Por amor a la familia 7
Me puso el otro zapato y con un movimiento casual, me abrió la pierna y la descruzo, inmediatamente junte mis rodillas asustada, no podía ser vencida
Estaba tan asustada que no me daba cuenta que también estaba excitada, trataba de esconderme en el asiento cuando íbamos por la calle, sentía que todos me veían y que todos sabían que no era lo que aparentaba, me sentía con pena. Mi tío me volteaba a ver de vez en cuando, me dijo con su clásica voz de autoridad y ternura: -“hija, siéntate bien y ponte el cinturón, no quiero que algo te pase”. Me acomode con pena bien sentada, siempre con mis rodillas juntas, era excitante sentir la tela de la falda en mis piernas y aunque no hacia viento, podía sentir mis rodillas frescas, desnudas, ya que no estaba acostumbrada a eso.
Me acomodaba mientras él me observaba de arriba abajo, como verificando cada detalle, tal como un inspector de calidad. Hasta que llego a mis pies y dijo con tono paternal y de broma: “pero que feos zapatos traes!, vamos a comprarte algo de acuerdo a ti” yo lo escuche y me dio un poco de risa, realmente era agradable cuando quería serlo.
Seguíamos por las calles, avanzábamos a un paso incomodo, donde no era lo suficientemente rápido para que pasara desapercibida ni suficientemente lento para que notaran mi secreto, creo que el sabia como jugar con mi mente, ahora recordaba nuevamente mi incógnita desde que llego, que está pasando??? Por qué no me ha dicho nada??? Aunque la respuesta comenzaba a ser evidente.
Eran casi las 8:00am, llegamos a la entrada de una escuela, todos los alumnos entraban corriendo, otras platicaban en grupitos, era la hora de entrada, los chicos eran más o menos de mi edad y las chicas… Las chicas… Usaban el mismo uniforme… que yo traía?… Estaba en la escuela de mis primas!!!
Se detuvo mi tío en la entrada, yo lo voltee a ver nuevamente con esa cara de incertidumbre, entonces me dijo: -“bájate, ya llegamos, no vas a alcanzar a entrar”- yo sonreía incrédula, esperando que desenmascarara su broma en cualquier instante, pero él seguía firme en su mirada, entonces sentí frio en mi cabeza y calor en mi cuerpo, esa sensación de miedo que da cuando presentimos algo, me di cuenta que estaba hablando en serio. Lo voltee a ver con una mirada de miedo y suplica, rogándole que no me hiciera eso, pero con su mirada fría lo decía todo, era demasiado poderosa, así que con la mano temblorosa, abrí la puerta y baje con cuidado del auto, con la precaución de no mostrar nada al bajar, lo hice lento y perfectamente, esperando que me detuviera y soltara una carcajada al haber caído en su broma, pero no fue así. Me voltee hacia el interior del carro y me agache para tomar mi mochila, lo mire con los ojos casi llorosos y le suplique que por favor no me hiciera hacer eso, solo respondió con autoridad y cariño: -“no discutas más y hazlo”.
Una maestra grande y fea gritaba a todo mundo: “Fernando, no corras, margarita, deja de estar platicando y entra, señorita, su falda está muy corta” al tiempo de ese último grito yo la veía a su rostro y para mi sorpresa ella me veía a mí: ese último grito fue hacia mi!!! Me paralizo de miedo, pero… Acaso me dijo señorita? Trabaja en esta escuela, ve diario a las alumnas y no se dio cuenta de un rostro extraño? No se daba cuenta que a la chica a la que le acababa de gritar no era realmente una mujer? Todos siguieron entrando, incluso la maestra gritona, yo caminaba despacio, como aturdida hacia la puerta, pero a dónde iba? Ni siquiera sé cómo es la escuela por dentro, debo entrar a un salón? Nadie se daría cuenta que no soy de ahí? Ni siquiera traigo útiles en mi mochila. Que haría? Quedarme parada a la mitad del pasillo? Que pasaría cuando no entrara a ninguna parte y un maestro se dirigiera hacia mí? Me descubriría!!!
Un claxon sonaba desde hacía unos segundos, pero no me había dado cuenta, estaba sumida en mis pensamientos, pero finalmente me di cuenta de él, voltee y era mi tío, que me hacía señas de que fuera hacia él, corrí como aliviada, como una niña de kínder en su primer día al ver a su papa en la salida, sentí tanto gusto de no quedarme que una lagrima rodo por mi mejilla. Abrí la puerta y me subí sin cuidado ya que por la emoción olvide los modales. No sé si alguien vio mi ropa interior o no, la verdad no me importaba.
“mi chiquita, no llores, vamos a comprarte unos zapatos”
Que??? eso es lo que me va a decir? No me va a pedir una disculpa? No me va a decir cuál era su intención? A que estaba jugando? No me diría nada más que eso? Como si nada hubiera pasado? Que tienen que ver unos zapatos con lo que acababa de pasarme??? Me enoje como una adolescente real, me puse seria cruce mis brazos sobre mi pecho y agache mi cabeza con el seño fruncido y él lo noto, supuse que en cualquier momento me explicaría, o me pediría una disculpa o aunque sea me diría algo de lo que acababa de pasar, pero no, no fue así, su rostro inmutable viendo al frente mientras conducía era lo único que yo podía ver, eso hacía que me hirviera la sangre.
Íbamos en el carro, yo seguía molesta y él ni siquiera me dirigía una mirada, como si yo no estuviera ahí, yo de vez en cuando hacia un sonido que demostrara mi incomodidad, tratando de provocarlo, pero era inútil, de verdad parecía que fuera invisible, aun así, mi respeto (o temor) hacia él era demasiado y no me atrevía a preguntarle cosa alguna, llegamos a un lugar y bajo del carro, ahí me dejo unos 10 minutos, después regreso, subió al auto, lo prendió y siguió su marcha, siguiendo su rutina diaria, como lo hace siempre, solo, este hecho hacia que me enojara aún más, me sentía totalmente ignorada, sabía perfectamente que era una lucha de poderes, estaba jugando con mi mente, me estaba castigando. Otro rato más de viaje y llegamos a un lugar nuevamente, se bajó y entro a un edificio, dejándome nuevamente en total incertidumbre, esta vez tardo más, los minutos pasaban y cada uno de ellos me hacía estar más y más molesta.
Lo curioso es que mi mente estaba totalmente en modo mujer, ya había olvidado que existía un hombre en mí, había adoptado totalmente el pensamiento y comportamiento de una chica de forma natural, no estaba excitada ya que lo estaba viviendo era “normal” ya había olvidado que traía una falda escolar, lo había vuelto totalmente parte de mi ser, estaba simplemente molesta. Paso por mi pensamiento el bajarme del carro e irme a la casa, pero sentí miedo enorme, como me iría? No traía dinero, no me podía ir caminando por miedo, ahí es donde recordé que estaba “disfrazada” a pesar de que una maestra no pudo reconocerme, me volvió el temor a ser reconocida por algún desconocido. No me quedo más remedio que resignarme.
Afortunadamente mis pensamientos fueron suplidos por el placer, el ver hacia abajo y ver mis rodillas desnudas entre las calcetas y la falda me volvió a producir excitación, toque la tela de mi falda y recorrí con mis manos mis piernas, me toque la cintura sintiendo la tela suave tocando mi torso, al levantar los brazos para este movimiento sentí nuevamente el brasiere apretándome, mi coraje fue suplido por la emoción. Discretamente comencé a tocarme en medio de las piernas, era tan delicioso sentir… sentir… precisamente eso, no sentir nada!!! No había nada entre mis piernas, solo una curva que comenzaba en mi bajo vientre y se perdía entre mis muslos no había un pene, solo esa parte suave donde debería estar, me tocaba y sentía placer, comencé a tocarme con más fuerza, mi pene quería despertar, pero las prendas y la posición se lo impedían, provocando una excitación diferente, el roce de mis manos sobre la falda y esta a su vez sobre la ropa interior que aprisionaba mi miembro hacia que mi “masturbación en seco” fuera similar a la de una chica.
Estaba como hipnotizada tocándome mientras veía por las ventanas, sentía calor en mi cuerpo, podía sentir la respiración saliendo de mi nariz rosando mi boca, y en cada aspiración recibir el dulce aroma de perfume y maquillaje. La presión de mi mano en mi área era mayor, estaba en éxtasis cuando alcanzo a ver a mi tío salir de aquel edificio. Tuve que interrumpir mi lujuriosa labor. Cuando entro al auto, mi coraje volvió a florecer, como si nada hubiese pasado.
Encendió el auto, nuevamente como si yo no estuviera ahí y por lo tanto como si no me hubiera dejado una eternidad sola, expuesta a las miradas de algún transeúnte (afortunadamente no paso nadie) manejo un rato hasta que llegamos a un centro comercial, se estaciono, se bajó y me abrió la puerta, yo estaba con cara de molestia y los brazos cruzados, lo ignore. Entonces sentí su fuerte mano tomándome de mi brazo y me jaló, su fuerza era tanta que logro desdoblarme, con la otra mano me tomo de la mía para bajar, yo seguía molesta y asustada ante tal muestra de poder. Yo no quería bajar pero no tenía opción, tenía la mezcla de sensaciones nuevamente, ahora miedo y coraje.
Miedo hacia él, pero también a exhibirme, a pesar de lo que acababa de pasar en la escuela, al pasar desapercibida y haber sido confundida con una chica, aun sentía temor de estar en público. Me jalo con más fuerza, obviamente yo ayude y salí del auto, cerró la puerta, doblo el brazo y me dijo que lo tomara de él. Si alguien hubiera visto esa escena vería a un padre caminar con su hija.
Caminamos por la plaza, todo el mundo estaba en sus asuntos, nadie parecía percatarse de mí, la gente me veía y volteaba nuevamente a lo suyo, nadie me veía como algo extraño, era tan normal, sin embargo yo sentía todavía esa sensación de temor, aunque poco a poco se iba desvaneciendo, pero el sentir labrisa de un lugar exterior rosando mis piernas me excitaba, era diferente a sentir el aire en el patio de la casa, aquí era el mundo, era la realidad, estaba en la calle, en una plaza, con una falda corta puesta, caminando entre la gente.
Fui siendo consiente de mis sensaciones, aunque ahí habían estado siempre, ahora comenzaba a notarlas. Sentía mis muslos desnudos rosando uno contra el otro al caminar, sentía mi miembro aprisionado contra mis trasero, incluso la sensación de no sentirlo en libertad era diferente, sentía la falda que rosaba mi pierna en cada paso, el sentir el fresco solo en el tramo descubierto entre la orilla de la calceta y la falda era emocionante. Me di cuenta del sostén que me apretaba, del cabello largo en los costados de mi rostro, de los aretes rosando en él, del sabor de brillo labial, de la sensación del maquillaje, de las pestañas enchinadas y maquilladas. Todo era un mundo de sensaciones jamás antes sentidas, los aromas de las tiendas departamentales, el olor a nieve y en ocasiones palomitas del cine, perfumes, sonidos, etc. y todo era en público.
Entramos en una zapatería, puedo recordar aun el olor de la piel mezclada con perfume y aromas de no sé cuántos lugares, mi tío se dirige hacia el dependiente, un chico de unos 25 años, y le dice: “que tal, necesito que me muestre un zapato colegial para mi hija, algo bonito” al decir eso, sentí como me apretó fuertemente la mano, como si supiera que yo trataría de escapar o mínimo reclamar algo. Se sentó en una de las sillas y me jalo hacia la otra, con fuerza, con autoridad, al sentarme, mi falda se extendió y quedo expandida alrededor de la silla, por lo tanto, podía sentir el vinil en mi trasero y piernas, quede literalmente sentada solo sobre mi ropa interior. Estaba nerviosa, mi tío me dice: “sonríe hija, vamos a comprarte zapatitos, debes estar contenta”
Ya no puedo describir el cómo estaba, siempre nerviosa, emocionada, asustada, y tantos otros sentimientos que llegue a tener en tan solo unos segundos, trate de levantarme para acomodar la falda, pero en eso llego el muchacho con varias cajas de zapatos, se agacho frente a mí, inmediatamente y como si fuera algo natural, cruce mi pierna para evitar que tuviera visión por el hueco de la falda, el tomo con una mano mi pie mientras con la otra desabrochaba la correa del zapato, me lo retiro con cuidado, pero me veía constantemente a la cara, yo evitaba su mirada, pero podía sentirla, podía sentir que había descubierto mi secreto, estaba paranoica, eventualmente volteaba a verlo, y siempre tenía una sonrisa en su rostro.
Mi tío había tomado un periódico que estaba en la siguiente silla y lo leía, al parecer no se percataba de las miradas del chico hacia mi… o… quizá sí y lo estaba haciendo a propósito. El chico sacó el zapato de su caja y con cuidado me tomo de mi pierna, la cual estaba cubierta con las calcetas blancas, y con la otra mano me colocaba el calzado, podía sentir en su mano algo, no era simplemente una forma de amacizar mi pie para ponerlo, había algo de morbo en tocarme, volteaba a ver el pie y a mi constantemente, siempre sonriendo. Cuando había puesto el zapato, sentía como acariciaba mi pantorrilla, él estaba gozando tocarme, yo me sentía demasiado incomoda, de vez en cuando me decía cosas, como queriendo hacerse el simpático, hasta que me di cuenta: me estaba coqueteando!!! Pero acaso él sabía lo que yo era? O de verdad pasaba desapercibida? Que creía él? Le gustan las travestis o de verdad no podía ver la diferencia?
Me pidió que me pusiera de pie y caminara para ver cómo se me veía, yo hice un movimiento con la cabeza y un gesto con la boca indicando que no quería, pero mi tío dejo el periódico, volteo hacia mi e insistió: “hija, párate, si no, como vamos a ver si te queda bien?” iba a ponerme de pie, pero el joven no se quitaba de enfrente de mí, era evidente que quería ver bajo mi falda cuando descruzara la pierna y me levantara. Pero recordé una película de una chica que me encanto por su sensualidad, así que hice lo que ella, me puse de pie apoyándome con los brazos, sin descruzar la pierna hasta que estuve parada. El chico hizo un gesto de molestia disimulada al no lograr su cometido. Camine unos pasos y vi mis pies en el espejo bajito que suelen tener en esos lugares, era un zapato feo que me hacía ver el pie demasiado grande, la verdad no me gusto, así que me volví a sentar rápidamente pero esta vez teniendo cuidado con la falda, inmediatamente, recordando los consejos que me dio mi tío acerca de la voz, tímidamente y con la mirada al suelo le dije: “otro”
Me probo tres pares de zapatos, en cada ocasión sentía sus manos cada vez más atrevidas, ahora no solo tocaba mi calceta, sino que podía sentir sus dedos tocando mi piel, ahí donde acababa la calceta, justo detrás de mi rodilla, me hacía sentir incomoda, pero al mismo tiempo deseada, y lo peor es que mi tío no parecía darse cuenta de lo que hacía, ya que él estaba distraído con su periódico.
Finalmente escogí unos, eran bonitos, coquetos, negros de charol con una correa que los hacia ver inocentes, fue un capricho mío, ya que el uniforme de esa escuela llevaba zapatos de doble color, sin embargo, estaba viviendo un sueño, por que no vivirlo como me gustaría? Con una sonrisa le dije “quiero estos”. Me senté satisfecha en la silla con mucha habilidad y le ofrecí mi pierna al dependiente cubriendo con mi mano el hueco que se hace con la falda entre las piernas. Cuando el joven me lo iba a quitar para guardarlos en la caja y empacarlos, mi tío interrumpió sin dejar de leer el periódico diciendo que me los llevaba puestos, lo que pareció gustarle bastante al chico, ya que me volteo a ver con una sonrisa aún más cínica, era evidente que lo gozaba, yo me estaba sintiendo un poco abusada, tomo mi otra pierna y la levanto un poco, yo aproveche y la cruce con astucia, este movimiento hizo que no lograra su cometido, pero hizo un movimiento como asintiendo con su cabeza, una sonrisa torcida y las cejas fruncidas, como diciendo “con que esas tenemos”. Me bajo con fuerza la pierna, fingiendo como que fue un error su fuerza excesiva, pero con gran velocidad, cruce la otra pierna sobre la que ya tenía el calzado, aunque no lo hacía consciente… estábamos jugando!!! Me di cuenta de eso cuando sentí mi boca sonriendo mientras le veía su cabeza agachada hacia mis pies. Me puso el otro zapato y con un movimiento casual, me abrió la pierna y la descruzo, inmediatamente junte mis rodillas asustada, no podía ser vencida, súbitamente, puso sus manos en ellas, y se puso de pie, perfectamente sentí sus manos presionándome, aunque haya sido tan solo un segundo, me volteaba a ver con una cara amenazante, como diciendo “ya veras, chamaca consentida” mientras colocaba los zapatos viejos en la caja.
Mi tío dejo el periódico en la silla donde estaba con anterioridad, tomo la caja con los zapatos anteriores (que eran de mi tía) y se levantó de la silla, estiro su mano para ayudarme, la tome y me puse de pie, nos dirigimos hacia la caja y mi tío pago, yo evitaba a toda costa la mirada del joven, el cual muy atento, pero hipócrita para mi, le daba su dinero y agradecía. Cuando nos retirábamos tome a mi tío del brazo. Al ir a la altura de la puerta voltee hacia atrás y pude verlo haciéndome una seña con su lengua, algo extraño sentí en mi estómago, no era algo agradable, era una seña lujuriosa. Me hizo sentir muy incómoda.
Caminamos si decir nada, yo sentía los nuevos zapatos como me apretaban, pero no de forma desagradable, esa sensación que te hace recordar que estas usando algo nuevo, pero en esta ocasión era algo nuevo de mujer, y era algo mío!!! Fue raro, pero muy bonito, bajamos por las escaleras eléctricas y pude ver desde ahí a tres niños en la planta baja, tratando de ver bajo las faldas de las mujeres que usábamos las escaleras, esto fue algo divertido, me dio risa verlos y cómo lo hacían descaradamente y no tenían nada de vergüenza al hacerlo, al principio imagine que me verían, pero luego recordé que yo estuve más o menos en su situación (cuando niño, tratando de ver bajo las faldas con mis compañeros) y jamás logre ver nada, así que supe que no verían nada en mi, y si lo hacían… No me molestaría.
Nos detuvimos en un pequeño quiosco en donde vendían un pan delicioso, pidió algunos y me dijo que escogiera otros, la dependienta nos los entrego, seguimos nuestro camino hasta detenernos en una banca de madera fina que se encontraba junto a una fuente, la cual hacia que los sonidos de la plaza se volvieran incomprensibles, me entrego la bolsa con el pan y me dijo que lo esperara un poco. Ya imaginaba nuevamente su juego, dejarme otra vez abandonada, expuesta ante la mirada de la gente que yo sentía que me descubriría en cualquier momento, pero esta vez no caí en él, esta vez no sentí temor, asentí con total tranquilidad al tiempo que sacaba un pan de la bolsa y veía como él se alejaba y giraba en uno de los pasillos. Me deleitaba con el sabor de aquel delicioso pan mientras veía a la gente pasar, nadie parecía interesarle yo, obviamente de vez en cuando alguien volteaba hacia mí, pero me di cuenta que no era para “descubrirme” sino por ver a aquella chica sentada en uniforme a la hora en que debía estar en la escuela o porque no? Porque les parecía atractiva. Mi paranoia había desaparecido. Estaba tan delicioso aquel pan que me atrevo a pensar que mi mente se quedó en blanco por un momento de solo sentir su sabor. Entonces veo a mi tío venir hacia mí con una bolsa negra en su mano. Solamente me dice “vámonos”. Yo limpio las migajas de mi boca y las que habían caído sobre el uniforme y me pongo de pie, tomándolo del brazo. Caminamos tranquilamente hacia una de las puertas de salida.
Ya en el estacionamiento, me abrazo de la cintura, de una forma algo paternal, pero yo no lo sentía así, era muy lindo, me abrió la puerta del carro y me ayudo a subir, cada vez tenía más destreza en mis movimientos femeninos, ya los hacía de forma totalmente natural. El subió, encendió el auto y se puso en marcha mientras todo el tiempo me tomaba de mi mano. Había olvidado completamente que estaba enojada.
Había sido comprada