo jadeante, medio atontada, Ana Pau-, lo hago por,.. amistad,… no por,….ahhh

  • Si, amiga,… yo sé,… -le susurré mientras le arremangaba la mini, le bajaba las bragas, le soltaba el sostén, para luego girarla hacia Renato.

Su coñito rosado, deliciosamente depilado, se me antojó en ese instante, turbándola yo con lo evidente de mi mirada. Mi novio dejó de lado sin más a la pobre Marisol, al ver a Ana Pau, ansiosa de su verga como una colegiala. Mientras mi novio jugueteaba con la cabeza de su pene otra vez erecto y listo, con los labios del coño de mi amiga, yo desde sus espaldas comencé a frotarme contra ella, acariciando con mis manos su suave culito, deslizando mis dedos por su raja húmeda. Ana Pau se entregaba gustosa, abriéndose de piernas, mientras Renato se la enterraba toda, besándola con pasión a la vez. Acariciando sus tersas nalgas, recordé lo que ocultábamos bajo la cama; acariciándole las tetas a mi amiga, a tientas lo busqué con la mano. Sus gemidos de placer, muestra de que lo gozaba, encendieron a la vez mis celos y mi excitación: con dificultad me metí el duro dildo a la boca, para humedecerlo, calzándomelo luego con torpeza; no sabía bien yo cómo usarlo, pero mi objetivo estaba muy claro en mi mente: tomándola por las caderas, comencé a empujar, con ayuda de mis manos, el aparato ese, tratando de hacerlo entrar por el ano virgen de mi amiga.

  • ¡NOOOOO!!!,…¡ahhhh!!! –suplicó Ana Paula, al sentir el dolor que le producía la pieza dura, abriéndose paso, mientras que Renato la tenía firmemente agarrada para que no escapase-, ¡NO ESTHER, AYYYYYYYY!!!!!,

Tardé mucho rato en metérsela; cada centímetro dentro de su ano desgarrado le arrancaba gritos cada vez más intensos: Renato gozaba con su sufrimiento, mientras que yo me mojaba con locura, las sentir su cuerpo caliente, sudoroso y jadeante, temblando cada vez que se la enterraba más y más. Marisol había rodado de la cama al suelo, donde gemía aún, desnuda, en posición fetal. En ese momento se abrió la puerta del baño: era Liliana; nos vió ahí violando a Ana Pau, por sus dos agujeros a la vez. Liliana estaba con el rostro desencajado, tratando te taparse avergonzada sus desnudeces, y con el rostro inundado por las lágrimas: parecía que hubiese recobrado la cordura, y recordado lo que había hecho. A tientas tomó su ropa del suelo y apretándola contra su pecho, salió del dormitorio. A ninguno de nosotros nos importó: mi novio y yo estábamos gozando como locos, mientras Ana Pau convulsionaba sin parar, experimentando el dolor y el placer a la vez. De pronto, dos tetas inmensas se apoyaron por completo contra mi espalda: era Cristina que, en silencio se había desnudado y se había unido a nosotros.

  • ¿Estás gozando Esthercita??,… -me dijo entonces con un tono extraño, para a continuación, entre las correas del dildo, clavarme sin previo aviso, dos de sus dedos, en mi raja y en mi ano a la vez.

  • ¡AAAAAHHH!!!!,

  • ¡Siiií! –exclamó al sentir mi interior, cálido y húmedo, para luego meterme y sacarme sus dedos a toda velocidad-, ¡eres una marrana gozandoooo!!!!,

  • ¡SIIII!!!,… ¡AAAAHHH!!!!,… ¡¡¡¡SIIIIII!!!!!,

Con el fondo de los gritos de Ana Pau y mis gemidos de zorra, nos mantuvimos ensartados así en la cama; un deseo de placer loco me obligaba a no dejar de mover mis caderas, sintiendo el gozo de los dedos de Cris, mientras descargaba yo torpes empellones contra Ana Pau, que lloraba a lágrima viva; no sé si fue una descarga intensa de adrenalina, o todo lo que había ingerido, pero en ese rato caí desmayada por completo.

Al despertar por la mañana, casi se me parte el alma; Marisol y Ana Paula se habían ido sin decir nada, pero lo que ví a mi costado en la cama me dejó sin aliento: ¡zarandeando la cama casi hasta hacerla romperse, Cristina montaba a mi novio salvajemente, mientras Renato le besaba las tetas con gula, mientras ambos no paraban de gemir, exclamándose mutuamente, casi a gritos, su amor!!,

  • .¿Ustedes?,… -,dije apenas.

No hacían falta explicaciones: una intuye. Quise pararme e irme de inmediato, pero no pude: de un salto felino, Cristina se me abalanzó encima, al mismo tiempo que Renato me cogía fuertemente de ambas muñecas: empecé a llorar desesperada, sintiéndome engañada, mientras esos dos me obligaban a acostarme en medio de ambos. Chillé desesperada, con ojos llorosos, mientras esos dos pugnaban por sobar sus cuerpos húmedos de los jugos de Cristina, tratando de excitarme; yo estaba desconsolada, es cierto,… pero mi cuerpo no me respondía: mi raja se mojaba irremediablemente, sintiendo la cabeza colorada de mi novio pugnando por entrar, mientras Cristina sobaba su rodilla entre mis nalgas, prendida de mis tetas, lamiéndome el cuello, y sobando también de arriba abajo, por mi espalda, sus pezones erectos:

  • ¡SUÉLTENMEEEEEE!!!,… -gritaba yo, llorando a mares-,… ¡ustedes planificaron todo!!!,

  • Si amor,… -admitió Renato mientras me penetraba; no me resistí,… su verga me tenía dominada por completo-, Cris y yo hemos sido pareja a tus espaldas,

  • ¡Suéltameeee!,…¡ahhhh!,… - grité mientras luchaba contra mi deseo de ser cogida por "mi novio", pero a la vez sintiendo asco por esas tetas que se me frotaban en la espalda-,… ¡ya no quiero nadaaaa!!!,

  • No seas mentirosa, Esthercita,… mmm,… -me dijo la repulsiva de Cris, lamiéndome el cuello-, siempre supimos que eras una perrita insaciable, y queremos que seas nuestra perrita a partir de hoy,

En ese momento mi cuerpo se estremeció por el pánico: ¡sentí como algo durísimo se me introducía por el culo!!!, ¡la perra esa TENÍA PUESTO EL APARATO ESE!!!; traté de contraer mi ano, de alejar mi culo de esa cosa: todo en vano,

  • ¡AAAAYYYYYYY!!!!!!,

¡Sentí como si un pedazo de hierro candente se me metía por atrás!!!; ¡era un dolor horrendo; casi sentía y oída mis entrañas crujir mientras esa cosa me causaba un dolor que sentía yo directo en la cabeza!!!!,… ¡¡mis gritos de dolor me dejaron casi ronca, mientras Cris y Renato me cogían con todas sus fuerzas, como si estuviesen decididos a convertir mis dos agujeros en uno!!!

  • ¡Siempre me gustaste para ser mi perrita, Esther!!!,… ¡aaah!!, ¡ahhh!,… -decía Cris, mientras gozaba como una enferma con mi dolor.

  • ¡NOOOO: NO QUIERO, NO QUIEROOOO!!!!,

  • ¡¡¡VAS A QUERER, PERRA!!!,… - me ordenó-, ¡Y LO VAS A GOZAR: TE RETO!!!,

  • ¡NOOOO!!!!,… -grité, llorando desconsolada-, ¡NO ME RETES,… NO ME RETEEEESS!!!,

Renato no dijo nada: reía y gozaba nada más; gozaba por tener a la vez a una golfa como una enamorada, y a una perra sumisa,… a mí. Así fue como empecé a ser la perrita de Cris y de Renato: siempre dispuesta a que me usen como les dé en gana, pues,… como todos ustedes saben, no puedo rechazar un reto.

FIN