Polvo de una noche Capítulo 3.Noche extraña
Isa aparece antes de tiempo en casa de Alex, este se extraña; pero lo peor es que la actitud de ella ha cambiado y no como el esperaba, incluso el mantenerla confusa está provocando que ella lo confunda a él. Tanto jugar con la sartén, al final no sabemos que pasara; Carlos parece un panolis...
Polvo de una noche
Capítulo 3. Noche extraña
Diez minutos después, mientras me relajaba viendo la televisión; pensando en que mi plan había salido redondo, llamaron al timbre.
Miro extrañado la puerta, frunzo el ceño y me levanto; por un momento pienso que puede ser Isa, pero lo desestimo al menos tiene que tardar 1 hora…no diez minutos.
Abro la puerta y la boca casi a la par, veo allí a Isa; echa un manojo de nervios, que me mira.
- ¿Qué haces aquí? – le pregunto atónito.
- ¿Te dije que venía no? – me contesta con una pregunta, mientras pasa y me da un escueto beso en los labios.
Me agrada que lo haga, aunque a la par; me hace sentir increíblemente raro, por un momento he sentido que esto no era un polvo y que yo era algo asi…como su novio.
- Pasa y ponte cómoda, ¿Qué quieres de tomar? – le pregunto, intentando evitar la visible ironía que me ha salido sola; es que ese beso me hizo sentir bien raro.
- El vino de anoche. – me pide, intentando ser sugerente; pero yo solo veo que se está acostumbrando a lo bueno.
- Marchando una copita. – digo, enrarecido.
Al poco voy al salón con la copa y ella sigue nerviosa, ha estado todo este tiempo en silencio; parece que ordenando sus pensamientos, como si estuviera echa un lio.
- Aquí tienes la copa. – digo sentándome frente a ella.
- Gracias. – responde, pero se sienta a mi lado.
Hago una culeo hacia el lado para darle espacio y alejarme de ella con disimulo,
- Alex, necesito hacerte una pregunta. – me suelta, girándose hacia mí; buscando mis ojos y muy seria.
- Dispara. – dejo caer sin pensar.
- ¿Cuál tu es el verdadero? – me pregunta casi sin pestañear.
- ¿A qué te refieres? No entiendo la pregunta. – le pregunto como respuesta.
- La primera noche eras un tipo inteligente, un poco chulo; pero cariñoso, con la cabeza bien puesta…en ese momento pensé que eras un tipo que me gustaría volver a ver, por eso no fui a tu casa a follar contigo. – me empieza a explicar.
- ¿ah, fue por eso? – le pregunto sorprendido y me lo anoto en mi agenda mental, para usarlo a mi favor futuramente.
- Si, fue por eso. – sentencia, coge aire y continua. – Al día siguiente me encuentro con que eres el mejor amigo de Carlos ¿y qué haces? Me chantajeas para que me acueste contigo o se lo dirás. – añade con los ojos lagrimosos. – Incluso asi te doy una oportunidad, te echo los mejores polvos de mi vida; me esfuerzo y hago cosas contigo que no he hecho con nadie, pero a la mañana siguiente quiero desayunar contigo y me echas de mala manera como si fuera una puta. – rompe a llorar.
- Tranquila, ya paso. – me acerco a ella, la abrazo y ella pone su cabeza en mi hombro; para ponerse a llorar, mientras tengo cara de circunstancia.
- Pero ¿cuál es mi sorpresa hoy? Te presento a la amiga más fea que tengo, la que nadie quiere; la que cualquier chulo prepotente y guaperas rechazaría, pero tú la tratas como a una princesa…incluso mejor que Carlos a mí, mejor que a mí los dos días anteriores; no entiendo porque, ¿acaso te has enamorado de ella o qué? Explícamelo porque necesito entender. – me pide, terminando su explicación de su pregunta.
Como no tengo nada que decir a eso, simplemente la beso; la beso con pasión, que es lo que le puedo ofrecer y la acaricio para que se sienta querida. Sus besos me saben salados a consecuencia de sus lágrimas, se mueve inquieta porque debe estar sintiendo cosas muy contradictorias ahora mismo; mientras la tenga echa un lio todo irá bien, en el momento de que se aclare…ya veremos qué pasa.
Tras un rato besándonos y acariciándonos en silencio, ella me pone la pierna encima; pero a la vez aleja los morros, tiene el gesto confuso.
- ¿esto qué significa? – me pregunta, intentando entenderme con todos los medios.
- No lo sé, tenía ganas de besarte; asi que me deje llevar. – le respondo, sin saber muy bien qué efecto tendrá.
- Pero… ¿Por qué? – me interroga.
- … - callo, porque no sé qué decir.
- ¿no dices nada? – pregunta triste.
- No sé qué decir. – finjo, ya que en realidad todo esto me saca de contexto.
- A ver, has dicho que te morías por besarme ¿es correcto? – me pregunta.
- Bueno… - dudo, un poco.
- ¿lo has dicho o no? – pregunta empezando a molestarse.
- Si, lo he dicho. – contesto bastante inseguro, sin saber a qué nos lleva esto.
- ¿entonces, que pasa; por algo te mueres por besarme, te gustan mis labios? – me atosiga a preguntas, mientras se aproxima de nuevo.
- Si. – solo alcanzo a decir, mientras nuestras narices ya se rozan y sus manos reptan por mi pecho; retrocedo cayendo hacia detrás.
- ¿entonces, te gustan mis labios y que más? – me pregunta, mientras se sitúa encima de mí; rozando mis labios.
- No se…me gusta tu cuerpo. – añado, confuso.
- ¿y qué más? – dice jugando, besándome; haciendo que la toque por todas partes.
- Uf…todo – digo hipnotizado por su cuerpo.
- ¿asi que todo? ¿entonces dirías que te vuelvo loco? – me pregunta.
- ¿eh? …si…. – digo hipnotizado por lo que me está haciendo, sin saber que decir; ni que hacer.
- Lucha por tenerme. – susurra.
Mientras se deja llevar por sus impulsos, me besa; lame, muerde con pasión. Me toca, araña; acaricia, explora con ansiedad. Se roza conmigo, maullando como una gata encelo; me está poniendo a mil, noto como se va mojando y excitando.
- ¿quieres follarme? – me pregunta.
- Si – susurro entre besos y mordiscos.
- Vamos, desnúdame. – me pide.
- Joder… - pienso para mí. – esto me pasa por repetir con la misma. – me quejo sin decir nada.
La voy desnudando entre besos y tocamientos, con una sensación extraña.
- Ya está ¿a que no ha sido tan malo? – me pregunta. – ahora, me tienes desnudita para ti y yo voy a hacer lo mismo. – me suelta, como intentando convencerme.
Nada más decirlo, empieza a desnudarme no solo usando sus manos; usando su boca, los pies cuando lo requiere y es bastante erótica.
- ¿te gusta? – me pregunta.
- Ufff…eres buena. – le alago y ella sonríe.
Nada más oír mi contestación se la mete, solo la puntita; intento metérsela hasta el fondo, pero aprieta el chocho y las piernas deteniéndome.
- No, esta vez; mando yo. – dice juguetona.
- ¿Cómo? – pregunto y ella me manda a callar, tapando mis labios primero con su dedo; luego con su boca.
Mientras me besa y sujeta las manos, se la clava más profunda; entre gemidos, me pega bocaditos sensuales en los labios y el cuello.
- Si quieres que te folle, me lo tienes que pedir. – me avisa, juguetona.
- Follame. – le pido.
- No, asi no; suplícamelo. – sonríe, con un gesto raro.
- Follame…te lo suplico. – contesto molesto.
- Como quieras, mi amor. – suelta con voz sensual y cara de gata salvaje.
Se empieza a mover como loca, mientras ella lleva mis manos adonde quiere que la toque; sin dejar de besarme, lamerme y morderme.
Pega gritos y gemidos que solo nuestras bocas cuando se unen apaciguan un poco, no para de repetir mi nombre y debo admitir que eso me da un gran morbo; luego empieza a pedirme que me corra y que la preñe…aunque ambos sabemos que es imposible por mi vasectomía, el morbo racial y primigenio del hombre; se me desata, asi que empiezo a correrme a borbotones dentro de ella entre gemidos masculinos y ella sigue sin parar de moverse hasta que tiene un orgasmo brutal y cae desmadejada sobre mi.
Tras un rato en silencio, recuperándonos los dos; sintiendo la extraña sensación de que me acaricie tras haber terminado, momento que se me hizo eterno…
- ¿y ahora que hacemos? – me pregunta de repente.
- ¿Cómo, que; que hacemos? – le pregunto atónito.
- Bueno…ya hemos follado, podríamos ver la tele, cenar pizza; ¿no te parece? – me pregunta, convencida.
- Eh… - respondo sin palabras. - ¡¿Qué coño se ha creído esta?! – pienso por dentro
- Yo la quiero de bacón y peperoni, ¿de que la quieres tú? – me pregunta, mientras agarra el teléfono de la mesa junto al sofá y marca el número del pizzarote.
- Jamón serrano, supongo. – digo, casi sin voz.
Ella me mira muy seria un segundo, como intentando entenderme; luego se centra en su llamada, por mi lado me dedico a pensar.
Mientras ella habla…
- ¿Qué cojones estoy haciendo?
- Se supone que, al ser la novia de Carlos; no tendría estos problemas.
- La tía debe estar loca, si eso es.
- Le sigo la corriente y cuando se marche, no la vuelvo a ver.
- Un plan genial, digno de ti; Alex.
- Ah gracias, fan número 1.
- De nada, guapo.
- ¿de qué te ríes? – me pregunta ella, abrazándose a mí.
- Nada, de algo que estaba pensando. – me excuso.
- ¿de mí? – se señala, esperanzada.
- Si, de ti. – respondo escuetamente.
- ¿y qué pensabas? – suelta, enganchándose de mi cuello.
- Nada importante. – le quito importancia.
- Uf, que te cuesta decir las cosas. – protesta, dándome un besito en la nariz.
Se levanta y suspira.
- ¿Qué extraño no? – le pregunto.
- ¿el qué?
- Estar aquí desnudos como si nada. – le explico, ella solo me sonríe.
- Si nunca has intimado con una muchacha, no me extraña. – responde, con la misma sonrisa; aunque no parece una sonrisa normal le preguntaría, pero seguramente no es más que una mueca moñas.
- Ya, supongo que todo esto es nuevo para mí. – le quito importancia y no sé porque su sonrisa se ensancha aún más.
- ¿asi que soy la primera con la que intimas, realmente? – suelta, levantando la ceja.
- Si. – me confieso, intentando poner una cara de póker.
- ¿y que se siente? – me pregunta intrigada.
- No sé, es raro. – dejo caer y ella se ríe a carcajadas.
- ¿Qué pasa? – le pregunto.
- Es la primera vez que, en lugar de decirme es bonito; es especial, me dicen esto es raro. – suelta entre risas.
En ese momento llaman a la puerta.
- Abre tu. – me dice, tapándose en el sofá.
- ¿Por qué? – le pregunto, extrañado.
- No querrás que el pizzero se monte una peli porno aquí en tu salón. – sentencia, al decirlo lo entiendo y me pongo en movimiento.
- Deberías ponerte algo. – me señala, que estoy desnudo.
- Tienes razón. – sonrío y me pongo unos bóxers.
Abro la puerta, mientras la escucho reír; tengo una risa tonta en mi cara, ya que su risa me hace reír.
El pizzero me mira con cara de circunstancias, me entrega la pizza; le doy mi código de cliente y 5 pavos, el asiente y se marcha.
- Vaya, no sabía que eras cliente. – dice, sorprendida.
- No suelo cocinar, cuando quedo aquí para jugar unas partidas a la play. – le confieso, sonriendo.
- No sé qué diablos tendrá esa play, ¿me dejas probar? – me pregunta, protestando.
- ¿en serio? – le pregunto sin poder creérmelo.
- Carlos me deja tirada para jugar a la play, tu prefieres reunión de machitos salidos y freaks jugadores de play; quiero probar, para ver que tiene ese cacharro de fantástico que no tengo yo. – argumenta lo que piensa.
- Vaya, pues tú te lo has ganado; sesión de play…
Jugamos al FIFA, mientras comíamos pizza; luego mientras nos comíamos el helado del congelador que efectivamente estaba sin tocar a un par de días de caducar, jugábamos al modern warfare luego al resident evil e incluso jugamos al diablo y por ultimo al último de los sims.
Primero le di unas palizas brutales, mientras gritaba cuando le marcaba gol; se frustraba y me pegaba cuando le quitaba el balón, lo más divertido de esto fue que jugando desnudos podía mirar su cuerpo cuando quería y que frustrada se ponía a botar en el sofá…imaginaos la visión tan bonita que me estaba dejando ver. En el modern warfare se concentró, empezaba a manejar el mando y casi siempre se acordaba de las teclas; alguna vez me mato de chiripa y daba saltitos de alegría, me ponía a mirarla y ella se sonrojaba sacándome la lengua. En el tercero pegaba unos gritos y se me pegaba a mi temblando, alguna vez nos mataron por eso; fue realmente divertido, además me permitió sentirme ser el que la protegía y a ella sentirse protegida por mi sin contar que nos abrazamos desnudos. Tras eso nos metimos de lleno en el diablo, en el que nos viciamos hasta cargarnos al rey esqueleto; en este me hizo gracia ya que se escogió una arquera y siempre le tenía que salvar el culo porque se metía dentro del montón de enemigos.
- ¿Pero qué pasa? – me pregunta tras un rato.
- Que te has elegido una arquera y actúas como una bárbara. – le digo y ella solo puede reírse ante eso.
Tras eso, nos hacemos una casa entre los dos en los sims; conseguimos trabajo, ella intenta ligar repetidas veces conmigo hasta que lo consigue y me lleva a la cama. Entre todos los ñiquis ñiquis, me cuela un ir a por un bebe.
- Tanto follar en la tele, me han entrado ganas a mí. – dice subiéndose a horcajadas sobre mí.
- Espera que guardo y otro día seguimos. – digo, quedándome de piedra; cuando lo digo.
Ella sonríe, empieza a besarme; a tocarme a refregarse contra mi entrepierna, yo ya estaba caliente asi que no hace más que calentarme más.
- ¿no te gustaría más acabar las tardes de play, asi? – me pregunta, mientras se la empieza a meter y suelta un gemido.
- Mmm…si, pero a las tías no les gusta la play. – le debato, mientras la toco y la beso; dejándome follar.
- ¿Ah no? Pues hoy me ha encantado, repetiría cuando quieras. – me dice, entre gemidos.
Guardo silencio, mientras me centro en la cama; ella hace lo mismo, ambos nos miramos raro. Ella intentando comprender lo que pienso y yo intentando comprender lo que pretende.
Ella jadea, mientras me folla usando todas sus armas de mujer; dando golpes de caderas, girando la cintura y poniéndome las tetas en la cara mientras me acaricia.
Mientras le como las tetas, me cabalga salvajemente; mientras sus alaridos resuenan por todo el edificio, por mi lado no me corto en absoluto y ya que me esta follando ella me centro en presionar a la vez todos sus puntos erógenos.
Poco después, estalla en un intenso y largo orgasmo; la sigo moviendo ya que ella no puede para irme dentro de ella, nos quedamos abrazados mientras la lleno de mi y ella me mancha de ella.
- ¿Nos vamos a la cama? – me pregunta, cuando se recupera.
- Si, vamos a terminar la noche; donde se debe.
Ella me sonríe y me dice, mientras la sigo.
- Espero hoy también me abraces…