Polvo salvaje en la autopista (parte 1 de 2)

Volviendo con mi mujer de noche, achispados y calientes....

Polvo Salvaje en la autopista (parte 1 de 2)

Mi nombre es Daniel, 49 años, casado y con dos hijos, vivo en el noroeste de España, y aunque la monotonía que se ha instalado en mi vida conyugal – cualquiera de los que me lean que lleven como yo quince años de relación sabrán a lo que me refiero- y me dedico a tener todas las aventuras extramaritales que puedo, de tarde en tarde aún tengo suerte y hecho con mi esposa un polvo antológico, de aquellos que echábamos antes de que se convirtiera en madre responsable… El que  os voy a relatar tiene ocurrió hace apenas un mes- perdonad por el retraso en publicar, pero el trabajo, la vuelta al cole, o la atención a “otros frentes” me tienen bastante ocupado últimamente-, y es la historia de cómo mi mujer y yo follamos como dos cachondos salidos y no como una pareja madura…

Era un domingo de principios de Septiembre: habíamos ido a dejar a los niños con mis suegros en el chalé que tienen en una localidad de las Rías Baixas para que pasasen con ellos los últimos días antes del inicio del curso escolar, ya que además nosotros debíamos incorporarnos al trabajo y no podríamos atenderlos. Pasamos el fin de semana entre playa, paseos y relax, y el domingo celebramos con los amigos una gran fiesta con una churrascada: desde media mañana fueron llegando los invitados, que si cervezas y vermús antes de la comida, vino con ésta, gin-tonics a la sobremesa… yo, que iba a conducir, dejé el alcohol unas horas antes de nuestra marcha, pero mi esposa Carmen, al hilo de la fiesta, tenía un principio de borrachera de lo más divertido.

Cuando los amigos se fueron a media tarde nosotros aún nos quedamos para ayudar a recoger todo a mis suegros, dar de cenar y acostar a los niños, hacer la maleta etcétera, y no fue hasta el anochecer que salimos en coche para casa – distante hora y media larga de camino -. Como ya dije, Carmen había bebido,  no lo bastante como para ponerse mal y vomitar, pero sí para tener “ un puntillo” , sobre todo porque ella no suele prodigarse con el alcohol. Antes de cenar nos habíamos dado un último baño en la piscina con los niños, y como íbamos directos a casa no nos molestamos siquiera en cambiarnos. Yo llevaba un bañador rojo y una camiseta negra y ella un bikini naranja recubierto por una camisola de verano blanca con bordados azules… mi esposa no es que sea un monumento de mujer - aunque tampoco es que esté mal para su edad- pero su físico no es el de una modelo ni mucho menos: es alta - en torno a 1’70 metros- , de fuertes piernas, caderas anchas, con algo de barriga a sus 48 años pero con un buen par de tetas, de grandes aureolas y pezones jugosos. El caso es que su cuerpo siempre lo oculta vistiendo de forma un tanto clásica y conservadora, con faldas largas, blusas amplias y abotonadas hasta arriba. En cuanto a su cara, es de ojos marrones y melena castaña por los hombros, con unos labios gordezuelos estilo Angelina Jolie pero sin operar, que siempre me han hecho pensar en besos y mamadas.

Como os he dicho, al anochecer arrancamos hacia nuestra casa, y ya era noche cerrada cuando entramos en la autopista… durante el camino yo le iba dando conversación para evitar que se durmiera y me dejara “solo” al volante,  comentando lo bien que había estado la fiesta y cosas así... Mientras lo hacía mi mujer – a quien el alcohol vuelve más “juguetona” de lo habitual comenzó a comentar cómo había visto a fulanito o a menganita – que si más calvo, que si más gorda, que si monísima, que si borde… vamos lo típico- y yo, que mirando de reojo su escote en la semioscuridad del coche empezaba a ponerme cachondo la provoqué diciendo

-          Pues Elena – la mujer de uno de sus amigos de la Universidad- está cada día más buena. Será la genética o el gimnasio, pero lo cierto es que está para comérsela

Ella se giró para mirarme, y  haciéndose la enfadada me dio un leve puñetazo en el brazo e inquirió

-          ¿Qué pasa? ¿Qué ya no te gusto y te pones a mirar para las otras?

Yo en vez de contestar deslicé la mano del cambio de marchas a su rodilla, y comencé a acariciar la cara interna de su muslo hacia arriba – Carmen dio un respingo al ser cogida por sorpresa- mientras le decía

-          Ya sabes lo que dice el refrán: “aunque uno no pida nada del menú siempre puede ojear la carta”

Mi mujer, envalentonada por el alcohol, la intimidad del habitáculo y la semioscuridad de la carretera, y todavía más juguetona que excitada, abrió levemente las piernas y musitó con voz queda

-          Ya, eso dices ahora, pero seguro que no le quitabas ojo. Como es más joven, tan simpática y con ese tipo….

Yo sin apartar la vista de la carretera – la miraba furtivamente a través del espejo retrovisor- subí la mano hasta la braga de su bikini y presionando suavemente sobre su monte de Venus le contesté

-          En verdad Elena es guapa joven y divertida, pero un pelín snob para mi gusto. A mí me sigues gustando tú, y más como ahora….

-          ¿Cómo? Inquirió ella, mordiéndose los labios de forma muy seductora

-          Cuando estás relajada, sin prisas, desinhibida… ¿te acuerdas cuando éramos novios lo morbosos que éramos? Inquirí mientras mis dedos iban resbalando hacia su coño y presionando sus labios cada vez más…

Soltando un leve bufido Carmen resopló de gusto pero me replicó

-          Ya, es fácil decirlo, pero los niños, la casa, el trabajo, las prisas…. mmmm

Yo, apartando a un lado su braguita y metiendo la mano dentro continué con mi ataque y le repliqué

-          No te estoy reprochando nada, entiendo que la situación habitual es la que es, pero hay que aprovechar los momentos especiales como éste cariño… y por cierto, estás mojándote toda putita

A mi mujer, que no le gusta el vocabulario soez salvo cuando está borracha o en extremo cachonda  - aunque luego se avergüenza y no quiere hablar sobre el tema- la situación la estaba poniendo más caliente cada vez, y abriendo las piernas todo lo que pudo – sus rodillas chocaban tanto con la puerta como con el cambio de marchas- gimió bajito, como aún avergonzándose

-          Sí cariño, estoy caliente…. Buffff

Yo, dispuesto a aprovechar la situación y darle una vuelta de tuerca le repliqué

-          Pues a ver si es verdad. Sácate el bikini, reclina para atrás el asiento, sube las piernas abiertas sobre el salpicadero y pajéate para mí golfa

Ella, cachonda y medio bebida, pero perfectamente consciente de la situación, miró a su alrededor, constató la oscuridad que nos rodeaba – sólo algunas ráfagas de faros fugaces de coches que circulaban por el carril contrario nos iluminaban de refilón de tarde en tarde- y mordiéndose el labio de forma morbosa procedió a desprenderse del bikini, no sin dificultad dado lo exiguo del habitáculo. Cuando lo hubo hecho desplazó el asiento hacia atrás todo lo posible,se sentó en el borde del mismo, subió y abrió las piernas sobre el salpicadero y mirándome me dijo susurrante

-          Así cariño? Estás cachondo? Y mientras su diestra se deslizaba hacia el clítoris la zurda agarró mi polla erecta bajo el bañador, en el que era evidente la erección  no sólo a la tenue luz del tablero de mandos como sobre todo al tacto… sabiendo que cuando está muy excitada Carmen es capaz de cualquier cosa , retiré la mano de su muslo – la otra seguía agarrando firmemente el volante- agarré la suya apartándola de mi polla y le contesté

-          Quieta cerdita, que si quieres catar polla has de ganártelo… súbete la camisola hasta las caderas para que te pueda ver el coño, enséñame las tetas y pajéate para mí como si fueses una perra viciosa y no una responsable esposa y madre…

Mi mujer había alcanzado el punto de no retorno de la cachondez, ése que todos tenemos y que ella raramente deja salir a escena… lo entendí cuando sin replicarme siquiera obedeció mi orden remangándose la camisola primero por encima de sus nalgas y sacando los brazos después, de tal manera que la prenda quedó enrollada alrededor de sus caderas mostrándome una fugaz visión de su coño – cuyo pelo lucía recortado - y de sus tetas, que son espléndidas de tamaño; un poco caídas por la edad,  pero cuyos pezones me parecieron más enhiestos de lo normal… decidido a  alcanzar el punto de no retorno de la situación encendí la luz de cortesía del copiloto y le ordené

-          Amásate las tetas y pellízcate los pezones con la derecha y mastúrbate con la izquierda, zorra

Ella comenzó a hacerlo mientras echaba la cabeza hacia atrás y entrecerraba los ojos y yo, tras bajarme el bañador  y sacarme la polla ya  erecta comencé a masturbarme lentamente mientras le decía

-          Mira tú la guarra salida con la que me casé… para qué voy a querer yo follarme a la pija de su amiga Elena – lo cierto es que he de intentarlo cualquier día de estos porque tiene una pinta de zorrón que me encanta, y a ella creo que no le soy indiferente- cuando mi mujer es más cachonda, más puta y tiene mejores tetas que ella

Carmen no contestó al oírme, ni siquiera abrió los ojos, sino que aceleró el ritmo de su mano en su coño y la fuerza de los pellizcos en sus tetas mientras los gemidos y los improperios escapaban de su boca como un torrente….

-          Cabrón…. sí….diossss, joder….. que gusto….. buffff

Fue entonces cuando divisé al camión circulando delante nuestra….

Espero vuestros comentarios en mi mail y mañana mismo os diré cómo acabó la historia…. Comentarios en mi mail

Daniel    golfitoycachondo@gmail.com