Poniendo cuernos a la esposa del vecino
Haciéndole un favor a mi vecina para hornear galletas, acabo cogida por su esposo y llena de leche.
Hace poco más de un año mi hijo se había ido con su papá unas semanas, así que estaba sola en casa. Uno de esos días ya en la tarde, estaba en pants y una playera sin bra, tomando unos tragos y escuchando música, relajándome, cuando me escribió una vecina para pedirme dejarla hornear en mi casa -al parecer su horno se había descompuesto- evidentemente le dije que sí, así que trajo sus bandejas de galletas, eran varias charolas de galletas para hornear con figuras fálicas principalmente, por cierto. Mientras horneaba estuvimos platicando de mil cosas tomando vino (ella) y yo unos tequilas. Me contó que iría a un baby shower de una amiga y quedó en llevar galletas, pero que quién sabe por qué su horno no calentaba bien. Al poco rato llegó su esposo, mi vecina me preguntó si podía quedarse su esposo a cuidar las galletas en lo que ella se arreglaba para irse. Por supuesto le dije que sí. Su esposo, que desde hacía tiempo me echaba los perros, se quedó perplejo viéndome con una playerita sin bra y unos pants con los que se me marcaba todo. La verdad él es muy agradable y pronto me tenía muerta de la risa con sus historias; yo me relajé y le ofrecí algo de tomar, me pidió un whisky.
Después de un rato se paró a revisar las galletas, pero me dijo:
Paco - Vecina, cómo sé si ya están las galletas o qué? Me dejaron encargado, pero pues yo ni sé de esto.
Entonces me paré y fui al horno, me incliné para ver y enseguida sentí su mirada clavada en mis nalgas, yo me tardé un poquito más de lo necesario; la verdad, me excitaba la situación; me ponía hot sentir cómo mi vecino admiraba mi trasero, veía mi pequeño calzón marcándose en mis pants, sin mencionar cómo veía mis tetas, y mis pezones se marcaban cada vez más, ya que se estaban endureciendo bastante. Revisé las galletas más veces, más de las necesarias, sólo para que Paco me viera empinadita y dejarle ver mis nalgas y cómo se marcaba mi calzoncito con esos pants; que viera cómo podría tenerme si se ponía vivo. Después me enteré que me sacó fotos inclinada, varias fotos, que de hecho enseñó a otros vecinos. Por momentos hubo coqueteo.
Yo – Ay, esas pláticas de vecinos…los chismes, no bueno; sobre todo las mujeres.
Paco – Si supieras.
Yo – Qué?
Paco – Pues, las mujeres son chismosas, pero los hombres también tenemos nuestras pláticas.
Yo - Ah, sí? Y como qué dicen los hombres de esta privada o del conjunto?
Paco – Pues, de muchas cosas, de la administración…
Yo – Ah…y qué más?
Paco – Pues, ya sabes que los hombres, pues somos hombres, no? –asentí- Pues a veces hablamos de las vecinas.
Yo – Y qué dicen de “las vecinas”?
Paco – Muchas cosas.
Yo – Cómo qué? –le dije en tono coqueto-.
Paco – A veces cuando nos juntamos a jugar dominó hablamos de ustedes, quiénes son las más enojonas, las más fachosas, las más mamonas, las mejor vestidas, las más buena onda, las más guapas, las de mejor cuerpo…las más cogibles…
Yo – Y cómo me va en esa clasificación, vecino? –me paré a servirme otro tequila y un whisky a mi vecino, moviendo rico las caderas para que se deleitara- Hay mucha competencia, no?
Paco –En tu categoría, no, vecina.
Yo – Jajajaja…Cómo que en mi categoría?
Paco – Pues las dividimos en edades; de 18 a 25, 26 a 35 solteras y casadas y divorciadas.
Yo – Ah, caray! Hasta nos clasifican!
Paco – Pues sí, para que sea pareja la cosa.
Yo – Bueno y cómo me va?
Paco – Muy bien, Ingrid.
Yo – A ver cuéntame.
En una ocasión en que saqué una charola y metí otra, una vez más quedándome inclinada más de lo necesario, él me acompañó y se inclinó un poco como para supervisar y me acarició las nalgas; eso me sorprendió Yo estaba muy relajada y caliente por el tequila, él me decía que estaba muy rica, muy buena, que hacía mucho que tenía ganas de manosearme, de sentir mis tetas y mi conchita, yo me levanté un poco, me quedé recargada en la estufa.
Paco - Estás súper rica, Ingrid, no sabes cómo me la pones...quiero que seas mía...quiero besarte, manosearte todita…cogerte -me puso con la espalda contra la barra, lo vi con ojos coquetos, sexis-.
Yo – Ah, sí? Y qué me vas a dar a cambio? Digo, gratis sólo se las doy a mi novio...además eres casado, Paco.
Paco - No te preocupes por eso, mami -me dijo mientras me seguía acariciando-.
Yo – Mejor otro día quedamos, ahorita va a venir tu esposa, Paco -empezó a acariciarme la conchita por encima de los pants-.
Paco - Todavía no...además también andas con ganas, vecinita; me estuviste echando el calzón toda la tarde…estás calientita, Ingrid, quieres que te den, o no?
Yo - Eres un cabrón -ya estaba yo muy caliente-.
Paco – Sabes? Siempre te veo cuando sales en la mañana a caminar, me calienta verte moviendo las nalgas con esos pants que usas, y dejando ver cómo brincan tus tetas con esas playeritas que te pones…estás re buena, vecina.
Yo - Ah, sí? Te gusta espiarme? Te calienta verme?
Paco - Me calientas un chingo...bien que te gusta que te vean las nalgas y las tetas, por eso te pones esa ropa de putita, vecina…como ahorita, playerita transparente sin brassiere, enseñado los pezones, con esos pants que marcan tu calzoncito…y abriendo las piernas a cada rato enseñándome cómo se te marca tu delicioso camellito –mi camel toe, como le dicen, que por cierto ya estaba bien mojadito-.
Yo – Es que estaba sola y…-él rió-.
Paco – No, pudiste cambiarte cuando llegué, pero querías calentarme, vecina…andas con ganas, quieres que te cojan –me susurró al oído- ya sé que eres bien puta, Ingrid…sé que se las das a uno que otro vecino y hasta te vi una vez cómo se la mamabas a un cabrón en su coche en el parque del fraccionamiento...se vino en tu boquita? Con esa boquita, se ve que te encanta mamarla.
Yo - A veces...mmmmm -metió su mano en mis pants y me dedeó bien rico- Paco…
Paco – Estás bien mojadita…empapada, vecinita…te va a entrar bien rico –me acariciaba toda la conchita casi hasta el culito por encima de mi calzoncito-.
Yo – Ay, no mames, me pusiste bien hot, Paco…
Paco – Quieres que te la meta, vecina? -me volvió a susurrar al oído- andas con ganas de una buena cogida? Eh? Quieres verga, puta? –yo estaba ardiendo-. Mira, agárramela –me tomó la mano y la puso sobre su paquete; estaba de muy buen tamaño y bien dura-.
Yo – Se siente bien rica –se la acariciaba suavemente sobre su pantalón de arriba hacia abajo- todo esto se come tu mujer? Qué rico.
Paco – Se te antoja? –asentí- Pues adelante, mámamela, Ingrid –yo se la seguía acariciando-.
Yo – Seguro que no viene tu esposa?
Paco – No, no te preocupes –lo vi con mirada cachonda- Ándale, que los dos tenemos ganas –entonces me hinqué, le abrí el pantalón, se lo bajé un poco, le saqué la verga del bóxer y ya estaba con líquido pre seminal un poco embarrado en la puntita, así que le lamí los huevos, los chupé un poquito mientras se la jalaba suavemente- Ahhh, así te imaginé haciéndolo, vecinita, qué rico los chupas...le voy a mandar un mensaje a mi vieja a ver cómo va…aaahhh, qué rico, Ingrid…se ve que practicas, canija –después de unas pocas chupadas, empecé a mamársela-.
Yo – Mmmmmmm…mmmmmmmmmmmmm…mmmmmmmmmm…
Paco – Ay, cabrón, qué ricas mamadas das, vecina…se ve qué has practicado mucho.
Yo – Mmmmmmmm…mmmmmmmmmm…-se la mamaba y se la jalaba- mmmmm…
Paco – Qué ganas tenía de tenerte así, vecina –me agarraba el cabello para descubrirme la cara y ver cómo se la mamaba- qué bien te ves mamándola.
Yo – Mmmmmmmm…-levanté la mirada para verlo- mmmmmmm…te gusta?
Paco – Me encanta cómo la mamas, Ingrid…y me encanta cómo te ves…hincada con mi verga en tu boquita.
Yo – Mmmmmmmmm…está bien rica…mmmmmmmm…
Paco – Cuando quieras me doy una escapada, vecinita.
Yo – Cógeme, Paco…métemela antes de que venga tu esposa..mmmmmmm…
Paco – Ya quieres que te la meta, vecina? La quieres en tu panochita? –asentí, entonces me levanté, me volteó, me inclinó sobre la barra de la cocina y me bajó los pants-.
Yo – Se te antoja cogerme así, empinadita? Te gustas mis nalgas?
Paco – Ufff, qué culazo, Ingrid…estás re buena –me acarició las nalgas y luego me bajó los calzones, me dio una nalgada, deslizó su verga entre mis nalgas unas cuantas veces -eso me calentó un chingo- luego acomodó su verga en la entrada de mi conchita, me dio unos golpecitos con su dura verga y después me la metió- estás que escurres, vecinita.
Yo – Así me tienes, papi…métemela…uy, así…
Paco - Ay, qué rico…te entra de poca madre, Ingrid…qué rica panocha tienes.
Yo – Ay, sí, papi, qué rica la tienes! Cógeme, cógeme, Paco –sentía cómo chocaba su vientre con mis nalgas, me la metía toda, me bombeaba delicioso- me pusiste a mil!.
Paco – Qué ganas tenía de tenerte así, Ingrid, estás buenísima! –me agarraba de la cintura y me jalaba hacia él; me bombeaba fuerte- me encantan tus nalgas –me dio nalgadas- nomás me la jalaba imaginándote cogiendo…mamando…
Yo – En serio? Te la jalas penando en mi? –eso me calienta muchísimo!- Ay, qué rico me la metes, Paco…se te antojaban mis nalgas?
Paco – Un chingo! Además de verte todas las mañanas, el pinche Beto nomás presume las cogidotas que te da y las mamadotas que le das, Ingrid.
Yo – Ah, si? Ay, síguele, síguele, papi…ay, no mames, qué rica verga tienes…métemela, Paco, métemela! Así, así.
Paco – Hasta fotos enseña de sus cogidas…y cómo se va a antojar este culo, putita? –m dio otra nalgada-.
Yo – Me ensartas delicioso, no mames.
Después de unos minutos me volteó, me sentó en uno de los banquitos de la barra, me quitó los pants y el calzoncito, me abrió las piernas y se hincó para comerme la conchita.
Paco – Qué rica! Bien depiladita la panochita, vecina –le dio un manazo a mi conchita- ojalá mi vieja la tuviera así…ah, qué rica se ve.
Yo – Te gusta así?
Paco – Cómo no?! –entonces empezó a comerme la concha- mmmmmmmmmm…qué rico huele y qué rico sabe, vecina…mmmmmmmm…
Yo – Ay, qué rico…puta madre, qué delicia, vecino…-me comía la conchita y me la dedeaba, lo hizo delicioso, incluso me lamía el culito- ay, así, así…aaahhh, qué pinche delicia, vecino…mmmm…no, mames, qué rico!!!
Paco – Mmmmmmmm…está deliciosa tu panochita, Ingrid…mmmmmmm…mmmm…
Yo – Papito, me la puedes comer cuando quieras, no mames! –mientras me la comía, yo me agarraba las tetas y me pellizcaba los pezones; después de unos poco minutos estaba a punto de venirme-.
Paco – Mmmmmmmm…mmmmmmmm…estás deliciosa, Ingrid…mmmmmm….
Yo – Me voy a venir, vecino, me voy a venir…-en ese momento se concentró delicioso en el clítoris y tuve un orgasmo exquisito- ay, así, así…aaaaaaahhhhhhh…-entonces se puso de pié y me la metió de una embestida riquísima- ay, cabrón!
Pato – Rico el orgasmo?
Yo – Delicioso –me la metía fuerte-.
Paco – Estás re buena, Ingrid…qué rico saltan tus tetas cuando te la meto.
Yo – Cógeme fuerte, Paco, métemela duro, así, así…
Paco – Qué cara de puta pones, Ingrid…ay, no mames, qué rico…
Yo – Te gusta? Te calienta?
Paco – Un chingo!
Yo – A mi me encanta tu verga, me encanta cómo me la metes, vecino.
Paco – Sí?
Yo – Ay, sí…me coges delicioso…
Paco – Qué rico que seas tan puta, Ingrid.
Yo – Sí, soy una puta, vecino…me encanta ser una puta…cógeme, métemela…
Paco – Me voy a venir…
Yo – Sí, vente…échamelos…vente adentro…quiero sentir cómo me llenas de tu semen
Paco – Sí, putita, te voy a llenar de mi lechita –aceleró sus embestidas- ay, cabrona, me tienes súper caliente.
Yo – Sí, papito, qué rico…échamelos, Paco, vente adentro…vente…
Paco – Ay, sí…ahí te van, vecinita…
Yo – Sí, sí, dámelos…-en eso momento se vino y en efecto me echó mucho semen dentro de mi- aaahhh, qué rico, vente, papi, vente…échamelos…
Paco – Aaaaahhhhh….-siguió bombeando echándome todo el chorro se su semen- no mames, me sacaste un chingo de leche, vecina.
Yo – Ay, sí, qué rico!
Paco – No mames, Ingrid, estás buenísima para coger.
Yo – Lo mismo digo, no chingues, qué cogidota!
Fue disminuyendo el ritmo de las embestidas hasta que fue bajando su erección, cuando me la sacó, me hinqué para mamársela un poquito; después fue al baño y yo me vestí y me enjuagué la boca en la cocina. Pocos minutos después llegó su esposa por las galletas y no sospechó nada; por suerte el aroma de las galletas, tapó el olor de nuestro delicioso encuentro sexual. A partir de esa vez cuando quería coger, me mandaba un mensaje preguntándome se podía venir a mi casa a hornear. Ese se volvió un código con otros dos vecinos.