Pompeya 2

La historia sigue

Pompeya 2

DAILA

Pompeya XXII de agosto del 79 d. C.

Me acabo de despertar y no puedo dejar de mirar a Eyna que esta dormida, su expresión es tan serena que no parece la mujer que puso en jaque al ejército más poderoso del mundo, en veinte años nunca me he sentido tan feliz como me encuentro ahora tumbada al lado de esta preciosa mujer y encerrada en una celda esperando deleitar a la plebe de Pompeya con mi muerte.

Mi madre murió al darme a luz, creo que eso fue suficiente para que mi padre me odiara por eso él nunca ha tenido tiempo para mí, me criaron sus esclavos por eso siento tanta empatía por ellos, de no haber muerto mi madre hubiera sido criada por mi padre y seguramente hubiera sido como él, pensar en eso me da escalofríos.

Mi padre compró dos esclavos que habían sido afamados gladiadores, ninguno consiguió la tan prometida libertad los exprimieron hasta que sus cuerpos dijeron basta, mi padre los compro para que le guardaran las espaldas y fue cosa mía que me enseñaran a luchar.

Todos creen que mi padre tuvo la idea de que esos esclavos me enseñaran a blandir una espada, pero mi padre estaba demasiado ocupado amasando poder como para acordarse de que tenía una hija, con traerme regalos caros pensó que ya cumplía como padre.

Nunca he sentido interés ni por hombres mujeres romanos la mayoría no son de fiar solo hace falta ver su comportamiento en las fiestas que preparaba mi padre, yo prefería a las mujeres bárbaras como decía mi padre, las he probado de la Galia, de Cartago, Germanía, Hispania, Africanas pero ninguna romana.

Nunca me enamore de ninguna pues en esas fiestas los senadores las terminaban comprando haciendo ganar mucho dinero a mi padre, muchas de ellas hubieran preferido acabar en el anfiteatro rodeadas de leones hambrientos y a punto de morir.

En pocas oportunidades he tenido suficiente dinero para comprar la libertad de alguna de ellas, a mi padre eso no le importaba con dos condiciones que le pagara y que nadie se enterara de que las había liberado.

Eyna es distinta, cuando escuchaba a mi padre maldecir a la reina guerrera por las humillaciones que estaba sometiendo a Roma y la destreza que demostraba en el campo de batalla, creo que en ese momento me empecé a enamorar de esta mujer, mi padre aunque con cierto odio también demostraba admiración por esta mujer.

No me perdía ninguna de las historias que contaban sobre ella, el día que escuche que la habían derrotado llore de rabia pues mi mayor deseo era conocer a esa mujer que me quitaba el sueño y encendía de esa forma mi entrepierna.

Recuerdo que estaba en mis aposentos cuando escuche voces a fuera de este, era mi padre hablando con alguien, le comentaba como habían capturado a la reina guerrera con vida y sería la atracción principal del estreno del Anfiteatro de Roma, pensé que todavía tenía oportunidad de conocerla, cuando salí mi padre hablaba con el Senador Marco, todos sabíamos que el senador marca era el más corrupto de toda Roma, pero como ganaba batallas usando las más sucias artimañas y proporcionaba poder a las personas indicadas, todos incluido mi padre hacían la vista gorda.

El senador Marco me miro de una forma que me dio miedo, pero también mucho asco, mi padre se percato de eso y vio un lucrativo negocio en ello, me vendió a ese despreciable hombre por más riqueza y poder, lo que no se imaginaba mi padre era que estaba haciendo negocios con el mismísimo diablo.

También hablaron de que muchos senadores querían follarse a la reina guerrera, dar por el culo a la mujer que les había humillado de semejante forma, mi padre pensó en subirla a la fiesta y subastarla toda la noche como si fuera una prostituta yo tenía una cosa clara, no me iba a casar con ese monstruo y tampoco dejaría que ninguno de esos depravados le tocara ni un cabello.

Me esmeré en prepararme, me puse el vestido más provocativo que tenía y me dispuse a bajar, cuando su mirada y la mía se cruzaron por primera vez, note un calor en mi interior y un cosquilleo en mi coño, era una mujer hermosísima, encadenada y en la mitad de la sala siendo subastada no había perdido esa fiereza en su mirada.

Cuando un senador famoso por torturar a las prostitutas que compraba gano la puja no pude quedarme de brazos cruzados, cogí dos gladius y puse el filo de una de ellas en el cuello de ese depravado, en ese momento dije

Yo- ¡Esta mujer es mía, si alguno intenta tocarla tendrá que luchar conmigo por ella!

Mi padre se levantó gritando mi nombre y después me dijo.

Mi padre- ¿Daila que crees que estás haciendo?

Yo- ¡Creo que lo he dejado claro padre, no dejaré que nadie toque esta mujer que es mía!

Muchos empuñaron sus armas para desenvainarlas, pero primero miraron a mi padre, este estaba enfadado, pero no dio permiso a nadie hasta que el senador Marco abrió la boca.

Marco- Deja que tu hija luche, tengo entendido que tiene una destreza con las espadas dignas de los mejores guerreros de Roma, también tengo entendido que fue entrenada por dos esclavos tuyos que en el pasado fueron dos grandes gladiadores.

Mi padre acepto a regañadientes, Marco gozaba con la simpatía del senado y no le convenía disgustarlo, algunos de los hombres ebrios desenvainaron sus gladius y se dispusieron a batirse conmigo.

Hombre- Si acaba herida o muerta no nos lo tenga en cuenta cónsul Augusto.

Veía como el senador Marco disfrutaba socavando la autoridad del gran cónsul Augusto, yo vi la oportunidad de estar cerca de esta mujer y de no casarme con ese monstruo, cinco senadores y altos cargos del ejército desenvainaron sus gladius y se dispusieron a luchar conmigo, mis maestros y amigos me enseñaron a luchar como en la arena y luchar contra cinco no sería un problema, lo único que me preocupaba era su destreza.

Los dos primeros se acercaron todavía sin terminar de desenvainar las espadas, creerían que de esa forma me asustaría, de sendos tajos terminaros en el suelo ensangrentado, el tercero me ataco desde arriba, poniendo mis dos gladius cruzadas pare su golpe y utilizando su peso contra él le empuje para atrás, este intento darme una estocada, pero fallo yo me agache y de un tajo doble de mis gladius en su estómago cayo al suelo.

Yo- ¡Me llevo a esta mujer a mis aposentos, que paséis una buena noche!

Entonces un complacido marco se levantó y aplaudiendo dijo.

Marco- Daila, estos hombres eran senadores de roma y tú les has quitado la vida, el castigo es la muerte, pero te daremos una oportunidad, lucharás junto a la Reina guerrera en el combate decisivo en la inauguración del Anfiteatro Romano.

Mi padre no estaba de acuerdo, pero no oso chistar al senador marco, este se había salido con la suya, y no era otra cosa que socavar su autoridad.

Yo- ¡Muy bien, acataré el castigo, solo pediré una cosa a cambio!

Marco- ¿Dinos cuál?

Yo- ¿Quero una celda para las dos alejada de los demás para más intimidad, os parece bien?

Marco- Solo por lo que me has hecho disfrutar tu padre el cónsul y yo te concederemos lo que has pedido.

Y aquí me encuentro en una celda después de pasar la mejor noche de mi vida, me sorprendió que no fuera virgen me alegre de hecho, lo único que lamento es el poco tiempo que nos queda para disfrutar la una de la otra, la tierra empezó a temblar otra vez, le dije a Eyna que no se preocupara que esto era normal en esta región, pero nunca se habían dado tan seguidos y con tanta intensidad.

Algo se estaba moviendo dentro de la tierra y no era nada bueno, intente no parecer preocupada delante de Eyna, pero a decir verdad yo también estaba preocupada, Eyna empezó a despertarse por el movimiento de la tierra y se abrazo a mí con mucha fuerza, yo la abrace también y acaricie su cabeza en forma cariñosa para tranquilizarla.

MONTE VESUBIO

Con el último temblor que había sido más fuerte que los anteriores, provoco que el domo del fondo del volcán Vesubio se agrietara, de esas grietas empezó a salir humo, el volcán empezaba a despertarse, era cuestión de poco tiempo que el volcán entrara en erupción, los habitantes de las ciudades que Vivían a las faldas del volcán seguían con sus vidas pero por cuanto tiempo

DALIA

El momento más incómodo para mí es cuando tenemos que hacer nuestras necesidades, no es por la presencia de Eyna que me da toda la intimidad que una celda dejaba, sino los soldados que vigilan el calabozo que se acercan de vez en cuando y cuando nos pillaban en tan comprometida situación en vez de irse se quedan mirando.

Yo lo paso muy mal por eso en una de las veces, Eyna ha llamado al guardia, ha cogido el cubo que ya estaba lleno y cuando este acerco, Eyna le ha lanzado el cubo lleno de nuestro pis en la cara, este se ha enfadado de lo lindo y cuando se ha acercado a los barrotes, Eyna le ha agarrado la cabeza y se la ha estampado contra los barrotes rompiéndole la nariz.

Eyna- Vuelve a mirar mientras meamos y la próxima vez perderás algo más que la nariz, ¿te ha quedado claro?

El soldado se ha marchado de allí corriendo, ha llegado el momento donde los gladiadores salen a la arena para entrenar, yo he salido detrás de Eyna, los gladiadores no es que tengan mucha estima a Roma y yo aunque ahora esté condenada sigo siendo romana.

Uno de los esclavos se ha acercado donde Eyna y le ha preguntado.

Esclavo- ¿Reina guerrera eres tu verdad?

Eyna- ¡Así es!

Esclavo- ¡Nos han llegado rumores que vendiste a toda tu gente por salvar la vida!

Eyna- ¿Crees que si hubiera hecho eso que dices estaría aquí compartiendo mi espacio con alguien tan apestoso como tú?

Otro de los esclavos se acerco donde nosotras y nos dijo.

Esclavo- Si después nos hacéis pasar un buen rato tal vez os perdonemos la vida (riéndose)

Eyna tenía una de las espadas de madera en la mano, fue a golpearlo, pero le detuve el brazo.

Eyna- ¿Qué es lo que haces Daila?

Yo- ¿Ves a ese hombre de ahí, el que tiene el látigo?

Eyna- ¡Si!

Yo- Si le golpeas sin que el haya dado permiso te azotara veinte latigazos, tienes una espalda demasiado bonita para estropearla.

Eyna me dio un tierno beso en la boca y nos preparamos para combatir contra esos hombres, a mí me dio en la nariz que esos hombres harían piña para atacarnos todos a la vez, uno de ellos se acerco al hombre del látigo le dijo algo y este asintió.

Eyna me paso dos espadas de madera y nos pusimos espalda con espalda, nuestros enemigos eran ocho cuatro para cada una, el hombre que le hizo la primera pregunta a Eyna fue el primero en atacar, todo fuerza bruta sin ninguna estrategia, me agache y le golpee en la parte trasera de las dos rodillas, a la vez que Eyna se apartaba y le golpeaba con el antebrazo en todo el rostro.

Quedo tendido en el suelo inconsciente y con la nariz rota, dos más se lanzaron a atacarnos, también eran muy grandes y torpes, golpee sus manos con mis espadas provocando que ellos soltaran las suyas, en ese momento dando un salto golpee la cara de los dos rompiéndoles la nariz.

Otro de ellos cogió una de las armas de verdad, un tridente y ataco a Eyna con él, no sabía usarlo, pero Eyna se defendió, primero le desarmo pisando el tridente después de una maniobra torpe del esclavo, seguido fue a golpear al esclavo en la garganta un golpe que lo mataría.

El hombre del látigo grito ¡alto!, la espada de Eyna quedo a escasos centímetros de la garganta del sujeto, de haberle golpeado es muy posible que lo habría matado, el hombre del látigo se acerco a nosotros y dijo.

Hombre del látigo- De todos los que estáis aquí estas dos mujeres sol a las únicas que veo con posibilidades de salir con vida del Anfiteatro dentro de tres días, los demás no vais a durar más haya del saludo, me sorprende que salierais vivos de un campo de batalla.

Se acerco a nosotras y nos dijo.

Hombre del látigo- Vosotras hoy tendréis doble ración de comida, os lo habéis ganado, en cuanto a los demás no comeréis.

Esclavo- ¿Por qué ellas si y nosotros no?

Hombre del látigo- Porque sois unos cadáveres y todavía no lo sabéis, no malgastaré comida en hombres muertos, si queréis comer más os vale hacerlo mejor mañana.

Nos hicieron volver a nuestras celdas, entre yo primera y cuando me di la vuelta Eyna me beso, el beso fue tan bueno que me moje solo con el roce de sus labios, metí mi mano en su coño que parecía un rió.

Nos quitamos la ropa que llevábamos toda sudada y me pego contra la pared, el contacto de mis pechos con la pared fría hizo que saldría un gemido de mi garganta, después note como iba pasando su lengua por toda mi espalda hasta llegar a mi culo y por fin a donde ella quería llegar a mi encharcado coño.

La sensación que estaba sintiendo entre la pared fría y la lengua de Eyna en mi coño hizo que tuviera uno de los orgasmos más intensos de mi vida, cuando me di la vuelta Eyna tenía el rostro lleno de mis fluidos, le tendí la mano y le ayude a ponerse de pies para poder besarla y disputar de mi sabor en su boca, me hizo ponerme de rodillas en el asiento de piedra y metió dos dedos en mi coño, los movía de afuera hacia dentro provocando sacudidas eléctricas que subían desde mi columna vertebrar hacia mi cerebro.

En un momento dado note como jugaba con sus dedos en la entrada de mi culo, nadie había entrado allí y me asuste, Eyna me dio un beso y me dijo.

Eyna- Tranquila lo aré despacio y si no te gusta pararé.

Confiaba en ella así que la deje hacer, fue metiendo el dedo poco a poco, al principio note una sensación extraña, pero según iba entrando la sensación extraña se fue transformando en un placer distinto, pero que me estaba gustando, viendo eso Eyna metió potro dedo en mi coño y empezó a penetrarme los dos agujeros a la vez.

Metí mi mano en la boca para no gritar, este momento era demasiado especial para mancharlo con visitas indeseadas, llegue a un orgasmo tan devastador que de no haber estado de rodillas en ese asiento me habría caído seguro, fue Eyna quien me sujeto mientas se metía el dedo que había estado en mi coño en la boca para saborear mis mieles.

Cuando me recupere y mis piernas dejaron de temblarme fue mi turno, senté a Eyna en el asiento de piedra con las piernas abiertas y me agache, me encantaba el olor de su sexo.

Baje un poco mi boca y empecé lamiendo el orificio de su ano, Eyna no se lo esperaba y se retorcía de placer pidiéndome más, estuve así un buen rato, cuando vi que su agujero estaba receptivo también metí un dedo dentro, se notaba que para Eyna esto no era nada nuevo, jadeaba sin parar y tenía el coño muy encharcado.

Aproveche para meterle otro dedo en el coño como me había hecho ella, pero no contenta con esto empecé a chuparle el clítoris, Eyna mordía su brazo para no gritar, cada vez que metía mis dedos me pedía que lo hiciera más fuerte, su orgasmo fue devastados, suspiro con tal fuerza que me asusto, sus ojos estaban en blanco y le caía una babilla en ese rostro que reflejaba la felicidad y el placer más absolutos.

Cuando se recupero nos pusimos en la postura del 69, Eyna no lo había probado nunca y le encanto, como última postura probamos otra que para ella también sería la primera vez, la tijera.

Cuando cruzamos las piernas y nuestros sexos se tocaron por primera vez, a Eyna le empezaron a salir lágrimas de la emoción que estaba sintiendo, acerco su cabeza a la mía y nos besamos.

Mientras descansábamos tumbadas en el suelo tapadas por nuestras propias ropas y nos acariciábamos la una a la otra otro temblor nos sorprendió, este tubo más intensidad que ninguno de los que habíamos sentido y además su duración fue mayor.

La intensidad de este fue tal que se abriera sendas grietas en el techo de la mazmorra, de tal grosor que entraba un dedo en ella, Eyna volvió a mirarme, pero esta vez no le dije que esto era normal, vio la preocupación en mi rostro, nos pusimos de pies y nos abrazamos fuertemente la una a la otra, si el mundo se destruía en ese momento moriría abrazada a la mujer que amaba más que a mi propia vida.

MONTE VESUBIO

Un campesino fue a pescar a un riachuelo cercano al monte Vesubio, solo él conocía su existencia por lo cual siempre llevaba buena cantidad de peces a casa, mientras se ponía a pescar le empezó a llegar un olor fétido y empezó a ver como los peces flotaban el agua sin hacer movimiento alguno, se fue acercando cada vez más a esa agua que olía fatal y al meter la mano en el agua noto como le ardía y al sacarla la tenía como si se la abrían quemado.

Empezó a sentir un gran sueño y perdió la consciencia, el sulfuro había convertido el agua en ácido sulfúrico y el volcán había empezado a soltar monóxido de carbono, eran evidenciar certeras de que el Vesubio había despertado.

Continuará.