Polvo de estrellas (I)
Nuestro protagonista hace una visita a tres amigas que vivían juntas. Con la excusa del calor las chicas no llevaban mucha ropa y él no tardaría mucho en desprenderse de la suya.
Soy un chico normal, aunque un poco delgado, mido 1,85 y peso 70 kilos, soy moreno, tanto de piel como de pelo, pelo que llevo en forma de larga cabellera.
Como venía diciendo, hace varios días fui a la Playa de Gandía para visitar a unas amigas a su piso de estudiantes. Al llamar a la puerta abrió Sara, una morenita con una carita redonda, grandes tetas y un redondo y hermoso culo, nos saludamos y entré, hacía calor y al parecer Sara no llevaba sujetador, fuimos al comedor y empezamos a hablar de cómo nos iban las cosas, yo no podía parar de fijarme en sus enormes tetas que se agitaban y vibraban con cada movimiento suyo y en los grandes pezones que se adivinaban a través de la tela, eran unos pezones del tamaño de mi dedo pulgar, le pregunté si estaba sola y me dijo que no, que Eva estaba durmiendo y que Anna había salido y tardaría en volver, Eva es una rubita con unas tetas pequeñas pero muy tiesas y con un culete prieto y muy sugerente.
Yo nunca había pensado en hacer nada con Sara, pero sus empinados pezones me estaban torturando, por lo que pasé al ataque, desde tiempo atrás había notado como Sara me miraba de una forma un tanto especial y reía mis gracias de una manera exagerada, así que con la excusa de que hacía calor le pregunté si le importaba que me quitase la camiseta, a lo que dijo que no le importaba, que me comportase como si estuviese en mi propia casa, me quité la camiseta y cuando me senté lo hice junto a Sara. Continuamos charlando y disimuladamente puse mi mano sobre la suya, a lo que ella contestó poniendo su otra mano sobre la mía, sin aguantarlo más acerqué mi cara a la suya nos dimos un morreo de campeonato, nuestras lenguas se acariciaban mientras nuestra respiración se hacía más intensa y entrecortada. En esta situación pasé mi mano derecha por debajo de la camiseta de Sara encontrándome directamente con sus grandes pechos ya que, como he dicho antes, no llevaba sujetador. Con mis dedos pulgar e índice hice presa de un pezón increíblemente grande, tenía el tamaño de una fresa y estaba tan duro como mi pene en esos momentos. Ella me acariciaba mientras no parábamos de morrearnos, bajó una mano hasta mi entrepierna y empezó a desbrocharme los botones del pantalón, al bajarme los slips y ver los 18 cm de mi miembro en todo su esplendor lanzó una exclamación, al tiempo que se inclinaba para intentar meterse casi la mitad de mi polla en su boca. Yo mientras tanto ya había metido mis manos, a través de su pantalón, debajo de sus braguitas y mientras que con la izquierda magreaba sus preciosas y redondas nalgas, la derecha la tenía entre su poblada mata de pelo, acariciando su húmeda vagina y pellizcándole ligeramente el clítoris, Sara no paraba de chupar mi tieso palo intentando meterse cada vez un trozo mayor en su linda boquita, de vez en cuando se la sacaba y se dedicaba a lamerme el capullo, bajar a los huevos y chuparlos, metiéndose uno tras otro en la boca y luego volvía a intentar tragarse el palo.
Le propuse quitarnos completamente la ropa y desplegar el sofá cama, así lo hicimos, me tumbé hacia arriba con mi polla apuntando al cielo, ella se puso a cuatro patas, dejando su coñito pegado a mi boca y volvió a capturar mi polla con sus labios, cada vez que bajaba la cabeza para intentar tragársela sus pechos se posaban sobre mi, mientras yo metía dos de mis dedos en su ardiente coño y pasaba mi lengua de su coño a su culo donde la metía lo más profundo que podía y cuando creí que ya lo tenía bien lubricado, me unté de saliva dos dedos de la otra mano y sin avisar se los metí de golpe en el ano, Sara saltó hacia delante y pegó un grito, pero al momento continuó mamándome la polla y gimiendo como hasta entonces, yo notaba como su saliva resbalaba por mi polla y mis huevos hasta mi culo y por este a la cama, pero jamás pensé en lo que podía suceder y sucedió, Sara en un acto de venganza me metió dos de sus dedos en mi culo y empezó a repetir el metesaca que yo le estaba haciendo en sus dos agujeros, esto hizo que mi polla se pusiera más dura y del bote que pegé creo que se la metí toda en su boca ya que le vino una arcada.
Al rato de estar en esta situación Sara se levantó y cogiéndome la polla se la situó a la entrada de su chumino y se sentó de golpe clavándose los 18 cm de un tirón, se estuvo un rato quieta, como queriendo sentirme en lo más profundo de su ser, después se inclinó sobre mi y empezó a besarme, al tiempo que iniciaba una serie de emboladas brutales, subía lentamente y una vez arriba dejaba caer todo su peso sobre mi polla, lo que me proporcionaba un placer inmenso. Estando en esta situación noté como una mano me sobaba los huevos, al tiempo que otra me cogía la base de la polla, no podían ser las de Sara, porque las tenía apoyadas sobre mi pecho, nos giramos los dos y vimos que era Eva, la compañera de piso de Sara, estaba semidesnuda, con una mano metida debajo de su pantalón y las tetas al aire, nos preguntó si podía participar, como respuesta Sara le dio un morreo de campeonato mientras le sobaba las tetas. Eva se agachó sobre mis piernas y sacando mi polla del coño de Sara se la metió en la boca y empezó a mamarla con maestría, se notaba que había chupado muchas, se la metía entera haciéndola desaparecer entre sus labios sin soltar ni una sola arcada. Mientras tanto Sara se había puesto a chuparle el potorro a Eva mientras yo se lo chupaba a ella. Sin poder aguantar más, me levanté y cogiendo a Eva por la cintura se la metí poco a poco en su precioso chumino rubito mientras clavaba dos de mis dedos en el chocho de Sara que le estaba chupando las tetas a Eva. Notando que me iba a correr pronto, hice ponerse a Sara a cuatro patas y sacando la polla del coño de Eva, le puse un poco de saliva en la punta y otro poco en el culo de Sara y se la metí por detrás mientras ella metía su cabeza entre las piernas de Eva y ésta nos chupaba mis huevos y el chocho de Sara. Sin poder resistir más saqué la polla del culo de Sara y se la metí en la boca a Eva dejando caer en su interior toda mi corrida, Sara se levantó y le dio un morreo a Eva diciéndole que ella también quería probar mi leche.
Para sorpresa de las dos, mi polla no perdió nada de su dureza ya que su aguante es enorme y decidí meterla ahora en el culo de Eva, a lo que ella replicó que era virgen por ahí y que yo la tenía demasiado grande para su estrecho culito, le repliqué que si me dejaba le prepararía el culo de manera que no le iba a doler y de repente Sara dijo que si le daba por el culo a Eva ellas también me podrían dar a mi haciéndome la misma preparación, yo me quedé un poco extrañado, pero al ver la polla de látex con arnés que sacaba Sara de un cajón lo entendí. Como siempre me ha gustado experimentar les dije que aceptaba y empezamos a chupar y lamer nuestros anos, yo lamía el de Eva, metiendo mi lengua todo lo posible y después fui metiendo un dedo, luego dos, luego tres, ella se quejaba un poco cada vez que metía un nuevo dedo, pero con las lamidas de chocho y culo que le hacía volvía a gemir de gusto, mientras tanto, la misma operación la repetía Sara en mi culo, aquello era demencial, jamás sospeché que unos dedos urgando en mi culo pudiesen proporcionar tanto placer. Cuando creímos que ya estábamos a punto, Sara trajo un bote de mantequilla y se dedicó a untar nuestros culos, mi polla y su nuevo apéndice, una vez listos yo empecé la acción, puse a Eva a cuatro patas y mientras que con la mano izquierda le acariciaba el coño frotando su clítoris haciendo que gimiese de placer, con la derecha apuntaba mi polla a su ano y empecé a empujar, Eva intentó escapar, pero en previsión de esto yo la tenía cogida por las caderas, mi polla empezó a entrar mientras su ano se abría y cerraba, cada vez que se abría yo metía un trozo más hasta que la tuvo toda dentro, una vez dentro me quedé quieto, esperando ahora el turno de Sara que sin más preámbulos se dispuso a penetrarme con aquel pene mayor que el mío, yo lo notaba a la entrada de mi culo e intenté relajarme, pero cuando notaba su presión contra mi culo se me contraía el ano, imaginé que era lo mismo que había notado cuando se la estaba metiendo a Eva, el proceso fue lento, notaba como mi ano se iba dilatando para dar paso a aquella barra hasta que la tuve toda dentro, al principio noté un fuerte escozor, pero cuando Sara empezó a culear, el paso de su polla a través de mi empezó abrir la puerta a un placer que hasta entonces desconocía, era diferente a todo lo que había experimentado hasta entonces, el roce de aquella verga en mi recto junto con la sensación caliente y húmeda que sentía en mi polla, la presión que el ano de Eva ejercía sobre mi polla, el contacto de las tetas de Sara en mi espalda y el tacto que recibía de mis manos, una en el chichi de Eva y la otra yendo de una teta a otra, pellizcando sus pezones, al tiempo que Sara me pellizcaba los míos y me daba palmadas en las nalgas, como si yo fuese un caballo al que estaba montando y ¡de qué manera me montaba!, culeaba con toda la furia del mundo, como si quisiese atravesarme para follar ella el culo de Eva y en parte eso era lo que estaba haciendo, ya que yo sólo tenía que dejarme llevar, era como un simple transmisor de la follada, como si fuese una prolongación del pene de látex que follaba mi culo, de repente Sara paró sus embestidas y sacando su polla de mi se agachó un poco para embutírsela todo el chocho a Eva, la que pegó un grito brutal y empezó a estremecerse diciendo que se corría, yo aceleré mi follada y Sara también, cuando me vino la corrida se la eché a Eva por la espalda e Sara se dedicó a limpiársela con la lengua y al igual que antes la compartieron entre besos.
Después de esto fuimos los tres al baño para ducharnos y lo que ocurrió allí lo contaré en otra carta. Si alguien quiere repetir o completar esta experiencia, puede mandarme un e-mail a la siguiente dirección: viajero_lerida@hotmail.com