Polvazo en el parque

Hola, me llamo Noelia y tengo 19 años, os voy a contar lo que me pasó un día estando en el parque con mis amigos.

Hola, me llamo Noelia y tengo 19 años, os voy a contar lo que me pasó un día estando en el parque con mis amigos.

Era verano, y estaba de exámenes en el instituto, ese día había realizado el ultimo de ellos y para celebrarlo decidimos hacer una especie de comida campestre entre todos los compañeros de clase, para ello compramos diversa comida y bastante bebida, con alcohol claro, el comienzo de la comida transcurrió normalmente, la gente comía y sobre todo bebía mucho.

Según avanzaba la comida la gente se iba soltando mas y algunos empezaban ya a hacer las típicas tonterías con la comida, como tirar trocitos a los demás... Una vez terminada la comida y la bebida decidimos tumbarnos un rato en el césped.

Yo estaba sentada, hablando con mis amigas, y empecé a notar como los grupos de chicos se acumulaban a mis espaldas, en un principio no sabía que hacían, pero pronto me di cuenta de que lo que estaban haciendo era verme el tanga que asomaba ligeramente por mi pantalón vaquero, era un tanga morado y de hilo, lo que hizo que los chicos, ya un poco contentos por el alcohol, se pusieran un poco cachondos, cosa que a mi me encanta hacer con ellos, por lo que hice como si no me hubiera enterado de nada y continué hablando con mis amigas.

Transcurrido un tiempo y ya con menos gente, ya que algunos habían decidido marcharse, decidí tumbarme un rato en el césped tranquilamente. Pasado un rato se acercó a mi un compañero, Roberto, al que sin mala intención le pedí que me diera un masaje en la espalda, él amablemente accedió a complacer mi deseo. Me tumbe boca abajo y él se colocó sentado sobre mi culete. La verdad es que daba unos masajes maravillosos, presionaba sobre mi espalda con sus fuertes manos y eso me relajaba mucho. Pero como pude sentir él no se estaba relajando, todo lo contrario estaba excitadísimo, hecho que note con el aumento de tamaño de su poya que empezaba a restregar con mi culo, pero lo que me sorprendió fue su reacción, se levanto y me dijo que ya era suficiente, y se marcho con sus amigos dejándome con un pequeño calentón.

Yo continué tumbada y se acercó a mi Pablo, uno de mis mejores amigos, este se tumbó a mi lado y estuvimos hablando un rato, transcurrido un tiempo este me preguntó que si podía apoyar su cabeza sobre mi culete que le dolía el cuello, a lo que yo respondí con un ‘tu veras’ y él ni corto ni perezoso se acomodó sobre mi culo, y seguimos hablando otro rato. Rápidamente al ver la situación se acercó Roberto, el del masaje, y se tumbó apoyando su cabeza sobre mi muslo, a lo que yo respondí preguntándoles que si estaban cómodos, a lo que ambos respondieron con una sonrisa. En el fondo a mi me gustaba, ya que era el centro de atención de los dos chicos. La conversación poco a poco se fue calentando mas y mas.

Al final nos quedamos los tres solos en toda la explanada del parque, yo les pedí que se levantaran para poder darme la vuelta, a lo que accedieron sin mas peticiones, me puse boca arriba y me volví a tumbar, ellos se acomodaron de nuevo sobre mis muslos, la charla siguió animándose y Roberto me empezó a acariciar el muslo sobre el que estaba apoyado, rápidamente me puse en tensión ante la sorpresa que me causaron sus caricias, lo que hizo darse cuenta a Pablo que algo sucedía, al mirar descubrió a Roberto sobando mi pierna con sus dos manos, él le empezó a imitar, me estaba empezando a excitar de una forma manifiesta.

Allí estaba yo, tumbada en el césped y siendo acariciada por dos chicos, notaba como poco a poco se me estaba empezando a humedecer la rajita, se estaban acercando a mi entrepierna, y de vez en cuando se me escapaba algún pequeño gemido lo que hacia que los dos chicos se excitaran, entonces Pablo empezó a subir su mano hasta llegar a mi pecho, una vez allí empezó a tocarme la teta, a continuación Roberto se centro en mi chocho, lo acariciaba, palpaba, presionaba sobre él, por encima de los vaqueros. A Pablo le debía de molestar mucho mi camiseta, ya que me la quito, al igual que mi sujetador, a la vez que presionaba ligeramente sobre ellos me daba lametazos sobre mis pequeños y rosados pezones, cosa que me excita muchísimo. Mis gemidos eran ya bastante intensos y mi primer orgasmo de la tarde había llegado.

Casi sin tiempo para reponerme del orgasmo me vi con los pantalones desabrochados y Roberto tratando de apartar mi tanga con sus dedos para empezar a chuparmelo, pude sentir un escalofrió por todo mi cuerpo cuando rozó mi clítoris con su lengua, jugueteaba con él y con mis labios, nunca había experimentado el sexo oral hasta aquel día, y la verdad es que fue maravilloso.

Roberto seguía dándome placer con su lengua, mientras tanto Pablo había sacado de su pantalón su gran pene, el cual meneaba con su mano, me lo acercó hacia mi cara, y yo no iba a rechazar aquella proposición, por lo que agarre con mis manos su poya y con la punta de mi lengua tocaba su pene, poco a poco, hasta que finalmente me la metí a la boca, empezó a sacarla y a meterla como si se estuviera follando mi boca, para terminar con una gran corrida sobre mi cara.

Mientras Pablo descansaba, y sin tiempo para mi de relajarme, Roberto ya estaba dispuesto para meterme su poya, y así lo hizo, me embistió y me la metió hasta el fondo, lo que fue acompañado de un pequeño grito de dolor, menos mal que no había nadie cerca, el ritmo iba aumentando, hasta que de pronto vi a Pablo otra vez empalmado y con ganas de fiesta, me puso de rodillas y me la metió por el culo, mientras Roberto seguía a lo suyo, nunca había sentido el placer de ser penetrada por dos poyas a la vez. Rápidamente alcance mi segundo orgasmo acompañado de la correspondiente corrida de ambas poyas. Al terminar estaba cansadísima, no tenia ganas ni fuerzas para moverme de allí, por lo que nos quedamos los tres tumbados comentando la experiencia.