Polvo de una noche Capítulo 7.¿Que estás haciendo?
Los milagros existen a veces, Alex siente que tiene un problema; como jamás tuvo un problema antes, evita el problema en lugar de hacerle frente...pero la amistad verdadera existe a veces, un amigo preocupado saca a su amigo a la calle; lo lleva adonde esta la chica que sabe que ama y lo envía allí.
Polvo de una noche
Capítulo 7. ¿Qué estás haciendo?
Ignoro si han pasado días, semanas o meses; ya que este tiempo se ha sentido más bien como meses, años o décadas. He estado apático por vez primera en mi vida y lo peor es que no sé porque, me he centrado en el trabajo; la compra me la traían a casa, no me he arreglado desde el día que me folle a la rusa.
Si, a Isa también; pero intento no nombrarla, porque me turba.
De Carlos no he sabido nada y la verdad es que no me extraña, tampoco he intentado contactar con él; ni con él ni con nadie, me he refugiado en mi hogar y hago deporte en mi casa por vez primera.
Mis beneficios en el trabajo se han duplicado, mi jefe esta eufórico; pero la verdad es el único, ¿de qué sirve el dinero? Si no tienes donde gastarlo.
Estoy ahí perdido en mis pensamientos, en mis desgracias; cuando suena el timbre de la puerta, lo miro extrañado, pero no me muevo.
Al poco vuelve a sonar, frunzo el ceño y me levanto; voy lentamente hasta la puerta y como de costumbre no miro por la mirilla simplemente abro.
Frente a mi esta Carlos, igual que siempre; que me mira con cara de póker, pero con ojos sorprendidos y arrugo la cara…esperando el golpe.
- ¿Qué te pasa, estas estreñido? – me pregunta, denotando que no me va a golpear; no al menos de primera.
- No, estoy bien. – le contesto, observándolo.
- No lo pareces, ¿hace cuánto no sales? – me pregunta, mirándome bien.
- Lo ignoro. – le respondo, encogiéndome de hombros.
- ¿puedo pasar? – pregunta y asiento en respuesta.
Me quito para que pueda pasar y él lo hace, viendo que mi casa no esta tan ordenada como siempre.
- Tío, estas rarísimo ¿Qué te ha pasado? – pregunta sentándose donde puede.
- Estoy bien, normal; como siempre. – le quitó importancia a todo.
- Venga tío, tienes peor pinta que mi abuela y tu casa parece un estercolero. – me dice y señala todo.
- Venga tío si tu abuela esta… - argumento, sin acabar la frase; apenas cerrando la puerta.
- ¿muerta? Si, pues tiene mejor pinta y su tumba esta mejor arreglada que esto. – comenta, comenzando a arreglarlo.
- ¿Qué haces? – le pregunto, viendo lo que está haciendo.
- Arreglar tu casa, tu vete arreglándote que vamos a salir a tomar una cerveza. – me pide, sin parar de recoger.
- No, no quiero salir. – le replico, intentando pararle.
- Te pongas como te pongas, vas a salir. – argumenta, sin dejarme opciones.
- Que no quiero. – susurro, apretando los puños.
- ¿Por qué no? ¿Qué hay ahí afuera que te asuste tanto? – pregunta, pero no respondo.
- Pues, ya sabes; ponte un traje, aféitate y dúchate que hueles a caballo. – comenta, tapando su nariz.
- … - resoplo frustrado y entro en mi cuarto.
Mientras agarro lo primero que veo, ignorando si está limpio o no; lo escucho que sigue recogiendo y está limpiando, tarareando.
- Tío, ¿Qué haces aquí? – le pregunto.
- Sacarte de casa. – dice revisando la ropa, la huele. – No, nada de esto; déjame elegirla a mí, metete simplemente a duchar. – rechaza mi primera opción, le hago caso y me meto a afeitar y duchar; a media ducha entra y deja ropa, mientras me comenta algo.
- Te puesto una lavadora, ahora mientras te arreglas con esto; la tiendo, venga no tardes que no tenemos todo el día. – me mete bulla, parece contento; seguramente me tenga alguna preparada, sino no entiendo su alegría.
El sigue tarareando una extraña cancioncita, salgo me veo al espejo y aunque por fuera parezco el mismo; por dentro sé que he cambiado o quizá es el mundo el que ha cambiado, posiblemente sean mis ojos los que han cambiado y por eso todo parece tan diferente.
Una vez salgo, mi amigo sonríe.
- Vamos, ahora sí que sí; ya pareces tú, te faltan un par de toques…espera. – corre a mi habitación, viene con mi colonia cara de ligar y un condón.
- ¿Qué haces tío? – le pregunto.
- Ya te lo he dicho, vamos a salir y para salir; tienes que cargar tus armas, tu colonia cara y tu condón de la suerte.
- No quiero eso. –rechazo.
- Calla rebelde, guarda eso para las tías. – dice entre risas, me echa la colonia y guarda el condón en el culo.
- ¿Qué decías tú? Si no lo llevas no podrás usarlo, pero si lo llevas esta la opción. – me recuerda uno de mis dichos populares de guerra.
Mi casa reluce y todo.
- ¿Qué has traído un ejército de limpiadoras mientras estaba en la ducha? – le pregunto.
- No, me basto y me sobro. – venga, coge dinero y vamos a tomar la birra.
- Vale. – acepto, al ver que no me queda más remedio.
Salimos y nos montamos en un taxi.
- Al puerto. – pide mi amigo.
- No tan lejos no. – me quejo.
- Tu calla. – protesta el. – al puerto - insiste.
En el trayecto vamos todos callados, el habla con el móvil; controlando lo que sea que está preparando, yo miro la calle tan parecida y tan diferente a la vez.
Llegamos allí.
- Venga vamos. – dice y me lleva a un local, pequeño; lleno de gente, nos sentamos en la barra.
- Jefe, dos birras. – pide Carlos.
- ¿bueno, dime; que hacemos aquí? – le pregunto.
- Tomar unas birras y charlar. – me responde, alzando sus hombros.
- ¿asi tan normal? – le pregunto.
- Tan normal. – me contesta.
- ¿no quiere hablar de lo que paso el otro día? – le pregunto
- ¿el otro día? Hace meses de eso. – ríe divertido Carlos. – la verdad que por mí no me importa, podemos dejarlo atrás; pero si quiero que me expliques qué coño te pasa, eso sí me preocupa. – suelta, dejándome perplejo.
- …ya te dicho que nada… - digo no muy convencido.
- Venga tío, te conozco de toda la vida; hemos entrado en este garito lleno de tías buenas y ni las has mirado, ni siquiera te has percatado de que hay una rubia al fondo de la barra haciéndote ojitos. – señala mi amigo.
Miro a la rubia que señala y esta pestañea rápido.
- Eh, sí que la he visto. – miento y él se ríe.
- ¿y qué haces aquí todavía sentado conmigo? – me acusa.
- No me interesa. – le miento.
- ¿en serio? Si es justo tu tipo, no me mientas. – me mira molesto.
- No quiero meterme en eso, ahora. – le explico, sin explicar gran cosa.
- A eso le tienes miedo, a las mujeres. – insinúa victorioso.
- Yo no le tengo miedo. – rio, para aparentar.
- ¿no? Entonces acércate y métele la lengua hasta la campanilla. – me pide.
- No. – niego.
Y a él se le ilumina la cara.
- Tú estás enamorado. – señala, a punto de reír.
- ¿yo? ¡ni de coña, hombre! – alzo la voz, para darme credibilidad.
- ¡Mira ahí esta Isa! – me señala al otro lado, donde no puedo ver.
- ¿Dónde? – me giro, asustado.
- No hay más preguntas, señoría. – suelta ofreciéndome un brindis de birra.
- Tío, yo… - intento disculparme.
- ¿El gran Alex disculpándose? No por favor. – ríe divertido, haciéndome reír.
- En serio, yo no he sido un gran amigo y tu; aquí estas. – le digo, apenado.
- Al contrario. – replica.
- ¿al contrario? – arqueo las cejas sin entender nada.
- Gracias a ti conocí al amor de mi vida, tenías razón en todo; una mujer que merezca la pena debe sumar, no restar. – explica sin contar nada.
- ¿Quién es ella? Me alegro por ti. – digo, sinceramente.
- La rusa, si tu no la hubieras dejado escapar; ahora ella estaría sola, Isa me estaría amargando la vida y yo sería su… calzonazos, personal e intransferible. – me contesta, dejándome anonadado.
- Vaya, me alegro.
- Perdona que te interrumpa, pero me has parecido muy guapo; ya me voy y me gustaría darte mi número, para que me llames otro día. – dice la rubia, ofreciendo un papel.
- No gracias. – replico, dejándola a cuadros; igual que a Carlos.
Ella nos mira avergonzada y se marcha sin despedirse.
- Vaya…eso sí que no lo esperaba. – opina Carlos. - ¿sabes algo de Isa? – me pregunta.
Sin poder evitarlo tuerzo el gesto.
- No sé si quiero. – replico y él sonríe.
- ¿tienes miedo? – pregunta.
- No lo sé, no sé nada sobre esta enfermedad. – digo y él se carcajea.
- El amor no es una enfermedad, tío. – debate él.
- ¿ah no? ¿y qué es? – le interrogo.
- El amor es un sentimiento más, igual que el placer o el dolor; simplemente hay que surfearlo, como a todo lo demás. – me replica con frases mías.
- Pero… ¿y si no se surfearlo? – lo miro asustado.
- Si no lo pruebas, nunca sabrás hacerlo. – se encoge de hombros, como si fuera fácil.
- Creo que ya es tarde. – niego con la cabeza.
- ¿y si te digo que se dónde está y que te he traído aquí por una razón? – me replica haciendo que mi corazón lata a mil por hora.
- Tío, no juegues conmigo. – le protesto y el solo sonríe.
- No juego, está en el pub de aquí al lado; donde te la follaste por primera vez. – me responde, dejándome perplejo.
- ¿lo sabes? – digo con los ojos fuera de las orbitas.
- Isa, me lo conto todo; esa fatídica mañana. – me contesta.
- ¿y no me odias? – pregunto.
- Que va, gracias a ti; me voy a casar. – dice, enseñándome un anillo en su mano.
- ¿y por qué me ayudas? – le pregunto.
- Porque dijimos que cuando yo me casara, a ti te buscaríamos novia y creo que te pega Isa. – me explica.
- ¿no dices que es una muchacha que resta? – le replico.
- Si, a mí que tengo mucho amor que dar; pero a ti que tienes poco que dar, seguramente te sume. – ríe divertido mi amigo.
- Te odio tío. – digo abrazándolo.
- Corre, según mis cálculos; está intentando ligar con dos chavales, si te das prisa quizá llegues antes de que se bese con alguno y te jodan la noche. – dice mirando su reloj.
No respondo y salgo corriendo, llego al pub y entro; la busco en la pista, me veo a la rusa saliendo de allí y me señala hacia un lugar. Allí veo a Isa acaramelada con un muchacho, apunto de besarlo; me apresuro y jalo de ella hacia mí, cuando él se acerca lo miro mal y retrocede un paso.
- ¡¿se puede saber qué coño haces, Alex?! – me pregunta y lo único que puedo decir o hacer es besarla, ella me sigue en un primer momento; pero luego se aleja, igual que el tipo y su amigo.
- Ya sabemos los dos como acaba esto. – me reprocha ella.
- ¿y si no me gusto el final? – le pregunto, ella me mira extraño.
- ¿te arrepentiste de tu decisión? – me pregunta, mirándome a los ojos; que están huidizos porque no puedo mirarla a los ojos.
- Quiero una segunda parte. – le respondo, evitando decir algo respecto a eso; pero diciendo lo que realmente quiero.
- ¿y una segunda parte para qué? – me responde con una pregunta. - ¿quieres seguir jugando, quieres alargarla para que no acabe; quieres cambiar el final, que quieres? – me pregunta, sin parar de hablar.
- Tía vámonos. – le pide la amiga.
- Espérate, dame un momento. – le pide a su amiga.
- Quiero esto. – intento besarla, pero me quita la cara.
- Yo no quiero solo un beso Alex. – me contesta, dejándome confundido.
- No es solo un beso. – le contesto
- ¿entonces que más es? – me pregunta - ¿un polvo en el baño? ¿una relación a escondidas? ¿Qué? ¿dímelo? – me atosiga a preguntas.
- … - no respondo.
- Me lo imaginaba, ahora deja de joderme la vida; que ya me jodiste una relación preciosa, lárgate o follate a la que quieras y me da igual. – escupe, mientras la amiga vuelve a interrumpirnos.
- Isa, yo… - digo, sin saber que decirle; estoy en terreno que jamás he pisado, no se hablar solo quería que los actos hablaran por mí.
- Isa, vámonos. – le exige la amiga.
- Que te esperes, joder. – le responde molesta a la amiga.
- ¿Qué, que vas a decir? – me insiste.
- Isa, yo lo siento. – digo, soltándola y marchándome por donde he venido.
- Eso huye, cobarde; que es lo único que sabes hacer, que solo sabes hablar con la polla. – suelta, haciendo que me pare y me dé la vuelta.
- Yo no huyo, yo venía aquí a reconquistarme; eres tú la que me has echado, ahora líate con alguno de esos dos imbéciles o con algún idiota de la discoteca…me da igual. – digo, haciéndola rabiar; hasta límites insospechados.
- Eh, sin faltar. – responde uno de ellos.
- Lo siento. – me disculpo.
- Mira, el único imbécil o idiota aquí eres tu; que me tenías para ti y ni siquiera eres capaz de decirme…¿para qué quieres reconquistarme? – pregunta.
La música ha parado, todos nos miran; Isa me mira furiosa expectante; la amiga está molesta y ni qué decir de los idiotas o imbéciles del local.
- Yo, solo quiero reconquistarte. – le respondo, casi bajito; casi no se oye.
- Mira, vuelve cuando creas un poco en ti mismo. – responde, dándome la espalda.
- Vete a la mierda. – le replico, acercándome a ella.
- Imbécil de mierda. – se da la vuelta y la pillo desprevenida, la beso de nuevo; pero en seguida se separa. - ¡¿Qué haces estúpido?!
- Besarte una última vez. – digo, dándome la vuelta y andando de vuelta a mi casa cabizbajo.
A raíz de esto, mi amigo Carlos no volvió a dejarme solo; la rusa también nos acompañaba a veces, aunque he de decir que por alguna razón nunca me dejo solo con ella. De Isa en las semanas posteriores no volví a saber de ella, lo preferí; mi primer amor, había sido demasiado turbulento y me volvió a encerrar en el armario del desamor.
Unos meses después, me llego la invitación a la boda de Carlos; pero la noche anterior a la despedida, intente buscar acompañante para la boda…nada de amor, ni de un polvo; simplemente buscaba otra cosa, una chica para algunos días.
Me puse mis mejores galas…
- ¿adónde vas Alex? – pregunta mi amigo Carlos.
- Voy a buscar acompañante para tu boda. – le contesto y él sonríe.
- Asi que aún no te rindes. – suelta con su sonrisa.
- No, pero no voy a llevar condón; no busco sexo. – le respondo, dejándolo perplejo.
- ¿buscas amor? – interroga.
- Negativo, busco algo entre medio; una acompañante para algunos días. – contesto, casi saliendo.
- Suerte, amigo. – me desea y se queda en mi casa.
Desde el espectáculo que dimos en ese pub, me prohibieron la entrada; asi que me he buscado otro, que además está más cerca de mi casa y puedo ir caminando.
Una vez llego allí, observo la discoteca; veo que esta Isa, pero la ignoro y ella a mí. Tambien me percato que esta la rubia que quería una cita conmigo, me voy directo hacia ella; me pongo en la barra a su lado, le sonrío y ella en principio me mira raro, pero luego me sonríe.
- Camarero, ponme un ron cola y lo que ella quiera tomar. – la invito y ella ensancha su sonrisa.
- Malibu con piña. – responde ella, jugando con su pelo.
- Marchando. – responde este.
- Cuidado, es gay. – le dice Isa, al pasar por nuestro lado; de camino al baño.
- ¿eres gay? – me pregunta la rubia, visiblemente turbada.
- Esta resentida, porque no quise salir con ella. – le respondo y ella se tranquiliza.
- Oye, me suenas de algo; ¿te puedo preguntar de qué? – me pregunta, mientras el camarero nos ofrece las bebidas y ambos las agarramos.
- Si, te rechace un día; porque acababa de dejarlo con mi última relación y no estaba preparado para otra. – me explico, lo que creo que paso ese día.
- ¿entonces eres de relaciones? No quiero más polvos de una noche. – dice, angustiada.
- Sí, creo que ahora sí. – le suelto, sorprendiéndome a mí mismo.
- Cuidado, que lleva un condón en el bolsillo de atrás. – contesta Isa, al volver del baño.
- ¿llevas un condón? – me pregunta la rubia.
- Negativo, podéis buscar donde queráis. – digo y la rubia busca superficialmente.
- No lleva nada. – le contesta la rubia, empezando a molestarse.
Isa que no se fía, me registra entero; hasta que la rubia la detiene, pero Isa no sabe que pensar por su cara.
- Mira te agradezco que intentes ayudarme, pero él es un buen chico; que lo paso fatal con su relación anterior, ahora es mi momento…respétame por favor. – le pide, con educación; dejándonos perplejos a los dos.
- ¿no llevas condón? – me pregunta interrogándome, ignorando a la rubia.
- No. – contesto, con sinceridad.
- ¿y a qué coño vienes aquí? – me pregunta.
- Vengo a conocerte una mujer, si me permites…estoy conociéndola a ella. – señalo a la rubia, esta pestañea rápido; con una sonrisa falsa que dice o te apartas o te aparto.
- … - Isa se queda callada, pero no se marcha.
- ¿asi que vienes a conocerme? – me pregunta la rubia.
- Si, eres mi tipo; ahora solo falta ver si congeniamos y nos llevamos bien. – le respondo a la muchacha, que sonríe; pero no pierde de vista, que Isa no se fue.
- ¿Qué buscas amor? – pregunta Isa.
- No creo en el amor, el amor solo hace daño; prefiero una compañera. – le respondo, mientras la rubia se pone en pie.
- Quita, guarra. – dice, la amiga de Isa.
- Gracias, Yazmin. – agradece Isa, mientras me mete un morreo de aúpa; pestañeo confuso.
- ¿Qué haces? – le pregunto.
- Creerte. – responde, escuetamente.
- Mira, me declare hace varias semanas; en ese tiempo, te abras ido con todo el que te ha dado la gana. – empiezo a rechazarla.
- No entendí tu declaración y ambos cometimos errores, ¿no podemos darle una oportunidad al amor? – me pide y niego con la cabeza.
- Mira Isa, ya he llorado suficiente por ti; no quiero más problemas, déjame conocerla y ya está.
- ¿Te conformas con algo a medias, no quieres algo completo? – me pregunta, insistiéndome.
- Me preguntas cosas que no entiendo, no puedo responderte a eso; yo no sé hacer estas cosas. – digo agarrándome la cabeza.
- No respondas, solo bésame. – dice y me besa.
Nos fundimos en un beso, interminable; que nos llevó a otro mundo muy lejos de este, hasta que ella me soltó.
- ¿y ahora qué? – le pregunto.
- Sígueme conociendo a mí. – me pide, sentándose a mi lado.