Por amor... amor de madre (3: Por el culo)
Otra vuelta de tuerca en esta historia de madre, hijo y amigo.
Por amor Amor de madre 3 - Por el culo
Mis niños, mi hijo Juan y su amigo Manolo, se iban turnando en llenarme, casi diariamente, el coño y la boca de semen. Pero solo se dedicaban a su placer dejándome siempre a medias, porque a estas alturas mi libido ya estaba despierta, y yo, aunque me calentaba, no llegaba al orgasmo.
Hasta que, como siempre, tomé la iniciativa y hablé con ellos.
Un día en el que estaban escuchando música en el cuarto de Juan entré y les pedí que viniesen al salón que tenia que decirles una cosa.
Me senté en medio de los dos, en el sofá, y les dije lo que pasaba, sin titubeos ni mariconadas, directamente al asunto.
Se quedaron un tanto sorprendidos. Ni se les había pasado por la cabeza que una madre necesitara correrse.
Un tanto cortados se excusaron tímidamente alegando cosas como que creían que yo lo hacía por ellos Que si no sabían que hacer Que lo sentían Y otras chorraditas que al final me dejaron ver la situación real. Estos dos no iban a darme mi ración de polla, al menos no como yo necesitaba, no tenían ni idea sobre dar gusto a un coño.
Nenes.- Les dije- Para eso está aquí mamá. Os voy ha enseñar como volver loca a una mujer en la cama. Y vamos a empezar las clases ahora mismo.
Tomé a mi hijo de la mano y me lo llevé al dormitorio. Y me dirigí a manolo:
Tú espera aquí tu turno, que cuando acabe con este vengo a por ti.
En el cuarto me desnudé y me tumbé abierta de piernas, Juan se quitó la ropa y se acostó a mi lado. Realmente no sabía por donde empezar. Yo sí.
Lo besé en la boca metiéndole la lengua mientras le acariciaba el pene, que ya estaba tieso como un mástil. Intentó subirse encima para metérmela pero yo no deseaba más de lo mismo. Hoy la estrella sería yo, hoy los iba a usar para darle gusto a mi coñito. Me tocaba a mí.
No cariño. Antes de follarme quiero que me comas el chochete, cielo.
Pero mamá. No sé me da un poco de asco.
Ese egoísmo, después de lo que había hecho por él, colmó mi paciencia y me levanté. Fui al salón y me traje a Manolo. Lo desnudé y repetí la operación.
Cuando le pedí al amigo de mi hijo que me comiese entera me sorprendió, daba la sensación de estar deseándolo. Se lanzó a mi entrepierna y no me comió, me devoró. Mi niño miraba, sentado en una silla. Flipaba Alucinaba. Y eso de que mi hijito estuviese viendo el percal, extrañamente en mí, me estaba gustando.
Sentí su lengua en toda mi raja, me lamía literalmente. La metió en mí, notándola dentro de mi vagina que estaba muy mojada. Hacia circulitos alrededor del clítoris la introducía de nuevo y volvía a sacarla para pasarla de arriba abajo nuevamente.
Estaba como loca. Con las piernas bien abiertas y frotando mi conejo por su cara, llenándolo de mis jugos. Por fin disfrutaba Por fin se escucharían mis gemidos en aquella casa. Y vaya si se escucharon.
¡Dios! Que bien me lo haces. Mmm Sigue por favor cómetelo, no pares. ¡Que gusto me estas dando Manolito! ¡Ahí! ¡Sí, dale ahí! ¡Me vengo! ¡Me corro! Ahhh
Brutal. Fue brutal. Todavía hoy cuando recuerdo aquel orgasmo se me mojan las bragas. En fin. Sigamos con el relato porque ahora mismo me están entrando ganas de meterme el dedito y darme un alivio. Mejor, voy a masturbarme y después continuo la historia. Ese día me pone muy caliente. Así que va por ustedes.
Ya está. Satisfecha, al menos de momento. Cuando llegue a casa mi hijo, del trabajo, terminaré de satisfacerme con su cipote que seguro me gustará más. Perdonen ustedes pero es que estos recuerdos y, sobretodo, escribirlos para que todos se enteren me ponen muy cachonda. Continúo.
Tras correrme me quedé como atontada. Miré a mi hijo en la silla, como castigado, meneándosela como un mono. Lo que me volvió a empezar a poner a tono. Mientras tanto Manolo se había subido encima mío y me la estaba metiendo.
El chaval se había portado bien y se ganó el derecho de seguir disfrutándome como su puta. Yo estaba realmente agradecida.
Besé su boca, con sabor a coño, apasionadamente y metí la puntita de mi dedo en su culito. Pareció gustarle y su pollón se endureció aún más dentro de mí por lo que decidí meterle el dedo un poquito más. El resultado no se hizo esperar, bombeaba como un poseso y me estaba haciendo gozar de lo lindo. Este ya estaba definitivamente curado de su fimosis, pensé.
Lo que no se me ocurrió pensar es que lo del dedito en el culo le daría ideas a ese macho que me estaba dando tanto gusto.
Casi cuando me iba a volver a correr la sacó y otra vez se bajó al pilón y yo, loca de contenta, abrí las piernas todo lo que pude, sujetándolas con mis manos por las rodillas.
Volví a mirar a mi Juan que no perdía detalle de lo que pasaba. Pajeándose.
La comida de coño que me daba era mejor que la otra, si cabe. De vez en cuando notaba un lengüetazo en el agujero de mi culo. Supuse que era por casualidad pero a los pocos minutos ya introducía su lengua en mi esfínter anal con todo descaro, dándome un placer que yo no conocía pues nunca me habían hecho antes el beso negro.
De hecho mi culo era virgen ya que era de las que pensaba eso de que por el culo no entraría ni el pelo de una gamba. Lo consideraba como algo tabú. Que equivocada estaba.
Esa lengua me ponía a cien. De mi culo a mi coño y viceversa. Especialmente cuando me chupaba el esfínter me llevaba al paraíso, me subía al cielo. Yo gritaba.
- Nene, ¡Que bueno eso que me haces! ¡Que rico! ¡Cómele el culo a la puta madre de tu amigo! ¡Comete lo que dé la gana que todo es tuyo!
A todo esto yo me abría los cachetes del culo para facilitar la labor, tan grata, a esa boca que me estaba haciendo sentir una zorra caliente.
Mi hijo, al que de vez en cuando echaba un vistazo, se la pelaba a gusto con el espectáculo que le estábamos dando su mejor amigo y yo, su madre.
En un momento dado Manolo me dio la vuelta poniéndome a cuatro patas. Colocó su polla en la entrada de mi esfínter anal y comenzó a penetrarme. Por mi parte no puse objeción, el placer que me había dado me hizo desear que me sodomizara.
- Manolo, por favor se delicado que soy virgen por ahí.- Le dije.
Entre que, efectivamente, lo fue y que mi agujero trasero estaba muy bien lubricado por la saliva del chico y mis propios flujos vaginales, además de lo excitada que estaba la cosa me encantó.
Al principio sentí algo de dolor, poco, y como si me fuese a cagar encima pero al llenarme de polla mis entrañas empezó el placer.
El mete saca del chico era potente y notaba como me perforaba el recto y, de repente, me vino un orgasmo anal, que yo ni sospechaba que existiese, y me corrí por el culo.
Fue algo diferente, muy distinto a los que había sentido por el coño anteriormente. Disfruté de otra forma pero tengo que decir que de una manera muy, pero que muy placentera e intensa.
Se lo recomiendo a todas las que, como yo antes, piensen que eso es algo raro o que tengan miedo por lo que sea. No saben que se están perdiendo.
Y grité.
Ahhhh ! Qué gusto me das con tu polla Manolito! ¡Rómpeme el culo mi amor! Ahhh ¡Me corro! ¡ Me corro por el culo!
Después del gustazo él seguía dándome caña y entonces si que me dolía pero se merecía descargar su leche en mis entrañas así que aguanté.
Sus movimientos se hicieron más rápidos y me agarró las tetas fuertemente, hasta que se vació dentro de mí inundándome los intestinos de semen calentito. Me gustó.
Cuando la sacó el esperma salió de mí chorreando por mi coño y mis muslos. Fue maravilloso.
Miré a mi hijo y me dio una sensación de lástima. Estaba serio pero, eso sí, empalmado.
Le dije:
- ¿Quieres el culito de mamá cielo?
En un instante me estaba enculando, aún con restos de la lechada de su amigo en mi interior que, por cierto me sirvió de lubricante y alivió en algo a mi sufrido culete. Yo, dolorida, recibiendo la polla de mi niño y su corrida, abundante, que llegó, a dios gracias, en pocos minutos.
Total que terminé el día con un par de orgasmos, como yo deseaba, y con el culo roto lleno de semen hasta arriba. Como un bebedero de patos.
A partir de ese cambio de situación yo también tenía lo que me correspondía y, como era de esperar, la historia se animó de otras formas que contaré si este relato gusta a los lectores.