Poniendo las cosas en orden - 5.
Los humanos nunca han sabido apreciar la magia, menos ocuparla, sus mentes limitrofres y sencillas no ven mas alla de la codicia mundana... el verdadero poder, radica en el control y el orden, pero no es bueno que ellos lo sepan, es mejor controlarlo...
Me quedé con la taza de café a medio camino al sentir un aroma y una sensación que ya no recordaba, sabía exactamente dónde estaba, venía caminando por mi lado izquierdo desde atrás, dejé mi café en la mesa de forma calmada y disimuladamente giré mi cabeza para poder identificarla mejor con la vista.
Una mujer que rayaba el metro setenta, vestida de negro en fina tela, la cual tenía una caída acorde a su melena que rozaba los hombros con un flequillo o chasquilla hecha en casa pero con todo el glamur de una peluquería, pequeña cartera bajo el brazo y una mirada felina que podía calar el hielo, labios gruesos, una mandíbula firme... una belleza mediterránea que podía igualar y quizás superar a Sophia Loren en sus mejores años, de pronto Susan me sacó de mi trance.
Susan: Es sencillamente hermosa... llenó el comedor con su presencia...
Yo: Así es... -respondí mientras no quitaba mirada de como su espalda serpenteaba para obligadamente dirigir mi mirada hacia sus caderas y culo, macizo, firme, todo en ella apuntaba a que conocía a su clase, a su estirpe-.
Hace siglos, caminaron entre ustedes las ninfas y musas, emparentadas de espíritu por la inspiración que otorgaban, por la naturalidad de su presencia y su amor por el hombre (como raza) y más aún por su madre tierra... ellas inocentes en su pensar cayeron en manos de mecenas sin sentimientos por el arte y que las esclavizaron en burdeles, muchas se quitaron la vida, otras fueron asesinadas en privadas reuniones sólo para el deleite de reyes... los "nobles"...
Si supieran como disfruté comiendo pan fresco y pan duro sentado en el techo de las inmediaciones de las plazas donde decapitaron a "la realeza" durante la Revolución Francesa... pero luego de eso, los “revolucionarios” que tomaron el Poder se corrompieron y volvieron a lo mismo, ¿qué más podría ser, si eran guiados desde la sombras por miembros de mi casa?, los mismos que habían fundado la Inquisición... o Santa Inquisición como les gustaba llamarla, todo con el objetivo de buscar purgar toda ciencia ocultista y magia que los amenazara nuevamente pero, se les salió de las manos y ustedes ya conocen lo que la Iglesia hizo en "nombre de Dios"… Si hubiesen conocido al judío...
Yo no lo conocí pero sé que el tipo fue el primer hippie con afanes socialistas tan firmes como el “mithril” de la forja nórdica, por eso es que los suyos lo terminaron por crucificar y fundaron la mayor empresa jamás conocida a partir de él y de la prostitución de todo lo que representó... bueno, ahí tienen un poco mas de historia, ahora continúo.
Seguí tomando mi café mientras esta dama se sentaba junto a uno de los grandes ventanales a tomar el suyo, expresso con leche, espuma de leche y un toque de canela en polvo, un perfecto cappuccino, aunque el original es con leche entera, no semidescremada, detalles... ella miraba por el ventanal a la espera de alguien y ya sabía a quién, esperaba a Elizabeth, quien venía saliendo de su oficina, se había bañado y cambiado pero no podría quitar nunca mi presencia en ella.
Ya pude “leer” de quien se trataba y que coincidencias, esta bella dama que bebía su café a metros de mi mesa no compartía sólo el parecido con aquella reconocida actriz italiana, sino que también compartía el nombre. Sonreí disimuladamente, mientras miraba a Susan a los ojos y nuevamente me daba cuenta que algo de esta muchacha me atraía igual que el aroma y presencia de Sofía, algo de musas había en ellas y ese algo me recordaba todas aquellas hermosas desdichadas fuentes de inspiración que fueron mancilladas por la brutalidad de la ignorancia, aunque ese tiempo había sido mi escuela, de ahí aprendí, de aquellos casi interminables viajes, donde conocí todas las facetas del ser humano, viajes donde comprendí que no están del todo listos para su propio gobierno, que necesitan alguien que los guie sin que lo sepan.
Dejé que Elizabeth actuara por sí misma, lo primero que hizo al entrar al comedor fue saludarnos muy afectuosamente, sin caer en vulgaridades claro está y luego se dirigió donde su amiga, Sofía nos miro muy discretamente, y luego de saludar afectuosamente, se sentaron a hablar como el buen par de amigas que era.
Sofía: Cuéntame, ¿quién es aquel tipo que esta con la rubia?, tu nunca te detienes a saludar a ningún pasajero de este hotel...
Elizabeth: Es Carlos, ayer puso en su lugar frente a todos al imbécil de mi cuñado, ¡hubieses visto!, ¡hizo lo que todos hemos querido hacer!
Sofía: Pero ¿cómo?, ¿ese imbécil no se le lanzo encima ni nada?
Elizabeth: El bueno para nada se quedo calladito, ¡ca-lla-di-to! y mejor aún, me ha dejado su carta de renuncia, ni lo he visto, dicen que estuvo llorando en su despacho.
Sofía: Increíble... ¿y el bolas flojas de tu esposo ya lo sabe?
Elizabeth: No lo creo, pues no me ha llamado, él ya estaría defendiendo a su hermanito.... si los dos son iguales, maldito el día en que me casé... perdoname Dios mio por maldecir, -repuso mi devota gerente tras lanzar ese "fuerte" improperio hacia el día de sus nupcias-... Antes que llegue Camila, te contaré que anoche me acosté con él y con su mujer.
Sofía se trapicó con el café y unas gotas salieron por su nariz, hábilmente pudo contener todo con la servilleta y pasó desapercibido para quienes la rodeaban, más no para mi, Elizabeth sonreía por el traspié de su amiga, quien en voz baja y recriminándola con picardía le decía.
Sofía: ¡Por Dios mujer!, no te lo puedo creer, ¡le has puesto los cuernos al bolas flojas de Esteban!
Elizabeth: A todo esto, el estaba con tu marido en la casona, -"la casona" era una casa de putas de los mas exclusiva de la ciudad, frecuentada por miembros de la "elite" para complacer todos sus placeres-, creo que ya lo has de saber, porque veo que vienes bastante calmada, cosa típica de cuando no tienes que dormir con él.
Sofía: No sabes cuánto agradezco a esas putas por quitármelo de encima, creo que podríamos enviarles algo para navidad entre las dos.
Ambas reían muy recatadamente y claro está que Sofía quería saber más pero se detuvo el mundo cuando apareció la tercera, una rubia despampanante, con un look muy a la usanza de rubia gringa intocable, mostraba un generoso escote y dejaba una desagradable estela de perfume que terminó por arrugar mi nariz, su tenida era ostentosa, no como Sofía o Elizabeth.
Camila llevaba una minifalda roja mate, en juego con su blazer, que estaba por rajarse intentando contener un culo apretado a punta de gimnasio y un corset negro que mostraba la mitad de sus tetas aumentadas en un buen par de tallas en juego con sus tacones que la hacían alcanzar un perfecto 1.80 gracias al taco y la plataforma, dignos de una Dominatrix. De aquí en adelante la conversación se volvió banal y monopolizada por lo que Camila había comprado, lo que su esposo otro empresario de renombre nacional había hecho en los últimos días y de cómo se enorgullecía de humillar a la gente que no era de su "estatus".
Ya harto de escuchar, terminé de tomar el desayuno junto a Susan y me predispuse a salir de compras junto a ella para adquirir un poco mas de ropa y poder dar una vuelta por los "barrios altos" para así conocer bien dónde me tendría que mover en los siguientes días, ya que las direcciones las conocía pero el interior de las casas o sus patios y terrenos adjuntos no, como ya saben, puedo entrar en la mente de las personas, en sus recuerdos y así es como lo hice en los de Elizabeth y supe donde vivían los de la elite de Trinidad, la misma elite que dentro de poco estaría a mi servicio para comenzar un cambio mayor.
Sólo con la intención de bajarle un poco los humos a Camila, quien llegó a cansarme, tanto o más que a Elizabeth y a la bella Sofía, me dirigí a la mesa de las tres damas y tras pedir disculpas de forma muy amable pregunté por tiendas para comprar un par de tenidas nuevas para Susan y para mi, a lo que Camila despectivamente mirando mi moreno tono de piel y mi negro cabello mencionó que podía ir a una tienda de segunda, para rematar con una sarcástica risa digna de teleserie, Sofía y Elizabeth me miraron con vergüenza por la actitud de Camila y luego la fusilaron con la mirada pero esta ni se incomodó, claro, porque aún no escuchaba mi respuesta.
Yo: ¿De segunda?, ¿como los Circonios mal pulidos de tus aros? porque diamantes no son querida ¿o tus tacones que ya están gastados de tanto uso? es decir... son de diseñador pero son de la temporada antepasada, de seguro los sacaste de una tienda de segunda... -su rostro poco a poco perdió toda altanería y comenzó a enrojecer de vergüenza y enojo pero no podía articular palabra para responder, pues nunca la habían dejado callada-, ahora bien, lo que merece mi admiración es como cuidas tu físico, tienes un físico hermoso, a excepción de ese par de bultos plásticos que portas ahí, ¿de verdad te enorgullece haber tenido que meterte a un quirófano para tener tetas? sólo reflejan lo falso de tu persona.
Sofía y Elizabeth estaban con la quijada en la alfombra, mientras su amiga era bajada a patadas de la nube en la que creía estar mirando a todos hacia abajo con desdén.
Yo: Y, por favor, te ruego que no entres con medio frasco de perfume barato en cada oreja nuevamente a un restorán... estropeas la comida de la gente, sobre todo cuando no sabes usar los perfumes de acuerdo a la estación del año.
Esa fue la gota que rebalsó el vaso, Camila se paró y levantó su mano para lanzarme una cachetada, la cual detuve sin ningún problema y sin hacerle daño, sólo sujetando su muñeca y haciendo el contacto de piel necesitado para conocer todo lo que quería de ella, igual que las otras dos, era parte de un selecto club de mujeres trofeo, cornudas como pared de cazador, ella lo llevaba desquitándose con todos y ostentando lo que su marido le regalaba, sujetando su mano pude ver su sortija de matrimonio.
Yo: ¿Qué pasó mujer? ¿Te hacen descuentos por comprar al mayor los circonios o tu maridito te convenció de que este anillo es de platino y diamantes? por lo demás, las imitaciones que portas son de calidad.... pero eso no quita que sean imitaciones.
Camila roja de furia tomó sus cosas y salió a paso firme pero en silencio, mientras yo tomé su lugar tras saludar en presentación con un educado beso a Sofía, y enterarme de quien era, en efecto, en ella había sangre de ninfa, su piel y tacto me lo indicó, junto con esas mínimas chispitas de magia en su ser.
Yo: me disculpo por mi actitud, simplemente no tolero la mala educación, menos cuando se busca humillar gratis a la gente, -Sofía me miraba con gran curiosidad y su respiración se agitaba, aunque sabía controlarse, sus tetas la delataban al estirar la blusa- sé que Elizabeth me entenderá, pues me conoce un "poco más"... pero usted Sofía, usted me viene conociendo y le estoy dejando quizás una impresión errada...
Inmediatamente di la orden a Elizabeth de ir por lápiz y papel para darme las direcciones que necesitaba y dejarme solo un par de minutos con Sofía.
Sofía: No se preocupe Don Carlos...
Yo: Veo que Elizabeth ya le ha contado de mi... -respondí mirando con complicidad-
Sofía: Así es pero no se preocupe, no ha causado ninguna mala impresión, poner en su lugar a las personas cuando se desubican es un acto merecido, si conociera mejor a Camila creo que quizás entendería que sólo le dio un poco de su propia sopa y si no le parece indiscreto o su mujer no se molesta, cuénteme Don Carlos, ¿a qué se dedica usted?...
Yo: Pues soy lo que se llama un filántropo en vías de desarrollo, participo en múltiples empresas de inversión de valores y vivo la vida tranquilo, entreteniéndome en dejar un lego anónimo al ayudar al desarrollo de algunas zonas en temas de tecnología y educación- mientras hablaba tomé delicadamente su mano izquierda mirando la sortija en ella, se dejaba sin problema alguno y mantenía un control sobre su respiración y actitudes frente a mí para mantener el personaje-
Sofía: ¡Un filántropo! no tenemos muchos como usted en Trinidad, me atrevo a decir que es el primero pero ¿qué lo hizo venir a meterse a una ciudad tan perdida en el inicio del fin del mundo?
Yo: ¿inicio del fin?... pues lo que para algunos es el fin, para alguien con la visión correcta es el principio - mientras decía esto, retiré con cuidado su sortija y la dejé junto a la taza de café-, quizás podamos quedar para conocernos mejor y así contarle mi visión del principio del fin -dije mientras me ponía de pie y recibía el papel con las direcciones que Elizabeth me traía.
Elizabeth: De seguro en estos lugares encontrarás lo que buscas pero luego a tu regreso quiero ver cómo te quedan.
Sofia: Elizabeth, no seas tan confianzuda con Don Carlos -reponía con cierta picardía y complicidad, complicidad que había entre los tres en aquel momento-
Yo: Jajaja... tranquila bella Sofía, Elizabeth y yo ayer "conversamos muy profundamente en su oficina" y luego en mi habitación y espero no suene a mal pero "compartimos mucho" junto a mi Susan, es una gran mujer, con una visión que pocas tienen, -decía a Sofía mientras sostenía la mirada en Elizabeth- bueno, por el momento, he de agradecer su comprensión, su ayuda -dije mirando a Elizabeth- y espero poder vernos en otra ocasión... y Sofía, no olvides tu anillo, sería una pena que lo olvidases...
Me retiré de la mesa para ir por Susan, quien ya había concurrido a la recepción y solicitado un servicio de traslado, cosa que pronto cambiaría, ya que no me ha gustado nunca depender de servicios que no estén bajo mi total control. Mientras llegaba la Suburban que Susan solicitó según lo que yo "le pedí" nos dirigimos a nuestra habitación a buscar nuestros documentos y tarjetas de crédito, en el caso de Susan, yo portaba efectivo, pues no deja rastro como las tarjetas.
Al entrar en la habitación y ver el trasero de Susan moviéndose frente a mis ojos, sentí su aroma, pues ya había quedado atrás la fetidez del perfume de Camila, el aroma de Susan tenía algo que me encantaba y ese trasero ya me había mostrado de lo que era capaz y me gustaba, por ende fui directo a ella y le apoyé mi bulto entre sus dos bultosas nalgas.
Susan: ¿Qué hay ahí? -dijo con voz juguetona mientras movía sus caderas para causarme más placer y endurecer mi verga- tenemos que ir a esas direcciones que pediste...
Yo: Pues iremos una vez termines con tu trabajo y saques tu leche...
Susan: ¿De verdad estás teniendo otra erección? ayer no me diste tregua... y te follaste a Elizabeth también... ¡Dios mio, ¿de dónde saliste?!
Con una mano en su cuello levanté su mentón para poder lamer, besar y morder su cuello de porcelana, mientras con mi mano derecha levanté su falda por delante y hurgué en su vagina...
Yo: Mira cómo estás... ¿tu esposo era capaz de mojarte de esta forma?
Susan: ¿Po.... por... qué me lo pregun.... tas?
Yo: Quiero saber si es por mi verga y por como la ocupo en ti o simplemente eres una coño fácil.
Susan: Pues... pues dejame decirte que mi esposo ya no existe para mi, tu eres mi hombre, me haces sentir viva, me haces sentir hembra como nunca antes me sentí y quiero que me revientes a pollazos todos los días.
Dando media vuelta Susan me empezó a comer la boca y, claro está que yo no me quedé parado, comencé a manosear ese culo hermoso y a masajear sus tetas que ya tenían los pezones erectos, Susan me besaba sin limitarse, sosteniendo mi cabeza desde la nuca con una mano mientras con la otra sobaba mi verga por sobre el pantalón para luego proceder hábilmente a abrir el mismo y dar libertad momentánea a mi ariete de carne, pues pronto estaría incrustado en su coñito caliente.
La levanté un tanto y ella se abrazó con sus piernas a mis caderas, así la llevé hasta una cómoda que estaba junto a la puerta, allí ella abrió totalmente sus piernas dejándolas en mis hombros y procedí a dirigir mi erecta verga hacia la entrada de su hermosa y lubricada vagina.
Susan: Llename, llename nuevamente, hazme tuya aún más, !!! Ensártame!!!
No la hice esperar, de una estocada la empalé y le hice lanzar un grito de placer para luego callarla con un beso donde nuestras lenguas comenzaron a pelear sin clemencia, sus piernas se estiraban hacia el techo y su flexibilidad quizás me habría sorprendido, de no saber de antemano que siempre cuidó de su físico y era asidua al yoga.
Yo: ¿Se te olvidó ponerte braguitas hoy mi amor? -pregunté con malicia-
Susan: No, no se me olvidó... ¡qué delicia de verga madre mía!... no me puse para hacerte más fácil entrar cuando tú quieras.
Con una sonrisa en mi rostro seguí disfrutando de su vagina mientras el rostro de Susan sólo reflejaba el placer que estaba sintiendo, poco a poco comencé a subir el ritmo de las embestidas para ir haciéndola llegar a un fuerte orgasmo, el cual acompañé vaciando mis huevos nuevamente en esa cálida cueva. Mientras contemplaba a Susan recuperarse tras el golpe de placer que fue ese orgasmo, yo respiraba profundamente para no desperdiciar ni una molécula del aroma que dejó en el aire y absorber toda la energía deliciosa que ella me brindaba sin saber.
Aún con mi verga en su vagina comencé a besarla nuevamente y tras unos minutos la di vuelta, apoyé su pecho contra la cómoda y dejé su culo en pompa, ella sabía lo que venía y sola, sin necesitar de mi guía, tomó mi verga y la puso en su entrada trasera. Ese arrugado agujero sería nuevamente la funda para mi dura lanza, poco a poco inicié la penetración y sentí como su palpitante culito hacía presión en toda la extensión de mi falo.
Tras doblar sus brazos en su espalda, sujeté ambos con una de mis manos mientras con la otra jalaba de sus cabellos, mis caderas se movían salvajemente haciendo entrar y salir mi dura verga de su apretado culo, el cual a cada segundo me daba más placer pero entonces la sentí...
Detuve mi movimiento, era la recepcionista que venía con dirección a nuestra habitación, yo continué con mi movimiento pero cambié mi mano que sujetaba el cabello de Susan, para usarla de cubre-boca. Sentí que los pasos de Roxana se detenían frente a la puerta y tras unos segundos se atrevió a golpear-
Yo: ¡Si?
Roxana: Don Carlos, soy Roxana, la muchacha de recepción, yo... este...
Yo: ¿Que deseas Roxana?-pregunté mientras continuaba con mis penetraciones firmes al ano de Susan y mi otra mano comenzaba a masturbar su coño haciendo que ella mordiese mi mano para no gritar por el orgasmo que estaba teniendo-, ¿pedirme disculpas por espiar mientras disfrutaba del coño de tu jefa? o ¿pedir disculpas por masturbarte mientras lo hacías?
Roxana: ¡Que!, ¿cómo me vio?, es decir... -la chica no sabía dónde meterse, sin embargo, no abandonaba la puerta-. Me acerqué al oído de Susan y le pregunté:
Yo: ¿Quieres darle un buen show a Roxana y mostrarle como cabalgas mi verga? Retiré mi mano de su boca y Susan con una voz suave y entrecortada me respondió:
Susan: Lo que tú quieras mi dueño, soy tuya.
Yo: Mira Roxana, para terminar todo esto y ahorrarte problemas, vas a entrar y disfrutarás de lo que verás, ¿entendido? -claro está que con mi "ayuda" no se negaría y entraría, lo que no sospechaba, es que eso le fuese a causar tanto placer a Susan.
Entonces Roxana entró en silencio y sin mirar más que al suelo, miró a la puerta y la cerró para luego dar la vuelta lentamente hacia donde estaba yo con Susan y ver como arremetía sin piedad alguna contra el culo de mi hermosa hembra, la cual comenzó a jadear, su excitación subió aún más, Roxana estaba en la misma sintonía, su aroma era casi tangible en el aire, sabía bien que su vagina estaba por derramar un litro de fluidos y que no se podía negar a nada.
Yo: ¿Quieres ver mejor?
Roxana:… Si...
Yo: Pues yo también quiero ver, quiero ver cómo te masturbas mientras yo me follo a este culito.
Roxana se sentó en el piso y bajó sus pantalones con bragas y todo, tenía un coño con un bonito pelo recortado y bien mantenido, ella sólo miraba al culo de Susan de perfil y como éste era penetrado por mi persona, mirando eso comenzó a jugar con sus labios que ya brillaban por los fluidos.
Yo: Aquí tienes tu vista pequeña...
Tomando por las piernas a Susan, hice que ésta reaccionara y se acomodara pasando un brazo por sobre mi cabeza, mientras yo la sostenía por sus cachetes haciendo que subiese y bajase mostrando un primer, primerísimo plano de cómo le follaba el culo y de cómo desde su coño emanaban restos de la copiosa corrida que minutos antes le había brindado
Susan ya no se callaba sus gemidos, Roxana tampoco pero ésta era más comedida, poniendo atención a cada ensartada que recibía Susan mientras se masturbaba yo disfrutaba de la excitación que se podía respirar y de como Susan comenzaba a alcanzar muchos orgasmos de menor intensidad, de pronto Susan reaccionó y comenzó a hablarle a Roxana:
Susan: Hoy su verga es solo mía... ya luego veré si te dejo agradecerle como se merece por ayudarte.
Yo sonreí maliciosamente mientras continuaba ensartando a mi rubia por el culo, Roxana sólo atinó a mover su cabeza de forma afirmativa mientras intentaba no dejar de concentrarse en mi verga, en el ano de Susan y su coño del cual seguían brotando restos de leche. Roxana con las palabras de mi rubia comenzó a imprimir más fuerza y velocidad en sus masajes, para alcanzar un orgasmo el cual trajo consigo una ola de fluidos que salieron como un grifo de su coño y Susan me decía:
Susan: ¡Se ha corrido para ti amor!, ahora llename el culo, llenámelo como me llenaste el coño.
El culo de Susan comenzó a palpitar, a masajear mi verga que entraba y salía, a darle más y más placer y eso hizo que, sin aviso, como siempre, comenzara a soltar y soltar leche adentro de ella, tras esto, yo dejé cuidadosamente a Susan para que se parase por su cuenta, ella lo hizo sin ningún problema y satisfecha en su totalidad, con la falda arremangada, se agachó y comenzó a limpiar mi verga, succionando todo el semen que quedaba en ella y con su otra mano, recolectó el semen que salía de su coño para luego llevárselo a la boca, gatear hacia Roxana y tomándola delicadamente de su rostro, dejarle caer el semen de su boca a su boca que estaba entreabierta tras el orgasmo que había tenido.
Susan: Ese será tu premio por el momento... ya cuando volvamos, mi hombre verá si te puede dar una ración completa...
Tras esto Susan se puso de pie y se arregló un tanto la facha, yo por mi lado me acomodaba los pantalones, tomó una chaqueta para mí y otra para ella y salimos de la habitación dejando a Roxana aun tendida en el suelo, mirándonos con agradecimiento, antes de cerrar la puerta le dije:
Yo: No hay de que, eres una buena chica, ya tendremos más tiempo para hablar.
Cuando bajamos del ascensor nos encontramos en recepción con el chofer, parado impecable, esperándonos, lo saludé de mano y cordial, ya estaba en mi bolsillo, para él en sus futuros recuerdos sólo seríamos una pareja de turistas adinerados como muchos otros de los cuales no lograría recordar el rostro ni donde fueron, pues, a su juicio, seríamos genéricos.
Al abrir el papel de direcciones, encontré que la última tenía escrito: "Aquí están mis tallas, traeme un regalo para modelartelo esta noche" junto a una dirección, comenzamos el recorrido, comprando ropa para Susan, luego para mi, zapatos, un par de maletas más grandes, algunos lentes de sol, nada del otro mundo y terminamos en la tienda de lencería, pues esa era la última dirección, grande fue mi sorpresa al ver que Camila se encontraba allí comprando.