Poniendo las cosas en orden - 2.

Los humanos nunca han sabido apreciar la magia, menos ocuparla, sus mentes limitrofres y sencillas no ven mas alla de la codicia mundana... el verdadero poder, radica en el control y el orden, pero no es bueno que ellos lo sepan, es mejor controlarlo...

PONIENDO LAS COSAS EN ORDEN - 2.

Susan iba tranquila, recostada en mi hombro mientras el chofer conducía sin hacer preguntas y con una orden clara en su cabeza, dejarnos en nuestro destino y luego de eso volverse a su quehacer normal, olvidando absolutamente todo en lo que respecta a mi persona.

El nombre del pueblo con ansias de crecimiento demográfico era Sagrada Trinidad, ubicado en el centro sur del país, mas pegado a la Cordillera de los Andes que al Océano Pacifico, de hecho estaba a casi tres horas del mar... claramente los caminos no estaban diseñados para ahorrar tiempo, cerca de 90.000 habitantes, una hermosa flora y fauna silvestre y el hermoso río Velo Blanco al sur de la ciudad... ese río vio mejores tiempos, actualmente está siendo vapuleado por la ambición y codicia, su caudal es robado, las tierras aledañas se secan... en fin, humanidad en su máximo esplendor...

Se dice que el nombre se lo debe a los primeros católicos que asociaron la montaña, el río y las praderas a la Sagrada Trinidad que nos dio la vida y bla, bla, bla... el mismo cuento de siempre... mientras veía como la urbanización se comía al verde, le pedí a Susan que me contara más de ella... más que nada porque quería escuchar a alguien, ya que con un toque en su piel lo podría saber si así yo lo deseaba.

Nacida en Alemania, de padre Alemán y madre Francesa, a unos tiernos 3 añitos se mudó a Estados Unidos, donde vivió en el sur del país, con una gran influencia latina el español se le hizo fácil, aunque el inglés se le daba más, en tercer lugar tenía el alemán, el cual entendía a la perfección pero tenía problemas con algunos acentos, en fin, su vida fue bastante normal, uno que otro amorío, estudio en una academia de modelaje, de ahí mismo salió la oferta de trabajo en esta Aerolínea...

Ahí conoció a su marido, con quien llevaba dos años casada, el primer semestre fue miel sobre hojuelas, luego, lo mismo de siempre, una rutina que te jode toda relación por la comodidad de quedarse ahí y verse seguro de algo... pese a que ella lo amaba y bien digo "lo amaba" tiempo pasado, no le dolió en lo más mínimo en su conciencia el haber follado conmigo en el avión y se sintió liberada... el resto, respecto de lujuria y hormonas a tope, ¿eso? eso me lo debe a mí y mis "recomendaciones"... pero, ¿de sentir culpa?, ni un ápice.

El cornudo, de clásico nombre John, fue Marine del país, luego sirvió en cuerpos de seguridad y terminó como mercenario, no de los buenos... de hecho, al conocerla, él estaba escoltando unos computadores que pertenecían al hijo menor (en tormento descanse ese pendejo) del traficante y esta misión fue por mero capricho del mocoso, pues los computadores eran para jugar pero él hizo creer a Susan que era una misión de alto riesgo... y la incauta cayó redondita...

Todo esto lo deduzco a medida que ella me cuenta pues, puedo entrelazar los recuerdos que saqué de cada imbécil de esa familia de retorcidos y créanme que ese joven de 18 añitos recién cumplidos... era una mezcla de Egocentrismo, Cocaína, Bipolaridad y Psicopatía en iguales cantidades... en fin, como resumen, Susan era el clásico estereotipo de “chica banal e ingenua” en muchos aspectos... había algo en ella que me provocaba cierta ternura podríamos decir, ¿quizás su dulce aroma?, no lo sé bien...

Ya terminado el viaje y llegando al hotel, decidí bajarme con Susan y al dirigirnos al vestíbulo y la recepción. Noté inmediatamente cierto atisbo de desprecio en uno de los presentes, el jefe de los recepcionistas, quien cortó de inmediato a una muchacha que nos iba a atender para reprenderla frente a todos...

Yo: ¡HEY!, ella me va a atender a mí y a mi mujer imbécil, he tenido un día largo, estoy cansado y quiero una habitación...

Imbécil de Recepción: disculpe señor per...

Yo: ¡Pero… pero... pero, llamame de forma inmediata al gerente o de otra forma tendrás que irte buscando un trabajo en otro rubro!

Lo hice salir corriendo a buscar al gerente como alma que lleva el diablo, mientras consultaba si es que estaba bien y consolaba a la muchacha, puesto que estaba al borde del llanto producto de este imbécil, las pocas personas que había en el vestíbulo captaron la situación y no era de extrañar que algunos pensasen que la actitud del "Gerente de Recepción" era la correcta...

Por lo que saqué con un pequeño toque en la mano, el imbécil, era cuñado de la gerente y un completo inútil que estaba ahí por contactos y por cada vez que lo reprendían por no trabajar o hacer mal su trabajo, el culpaba a sus subalternos y la emprendía contra ellos de forma pública, hay quienes respondían y quienes no... Ésta muchacha, tenía un bebe de 1 año y medio, el progenitor bien gracias, se fue con el viento y ella vivía con su madre.

De pronto escucho una voz con carácter llamando la atención a la muchacha, era una mujer, de estampa, traje de dos piezas color café, blusa de seda blanca, tacones altos, lentes de oficina y un moño muy bien hecho en la parte superior de su nuca para controlar un pelo castaño oscuro... de facciones igual de sedosas que su blusa y con un pardo en los ojos que tenían el filo de una navaja recién salida de la piedra, ella esperaba continuar el lineamiento del imbécil pero yo corté al vuelo sus palabras.

Yo: Aquí el problema no es de ella, ni mío, el problema es que usted tiene a un imbécil con un cargo que no merece y que sospecho que con atribuciones más bajas que las que se toma... sobre todo por el aroma a gin que sale de su garganta mientras grita a su personal frente a todos por un error que claramente ha de ser de él y no de ellos... Ahora, antes de que me presente, le indicaré que independiente de quien yo sea, a quien represente o a quien conozca, soy un cliente, un cliente que no está para aguantar estas inmadureces por parte de “esto”, ¿cómo es posible que tengan a personas tan mediocres con cargos "importantes"?

Mientras decía esto, Susan por orden mía, dejaba toda su documentación sobre el mostrador y yo dejaba una tarjeta de crédito "Diamante" sobre los documentos, junto a mi documentación tan falsa como una Gioconda fumándose un porro pero con un nivel de producción que no dejaba duda de su veracidad ante todos.

¿¿¿???: Señor, permítame disculparme por este mal momento, me llamo Elizabeth XXXX soy la Gerente de este Hotel, -me decía sin perder su estampa y mientras lanzaba una mirada asesina a su cuñado-.

Yo: Amor... por favor, encárgate de la habitación, Susan.

Siguiéndome el juego por instinto y llena de regocijo, pidió la suite presidencial y obligaba al "cuñadito" a hacer todo el papeleo mientras conversaba con la muchacha de recepción respecto a restoranes y lugares recomendables. Yo, por mi lado, ordené a Elizabeth que me calmara con algún trago del bar y me hiciera compañía…

Yo: Amor, antes que lo olvide, dejale una propina a la muchacha y al botones, al imbécil no le des ni para limosna, aparte, quiero que él suba tus maletas, sin quejas ni peros...

Elizabeth: Ya escuchaste al señor.... por favor, ¿don?

Yo: Carlos, mi bella señorita, Carlos Yau'jiah.

Elizabeth: Don Carlos, por favor permítame invitarle un trago o un café, -me decía ella olvidando totalmente que yo estaba con mi "esposa" mientras me tomaba por debajo del brazo y me guiaba al bar del hotel disculpándose por su imbécil cuñado-, sírvele a Don Carlos lo que pida y se lo cargas al imbécil de Ignacio.

Yo: Agua mineral sin gas, un expresso y un vaso con etiqueta azul sin hielo, desde ya muchas gracias muchacho... Relajarme...

Elizabeth: ¿Disculpe Don Carlos?

Yo: Relajarme Elizabeth, a eso vengo a la ciudad en temporada baja, vengo con Susan a desconectarme, por eso vine a Trinidad...

Elizabeth: Aaaah, jajajajaa, ¿es tan obvio que preguntaría eso?

Yo: Es que me quieres hacer sentir bien tras el error de ese imbécil... se entiende.

Ya conocía todo lo que quería de Elizabeth, su esposo era una mierda, amigo del alcalde, dueño del hotel y en general un empresario de tratos turbios, que poco y nada respetaba a sus trabajadores, todo amparado en un sistema corrupto, ella cuidaba el hotel como el hijo que nunca había podido tener, a sus 38 años, ya siente que se le va el tren y claramente mi presencia y mi interés en sus escasas palabras están dándole ganas de intentar ser madre pero una muralla de "moralidad cristiana" está ahí plantada como la Cordillera de los Andes...

Yo: Muchacho, por favor, sirve un... dejame pensar, ¿Martini?, ¿con pizca de limón? y un leve toque de.... ¿qué podrá ser?

Elizabeth: ¿Está invitándome un trago? creo que está acertando.... pero ese último será difícil... ¿será capaz de adivinar?

Yo: ¿Adivinar?... no querida, leer, a las personas se les puede leer, por su actitud, presencia, estampa y su... -me acerqué levemente a su cuello tomando el aroma del perfume que se puso en la mañana, a olfato mundano sería imperceptible pero al mío no, mi olfato es como el de un lobo con hambre siguiendo a su presa aumentado un par de cientos-, absenta... eso... esa mezcla de fragancias, todas con presencia, equilibrio y imponentes, absenta... unas gotas de absenta.

Con sólo pensarlo Elizabeth estaba derribando todas esas murallas que antes mencioné y trataba de mantener su "personaje" de jefa frente a los trabajadores, podía notar claramente que se sentía complacida con mis palabras y un tanto incómoda por no poder ser ella, claro está que todo esto gracias a mi "ayuda".

Yo: Creo que acerté.

Elizabeth: Pues créame que dio en todo el blanco... ¿Cómo? no lo sé...

Yo: Ya te lo he dicho, leyéndote... no es algo que se aprenda a hacer de un día para otro y hay que estar preocupado de cada detalle... como tú en este trabajo, todo este hotel está parado gracias a tu preocupación por los detalles y, dejame decirte que hiciste muy bien en tomarte la libertad de cambiar el tono de las cortinas, pues el resto de la cadena ocupa uno un tanto más... como decirlo, ¡incombinable!

Elizabeth: ¡Eres el primero en percatarte!... Carlos, no quiero parecer grosera contigo pero tu mujer te ha de estar esperando, ¿me permites acompañarte hasta la habitación?

Yo: Me parece perfecto preciosa...

Con estas palabras ella ya terminaba de mandar al carajo todas sus directrices impuestas por una educación religiosa en palabra y cínica en la realidad... Subíamos al ascensor y cuando ella se disponía a marcar el piso la hice esperar, salí del ascensor y me dirigí hacia el imbécil que venía con cara de pocos amigos

Yo: Imbécil... me importa un soberano rábano de quien seas pariente, hoy te tropezaste con una piedra muy grande y si me entero que mañana has mirado feo siquiera a uno de estos nobles trabajadores, te acordarás de mi por el resto de tu patética vida, así que o empiezas a trabajar bien, o mejor renuncias, porque ellos no son culpables de tu imbecilidad... ¿Estamos de acuerdo?

Se lo dije mientras le daba una palmadita en su mejilla, lo sujetaba de la nuca, le daba la mano y lo miraba a los ojos. En el acto destruí toda posible autoestima que pudiese tener, estaba claro, mañana renunciaría, pediría disculpas y desaparecería de la vida de todos, pues no era nada más que un acomodado hijo de papi que sólo serviría como abono para el césped.

Imbécil: Si señor... disculpe...

Me dirigí hacia el ascensor mientras Elizabeth me esperaba con una mirada de sana envidia, pues ella desde hace demasiado tiempo que quería ponerlo en su lugar.

Yo: ¿Tienes algún trago para invitarme en tu oficina?, créeme que a mi esposa no le molestará que llegue tarde... -miré el techo del ascensor y comprobé que no había cámaras- y créeme que me apetece pasar un poco más de tiempo contigo…

Se lo dije mientras la tomaba por la cintura y llevando mis manos, una a su firme y mediano trasero y otra a su nuca, me acercaba ante sus ojos abiertos de la sorpresa para empezar a estampar un beso que, en un par de segundos, comenzó a contestar haciendo a veces el ademán de querer empujarme pero con la resistencia de una hoja seca en el viento, de pronto me detuve de improviso y pregunté: “¿no sé si te parece?”.

Elizabeth: Don... Carlos... yo... -levanté su cara tomándola por su mentón y mirándola a los ojos, terminó de decirme-, por supuesto... a un cliente con tu presencia, tengo que atenderlo como se merece. -y volvimos a estamparnos un beso donde nuestras lenguas parecían conocerse de décadas, mi mano izquierda buscaba su culo por entre sus ropas, hasta que nos detuvo el ascensor-.

Tras abrirse las puertas del ascensor, caminamos por la alfombra burdeos del pasillo hacia su oficina, los tonos de las paredes en beige y el techo en blanco con iluminación lateral centraban en mi mirada el contoneo de caderas de Elizabeth, quien ya había mandado al carajo su adoctrinamiento, estaba harta de no poder salir de su esquema y había decidido, "por cuenta propia", que hoy sería el día y yo sería el elegido, pues en su cabeza, ella tenía las riendas.

Llegados a su oficina, me senté en un confortable sillón de tres cuerpos, de fino cuero que estaba a mano derecha y ella caminó sin perder su sensualidad hacia atrás de su escritorio, donde me sirvió un escocés, luego de servirse uno para ella y beberlo de un sorbo, caminó justo frente a mí para entregarme el vaso y preguntar.

Elizabeth: ¿Gustas servirte algo más? -me lo preguntó al unísono que dejaba caer la chaqueta de su conjunto y a horcajadas se sentó sobre mí, mientras se desabrochaba los dos primeros botones de su blusa, allí noté en su mano izquierda el anillo de matrimonio-.

Yo: ¿Qué dirías si te digo que se me antoja una mujer que esté cansada de su mierda de marido y busca ser cogida como merece?

Ella, mordiendo su labio inferior y comiéndome con la mirada sólo atinó a besarme mientras yo terminé de subir su falda y comencé a amasar su culo, de improviso y tomándola por sorpresa la jalé de su coleta o moño y pregunté:

Yo: ¿Estás aburrida de tu mierda de esposo?

Elizabeth: sss... si, -me dijo mirándome a los ojos y con la respiración agitada-.

Yo: ¿Quieres ser cogida como mereces?

Elizabeth: Si Carlos... ¡cógeme!, ¡fóllame!

Sin decir más nos volvimos a enlazar en un beso de lengua mientras ella tironeaba de los pelos de mi nuca y desabrochaba mi cinturón, yo desabroché mi camisa y la dejé a un lado, luego de un golpe subí el brassier dejando sus hermosas tetas, de un considerable tamaño, con unos pezones duros y esponjosos en un tono rosado oscuro los cuales no tardé en devorar presionándolos entre mis dientes y labios, uno a la vez luego el otro eran pellizcados suavemente y mi mano libre se aventuraba entre sus piernas, tocando su conchita por sobre la tela de sus bragas, hasta que en poco tiempo ésta quedó totalmente empapada y ese aroma hormonal a hembra en celo invadió mis fosas nasales activando aún más mi lujuria.

Con cuidado y de manera firme la dejé sobre el sofá, mientras yo me ponía de pie y quitaba en dos patadas mis zapatos, me agaché luego entre sus piernas y comencé a morder su coñito por sobre su ropa interior, mi boca era un mar de saliva, era como si estrujasen un limón en la cara de cualquier persona, no paraba de salivar.

Su coño me llamaba, ya había devorado una de sus boquitas, ahora quería devorar la otra y así comencé a hacerlo, moviendo a un lado aquella fina prenda, lamí a brocha gorda esa conchita, sintiendo como, en cada pasada por el clítoris, ella temblaba entre sus jadeos apagados, tras unos minutos y un cúmulo de placer que no permití que se transformase en orgasmo, exploré sus labios menores y mayores con mi lengua mientras con mis dedos comenzaba a jugar en la entrada de su coñito babeante.

Busqué hasta que lo encontré, encontré como derretirla, no era en su clítoris, era en los bordes del mismo y dándole luego leves, muy leves chupadas en el clítoris ella comenzó a estallar en placer, encadenando orgasmos uno tras otro. Entre todo esto y mientras me sujetaba firme del pelo e intentaba apretar mi cabeza con sus muslos, yo colé sin problemas dos dedos en ese arrugado agujero que marca la entrega de una mujer, le había metido dos dedos en su culito y los movía lentamente, no así los dedos en su conchita y mi lengua, los cuales se movían vigorosamente causando que ella ni se percatase de mi ataque por la retaguardia hasta que retiré mis dedos.

Ya de pie frente a una jadeante Elizabeth que intentaba volver en sí, me terminé de desnudar y frente a ella hice presente mi verga, acomodando un pie sobre el sillón, la llevé a su boca para que la saludara de buena forma.

Elizabeth: ¡MADRE SANTA! ¡QUE PEDAZO DE VERGA! CARLOS, NO CREO QUE PUED...

Sin dejarle más opción de queja, la introduje en su boca, ella captó el mensaje enseguida y comenzó una mamada rápida, moviendo su cabeza adelante y atrás, adelante y atrás y aunque no se podía meter más de un tercio, créanme, que no hacía falta más, sobre todo cuando la dejaba descansar de su boca para pajearla y dedicarse a mis bolas.

Ahí estaba Elizabeth dando lo mejor de sí en una felación, al mismo tiempo que yo acariciaba su concha y ensartaba mis dedos en ella cuando mi verga estaba dentro de su boca, lo que hacía que ella o me mordiera suavemente la verga o me diera una chupada bien fuerte, ambas opciones eran placenteras para mí, ya pasado los minutos, decidí terminar con el oral que estaba recibiendo para por fin pasar a llenar su conchita.

Elizabeth: Carlos.... por favor, nunca he tenido nada tan grande en mí.... y ya me has hecho acabar más de una vez te pido que...

Sin decir agua va, le clavé la verga a fondo, hasta que mis bolas chocaron con su hermoso culo y sus tetas, atrapadas entre su blusa y el brassier, se agitaron de la embestida, ella plantó un grito que despertó hasta a las palomas de techo.

Elizabeth: Te dije.... ¡Salvaje!, ¡casi me matas! te dije que nun...

Cortando sus palabras volví a enfrascar mi lengua en una pelea con la suya mientras nos acomodábamos en el sofá, yo recostado sobre ella y ella respondiendo mis besos y abrazándome con sus piernas mientras comenzaba un bombeo en su concha la que no demoró mucho en acostumbrarse a mi miembro.

Yo: Dígame señorita gerente... ¿Le gusta atender así de bien a todos sus huéspedes?

Elizabeth: ¿Acaso encontraste que mi conchita estaba suelta?

Yo: Tu conchita estaba bien apretadita... lo que me dice que o te acostumbraste a comer vergas pequeñas o que desde hace mucho que no tenías un hombre que te cogiera bien... sea cual sea, tu conchita le está dando mucho placer a mi verga.

Elizabeth: Para eso estoy don Carlos, -me decía con voz melosa- para complacer a mi cliente vergudo, ahora lléneme, fólleme como se folla a su mujer... o mejor aún, -me lo decía con una respiración agitada y entrecortada- ¡POR FAVOR, FÓLLEME COMO SE FOLLARIA A SU AMANTE, COMO SE FOLLARÍA A UNA PUTA! ¡ESTOY DISPUESTA A HACER TODO LO QUE SU MUJER NO LE DEJA HACER!

Comencé un bombeo más firme y rápido mientras tomaba sus piernas y tras un leve cambio de posición, yo quedé desnudo sujetando sus tobillos, dejando a la vista y expuesto su coño siendo penetrado, con la falda hecha un muño en su cintura y la blusa abierta con sus tetas presionadas por el brassier

Yo: ¿Cómo te tengo que follar?

Elizabeth: ¡Follame como a tu puta!

Yo: No se diga más putita mía, te follaré hasta que esa conchita no sea capaz de sentir otra verga igual…

Continué penetrándola con más fuerza, mis bolas sonaban cual aplauso entre sus nalgas, mientras que su encharcado coñito hacía ruidos húmedos que inundaban la oficina, igual que el aroma a sexo. No me costó mucho cambiar de posición, dejándola cual perrita sobre el sofá y con el culo en pompa, el cual bajé a lamer antes de comenzar a arremeter nuevamente contra su coñito, pude entrar sin ningún problema con mi lengua en su culito, ella se estremeció lanzando más de un gemido.

Elizabeth: ¿Qué me has hecho, ésta no soy yo? ¡nunca, te juro que nunca me había sentido así!

Yo: ¿Así como, putita?

Elizabeth: ¡Tan caliente y viva!

Yo: Pues preparate, que aún nos queda camino por delante... y por detrás, -dije al mismo tiempo que metía un pulgar en su culo y presionaba su espalda para que su cabeza se incrustara en el asiento del sofá mientras yo le bombeaba el coño duro y parejo-, dime putita mía, ¿así es como querías ser cogida? -detuve mis arremetidas por un instante para darle espacio a contestar entre tantos jadeos-.

Elizabeth: Nunca esperé ser cogida así... nunca en mi vida...

Con una sonrisa en mi rostro continué las embestidas, sacando el dedo de su culito y tomando la coleta para pararla y acercar su espalda a mi pecho a fin de buscar su boca y de una manera un tanto incómoda darnos un beso mientras ella albergaba mi verga en su cálida y mojada conchita. Tras el beso volví a dejarla en su posición original para comenzar a bombear y sentir como mi verga y su coño se acercaban a un orgasmo, ella pensó a lo lejos que podía quedar embarazada y me debía detener pero su nuevo ser la silenció para decirle que disfrutase, que mañana comprara la píldora y asunto saldado, abandonándose así al placer.

Yo: ¿Sientes como mi verga se prepara para llenarte de semen caliente?

Elizabeth: ¡Sí, por favor hazlo!, llena a tu putita, dame mi lechita.

A la orden de la doña, mi verga comenzó a inundar su coño con semen en abundante cantidad, lo que, a mi deseo, le hizo experimentar un gran orgasmo, el cual sentí en mi verga al ser apretada y ordeñada por su coñito hasta la última gota. Sin darle tiempo a reaccionar saqué mi verga de su coño y la llevé a su cara…

Yo: Sé una buena putita y limpia la verga que te dio tanto placer...

Ella, sin cuestionar y notablemente agotada tras todo ese gozo, comenzó a limpiar con su lengua, dándole una dedicada mamada a todo mi miembro hasta dejarlo reluciente, tras esto, comencé a vestirme, me serví un nuevo trago, al cual sólo di un sorbo y miré a Elizabeth que comenzaba a incorporarse.

Yo: Que gran atención me has dado.... realmente, entregas el culo por tu trabajo, ahora subiré a mi habitación y me follaré a mi mujer pero mañana invadiré tu culito y lo llenaré de leche, ¿está claro?

Elizabeth: Pe...

Yo: ¿Está claro?

Elizabeth: Si Carlos...

Mirándome con la misma lujuria del inicio pero más satisfecha que en toda su vida, sexualmente hablando, me regaló una sonrisa y una caricia a mi bulto por sobre la ropa, ¿y yo? casi, casi satisfecho de la energía que me brindó con sus orgasmos y claro está, dispuesto a subir y cogerme a Susan, para luego seguir con mis negocios en Trinidad, así que sin esperar más, tomé por la cintura a Elizabeth y le di un beso de despedida (por el momento) y una última amasada de culito.

Al salir de la oficina y dirigirme al ascensor sentí a alguien más... e hice que se detuviese donde estaba, era la muchacha de la recepción, su nombre era Roxana, claramente le hice olvidar todo lo que había escuchado, que fue lo suficiente como para hacerse una paja, la cual noté al dar una inhalada de su aroma y dejándola en blanco, sin ganas de preguntarse absolutamente nada de nada, me retiré a mi habitación.

Al tocar la puerta, Susan me recibió en lencería blanca y con unos tacones tipo sandalias, amarrados a sus tobillos, ligas con encajes delicados, una tanguita en juego y un corseé que unía sus modestas pero deliciosas tetas para mi deleite.

Susan: Estaba esperando a mi esposo querido, para que me de mi noche de bodas, -dijo picarona siguiendo el juego de la recepción-.

Yo: Pues la señora Yau'jiah tendrá que prepararse, porque sólo me queda por probar su culito y esta noche no dormirá hasta que saque un buen par de cargas de mi verga...

Continuara...

Mis gratitudes a GUILLEOS.