Poniendo las cosas en orden - 6.

Los humanos nunca han sabido apreciar la magia, menos ocuparla, sus mentes limitrofres y sencillas no ven mas alla de la codicia mundana... el verdadero poder, radica en el control y el orden, pero no es bueno que ellos lo sepan, es mejor controlarlo...

En general todas las tiendas que recorrimos con Susan eran de un corte medio alto, Susan complacía sus caprichos banales comprando prendas de alto costo que no tenían mayor funcionalidad que aparentar, disfrazar, ostentar y opacar a la persona en sí y se mostraba aún más feliz seleccionando algunas prendas para mí, yo me entretenía viéndola disfrutar y todo el tour fue en ese tono hasta llegar a la tienda de lencería.

Antes de entrar sentí el aroma empalagoso del perfume de Camila mezclado con el aroma de su piel... ella ya poseía un aroma dulce en su piel un tanto cremoso incluso, entonces, al combinarlo con el exceso de perfume y me vale una hectárea de mierda de perro seca que sea fino, el resultado no es otro más que la saturación del olfato y cuando tienes un olfato similar al de una polilla en época de celo, por el cual puedes olfatear un rastro a unos kilómetros de distancia sin problema... pues, como que entra a patear tus bolas con un zapato de seguridad en un día helado.

Ya conocía su historia, el reproche que se achacaba, el arrepentimiento que pesaba sobre ella y el orgullo que absorbió de su esposo, un hijo de perra que desprecia toda vida humana que no pueda estrujar hasta su último aliento para su beneficio, cosa que claramente era lo que pasaba con Camila, procedí a dejar que Susan comprara lo que se le viniese en gana para ella y Elizabeth, mientras yo ocultaba mi presencia a la atención de todo ser humano en la tienda y seguía a Camila un par de metros atrás, viéndola seleccionar ropa íntima.

Soñaba con haber tenido una boda con aquel muchacho que tanto amó en algún momento de su vida pero que dejó de lado por ser pobre y al cual le perdió el rastro, ella tomó el camino rápido, se sabía bella, se sabía deseada por muchos y que podía ser una esposa trofeo, así que eso es lo que fue pero no contó con los abusos, las violaciones de su marido, el constante trato denigrante y que en una cirugía de rutina, el doctor pagado por el esposo la dejó infértil.

Poco a poco la fui haciendo olvidar momentáneamente todo eso, la hice recordar mi presencia en el restorán, el cómo le respondí y la hice sentir deseo, mucho e incontrolable deseo, ella ignoró a la vendedora que la intentaba atender y tomando unas prendas fue hasta uno de los probadores, que como es de esperarse en una tienda de alto nivel, son prácticamente habitaciones, con un cómodo sofá y grandes espejos de hermosos marcos, todo en tonos pasteles, con ribetes rococó, pomposidad y sobriedad.

Entré tras ella al probador e hice que la vendedora se quedara de punto fijo para que nadie molestase, nuevamente creé un vacío de sonido en la habitación y mientras las hormonas comenzaban a hervir en el cuerpo de Camila, yo le comenzaba a hacer olvidar todo y sólo enfocarse en mí, con una mezcla de odio y deseo, ella sentía que era un desafío el que la hubiesen tratado de esa forma y eso la estaba haciendo arder de pasión.

Deseaba verme pidiéndole perdón pero también deseaba poder tenerme a su entera disposición, entonces implanté la imagen de mi bulto creciendo durante la discusión que mantuvimos y eso comenzó a hacerle perder el control, ya medio desnuda sus manos comenzaron a aventurarse por su cuerpo, masajeando sus costosas tetas de quirófano que alcanzaban sobre el 90 de pecho, mientras los dedos de su otra mano entraban en su boca emulando una felación.

Me senté en uno de los dos cómodos sofá de la habitación a disfrutar de la lujuria que implanté en Camila, en como la hacía sentir cosas nuevas o quizás olvidadas, ella apoyó su cara en el espejo, dándole pequeñas lamidas al vidrio frio, mientras su culo, su hermoso culo de gimnasio se alzaba en pompa como pidiendo ser embestido pero eran sus dedos los que por sobre la costosa tanguita masajeaba su clítoris y hacía que la prenda comenzara a humedecerse.

Ese aroma a hembra me hizo ignorar el de su perfume, poco a poco sus gemidos fueron más fuertes, mi nombre y presencia era latente en su recuerdo, su imaginación la hacía soñar despierta que era yo quien la tocaba y cargándose aún más sobre el espejo, dejó de masajear sus tetas para llevar su mano a su culo y comenzó a penetrar su ano sin lubricación alguna luego de mover su tanguita hacia un lado.

Los gemidos y el aroma comenzaron a hacer despertar aún más mi libido y poniéndome de pie ya sin pantalones me acerqué a ella, Camila estaba en un completo estado onírico, en una sensación de placer no culposo y sentía cual sueño como yo tomaba sus manos y lamía sus dedos para luego apoyarlos sobre el espejo mientras dirigía mi verga a su conchita y comenzaba a bombear ese coñito provocando olas de placer mientras contenía su orgasmo, sólo le daría un orgasmo pero uno que dejaría mi nombre marcado con fuego en su alma.

Poco a poco le di libertad en "su sueño" y tras unos instantes ella se desenganchó de mi verga para voltearse y saltar a mis brazos, abrazándome de las caderas con sus fornidas piernas, acomodó mi ariete de carne en la entrada de su cuevita de lujuria y así comencé a embestirla, mientras ella entre somnolientos parpadeos miraba directamente a mis ojos y en cada jadeo agradecía aquel momento, agradecía sentirse viva y mujer.

Continué de esa forma durante unos minutos mientras solicitaba la presencia de Susan en el probador, ella claro está a mi llamado (por vía directa) llegó y entró sin ninguna pregunta y tras soltar las amarras que retenían el orgasmo de Camila, ésta comenzó a gritar mi nombre mientras me miraba entre sueños (a su parecer), debido al orgasmo, bañó mi verga y mis pelotas con balsámicos fluidos vaginales y por la presión de estos mi verga terminó siendo desalojada de su conchita pero ahí estaba ya de rodillas Susan, quien se llevó el glande a su boca y con su mano derecha comenzó una paja alucinante, la cual aderezó con un masaje de bolas, todo para extraer mi semilla y tragar hasta la última gota. Yo disfrutaba de la mirada perdida en mis ojos de Camila, quien me creía ver en sueños perdida en el placer mientras yo, mirándola hacia arriba, calentaba mis mejillas entre sus tetas.

Susan salió del probador y volvió a lo suyo saboreando el gusto de mi corrida en su boca mientras yo me vestía y Camila se reponía jadeante del orgasmo jurando a sus muertos que era todo un sueño pero el mejor sueño y el mejor orgasmo que había tenido en su vida. Dejé el probador, a Camila sola y todo OK con la vendedora para que nadie sospechara nada, quité el vacío de sonido creado de la habitación y tras pagar todas las compras de Susan nos retiramos de la tienda subiendo a la Suburban.

Tras unos minutos, llegamos con Susan al Hotel, ella subió con todas las cosas ayudada por un botones, mientras yo seguí hasta las oficinas centrales de la compañía de traslados, esa compañía seria mía en menos de una hora, al llegar allí me encaminé hacia la oficina del gerente y dueño, un viejo tosco que no trataba para nada bien a sus empleados, acosaba a la secretaria, la cual era el amor platónico del hijo del viejo, un muchacho con bastante futuro, ya a estas alturas tenía decidido todo, así que entré en la oficina del viejo, quien, lo primero que quiso hacer, fue lanzarme garabatos pero no pudo, pues antes de hacerlo ya tenía mi mano en su boca y ya sabía todo lo que necesitaba de él.

En su cabeza yo era su hermano, a quien el hijo de puta mandó a matar para quedarse con la compañía que ambos fundaron, el viejo acababa de tener una embolia cerebral gracias a mí, su cuerpo no duraría más de tres días y su alma estaba dentro de la pulsera alimentando mi esencia con su sufrimiento el cual no sería eterno... pero de seguro más largo del tiempo que pisó la tierra, tomé documentos y unas cintas de grabación que el viejo tenía en su caja fuerte, las cuales serían más que útiles para entretenerme.

A la salida de la oficina toqué a la secretaria y luego al hijo que estaba saliendo de la oficina de al lado, ellos serían felices, las políticas de la empresa cambiarían en menos de una semana tras la muerte del viejo, si bien no creé un vínculo de sangre, pues por el momento no lo necesitaría, dejé claro que yo sería un futuro inversionista en el cual confiarían a ciegas. Hice que me llevaran de regreso al hotel, todo iba saliendo según lo planeado, como siempre sin ningún atraso y con un margen más que generoso de tiempo para afinar cualquier imprevisto y uno de esos imprevistos sería el que tendría a continuación.

Al entrar al comedor y vi a Susan almorzando, en un comedor medio vacío pues ya éramos de los últimos comensales, siendo acosada por el esposo de Elizabeth, "llame" a Elizabeth, quien no tardó en presentarse y acompañarme del brazo a la mesa con su actitud más coqueta hacia mi persona, lo cual levantó todas las alarmas de Fabián, el esposo, quien de golpe se puso de pie e indicó a mi acompañante que no debía ser tan de piel con los comensales, ya podía sentir sus celos y como la testosterona del pájaro a medio desplumar trataba de salir de su cuerpo.

Yo: No te preocupes hombre, Eli es una gran amiga, ya casi somos íntimos, sobre todo después de esa charla en tu oficina anoche, ¿cierto mi gerentita?

Elizabeth: Carlos, por Dios, jajajaja -reía coqueta, mientras los celos de su marido le importaban un bledo- es cierto que charlamos largo y tendido pero así como lo dices se puede mal interpretar -sentenció mirándome a los ojos y sonriendo ambos a coro-.

Fabián interrumpió inmediatamente, no quería quedar como el imbécil que era y me estiró la mano para darse a conocer con nombre, apellido y muertos para realzar su estirpe pero en su intento de ser el dominante, terminó con varias fracturas pequeñas en su mano derecha tras devolverle el apretón, claramente para disfrutar el momento, yo adormecí las terminales nerviosas en su mano y le dejé de regalo sorpresa una baja de defensas que pronto lo mandarían al médico y tal vez a hospitalización con más de un tratamiento de emergencia.

En cuanto me senté, la conversación fue entre Susan, Elizabeth y mi persona, dejando a Fabián que se mordiera la lengua y con los celos reventándole las bolas cada vez que Susan mencionaba que le había elegido unos regalos hermosos y que luego de la cena se los entregaría en la habitación.

Fabián: No se preocupen... no hace falt..

Elizabeth: ¡Grandioso!, subiré con un regalo de regreso para ustedes y para que disfrutemos en una nueva conversación -dijo cortando la intervención de su marido-.

Fabián: ¿Qué regalos serían?

Susan: ¡No sea mal educado!, si dijese que regalos son, ¿cuál sería el sentido?

Elizabeth: Discúlpenlo, mi marido es un tanto "lentito" a veces.

Fabián no podía creer que su mujer lo estuviese "subiendo al columpio" (molestando o humillando) frente a dos desconocidos y que, de propina, el hacía pocos minutos hubiese tratado de llevarse a la cama a Susan, el pobre imbécil se comió sus celos y le dejé una serie de imágenes libradas a su imaginación de cómo me follé y como me follaría a su mujer.

Mientras terminábamos nuestra comida indiqué a Susan que para esa tarde yo estaría ocupado y que tenía a su disposición el spa del hotel, lo cual le pareció fabuloso, tras un expreso post almuerzo, me levanté y dándole una "pequeña palmada" en el hombro (y dejándole un esguince en el mismo) me despedí de Fabián e hice que sus terminales nerviosas comenzaran a trabajar poco a poco, en dos horas estaría chillando de dolor sin entender nada de nada.

Me despedí de Elizabeth con un abrazo, una mano peligrosamente cerca de su culo y un beso que claramente rozó los labios a vista y paciencia de Fabián. Susan se paró y no se molestó en despedirse del imbécil, Elizabeth decidió acompañarme a la entrada donde subiría nuevamente a la Suburban para ir a un nuevo destino, Fabián no cabía en si mirando como yo me iba con Susan a mi diestra y Elizabeth a mi izquierda con mi mano rozando su culo sin ningún miramiento y ni respeto por su presencia.

Luego de esto, Fabián se retiraría del hotel como una bestia herida y con planes de ir a follarse a su secretaria o a alguna puta, para su sorpresa, su verga no funcionaría más y el dolor en su mano y hombros lo mandaría al hospital, donde quedaría internado por una peligrosa baja de defensas y descalcificación.

Me trasladaron a la entrada de los otros cuatro puntos de tráfico de drogas importantes en Trinidad, me adentré en cada una de las poblaciones (colonias o guetos) y pasando desapercibido, identifiqué a cada uno de los miembros activos de cada organización de narcotráfico, también me enteré de dónde mantenían sus alijos de drogas y dónde tenían el dinero obtenido por ellas, así mismo, como lavaban el dinero mediante negocios fachadas, los cuales eran custodiados por policías corruptos.

Esa noche todo el negocio de la droga cambiaria en Trinidad, habría un nuevo jefe y nadie sabría nunca quien fue, sólo conocerían a sus emisarias y los pocos que quedarían vivos, pasarían a trabajar para las emisarias, con el tiempo todo intento de una nueva mafia sería apagado rápidamente, desapareciendo a sus integrantes y marcando quien era el dueño.... aunque nadie realmente lo conociese.

Continuara...

Como siempre, este relato llega a ustedes gracias a GUILLEOS