Por accidente

Todo pasó por una concidencia. Un choque de trafico. Quien me iba a decir como un golpecito de chapa iba a terminar de la forma que lo hizo.

Me dirigía a mi casa como cada día después del trabajo, con ganas de llegar para comer y descansar cuando, al circular con mi coche por la última glorieta que me encuentro, justo a las puertas de mi casa, otro vehículo entra en la glorieta sin cederme el paso, envistiéndome y dañando todo el lateral del mío. Después de dejar los coches donde menos molestasen al tráfico, nos bajamos de los coches para aclarar lo sucedido. Del coche contrario bajo una señora de cincuenta y pocos años, madura pero bonita, rubia, con mayas bien ajustaditas, bien apretadita de carnes, y unos pechos deliciosos. Una 100 o 110 calculé yo a simple vista.

Comenzamos a discutir de quien había tenido la culpa, y ella al principio era reacia a reconocer que se había saltado un ceda el paso y que yo circulaba por la glorieta, por lo que no quedaba nada que discutir. Poco a poco fue entrando en razón y lo que al principio eran todo negativas a admitir la culpa, pasó a ser afirmaciones a todo lo que yo decía. Ella decía que no me había visto, y yo le decía que como me iba a ver si ni siquiera miraba. Cuando la vi venir contra mi iba mirando a la acera yo que sé a qué. Sacamos los papeles de los seguros y nos pusimos a rellenar un parte de accidente Europeo (parte amistoso comúnmente llamado). Con los nervios del accidente a los dos nos temblaba todo, por lo que yo que estaba un poco más tranquilo me puse a rellenarlo por los dos. Le pedí los datos de ella, la casualidad quiso que fuésemos prácticamente vecinos. No vivía a más de tres minutos andando de mi hogar. Llevaba toda su parte escrita cuando me percate que la hoja de abajo del parte no se estaba copiando, por lo que la propuse que nos diésemos simplemente los datos, y que cada uno diese su parte al seguro. Ella acepto y me dijo que si quería rellenar el amistoso que no tenía problemas, que ella tenía la culpa y que no iba a permitir que el seguro me pusiese ninguna pega (mi seguro está a terceros). Rellene dos papelitos con los datos de cada uno, me quede los suyos y le di los míos, y la dije que llamaría al seguro a ver que decía, que luego la llamaba.

Llegue a casa a comer, cosa que no hice ya que no podía con los nervios del momento. Le conté a mi mujer lo ocurrido y llamé al seguro. Me aconsejaron rellenar el amistoso, ya que no podría reparar el coche si el contrario no reconocía la culpa, hasta que todo se aclarase. Así que busque un parte por casa y llame a Lidia (así se llama ella) para ver si aún seguía queriendo firmar el amistoso:

  • ¿Diga?

  • Hola Lidia, soy Juan.

  • Hola Juan, como estas, ¿todo bien?

  • Bueno, sí, pero el seguro me dice que si presentamos el amistoso mejor. ¿Qué opinas?

  • Ya te dije que ha sido culpa mía, que me he despistado mirando no sé dónde, así que no hay problema. ¿Cómo lo hacemos?

  • Yo tengo la tarde libre, puedo quedar contigo donde y cuando quieras. Ya lo relleno yo y lo llevo a falta solo de que lo firmes. Luego te quedas con una de las partes y escribes por detrás ya los datos que te pide a ti tu seguro.

  • ¡Qué me dices! Yo no entiendo de esas cosas, soy una simple limpiadora divorciada, por lo que tampoco tengo quien me ayude. ¿No te importaría pasarte por mi casa y te invito a tomar algo mientas me lo rellenas?

Me quede pensando en lo que había dicho, divorciada, solita en la vida y me pedía que se lo rellenase. Mi mente calenturienta comenzó a pensar en ese cuerpecito maduro, que para la edad que tenía no estaba nada mal, y me veía a mi rellenándola (jejejeje). En fin, solo una fantasía que sabía que no sucedería.

  • Claro Lidia, no te preocupes. Vives muy cerca, así que a la hora que tú me digas estoy allí, te ayudare encantado.

  • Pues vente a las seis de la tarde que la niña está en inglés y a estudiar a la blibioteca así que tendré tiempo.

  • OK, Lidia. Allí estaré. Gracias por todo. Hasta luego.

A la hora indica allí me presente, con mi carpetita con el parte y un bolígrafo. Llame al telefonillo y tardo un poquito en abrirme. Al bajar del ascensor me encontré la puerta entre abierta. Llame con los nudillos, y escuche su voz al fondo invitándome a entrar.

  • Adelante Juan, estoy arreglándome que estaba de andar por casa. Siéntate donde quieras, enseguida salgo.

Tenía un sofá que parecía bastante cómodo y con una mesita delante. Me senté y prepare los papeles. Mientras venia puse algunos datos que faltaban y lo deje preparado para que ella estuviese delante cuando rellenásemos los datos que a ella le correspondía poner.

A los cinco minutos aparece ella, con unos zapatos de tacón, medias de color carne, una faldita negra que le llegaba por encima de las rodillas y una blusita blanca ajustadita, que dejaba claro que no llevaba sujetador puesto.

-Hola Juan, perdona por la espera, pero no estaba visible. ¿Quieres tomar algo?

-Si gracias. ¿Qué me ofreces?

  • Un café, un refresco, una cerveza….

-Una cerveza estaría bien, gracias.

Sale del salón hacia la cocina dándome la espalda. Estaba muy guapa y la falda ajustadita marca un culo durito de gimnasio debajo. Aparece con un par de cervezas, las sirve en unas jarritas frías y se sienta a mi lado.

-Bueno Juan, gracias por todo, como te decía por teléfono no tengo quien me oriente en estas cosas. Dime que debo de hacer.

-No te preocupes, el parte amistoso ya lo tengo hecho. Ahora tenemos que poner los datos propios que nos pide por detrás, los míos son estos. Ahora pasamos a los tuyos. ¿Qué pongo en como ocurrió el accidente?

-Pues lo que ocurrió, que no cedí el paso y entre en la glorieta colisionando contigo.

-Gracias Lidia, así no me pondrán ninguna pega.

-No me gustaría que lo hiciesen – dijo ella. Para eso pagamos los seguros.

Continúo escribiendo y preguntándole los datos que faltaban, mientras voy bebiendo mi cerveza. Le pregunto que si quiere alegar algo mas y me dice que no. Por lo que firmo el parte y le doy el bolígrafo a ella para que firme. Comenzamos una charla amistosa en la que nos conocemos un poco más mientras bebemos, me cuenta que es divorciada, que tiene un hija de 21 años. Que la mantiene ella sola porque el padre no da señales de vida, solo pasa la pensión y no quiere saber nada de ambas. Que trabaja limpiando un hospital y que se pasa subiendo y bajando las escaleras todo el día. A esto le digo yo:

-Ahora lo entiendo.

-¿El qué?

  • Lo bien que te conservas por el ejercicio que haces en tu trabajo.

Ella sonríe y se pone colorada.

  • La verdad que limpiar las escaleras de diez plantas todos los días se nota.

  • Si, ya me he fijado cuando ibas a la cocina.

  • Calla, no me digas esas cosas, que me da vergüenza. ¿Y tú a que te dedicas?

Desvía el tema, le cuento que trabajo en una oficina, que estoy casado, que tengo dos hijos, y que aparte de eso, pocas emociones más tengo en mi vida. Que no tengo tiempo de nada y que mi vida es bastante aburrida. Ella me comenta que la suya tampoco es para tirar cohetes. Que siempre está dedicada a su hija y a trabajar. El ambiente es bastante agradable y nos sinceramos y nos contatos mutuamente nuestras penas. Me ofrece otra cerveza y la acepto. Seguimos charlando un buen rato. Yo la digo que no entiendo como no tiene a nadie que le pueda echar una mano, que es muy guapa y se conserva muy bien. Dice que después del palo con su ex no ha vuelto a querer confiar en nadie, que solo ha tenido desde que la dejo algún desahogo que otro, y que con eso se conforma.

Yo no paro de pensar en esos senos que se marcan en su blusa y esas piernas y culo duritos que gasta. Como me gustaría desahogarla yo, pero yo no tengo suerte de encontrar en la vida esas experiencias. Me ofrece una tercera cerveza, la digo que no, que me emborracho fácilmente, que no estoy acostumbrado, a lo que ella contesta le pasa lo mismo, pero que un día es un día, y sirve otra más. La pregunto por ella de nuevo y si ella se encuentra bien o si le ha quedado algún golpe o dolor del accidente.

-Bueno, ahora que lo mencionas, me duele un poco el cuello.

-Pero me lo tenías que haber dicho antes Lidia, hay que rectificar el parte y ponerlo.

Voy a coger el bolígrafo para cambiar el parte, y ella me coge la mano para que no lo haga, me mira a los ojos y me dice:

-Juan, no hace falta, seguro que con un buen masaje se me pasa.

Me asusto he intento retirar la mano (en el fondo soy muy tímido), pero la agarra bien y me pone la otra encima acariciándome, me mira a los ojos y me sonríe. Tira de mi mano hasta que la pone en su hombro derecho. Me dice:

-¿No decías que me ayudarías encantado? Pues necesito esto.

Me quedo un poco parado, pero no declino la invitación. Pongo las dos manos sobre sus hombros y comienzo a masajearlos. Primero suavemente, y poco a poco aprieto más con mis dedos por encima de su blusa. Pasado un rato me dice que el roce con la ropa es bastante molesto y se desabrocha un botón de la blusa. Lo suficiente para dejar libres sus hombros y gran parte de sus pechos, pero que sus pezones aun sigan cubiertos. Me acerco un poco a su espalda, para que mis ojos puedan ver algo de sus pechos. Como ya dije eran bastante voluminosos, algo caídos por la edad, pero lo poco que veía era suficiente para apreciar que eran muy apetecibles. Mi masaje aumentaba de fuerza y con cada apretón a ella se le escapaban pequeños gemiditos que hacían que mi respiración se acelerase. Solamente con el roce de su piel, y sus gemiditos fue suficiente para que mi pene creciera dentro de mis pantalones. Así que viendo la situación, que ya decía bastante, y no queriendo dejar escapar la oportunidad, me dispuse a actuar.

Bajé mis manos por sus brazos hacia delante, por debajo de su ropa, mi pecho en su espalda, mis dedos pulgares acarician el lateral de sus senos cuando bajan por sus brazos. Ella echa su cabeza hacia atrás apoyándola en mi hombro y con los ojos cerrados sonríe. Subo y bajo varias veces mis manos por los brazos pasando cada vez más hacia sus pechos y su sonrisa se hace cada vez más grande, despejando todas mis dudas, agarro sus senos con mis manos que, aun siendo grandes, no los terminan de abarcar y ella suspira con su cabeza al lado de la mía. Tiene unos labios carnosos y gorditos que invitan a ser devorados. Me acerco a ellos con los míos y le doy un pequeño piquito. Luego otro. Ella abre un poco la boca y responde a mi beso dándome un pequeño mordisco a los míos. Aprieto fuerte sus senos y comienzo a comerme su boca apasionadamente. Jugando con nuestras húmedas lenguas, besos profundos y húmedos, desabrocho poco a poco su camisa y abro mis ojos para ver esos tremendos pechos que estoy acariciando. Agarro con las yemas de mis dedos sus pezones y los pellizco un poco. Ella gime de nuevo algo más fuerte. Son grandes y oscuros. Sus aureolas como galletas y sus pezones puntiagudos y bien duritos. La abrazo desde la espalda mientras nos besamos. Lo hace muy rico, besos muy húmedos y profundos. Me separo de ella y me pongo delante de pie y la quito la blusa. Ella se pone de pie y hace lo mismo con mi camiseta. Es más bajita que yo y se pone a besar mi pecho y morderme los pezones mientras yo acaricio su melena larga y rubia. Me muerde un pezón fuerte y me quejo. La pido que no me deje marcas. Ella se ríe y me dice que esté tranquilo. Nos besamos de nuevo de pie por un largo tiempo lo cual aprovecho para meter mis manos por debajo de su falda y agarrar bien sus glúteos. Como yo pensé estaban duritos pero carnosos. Vamos, que había donde agarrar, y es que las mayas que llevaba por la mañana dejaban poco a la imaginación. Me sorprende notar que los pantis que lleva son de esos que van abiertos por la entrepierna. Eso me excita, así que paso una mano por delante y comienzo a acariciar su coño por encima de su braguita. Ella comienza a sobar mi verga por encima de mi pantalón recorriendo todo su largo y buscando la punta para presionarla contra mí. Por encima de su braga comienzo a notar su humedad. Enseguida esta empapada y retiro la tela para acariciar sus labios. Uffff. Me da la sensación de que son bastante grandes. Quiero verlos. La empujo contra el sofá y la siento. Me coloco de rodillas delante se ella y abro sus piernas. Veo sus braguitas azules que están empapadas. La miro y me está sonriendo pícaramente, como invitándome a sumergirme en ella. No me lo pienso. Abro bien sus piernas y separo sus braguitas. Nunca había visto el coño a una madurita. Pero tiene una pinta deliciosa. Sus labios menores son grandes y sobresalen mucho de su interior. Están mojaditos y eso me vuelve loco. Los abro bien con mis dedos y meto mi lengua entre ellos recogiendo todo el néctar que se estaba desperdiciando. Ella gime fuerte y agarra mi cabeza empujándola contra su sexo. Lamo todo su exterior chupando y succionando esos labios grandes que me llenan la boca. Juego con ellos dentro de mi boca. Juego con su clítoris mordisqueándolo suavemente y dándole golpecitos con mi lengua. Ella se estremece y me pide más. Pongo mi lengua todo lo dura que puedo y la meto en su sexo, como si de una minipolla se tratase. Ella jadea y gime más fuerte y rápido empujando mi cabeza contra ella sin dejarme casi respirar. Saco mi lengua de su interior y vuelvo a entretenerme con su clítoris, y con mis dedos Índice y anular comienzo a penetrar su coño. Se estremece sobre mí y me pide más de nuevo. Añado mi dedo anular al juego y después de ocho o diez penetraciones comienza a correrse como una posesa llenando mis manos de su néctar, lo cual yo no puedo dejar desperdiciar y me apresuro a recoger todo lo que puedo con mi lengua. Ella me agarra el pelo con fuerza mientras se corre. Cuando termina se queda callada y quieta unos instantes recuperándose. Yo me pongo de pie para ir a sentarme a su lado, pero no me deja. Se incorpora y me deja de pie delante de ella. Ella sentada en el sofá llenándolo de los restos de su flujo. Me agarra del culo y me empuja hacia ella y trata de mordérmela por encima de la ropa. Desabrocha mi pantalón y me los baja hasta los pies, y repite la operación por encima de mi slip. Busca mi glande y lo muerde despacito. Con su mano derecha acaricia mis testículos. Pasado un ratito baja también mi slip dejado toda mi verga al aire que está bien larga y dura como hacía mucho que no se ponía. No sé si sería por el momento tan excitante, el morbo de estar con una madura, o el de la infidelidad, pero me dio la sensación que mi rabo estaba más gordo que de costumbre. Ella no lo dudo y comenzó a metérselo entero en su boca, tragándoselo entero y haciéndolo desaparecer por completo en su garganta, ¡Joder como la mamaba la tía! Mi mujer no se traga ni la mitad de mi verga pero Lidia se lo tragaba todo. Se la metía hasta que sus labios tocaban mi pubis. Ella comenzó a acelerar y acelerar, me dio la sensación que estaba necesitada de leche, y no tardó mucho en lograrlo, porque quiso exprimirme lo antes posible haciendo trampas. En un descuido abrió mi culo con sus manos y metió dentro de mí su dedo corazón, follándome a la misma velocidad que se tragaba mi verga. En pocos minutos revente en un estallido de placer que recorrió todo mi cuerpo y broto de mi polla todo el semen caliente que ella deseaba tragar, Sin sacarse la polla de la boca espero a que descargase entero, temblando todo mi cuerpo y casi perdiendo el equilibrio, cayendo al final en el sofá a su lado, para poder recuperarme del momento. Nos quedamos unos instantes así, los dos en el sofá, uno al lado del otro, callados. Pensando en lo que había pasado y en cómo surgió. La miro y la sonrió devolviéndome ella la sonrisa.

-¿Te imaginabas esta mañana cuando chocamos, que esto iba a terminar así?- le digo yo.

-Sí, llevaba tiempo necesitando alguien que me echase una mano (sonríe). Además, ¿quién te ha dicho que esto haya terminado?

Me sonríe y se echa encima de mí abrazándome y quedándose inmóvil por unos minutos. Noto que hace tiempo que necesitaba estar con alguien y eso me da miedo, pues yo tengo mi vida y no quiero que eso cambie. Pero no digo nada, no quiero que se estropee este momento que, porque no decirlo, a mí también me hacía falta salir de la rutina.

Pasados unos minutos ella se incorpora y se levanta del sofá. Se quita la falda, medias y braguitas que aun llevaba puestas. Me sonríe pícaramente y me coge de la mano. Me incorporo y tira de mí. La sigo hasta la habitación, donde se acerca a mí de nuevo y comienza a besarme. La respondo y de pie nos abrazamos mientras lo hacemos.

Pasado un rato me empuja sobre la cama y echándose a mi lado comienza de nuevo a lamerme la polla. Pasa por mis huevos lamiéndolos y chupándolos, succionando y metiéndoselos dentro de su boca. Jugaba con ellos dentro mientras con su mano derecha me pajeaba, consiguiendo que volviese a mi pleno esplendor. Instantes después se subió a horcajadas encima de mí y agarrando mi verga se sentó en ella dejándose caer y metiéndosela entera de un solo golpe en su interior. Estaba empapada y su coño abrazaba toda mi polla. Comenzó a cabalgar despacio disfrutando de cada centímetro. Así estuvimos un largo tiempo, tranquilos, sin prisa, pero llego el momento que quería más y troto más y más rápido y profundo hasta que comenzó a correrse por segunda vez, dejando caer su dulce néctar por mi polla y mis huevos. Cuando terminó de correrse se echó sobre la cama y poniéndose a cuatro patas me pidió que la follase a cuatro patas. Así lo hice. Ella a cuatro patas en la cama y yo en el suelo de pie, preparado para insertarla mi miembro de nuevo. Apunto y entro en ella despacio. Ella gime de nuevo con cada entrada que hago. Lo goza tanto como yo y voy acelerando el ritmo. Mientras me la follo en esta postura humedezco en mi boca el pulgar y presionando poco a poco en su ano esperando a ver cómo reacciona. Ella lo acepta y gime más fuerte, jadea como una perra en celo, a lo que yo respondo metiéndola en el culo mi dedo índice y corazón. Ella grita y no precisamente de dolor, mientras mi polla entra y sale de su coño, cuando de repente:

-Cabrón, ya no puedo más, fóllame el culo yaaaa.

Joder, casi me corro solo con oírlo, salgo de su coño con la verga empapada en sus flujos, a apunto en su puerta trasera y poco a poco entro en ella, cuesta un poco pero en tres o cuatro intentos estoy dentro. Ella gime con fuerza. Comienza a culear contra mí mientras ella se mete los dedos en el coño. Su culo aprieta fuertemente contra mi polla y ella no puede más alcanzando un brutal orgasmo que hace que su exfinter palpite sobre mi verga, llevandome a mi al climax y llene su culo de mi semen caliente. No para de moverse hasta que me exprime entero. Salgo de ella y me quedo detrás, contemplando tan bello espectáculo, acariciando sus glúteos y viendo como su ano palpita y hace brotar chorros de mi semen que caen hacia su sexo. Se tumba en la cama y yo a su lado quedándonos relajados otro rato. Hablamos un rato mientras nos contamos cosas de nuestras vidas, de nuestros trabajos, de nuestra situación…

Pasa el tiempo y me comenta que no falta mucho para que su hija llegue, pero que me da tiempo a darme una ducha para quitar rastros de posibles olores y que en mi casa no sospechen. Adepto y me dirijo al aseo. Allí hay una ducha amplia de esas que ponen ahora para quitas la bañera. Abro el agua, la regulo bien caliente, como a mí me gusta. Estoy mirando a la pared cayéndome el agua por la cara, cuando oigo el ruido de la mampara al abrirse. Es ella. Se pone a mi lado y me abraza, dejando que el chorro de agua caiga entre los dos. Coge su esponja y la llena de jabón, y se pone a lavarme entero, nadie antes lo había hecho así, tan delicada, tan cuidadosa, buscando cada rincón de mi cuerpo y limpiándolo con esmero. Mi cuello, mis axilas, la espalda, mi vientre. Se agacha y limpia mis pies, mi piernas, y pasa a limpiar mi sexo, tira de mi piel hacia atrás y deja mi glande al aire y lo limpia con su esponja. Coge el jabón y llena su mano derecha. Y con su mano resbaladiza recorre mi verga, que como supondréis estaba otra vez bien tiesa. No sé si me la está lavando o masturbándome de nuevo. Más bien lo segundo, mientras lo hace coge con la izquierda la esponja y me limpia mi zona anal. Ninguna mujer me había tocado antes ahí, pero es una sensación que me gusta, a mi mujer jamás se lo he confesado, pero en alguna ocasión he jugado con mi ano al masturbarme, por lo que me dejo hacer. Ella sigue con los dos juegos y suelta la esponja, aclara mi polla con la ducha y la engulle con su boca entera. Joder, yo estoy gozando como nunca. El agua cayendo por nuestros cuerpos y por mi polla, mientras ella se traga toda mi verga. Veo que agarra de nuevo el jabón mientras no para de comérmela, se llena de nuevo la mano derecha, pero esta vez pasa a masajear mi ano con sus dedos. Aprieto mi esfínter pero ella lucha para que no lo haga, poco a poco voy relajando y ella va presionando en mi ano hasta que, cuando me quiero dar cuenta, tiene su dedo índice dentro de mí. Es la ostia el placer que me está produciendo, y a pesar de haberme corrido dos veces, creo que esta tercera tampoco se va ha hacer esperar. Fuerza mi ano para introducir además su anular, y se le nota la experiencia pues no tarda en encontrar mi próstata y dar golpecitos en ella mientras traga mi rabo entero. El placer es increible y no puedo aguantar más, corriendome de nuevo en su garganta dandole la poca leche que queda en mis huevos, que ya no es mucha la verdad. Este último orgasmo fue increíble, no me atreveré a decir que el mejor que había tenido pero si uno de los mejores desde luego. Ella limpio bien mi verga con su boca y luego me la termino de lavar con la ducha. Yo intente devolverle este último favor, pero me paro los pies. No quedaba mucho para que su hija llegase y tenía que irme pronto. Terminamos de ducharnos y nos vestimos mientras charlábamos, al despedirme me dio las gracias por todo y yo se las di a ella por ser tan correcta. Así es un placer darse un golpe con el coche. Ella me dio las gracias por ayudarla a rellenar los partes y por ayudarla en otros menesteres. Antes de despedirnos me dice:

-Juan, quería pedirte un último favor. Como estoy sola, en ocasiones surgen pequeños problemas que no se solucionar. Ya sabes, un enchufe que no va, una puerta que roza, un cajón que se desajusta. ¿Te importaría echarme una mano en esas cosillas alguna vez? Por su puesto te pagaría por ello. No voy a abusar.

-No me importa, siempre que tenga tiempo libre está claro. Del precio no te preocupes. Ya hablaremos de eso cuando surja.

Nos besamos de nuevo antes de partir y salgo de allí sin creerme aun lo que me había sucedido, y menos que todo hubiese empezado por un rozón de coches.