Polvo de despedida

Hasta ese día yo creía que el sexo del que disfrutaba era perfecto, que no podía pedir más y que ya lo había probado todo, pero me equivocaba. Por aquel entonces disfrutaba del sexo cuando quería y con quien me apetecía, no tenía tapujos ni restricciones, pero...

POLVO DE DESPEDIDA

Hasta ese día yo creía que el sexo del que disfrutaba era perfecto, que no podía pedir más y que ya lo había probado todo, pero me equivocaba.

Por aquel entonces disfrutaba del sexo cuando quería y con quien me apetecía, no tenía tapujos ni restricciones, pero no todos los tíos con los que me acostaba pensaban lo mismo. Había un chico, Nacho, con el que había estado en más de una ocasión, la verdad es que era el chico con el que mas me veía ya que a pesar de que no me gustaba repetir, tengo que reconocer que la forma de follar que tiene Nacho no se podía comparar con ningún otro que yo hubiese estado.

El era un chico fantástico, me follaba cuando quería y me hacia todo lo que yo le pedía. Cuando yo le llamaba ahí estaba el, no pasaban ni 20 minutos y se presentaba en mi casa para follarme.

Llevábamos ya unos meses viéndonos y aunque no era el único que pasaba por mi cama el no lo sabia. No se las expectativas que se habría hecho con nuestra relación pero yo creía que para los 2 las cosas estaban claras, al menos en la cama era así.

Todo ocurrió una noche que yo salí con mis amigas, bebimos más de la cuenta y como siempre acabe llevándome a mi casa al primer tío que estaba dispuesto a meterme toda su polla dentro, que era lo que yo necesitaba a esas alturas de la noche. Lo pasamos genial y los orgasmos no hicieron otra cosa que nos quedásemos dormidos hasta la mañana siguiente. La sorpresa fue cuando a las 12 del mediodía Nacho se presento en mi casa para invitarme a comer. Cuando yo me levante abrir la puerta con apenas una camiseta por encima, mi acompañante sudoroso y en calzoncillos se presento detrás de mi. Como es de imaginar Nacho se puso como una fiera y me llamo de todo, nada bueno por cierto y desapareció.

Hasta aquí todo parece una simple historia de cuernos, pero lo realmente impactante sucedió a primera hora de la tarde.

Yo había vuelto acostarme y estaba cogiendo el primer sueño cuando llamaron al timbre, me levante y vi por el video portero que abajo estaba Nacho. Supuse que algún insulto se habría dejado. Me imagine que vendría bastante cabreado y verle la cara de enfado me estaba excitando muchísimo. Así que me fui a por mis braguitas short que más culo dejaban al descubierto y me puse la camisetita más transparente y ajustada que encontré, y así le abrí la puerta.

En cuanto le vi la cara supe que había merecido la pena ponerme tan sexy, ya que los ojos se le salían de las orbitas.

Lo primero que hizo sin mediar palabra y sin dejarme decir ni hola fue agarrarme por el culo, montarme en sus caderas y tirarme contra la pared, 2 de los cuadros se cayeron al instante y se rompieron en el suelo. Las únicas palabras que le salieron de la boca antes de morderme el cuello y besarme en la boca, fueron decirme que era una puta y que me iba a dar lo que me estaba buscando.

Entonces los dos caímos al suelo y de un tirón me arranco la camiseta por la mitad empezó a tocarme los pechos, a chupármelos a mordérmelos con tal fuerza que no podía mas que gritar, aunque no sabia muy bien si de placer o de dolor.

La verdad es que ya estaba mojadísima y súper cachonda, no paraba de acariciarme y besarme, sus manos no paraban de tocarme por todas partes y eso me estaba poniendo mala. Además notaba como su polla iba creciendo, ya que cada vez que se acercaba, la notaba clavarse en mí.

Entonces su mano empezó a bajar y se coloco encima de mi coño, empezó a frotar y frotar y yo cada vez mas mojada, me estaba volviendo loca, mis chillidos se podían oír asta el sexto piso, lo se por los comentarios que después me entere que hacían de mi los vecinos. La cosa no dejaba de mejorar, sus dedos empezaron a deslizarse por debajo de mi short y a rozar mi clítoris, primero suavemente y poco a poco con más fuerza.

Después me agarro por la espalda y me llevo asta el sofá que estaba a pocos metros, siguió jugando con los dedos en mi coño y besándome todo el cuerpo hasta rozar con su boca el borde de mis braguitas, empezó a morderlas y sin darme cuenta tenia su lengua dentro de mi, las braguitas ya habían desaparecido.

Fue entonces cuando su lengua empezó a lamer mi clítoris y ha introducirse suavemente en el oscuro agujero de mi coño, entraba y salía como si de un consolador se tratase era fantástico y no pasaron ni 5 minutos cuando toda su boca se lleno de mi corrida, fue el orgasmo mas espectacular que había tenido en mis 22 años de vida. Pienso que el ni se entero porque no dejo de chuparme el coño y de darme placer.

La cosa había empezado bien pero yo no podía dejar de pensar en su polla, deseaba que me diese más, deseaba follar horas y horas no quería que aquello acabase nunca.

Creo que lo que mas me excitaba era verle la rabia con que me estaba follando, sabia lo que mas me ponía y me lo estaba dando.

Entonces su boca fue saliendo de mi coño y subiendo poco a poco hasta llegar a mi boca, mientras, sus manos no soltaban mis tetas, que parecían estar echas a medida ya que encajaban perfectamente en sus dos manos.

Me besaba con tal fuerza que notaba su lengua llegándome casi a la garganta. Entonces una de sus manos dejo mi pecho derecho, me agarro del pelo y me tiro al suelo con tal fuerza que el moretón que me hice en la rodilla me duro 5 semanas.

El se había puesto de pie no soltaba mi larga melena negra y no dejaba de mirarme con esos ojos a los que solo les faltaba echar fuego, así estuvo un rato hasta que se sentó en mi mejor sillón y sin soltarme del pelo metió su polla en mi boca. El movimiento de su mano en mi cabeza empezó suave pero fue yendo cada vez más rápido a medida que su polla crecía. Ya la había tenido antes en la boca pero nunca me había parecido tan grande como en ese momento. Me iba entrando y saliendo sin darme casi respiro, las sacudidas llegaron a ser tan fuertes que el sillón llego a desplazarse hasta llegar casi a la puerta de la terraza, hubo un momento que me imagine a mis vecinos de enfrente mirándonos y un escalofrió de placer me recorrió el cuerpo.

Yo estaba completamente desnuda, a cuatro patas, comiendo la polla mas rica que había probado nunca, con el coño y el culo totalmente abiertos y pidiendo a gritos que alguien me metiese algo, lo que fuera ya me daba todo igual, necesitaba tener algo dentro.

Como veía que el llevaba el mando de la situación, decidí ir calmando un poco mi desenfreno, así que mientras le chupaba la polla, empecé a introducir mis deditos en el coño y a rozar mi clítoris al ritmo que el movía mi cabeza contra su polla.

Entonces un pequeño grito y el cesar de su mano en mi cabeza, me hizo presagiar que mi boca estaba a punto de llenarse por completo de toda su corrida, y así fue, no me dejo ni moverme un centímetro y sin sacar su polla de mi boca hizo que me tragase todo su semen, hasta la ultima gota.

Entonces mucho mas relajado y con la expresión de la cara mas calmada se agacho para levantarme en brazos y sentarme en la parte de arriba del sillón, que ya estaba pegado a la cristalera de la terraza. Esta vez era él, el que se había puesto de rodillas y chupaba mi coño nuevamente, aunque esta vez ya estaba totalmente mojado, todavía seguía con la excitación inicial, aunque ya habían pasado más de 4 horas desde que había abierto la puerta con aquella camisetita tan sexy que no podré volver a ponerme nunca. Tardo poco en volver a meterme su polla dentro y mi cabeza en dar golpes contra el cristal sin parar, por un momento pensé que se llegaría a romper. Esta vez el clímax llego enseguida para los dos, nos quedamos uno encima de otro sin decir palabra y gozando de la experiencia de la tarde.

Cerré los ojos un momento y mi imaginación quiso decirme que todo había sido un sueño, pero al abrirlos de nuevo me di cuenta que el estaba allí y que mi coño estaba caliente y mojado y demostraba que tenido una buena sesión de sexo.

Al rato el se levanto se puso la ropa y sin decir ni una palabra igual que llego, se fue.

Fue el último día que le vi. Desde entonces abre echado un millón de polvos más pero como aquel ninguno.