Por amor... amor de madre

Una madre decide intervenir para ayudar a su hijo a tener sexo con mujeres y se ofrece ella.

POR AMOR…AMOR DE MADRE

Mi nombre es Luisa, soy viuda desde hace años, mi hijo era un niño de 7 años cuando murió su padre. Estoy gorda pero mis pechos desde siempre han llamado la atención de los hombres. Actualmente tengo52 años. Mi hijo, Juan, tiene 26. Es un chico que nunca se ha cuidado, bajito y nada atractivo. Pero es mi hijo.

Debo decir que todo lo que voy a contar aquí es totalmente cierto y que lo hice por puro amor maternal, amor de madre.

Cuando empezó su adolescencia me encontraba revistas de mujeres desnudas bajo su colchón cada vez que hacía la cama. No le dí importancia porque me pareció normal a esa edad. Así que hice la vista gorda, como tantas madres, creo.

Casi todas las noches se acostaba conmigo a ver la tele ya que tengo una en mi dormitorio y unas veces se quedaba dormido y otras se iba a su cama después, a meneársela pues escuchaba el sonido de su colchón. Lo que no me extrañaba por aquello del desahogo en esa edad tan crítica.

Hasta aquí todo normal. Fue al cumplir, mi hijo, los 18 cuando empecé a notar "cosas raras". Me despertaba, a veces, y lo sentía tocándome el culo o las tetas, suavemente, con sigilo. Hasta llegó a meterme mano en el coño.

Esto me dejó a cuadros. No sabía que hacer. Por un lado era algo inmoral pero por otro quizás si lo dejase hacer se le pasaría la curiosidad de saber lo que era una mujer. Por vergüenza y por no incomodar la relación lo dejé hacer.

Me hacia la dormida y noche tras noche me sobaba a su gusto. En algunas ocasiones se rozaba con mi culo, pensándome dormida, hasta correrse, que yo lo notaba, y se quedaba tranquilo.

Una noche, en plena faena, se atrevió a bajarme las bragas y eso me asustó, ya no era por encima de la ropa como en las demás ocasiones. Pero seguí con mi disimulo fingiéndome dormida. Me puso la polla, muy dura, entre mis nalgas y al momento sentí sus chorros de semen en mis carnes. Me puso perdida, me embarrizó todo el culo con su leche.

Después de esto decidí que ya estaba bien, que tenía que poner límites, que quizás ya había llegado muy lejos y que estaba llegando al límite de la línea roja que no se debe cruzar.

A partir de ahí empecé a "despertarme" cada vez que empezaba con sus manoseos y a interrumpir sus masturbaciones en mi cama.

El resultado llegó pronto. De nuevo se iba a su cama a hacerse las pajas solito, con sus revistas, como dios manda. Todo volvió a la normalidad y yo me sentí muy aliviada.

A los pocos meses empezó a venir a casa con un amigo, que estaba todo el día metido con él en el cuarto. Ponían música y de allí no salían. Un día, otro día

Esto me estaba poniendo la mosca detrás de la oreja. Yo escuchaba tras la puerta y no oía charla. Pero sí algunos ruidos raros.

Un día, oyendo unos gemiditos, abrí de golpe y los pillé.

El chico estaba de rodillas chupándole la polla a mi hijo. El cuadro fue fuerte, una situación violentísima. La más violenta de mi vida.

Me fui corriendo a mi cuarto y me puse a llorar como una Magdalena. El chico salió escopeteado, y avergonzado supongo, de casa. Mi hijo se encerró en su habitación. Total, un drama.

A los pocos días del suceso hablé con mi hijo. Le pregunté si era homosexual a lo que me contestó que no. Le insistí y le dije que eso no era ninguna deshonra, que me había sentido mal por lo inesperado de la situación, que lo iba a seguir queriendo y apoyando, que lo comprendía. No había manera, él decía que no era gay.

Y, por fin, se sinceró. Me dijo que no conseguía chicas, ninguna quería estar con él, todas se buscaban chicos más guapos, más simpáticos y él no tenía ninguna oportunidad.

Aún era virgen. Y este chico fue la única forma que consiguió para aliviar el deseo sexual. Por cierto también me dijo que ese chico tampoco era gay. Pero tenía los mismos problemas que él. Así se satisfacían el uno al otro.

Tengo que decir que esto ya me lo temía yo. Mi hijo, y el chico en cuestión, eran los típicos feos fracasados que no atraen a ninguna mujer.

Esto me hizo pensar. Y tomé una decisión. Si quería que mi hijo follara solo había dos opciones; una puta o yo. Lo de la prostituta no me convencía por aquello de las enfermedades. Así que debía ser yo.

Esa noche, después de la cena, le dije a mi hijo si quería ver la tele en mi cuarto, como antes. A lo que me contestó que sí.

Me puse un camisón cortito que dejaba ver mis braguita y sin sujetador, de forma que se me notasen las tetas y los pezones claramente. Al verme noté el nerviosismo de mi hijo.

Ya acostados empecé a acariciarle la cabeza y a ponerme mimosa. Lo abracé pegándole mis pechos y le di un besito en el cuello. Él estaba desconcertado pero se dejaba hacer.

Y fui al grano. Pasé mi mano por su muslo y rocé, como de pasada, su polla que estaba durísima. Esto me dio el valor que me faltaba y comencé a acariciársela.

Tomé sus manos y las puse en mis senos, que como ya dije son grandes y firmes. Me bajé hasta su pollón, le quité el pantalón del pijama y se la chupé. Como nunca antes había chupado una verga. Deseaba que disfrutase todo lo posible, necesitaba que esa experiencia fuese la mejor experiencia sexual de su vida.

"Mama, me voy a correr" Me dijo. Yo no quería eso, quería desvirgarlo, que se corriera en mi coño y probara el sexo con una mujer. Así que dejé de mamársela y me tumbé boca arriba abierta de piernas.

"Métemela" le dije. Se puso encima y pude comprobar que, en efecto, era virgen. No atinaba al agujero por donde nació. Le agarré el pene y lo introduje en mi vagina, despacito.

"Muévete lento, cariño. Disfruta del coño de mamá. No tengas prisa." Le dije. Empezó el mete saca y comenzaron sus gemiditos.

No duró mucho, como era de esperar. Se puso como un toro y cada vez embestía más rápido y más fuerte. De pronto noté sus chorros de leche llenándome el útero, mientras gemía como un poseso.

Me llenó por completo de semen. Se salía por los lados y corría hacía mi culo.

Desde ese día soy su puta particular, su zorra. Y cada vez que necesita aliviarse viene a ver la televisión a mi cama donde yo le hago todo, y digo todo, lo que me pide.

Sobre su amigo os diré que en efecto no era homosexual. Pero eso ya lo contaré en otra ocasión si se tercia.